Kitabı oku: «Nuevos escenarios de la comunicación»

Yazı tipi:


PRÓLOGO

CAPÍTULO 1 LA BÚSQUEDA DE IDENTIDAD DE LOS ESTUDIOS EN COMUNICACIÓN

RESUMEN

I

II

III

NOTAS

REFERENCIAS

CAPÍTULO 2 GNOSEOLOGÍA DE LAS RELACIONES PÚBLICAS: UNA APROXIMACIÓN HISPANA A UNA DISCIPLINA NORTEAMERICANA

Resumen

Geografía epistemológica de las relaciones públicas

El estatuto epistemológico de las relaciones públicas: estado de la cuestión en España

El territorio hispano: ¿mundo utópico o zona de influencia occidental?

La disciplina científica “relaciones públicas”

Conclusión

Bibliografía

CAPÍTULO 3 ¿CÓMO CONECTAR MARCAS Y CONSUMIDORES? NUEVAS TENDENCIAS EN EL SECTOR PUBLICITARIO

Resumen

1. Introducción

2. Tendencias en comunicación publicitaria

3. Consideraciones finales

Referencias bibliográficas

CAPÍTULO 4 EL CONCEPTO DE ESCRITURA EN FERRARIS

1. Los “objetos sociales” y los “actos sociales”

2. Los “actos sociales” y la “subjetividad”

3. Los “actos sociales” y la “inscripción” o el “saber”

4. Las “inscripciones”, la “expresión” y el “registro”

5. Las “inscripciones”, los “registros” y la “escritura” como “archiescritura”

6. La memoria y la “escritura”

7. La oralidad como “transcendental” en vez de la “escritura”

8. Conclusión: el registro oral en vez de la “archiescritura”

Bibliografía y abreviaturas

CAPÍTULO 5 EL FENÓMENO DE LAS SERIES DE TELEVISIÓN CHILENA EN EL SIGLO XXI: NUEVAS NARRATIVAS AL SERVICIO DE LA HISTORIA RECIENTE

1. Resumen

2. Introducción

3. Las series de televisión del nuevo siglo: el género revalorizado

4. El fenómeno de las series de televisión en Chile

5. La dictadura y sus efectos en las series de televisión chilenas contemporáneas

6. Las series de televisión como espacio de reflexión

7. Referencias

CAPÍTULO 6 LA IDEOLOGÍA PUBLICITARIA, EL COMETIDO IDEOLÓGICO

RESUMEN

Introducción

La publicidad como ideología

La publicidad como ideología de la ‘sociedad de consumo’

La publicidad como institución social

La crisis de la ideología publicitaria

Bibliografía:

CAPÍTULO 7 TEACHING HIGH TECH STORYTELLING: REORGANIZING JOURNALISM EDUCATION FOR PROGRAMMER JOURNALISTS AND DATA JOURNALISTS

Introduction

Teaching How to Write Code: Does It Really Matter?

An Analysis of the Current Coding Courses for Journalism Students

The Course Contents: What is Being Taught? What Should Be Taught?

Computational Thinking and Data Literacy: Finding Stories with Spreadsheets

Big Data vs Thick Data: Visualization of Qualitative Data

A Variety of Sources: Where to Start?

Conclusion

References:

CAPÍTULO 8 NETFLIX Y EL VÍDEO BAJO DEMANDA A LA LUZ DE LA TEORÍA DE LA ESTRUCTURACIÓN

Resumen

1. Introducción

2. Teoría de la estructuración

3. Análisis estructural del vídeo bajo demanda

4. Materiales y Métodos

5. Resultados y discusiones

6. Consideraciones finales

Referencias bibliográficas

CAPÍTULO 9 REFLEXIONES EN TORNO A LA TRANSPARENCIA EN EL VIGENTE ECOSISTEMA PUBLICITARIO

Resumen

Introducción

Un sistema de remuneración en tela de juicio

De mitos, sospechas y pesquisas

El emperador, ¿está desnudo?

