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Topología del amor

Topología del amor

Luis Darío Salamone

Índice de contenido

Portadilla

Legales

Prólogo

Presentación

I. Introducción a la topología

1. Un psicoanálisis divertido

2. Las razones del corazón

3. Geometría de la lámina de goma

4. Demostración topológica de la no relación sexual

II. La topología del sujeto

1. Lacan y la topología

2. Un decir topológico: las aristas pasionales

III. El amor en la banda

1. El psicoanalista matemático

2. Lógicas de la vida amorosa

3. Un esquema topológico

4. La banda de Moebius

5. Usos de la Banda de Moebius

6. El corte interpretativo

6. Odioenamoramiento

IV. COMO ANILLO AL DEDO

1. El amor es un parpadeo

2. Tragarse el toro (o la rosquilla)

3. Topología de la demanda y del deseo

4. Topología de la separación

6. El amor y la topología del fideo

V. Nudos de amor

1. Teoría de los nudos

2. Nada por nada

2. Entre la sabiduría y la ignorancia

3. El vacío y el goce

4. La inversión del vector

5. El amor en el nudo

VI. La mujer como síntoma

1. Anudarse de otro modo

2. Ondina, el nudo

3. Una extraña relación

4. Átame

Bibliografía general


Salamone, Luis DaríoTopología del amor / Luis Darío Salamone. - 1a ed. - Olivos : Grama Ediciones, 2021.Archivo Digital: descargaISBN 978-987-837-264-81. Psicoanálisis. I. Título.CDD 150.195

© Grama ediciones, 2021

Manuel Ugarte 2548 4° B (1428) CABA

Tel.: 4781-5034 • grama@gramaediciones.com.ar

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© Luis Darío Salamone, 2021

Diseño de tapa: Gustavo Macri

Digitalización: Proyecto451

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Inscripción ley 11.723 en trámite

ISBN edición digital (ePub): 978-987-837-264-8

“Se puede amar a alguien no solo por aquello que tiene, sino, literalmente por aquello de lo que carece”.

Jacques Lacan

Todos los dibujos han sido realizados por Naymí Fiorella Salamone (incluso el Uróboro y el macarrón).

A Gisela, por cambiar mi topología.

A Marila y Naymí,

A Paula y Lucía.

Infinitamente.

Prólogo
Claudio Godoy

Mientras la Primera Guerra Mundial parecía eternizarse en las trincheras del frente, un muy joven Jacques Lacan de 14 años, quedaba impactado por la lectura de la Ética de Baruch Spinoza. Su interés fue muy grande ya que para estudiarlo diseñó una serie de carteles que contenían las proposiciones extraídas de éste, indagando sus conexiones y derivaciones que dibujaba cuidadosamente con flechas de colores –al modo de esos mapas de las redes de transporte de una gran ciudad– cubriendo las paredes de su habitación.

No resulta extraña semejante distribución espacial, ya que el subtítulo de esta obra fundamental de la filosofía es “Demostrada según un orden geométrico”. Revelaba que la ética podía ser abordada según el mos geometricus, o sea a través de una deducción progresiva siguiendo la concatenación de axiomas, definiciones, postulados y proposiciones propuestos en los Elementos de Euclides; es decir, el modo de demostración de la geometría clásica. Este esfuerzo por aplicar a una problemática propia de la acción humana un aparato de formalización matemático, no resultaba extraño en una época inaugurada por Descartes, la del racionalismo y la modernidad del siglo XVII, en su esfuerzo por sentar las bases para la construcción de un nuevo saber.

Un segundo encuentro, esta vez con el matemático George Th. Guilbaud, tendrá una incidencia decisiva, dando lugar a una amistad de treinta años. Introductor en Francia de la teoría de los juegos, en 1951 se reúnen periódicamente con él el antropólogo Lévi-Strauss, el lingüista Benveniste y el psicoanalista Jacques Lacan para trabajar el concepto de estructura y sus relaciones con las matemáticas. Esta perspectiva resultaba fundamental en el proyecto estructuralista que buscaba localizar aquello que pudiera ser formalizado en las ciencias humanas, definiendo las relaciones entre los elementos que componen una estructura dada.

Guilbaud fue también un gran divulgador de la teoría de los juegos en Francia así como de los divertimentos matemáticos, gusto que compartía con Lacan. Esta perspectiva lúdica no está ausente en sus trabajos. Su libro, Leçons d´à peu près, reúne una serie de paradojas y problemas matemáticos que contradicen el supuesto de que las matemáticas se limiten al orden de lo exacto, revelando en qué medida también incluyen lo aproximado. Más aún, pueden hablar con rigor de lo aproximado o incluso llegar a demostrar una imposibilidad.

