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¿Qué pueden enseñarnos los caballos?

Entender mejor a estos increíbles animales puede impulsar el trabajo creativo en nueve áreas de desarrollo personal y profesional que se explican en los siguientes capítulos de este libro y que se resumen a continuación. En concreto, creo que hablar de los caballos —incluso si es un tema que en principio nos puede interesar poco— nos ayuda a:

Conocernos mejor a nosotros mismos y dominar nuestro carácter

¿Sabes quién eres? ¿Confías en tus capacidades? ¿Dominas tus emociones? Acércate a un caballo y lo descubrirás.

Cualquier jinete sabe que no es posible dominar a un caballo sin el control de uno mismo. Un día de equitación sin concentración, sin entregarse a la actividad sin agenda, tiempo o condiciones, es una sesión frustrada. Por eso montar constituye un estupendo camino para forjar el carácter de niños y adultos. Para los niños este proceso suele ser fácil porque ellos mantienen intactas cualidades esenciales como vivir y disfrutar el presente.

Pero la equitación no es la única vía para experimentar el fabuloso poder que los caballos pueden ejercer sobre las personas. Estos animales poseen la extraordinaria capacidad de mimetizar y reflejar nuestro estado de ánimo de manera inmediata. Son extremadamente sensibles y capaces de detectar los más mínimos cambios emocionales de su entorno. Su habilidad para interpretar las más sutiles fluctuaciones de nuestro interior es asombrosa. Y además no mienten, lo que hace de ellos unos maestros fiables y honestos. Esta cualidad hace que el contacto con los caballos sirva para que, hasta los más escépticos, atiendan a lo que ven en ellos de sí mismos antes que a lo que les digan las personas de su entorno.

El Capítulo 2, Confianza y Caballos y gran parte de este libro está dedicada a señalar la importancia de empezar por el trabajo sobre uno mismo para construir la cualidad necesaria sobre la que asentar la propia confianza para liderar a otros. Sin el dominio de uno mismo, los intentos de proyectar cualidades de éxito en nuestro equipo o en nuestros clientes están abocadas al fracaso.

Cambiar la perspectiva sobre el mundo y ser más creativos

¿Eres capaz de buscar nuevas soluciones a tus problemas? ¿Entiendes las motivaciones de los que te rodean? ¿Sabes disfrutar del presente? Intenta ver el mundo como un caballo y lo conseguirás un poco más.

Los caballos son animales enormes, herbívoros y capaces de avanzar a gran velocidad sobre cuatro patas. Además, según algunos biólogos, son animales de huida cuyo instinto primordial es el miedo. Poco parecen tener que ver con nosotros, lentos bípedos, y, (según los mismos biólogos), depredadores por naturaleza. Evidentemente, los equinos ven el mundo de una manera muy distinta a la de los humanos. Sin embargo, bajo nuestra apariencia puramente racional, las personas seguimos siendo animales guiados por el instinto de supervivencia y por la necesidad de pertenecer a un grupo.

Muchas técnicas de creatividad se basan en la necesidad de hacer un esfuerzo consciente para cambiar de punto de vista. No es posible aumentar la creatividad sin identificar nuestros límites mentales. Salirse de esos límites es más fácil si se adopta una perspectiva inédita. ¿Por qué no tomar la óptica de estos magníficos animales?

En el Capítulo 3, Pensar como un Caballo, viajaremos al mundo sensorial de los equinos. Veremos cómo su mente, predominantemente creativa, permite que estén totalmente atentos y concentrados con lo que están haciendo en cada momento, y cómo esa actitud clara y presente y una enorme sensibilidad les permiten responder de forma intuitiva, adecuada y sincera a cada situación con cada una de sus acciones. También intentaremos entender la mentalidad de los caballos como una vía para, como dice Ariana Strozzi, “desarrollar nuestra propia imaginación intuitiva y crear nuevas posibilidades en nuestras vidas”.

Impulsar nuestra inspiración y fantasear

¿Cuáles son tus referentes? ¿Qué te motiva? ¿Te atreves a hacer realidad tus sueños? Déjate llevar por la libertad y la energía de los caballos y tendrás más probabilidades de lograrlo.

Todos necesitamos inspiración en nuestras vidas. Modelos a los que volver una y otra vez y a los que aspirar. Referentes concretos que nos den pistas acerca de si nuestro esfuerzo se va acercando al objetivo que nos fijamos. Los caballos son un paradigma de nobleza, fuerza y elegancia. Por su belleza y su estilo coherente y generoso, son un arquetipo maravilloso que puede ayudarnos a reencontrar nuestra autenticidad y nuestros principios más valiosos. Son una metáfora sugerente para elevar nuestro espíritu por encima de la mediocridad y la mezquindad que tantas veces nos rodea.

