Kitabı oku: «El Catatumbo: Tensiones, territorio y prospectiva - Una apuesta desde la biopolítica»


El Catatumbo. Tensiones, territorio y prospectiva.
Una apuesta desde la biopolítica
Serie de Investigaciones Jurídico-Políticas
© Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá
© Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
© Vicedecanatura de Investigación y Extensión
© Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico Sociales Gerardo Molina, Unijus
© Luis Humberto Hernández Riveros, Luisa
Fernanda Becerra Luna y Yara Elizabeth Rueda Celín
autores, 2020
Primera edición, 2020
ISBN (papel): XXXX
ISBN (digital): XXXX
ISBN (IBD): XXXX
Publicaciones Jurídico-Políticas
Dolly Montoya Castaño
Rectora Universidad Nacional de Colombia
Hernando Torres Corredor
Decano Facultad de Derecho,
Ciencias Políticas y Sociales
Alejo Vargas Velásquez
Vicedecano de Investigación y Extensión
Preparación editorial
Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-
Sociales Gerardo Molina, Unijus
Viviana Zuluaga
Coordinadora editorial
Fabio Toro
Coordinador académico
Luis Miguel Solórzano
Asesor administrativo y financiero
Erika Mesa Díaz, Nathaly Rodríguez Sánchez
Correctoras de estilo
Marco Robayo
Diagramador
Imagen de portada
Xxxx
Conversión a ePub
Mákina Editorial
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
A nuestras familias.
En especial a Ramón Ramírez Argüello, cuya
memoria y liderazgo es imaginario de sus hermanos
campesinos de la frontera.
CONTENIDO
LISTA DE TABLAS
Tabla 1. Periodo precivilizatorio
Tabla 2. Periodo premoderno: asiático, esclavista, feudal
Tabla 3. Periodo moderno: capitalista y socialista estatista
Tabla 4. Países productores y usuarios de energías limpias
Tabla 5. Periodo del procomún colaborativo
Tabla 6. Tensiones sociales: niveles, campos y características
Tabla 7. Catatumbo: cuenca y subcuencas
Tabla 8. Catatumbo: área uso de suelo actual (hectáreas)
Tabla 9. Catatumbo: despojo territorial Barí, 1530-2005
Tabla 10. Huelgas de los trabajadores del Catatumbo, 1934-1971
Tabla 11. Catatumbo: desplazamiento forzado, 1980-2013
Tabla 12. Catatumbo: acciones subversivas, 2012-2017
Tabla 13. Catatumbo: participación electoral presidenciales (segunda vuelta), 1994-2018
Tabla 14. Catatumbo: participación electoral municipales: alcaldías y consejos, 1994-2005.
Tabla 15. Catatumbo: elecciones locales. Opciones electorales, 1997-2015
Tabla 16. Catatumbo: áreas y veredas municipales, 2015
Tabla 17. Catatumbo: año creación municipios
Tabla 18. Catatumbo: población urbana y rural, 2005-2020
Tabla 19. Catatumbo: población por generaciones, 2015
Tabla 20. Catatumbo: población femenina (2015) y negra (2005)
Tabla 21. Catatumbo: analfabetismo y deserción escolar, 2010
LISTA DE FIGURAS
Figura 1. Escenarios posibles
Figura 2. ¿El plan de desarrollo dentro de sus lineamientos generales tuvo en cuenta algún enfoque diferencial?
Figura 3. ¿El plan de desarrollo incorporó las propuestas de la comunidad en el tema educativo que resultaron del proceso de participación para su elaboración?
Figura 4. ¿El plan de desarrollo considera la protección del medioambiente en la educación media?
Figura 5. ¿El plan de desarrollo contempla la formación enfocada hacia el sector de la agricultura en la educación media?
Figura 6. ¿El plan de desarrollo realizó un diagnóstico sobre cómo se encontraba el municipio por el conflicto armado con las FARC, especialmente en materia de educación?
Figura 7. ¿El plan de desarrollo planteó algunos lineamientos estratégicos que confrontaran de alguna manera el conflicto armado con las FARC, en materia de educación?
Figura 8. ¿El plan de desarrollo implementó prácticas educativas particulares para el territorio que ha afrontado en mayor medida el conflicto armado en el municipio?
Presentación
Una locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.
ALBERT EINSTEIN
A finales de los años sesenta del siglo pasado, mis padres, Rosa Albina y Luis Francisco, campesinos de la zona cafetera occidental del departamento de Norte de Santander –por donde se difundió el cultivo del café al país–, fueron atraídos por el Catatumbo, ubicado en el nororiente de ese departamento; se fueron y no regresaron. Rodolfo, hijo de mi padre, les siguió los pasos y se enganchó como obrero de la Colpet; vivió el ciclo propio de la economía de enclave petrolera, asentada en la zona desde los años treinta. Ramón, hijo de mi madre y líder campesino cafetero del departamento, llegó al Catatumbo junto a su hijo Diego en 1989; posteriormente, en el 2000, huyeron hacia Venezuela por las acciones del paramilitarismo que había llegado en 1999, al mando de Salvatore Mancuso, para instaurar un periodo de terror.
