Kitabı oku: «Menorca responsable»
Menorca responsable
Diseño: Paloma Valverde
Cartografía: Gonzalo Pires, © Alhenamedia
Texto: Marc Ripol, May Borraz y Alhenamedia
© Fotografías: Marc Ripol
Álvaro Ortiz (10), Associació de Cavalls de Raça Menorquina (29), Marta Ensesa (31), Turisme Maó (32), Hotel 971 (34, 43, 123), Hotel Rural Binigaus Vell (35), Hotel Rural Sant Joan de Binissaida (36), Ses Sucreres (39), Carles García Roca (48), Perry.G (100), Teatre Principal Maó (140)
Primera edición: junio de 2015
ISBN: 978-84-16395-93-4
© Alhenamedia
C/ Rabassa, 54
08024 Barcelona
T. 934 518 437
Ningún contenido de este libro podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin la autorización previa y por escrito del editor. Reservados todos los derechos.
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Los autores
Marc Ripol y May Borraz
May Borraz y Marc Ripol son periodistas especializados en viajes y en turismo. Cuando no están deambulando por esos mundos tienen su puerto base en Barcelona.
Han publicado, entre otros, los libros De turista a viajero (2000), Dos cabalgan juntos (2003), Manual del viajero gafe (2004), Las rutas del exilio (Alhena Media, 2005) y las guías de la colección Gente Viajera de Barcelona, Oporto, Yacarta y El Cairo. Colaboran en diversos diarios y revistas, como El Periódico de Cataluña, La Vanguardia, Geo, Altaïr, Rutas del Mundo o Skipper.
Qué te encontrarás en esta guía
Gente Viajera Responsable no es una colección más, es un concepto, una manera de enfrentarse al viaje que recuerda a los grandes viajeros del siglo XIX en su búsqueda de la originalidad y lo diferente, y a veces de lo exótico.
DESCUBRE MENORCA
Descubre París es un primer acercamiento a esta bella ciudad. Son pequeñas pinceladas sobre su gente, su estructura, historia... Conocerla a través de lo que se ha escrito o filmado y también identificar el mejor momento para visitarla y cómo hemos de recorrerla.
IMPRESCINDIBLES
Imprescindibles son todos aquellos aspectos de la ciudad que el viajero que llega por primera vez a ella no debería perderse; esos lugares por los que te preguntarán tus amigos cuando regreses.
RECORRE MENORCA
Los monumentos, museos y espacios de la ciudad son el reflejo más claro de lo que fue y de lo que será. A través de sus edificios descubrimos sus riquezas, gustos y modas. El respeto por el patrimonio es el primer acto responsable de todo destino que desee permanecer en el recuerdo de sus viajeros.
DISFRUTA MENORCA
La gastronomía, las tiendas, los cafés de París... son algunos de los aspectos que hacen a esta ciudad única. Disfrutar París es dejarse llevar y mezclarse entre la gente; en resumen, llevarse París en el alma.
INFO PRÁCTICA
Aspectos importantes a tener en cuenta antes y durante el viaje para sacarle el mayor partido o evitar sobresaltos: visitas guiadas, seguridad, oficinas de turismo...
Mapa digital con geolocalización
Gente Viajera Responsable te da la posibilidad de descargar el mapa digital de París en tu móvil o tableta, de modo que puedas realizar tu viaje sin miedo a perderte. Para ello deberás bajarte la aplicación PDF Maps en tu dispositivo desde cualquiera de estas dos direcciones:
Android: https://play.google.com/store/apps/details?id=com.Avenza
iOS: http://itunes.apple.com/ca/app/avenza-pdf-maps/id388424049?mt=8#
Una vez instalada PDF Maps, podrás cargar en ella el mapa de París diseñado por Alhena desde la siguiente dirección (el mismo mapa te servirá para cualquier sistema operativo):
http://alhenamedia.info/?q=es/content/mapas-digitales
Funcionalidades
• Geolocalización: podrás navegar por la ciudad sin perderte utilizando el GPS de tu dispositivo y sin necesidad de conectarte a Internet (sin costes de roaming).
• Añadir información en el mapa y todas las imágenes que desees, creando tu propia guía de viaje.
• Calcular distancias y compartir tu mapa y tu viaje con tus amigos.
Si puedes elegir... ¡elige responsable!
«Dale a la tierra el cuidado y respeto que se merece; aprende sobre su entorno y geografía; dedica tiempo a conocer a su gente y su arte, su cultura, historia y modo de vida. Mientras disfrutes, conozcas y aprendas en tus viajes, recuerda la importancia de preservar esos tesoros para aquellos que puedan seguir tus pasos». (Responsible Travel Handbook, 2006).
