Kitabı oku: «No vuelvas», sayfa 13
–Yo acepto lo que fui, bróder, no lo niego, sólo que ahora no tengo la culpa –asegura–. Chequé la entrada y no me fui, como algunos que checan y se van. Mi entrada era a las 11:00 y llegué a las 6:00, temprano, chequé y me quedé hasta mi horario porque no tenía dónde estar. Pero me dijeron que así no valía, que entonces le estaba robando dinero a la empresa porque no trabajé las horas extras.
–¿Por eso te corrieron?
–No. Eso fue luego. El viernes tenía gripa, tos y mal la garganta, así que avisé que el sábado no podría ir. Y cuando regresé a la chamba, me dijeron que debía llegar con un papel, un comprobante, y yo no tenía. Entonces me hicieron firmar mi renuncia. Yo lo que siento es que se aprovecharon de mí. Y yo ya no quiero que se aprovechen porque no sé leer ni escribir. Quiero ser alguien en la vida y salir adelante, pero no sé qué me pasa, debo tener muchas tonterías en la cabeza. No sé si estoy loca, no sé qué hago aquí. No sé qué tengo en mí.
Para consolarla un poco trato de hablarle de asuntos concretos. Primero le pregunto si encontró otro trabajo, y me contesta que al ratito va a buscar cigarros y chicles para vender en la calle. Luego le digo que aquí mismo, en el desayunador, podrían enseñarle a leer y a escribir, pero enseguida recuerdo los faltazos de la maestra del INEA y me siento un mentiroso. Lo peor que podría hacerle ahora es darle falsas esperanzas. Ay. ¿Dónde está viviendo? Me dice que en un albergue barato, no quiere regresar a la casa de las amigas con las que se quedaba porque ellas le habían conseguido el trabajo en la Hyundai.
–Y me van a decir que perdí todo por mi culpa, pero no es cierto. Yo quería echarle ganas para hacerle los XV años a mi hija, pero nomás no se puede, no se puede –murmura, entre sollozos.
–¿Y si te regresas a Morelia?
–Es que necesitaría dinero, por lo menos los mil para el boleto. Con todo esto pensé en hacer el intento de pasar al “otro lado”, pero ¿y si me sacan pa’fuera? Sería peor. Además, ¿sabes?, en el fondo no me quiero mover de aquí. En Tijuana estuve muy enamorada de un hombre, Anthony, ahora se fue con otra a Veracruz, pero lo voy a esperar. Así pasen los años. Yo nunca había estado con un hombre que me tratara bien y me ayudara, fue el hombre más bueno del mundo, nunca me tocó feo, nunca me pegó.
–¿Y por qué se separaron?
–Porque yo fui muy mala con él, le pegaba, lo pellizcaba en la calle. Yo soy así porque siempre me trataron así, y este muchacho pagó los platos rotos, no tenía nada que ver. Ahora conocí a otro, no el que andaba por aquí, que tú conociste. Este es otro, me gusta, pero no me quiero enamorar. Aquí arregla lavadoras y toca la guitarra, es buen músico, me ha cantado y canta precioso. Él dice que me quiere, pero me da miedo, es un deportado y en el “otro lado” estuvo en la cárcel, no sé qué mañas tenga y no quiero preguntar. ¿Y si te lo traigo para que te cuente todo, y luego tú me cuentas a mí?
Armando me dijo en el teléfono que tiene “unas cuantas novedades” y para dármelas me cita en un café de enfrente del CECUT. Es un lugar pequeño y tristón, y mientras lo espero llamo a Alex Sanders al número que me dio. Al tercer tono me salta una voz para que deje mensaje, grabo que quiero verlo pronto y cuelgo seguro de que si no atiende es porque, por suerte, está trabajando.
