Kitabı oku: «De la investigación al libro»
Índice de contenido
PRESENTACIÓN DE LA BIBLIOTECA DEL EDITOR
PRÓLOGO
LOS LIBROS Y EL DICTAMEN EDITORIAL
Introducción: el dictamen y el proceso editorial
Las expectativas del nacimiento
Un manuscrito bajo el brazo o un proyecto sobre el papel
Un contrato en el horizonte
Los casos especiales
Los elementos en juego: la evaluación del manuscrito
Selección y funciones del lector editorial
Los elementos básicos del dictamen
Otros elementos
El momento decisivo: la decisión sobre el manuscrito
La entrega del dictamen
La decisión final
La diplomacia editorial
Bibliografía
LA EDICIÓN ANOTADA: UNA RED DE TEXTOS ESPECIALIZADOS
La dimensión genética
La dimensión textual
La dimensión hermenéutica
Bibliografía
LA INVESTIGACIÓN ESPECIALIZADA Y LAS REVISTAS ACADÉMICAS
Introducción
El terreno: para una cartografía de las revistas especializadas
Qué es la investigación
Qué es una revista especializada
Las condiciones de trabajo en México
La lectura: estrategias para tener acceso a las revistas especializadas (en calidad de lector)
Cómo localizar un texto
Las revistas especializadas nacionales
Las revistas especializadas extranjeras
La escritura: estrategias para tener acceso a las revistas especializadas (en calidad de colaborador)
El poder intelectual en México (un atisbo)
Cómo localizar la publicación adecuada
Los criterios editoriales básicos
La edición: algunas experiencias y propuestas editoriales
Cómo se crea una revista especializada
Qué es una revista gremial
A salvar la memoria tipográfica
Bibliografía
SOBRE EL INFINITO PLACER DE LEER DICCIONARIOS
La vida como lector de fragmentos
La vocación de leer diccionarios
Diccionarios sobre los diccionarios y otros libros
Diccionarios sobre el lenguaje en general
Juegos de palabras
Diccionarios de uso del idioma
Diccionarios de expresiones extranjeras
Diccionarios sobre escritores
Diccionarios de literatura
Diccionarios especializados en literatura
Diccionarios de lingüística y semiótica
Diccionarios sobre estudios culturales
Diccionarios de ciencia
Diccionarios de cine
Mis primeros 100 diccionarios
Bibliografía
AVENTURAS DE UN TURISTA BIBLIOGRÁFICO
Turismo bibliográfico en Europa
Turismo bibliográfico en Estados Unidos y Canadá
Turismo bibliográfico en Latinoamérica
Turismo bibliográfico en la ciudad de México
Librerías especializadas en cine
Librerías virtuales
La vida en las bibliotecas
Las bibliotecas universitarias
Las grandes bibliotecas públicas
Las bibliotecas personales
Un caso particular
Otras bibliotecas
Regreso a casa
EL ARTE DE ESCRIBIR RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA COMO PROMOCIÓN DE LA LECTURA ESPECIALIZADA
El profesor universitario como lector
Donde las comparaciones son ilustrativas
Un caso paradigmático: la investigación literaria
Apoyar el trabajo universitario de promoción
Promoción de los promotores
LAS REDES DE INFORMACIÓN ACADÉMICA
Investigación
Docencia
Difusión de la cultura
DE LA LUJURIA BIBLIOGRÁFICA A LA EXPLORACIÓN AUDIOVISUAL
Antecedentes académicos
Horizonte de expectativas
Conclusión
APÉNDICES
DECÁLOGO DEL AUTOR DE MANUSCRITOS ESPECIALIZADOS
ELEMENTOS PARA LA ELABORACIÓN DE UN DICTAMEN
Descripción general
Valoración de la obra
Dictamen editorial (o evaluación)
CÓMO EVALUAR UN DICTAMEN
AVISO LEGAL
PRESENTACIÓN DE LA BIBLIOTECA DEL EDITOR
Durante los últimos años el fenómeno de la comunicación ha llamado poderosamente la atención de la más diversa gama de especialistas. A los tratados de poética se suman ahora los de cibernética y, de hecho, no hay área de conocimiento desinteresada en ese fenómeno o ajena a él. Sin embargo, aun en la generación de las más elaboradas innovaciones tecnológicas de la comunicación, el libro prevalece como instrumento sustancial del progreso multidimensional del hombre y, en más de un caso, como medio y fin de ese avance.
