Kitabı oku: «El Entrenador De Fútbol», sayfa 2
ENTRENAMIENTO Y CRECIMIENTO
Mediante el entrenamiento se busca la mejora de las capacidades motoras. Algunas capacidades pueden entrenarse y mejorarse, otras pueden educarse y transformarse. Ya hemos dicho que no es posible intervenir en una de ellas sin influir positiva o negativamente en las otras, En los juegos deportivos son importantes las influencias de las diversas capacidades sobre la eficacia del gesto deportivo y este hecho ha producido la noción de «régimen de manifestación». El régimen de manifestación representa el modo de manifestarse de una capacidad motora (por ejemplo, la resistencia en el régimen de velocidad; la velocidad en el régimen de fuerza) y representa también el modo de manifestarse en la mezcla de los factores del entrenamiento (por ejemplo, la preparación física en el régimen técnico, la preparación técnica en el régimen táctico).
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Los componentes de la preparación físico-motora son:
– La preparación física general y multilateral, que realizada de modo particular y global se dedica especialmente a las grandes funciones del organismo y es muy apropiada para los jóvenes.
– La preparación física específica, que se dirige a las funciones y la motricidad propia de cada deporte, correspondiente a los requerimientos de las prestaciones de la competición a conseguir después de ciclo preparatorio juvenil.
La figura muestra que las prestaciones del futbolista, o más bien su eficiencia en una competición, dependen de múltiples habilidades, capacidades y cualidades, que se influyen entre sí.
Componentes de las capacidades del futbolista (Weineck-Erlangen, 1994)
La figura muestra que las prestaciones del futbolista, o más bien su eficiencia en una competición, dependen de múltiples habilidades, capacidades y cualidades que se influyen entre sí.
En la estructura del rendimiento representada en la figura anterior, las capacidades condicionales son fundamentales, porque constituyen la base para una prestación técnica, táctica y psicológica estable durante la competición (Stiehler-Kinzag-Döbler, 1988).
Para enfrentarse seriamente a los problemas del entrenamiento, hay que llevar a cabo tres operaciones: La primera consiste en definir las cualidades físicas dominantes en el juego del fútbol:
– La resistencia en régimen de fuerza.
– La velocidad (aceleración).
– La destreza (capacidad de realizar velozmente movimientos complejos).
La segunda es definir las características del esfuerzo específico que requiere el fútbol. El esfuerzo físico se caracteriza en general por los siguientes parámetros:
● Intensidad.
● Duración.
● Complejidad.
● Procesos metabólicos para la producción de energía.
Desde el punto de vista de la intensidad, el esfuerzo puede ser:
Intensidad Frec. cardiaca-Pulsaciones/m. Frec. respiratoria-Inspiraciones/m.
Máxima Superior a 210 Superior a 40 – 50
Límite Entre 200 – 210 Entre 35 – 40
Sublímite Entre 180 – 200 Entre 30 – 40
Grande Entre 120 – 180 Entre 25 – 35
Moderada Inferior a 120 Inferior a 25
La intensidad del ejercicio debe relacionarse con la edad del sujeto. Para sujetos adultos, una indicación a seguir es la de considerar la frecuencia cardiaca máxima a alcanzar, respetando:
Las fórmulas de Cooper:
FC max = 220 – edad para las mujeres
FC max = 205 – (edad/2) para los hombres
O bien la fórmula de Karvonen: FC max = 220 – frecuencia en reposo
O mejor todavía la fórmula de Tanaka: FC max = 208 – (0,7 x edad)
Hay que recordar que:
– Entre el 50-60% de la FC max, se realiza un trabajo moderado.
– Entre el 60-70% de la FC max, se realiza un trabajo grande, también llamado «cardiotraining».
– Entre el 70-80% de la FC max, se realiza un trabajo sublímite aeróbico cercano al umbral.
– Entre el 80-90% de la FC max, se realiza un trabajo límite anaeróbico.
– Más allá del 90% se realiza un trabajo máximo (poco aconsejado).
Desde el punto de vista de la duración, el esfuerzo puede ser:
● Corto o largo.
● Continuo o variable.
● Con o sin interrupciones.
Desde el punto de vista de la complejidad, el esfuerzo puede ser:
● Simple (por ejemplo, la maratón).
● Complejo (por ejemplo, el fútbol).
Desde el punto de vista de los procesos metabólicos de producción de energía, el esfuerzo puede ser:
● Aeróbico.