El turismo responsable agrupa diferentes tipos de viajes con un elemento común: minimizar los impactos negativos del turismo en el entorno y maximizar las contribuciones positivas del mismo en las comunidades locales. Viajar responsablemente no es sinónimo de penurias, sacrificios, ecologismo o tercer mundo... lo que pretende es convertir cada viaje en algo único y auténtico a la vez que deja una huella positiva en el destino.
Bajo el paraguas de turismo responsable se agrupan conceptos como turismo justo, turismo sostenible, ecoturismo y turismo de sensaciones.
El turismo responsable está orientado a los viajeros que a la hora de elegir apuestan por lo auténtico, por lo diferente, por enriquecerse y por la conservación del patrimonio cultural y natural.
El turismo responsable afecta a todos los aspectos del viaje: cultura (disfrute del patrimonio cultural del lugar y de sus costumbres y tradiciones sin intentar influir en ellas); espacio y entorno (el paso del viajero ha de afectar lo menos posible a la naturaleza), y gentes (detenerse a comprender los diferentes modos de vida de un modo respetuoso).
El turismo responsable está relacionado con la curiosidad por descubrir y entender lo nuevo, lo diferente… y disfrutar de ello.
Si puedes elegir: ¡elige responsable!
Decálogo del viajero responsable
1. Abre tu mente a nuevas culturas y tradiciones y sé tolerante ante la diversidad.
2. Respeta los derechos humanos; cualquier forma de explotación vulnera los objetivos del viaje.
3. Ayuda a conservar el entorno natural y procura no dejar otra huella que la de tu zapato.
4. Respeta el patrimonio artístico, arqueológico y cultural del destino.
5. Si compras regalos, procura que estos sean expresión de la cultura local.
6. Cuando planifiques tu viaje, elige aquellos proveedores que se preocupan por los derechos humanos y por el medio ambiente.
7. Utiliza los recursos naturales con moderación y procura minimizar la generación de residuos.
8. Disfruta con las costumbres, gastronomía y tradiciones de la cultura local.
9. Si visitas espacios sensibles, infórmate antes cómo hacerlo.
10. Contribuye al desarrollo de un turismo responsable, justo y sostenible.
Camí de Cavalls a Es Grau.
Menorca responsable
A Menorca se le pueden atribuir todos los tópicos que se suelen dedicar a las islas del Mediterráneo: playas de aguas cristalinas, encalados pueblos de pescadores con porticones verdes o azules y bucólicos paisajes de interior. ¿Qué es entonces lo que le confiere su carácter propio? No es tierra de grandes contrastes paisajísticos como su hermana Mallorca, ni alberga las juergas y saraos de la cercana Ibiza. Al igual que Formentera, pero de mayor extensión, Menorca es una isla tranquila y de paisaje apacible que vale la pena recorrer con calma, ya que algunos de sus mejores rincones solo se pueden alcanzar tras largos paseos.
Menorca tuvo la suerte de escapar del boom turístico que sufrió España en la década de los años sesenta del pasado siglo, pues dada su condición de punto más meridional del país, fue declarada objetivo militar por el gobierno de Franco y se impidió el desarrollo urbanístico que tanto afeó el resto del litoral.
En 1993 la isla fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, factor que ha contribuido a que la gran mayor parte de sus 220 kilómetros de costa se conserven en estado prácticamente virgen. Además, en 1999 el tramo de costa que va desde el Cap Gros hasta la Punta des Morter fue declarado Reserva Marina Protegida.
Las poblaciones del interior son, por su menor contacto con el turismo, las que mejor conservan el espíritu y las costumbres autóctonas. El paisaje de sus barrancos, entre los que destaca, por su belleza y su riqueza natural, el d’Àlgendar, puede llegar a hacer sombra a las playas más fotografiadas del litoral. Una de las zonas más bellas y menos frecuentadas es el Parque Natural de la Albufera des Grau, que va desde el Cap de Favàritx hasta la Albufera des Grau y la Illa d’en Colom.
Cómo es Menorca
Sus habitantes
La población de la isla no llega a los 100.000 habitantes y está repartida en algo más de 700 kilómetros cuadrados. La mayor densidad se da en Maó y Ciutadella. Aproximadamente un quince por ciento son extranjeros residentes en la isla, aunque en verano la población crece de forma importante.
Hablan menorquín, un subdialecto del catalán balear que se caracteriza por el salat, que consiste en utilizar los artículos es y sa, por no pronunciar el sonido [ll] entre vocales y por conservar muchos vocablos de la época británica.