Carlos, el hijo mayor del matrimonio, que acompañó en su aventura a mis padres desde sus inicios, oficiaba como telefonista en Tibú, lugar central de la región. Temeroso de la situación por el asesinato de su hermano Luis Jesús, por parte del Ejército Popular de Liberación (EPL), pidió su traslado a Cúcuta en 1995. Los tres hijos de Luis Jesús fueron beneficiados en el año 2000 por el aporte que el Gobierno otorga a las víctimas del conflicto. José Ángel, quien cierra el ciclo familiar, una vez termina sus estudios en el Colegio Francisco José de Caldas de Tibú en 1985, se enroló como maestro misionero rural al servicio de la pastoral social que lidera el obispo Leonardo Gómez Serna. En el año 2007, ya vinculado a la nómina oficial de maestros, pidió su traslado. En 1955, Mario murió al ser arrastrado por un cerdo antes de cumplir el primer año de vida; en 1961, Rosa, la única mujer de la estirpe, murió de malaria y diarrea a la edad de ocho años.
Esta saga es paráfrasis de muchas otras historias de familias que buscaron otra vida en el Catatumbo, cuya característica de atractor de esperanzas y escape de desventuras humanas no termina. Como la mayoría de las regiones que componen la geografía del país, parece resistirse al destino de convivir con mejores conflictos para darle una segunda oportunidad de vida humana a sus descendientes.
Vi por primera vez el Catatumbo a la edad de 10 años en una travesía que hicimos desde el municipio de Ocaña hasta Cúcuta, junto con dos de mis tías nodrizas (Berta y Paulina), por una trocha de 253 kilómetros de distancia cuyo transitar duraba entonces unas 12 horas. En la mitad del trayecto encontramos Tibú. Lo significativo entonces fue haber visto por primera vez a mi madre durante el tiempo que duró la parada del bus, una media hora. En 1970, volví para reconocerla y compartir las experiencias de vida con mis hermanos.
A mediados de los años ochenta, interesado por la historia petrolera de la región, me acerqué a las experiencias de los jubilados de los petroleros de la Colpet afiliados al Sindicato del Campo (Sidelca), con sede en Cúcuta y presididos por Adolfo Guerrero y Marcos Navarro. Acompañé a la Unión Sindical Obrera (USO) Tibú de la mano de sus dirigentes –entre otros, José Sadi Manosalva y Héctor López– en la promoción de los mercados cooperativos en la región y la construcción de viviendas para los habitantes marginados de Tibú.
Ahora, como miembro del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz, de la Universidad Nacional de Colombia, vuelvo a ver al Catatumbo con sinigual esperanza de verlo convertido –a raíz del naciente proceso de paz– en un escenario cuyas tensiones permitan la convivencia en medio de mejores conflictos entre quienes le apuestan a dejar de ser parias en la tierra que han deseado, amado y soñado, para quedarse y hacerse miembros de una nación aún en construcción.
II
El estudio se corresponde con un ensayo académico desarrollado en seis capítulos. Se contextualiza en una reflexión biopolítica que pone las relaciones de poder de la vida misma en el centro de sus preocupaciones. Se comprende el territorio no como un espacio geográfico, que existe independiente de la voluntad de los hombres y mujeres, sino que se concibe como una construcción temporoespacial de vida compleja, interrelacionada con la vida humana hipercompleja y tejida alrededor del lenguaje.
Para su abordaje se tuvo en cuenta su proceso histórico. El Catatumbo es considerado como una región típica de enclave (Hernández, 2001) en cuya historia se pueden reconocer tres periodos: 1) antes del enclave —siglo XVI-1930—, 2) el enclave —1920-1975—, y 3) el posenclave —desde 1976 hasta 2017, cuando se da la firma de los acuerdos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y se abre el periodo del posacuerdo—. Se concluye con la propuesta de cuatro posibles escenarios hacia el 2030.
El ejercicio analítico se centra alrededor de las tensiones sociopolíticas y sus niveles de desarrollo de diferencia, de oposición, de contradicción y de antagonismo, que se corresponden con el grado de tensión expresado en el lenguajear (Maturana, 2002). A partir del diálogo entre pares, ese proceso puede llegar al debate entre iguales, que son dos niveles ideales para la convivencia democrática y la realización de la vida en medio de la diferencia. Sin embargo, al alcanzar el nivel de la discusión entre contendientes, se da inicio al conflicto propiamente dicho; si deriva en su confrontación al sacrificarse el uso de la palabra, por cuanto se han constituido en enemigos, se declara el estado de la guerra, es decir, de muerte.