Alex es un tipo extraño, singularísimo. Mantiene un buen humor insospechado a pesar del desastre que lo rodea, y es de los pocos que a su manera se atreve a criticar el sistema migratorio de Estados Unidos. En general, los deportados no acusan al país que los expulsó. También es verdad que con criticar el sistema no ganarían nada. Y no menos cierto es que la amplísima mayoría le achacan más cosas a México que a Estados Unidos. En general, al “otro lado” sólo le reprochan la injusticia de la deportación y los atropellos que suele implicar. Y eso, cuando asumen que algunos derechos tienen, que no siempre es el caso. Por lo que he visto y escuchado, la mayoría de los deportados ni siquiera saben que las reglas del juego de la “salida voluntaria” no tienen por qué incluir el engaño y la extorsión. Ni se les ocurre solicitar un abogado que los instruya, dan por hecho que la lógica policial incluye vejaciones. Confunden llevar las de perder con someterse incondicionalmente al poder de la fuerza. Están acostumbrados a que no se les respete. Lo que me pregunto es si esa escuela de desprecio la cursaron sólo en Estados Unidos o la iniciaron en ese México del que se fueron en busca de un futuro mejor.
Cuando Armando llega, me avisa que “hay mucho de qué hablar”. A mí me admira su capacidad para sostenerse en la trinchera. Ahora quiere, me dice, llevar baristas a los conciertos de Son del Norte, gente que le enseñe a los chicos a hacer café y les muestren que así también se pueden ganar la vida. En sus proyectos de música ya trabaja con más de 250 chavitos y su oficina está llena de instrumentos. Se nota que su mayor sueño es hacer que los niños entrevean la posibilidad de un futuro mejor. ¿Y el presente? El primero del que quiero saber algo es Ismael.
–Ah, te cuento: un día lo vi muy mal, peor que nunca, y lo obligué a que me aceptara 500 pesos –relata–. No es mucho, ya sabes, no le cambia nada. ¡Y no me los quería tomar! Le dije que no se hiciera problema, que me los devolviera cuando tuviera trabajo. ¿Y qué crees? A la semana consiguió chamba en un car wash. Y unos días después vino aquí, al CECUT, con una bolsita de plástico llena de monedas. Eran mis 500 pesos, increíble. En cuanto pudo, se obligó a demostrarme la clase de persona que es, ¿no?
Armando mezcla historias que nos conmueven con dudas, críticas veladas y conclusiones angustiantes que me confía en voz baja, casi avergonzado. Son las dos caras de su trabajo, no lo puede evitar. En un momento me contagia la alegría que le causa el ingreso de algunas chavitas de Son del Norte al taller de radio, una decisión que las acerca al estudio y las aleja de la marginalidad que campea alrededor de sus casas. Y luego, en susurros, suelta lo que le preocupa.
–Los niños hablan de los muertos de su calle sin ningún asombro –dice–. Conocen a todos, a los jefes y a los sicarios. ¿Y sabes qué? Justamente por eso sobreviven.
–Bueno, no sólo por eso. También te tienen a ti, que los ayudas.
–No lo creo. Ayudas un poco, los límites están más cerca de lo que uno cree. Porque, por ejemplo, ¿cómo les puedes decir a los niños que la prostitución no es buena, cuando muchas de sus madres viven de eso?
Yo no tengo respuestas para esas preguntas que él se ha hecho tantas veces, así que de a poco intento retomar el papel de reportero. Cuando le hablo de los cambios que vi en el desayunador, me dice que en Tijuana se ha transformado todo. “Ahora, entre los deportados hay exmilitares y pandilleros, y se ha descubierto que algunos meten droga en lo del padre Chava”, revela. “No sé si viste, también, que en el desayunador hay más hombres mayores. Y junto con ellos llegan muchas mujeres gringas, drogadictas, que vienen para acompañar a sus esposos deportados. Cada vez hay más y más. Así que el ambiente se ha vuelto muy rudo, difícil.” Además, en el Bordo se ha instalado un campamento religioso, los cristianos dan de comer cada sábado en la Coahuila y la policía persigue a los homeless que aparecen por la Zona Río. “No los dejan meterse en el canal y, como muchos de esos indigentes van drogados, cada vez hay más muertos atropellados en la vía rápida. Es terrible. Viven y mueren como un recurso humano barato. Porque si los matan, ¿quién los reclama?”, apunta.
–¿A Nacho lo has visto?