Será también a través del comentario de un asistente a los seminarios de Guilbaud que Lacan se topará con el nudo borromeo, un hallazgo fundamental –le vino como “anillo al dedo”, nos dice– para orientar su enseñanza de los años setenta reelaborando la doctrina de los tres registros: real, simbólico e imaginario.

Lacan caracterizaba a la euclidiana como una “geometría de los ángeles”. Los ángeles precisamente se definen por su carencia de cuerpo, son seres inmateriales presentes en la

Biblia y en el Corán que actúan como mensajeros de Dios. Del mismo modo, las figuras de la geometría euclidiana son formas ideales, sin cuerpo, puros espíritus, al igual que las ideas platónicas y, por lo tanto, eternas. Se encuentran absolutamente por fuera de cualquier modificación temporal. Lacan diferencia así la geometría euclidiana –es decir, de los ángeles, sin cuerpo– de la topología. Esta última constituye, por el contrario, una geometría con cuerpo y tiempo. No es casual entonces que a uno de sus últimos Seminarios Lacan lo denominara La topología y el tiempo.

Podemos oponer entonces el mos geometricus y el mos topologicus en el cual, ya sea con superficies o cuerdas, hay transformaciones que se suceden en el tiempo, revelando que aquello que cambia de forma puede tener, sin embargo, la misma estructura o que objetos semejantes puedan ser muy distintos en sus propiedades cualitativas.

El presente libro de Luis Darío Salamone nos propone una original introducción que demuestra que tanto las superficies, cuerdas, cortes y suturas, como las transformaciones y deformaciones propias de la topología también conciernen al amor, a los lazos que tejen los hablantes sexuados y los embrollos que traman sus destinos. Se podrá entender así, al seguir sus páginas, porqué Lacan insistía en que era una geometría con cuerpo y agujeros, que no procede por demostración sino por una sutil mostración y manipulación de los objetos en el espacio.

Si bien el autor se dirige a psicoanalistas interesados en atravesar sus resistencias a la matemática lacaniana, bien podría ser útil para un matemático que buscase iniciarse en aquello que la experiencia analítica despeja sobre los asuntos del amor. Escrito con ese humor y espíritu divertido que unía a Lacan con Guilbaud, no excluye el rigor y la agudeza clínica, invitándonos a recorrer, con un saber alegre, la topología desde el amor o el amor desde la topología en una sorprendente continuidad moebiana.

Presentación

Si eres un estudioso de la topología en la enseñanza de Jacques Lacan tengo que pedirte disculpas de antemano. No creo que este libro cubra tus expectativas. Si en cambio eres un interesado en su obra y su topología, que es tan esencial a la misma, te resulta ajena, este libro pretende que reconsideres esa posición, que te acerques a ella y puedas disfrutarla.

La topología se aleja de esa matemática numérica que a algunos aburre, para presentarnos una serie de elementos con propiedades tan misteriosas como interesantes.

Este texto es el resultado de una serie de cursos dictados en los últimos años en la Maestría en Teoría Psicoanalítica Lacaniana en la Universidad Nacional de Córdoba, que Mariana Gómez y Jorge Assef me han confiado. El curso se ha llamado “Herramientas de la topología y las matemáticas en la enseñanza de Lacan”. Ellos, junto a María Pía Marchese y Agustina Brandi, hicieron que mi estadía en la Universidad de Córdoba fuera un gusto en cada oportunidad, incluso el último año que ha sido virtual.

También he trabajado el tema en el Instituto Clínico de Buenos Aires, donde dicté un curso sobre introducción a la topología en la enseñanza de Jacques Lacan.

Durante la pandemia, Martín Fuster me invitó a dictar un curso virtual en Sinthome, y elegimos el título que culmina en el presente libro. Fue la oportunidad para pasar el abordaje topológico que venía realizando al terreno del amor.

Me pareció apropiado pedirle a mi hija Naymí, futura arquitecta, que realizara las ilustraciones de la tapa y de cada uno de los capítulos. Seguramente mi otra hija, Marila, que se forma para ser psicoanalista, se interesará por este material.

Finalmente, Gisela Calderón ha corregido los escritos; con ella compartimos muchas cosas, entre ellas, largas noches de lectura y también la pasión por el psicoanálisis.

Agradezco a Alejandra Glaze su renovada confianza al realizar la publicación de este libro, el sexto en Grama.

Claudio Godoy, un amigo que está presente desde el comienzo de mi relación con el psicoanálisis, ha tenido la gentileza de prologar el libro.

