Kitabı oku: «Cuando Tu Madre Tiene Trastorno Límite De Personalidad (TLP)», sayfa 2

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Vivir con padres manipuladores, abusivos, controladores y con TLP

Las madres con TLP son por lo general abusivas, controladoras, dominantes y manipuladoras. Alteran la vida del niño con sus rabietas prolongadas, arranques de furia, acusaciones y escándalos. Los hijos de estos padres se caracterizan por ser tímidos y aprensivos.

Al tener que sufrir este tipo de actitud tóxica, el niño se vuelve cada vez más precavido y cuidadoso al tratar con su madre, y comienza a evitar tener conversaciones normales con ella. Tienden a esconderse cada vez más dentro de su caparazón como una forma de reducir el contacto con su madre emocionalmente abusiva.

La madre, por otra parte, es incapaz de reconocer que sus hijos sufren mucho su estilo de crianza; prefieren creer en cambio que su accionar es un acto de amor hacia sus hijos, y se muestran heridas y ofendidas de que el niño escape a su compañía o rara vez le pida consejo.

El niño puede, por obligación, hablar con su madre, de manera formal y cordial, pero nunca con el grado de intimidad que muchos padres aman relacionarse con sus hijos. La madre con TLP, lamentablemente, no está emocionalmente preparada para comprender la relación entre sus acciones y el modo en que sus hijos reaccionan hacia ella.

Algunos niños al crecer llegan a odiar a su madre y aún a desear su muerte. Irónicamente, estas madres no entienden estas reacciones a pesar del patrón de abuso y negligencia que tuvieron hacia el niño inocente. La madre pude creer que actúa pensando en el bienestar de su hijo, basado en el amor y el cuidado.

Los niños más perceptivos que eventualmente tengan que aceptar la idea de que la razón de todos sus problemas es que vivían con una mujer que padecía TLP, a veces encuentran difícil aceptar que su madre es irremediablemente incapaz de comprender las necesidades de su hijo.

Superar este tipo de herida puede ser muy duro, aún con terapia, pero el esfuerzo vale la pena. El proceso de sanación puede llevar a la víctima a través de un proceso de aceptación de que la situación en realidad ocurrió, aprender cómo soportarla de la mejor manera y cómo perdonar a su madre a pesar de que la cicatriz del trauma le harán difícil olvidarlo. Algunos hijos de padres con TLP están en una lucha constante con la ilusión de que tuvieron una vida maravillosa llena de amor, a pesar de que lo que vivieron está muy alejado de esa realidad.

Capítulo 2
Trastorno límite de la personalidad
Proyección en los niños

Las madres con TLP utilizan un mecanismo de autodefensa que consiste en proyectar en sus hijos las penas que ellas sufren. Estas madres utilizan la proyección como arma para transferir la idea que tienen de sí mismas a su hijo. Pueden proyectar aspectos de su vida que idealizan o que desprecian, de acuerdo con el humor que tengan en ese momento; como resultado, el niño será catalogado como bueno o malo, un proceso que los expertos han dado en llamar "escisión" (splitting, en inglés).

Esta escisión de sus hijos en buenos o malos es un indicio característico de cómo las personas con TLP perciben a los demás y a las situaciones.

Muchos adultos superan el concepto de ver el mundo a través del prisma de ser muy bueno o muy malo, como los niños. Buscan un punto intermedio y hacen concesiones cuando no están de acuerdo con alguien en algún tema. Pero para una persona con TLP, esto es imposible; no hay áreas grises, su percepción cambia por completo de un momento a otro.

Los adultos que crecieron con madres con TLP se muestran desconcertados al recordar situaciones en las que su madre los acusaba de algo que claramente sabían que ella había hecho y en lo que no tenían nada que ver. Viven la vida con miedo permanente, como si estuvieran caminando sobre carbones encendidos, sin saber qué acciones o inacciones la ofenderán. Nunca saben qué hacer: si deciden evitarla y permanecer en su habitación pueden ser acusados de actuar como extraños en su propia casa, pero cuando deciden ser amistosos, de pronto deben enfrentar otra acusación infundada que hará de su vida un infierno. Por eso, con frecuencia intentan encontrar una excusa para no estar en casa, ya sea irse con amigos o con vecinos, aun cuando eso tenga consecuencias negativas más tarde.

El niño bueno

La manera en que una persona con trastorno límite de la personalidad percibe el mundo cambia todo el tiempo, por eso, en algunos momentos son amables, perfectos, amistosos y obedientes. Durante este período, la madre percibirá a su hijo como un niño bueno y él sentirá que merece ser amado, protegido y cuidado.

Algunas personas sugieren que, para que el niño disfrute de este privilegio durante mucho tiempo tendrá que dejar atrás cualquier conducta que le pueda siquiera remotamente sugerir a la madre que está ganando independencia o confianza en sí mismo. Una de las cosas que alimenta la inseguridad de una persona con TLP es el constante miedo al abandono. Ella verá todo intento de cortar el cordón umbilical como una afrenta directa a su territorio, cuyo control no quieren perder. Algunas veces, incluso ser el primero de la clase puede ser visto y tratado como una amenaza.