Aunque tienen fama de ser tímidos y reservados con los foráneos, si se les necesita son amables y acogedores. De carácter tranquilo, suelen poseer un gran sentido común y un fino humor cargado de ironía que, sin duda, heredaron de los británicos. A lo largo de la historia han demostrado un gran amor por la libertad y la independencia y sigue sin gustarles que alguien de fuera de la isla les diga cómo tienen que organizarse.
Son Saura.
Naturaleza
Menorca es la más oriental de las Illes Balears. Es relativamente pequeña, pues mide 47 kilómetros de este a oeste y apenas veinte de norte a sur. Las poblaciones más importantes corresponden a los ocho municipios en que está dividida, que son, de oeste a este: Ciutadella, Ferreries, Es Mercadal, Es Migjorn Gran, Alaior, Maó, Es Castell y Sant Lluís. A estas hay que añadir la población de Fornells, en la costa norte, que pertenece a Es Mercadal. Su principal eje vertebrador es la carretera que une Ciutadella con Maó, la Me-1, que además pasa por Ferreries, Es Mercadal y Alaior. Es Castell y Sant Lluís están en la costa de levante, al sur de Maó, y Es Migjorn Gran al sur de la isla, entre Es Mercadal y Ferreries.
Ciclistas en Cales Coves.
La costa sur se caracteriza por sus playas de arena blanca y aguas poco profundas de un impresionante tono turquesa. La costa norte es más abrupta y sus playas son de arena parda, a veces rojiza, y aguas de color azul oscuro cuando el fondo es rocoso. A lo largo del litoral menorquín hay algunas urbanizaciones, eminentemente turísticas, aunque la mayor parte de costa permanece sin edificar. Al sur de la isla, y de este a oeste, están S’Algar, Punta Prima, Binibèquer, Cala en Porter, Son Bou, Sant Tomàs, Cala Galdana, Son Xoriguer, Cala’n’Bosch, Cala Blanca y Santandria. De Ciutadella hacia arriba encontramos Cala’n’Blanes y en el norte Cala Morell, Arenal d’en Castell y Addaia. En levante están Es Grau, Sa Mesquida y Cala Llonga. El interior de la isla es muy llano, siendo el punto más elevado, con 358 metros, el Monte Toro.
La isla se puede recorrer fácilmente en coche, moto, bicicleta o a pie. Además de buenas carreteras hay varios caminos rurales como el Camí d’en Kane, en el interior, o el Camí de Cavalls, por la costa, por los que vale la pena pasearse olvidándose un rato de motores.
Menorca en la literatura
Dos de los literatos más importantes de la isla nacieron en el siglo XVIII y se dedicaron a la dramaturgia. Joan Ramis i Ramis nació en Maó y
escribió, además de numerosos estudios historiográficos, cuatro tragedias de corte neoclásico: Lucrècia (1769), Arminda (1775), Constància (1779) y Rosaura o el més constant amor (1783). También en Maó nació Vicenç Albertí i Vidal quien, a diferencia del estilo culto de Ramis, se dedicó a escribir obras de corte popular y a traducir y adaptar obras de autores extranjeros, como Molière o Goldoni, al catalán y a la sociedad de Maó.
Entre los autores actuales se encuentra Pau Faner, nacido en Ciutadella en 1949, que ha conseguido numerosos premios literarios gracias a su característico estilo de realismo mágico y a una curiosa mezcla de mito, costumbrismo y ciencia ficción.
Otro autor nacido a mediados del siglo XX es Josep M. Quintana, de Alaior, que ha escrito numerosas obras de historia, ensayos y novelas como Menorca Segle XX, De la Monarquia a la República (1976), Maó (1996) o Els Nikolaidis (2006), sobre una familia griega de Maó durante la época de gobierno británico. De Ferreries es Joan Pons, que nació en 1960 y escribe siguiendo el estilo de realismo lírico de su admirado Juan Rulfo. Sus novelas transcurren en Semblancat, nombre con el que se refiere a su ciudad natal y a la que ha dotado de un rico imaginario mítico a través de su obra. Entre sus creaciones destacan Barba-rossa, Sorra a les sabates y La casa de gel. La isla también ha dado reconocidos poetas cuya obra ha sido traducida a otros idiomas como Ponç Pons, a quien se incluyó, en 1986, en la recopilación publicada por la universidad de Nueva York Poems from the Spanish islands.