● Anaeróbico.
● Mixto.
Para el fútbol, el esfuerzo específico se considera:
Por intensidad:
–Sublímite (frec. card. 180/200 – frec. resp. 30/40)
Por duración:
–Variable con numerosas interrupciones.
Por complejidad:
–Complejo, porque recurre a cualidades físicas diversas (velocidad, fuerza, etc.) para acciones técnicas y tácticas con situaciones de contacto físico.
Por procesos metabólicos:
–Mixto, con notable esfuerzo anaeróbico aláctico.
La tercera componente es la de establecer el aumento y la disminución de los esfuerzos durante el entrenamiento.
En la práctica, establecer el plan de entrenamiento y el programa de preparación física.
El objetivo principal de todo entrenamiento futbolístico debe ser la mejora de la capacidad de actuar del futbolista (Bisanz-Gerisch, 1990). Esta afirmación sirve para revisar la importancia de los factores de las condiciones para evitar su excesiva sobrevaloración o infravaloración en el entrenamiento. En un entrenamiento futbolístico dirigido se tratará de favorecer ejercicios de velocidad de acción que se dirijan a la práctica del juego, teniendo en cuenta todos los factores de prestaciones a nivel psicofísico, técnico-táctico y social. Las siguientes citas demuestran que una teoría específica del entrenamiento futbolístico se debe basar en las exigencias de la competición y que el entrenamiento de las condiciones debe semejarse a la práctica del juego o, si es posible, integrarse en esta.
«El mejor maestro para el entrenamiento es la competición» (Cramer, 1987).
«De la competición aprendemos qué debemos entrenar» (Krauspe-Rauhut-Teschner, 1990).
«Si la competición es el mejor entrenamiento entonces es verdad que un buen entrenamiento debe por fuerza tener las características de una competición» (Northpoth, 1988).
«El secreto del fútbol está siempre en el entrenamiento de la competición» (Beenhakker, 1990).
«El objetivo central de todo entrenamiento futbolístico debe ser la mejora de la capacidad de acción del jugador» Bisanz-Gerisch, 1990).
De estas citas se deduce que el entrenamiento futbolístico debe asemejarse a la práctica del juego o, si es posible, integrarse en esta. El entrenamiento no es por tanto un fin en sí mismo, sino que persigue el objetivo de «mejorar la capacidad de jugar y optimizar la capacidad de actuar».
Si por una parte se quiere revisar la importancia de los factores de la condición física, por otra será oportuno favorecer en el entrenamiento futbolístico un ejercicio de la velocidad de acción que se oriente a la práctica de juego, teniendo siempre presente todos los factores de prestaciones a nivel técnico-táctico y psicosocial. Esto significa que es necesario atribuir más importancia a un entrenamiento similar a la práctica del juego con métodos y medios cada vez más especializados (Lottermann, 1990).
EL ENTRENADOR DEBE
1) Conocer bien a los deportistas y trabajar para mejorar constantemente su aprendizaje y su formación.
2) Analizar con los deportistas y los dirigentes las razones del éxito o las causas de los malos resultados.
3) Contribuir a la formación del grupo y a su sentido de la responsabilidad y el respeto.
4) Inducir a los deportistas a seguir un entrenamiento regular.
5) Preocuparse por el estado de salud de los deportistas.
6) Inculcar en los deportistas el sentimiento de los colores del club y el respeto por la propiedad social.
7) Animar a los deportistas a participar de forma activa en cada entrenamiento.
8) Estar profesionalmente al día.
9) Documentar diariamente los entrenamientos.
10) Preparar el entrenamiento de modo que suscite el interés de los futbolistas por los ejercicios físicos, técnicos y tácticos.
EL ENTRENAMIENTO DE LOS FUTBOLISTAS JÓVENES
Es oportuno detenerse en primer lugar a analizar los graves errores que se cometen con respecto a los objetivos del entrenamiento juvenil.
El primer error está en considerar a los jóvenes una imagen reducida de los adultos, sin considerar que tienen una personalidad todavía en formación, un modo de pensar todavía en evolución y sobre todo un físico y capacidades completamente diferentes. No es posible trasladar a la esfera juvenil el entrenamiento de los adultos, limitándonos a prestar atención solo a reducir la cantidad y la intensidad.
El aumento de las capacidades físicas no puede proponerse de la misma manera a los jóvenes que a los adultos, más bien debe haber una diferenciación ulterior en el mismo ámbito juvenil, de acuerdo con las franjas de edad.