De aquellos polvos, estos lodos

Oportunidades y retos para las agencias de medios

Referencias bibliográficas

CAPÍTULO 10 OPINIÓN PÚBLICA EN EL REINO DE ESPAÑA: AGENDA DE PROBLEMAS Y SISTEMA DE PARTIDOS EN LA POSCRISIS

RESUMEN

1. Introducción: el concepto de Opinión Pública

2. La Comunicación Política en la sociedad digital

3. El sistema de partidos español: agenda estatal y territorial

4. Agenda pública y partidos emergentes en la crisis española

5. ¿La agenda poscrisis? Apuntes de (viejos) nuevos temas para la Opinión Pública

6. Referencias.

CAPÍTULO 11 LAS DOS CARAS DEL PERIODISMO INMERSIVO: EL DESAFÍO DE LA PARTICIPACIÓN Y LOS PROBLEMAS ÉTICOS

Resumen:

1. Introducción

2. El Periodismo Inmersivo: primeros pasos y expansión

3. La ética a debate

4. Retos futuros del Periodismo Inmersivo

5. Bibliografía



PRÓLOGO

Julio Verne decía que siempre se podrá escribir un gran libro con lo que se sabe, pero uno mayor con lo que no; esta curiosidad, implícita en la naturaleza humana, nos empuja iniciar una espiral dialéctica de conocimiento infinito. Es precisamente ese deseo de elevarnos el que llevó a la Escuela de Comunicación a plantearse su primer libro como unidad académica, la primera huella de un camino que se avizora duradero.

La Escuela de Comunicación (EsCom) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador cumplirá 20 años en julio de 2019, y como parte de la reflexión y el repensar la comunicación en un derrotero amplio se reconoce la diversidad sobre la que se asienta su vida académica. Esta heterogeneidad está presente en los diversos sueños y logros de los estudiantes, en la miríada de ejercicios de aprendizaje que los docentes plantean constantemente; y en las conversaciones sobre comunicación y otras ciencias que ha construido el presente de la EsCom. El título del libro “Nuevos Escenarios de la Comunicación: Retos y Convergencias” presenta en sí mismo la intención de este primer tomo; reconocer puntos de encuentro entre nuestra diversidad y a partir de estos nodos, plantearse retos en el mundo cambiante de la comunicación.

Para alcanzar este cometido, la edición del libro se planteó un ejercicio abarcativo y receptivo sobre las temáticas que podrían discutirse. El debate va desde la opinión pública, transita por las relaciones públicas, se sumerge en el periodismo robótico y eleva miradas hacia la inmersión y las nuevas narrativas. La comunicación está en el centro de este sistema solar teórico y discursivo que plantea el libro, es el leitmotiv de la publicación, es la razón de ser de este proyecto y de la vida de la Escuela.

Es un reto vital poder replantearse las preguntas sobre la comunicación, recuperar y, en los casos necesarios, replantear los conceptos que por más de un siglo han perfilado nuestra área de estudios. Esta búsqueda de nuevas respuestas se encontrará particularmente en los capítulos de los profesores Edison Otero Bello, Jordi Xifra y Alberto Carrillo, con aproximaciones frescas a los estudios de comunicación, relaciones públicas y el registro oral y escrito, respectivamente. A las reflexiones teóricas, también se le puede sumar el estudio de caso de Paulo Carlos López sobre la opinión pública en la poscrisis del sistema de partidos políticos españoles.

Los medios serán estudiados también, como es necesario en cualquier texto sobre estudios de comunicación. Javier Mateos y Gloria Ochoa se plantean, por un lado, las narrativas aparecidas en el siglo XXI en la producción televisiva; mientras que Luíz Cazani observa al fenómeno Netflix desde la teoría de la estructuración

En el mundo de la sociedad de la información o la desinformación e infoxicación, la cercanía de las marcas y el discurso publicitario en esferas de comunicación masiva, individualista e inmediata también requiere visiones críticas y de acompañamiento de los fenómenos. Antonio Caro, Erika Fernández y Martha Pacheco se encargan de discutir la ideología publicitaria, la conexión entre los consumidores y la marcas, así como la transparencia que se puede encontrar, o no, en el ecosistema publicitario.