Por eso creo que esta fascinante especie puede ayudarnos a diseñar un modelo de acción individual y de organización en el que elijamos movernos a través de la complejidad y el conflicto diarios con intención, valor, energía y equilibrio. De una forma diferente, estos animales pueden hacernos recordar, en cada una de nuestras acciones diarias, la importancia de saber mantener una presencia elegante, una respuesta sincera en las relaciones con los demás, de atender más a nuestros deseos interiores y de ser fieles, en cada momento, a quienes de verdad somos.

En el Capítulo 4, El Arquetipo del Caballo, se revisan cuáles son los valores ancestrales que encierran dentro de sí estos mágicos seres y cómo hacer que esos principios resuenen diariamente en nuestras vidas y en nuestras relaciones. Esos ideales pueden ayudarnos a crear modelos de liderazgo e influencia más auténticos y honestos, y organizaciones y culturas empresariales más atractivas y virtuosas.

Refinar la definición de nuestro propósito personal y de nuestros valores

¿Sabes trasladar a tu vida tus ideales?¿Usas el poder de tu intención? ¿Influyes positivamente en los demás? Iníciate en la filosofía de vida de los caballeros medievales y lo comprenderás.

Los caballeros de la Edad Media, jinetes asombrosos, hacían de su código de honor su estilo y forma de vida. Su ética regía su comportamiento. Su rectitud y honestidad se proyectaban no sólo sobre cada una de las acciones de su vida, sino también sobre la forma de conducir a sus caballos, adiestrados para actuar como una prolongación del cuerpo y la mente de estos fabulosos hombres capaces de guiarlos mediante señales tan sutiles que para el ojo inexperto parecían telepatía.

Estos jinetes de otros tiempos entendieron que liderar e influir en el mundo empezaba por dominar el arte de guiar eficazmente a sus monturas y que todo ello dependía fundamentalmente de la claridad de su propósito personal y de la armonía que conseguían en su empeño.

En el Capítulo 5, Caballeros e Influencia, exploraremos cómo pensaban y actuaban estos fabulosos hombres, qué ideales inspiraban sus heroicas hazañas y cómo eran capaces de somatizar esos principios en sus cuerpos y en sus sentimientos y trasladarlos a sus caballos para fluir con ellos. Entender cómo manejaban a sus monturas desde una verdadera calidad de presencia puede ayudarnos a aumentar nuestra capacidad de anticipación e influencia.

Crear entornos de aprendizaje creativo alternativos, y más eficientes

¿Sabes generar entornos seguros y de confianza? ¿Te siguen los demás con entusiasmo? ¿Ayudas a tu equipo a desarrollarse al máximo? Aprende otra manera de tratar a los caballos y lo conseguirás.

En la Historia, algunas personas respetaron profundamente a estos nobles animales. Otros muchos simplemente aprovecharon sus numerosas ventajas pero carecieron de la sensibilidad o de la instrucción necesarias para apreciar todas sus virtudes y cualidades interiores. Lamentablemente se aceptó e impuso, durante siglos, un método de adiestramiento basado en el castigo, la dominación y el miedo.

En el ámbito de la empresa, creo que ha ocurrido algo similar. La desconfianza y el miedo ocupan demasiado espacio en muchas organizaciones. Como cuando trabajamos con caballos, en el mundo de la empresa necesitamos construir entornos de trabajo y relación basados en la confianza y en el respeto, que aumenten la motivación y promuevan culturas empresariales que incentiven el entusiasmo y maximicen el talento de todos los miembros del equipo. Dichos espacios sólo son posibles desde el incremento de la libertad de individuos motivados y responsables. Empresas como Google han construido innovadores modelos de negocio de éxito basados precisamente en haber entendido esto. Este enfoque no sólo fomenta la motivación y fortalece la cultura de la empresa, sino que se retroalimenta solo, al atraer del mercado el mejor talento y promover la capacidad de generar ideas y poner en marcha buenos proyectos.

Todo esto se explica en el Capítulo 6, Doma y Aprendizaje Creativo, donde se pone de manifiesto el enorme poder de la autonomía individual y de la confianza como base para la creación de relaciones armoniosas y eficientes. Además, en ese capítulo se habla de los métodos no convencionales de doma, basados en el respeto y el aprecio hacia estos animales, que han utilizado, con resultados sorprendentes, algunos hombres y mujeres audaces desafiando las reglas convencionales de siglos sobre el modo de adiestrar a los caballos. Los principios de este nuevo arte son muy significativos a la hora de revisar cómo estamos entrenando y trabajando con nuestros equipos en nuestras empresas y cómo podemos mejorar las técnicas y el enfoque de nuestras relaciones actuales.