Para que la madre con TLP perciba a su hijo como bueno, será necesario que él esté constantemente al servicio de los intereses de su madre, aun cuando esto le resulte inconveniente. Después de todo (piensa la madre), ella sufrió al darlo a luz y pasó por toda la molestia de criarlo, así que él tiene la obligación de devolver el favor.

Se espera que el niño siga haciéndose cargo y cuidando de ella, y también que aprenda a postergar su vida, aun cuando haya crecido, se haya marchado a la universidad o se haya casado. Algunas madres con TLP demandarán en forma constante demostraciones de que no van a ser abandonadas, algo que creen que las destruirá.

La consecuencia de todo esto es que, si el niño logra desempeñar el papel del niño bueno durante mucho tiempo, se vuelve inseguro, resentido, depresivo, sumiso, desapegado e inadaptado sociales en su intento de protegerse del progenitor TLP potencialmente violento.

Irónicamente, no existe un patrón definido que permita saber qué esperar para que el niño pueda saber cómo adaptarse; pronto aprenderá que ser clasificado como "niño bueno" por lo general no guarda relación con lo que hayan hecho o dejado de hacer, sino más bien con cómo ha decidido clasificarlos su madre en ese instante, por medio de un algoritmo complejo que probablemente ni siquiera conoce. Como resultado, el niño simplemente intentará disfrutar estos momentos mientras se prepara para cuando repentinamente cae en desgracia y pasa a ser el "niño malo".

El niño malo

Cuando el hijo de una mujer con TLP cae en desgracia con su madre, desciende rápidamente de ser el niño bueno a ser el niño malo, un estado en el que por supuesto ningún niño quiere estar. A diferencia del niño bueno, que es sobrecargado de amor, atención, cuidado y cariño, al niño que entra en la categoría de "malo" le espera lo contrario: el odio, el abuso y el maltrato por parte de la madre.

Las mujeres que tienen más de un hijo, permanentemente le ponen la etiqueta de "bueno” a uno de ellos mientras que el menos favorecido lleva la etiqueta de "malo”. Este el tipo de sobreviviente adulto que resulta más damnificado por su madre con TLP. Por lo general necesitará un tratamiento prolongado de psicoterapia, como resultado del grado de daño que ha recibido en su autoestima y en su psiquis.

La enorme y constante cantidad de abuso físico, psicológico y emocional que sufren estos niños es abrumadora, y es capaz de destruir casi por completo su personalidad.

Estas madres pueden ser llegar a ser violentas en algún momento e infligir daño físico por equivocaciones tontas que cualquier niño cometería; pero el daño más profundo son las cicatrices emocionales, que estos individuos llevarán con ellos toda la vida, aún después de convertirse en adultos. Su experiencia de vida les impide establecer amistades y relaciones normales con otras personas. No es extraño que sigan escuchando en su mente la voz de su madre dándole órdenes aún mucho después de dejar la casa familiar. Por lo general, el esfuerzo para seguir adelante y olvidar la experiencia pasada fracasa, por culpa de los continuos recuerdos nocturnos o pesadillas acerca de los momentos en que ocurrieron los abusos.

La consecuencia de ese abuso es la constante programación negativa que los hace incapaces de encajar adecuadamente en el mundo exterior. La mayoría ven el mundo como inseguro y consideran que todos los que los rodean quieren hacerles daño de alguna manera. Las madres por lo general se esforzarán para hacerlos sentirse culpables de no comportarse adecuadamente y utilizarán esto como una forma de chantaje barato, para tenerlos siempre bajo su control y que nunca puedan ser libres. El niño malo sufrirá siempre de ansiedad, soledad, culpa miedo y algunas veces depresión

Influencia temprana
de la madre con TLP

El daño que provocan los progenitores con TLP sobres sus hijos comienza desde la primera infancia. Estas madres son incapaces de relacionarse e interactuar con sus hijos recién nacidos como lo hace el resto de las madres. Su comportamiento se caracteriza por una gran insensibilidad, poca capacidad de responder a las necesidades del infante y un elevado nivel de intrusión. Estas madres con TLP necesitan que les enseñen cosas que otras madres sienten y saben instintivamente acerca de sus hijos.

Cuando un niño nace, la madre y el bebé comienzan a desarrollar un vínculo a través de la alimentación, el llanto, el juego, las frustraciones y el placer. Este lazo íntimo que se forma entre la madre y su hijo le permite a esta reflejar desde los primeros días su comportamiento, incluyendo el balbuceo, las sonrisas, los abrazos y las expresiones de la criatura. A medida que transcurre el tiempo, la comunicación no verbal entre madre e hijo mejora hasta tal punto que la madre puede distinguir los diferentes sonidos que hace el niño y saber cuándo está molesto, cuándo necesita un cambio de pañales y a través de su sonrisa saber si el niño está feliz o satisfecho. El accionar del niño y la respuesta de la madre actúan para calmar y socializar al niño por medio de sonrisas y gestos que refuerzan la interacción entre ambos.