Por ejemplo, dirigir un ciclo de entrenamiento para niños de 12-13 años (muy jóvenes) teniendo como objetivo el máximo rendimiento para alcanzar un éxito inmediato significa alterar el espíritu del propio entrenamiento, Por el contrario, se debe llevar al joven gradualmente y a pequeños pasos y a lo largo de los años hacia el rendimiento deseado.
Una preparación demasiado veloz y precoz, que en general siempre está ligada al cumplimiento de objetivos ambiciosos entre los adultos, producirá resultados notables a corto plazo, pero seguramente producirá daños, que casi siempre son irreversibles.
Cuando los jóvenes y los adolescentes en particular son sometidos a una carga física y psicológica excesiva disminuye su motivación por lo que están haciendo, disminuye su deseo hasta llegar a un verdadero rechazo ante los primeros fracasos. Así se puede entender cómo muchas veces los jóvenes futbolistas después del entrenamiento con su equipo se reúnen (en un gimnasio, en un patio o en un espacio abierto) para jugar por fin al fútbol.
Un entrenamiento gradual y cuidadoso conduce a un grado más alto de preparación física y atlética en edad adulta y la mantiene estable durante más tiempo.
Al acabar el ciclo juvenil, el jugador deberá:
Haber alcanzado la maduración física apropiada.
Haber adquirido un bagaje técnico completo.
Haber adquirido un sentido táctico correcto.
Haber desarrollado la llamada «cualidad de la voluntad» indispensable para obtener resultados duraderos, es decir:
● Disposición al trabajo en grupo.
● Espíritu de colaboración.
● Disposición a aprender y trabajar.
● Conciencia de la mejora mediante el empeño.
● Deseo de progresar.
Estas cualidades actúan positivamente no solo en el ámbito deportivo, sino que son de gran ayuda para afrontar la vida y las dificultades cotidianas.
Junto a estos objetivos primarios, debemos considerar otros aspectos que revisten gran importancia para la formación de los jóvenes:
– El mantenimiento y el cuidado de la salud y de la higiene personal.
– La organización y la ocupación del tiempo libre.
– El fútbol y su entrenamiento correspondiente deben permanecer en segundo plano con respecto a la escuela o el trabajo.
– El entrenamiento no debe comportar riesgos para la salud y el futuro crecimiento del joven.
– La alegría y la serenidad deben estar siempre en primer plano: hay que evitar por tanto entrenamientos fatigosos, monótonos o repetitivos (esto no significa que no se puedan repetir ejercicios ya efectuados).
– Los jóvenes deben poder siempre obtener del entrenamiento experiencias constructivas y socializadoras.
– Además del fútbol, los jóvenes deben poder cultivar otros intereses, sobre todo a nivel cultural.
El entrenador de juveniles debe saber reconocer un potencial futbolista valorando sus capacidades y competencias en relación con:
TÉCNICA:
– Actitud global ante el movimiento.
– Sensibilidad al contacto con el balón y habilidad en su control.
– Buena actitud al defender el balón en situaciones concretas de juego.
TÁCTICA:
– Sentido de la orientación.
– Rapidez en la capacidad de juicio para prever por anticipado situaciones de juego en ataque y en defensa.
CUALIDADES DEL CARÁCTER:
– Capacidad de autoafirmación.
– Resolución en los propósitos.
– Voluntad constante.
– Buen comportamiento social.
– Modestia para saber ponerse también al servicio de los demás.
CARACTERÍSTICAS FÍSICAS:
– Constitución física que deja entrever un desarrollo adecuado y regular.
– Dotes atléticas potenciales.
Entrenar a los jóvenes significa sobre todo poner en práctica correctamente todas las fases de la estrategia general de la educación.
– Conocimiento del alumno en relación con su desarrollo motor.
– Conocimiento de los problemas educativos en las diversas franjas de edad.
– Valoración continua de las variaciones inducidas en la personalidad y la maduración del joven, de la influencia ambiental y de la acción educativa físico-motora.
El entrenador debe ajustarse, sobre todo para los jóvenes hasta los 14/15 años, en la medida de lo posible, el principio de la polivalencia.
La polivalencia constituye la vía principal para hacer que los alumnos se inicien de una manera seria, correcta y válida la práctica deportiva.
Requiere:
– Intervenciones de tipo analítico (desarrollo de las percepciones auditiva, visual, coordinación sensomotora, movimientos concretos).