Revisar nuestro modelo de liderazgo

¿Sabes ganarte el respeto de los demás?¿Dominas o influyes? ¿Quién es el auténtico líder del grupo? Introdúcete en el fascinante modelo de liderazgo de los caballos y podrás reflexionar sobre tu propio estilo de dirigir a otros.

Compartir y ceder son expresiones de la generosidad y la inteligencia con que estos animales ejercen un liderazgo efectivo y al servicio del conjunto. De esta manera, el “cargo” lo ostenta siempre el individuo con mayor capacidad, quien además comparte con otros ejemplares distintos aspectos de esa función.

Nuestro sistema social y empresarial es imperfecto y permite demasiadas veces que el líder no sea el más capaz ni el más cualificado. Necesitamos trabajar para que, desde esa imperfección, se puedan desarrollar nuevos modos de liderazgo que busquen comprometer, involucrar e inspirar, en lugar de las prácticas antiguas de dirigir y dominar. Por otro lado, hay que esforzarse en crear sistemas que garanticen que el líder sea siempre el mejor posible para todos.

En el Capítulo 7, Caballos y Liderazgo, revisaremos cómo, tanto la supervivencia de los caballos como la nuestra, tienen que estar basadas en un sistema de convivencia en el que se establezca un liderazgo sensato y eficiente. Un estilo que busque resultados y satisfacción a partes iguales y que pueda ayudarnos a reconsiderar algunas de nuestras formas habituales de conducir a las personas en nuestras organizaciones.

Afinar nuestra intuición y habilidades de comunicación no verbal

¿Atiendes a tu intuición? ¿Entiendes lo que expresan los demás sin palabras? Adéntrate en el silencioso mundo de los caballos e incrementarás tu capacidad de escucha e interpretación de las señales no verbales.

En el ruidoso mundo que habitamos, en el que la comunicación ha creado “sordera” en todos los ámbitos, nos interesa más que nunca afinar y refinar nuestros códigos de comunicación. Está científicamente probado que la comunicación no verbal es mucho más efectiva que la verbal ya que el cerebro la interpreta automáticamente y la entiende mejor que las palabras. Además, nuestra capacidad de influir en otros está directamente relacionada con la credibilidad que podamos proyectar a través de nuestros mensajes. Credibilidad y confianza son dos cualidades que dependen más de nuestra capacidad emocional que de la racional.

Los equinos manejan un sofisticado y sutil lenguaje que habitualmente pasa desapercibido ante nuestros ojos. Aprender los secretos y el funcionamiento de las silenciosas señales del lenguaje equus puede ayudarnos a afinar nuestra capacidad de entender lo que de verdad se nos está diciendo, así como de descifrar las señales de comunicación no verbal que muchas veces obviamos con resultados catastróficos.

En el Capítulo 8, El Mundo Invisible de los Caballos, se explora la óptica de estos magníficos seres capaces de hacer suyo su entorno emocional. Aprender de estos animales a ser más centrados, a escuchar e interpretar adecuadamente nuestra intuición, a sentir lo que estamos viviendo y a esforzarnos en percibir lo que muchas veces pasa desapercibido, son herramientas de mejora personal de indudable e incalculable valor.

Recordar la importancia de la interdependencia

¿Valoras la importancia de todos y cada uno de los que te rodean? ¿Contribuyes a su bienestar? Explora el equilibro interno de una manada de caballos y entenderás qué sustenta un sistema que funciona.

Pertenecer y ser aceptados por la manada constituye, para los caballos, una de los principales razones de su existencia. Un caballo aislado es muy vulnerable a los depredadores, por lo que su instinto le lleva siempre a buscar el grupo y una convivencia equilibrada en él.

A pesar de ser naturalmente gregarios, los humanos hemos perdido muchas veces de vista el valor fundamental que tienen los lazos invisibles que nos unen a otros. Sin embargo, nuestras vidas y nuestro crecimiento dependen, en gran medida, de los demás. Por ello, nuestro verdadero objetivo debe ser impulsar el desarrollo de otros tanto como el nuestro. Todos los seres vivos estamos intrínsecamente relacionados y dotados de mecanismos similares para sobrevivir. Adoptar la perspectiva de los caballos puede ayudarnos a tomar conciencia sobre la necesidad que tenemos de los otros para conseguir nuestro propio bienestar.