No es para menos. El libro crea una situación ideal de diálogo. Escritor y lector comparten esa vital experiencia. El libro es conocimiento. Es reciprocidad, posibilidad de libre y fundamental intercambio.
Así, si el libro implica esa doble dimensión, la del conocimiento y la de la reciprocidad, las cuestiones que conciernen a su diseño, producción, divulgación y adquisición imponen una urgente deliberación social para defenderlo y promoverlo como fundamento de convivencia y progreso social e intelectual.
Ámbito natural de la creación y recreación del libro es el universitario. Por ello, la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, a partir de 1987 inició la publicación de la BIBLIOTECA DEL EDITOR, colección en la que los escritores, editores, impresores, libreros, bibliófilos y lectores, así como toda persona vinculada con ese medio secular de transmisión y diálogo de ideas e imágenes, encuentran foro para dar libre cauce a sus experiencias en los diversos campos de la actividad editorial.
La BIBLIOTECA DEL EDITOR se integra con textos relacionados con la cultura del libro, desde la historia del lenguaje escrito, hasta los múltiples pasos que conforman el proceso de su diseño, elaboración y difusión y, desde luego, el fenómeno mismo de su lectura. Temas estos enfocados desde la óptica histórica, filosófica, política, científica, técnica y social. Los diversos títulos que se incorporan a esta colección tienen como propósito crear un espacio de reflexión y renovación de y para toda aquella persona interesada en el desarrollo y enriquecimiento de la cultura escrita.
La defensa activa del libro como tarea cultural decisiva y como base de una sociedad que dialogue y se reconozca más a sí misma, son valores fundamentales con los cuales la BIBLIOTECA DEL EDITOR se encuentra comprometida.
PRÓLOGO
La investigación universitaria es tal vez la actividad que contribuye de manera más exhaustiva y sistemática al entendimiento del mundo, y a mejorar la calidad de vida de quienes lo habitamos. Para su existencia misma, el conocimiento producido por la investigación requiere del debate permanente, y para ello son necesarias diversas estrategias de difusión, lo mismo especializada que de divulgación. Y una de las formas más características de esta difusión es la palabra escrita, especialmente en forma de libros, revistas y fotocopias, los cuales tienen características necesariamente diferentes de la captura, transmisión y reproducción de la palabra y las imágenes por medios exclusivamente electrónicos.
Es sorprendente que todavía exista una atención relativamente escasa dirigida al estudio de estos problemas en los medios universitarios del país.
La formación de editores requiere el apoyo de investigadores dedicados a estudiar la articulación entre los procesos de producción del conocimiento y la palabra impresa. En los textos que siguen ofrezco el resultado de investigaciones de naturaleza básicamente documental, efectuada en bibliotecas, hemerotecas y archivos, con el apoyo de diversas bases de datos y redes de correo electrónico.
De acuerdo con la información disponible en tales fuentes, durante los últimos diez años se han empezado a producir en lengua española trabajos de carácter general sobre las áreas del oficio editorial tan estratégicas como el dictamen de manuscritos (aquí abordado desde la perspectiva del autor), las ediciones anotadas (desde la perspectiva de la teoría textual), y las revistas especializadas de humanidades (aquí estudiadas desde la perspectiva del autor, el editor y el lector, respectivamente). Estos ensayos constituyen la parte medular de este libro, y tienen una intención formativa e informativa acerca de tales procesos editoriales.
En los otros textos comento brevemente algunas de las relaciones que existen entre la investigación y la palabra impresa. De entre los múltiples aspectos posibles, he comentado aquellos que conozco mejor: la enorme riqueza y diversidad de los diccionarios especializados; el placer de explorar las librerías y las bibliotecas que un lector descubre cuando visita por primera vez una ciudad; la función estratégica de los profesores universitarios en la difusión de la palabra impresa; la utilidad de diseminar la información sobre las actividades profesionales de los investigadores; la utilidad de las fuentes documentales en la investigación fronteriza, la presencia de los libros en el cine contemporáneo, y algunos criterios utilizados para la escritura y evaluación de reseñas de libros especializados (las recensiones técnicas).