Finalmente, el periodismo será abordado en dos de sus nuevas facetas. Bilge Narin introduce al lector en la discusión sobre la inteligencia artificial, los algoritmos y la redacción periodística. Sara Pérez y Xosé López, por su parte, cierran el libro con una reflexión sobre la participación y la ética en el periodismo inmersivo. Ambos capítulos reflejan las observaciones ontológicas que los periodistas y estudiosos del periodismo se han planteado con el advenimiento de nuevas tecnologías y dinámicas; un cierre adecuado para un libro que mira a las prospectivas de la comunicación como un horizonte de debate.

El libro además de lo académico ha servido para la que la Escuela se abra al mundo, en esta edición los autores enviaron sus colaboraciones desde Brasil, Chile, España, México y Turquía. Es una gran alegría contar con profesionales, amigos y académicos referentes en sus áreas, de lugares tan distantes que se comprometieron con ser parte de este nuevo proyecto editorial. Aquí una mención necesaria y oportuna al Doctor Marco López Paredes, editor de la serie y del primer número, por su visión y trabajo detrás de esta publicación, por la labor de agrupar y definir las líneas editoriales y temáticas abordadas.

Como quedó afirmado y bien ejemplificado con los temas de los capítulos, el libro pretende ser una delta, una desembocadura de varias discusiones sobre la comunicación. La labor inicial está trazada, el camino debe continuar al perseguir los distintos canales que convergen en esta publicación. Con suerte, y trabajo arduo, cada tema permitirá a la Escuela, los autores y los lectores abordar a profundidad discusiones particulares y cada vez más enriquecidas. Es, como dijo Verne, alegrarse sobre la publicación de este libro que muestra lo que sabemos, pero sobre todo esperanzarnos con el resto de tomos que vendrán, que desconocemos aún. La Escuela de Comunicación se alegra de dar el primer paso editorial en su vida académica y espera que lectores, estudiantes, docentes e investigadores caminemos juntos y con paso firme.

Jorge Cruz

Director de la Escuela de Comunicación

26 de octubre de 2018

CAPÍTULO 1 LA BÚSQUEDA DE IDENTIDAD DE LOS ESTUDIOS EN COMUNICACIÓN

Dr. Edison Otero Bello

Universidad del Desarrollo

millercamus@gmail.com

RESUMEN

En expresa coherencia con dos artículos anteriores sobre el mismo tema (Otero, 2006; Otero, 2010), el presente trabajo reitera y profundiza en la hipótesis de la condición intelectual fragmentaria y anémica de los estudios en comunicación. Analizando artículos publicados en revistas especializadas en los períodos 1983-2004 y 2005-2010, se halló suficiente respaldo a favor del diagnóstico formulado. Con el propósito de desarrollar una explicación posible de la menesterosa condición de los estudios en comunicación se recurrió, de una parte, a la distinción entre tipos de ciencia bosquejada en las publicaciones de Thomas S. Kuhn y sus exégetas y, de otra parte, a la distinción entre entidad institucional administrativa y entidad intelectual, formulada por el investigador estadounidense John D. Peters, En este tercer artículo se desarrolla el ejercicio de someter los estudios en comunicación a la distinción entre ciencia, erudición y conexión relevante, tal como ha sido planteada por el antropólogo francés Pascal Boyer.

I

David Lurie es el personaje central de la novela Desgracia, del escritor sudafricano y Premio Nobel de Literatura, J.M. Coetzee. Más allá de las peculiares vicisitudes a las que este personaje se ve enfrentado y, ciertamente, de las habilidades narrativas que le son universalmente reconocidas al autor de esta obra de ficción, no puede sino llamarnos la atención que David Lurie sea un profesor y que dicte clases de Fundamentos de Comunicación y de Conocimientos Avanzados de Comunicación, en la Universidad Técnica de Ciudad del Cabo (1).

Se trata de un signo. Hace unos 60 o 70 años, y de haber escrito Coetzee esta novela por esa época, seguramente no habría caracterizado a su personaje, entre otros rasgos posibles, como un profesor de comunicación. Entre otras cosas porque, probablemente, ningún programa de estudios incluía una asignatura que recibiera el nombre genérico de ‘comunicación’, así como difícilmente había profesores dedicados a la docencia en ese tópico. De haber habido alguno, seguramente provendría de la lingüística, la sociología, la literatura o el periodismo. En el medio siglo y tanto que ha transcurrido, la comunicación se ha instalado como tema, como un área de estudios con arrestos de conversión en disciplina, como una carrera universitaria en la que se obtienen títulos profesionales y grados académicos, como una industria y una red de plataformas tecnológicas planetarias de interacción. Eso explica que a nadie deba extrañarle ni resultarle exótica la elección de Coetzee, construyendo un personaje que se dedica, entre otras cosas, a enseñar temas de comunicación. Está en el paisaje y ya nos resulta familiar. Pero si esto es directamente verificable, es menos claro si este eventual éxito debiera ser proclamado como un visible logro institucional, o como un resultado intelectualmente reconocible, o ambas cosas, puesto que no tienen por qué ser excluyentes en principio.