–No mucho últimamente. En Rosarito le ofrecieron un trabajo en la construcción y se fue para allá. Cuando estaba aquí quería hacer un relevamiento en el desayunador, para que se sepa quiénes son y de dónde vienen los que llegan, y así ayudar a ponerlos en contacto con sus familias en Estados Unidos. Es una lástima que no lo haya podido hacer, él era perfecto para eso porque conoce a muchos. Ahora me alegro que esté encaminado, pero en el fondo lamento que no esté con nosotros.
A la hora de los reclamos, Armando no se corta. El esfuerzo de las organizaciones civiles le parece loable, pero no calla sus críticas.
–El Día del Migrante, la puerta del desayunador se llena de activistas, cada uno con la bandera de su organización. Y yo me pregunto: ¿por qué no van para allá más seguido, y no sólo un día al año? –se queja. La fuerza de sus palabras me hace pensar que, si las cosas fueran como propone, yo hubiera encontrado con quién llevar a María de la Luz el día que la conocí. Pero de qué sirve imaginar lo que hubiera sido y no fue. Mejor le hago la pregunta que ronda mi cabeza desde el día que puse los pies en esta ciudad.
–¿Cómo se cambia todo esto?
–En principio, con lo que esté en las manos de cada uno. Todos tenemos un aporte que hacer, y lo que puedes sumar tú no es lo mismo que puedo sumar yo. En mi caso, cada vez estoy más convencido de que la educación es una apuesta fundamental. Es lo que veo en los chavitos del grupo. La formación abre nuevos espacios y otras puertas, que a su vez conducen a un cambio de actitud. Si alguna vez va a haber un cambio grande, vas a ver que seguramente empezará por ahí.
Mi último paseo por la ciudad quiero que acabe en el Dandy del Sur y Armando se ofrece a llevarme. Yo prefiero ir solo, aunque no sé bien por qué. En el taxi me toca otro chofer deportado, esta vez uno al que expulsaron hace 15 años. Al llegar a la cantina, veo que en la barra sólo hay dos hombres ante un partido de los Tigres, una mujer que a veces parece que liga con ellos y a veces no, la dueña sentada en su rincón de siempre y la gata que ya conozco y vine a visitar. ¿En la rocola habrá alguna canción lenta y sobria que no moleste demasiado a quienes miran el futbol? Sí, la versión unplugged de “En la ciudad de la furia”. Esta historia empezó con esa rola y debe terminar con ella.
La gata se pasea alrededor de mi mesa, la guitarra de Gustavo sobrevuela el bar y, al encender la compu, Gaba Cortés me cuenta en el chat de Facebook que uno de los tantos temores que Donald Trump provoca es el posible cierre del Parque de la Amistad. Otro miedo es hasta dónde podrían llegar los agentes deICE, que gracias a la orden ejecutiva de enero se sienten libres de detener a cualquiera con pinta de latino. Desde entonces, los casos de hostigamiento y violencia policial se han multiplicado porque quienes persiguen a los migrantes creen que no tienen límites, pero las leyes recuerdan que en cualquier momento se toparán con ellos. Su omnipotencia podría resultar un boomerang, tal como recuerda la historia de Isidora López Venegas, quien en febrero de 2015 les ganó un juicio histórico a las autoridades migratorias de Estados Unidos porque dos oficiales de la Border Patrol la engañaron para que firmara su “salida voluntaria” tres años atrás.
Madre de un niño autista, Isidora declaró que los hombres, vestidos de civil, le aseguraron que si no firmaba se llevarían a su hijo, nacido en Estados Unidos, y lo pondrían en adopción. Enterados del abuso, los abogados de la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU) sumaron otros casos similares, promovieron una demanda colectiva contra ICEy, con su victoria en los tribunales, lograron que otros migrantes expulsados con irregularidades en su proceso de deportación pudieran volver al país. En la estela de este antecedente jurídico, las arbitrariedades de hoy podrían ser los triunfos legales de mañana. Isidora fue la primera indocumentada mexicana en ganar una querella semejante, y podría no ser la última.