Quiero señalar que tengo la suerte de haber experimentado de primera mano las características propias de cada uno de estos campos, no sólo como investigador, sino también como traductor, corrector, reseñista y dictaminador de textos que han sido el resultado de investigaciones universitarias, en el ámbito que me resulta más familiar: las ciencias sociales y las humanidades.
Con la publicación de estos materiales pretendo contribuir a la revaloración de las condiciones de trabajo de quienes realizan uno de los oficios más nobles en la historia de la civilización.
LOS LIBROS Y EL DICTAMEN EDITORIAL
Introducción: el dictamen y el proceso editorial
El dictamen editorial es el resultado del proceso mediante el cual un lector especializado en determinada materia lee un manuscrito con el fin de recomendar o no su publicación a la editorial que solicitó su evaluación.
Cuando un lector común y corriente toma en sus manos un libro, difícilmente piensa en el proceso editorial que ha hecho posible su creación y publicación. En este proceso, el dictamen es un elemento determinante, pues de él depende el prestigio de toda casa editora.
Ante la todavía escasa presencia de materiales escritos en lengua española acerca de este proceso, estas notas pretenden ser útiles a los autores (o autores potenciales) que en algún momento han sometido o habrían de someter sus manuscritos al proceso de dictamen editorial.1
Aquí se intenta responder a las preguntas: ¿Qué elementos considera un editor-dictaminador para su evaluación? ¿Qué criterios aplica para evaluar estos elementos? ¿Qué características tiene el proceso de dictaminación? ¿Cómo se toma la decisión final?
Podemos imaginar a un autor que, después de varios años de incontables esfuerzos, decide preparar su manuscrito para presentarlo ante una (o varias) editoriales. La cantidad de decisiones que están en juego determinarán el destino de su texto: desde la presentación física del manuscrito (su claridad, organización y limpieza) hasta las condiciones económicas de la casa editora, que pueden llegar a afectar su política editorial y, por lo tanto, el dictamen sobre el manuscrito.
En México hay poco más de 500 empresas editoriales, con políticas editoriales, recursos y condiciones de producción diferentes entre sí. Sin embargo, en lo esencial toda casa editorial cuenta con un proceso de dictamen del que depende su decisión de publicar. Aquí seguiré el orden que existe en las editoriales más grandes, especialmente en lo relativo al libro universitario. Por supuesto, al referirme al “libro universitario” no solamente pienso en el libro editado por las universidades (como la UNAM, la UAM, la UAP y la UAG) en México, en las docenas de universidades norteamericanas y europeas que cuentan con sus propios departamentos editoriales (como Princeton, Oxford y Presses Universitaires de France), sino también en el libro editado por las grandes casas editoriales, que cuentan con mayor tradición, prestigio y experiencia, lo mismo en México (FCE, Siglo XXI, era,) que en Argentina (Sudamericana, Losada, Emecé, Corregidor) y en España (Cátedra, Castalia, Gredos, Barral).
Hace aún pocos años, una editorial como Doubleday recibía cada año alrededor de 10 000 manuscritos no solicitados, de los cuales se publicaban sólo tres o cuatro. Actualmente, el trabajo de selección preliminar está a cargo de agentes literarios (profesión que en México es aún incipiente). Con el fin de no “privizar” (como lo opuesto a “publicar”) un libro, conviene conocer en detalle el proceso normal de dictaminación editorial.
De hecho, la importancia de las publicaciones en el área de las ciencias sociales y las humanidades es muy notoria. Hoy en día, en México alrededor de 50 por ciento de la producción editorial pertenece a las áreas de ciencias sociales y las humanidades, especialmente la literatura (24.3 por ciento). El resto se distribuye, mayoritariamente, entre los libros de texto (15 por ciento).2
Tan sólo en la UNAM, más de 93 por ciento de la producción editorial pertenece al área de ciencias sociales y humanidades.3
De ahí que en este trabajo me refiera básicamente a los libros de estas áreas (ciencias sociales y humanidades), si bien todo lo dicho en relación con su proceso de dictaminación es, en términos generales, aplicable también a cualquier otro tipo de libros, dentro y fuera del ámbito editorial universitario.