– Intervenciones de tipo global (secuencias múltiples, recorridos mixtos, juegos polivalentes, juegos en equipo).
– Intervenciones apropiadas (lo justo en el momento justo).
Efectos de algunas disciplinas deportivas sobre los jóvenes
(G. Frohner, 2002)
Esto podría llevar a pensar que realizar todas estas actividades podría garantizar un desarrollo completo del individuo.
Eso no es verdad si no se organizan las actividades de tal modo que se integren entre sí sin que una predomine sobre la otra. Motivo por el cual se aconseja siempre, con respecto a la formación del futbolista, que se realicen actividades polivalentes, sobre todo en edad preadolescente y adolescente, independientemente de la actividad que esté practicando la persona. Por tanto, resulta importante que las propuestas de entrenamiento comprendan todos los factores (sin olvidarse de cuál es la actividad principal).
LA RESPONSABILIDAD DEL ENTRENADOR
Muchos entrenadores, como ofrecen gratuitamente su tiempo, piensan que no tienen responsabilidad en el progreso y la salud de los chicos a los que entrenan, sino solo en el resultado deportivo de sus acciones. Al entrenador de juveniles sin embargo se le considera responsable del daño psicológico que pueda producir al joven y sobre todo de los daños físicos causados por negligencia o inconsciencia: los dirigentes (corresponsables) deberían acordarse de informar siempre al entrenador acerca de sus responsabilidades antes de que empiece su trabajo.
Sería importante saber por lo menos que existen unas fases de progreso en las que se desarrollan diferentes características y capacidades coordinativas, llamadas FASES SENSIBLES.
Las fases sensibles
Fases de mayor sensibilidad de las diversas capacidades motoras y cualidades psicofísicas en las edades de seis a quince años.
● Entre los 5 y los 9/10 años se consiguen los patrones motores de base y aumenta la precisión en los movimientos.
● Entre los 6 y los 8 años mejora rápidamente el equilibrio.
● Entre los 7 y los 10 años mejora la rapidez de movimientos.
● Entre los 8 y los 10 años madura la aptitud para prever la velocidad y la dirección de objetos en movimiento.
● Entre los 9 y los 10 años se alcanza la máxima frecuencia de paso.
● Entre los 9 y los 11 años se consiguen progresos en la coordinación senso-motora (ojo-mano, ojo-pie y dinámica general).
● Entre los 11 y los 12 años se completa el desarrollo de la lateralización.
● Entre los 12 y los 18 años se redobla la fuerza muscular. Para las chicas, a partir de los 13 no aumenta sustancialmente.
● Hasta los 14 años hay que evitar ejercicios pasivos de movilidad, en la práctica, de aquellos que se realizan con la ayuda de los otros.
● A partir de los 10 años hay que iniciar la educación en el estiramiento muscular y la movilidad.
Fases de la preparación deportiva
Antes de enumerar las diversas fases de la preparación deportiva es necesario recordar que las edades cronológicas indicadas son puramente indicativas, en la preparación de los jóvenes es mucho más serio y correcto considerar la edad biológica de los distintos sujetos.
Estas indicaciones son importantes para poder establecer cuáles serán las propuestas de entrenamiento y para poder programar la actividad.
Principio del ejercicio con un fin
(Schonborn, 1984)
El camino a recorrer en el entrenamiento juvenil es el del incremento gradual del ejercicio. Los estímulos deben aplicarse progresivamente de modo adecuado al desarrollo.
La sucesión metodológica aconsejable es la de aumentar:
– Primero la frecuencia del entrenamiento (número de sesiones).
– Luego el volumen (cantidad de trabajo).
– Finalmente la intensidad (velocidad de ejecución y carga).
(Helens, Grosser, Zimmermann, 1983)
Según Martin (1982) las fases sensibles encuentran sus momentos de mayor mejora en las edades indicadas en los gráficos siguientes.
No es posible un entrenamiento de las capacidades coordinativas y condicionales que tenga la misma eficacia para todas las edades. Por tanto, ninguna capacidad puede entrenarse en la misma medida a cualquier edad (Israel 1976).
Con la llegada de la adolescencia se registran disminuciones en las prestaciones o estancamientos en el campo coordinativo (Sharma, 1993).
En los chicos de desarrollo retardado, se descubren prestaciones coordinativas mejores con respecto a las de aquellos con un desarrollo anticipado o normal.