En la tele hay gol de Tigres y los de la barra se acercan para brindar conmigo. Yo choco la botella, saludo y no dejo de tararear a Soda Stereo. Donde nadie sabe de mí / y yo soy parte de todos, palabras que me recuerdan a aquel migrante a quien el destino llamó Garage 66 y también a ese Gustavo hospitalizado y mudo, de quien nadie más consiguió enterarse qué sentía, si acaso sentía algo. El arte es una fábrica de lecturas posibles y sigue caminos inesperados. En los versos de una canción inmortal yo encuentro que uno de los artistas más conocidos de América cruza sus huellas, sin quererlo, con la tragedia de un hombre en sus antípodas, anónimo e indocumentado, compañero involuntario del viaje que durante años mantuvo a ambos en la última frontera, la que separa a la vida de la muerte. Cada uno representa a los dos países de mi vida, aquel que dejé pero conserva mis raíces y al que ahora sé que pertenezco porque me estremece como ninguna otra cosa más en este mundo. Paradojas del azar: los deportados, que perdieron su país, me regalaron uno. Yo nunca les di nada, ellos a mí sí. Su desconsuelo derriba todos mis muros. Me duelen porque son los míos. Nadie sabe mucho de ellos; yo sé que son parte de todos.
Cuando la tercera de las tres canciones de Soda que puse en la rocola se cuela en el ambiente, brindo en mi cabeza por María de la Luz y suena el celular. Es Alex Sanders. “Hermano, gracias por tu llamada, va a ser una pena, pero no te voy a poder ver”, escucho. ¿Por qué?
–Porque ya me cruzo, te lo he dicho, todo esto es muy duro para mí, no tengo trabajo y no puedo más. Mi mujer y los niños están allá y está todo arreglado. Me cruzo hoy día, esta noche. Si Dios quiere, nos hablamos pronto. Regresa con bien a tu casa, amigo.
Y sólo me da chance de decirle que se cuide y desearle suerte.
Desde los altavoces de la rocola, Gustavo canta que muchas veces nos perdemos y quedamos a un millón de años luz de casa. Al levantarme para irme, siento que ya sé muy bien dónde está la mía.
Notas al pie
29 Estadística citada por Luis Gerardo Andrade, “Crecen 37% homicidios en el 2016”, en el diario local Frontera, el 1 de julio de 2016, disponible en www.frontera.info/EdicionEnLinea/Notas/Policiaca/01072016/1099214-Crecen-37-homicidios-en-el-2016.html.
30 Cifra citada por Laura Sánchez, “Una manta anunció ‘la limpia’ de los cárteles”, en El Universal, 13 de noviembre de 2016, disponible en www.eluniversal.com.mx/articulo/periodismo-de-investigacion/2016/11/13/una-manta-anuncio-la-limpia-de-los-carteles. Cabe destacar que un comunicado del 30 de octubre de 2016, la Coparmex Tijuana reafirma que en 2010 se registraron 817 homicidios en TJ (coparmextijuana.org/noticias/2016/10/30/autoridades-exigimos-seguridad/).
31 Cifra citada en “Repunte de violencia en Tijuana deja 600 asesinatos”, en sdp Noticias, 16 de septiembre de 2015, disponible en www.sdpnoticias.com/estados/2015/09/16/repunte-de-violencia-en-tijuana-deja-600-asesinatos.
32 Manuel Noctis, “Un muro los divide, pero después de 16 años lograron reencontrarse”, Clarimonda, disponible en clarimonda.mx/2016/10/10/un-muro-los-divide-pero-despues-de-16-anos-lograron-reencontrarse/.
33 El purgatorio de los deportados, Vice en español, abril de 2016, disponible en www.youtube.com/watch?v=amuJm15agFI.
34 Robert M. Morgenthau, “The US Keeps 34,000 Immigrants in Detention Each Day Simply to Meet a Quota”, The Nation, disponible en www.thenation.com/article/us-keeps-34000-immigrants-detention-each-day-simply-meet-quota/
35 Department of Homeland Security Appropriations Act of 2010, Pub. L. No. 111–83, 123 Stat. 2149 (2009).
36 “The detention of immigrants currently costs over 2 billion dollars per year, which provides a considerable financial incentive for both private prison companies and local governments looking to pull in revenue for struggling state, county, and municipal budgets”. Anita Sinha, “Arbitrary detention? The Inmigration Detention Bed Quota”, en 12 Duke Journal of Constitutional Law & Public Policy, 2016, pp. 77-121. Disponible en scholarship.law.duke.edu/djclpp/vol12/iss2/3/.