De manera indesmentible, los diagnósticos apuntan en la dirección de un éxito institucional no acompañado de resultados intelectuales a la altura de las circunstancias (Peters 1986, Rosengren 1993, DeFleur 1998, Fink and Gantz 1999, Chaffee and Metzger 2001, Donsbach 2006, Nordenstreng 2007, Pfau 2008, Schudson 2009). Al tiempo que se otorgan títulos profesionales –periodismo, publicidad, relaciones públicas, etc.- bajo el rótulo institucional identificador de ‘comunicación’ y decenas de miles de grados académicos en el mundo entero, los estudios y la investigación en comunicación exhiben un fuerte grado de fragmentación teórica –usando este adjetivo de manera generosa. Cientos de autores y marcos categoriales coexisten en la más completa auto-referencia y un ostensible aislamiento, sobreviviendo en compartimentos estancos, en una sopa conceptual deslavada e insípida, con ingredientes que comparten el recipiente pero que no se integran. Como agua y aceite coexisten Seaussure y Lazarsfeld, Adorno y Castells, Williams y Katz, Shannon y J. L. Austin, Chomsky y Watzlawick, Habermas y Derrida, Peirce y Lyotard, McLuhan y Lacan, Baudrillard y Edward Hall, Jakobson y Bandura, Barthes y George Gerbner, Foucault y Bourdieu, con sus respectivas singularidades temáticas.

En lo sustantivo, ‘comunicación’ designa una ‘password’ todo terreno que permite el ingreso a la formación de profesionales para la cual la investigación y la teorización fundada no importan como no sea en tanto terminología gatopardesca, que a todos agrada y a nadie disgusta (2). El resultado es un área de estudios que carece de legitimidad intelectual y que se disgrega en una suerte de Big Bang retórico. Algunas estrategias reactivas recurrentes consisten en proclamar porfiadamente la existencia de una disciplina ya constituida –más que una mera área- o en pretender una peculiaridad metodológica y epistemológica proporcionada a sus objetos de estudio. Ambas estrategias persiguen finalidades ilusorias. Una tercera vía se formula en torno a lo que algunos autores llaman la ‘centralidad’ de la comunicación. Así, Larry Gross argumenta que, dado el enorme impacto de las tecnologías de comunicación desde el cine hasta Internet, los estudiosos de la comunicación están teniendo una oportunidad única para contribuir a comprender nuestra época. De hecho, el fenómeno en su conjunto, afirma Gross, da el necesario respaldo para considerar que la comunicación debe ser el tema central del universo académico liberal y humanista, el foco de su misión fundamental. Ello permitiría superar la condición periférica que los estudios en comunicación exhiben actualmente en los programas educativos.

Plausible en abstracto, el razonamiento de Gross carece de sustento en los hechos. No existe área alguna o disciplina reconocible bajo el rótulo de ‘comunicación’ que tengan la prestancia, consistencia e integración conceptual que la tarea referida exigiría. De la postulada centralidad de las realidades comunicacionales en las sociedades recientes y actuales, no se sigue, en modo alguno, la centralidad de los estudios en comunicación. En el deber-ser, tal vez. En los hechos, claramente no. La tesis de Gross está formulada en su presentación al encuentro 2011 de la International Communication Association. Este y otros textos aparecen incluidos en una sección especial del Volumen 5 de la revista International Journal of Communication, bajo el título de “Comunicación como la Disciplina del siglo XXI”. Los otros textos de la sección proporcionan, precisamente, los antecedentes que cuestionan la tesis de Gross. Si se trata de entornos institucionales, como afirma Pooley, la tendencia siempre presente valoriza exclusivamente la formación profesional con vistas a la inserción en la industria medial y desalienta explícitamente la profundización académica y el perfil intelectual de los estudios (Pooley 2011, 1443). La adopción del rótulo ‘comunicación’ expresa el oportunismo de las escuelas profesionales necesitadas de alcanzar legitimidad social con ropajes de apariencia científica. Con todo, Pooley las caracteriza como entidades ricas en presupuesto y pobres en legitimidad. Wang, por otra parte, identifica una paradoja en el estudio de la comunicación: mientras las tecnologías mediales experimentan cambios revolucionarios, la investigación sobre estos cambios se mantiene en la inercia (2011, 1453). En franca divergencia con el título de la sección y la tesis de Gross que la inspira, John D. Peters sostiene: “No veo escenario alguno en el que los estudios en comunicación pudieran ser la disciplina académica de este siglo” (2011, 1467).

