Kitabı oku: «Activismos tecnopolíticos», sayfa 5
CAPÍTULO I
ENSAMBLAR LA CONVERGENCIA ONLINE:
NAFTA, LXS ZAPATISTAS Y EL TEATRO DE DISTURBIO ELECTRÓNICO
“ÚNETE A ZAPATISTAS DE TODO EL MUNDO”. Con estas palabras, activistas digitales dirigieron a miembrxs de listas de suscripción y destinatarixs de correos electrónicos a cliquear en un enlace por medio del cual se podía acceder a información clave sobre la violenta campaña que el gobierno mexicano había iniciado contra la insurgencia zapatista. Luego de un par de clics, quienes se plegaban a la acción se convertían en participantes, y llegaban a una página web que contenía varias ventanas vinculadas a los sitios web de la administración mexicana y de corporaciones multinacionales. Las imágenes que aparecían en las ventanas se recargaban cada tres segundos. Hola, hola, hola. Solicitud de página. Cliente conectando al servidor. Sentadxs solxs, delante de sus computadoras, sin carteles de protesta callejera a la vista, sin sonido; solo imágenes titilantes de páginas de inicio recargándose, una detrás de la otra. Cuando se alcanzaba el período de tiempo asignado –a veces veinticuatro horas después del comienzo de la protesta– la acción colectiva finalizaba. “GRACIAS”. Sin saber el número exacto de manifestantes, o de dónde venían o cuál era su aspecto, quienes participaban en esta manifestación digital contribuyeron a crear conciencia crítica sobre un caso de injusticia social a través de una respuesta activa.
Esta protesta online se conoce como “sentada virtual”. Es una forma de manifestación localizada en la web, ideada en 1998 por el colectivo estadounidense Electronic Disturbance Theater o EDT (Teatro de Disturbio Electrónico). Las primeras sentadas virtuales del EDT fueron organizadas en apoyo al levantamiento zapatista contra el NAFTA, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre México, Estados Unidos y Canadá. A medida que el gobierno mexicano intensificó la represión contra el levantamiento zapatista en Chiapas, distintos grupos activistas internacionales recurrieron a internet para difundir información sobre el conflicto y crear redes de solidaridad activa con lxs rebeldes.
Las sentadas virtuales del EDT imitan la táctica de desobediencia civil no violenta de Mahatma Gandhi, célebremente utilizada en el contexto de la lucha de India por su independencia de Gran Bretaña y en Estados Unidos durante el movimiento de derechos civiles en la década de 1960. En una época en que internet se promocionaba como un espacio democrático, al “sentarse” en sitios web determinados lxs activistas buscaban denunciar la violenta represión que siguió al levantamiento indígena y campesino contra los conglomerados de comercio y finanzas.
De la misma manera en que las sentadas físicas interrumpen el desarrollo normal del día bloqueando el tráfico o impidiendo las operaciones regulares de la ciudad, las sentadas virtuales buscan interrumpir el flujo de datos, es decir, el intercambio de información entre servidores y usuarixs de internet. Para conseguir esto, el EDT usó una técnica de hackeo conocida como “ataque distribuido de denegación de servicio” (DDoS según la sigla en inglés). Tales ataques en una red informática obstruyen la transferencia de información entre computadoras, saturando los servidores con excesivas solicitudes de datos.
Comparadas con las técnicas de hackeo actuales, estas tácticas online de mediados de los noventa parecen obsoletas. Sin embargo, las performances de desobediencia civil electrónica del EDT son ejemplos fundacionales de protestas conectadas en red que buscaban impugnar sistemas transnacionales de explotación. En los albores de la apertura de internet al uso popular, la comunicación en red también se usó para favorecer el comercio internacional, erosionando la tierra y los derechos laborales. En contraste, el EDT brindó una herramienta que impulsó a lxs manifestantes a denunciar alianzas entre los Estados y las corporaciones, y ayudó a consolidar el emergente movimiento antiglobalización. En una nueva versión del uso táctico de la performance como herramienta de resistencia, los eventos de presencia colectiva del EDT materializaron “nuevos modos de compromiso corpóreo”63 que se lograron a través del entrelazamiento entre modos de acción on y offline. En este sentido, las prácticas de desobediencia civil electrónica del EDT actualizan el compromiso político de la performance con la acción corporizada con el fin de responder a los desafíos del capitalismo nomádico, interconectado y transnacional.