Por otra parte, una madre con TLP no puede internalizar ni para sí ni para el niño este sentimiento de responsabilidad y de sensibilidad ni es capaz de reflejar los sentimientos de su hijo, y esto hace que sea problemático para ella dar una respuesta emocional adecuada al niño que pueda servirle luego para su desarrollo.

Los investigadores creen que las madres con TLP no tienen la inteligencia emocional que se necesita para relacionarse adecuadamente con las criaturas. Se ha descubierto que son incapaces de identificar, reconocer, comprometerse y responder a las necesidades físicas y emocionales del recién nacido a través del tacto, las sonrisas, el cargarlo en brazos o mecer la cuna. Esta dificultad que tienen estas madres para identificar y responder de manera adecuada a las necesidades emocionales y psicológicas de sus hijos en este momento crítico de su desarrollo es lo que aumenta el riesgo de un vínculo desorganizado con sus hijos, los priva de lo que necesitan para disfrutar la seguridad y la comodidad que merecen y a la que tienen derecho desde el comienzo de su vida. La habilidad de una madre de reflejar los sentimientos de su hijo es una manera importante que tiene de responder a esa forma única de comunicación. Es decir que, cuando el niño sonríe y la madre le retribuye la sonrisa, contribuye al desarrollo del niño y de sus habilidades de comunicación. Una madre que refleja la expresión de su hijo también le enseña al bebé; ese es el rol que desempeña la madre en la interacción.

Sin embargo, mirar a su hijo a los ojos no le despierta ningún sentimiento a una madre con TLP. Ella puede intentar esforzarse en ser empática con los sentimientos del niño y con los sentimientos asociados que experimentan las madres nuevas cuando dan a luz a su bebé. También pueden tener dificultades para sentir la satisfacción y alegría que tienen otras madres, porque los defectos de su personalidad les impiden crear vínculos fuertes.

Así que, aún en estos estados tempranos del desarrollo del niño, cuando tendría que vincularse emocionalmente con su hijo, ella puede sentir una fragmentación que no le permite vincularse emocionalmente y verá al niño solo como una obligación que tiene que cumplir, en vez de sentir ese vínculo que hace que la mayoría de las madres disfruten a sus hijos.

Síntomas de los trastornos de personalidad

Las personas con trastornos de la personalidad tienen patrones de pensamiento, comportamientos y actitudes muy rígidas y poco saludables. Tienen tendencia a tener serios problemas y limitaciones para relacionarse con otros, lo que afecta de manera significativa sus relaciones y sus actividades sociales y profesionales. La falla en su inteligencia emocional les impide desarrollar las habilidades necesarias para percibir y relacionare con las situaciones y las personas a su alrededor.

Las personas que tienen trastornos de la personalidad comienzan a manifestar la enfermedad en la adolescencia o en los primeros años de la adultez. En ocasiones, pueden ir por la vida sin demostrar ningún síntoma de trastorno de la personalidad, por la manera en que piensan o actúan. Solo cuando comienzan a mostrar un patrón de comportamiento consistente, las personas de su entorno pueden comenzar a notar que tiene actitudes y comportamientos antisociales.

El comportamiento humano ha sido estudiado desde mucho antes del nacimiento de Cristo, con los griegos a la cabeza de las investigaciones. D acuerdo con las características o síntomas que demuestre cada paciente, los profesionales de la salud mental clasifican los trastornos de la personalidad en distintos tipos. No es raro que algunos de estos síntomas estén enmascarados o que el enfermo no muestre todos los síntomas esperables de un trastorno en particular; esto puede hacer muchas veces difícil el diagnóstico. Por esta razón, solo un terapista con entrenamiento profesional es capaz de diagnosticar adecuadamente y clasificar el tipo de desorden que padece esa persona. El resto de nosotros solo especulamos en base a nuestras observaciones y al efecto que tienen sobre nosotros.

En los Estados Unidos, el documento de referencia es el DSM-5: El Manual para el diagnóstico y estadística de los trastornos mentales, 5a revisión. Este manual se utiliza para diagnosticar, para recomendar tratamientos, para determinar la cobertura del seguro social y brinda una clasificación de los tipos de enfermedades mentales realizada por investigadores y profesionales de la salud.

De acuerdo con el DSM-5, existen 10 tipos diferentes de trastornos, que a su vez se pueden agrupar en tres tipos: A, B y C.

1 Trastorno de la personalidad paranoide

2 Trastorno de la personalidad esquizoide

3 Trastorno de la personalidad esquizotípica

4 Trastorno de la personalidad antisocial

5 Trastorno de la personalidad límite

6 Trastorno de la personalidad histriónica

7 Trastorno de la personalidad narcisista

8 Trastorno de la personalidad evasiva

9 Trastorno de la personalidad dependiente

10 Trastorno de la personalidad anacástico (obsesivo-compulsivo)

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