Por su parte, Craig Calhoun abunda en caracterizaciones que, aunque puedan aparecer como algo muy redundante a estas alturas, refuerza el diagnóstico de un área fragmentada, dispersa y de problemático nivel intelectual: lealtades de sub-grupos, incapacidad para la integración de los diversos enfoques que existen sin vasos comunicantes, divisiones internas en las facultades y escuelas, débiles líneas de investigación, ausencia de reflexión crítica, insignificancia de muchos estudios, actitud conformista de vivir y dejar vivir la heterogeneidad sin ligazón. En suma, Calhoun sintetiza: “Falta de coherencia interna e incapacidad para mantener altos estándares en el trabajo intelectual” (2011, 1495).

Sólo con el propósito de reforzar la evidencia a favor de la hipótesis que defendemos, viene al caso referir algunos antecedentes complementarios como, por ejemplo, la conclusión a la que arriba la investigadora cubana Yelina Piedra como resultado de examinar el campo de los estudios en comunicación, aplicando un análisis de co-citación de autores a investigaciones publicadas entre 2000 y 2007 en las revistas internacionales más relevantes de la Web de la Ciencia: “A través del examen de la estructura intelectual se corrobora que la Comunicación es un espacio de conocimiento interdisciplinar caracterizado por una aún insuficiente legitimidad epistemológica, con una marcada ausencia de reflexiones y propuestas teóricas propias del campo, además de manifestar una división de la base intelectual disciplinaria en dos sub-disciplinas bien definidas: Comunicación Interpersonal y Comunicación Masiva, atravesadas transversalmente por las Nuevas Tecnologías” (2010, 213).

Por su parte, el investigador alemán Michael Meyen, junto con reconocer que la comunicación como tema es la más tardía de las apariciones en el campo de las ciencias sociales, afirma: “En resumidas cuentas: en términos de capital científico, la recién llegada comunicación parece estar todavía en la parte inferior de la lista, no en la parte de arriba” (Meyen 2012, 1453). Tenemos, pues, una generalización razonablemente respaldada, la que permite sostener que no existen antecedentes suficientes para cuestionar la conclusión de que los estudios en comunicación no logran calificar como un área consistente e integrada ni como una disciplina formal y teóricamente constituida. Se nos impone, en consecuencia, la interrogante sobre los caminos o las estrategias para superar esta situación epistemológica carencial, lo cual supone, igualmente, manejar una explicación convincente del por qué del estado deficitario que ha sido ya descrito.

II

En los artículos precedentes de los que éste es una continuación (Otero 2006, 2010), se ensayó explicar la situación intelectualmente carencial de los estudios en comunicación a través de la distinción entre ciencias maduras y ciencias inmaduras formulada por Thomas S. Kuhn, y la distinción entre entidad institucional y entidad intelectual desarrollada por John D. Peters. En el marco kuhniano de referencia, la condición actual de los estudios en comunicación calza perfectamente con la caracterización de las disciplinas inmaduras, subdesarrolladas o pre-paradigmáticas. Por cierto, en tal marco el concepto de disciplina es usado en un sentido blando y se refiere, más bien, a las potencialidades de un ámbito de estudios que a su condición de hecho. Por su parte, el planteamiento de Peters sitúa la condición intelectual carencial de los estudios en comunicación como correlato de una expansión exitosa de la formación profesional direccionada hacia las necesidades de la industria de los medios de comunicación, los gobiernos, las instituciones estatales y las empresas en general; en tales circunstancias, la apelación a la comunicación no consiste en una vocación auténtica orientada al desarrollo de la investigación en el ámbito académico sino, más bien, a una adopción retórica que facilita la legitimidad institucional. Así, la denominación es utilizada en términos funcionales y utilitarios (3).