Facilitadas por la implementación del navegador gráfico que expandía internet más allá de los correos electrónicos al espacio de información de hipervínculos que conocemos como la “World Wide Web”, las sentadas virtuales del EDT vincularon el arte conceptual, la performance política (en la tradición de la desobediencia civil, el teatro agitprop y El Teatro Campesino) y prácticas y filosofías de lo que en los noventa se dio a conocer como “medios tácticos”.64 Quienes profesaban la práctica de medios tácticos exigían un uso de los medios más intervencionista que informativo y ofrecían el concepto de desobediencia civil electrónica como una forma de recalibrar tácticas con el fin de responder a redes de poder dispersas y oportunistas.65
Mediante performances participativas en apoyo a la lucha zapatista, el EDT dio vida a prácticas sofisticadas de corporización más allá de los “cuerpos reales”. Esto posibilitó que quienes se solidarizaran con la causa zapatista pudieran extender la inmediatez de sus capacidades sensoriales con el objetivo de alterar la velocidad de los flujos de información.66 De la misma forma en que lxs zapatistas usaron prácticas de performance y prácticas discursivas para cuestionar la imagen del “indio invisible” y transformarlo en un agente político completamente corporizado, interrumpiendo así legados racistas coloniales, el EDT empleó la performance simbólica para movilizar la solidaridad internacional como una presencia online tangible y colectiva.
Las sentadas virtuales del EDT constituyen ejemplos paradigmáticos de los modos en que la performance, en cuanto forma de comportamiento expresivo cuyo medio es el cuerpo, es traducida o transmediada al espacio digital. Las protestas online del EDT configuran formas de corporización digital que se crean a través de dinámicas relacionales entre participantes y ciertas operaciones tecnológicas y no a través de tecnologías inmersivas de realidad virtual.67 En el contexto que estamos explorando, es decir, países latinoamericanos en la era del neoliberalismo global y la violencia estatal, la transformación del cuerpo de medio orgánico a presencia digitalmente mediada es un movimiento táctico. En lugar de abordar internet como un espacio incorpóreo dado que la digitalización transforma las propiedades físicas en números –un fenómeno que N. Katherine Hayles describe como la era en que “la información perdió su cuerpo”68–, los actos de desobediencia civil electrónica del EDT poblaron el espacio digital con cuerpos afectados por la fluida circulación de capital posibilitada por las redes de información.
Además, mediante esta traslación de la desobediencia civil del espacio físico a las redes digitales, lxs activistas convocaron a públicos transnacionales a involucrarse activamente en conflictos locales con raíces internacionales. En las sentadas virtuales del EDT, la copresencia en tiempo y espacio que caracteriza las políticas corporizadas de la performance se reconfigura creativamente entrelazando modos digitales y simbólicos de acción coordinada. Las sentadas virtuales del EDT ejemplifican los modos en que la performance, en cuanto marco simbólico de operaciones en red, genera una experiencia de convergencia para participantes que intervienen desde localidades dispersas relativamente en simultáneo.
Aunque el EDT define a las sentadas virtuales como “más que el email y menos que el código”,69 queriendo decir que estas acciones digitales son menos disruptivas que hackear y más directas que las campañas de difusión por correo electrónico, en la actualidad, en Estados Unidos, las sentadas virtuales son calificadas como una actividad criminal. Las opiniones sobre la legitimidad y la eficacia de las sentadas virtuales varían considerablemente. Por ejemplo, los grupos de activismo hacker como Anonymous sostienen que los ataques DDoS se parecen al corte de calle o la toma de un edificio, y son por consiguiente métodos legítimos de ejercer el derecho a la protesta. Agencias estatales como el FBI y el Servicio Secreto de Estados Unidos consideran que las sentadas virtuales constituyen un cibercrimen, y sostienen que, aun cuando la intención de lxs activistas no sea destruir servidores de forma permanente, sus acciones generan caos en internet, y atraen potencialmente a criminales y terroristas.70 Sin embargo, lxs miembros del EDT se distancian de lxs hackers al encuadrar las sentadas virtuales como “performance”. Enfatizan así que su objetivo no es la “eficiencia tecnológica” que persiguen lxs hackers, sino la “eficacia simbólica” propia del funcionamiento de la performance cultural.71 Esto significa que, tal como ocurre con las performances críticas, las sentadas virtuales no buscan causar caos sino denunciar condiciones de explotación y opresión.
Las sentadas virtuales crean escenas agonísticas que desafían de modo colectivo las agendas neoliberales, usualmente basadas en la exclusión violenta de las poblaciones marginadas.72 Aunque estudios previos –por ejemplo, la investigación fundacional de Jill Lane– se han centrado en el modo en que el EDT transformó el espacio supuestamente incorpóreo y abstracto de internet en una esfera pública, en mi trabajo teorizo las sentadas virtuales como constelaciones de performance de convergencia corporizada remota.73 Tal formulación nos permite analizar la forma en que, al vincular participantes lejanxs y agentes humanxs y no humanxs, el EDT puso de manifiesto el funcionamiento de las redes digitales como plataformas de poder hegemónico y resistencia colectiva. En cuanto constelaciones de performance de convergencia, las sentadas virtuales materializaron modos de colectividad digital que apuntaban a minar el poder de los conglomerados internacionales en los mismos canales que facilitaban su consolidación.