De igual manera, se reconoce al Catatumbo como una zona1 polisémica: diversos autores académicos, políticos y sociales la han denominado zona aborigen, de frontera, de enclave, de colonización, de refugio, de actividades ilícitas (narcotráfico y contrabando), guerrillera, Zona de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social (Zidres, denominación reciente otorgada por el Gobierno) y, para el movimiento campesino, una Zona de Reserva Campesina (ZRC). Adicionalmente, ha sido incluida por el Ministerio de Defensa Nacional y la Fuerza Pública como zona prioritaria del Plan Espada de Honor. Además, es una zona de frontera exterior altamente dinámica y porosa en relación con Venezuela. Internamente, tiene influencia sobre regiones como el Caribe, al norte, Santanderes y el centro, al occidente, y con los Llanos y Boyacá, al sur.
Se hace referencia a la etimología y las definiciones de los conceptos considerados claves en el texto —quizás con cierto abuso en sus pies de página— con el objetivo de rescatar la riqueza de sus raíces y con la pretensión de que el documento en su conjunto pueda convertirse en un texto guía para los maestros de la región.
Una entrada descriptiva de sus potencialidades nos permite considerar al Catatumbo como un sistema natural y ambiental atractor y expulsor. Ha sido escenario de los más diversos dramas de conflicto y guerra, por parte de actores advenedizos y recurrentes, que propician el desplazamiento forzado de una población que persiste en asentarse como territorio con sus identidades y sueños, pero que debido a la huida se quedan inconclusos. De ahí que, en nuestra consideración, el paso inicial y fundamental del posacuerdo debe consistir en garantizar la consolidación de esos asentamientos, es decir, impedir el desplazamiento como condición sine qua non para que las poblaciones se constituyan en un territorio de vida auténtico.
Pero también se considera que el porvenir del Catatumbo y el posacuerdo se encuentra enmarcado, de una parte, en la emergencia de la crisis civilizatoria de dimensión planetaria, fundamentada en el uso de fuentes energéticas que hagan sostenible la vida en el planeta, así como en la comunicación en red. De otra parte, en el orden nacional y a raíz de los acuerdos con la insurgencia, se enmarca en la clausura del régimen político del Frente Nacional, que dominó las relaciones de poder del país por cerca de doscientos años; el clientelismo y la exclusión son sus principales características, y esta última es causa fundamental de la existencia del conflicto político. Su superación constituye el nuevo contexto, propicio para poner fin a la exclusión del conjunto de cuerpo social en la participación de los logros socioeconómicos y culturales alcanzados por el país; en consecuencia, requiere del diseño e implementación de políticas públicas que se correspondan con un nuevo régimen político que ponga al centro de su gestión la inclusión en todos sus ámbitos.
Se espera que este nuevo régimen propicie la descentralización y la participación de sus ciudadanos y que, en consecuencia, se legitime desde los diversos lugares y territorialidades que lo conforman, y gatille a las autoridades de los niveles político-administrativos municipales, departamentales, regionales y nacionales, para que se hagan responsables de lo que les compete en el despliegue de los acuerdos y resolución de los requerimientos de la transición del proceso de paz. El régimen debe generar políticas que, en su conjunto, entramen el tejido de acciones del diverso nivel de responsabilidad requerido y, al estar coordinadas institucionalmente, hagan posible la construcción de una sólida convivencia ciudadana; en nuestro criterio, la visión y misión del nuevo régimen político.
Bajo esas condiciones y propósito, se considera fundamental el proceso educativo para el diseño de planes de convivencia que estén ligados a la formación y constitución de la generación del posconflicto, y desarrollen la capacidad de tejer mejores tensiones que garanticen la instauración y consolidación de un mejor porvenir local y regional. En consecuencia, hace falta un proceso de formación que reconsidere la variable de la ocupación por encima de la del empleo.
Finalmente, como colectivo de investigación adscrito al grupo de estudios de Seguridad y Defensa, y al Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional de Colombia, queremos agradecer a todos los que han hecho posible este esfuerzo; en especial, a las y los docentes que nos colaboraron en el trabajo de campo. Este esfuerzo, pese a sus limitaciones, puede contribuir en los propósitos que se van tejiendo desde lo local y las regiones más afectadas por el conflicto, en procura de vivir la utopía de una Colombia en paz.
LUIS HUMBERTO HERNÁNDEZ
Universidad Nacional de Colombia
Bogotá, 12 octubre del 2019
Pretextos y contextos
No es cierto que los seres humanos somos seres racionales por excelencia. Somos, como mamíferos, seres emocionales que usamos la razón para justificar u ocultar las emociones en las cuales se dan nuestras acciones.