El análisis cuidadoso de ambos abordajes revela que son perfectamente integrables, generando un enriquecimiento neto del diagnóstico. Con todo, no agotan todo lo que se puede decir. Con el propósito de profundizar aún más y de avanzar en sucesivas aproximaciones al asunto, examinamos ahora las tesis formuladas recientemente por el antropólogo Pascal Boyer. Sostenemos que, aunque están planteadas a partir de otro ámbito de estudios, las conclusiones son consistentemente generalizables para el caso específico de los estudios en comunicación.

Boyer sostiene que la mayor parte de la antropología cultural se ha vuelto irrelevante. Como manifestaciones de su afirmación, considera que sus cultores no figuran entre los intelectuales públicos más importantes y reconocidos, que sus voces resultan prácticamente inaudibles y que no aparecen en los debates públicos precisamente en los temas en que se supone tendrían algo que decir. Entre las expresiones de esta menoscabada condición, Boyer identifica las siguientes: la mayor parte de los antropólogos parecen sucesivamente preocupados de oscuras modas académicas –por ejemplo, un bullicioso relativismo, la consideración de las culturas como textos; han reducido sus intereses a investigaciones muy circunscritas y geográficamente limitadas; se han atrincherado en un estilo que ellos mismos podrían admitir como típicamente etnocentrista y que se complace en ignorar los avances ocurridos en otros ámbitos de investigación, desde la lingüística a la ciencia cognitiva.

¿Cuál es la causa de la situación que Boyer atribuye al grueso de la antropología cultural de las últimas décadas? Con el propósito de responder a esta pregunta central, el autor elabora la distinción entre tipos de estudio o modos de abordar un objeto, o estilos intelectuales o estilos de investigación. Es precisamente esta distinción la que resulta de particular interés para ser aplicada a los estudios en comunicación, en la búsqueda de una explicación de su condición menesterosa. De una parte, Boyer identifica el estilo científico de estudio o investigación. Entre sus características más señaladas, indica las siguientes:

•Posee un cuerpo consensuado de conocimiento. El “corpus común incluye también un conjunto de métodos reconocidos y una lista de cuestiones pendientes y puzzles a resolver. Las personas tienden también a estar de acuerdo acerca de cuáles de esas cuestiones son importantes y cuáles sólo requieren alguna resolución de un problema y algún reordenamiento del panorama teórico”. (2013, 13)

•Los fundamentos y los resultados de la disciplina están explicados en los libros de texto y los manuales, los que exhiben una notoria similitud.

•Los practicantes del ámbito no están particularmente interesados en la historia de sus disciplinas. Las figuras del pasado son fuentes de inspiración más que fuentes de verdad.

•Las contribuciones que se publican son habitualmente de corta extensión. Boyer afirma que “no necesitan establecer por qué el problema abordado es un problema o por qué los métodos son los apropiados, puesto que todo eso forma parte del background acordado”. (2013, 13)

•La trayectoria típica de un aspirante a miembro de la disciplina pasa por un temprano e intenso entrenamiento y se espera que sus contribuciones importantes ocurran pocos años después de recibir su entrenamiento.

•Hay acuerdos fundamentales sobre quienes califican en los requisitos establecidos para convertirse en un especialista en un campo particular, ser reconocidos como tales y sobre la importancia de cada contribución.

Como podrá advertirse, esta descripción somera de Boyer no tiene como objetivo suyo agotar la caracterización de una disciplina científica sino posibilitar un contraste con otros estilos de estudio o de investigación. Con todo, resulta claro que los énfasis no están puestos en cuestiones epistemológicas (la elaboración de teorías, la confirmación empírica de hipótesis, o los problemas de respaldo y evidencia, por ejemplo) sino en cuestiones asociadas con los estándares que se establecen y los procesos de legitimación de la producción intelectual y de quienes la elaboran. A continuación, Boyer caracteriza el modo de estudio conocido como erudición, “entendida como el requerimiento de que los especialistas de la disciplina debieran tener conocimientos detallados sobre un dominio particular de hechos; por ejemplo, la numismática bizantina o la pintura del Renacimiento tardío” (2013, 14). Entre este estilo de estudio y el estilo científico hay similitudes parciales pero, también diferencias notorias.