37 Kathryn Johnson, “Appropriations Bills Preserve Profits for Private Prison Companies”, en The Hill, disponible en thehill.com/blogs/congress-blog/homeland-security/292057-appropriations-bills-preserve-profits-for-private.
38 www.opensecrets.org/pacs/pacgot.php?cmte=C00382150&cycle=2016
39 Fredreka Schouten, “Private prisons back Trump and could see big payoffs with new policies”, USA Today, disponible en www.usatoday.com/story/news/politics/2017/02/23/private–prisons–back–trump–and–could–see–big–payoffs–new–policies/98300394/.
40 Casey Tolan, “America’s second-largest private prison company accused of illegally donating to pro-Trump Super PAC”, en Splinter, disponible en splinternews.com/americas-second-largest-private-prison-company-accused-1793863372
41 Maria Santana, “5 Immigration Myths Debunked”, en CNN Money, disponible en money.cnn.com/2014/11/20/news/economy/immigration-myths/index.html.
EPÍLOGO
Si solamente aman a los que os aman, ¿creen que merecen alguna recompensa por eso? ¿No hacen lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si sólo saludáis a vuestros hermanos, ¿creen que están haciendo algo fuera de lo común? ¿No hacen lo mismo los paganos?
MATEO 5: 46-47
El 18 de noviembre de 2017, Día Universal del Niño, Border Angels logró una vez más que el Parque de la Amistad abriera sus puertas. El acto duró tres minutos y esta vez incluyó la boda entre el estadunidense Brian Houston y la mexicana Evelia Reyes, oriunda de Guerrero. Houston reside en Estados Unidos y había afirmado que no podía ir a México a casarse. Días después del enlace, se conoció la razón: en febrero de ese año había sido arrestado en el cruce de San Ysidro por posesión de 19 kilos de heroína, 21 de metanfetamina y 19.5 de cocaína, y una corte federal le había prohibido salir del país hasta que se dictara su sentencia. Las autoridades fronterizas declararon que desconocían la situación judicial de Houston y adelantaron que su presencia allí “ha puesto en peligro la continuidad de la apertura de la puerta del muro fronterizo”. Enrique Morones aclaró que Border Angels no investiga a los participantes del evento, y que el estatus criminal de Houston los sorprendió. “Esto va en contra de todo lo que defendemos”, sostuvo.
Termino de escribir este libro con la noticia de que Tijuana disputa con Acapulco el segundo lugar entre las ciudades más violentas del mundo, según el ranking internacional elaborado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.42 En 2017, en TJ se documentaron 1,744 asesinatos, más del doble de los 804 contabilizados en 2016. Su tasa alcanzó los 106 homicidios por cada cien mil habitantes, muy cerca de los 113 de Acapulco y nada lejos de los 130 que ostenta Caracas, la primera de la lista.
Detrás de la estadística, brutal ya de por sí, encuentro que la noche del 5 de octubre de 2017 hubo un tiroteo en un albergue de la Zona Norte, saldado con cuatro muertos y dos heridos. Las versiones coinciden en que un comando armado entró y rafagueó a los residentes del lugar, entre ellos dos miembros de la banda liderada por el narco “el Monito”. El albergue, la Casa Refugio Mica, se ubica en el 378 de la avenida Constitución. Era aquel en el que alguna vez se había alojado Rafael, y del que en el desayunador me había hablado como “un picadero”.
Mientras tanto, un reporte de la International Organization for Migration (IOM) citado en agosto de 2017 por The Guardian revela que durante los primeros seis meses del gobierno de Donald Trump la Border Patrol detuvo a 140,024 migrantes en la frontera, 53 por ciento de los 267,746 aprehendidos durante el mismo lapso del año anterior. Pero la caída en el intento de cruces no significa que haya menos muertes. Al contrario. Como los migrantes buscan evitar las zonas vigiladas, corren más riesgos. Según la IOM, la cifra de víctimas fatales aumentó 17 por ciento, ya que pasó de 204 en los primeros meses de 2016 a 232 en el mismo periodo de 2017.