De entre los autores no menorquines que han escrito sobre la isla hay que destacar a Miquel Martí i Pol, que dedicó un poema llamado Menorca a la isla y a Josep Plà, quien escribió numerosos textos sobre ella en las obras Les Illes y Tres Guies.
Menorca en el cine
En 1951 se filmó en Menorca El correo del rey, dirigida por Ricardo Gascón, una película de aventuras ambientada a principios del XIX.
Gerard Gormezano rodó en 1988 El vent de l’illa, una historia de amor entre un soldado inglés perteneciente al ejército británico que ocupó la isla durante el siglo XVIII, una menorquina y una extranjera residente en Menorca.
En el año 2000 Andrew Grieve filmó Hornblower: Muttiny, sobre el clásico tema del motín a bordo.
Trepucó.
Historia
En pocos lugares la historia ha dejado tantas huellas grabadas en el paisaje como en la isla de Menorca. Desde los muros de piedra seca que bordean sus caminos rurales hasta las fortificaciones costeras, pasando por las bellas casas nobles de sus poblaciones principales, el pasado de la isla asoma en cada recodo. Los vestigios más antiguos son las cuevas de habitación y de enterramiento, que se remontan a la Edad del Hierro y la del Bronce. Muchas de ellas están situadas en acantilados y entre las más espectaculares se encuentran las de Cala Morell, Cales Coves, Cap de Forma o Son Bou. Las navetas, construcciones en forma de nave invertida, eran usadas como monumentos funerarios colectivos. La más importante de la isla es la de Es Tudons, cerca de Ciutadella.
De la época talayótica, que se sitúa aproximadamente en el segundo milenio a.C., son los monumentos más característicos y originales de Menorca: las taulas. Están situadas en el centro de santuarios en forma de herradura y consisten en dos grandes piedras en forma de T. Las mejor conservadas son las de Talatí de Dalt, Binissafullet, Trepucó y Torralba d’en Salort. También de esta época son los talayots, las construcciones en forma de torreón que dan nombre al periodo. Destacan los de Torrellonet Vell, Sant Agustí Vell y Torre Nova d’en Loçano.
Ses Pedreres de s´Hostal-Líthica
El primer nombre que conocemos de la isla es el de Nura, que significa fuego y fue puesto por los comerciantes fenicios que surcaban el Mediterráneo en el siglo XI a.C. al ver las hogueras quemar en lo alto de los talayots y en los acantilados.
Los griegos, que llegaron en el siglo V a.C., la bautizaron como Meloussa, tierra de ganado. Parece ser, dada la falta de restos arqueológicos, que ni los fenicios ni los griegos se asentaron en la isla y la utilizaron solo como lugar de paso hacia la península Ibérica. Del pueblo que sí se han encontrado numerosos objetos distribuidos por toda la isla es del de Cartago. Los cartagineses llegaron en el siglo III a.C. y otorgaron el nombre de Jamma a Ciutadella y el de Magón a Maó. Su interés principal en Menorca era reclutar a los nativos, que eran expertos lanzadores de honda, para usarlos como soldados en las guerras púnicas. Los romanos se hicieron con el control de la isla en el año 123 a.C. y fueron los que le pusieron el nombre del que deriva el actual: Minorca, llamada así por su inferior tamaño respecto a su vecina Mallorca. El legado más importante del pueblo romano fue el latín, el derecho y sus conocimientos de agricultura e ingeniería. Los restos más importantes de este periodo son las basílicas paleocristianas de la Illa del Rei y de Fornàs de Torelló, ambas en Maó.
Los vándalos llegaron tras la caída del imperio romano en el año 427 y ocuparon la isla hasta el 534, año en que pasó a manos del imperio de Bizancio, restableciéndose el cristianismo. Se cree que la basílica precristiana de Son Bou es de esta época. Posteriormente Menorca estuvo unida al califato de Córdoba, en el año 903, y al de Denia, en 1915, siendo independiente desde 1087. Ciutadella pasó a ser la capital. Entre los vestigios culturales de la época musulmana está la perduración del prefijo bini- en numerosos topónimos, el sistema de regadío con sinies (norias) y el castillo de Santa Àgueda, entre otros.
A partir de 1229, bajo el reinado de Jaime I el Conquistador, la isla pasó a depender de la Corona de Aragón, pero siguió siendo musulmana hasta 1287, año en que Alfonso III de Aragón la conquistó definitivamente y, tras expulsar a los musulmanes, la repobló con catalanes y aragoneses. Cada 17 de enero, San Antón, se conmemora dicha conquista y es el día de Menorca. La Illa del Rei, en el puerto de Maó, se llamaba antes Isla de los Conejos, pero se le cambió el nombre porque fue el primer lugar que pisó el monarca al llegar a la isla. A Alfonso III le sucedió en el trono su hermano Alfonso II de Aragón, que la cedió al reinado de Mallorca, al que perteneció hasta la disolución de este en 1375, momento en que volvió a formar parte de la Corona catalano-aragonesa.