Los periodos del desarrollo en los cuales la entrenabilidad es más favorable para una determinada capacidad motora o clase de tareas deportivas (por ejemplo, desarrollo de la movilidad articular, perfeccionamiento de la técnica deportiva) han de considerarse fases sensibles para esa clase de tareas. Hay que prestar mucha atención al hecho de que existe la misma sensibilidad entre los métodos de entrenamiento adecuados e inadecuados. Si no se usan los años de la infancia más favorables para la formación de la coordinación y la técnica deportivas o se permite que en ellos se formen comportamientos deportivos equivocados, las consecuencias negativas serán seguramente más visibles y por tanto más duraderas que en otros periodos.
Pasamos a analizar cuáles son las capacidades a desarrollar en el deportista joven.
Capacidades neutras
Resistencia aeróbica
Es posible desarrollarla ya en edad preescolar, para continuar con ella en las posteriores etapas evolutivas, hasta llegar al periodo de «impulso» adolescente, que, de acuerdo con los conocimientos actuales, parece ser el más favorable.
Capacidades precoces
● Coordinativa.
● Rapidez de reacción y frecuencia motora.
● Movilidad articular.
● Aprendizaje motor (con tareas de aprendizaje que no requieran supuestos altos de fuerza máxima o de fuerza relativa).
Capacidades intermedias
Hacia el final del periodo escolar elemental y durante toda la primera fase adolescente, se consideran, con atención creciente:
● Movilidad articular.
● Fuerza rápida.
● Resistencia a la fuerza (con carga natural).
● Rapidez de movimiento, de locomoción y aceleración.
Capacidades tardías
● Fuerza máxima.
● Resistencia anaeróbica.
● Fuerza rápida contra oposición.
● Resistencia a la fuerza contra oposición.
Crecimiento, desarrollo y maduración son palabras que sirven para describir las modificaciones que se producen en el organismo hasta alcanzar la edad adulta:
➓ El crecimiento
Se refiere a un aumento en las dimensiones totales del organismo o de cualquier parte del cuerpo.
➓ El desarrollo
Se refiere a la diferenciación de las células siguiendo líneas de especialización funcional y a las competencias conseguidas para enfrentarse a las situaciones (habilidad, capacidad, personalidad).
➓ La maduración
Se refiere al proceso de alcanzar la condición biológica de la edad adulta y la funcionalidad completa. Se produce en mucho tiempo. Se refiere:
– A la edad cronológica
– A la edad física.
– Al estado de maduración sexual. La madurez fisiológica en las chicas se produce 2-3 años antes que en los chicos.
En resumen, los indicadores útiles para determinar la evolución del joven son:
El crecimiento Dimensiones corporales.
El desarrollo Competencias adquiridas.
La maduración Condiciones biológicas.
Los especialistas del sector del crecimiento y del desarrollo han dedicado mucho tiempo al estudio de las modificaciones de la estatura y del peso que acompañan al crecimiento. El crecimiento en altura es muy rápido en los dos primeros años de vida.
La tasa máxima de crecimiento se verifica:
– Cerca de los 11,4 años para las niñas.
– Cerca de los 13,4 años para los niños.
La altura definitiva se alcanza:
– Cerca de los 16-17 años para las niñas.
– Cerca de los 18-20 años para los niños.
El aumento máximo del peso corporal se produce:
– Cerca de los 12,5 años para las niñas.
– Cerca de los 14,5 años para los niños.
Huesos, articulaciones, cartílagos y ligamentos forman el soporte de la estructura del cuerpo: los huesos proporcionan puntos de inserción de los músculos, protegen los tejidos delicados y representan depósitos de calcio y fósforo. Entre los 14 y los 22 años, las membranas y los cartílagos se transforman en hueso. Durante un tiempo igualmente largo, entre los 13 y los 20 años, se produce la osificación completa de los diversos huesos. La edad preadolescente es la más indicada para reforzar los huesos en respuesta al estímulo de la actividad física.
La masa muscular aumenta regularmente desde el nacimiento hasta el fin de la adolescencia con arreglo al aumento del peso. Las chicas alcanzan el máximo desarrollo muscular entre los 16 y los 20 años, los chicos entre los 18 y los 25.
Pero de esto hablaremos de modo más específico cuando tratemos las diversas capacidades motoras.
Incluyo a título informativo dos gráficos sobre la frecuencia de lesiones en espalda y rodillas en edad juvenil causadas por entrenamientos inadecuados. Edades comprendidas entre los 10 y los 18 años.
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