1.En el modo erudito hay un conjunto consensuado de conocimientos y acuerdos sobre lo que falta conocer: “Por ejemplo, sólo ha sido descifrada una pequeña parte del total existente de tablillas mesopotámicas. Falta por descifrar un gran número de lenguas”. (2013, 14).

2.El conocimiento consensuado no aparece explícito en los manuales. Se aprende bajo la tutela de quienes llevan más tiempo en el campo y se requiere un largo tiempo de dedicación a un tema.

3.La historia del campo es muy importante y es conocida y manejada por los especialistas. En esa historia figuran grandes maestros que constituyen referencias obligadas, aunque no como autores infalibles.

4.La edad es una variable respetada, dado que el tiempo permite el desarrollo de una experticia basada en la acumulación de muchos conocimientos sobre hechos específicos, y hace posible la intuición que sólo surge por una prolongada familiaridad con esos hechos.

5.En un dominio específico dado, sus practicantes comparten criterios comunes sobre quienes son competentes en la materia y quienes no.

Boyer admite que, con frecuencia, los estilos científico y erudito se combinan y superponen; ejemplifica con la biología y la lingüística, y no sólo en ciertos temas sino igualmente en una misma persona. Lo cual no debe conducir a la conclusión falaz de semejanzas más sustantivas: “Cuando están haciendo ciencia, los biólogos y los lingüistas se enfocan en el respaldo empírico que puede proporcionarse a una hipótesis en particular…La erudición no es hipótesis, no se basa en explicaciones sino en descripciones” (2013, 17). Por otra parte, Boyer está interesado en precisar que la distinción entre ciencia y erudición no calza exactamente con aquella otra que separa ciencias y humanidades. El tercer estilo de estudio es identificado por Boyer como el de las conexiones relevantes. Admite, de entrada, que en este caso se trata de algo escurridizo, más difícil de describir. Con todo, estas son las características más resaltantes:

1.No hay un conjunto consensuado de conocimientos. Lo que hay es “una yuxtaposición de diferentes visiones sobre diferentes tópicos” (2013, 19).

2.Como consecuencia de lo anterior, no hay manuales o textos que recojan conocimientos aceptados por todos, como tampoco incluyen coincidencias sustantivas en materia metodológica. Dice Boyer, “en verdad, cada contribución constituye un nuevo paradigma o un nuevo método, y cada autor es una isla” (2013, 19).

3.La historia del ámbito es crucial, ante todo porque en ella constan los diversos maestros, aquellos autores que se han convertido en referencias, en criterios para distinguir entre lo significativo y lo que no lo es, entre lo importante y lo irrelevante, entre lo que tiene valor analítico y lo que no lo tiene, entre la interpretación apropiada y la que no lo es. Una dificultad imposible de soslayar radica en que tales maestros no constituyen un conjunto referencial integrado –o, cuando menos, complementario- un círculo virtuoso, por así decir. Por el contrario, con frecuencia se contraponen y no resulta fácil establecer vasos comunicantes aceptables. Así, un maestro excluye a otro, y sus seguidores, más que sentirse parte de una disciplina de contornos nítidos, experimentan la pertenencia a una cofradía, a una minoría selecta. A través de ellos no habla un área, un ámbito o una disciplina, sino un autor, cuyas ideas se propagan en todas direcciones haciendo las veces de una teoría social, una teoría de la mente, una abarcadora teoría de la cultura, una teoría de la historia, una teoría política; y todo ello con frecuente independencia –o, incluso, ignorancia- de los practicantes concretos de una cualquiera de esas áreas temáticas.

Türler ve etiketler

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
343 s. 22 illüstrasyon
ISBN:
9789978774656
Telif hakkı:
Bookwire
İndirme biçimi:
Metin
Ortalama puan 0, 0 oylamaya göre