A mediados del siglo XVI Menorca sufrió varios ataques de piratas otomanos, uno de ellos capitaneado por el terrible Barbarroja. A raíz de la destrucción de Maó, el rey Felipe II ordenó la construcción del fuerte que lleva su nombre, en la entrada al puerto. En Ciutadella, el obelisco de la plaza des Born conmemora la valiente resistencia de los menorquines ante la terrible embestida pirata que asoló la capital. A consecuencia de estos ataques, las poblaciones de toda la isla construyeron numerosas fortificaciones y torres de defensa que todavía perduran en el paisaje del litoral.
Naveta des Tudons.
Desde 1708, con motivo de la Guerra de Sucesión, y hasta 1802, en que se firmó el Tratado de Amiens, la isla perteneció al imperio británico. Este periodo tuvo, sin embargo, dos interludios: uno entre 1756 y 1763, a raíz de la Guerra de los Siete Años, en que Menorca estuvo bajo control francés, y otro, entre 1782 y 1798, en que con motivo de la Guerra de Independencia de EE.UU, formó parte de España. El siglo XVIII, marcado por la ocupación británica, fue una época de esplendor y libertades sociales para sus habitantes pero durante el XIX desaparecieron bajo el centralismo y absolutismo del gobierno español. La recuperación económica empezó lentamente a partir de mediados de siglo, cuando aparecieron las primeras fábricas textiles y de calzado que exportaban sus productos a las colonias americanas. Esta relativa bonanza acabó de golpe cuando España perdió definitivamente sus tierras en América, a principios del siglo XX, y Menorca se enfrentó a unos años muy duros de hambre y miseria que provocaron grandes olas de emigración. Durante la Guerra Civil la isla se situó junto al bando Republicano y las tropas franquistas no se hicieron con el control hasta acabada la guerra.
Durante los años de dictadura franquista Menorca se convirtió en un bastión militar debido a su condición de punto más oriental del país. Eso la salvó, en gran medida, del boom turístico que tanto daño hizo en las costas españolas pues, al considerar la isla objetivo militar, el gobierno impidió el desarrollo de la industria turística en unos años en que la conciencia de conservación paisajística, cultural y medioambiental todavía no había hecho mella en las mentes de los gobernantes. En 1993 fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco, por lo que actualmente su mayor fuente de riqueza es, junto a la industria de zapatos y la agroalimentaria, un turismo sostenible y de calidad.
Personajes ilustres
Entre los menorquines cuya labor ha trascendido las fronteras de la isla destacan Mateu Orfila i Rotger, que vivió durante la primera mitad del siglo XIX y está considerado el padre de la toxicología moderna, dejando a su paso obras de gran importancia como son Traité des Poisons y Éléments de chimie médicale. Nicolau Rubió i Tudurí, arquitecto y paisajista del siglo XIX, fue el creador del concepto de jardín mediterráneo y destaca por haber diseñado, entre otros, los jardines de Santa Clotilde en Lloret de Mar y los de Montjuïc en Barcelona; Francesc de Borja Moll, lingüista y filólogo especializado en la lengua catalana y sus variantes baleáricas; el pintor naturalista del siglo XIX Joan Font i Vidal, que plasmó en sus cuadros la belleza del puerto de Maó; Joan Pons, barítono contemporáneo de fama internacional que ha cantado con las mejores compañías de ópera del mundo, y un personaje curioso: Joan Riudavets Moll quien, con 114 años a sus espaldas, fue proclamado en el año 2003 el ser humano más viejo del planeta, aunque murió al año siguiente.
De los personajes que pasaron por la isla a lo largo de la historia cabe mencionar al gobernador británico Richard Kane, que con sus esfuerzos por mejorar las condiciones de vida en la isla se ganó el cariño de sus habitantes. Todavía se conserva el camino que construyó y se puede contemplar el monumento que le dedicaron los menorquines, situado junto a la carretera que va de Maó a Fornells. Murió en la isla y está enterrado en el castillo de Sant Felip, en Maó.
Otro famoso personaje relacionado con la isla, aunque ni mucho menos tan querido como Kane, es el pirata Barbarroja. El temible corsario otomano arrasó la ciudad de Maó en 1535 y la de Ciutadella en 1558.
Caballos en Favàritx.
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