La cantidad de manuscritos que un editor debe dar a dictaminar varía de una editorial a otra. En la UNAM se publican en números redondos 1200 títulos al año, de los cuales al rededor de mil son primeras ediciones.4 ¿Cuál es el proceso que permite mantener la calidad y el prestigio editorial de una empresa de tales proporciones?
Antes de ofrecer una respuesta a esta pregunta, es necesario detenerse un momento a establecer algunas distinciones funcionales y lexicales en torno al término “editor”, en oposición a la función del término de “dictaminador” o “lector editorial”.
En general, podemos encontrar las siguientes acepciones del término “editor” (como un individuo, un equipo de trabajo o una instancia institucional), según las diversas funciones de aquel a quien se da este nombre:
1. Crear proyectos editoriales.
2. Costear y posibilitar el proceso editorial (o alguna de sus partes): de la creación de un proyecto editorial a la difusión y distribución del producto acabado (publishing house).
3. Seleccionar al dictaminador o a los integrantes de la comisión dictaminadora editorial (publisher).
4. Establecer contrato editorial con el autor (chief editor).
5. Buscar y localizar manuscritos y otros materiales para ser publicados (“sabueso editorial”, a la cacería de textos o de autores) (acquisitions editor).
6. Seleccionar manuscritos (función del dictaminador: aplicar criterios de calidad o económicos, o el balance entre ambos).
7. Pulir manuscritos (estructura y extensión; corrección de estilo).
Las funciones 4, 5, 6 y 7 pueden ser realizadas por un individuo o por un departamento técnico o comité editorial, coordinado por el editor en jefe (chief editor).
8. Elaborar materiales de estudio que acompañan una edición crítica; fijación del texto, glosarios, recopilación de trabajos de análisis académico, notas al pie, estudio de materiales genéticos, estudios de intertextualidad, problemas de traducción, bibliografía comentada y elaboración de otros materiales ecdóticos.
9. Decidir y marcar las características tipográficas de un manuscrito (formato, tipo y tamaño de letra, interlineado, etcétera).
10. Imprimir un manuscrito.
Algunas de estas funciones pueden ser realizadas por un mismo individuo, y algunas han recibido un término específico en otras lenguas. El dictaminador (función 6) suele llamarse “lector”, lo mismo en inglés que en francés, alemán y holandés: publisher reader, lecteur (dans une maison d’editions), Verlagslektor o adviseur (van de uitgever).5 Sin embargo, aunque en lengua española se utiliza el término “editor” para referirse a muy distintas funciones, se ha vuelto ya relativamente convencional utilizar el término “dictaminador” para referirse a quien “evalúa un manuscrito para un editor”.
A su vez, la función de dictaminador puede ser cubierta por el acquisitions editor, quien logra localizar manuscritos o autores que puedan desarrollar en forma de libro un proyecto editorial (función 5), o por el agente literario que lee el manuscrito o parte de él y que decide rechazarlo o adoptarlo, con el fin de ofrecerlo a una o varias editoriales, hasta encontrar un editor adecuado.
Al distinguir las funciones del editor y del dictaminador, se podría afirmar que el dictaminador selecciona manuscritos, mientras que el editor selecciona dictaminadores.6
Por ello, el director técnico o jefe de producción editorial es, por definición, un experto en expertos, capaz de evaluar la capacidad de éstos para evaluar manuscritos.
Veamos ahora, en términos generales, cuáles son los elementos principales del proceso de evaluación editorial de un manuscrito, desde su entrega (o la concepción de un proyecto editorial que requiere que un autor lo materialice) hasta el momento en que éste ha sido dictaminado, y la editorial decide su publicación o su devolución al autor.
Las expectativas del nacimiento
Un manuscrito bajo el brazo o un proyecto sobre el papel
En términos generales, puede hablarse de dos procesos para la adquisición de manuscritos: o bien éstos son enviados o presentados directamente a la editorial por los autores, de manera espontánea, o bien la editorial, de acuerdo con un determinado mercado editorial y su propia política de edición, busca los autores que podrán satisfacer estas necesidades.