En definitiva, esto no es más que una introducción a la topología en la enseñanza de Lacan, comprobando su utilidad en un terreno en el que hemos incursionado anteriormente, el amor, pero desde otra perspectiva.

El título es un reflejo de lo que ha ocurrido durante estos años, e incluye también a quienes de alguna manera forman parte de este proyecto. Trabajé el tema en lugares y con personas con las cuales he tenido un vínculo afectivo.

En esta topología del amor están incluidos quienes han cursado estas actividades, con algunos de los cuales hemos construido una transferencia de trabajo. El espacio queda abierto, no tiene adentro ni afuera, para que los lectores de este libro puedan forman parte, si es que lo desean, de esta extraña topología.

TOPOLOGÍA DEL AMOR

I INTRODUCCIÓN A LA TOPOLOGÍA

“Ahora viene un poco de topología”.

Jacques Lacan

1. Un psicoanálisis divertido

En lo que hace a la transmisión, siempre me he orientado por algo que Jacques Lacan plantea al comienzo de su enseñanza: “Cuando más cerca del psicoanálisis divertido estemos, más cerca estaremos del verdadero psicoanálisis”.(1) Para este propósito la topología nos brinda una herramienta invaluable.

Jamás tuve una inclinación natural hacia el campo de las matemáticas; como muchos estudiantes de psicología, supuse que no estaría en mi horizonte. Hasta que me encontré con Lacan.

En la adolescencia comencé a interesarme por la magia y sin sospecharlo, entre los trucos que practicaba, terminé realizando una operación topológica que desconocía. El corte de la Banda de Moebius, al realizarse junto con cortes en otros tipos de bandas, producía un efecto realmente sorprendente. Una banda era común, la de Moebius, con una semitorsión y la otra con una torsión completa. Al cortarlas la primera se divide, la de Moebius sigue siendo una sola banda, aunque con otra estructura, y la última da por resultado dos bandas, pero encadenadas.

Cuando al alemán Carl Friedrich Gauss se le ocurrió otorgarle a la matemática el título de “la reina de las ciencias”, en lugar de establecer su reinado, comenzó con una discusión con respecto a si en verdad podía ser considerada como una ciencia. Habiendo surgido entre las artes liberales, algunos prefirieron ubicarla en ese terreno. A Lacan no le parecía mal que el psicoanálisis se codeara con esa serie donde se encontraban la retórica, la dialéctica, la gramática, la música, la astronomía, la aritmética y la geometría. El psicoanálisis es capaz de compararse con aquellas artes liberales, porque preservan algo de esa relación que postulaban aquellas disciplinas de la medida del hombre consigo mismo. El psicoanálisis podría tratarse entonces de un arte liberal donde se juega por excelencia el uso de la palabra.(2)

A algunos les parecerá un poco extraño que articulemos la topología, una rama de las matemáticas, con el amor. Si me permiten la expresión, porque con ella precisamente ya ingresamos al campo de las matemáticas, me parece algo que resulta perfectamente lógico.

Después que elegí el título, fui a verificar si el mismo tenía antecedentes, lo cual me hubiera parecido razonable. Busqué en Google y extrañamente no encontré nada. Me pareció sorprendente.

Tampoco resulta raro que haya quienes piensen que las matemáticas no tienen injerencia en el campo del amor. En algunas ocasiones la figura de Cupido (de la mitología romana, Eros en la griega), amenaza con lanzar sus flechas sobre aquellos a los que le producirá un efecto de enamoramiento, apareciendo representado con los ojos vendados. Sin embargo, este dios responsable de la atracción humana, muchas veces sabe a quien dispararle la flecha; incluso parece vengarse de quienes se burlaron de él solo por entretenimiento. Si bien el yo generalmente no tiene idea, los psicoanalistas sabemos que hay condiciones en la elección del objeto que son inconscientes.

Creo que muchos estaríamos tentados de subscribir con algo que dice Julio Cortázar en Rayuela. Seguramente lo habrán leído, si no en el libro, en las redes:

Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.(3)

Muy pocas veces se ha escrito algo tan poético sobre la contingencia del amor. Pero la verdad es que si algo no nos llama la atención seguimos de largo, en general pasa eso, o seguimos de largo o miramos a alguien que nos interesa, pero que sigue de largo. Bueno, también están los encuentros, y los desencuentros en estos casos llegarán más tarde.

Por supuesto, vamos a considerar siempre lo contingente que puede estar presente en un encuentro amoroso. Pero... cuando uno no pasa de largo, se verifica luego en los análisis que operó algo que forma parte de un proceso de repetición.

¿Hay alguna razón para que las miradas se crucen y dos sujetos se sientan atraídos? Muchas veces esta atracción, que sigue a un encuentro que puede haberse dado de forma contingente, responde a determinaciones inconscientes.