Aun así, como veremos en las siguientes páginas, más allá de lo sofisticado de sus tácticas de protesta digital, las sentadas virtuales del EDT no fueron solo contribuciones de Occidente a lxs zapatistas rebeldes. El EDT de hecho se nutrió del uso que lxs zapatistas hicieron de los nuevos medios y lo expandió. La comunicación digital en red era vital para lxs zapatistas, cuyo levantamiento fue recibido como “la primera revolución posmoderna” debido al compromiso del movimiento con estructuras de gobierno autónomas –de abajo hacia arriba, basadas en el consenso– más que con la toma institucional del poder.74 Inspirado por el zapatismo y sus prácticas territoriales de resistencia y organización social, el EDT aportó una táctica digitalmente mediada que facilitó una performance de solidaridad mundial. En sus sentadas virtuales, usó los mecanismos contingentes, abiertos y procesuales de los medios de comunicación en red para crear constelaciones de performance de convergencia corporizada que funcionaron como disrupciones colectivas de sistemas de explotación y subyugación en red.
HACIENDO FOCO EN SITIOS DE RESISTENCIA
El NAFTA es un ejemplo paradigmático del proceso de globalización neoliberal. Este tratado encarna los fundamentos del neoliberalismo: una economía desregulada que favorece a los mercados, recorte de los programas sociales por parte del Estado, rebaja de salarios y precarización laboral en beneficio de las empresas, y extracción de recursos naturales.75 En México, particularmente en tierras zapatistas, este sistema afectó profundamente a las comunidades indígenas y campesinas debido a la entrada de importaciones baratas y la privatización de sus tierras.76 El NAFTA ubicó a México como un mercado para colocar materias primas y productos de agriculturas de escala industrial, con la industria de semillas transgénicas que alteró drásticamente la producción de granos como el maíz, el cual había sido un ingrediente central de la cultura alimentaria regional desde antes de la conquista.
Mientras que el NAFTA consolidó la alianza entre Estados neoliberales e instituciones transnacionales con el fin de facilitar el comercio transfronterizo, un movimiento social emergente en la región de Chiapas, el zapatismo, supuso un tipo diferente de armado de redes, en este caso entre comunidades indígenas, un movimiento guerrillero de izquierda y, posteriormente, activistas internacionales vinculadxs por principios anticoloniales, antineoliberales y antiglobalización. El zapatismo –un movimiento guerrillero de izquierda impulsado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)– se originó en 1983 en la Selva Lacandona en Chiapas, un estado del sur de México que limita con Guatemala.77 El 1° de enero de 1994 (fecha de inicio del NAFTA), lxs zapatistas tomaron seis grandes municipalidades del estado sureño. Con la consigna de “¡Ya basta!”, un grupo de seiscientas personas ocupó el ayuntamiento de San Cristóbal de las Casas, capital cultural de Chiapas. A través de un documento conocido como “Primera declaración de la Selva Lacandona”, lxs zapatistas se presentaron al mundo como “el producto de quinientos años de lucha”. En esta declaración rotularon la ocupación como una insurrección contra una “guerra genocida no declarada” llevada adelante por el gobierno mexicano, al que consideraban ilegítimo.78
La primera declaración zapatista inició una serie de mensajes públicos o comunicados que llegaron a audiencias de todo el mundo gracias a los medios de comunicación masiva e internet.79 A nivel local, los comunicados zapatistas exigían una reorganización de la política delegativa y el fin de las políticas de exclusión de la población indígena, con la intención de romper el monopolio que convertía la democracia mexicana en un escandaloso simulacro. A nivel global, estos mensajes revitalizaron el discurso político e inspiraron el activismo que se conoció luego como altermundialismo. Este fue noticia en Seattle en 1999 cuando miles de activistas realizaron una protesta masiva en contra de la Organización Mundial del Comercio.
El icónico subcomandante insurgente Marcos fue el vocero de lxs zapatistas hasta mayo de 2014. El título de “subcomandante” representa la filosofía zapatista de mandar obedeciendo. Esto significa que al interior del movimiento zapatista lxs líderes siguen decisiones colectivas logradas por consenso en asambleas abiertas. El principio de mandar obedeciendo es parte de la política zapatista de “buen gobierno”, y se contrapone a los sistemas de gobierno occidentales, que el movimiento define como ejemplos de “mal gobierno”. Uno de los lemas zapatistas –“Un mundo donde quepan muchos mundos”– expresa una política de multiplicidad y posibilidad que incluye formas de vida minoritarias, además de un rango de tácticas que, como veremos, se apoyan fuertemente en la práctica simbólica y en la comunicación en red.