Una variante del primer caso la constituye el proceso en el cual el autor presenta ante el editor potencial un proyecto de trabajo. En este caso, el proyecto puede incluir una primera versión de lo que será la introducción general del libro (su originalidad o utilidad), el esquema detallado del contenido y la relación de los materiales que formarán parte de él. Un ejemplo de este tipo de proyectos es la creación de una antología comentada de textos sobre un tema específico, que puede contener materiales traducidos de otra lengua.
Algunas editoriales cuentan con un “editor de adquisiciones”, cuya función consiste en localizar manuscritos o autores potenciales que convengan a la “línea” o “política” editorial de la casa editora. Acerca de la complejidad de este trabajo, un “editor de adquisiciones” comentó lo siguiente:
A lo largo del día uso una gran diversidad de sombreros: en algún momento soy comprador, y al momento siguiente puedo ser negociante, vendedor, escritor, editor, el hombre de las decisiones. Apruebo, rechazo, confío y trabajo con cada uno de los departamentos de mi editorial: ventas, arte, corrección, producción, publicidad, derechos subsidiarios, promoción. Siempre estoy buscando nuevos libros para poderlos comprar.7
En todos los casos, el editor (es decir su dictaminador o la comisión dictaminadora) debe decidir la pertinencia del texto para la editorial, de acuerdo con la existencia de determinadas colecciones dentro de su catálogo. En general, el dictaminador suele ser el propio director de la colección, o bien alguien designado por éste y elegido por poseer un mayor grado de especialización sobre la materia del manuscrito.
Algunos textos, debido a la calidad reconocida de sus autores o a la recomendación de algún especialista, pueden rebasar los lineamientos de una determinada serie. Estos manuscritos, fuera de serie, son los casos excepcionales en los que –debido a su calidad– difícilmente serían rechazados por cualquier editorial universitaria. Es un hecho aceptado el que “nadie rechaza un texto espléndido”.8
Un editor (o su dictaminador) debe ser capaz de evaluar el texto que tiene ante sí, pero también el texto potencial que puede sugerir de un manuscrito. Ésta suele ser una de las principales funciones del agente literario, como intermediario entre el autor y su editor en potencia.
Frecuentemente, cuando el director editorial recibe un manuscrito, efectúa una primera lectura, de “sondeo” (llamada, en jerga editorial screening reading),9 con el fin de determinar si tiene caso someter el material a una lectura más detenida a cargo del lector especializado.
En este punto podríamos recordar que el mecanismo actual de evaluación editorial es el producto de un proceso que ha sufrido modificaciones importantes a lo largo de la historia. Así, por ejemplo, mientras los autores de los grifos, estelas y códices eran objeto de escrutinio riguroso por parte del estamento sacerdotal, la existencia de distintas versiones de un mismo documento, especialmente en el caso de palimpsestos bíblicos, tiene como consecuencia que el dictamen a posteriori para la publicación de estas versiones (o de ediciones que incluyen todas las variantes) conlleve, necesariamente, connotaciones de naturaleza polémica, relacionadas con lo que, para determinadas instancias institucionales, es la lectura o interpretación “correcta”.10
Se trata, como lo saben muy bien los sociólogos de la cultura, de un problema de poder. El ejercicio de este poder, sin embargo, no siempre tiene carácter mágico-religioso, y en el caso del dictamen universitario el único criterio válido es la calidad y el valor de los materiales. Este valor, por cierto, puede ser exclusivamente académico (por ejemplo en los textos que son producto de la investigación), didáctico (en las guías de curso, antologías y traducciones, etcétera) o documental (en los textos de creación literaria, testimonios, etcétera). En el dictamen de textos universitarios el poder se convierte en un privilegio: como acto de decisión, el proceso de dictaminación significa el poder de difundir materiales que, de otro modo, permanecerían desconocidos, y la responsabilidad de su empleo o interpretación pertenece únicamente a los lectores.
Un principio de cortesía editorial recomienda a los autores no realizar envíos simultáneos a varias editoriales. Sin embargo, ésta es una práctica que conviene respetar en proporción directa al grado de especialización del material o al prestigio de la empresa editorial.