2. Las razones del corazón

He vuelto a escuchar una vieja entrevista a Ernesto Sábato, uno de los más importantes escritores argentinos que, antes de serlo, fue científico. Comentaba que tuvo una infancia difícil; era un muchacho conflictuado, era sonámbulo, tenía pesadillas, incluso alucinaciones. Un día se encontró con un teorema y quedó fascinado. Por eso se dedicó a las ciencias, ya que en ese mundo que había descubierto, había problemas, pero se podían resolver lógicamente. No como los conflictos que lo aquejaban. Pero con el tiempo la abandonó. Era discípulo de Bernardo Houssay, quien fuera galardonado con el Premio Nobel, que además de no hablarle más, lo acusó de traición. Dejó la ciencia porque consideraba que no podía enseñarnos a vivir ni a morir. Quizás Sábato haya captado cómo la ciencia forcluye el sujeto.

El escritor cita frecuentemente al Conde Lautréamont, padre del surrealismo, cuando en el segundo de los Cantos de Moldoror, dice:

Oh matemáticas severas, no os he olvidado desde que vuestras sapientes lecciones, más dulces que la miel, se derramaron en mi corazón, como una ola refrescante. Instintivamente, desde la cuna, aspiraba a beber en vuestra fuente, más antigua que el sol, y sigo recorriendo el atrio sagrado de vuestro templo solemne, yo, el más fiel de vuestros iniciados.(4)

El más fiel de los iniciados de la severa matemática es nada menos que un precursor del movimiento surrealista. Él creía, más que en el azar, en el encuentro entre realidades inconexas, con algo que no cerraba; decía de algo que resultaba “bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas”. Freud no entendía mucho a los surrealistas. Lacan sí, y este encuentro incongruente se parece demasiado a aquello que está en el corazón del amor: la no relación sexual.

Volviendo a Sábato, plantea que tiene una gran belleza la matemática, pero asegura que se trata de una belleza pobre. La teoría de la relatividad es tan hermosa que sería como la catedral de los teoremas, pero su belleza es fría. Sábato dice que los grandes problemas del corazón, lo que Pascal llamaba “las razones del corazón”, no se resuelven por las matemáticas. Tiene una forma perfecta, pero es demasiada rígida para entender ese tipo de cosas.

¿Demasiado rígida?... Al escucharlo pensé que quizás Sábato no había descubierto la topología. O al menos la obra de Jacques Lacan que utiliza las matemáticas constantemente, pero precisamente para dar cuenta de los fenómenos subjetivos. Incluso, por qué no, de las razones del corazón.

Natalie Charraud, miembro de la Escuela de la Causa Freudiana y profesora de matemáticas en la Universidad de París XIII, nos dice:

El uso, nunca desmentido por Lacan, de las matemáticas en su enseñanza, ha intrigado a más de uno de sus oyentes, a más de uno de sus lectores. ¿Cómo la reina de las ciencias, modelo y faro del rigor y de la objetividad a través del tiempo, podría aliarse a una disciplina que se interese por las pasiones del alma y los dramas subjetivos marcados por la historia y la singularidad?(5)

Plantea también que muchos psicoanalistas pretenden dejarla de lado como si se tratara de una cosa rara, de algo bizarro. Sin embargo, encontramos elementos de las matemáticas a lo largo de toda la obra de Lacan y, si no los tomamos en cuenta, correríamos el riesgo de perder una orientación fundamental en su enseñanza. A tal punto que, como nos recuerda la autora, la dimensión de lo real, para Lacan, solo puede atraparse por las matemáticas.

Freud invitaba a la lectura de mitos y novelas para enriquecer la formación de un analista; en una oportunidad le preguntaron cuáles habían sido sus maestros, y señaló la biblioteca donde se encontraban libros de mitología y tragedias. Lacan nos propone un cambio epistémico, un triángulo formado por las matemáticas, la historia y la lingüística. Allí podemos encontrar los elementos que nos permiten captar el significante, la temporalidad y la estructura.

Pese a que puede parecer que haya dos períodos en Lacan, uno que gira en torno al significante, y otro que lo hace en torno al matema, su volver a Freud implica llevar su descubrimiento a un punto tal en el que, lejos de encontrarse con la hermenéutica, lo que allí se pone en juego tiene que ver con la lógica y la matemática.

La operación del significante en la constitución de un sujeto lo llevará a la escritura de un matema que todos conocemos, el del sujeto barrado:

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Luego será la construcción de una teoría del sujeto lo que lo llevará a encontrar herramientas que resultan muy útiles para pensar la cuestión, en el campo de la topología.

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