Lxs zapatistas y sus “maneras de hacer” en múltiples niveles en pos de la justicia social y la democratización real de México ofrecen un caso rico para iniciar la exploración que hará este libro de las constelaciones de performance como tácticas de relación, interdependencia y colectividad. En primer lugar, “mandar obedeciendo” implica una relación dialéctica entre quienes gobiernan y lxs gobernadxs, en lugar de la transferencia de autoridad que define a la democracia representativa. Se trata de una fórmula paradójica: el sentido común no asocia usualmente obediencia con liderazgo. Al igual que muchos principios zapatistas, como “la máscara que revela” que analizo posteriormente, esta relación, esta forma de entender el liderazgo de forma interdependiente, altera la noción de que los órdenes sociales son necesariamente jerárquicos, fijos e indisputables. Segundo, el lema “Un mundo donde quepan muchos mundos” reemplaza la mirada temporal, desarrollista (típicamente moderna) de lo indígena como “detenido en el tiempo” por una relación espacial de copresencia que valoriza la coexistencia de diferentes formas de conocimiento y existencia. Tercero, “Un mundo donde quepan muchos mundos” perturba las cada vez más toleradas lógicas de exclusión del desarrollo neoliberal, y promueve principios de inclusión y responsabilidad colectiva hacia quienes viven en condiciones de marginación.
Diana Taylor sostiene que lxs zapatistas son “expertos en la resistencia”.80 Sus apariciones públicas cuidadosamente armadas incluyen actos espectaculares como la insurgencia del 1° de enero de 1994 y la caminata a la Ciudad de México en 2001, a la vez que encuentros más comunales, como la despedida a Marcos en 2014, que relato al final de este capítulo. Esto ejemplifica el amplio espectro de tácticas zapatistas, que incluyen contiendas de guerrilla, procesos de negociación con el gobierno mexicano, comunicados poéticos, encuentros internacionales y el desarrollo de municipalidades autónomas con sus propios sistemas de educación y salud. Lxs zapatistas usaron tanto apariciones eventuales como prácticas sostenidas para convertir la vulnerabilidad impuesta a indígenas y campesinxs por los sistemas opresivos de gobierno en una herramienta para enfrentar a los poderes hegemónicos.81
Un elemento fundamental en las tácticas zapatistas es el uso de pasamontañas negros tejidos. Los icónicos pasamontañas zapatistas evocan una tradición mexicana de performances con máscaras que abarcan desde el entretenimiento popular de la lucha libre a su uso paródico por artistas como Superbarrio Gómez.82 El pasamontañas zapatista tiene la función instrumental de proteger las identidades de lxs insurgentes. Descripto por el subcomandante Marcos como “una máscara que revela”,83 el pasamontañas tiene también una función expresiva.84 El pasamontañas zapatista es otro ejemplo del uso de la paradoja: mientras que en un sentido práctico la máscara oculta la identidad individual, en un sentido simbólico presenta la imagen contundente de un colectivo que ha sido invisibilizado. La máscara zapatista refuerza e intensifica la apariencia pública del grupo y se convierte, así, en uno de los símbolos centrales del zapatismo como “el rostro enmascarado que hoy tiene un nombre”.85
La performance de aparición estilizada tuvo una función crucial en las tácticas corporizadas, expresivas e instrumentales de lxs zapatistas para generar el compromiso de los públicos locales e internacionales con su lucha. A través de sus elaborados discursos y performances de presencia colectiva, expandieron la conciencia local y mundial del neoliberalismo como la continuación de la violencia colonial. Por medio del discurso poético y tácticas corporizadas de intervención política, este movimiento trastocó los límites de lo que Jacques Rancière llama “el reparto de lo sensible”; es decir, el horizonte que define qué puede decirse, percibirse y discutirse en lo que concierne a las vidas y el valor de los pueblos indígenas.86 No solo lxs indígenas “aparecieron” en el escenario político local y global, sino que lo hicieron utilizando la performance como un recurso convincente para cruzar fronteras, lo que generó cooperación global a través de canales usualmente reservados para aquellxs en posición de privilegio.
Los discursos zapatistas y las cautivadoras huellas de sus apariciones públicas colectivas trascendieron sus contextos de intervención, y viajaron alrededor del mundo gracias a redes activistas que siguieron de cerca los acontecimientos ocurridos en Chiapas. Así, la insurgencia zapatista impulsó el surgimiento de un movimiento global que buscaba responder a los efectos de los capitales transnacionales en comunidades locales y que construyó solidaridad más allá de las fronteras. Estas redes activistas constituyeron la condición previa a la configuración de las constelaciones de performance de convergencia del EDT, que se inspiró en las poéticas zapatistas de presencia colectiva y contribuyó así a la expansión de la rebelión zapatista en un zapatismo global.
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