En el Capitulo 9, Relaciones de la Manada, exploraremos el paralelismo existente entre los vínculos que establecen los caballos entre ellos, sus relaciones de poder y el sistema social de estos animales y el nuestro. Luego abordaremos las relaciones de los grupos humanos dentro de su cultura organizacional, el trabajo en equipo y cómo generar cambios que favorezcan el desarrollo propio y el de otros.

Preparar un plan de acción sobre el cambio individual y sobre nuestra relación con los demás

¿Quieres cambiar en tu vida? ¿Sabes por dónde empezar? Comienza por tratar de mover a tu caballo con la energía que acompaña a tu declaración y así aprenderás a moverte por el mundo.

El caballo es un animal extremadamente inteligente para detectar si el jinete que lo monta tiene capacidad para liderar lo que ambos se proponen. Sólo un jinete decidido y confiado podrá conseguir que su caballo trabaje tranquilo y con rectitud. La templanza es una cualidad imprescindible para el jinete pero también para que el gestor en la empresa pueda acometer con éxito los objetivos que se proponga.

Un liderazgo monolítico no tiene nada que hacer en un mundo en continua transformación. Los líderes empresariales de hoy deben tener visión, estrategias de mercado claras y sensatas, entroncadas con las necesidades de los clientes a los que sirven, y, además de todo, interesantes, que generen emoción en el equipo de trabajo y en los consumidores, que abran perspectivas y desafíos, que sagazmente anticipen lo que el mercado quiere. Una empresa con este tipo de liderazgo puede constituir un espectáculo deslumbrante, como un conjunto jinete-caballo cuando triunfan por su armonía y su perfección.

En el Capitulo 10, El Jinete y su Caballo, se revisan los aspectos fundamentales necesarios para crear un plan de mejora para los profesionales y directivos de empresas que permita hacer realidad en sus vidas todos los principios y valores esenciales del mundo de los caballos, con un enfoque creativo, proactivo y de anticipación.

2. Confianza y Caballos

“Si se logra que el caballo tome el paso que él adoptaría a su voluntad cuando despliega su belleza, aparecerá alegre y magnífico, orgulloso y feliz de haber sido montado”

Jenofonte

Capítulo 2. Confianza y Caballos

“El jinete no puede dominar al caballo, si no se domina a sí mismo”. Von Oeyhausen

Yo empecé tarde a montar. Aunque me había subido a unos cuantos caballos y tengo dos burras con las que he trotado durante años por la montaña, mi primera clase de equitación de verdad la di con casi cuarenta años. Tenía a mi favor un cierto sentido del equilibrio, no tenía miedo y, sobre todo, me encantaba hacerlo. Pero no todo fue fácil. Mis hijas, a la sazón jinetes bastante decentes, se burlaban de mi estilo y de mis errores. También me caí unas cuantas veces y andaba siempre con agujetas, rozaduras y contracturas varias.

A pesar de todo, me enganché incondicionalmente a los caballos; no en vano la fascinación que estos animales pueden llegar a ejercer sobre nosotros es la razón por la que parece que a la droga se le llama “caballo”. En estos animales encontré algo altamente adictivo: un vehículo muy especial para pensar y aprender sobre mí y sobre los demás.

Lo primero que aprendí es que ser un buen jinete supone bastante esfuerzo. Es un deporte técnico que requiere tomar clases en las que te enseñan cosas como avanzar al paso, al trote y al galope, parar el caballo (esto es bastante importante), llevar las riendas o sentarte correctamente en la silla.

El aprendizaje es arduo y, a veces, rutinario. Por otro lado, muchos de los caballos que a uno le dejan montar al principio en un centro hípico son a menudo perezosos y resabiados, y la mayoría hace tiempo ha olvidado lo que es el contacto de una mano suave y una señal sutil. Bastantes de estos pobres animales sólo se mueven después de acciones insistentes y bruscas con las piernas o la fusta. Esto descorazona bastante a quien busca en esta práctica algo de elegancia o tiene sensibilidad hacia los animales. Tampoco es, ni mucho menos, una afición barata.