HUMBERTO MATURANA
La cuestión
La firma definitiva del acuerdo que tuvo lugar el 24 de noviembre del 2017 y clausuró medio siglo de conflicto entre el Gobierno nacional y la insurgencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP) daba apertura al posacuerdo. A partir de entonces, su consolidación requiere la gestión efectiva de políticas públicas por parte del Estado. Esta situación es mucho más compleja que la resuelta con la firma, por las condiciones de incertidumbre interna y externa en que se debate el sistema político colombiano —manifiesta en la crisis de los Estados nacionales y organismos internacionales, en el renacimiento de los chovinismos exacerbados, en la encrucijada de las organizaciones políticas partidistas y en el evidente calentamiento global, entre otros—.
La incertidumbre se correlaciona internamente con la recesión econó-mica, el desempleo, la deuda y la crítica situación fiscal –no propiamente de índole coyuntural–, el desmadre de la corrupción de orden institucional y empresarial, el asesinato de líderes sociales y defensores de los derechos humanos y ambientales, el mantenimiento en crescendo de las economías y organizaciones ilegales y, lo más complicado, la proliferación de empresas electorales que, sin creencias, valores ni metas básicas claras (Sabatier y Weible, 2007), se disputan el consenso de los colombianos. Estas empresas son más corporativistas que políticas y con sus propuestas difusas no son garantía para consolidar el posacuerdo y, menos aún, para crear las condiciones que eviten el renacimiento de peores conflictos.
La situación descrita se convierte en un reto para los firmantes del llamado Acuerdo Final, que parte por el respeto a lo firmado. Para el Estado colombiano, el reto es crear las condiciones que lo hagan viable; para el nuevo sujeto democrático, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), es mantener la vigencia y logro de sus creencias y valores al margen del conflicto armado como forma de lucha para alcanzarlos, renunciando, en su argot a la crítica de las armas, y propiciando el arma teórica y práctica de la crítica sociopolítica democrática y ciudadana desde la institucionalidad.
La situación, como es característica de estas condiciones, requiere de lo más selecto de la inteligencia, tanto de los actores del Estado y de los reincorporados a la vida civil como de la sociedad, depositada en buena medida en la academia. Esto es necesario, con mayor razón, en una época en la cual el conocimiento se ha constituido en el factor fundamental de las actividades humanas y de su porvenir por la vía de la ciencia, la tecnología, la cultura y las humanidades. En ese sentido, nos parece insinuante el hecho de que las universidades y diversos intelectuales del país hayan tomado la iniciativa de hacer presencia en las zonas o regiones que habían sido objeto de muerte y hoy se constituyen en esperanza para el porvenir de la vida. Estas zonas de posconflicto fueron ayer marginadas y son hoy amparadas por el Decreto 893 del 28 de mayo del 2017, que las erige en lugares para el despliegue de los llamados Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) y referentes de esperanza para su buen vivir.
Es en el marco de esas consideraciones que apostamos nuestra contribución a los habitantes que bullen con sus vidas en el Catatumbo. Nuestro abordaje implica una mirada teórica, sistémica e histórica, renovada y actual de las tensiones, conflictos y del lenguajear propio de los asuntos humanos relacionados con el biopoder, e identificados en la dimensión temporoespacial territorial en una prospectiva por escenarios.
Contexto
Nuestra reflexión se enmarca histórica y políticamente en la convergencia de dos situaciones significativas, una del orden internacional y otra nacional. La primera, identificada con la situación que vive la humanidad desde los años setenta, impele la emergencia en el planeta de un nuevo modo de vida: el pro-común colaborativo (Rifkin, 2014), ligado al despliegue de un nuevo patrón energético y un nuevo giro comunicacional (Hernández, 2018), y la segunda, relacionada con el proceso de posacuerdo que vive la política colombiana desde el 2017, parece clausurar definitivamente el régimen sociopolítico del frentenacionalista, que dominó las relaciones de poder en Colombia a lo largo de su historia y cuyas características fundamentales han sido la exclusión y el clientelismo.
Pero también forman parte de nuestra mirada académica el referente conceptual y teórico sistémico (Maturana y Varela, 1995), el posestructuralista (Escobar, 1999) y el biopolítico (Foucault, 2007), para abordar en prospectiva de planeación por escenarios (Kahane, 2016) el despliegue del posacuerdo, con base en la redefinición de los conceptos de tensión y conflicto, Estado y territorio, empleo y ocupación. Finalmente, se apuesta por el papel que debe desempeñar el proceso educativo, que consideramos fundamental para llevar a las sociedades que viven en tensiones y conflictos hacia la consolidación de su convivencia y bienestar. En su conjunto, estos aspectos nos pueden dar luces para, desde el lugar, “dejar de ser lo que no hemos sido, lo que nunca seremos, y lo que no tenemos que ser” (Escobar, 1996, p. 415).