Trump, por su parte, no ha parado de insultar a los migrantes. Según testigos que informaron a The Washington Post y CNN, en un encuentro bipartidista sobre inmigración, preguntó “¿Por qué tenemos toda esa gente de países de mierda viniendo aquí?”. Entre los supuestos shithole countries de la frase se encontraba Haití. Al día siguiente, el magnate negó haber utilizado esas palabras y afirmó que sus rivales, los demócratas, pretenden difamarlo. Lo cierto, en todo caso, es que en noviembre de 2017 el DHS canceló la visa humanitaria o Status de Protección Temporal (TPS) para Haití, por lo cual los más de 60 mil que llegaron a Estados Unidos tras el terremoto de 2010 deberán regresar a la isla antes de julio de 2019.
Pero los indocumentados no son los únicos en la mira de la política migratoria de Trump. La mexicana Guadalupe Plascencia, ciudadana de Estados Unidos desde 1986, fue arrestada el 29 de marzo de 2017 en San Bernardino, California, por haberse negado a ser testigo de un juicio diez años atrás, y debió pasar esa noche en una celda vigilada por dos agentes de ICE que la forzaron a firmar los documentos previos a su deportación. Plascencia recién fue liberada a la mañana siguiente, cuando su hija llegó a la prisión con el pasaporte que acredita a su madre como ciudadana estadunidense. Tras el episodio, la ACLU anunció que iniciará una demanda contra ICE y la oficina del Sheriff del condado de San Bernardino por “discriminación con base en su origen étnico”. La multa compensatoria rondaría los 25 mil dólares.
La incertidumbre, pues, alcanza a cualquiera que ICE identifique como deportado potencial. Una explicación de su rigor podría ser el posible aumento en la cantidad de detenidos diarios o detention bed quota, que un oficial de ICE admitió ante The Independent que podría pasar de los 34,000 actuales a 48,000. Sin dudas una buena noticia para el consorcio GEO Group, que a finales de octubre de 2017 realizó su convención anual en el Trump National Doral, un lujoso campo de golf de Miami cuyos ingresos (116 millones de dólares entre enero de 2016 y marzo de 2017) figuran en la última declaración impositiva del presidente.
Pero así como aumenta el número de camas carcelarias a la espera de migrantes detenidos, lo que también se ha incrementado es la cantidad de iglesias santuario en todo el país. Un informe de Church World Service señala que ya son más de 1,100, presentes en 25 estados. Un revés para los sueños de Trump, quien amenaza con recortar cuatro mil millones de dólares en fondos a las ciudades –Nueva York, Chicago y Los Ángeles, entre ellas– que se niegan a perseguir a los migrantes con su policía local.
La historia de los indocumentados en Estados Unidos y deportados en México no empezó ayer y no terminará mañana. Hoy su mayor símbolo es el muro “grande y hermoso” que algún día quizá se levante en toda la frontera, pero más importante es la situación de las personas afectadas. El muro ya existe y sus cimientos son el odio, el resentimiento y la discriminación.
Al momento de poner este punto final, veo que al exparacaidista Héctor Barajas, director de la Casa de Apoyo para Veteranos Deportados en Otay, se le acaba de conceder la ciudadanía estadounidense que tanto reclamaba. Por su parte, las Dreamer’s Moms, Yolanda Varona y Emma Sánchez, siguen en Tijuana. De María de la Luz, la Güera y Chayo ya no supe más. En cuanto a María Puga, la viuda de Anastasio Hernández Rojas, meses atrás recibió una indemnización de un millón de dólares por el asesinato de su marido. “Este acuerdo no es justicia, la vida de mi esposo no tiene precio”, declaró María en la conferencia de prensa posterior al acuerdo. Los doce agentes fronterizos implicados en esa muerte permanecen en activo, sin que se les haya aplicado ninguna sanción.