Personalmente, ninguna de esas dificultades me importaba. Sólo una vez estuve a punto de abandonar, después de un susto serio con mi hija de ocho años que se cayó de un poni al galope. Afortunadamente el incidente no pasó de una noche en la UCI, de una amnesia transitoria (aunque no le deseo la experiencia al peor de mis enemigos) y de un traumatismo craneal leve que nos llevó a la consulta de un neurólogo, (un sitio, por cierto, fascinante, lleno de cabezas de cerámica con secciones cerebrales repletas de numeritos). Después de un montón de pruebas y de confirmarme que todo iba bien, el Dr. Castro me recomendó visitar una tienda de equitación cercana a su consulta. Sorprendida, le comenté que estaba planteándome dejarlo. A lo que él me espetó: “Hay que superar los miedos”.[4] Una frase definitiva. Muchas veces, montada sobre mi caballo, me acuerdo de él y le agradezco haber dicho las palabras oportunas en el momento adecuado.

Esta anécdota me puso a pensar sobre el valor de la confianza y sobre lo fácil que puede ser restablecerla (o perderla) cuando se tambalea.

“Aprender es descubrir que algo es posible”

J. Krishnamurti

Después de este percance, seguimos adelante. Pero fue cuando tuve mis propios caballos cuando caí en la cuenta de lo más importante. Una revelación que cambió totalmente el enfoque que le estaba dando a todo este asunto.

Es algo muy simple. Se trata, por encima de todo, de querer entender cómo piensa y qué siente tu caballo. Desde esta actitud, trabajar con él se convierte en algo muy diferente. Consiste en comprender que, si consigues que tu caballo confíe en ti y se sienta seguro, hará por ti lo que sea.[5]

A partir de este punto, el trabajo esencial deja de ser mecánico y se convierte en un mucho más interesante desafío psicológico: Cómo conseguir que tu caballo confíe totalmente en ti y se entregue al trabajo sin miedo ni condiciones. El éxito no reside, por lo tanto, en trabajar los abductores, sino en ser capaz de desarrollar la confianza suficiente para anular la aprensión natural del animal y, de este modo, conseguir que trabaje contento. Por otra parte, no trabajar para crear un entorno seguro puede ser muy peligroso cuando se monta un caballo.

Este enfoque para la creación de entornos de confianza me pareció muy interesante porque puede trasladarse inmediatamente al ámbito de la empresa: Pensar que si consigues que tus clientes y tus empleados confíen en tu empresa y se sientan seguros, harán por ti lo que sea, puede ser una proposición muy poderosa. Una empresa que se enfoque en promover confianza, generará entornos en los que las personas se comprometerán a fondo en el desempeño de sus responsabilidades. Por otro lado, una marca “de confianza” conseguirá que sus clientes la sigan y lleguen, incluso a convertirse en fans y a realizar un “apostolado” activo, una labor promocional y comercial mil veces más eficaz que la del mejor presupuesto de marketing convencional.

“Uno aprende usando el conocimiento en situaciones donde uno está motivado y tiene interés en aprender”

Russell L. Ackoff

La pregunta fundamental para conducir caballos u organizaciones de personas es, entonces: ¿Cómo generar y mantener esa confianza tan importante?

Mi caballo me dio la respuesta. Le llamé Merlín porque es blanco (técnicamente es tordo), bastante alto de cruz y madurito. Me lo quedé porque parecía muy bien domado y bastante “tuneado”, capaz de realizar pasos y ejercicios poco habituales para un caballo de sus características. Realmente parecía un “caballo de autoescuela” (lo que dijo Adín, mi profesor de equitación, cuando me aconsejó que lo comprara.)

Pero cuando empecé a conocerle mejor, me di cuenta de que Merlín tenía un carácter muy independiente, algo huraño y bastante serio. Su mirada estaba perdida y me costaba trabajo captar su atención. A la hora de la comida era tremendamente impaciente. En el prado permanecía alejado del resto de la manada. Parecía traumatizado (algo, por otro lado, lamentablemente bastante frecuente para un caballo). Vi que su actitud dócil no era voluntaria sino resignada. Me propuse cambiar las cosas y conseguir que mi caballo se lo pasara conmigo tan bien como me lo pasaba yo con él.

Por otro lado, resultó no ser un caballo tan fácil de montar. En la pista se comportaba correctamente, pero cuando salíamos al campo salía a relucir lo peor de sus tres sangres (inglesa, española y árabe) y vivíamos momentos muy “emocionantes”. Me costaba mucho salir de paseo y alejarle de las cuadras y en pleno campo resultaba terriblemente imprevisible. Me lo puso difícil y pasé bastante miedo con él en varias ocasiones. Pero no me di por vendida. Al contrario, estaba “picada” y quería hacerme con el control de la situación. En mi caballo intuí una oportunidad extraordinaria de aprender muchas cosas.

Adín, mi profesor de equitación (un jinete extraordinario y una rara avis pues compartimos una sensibilidad poco frecuente por los animales) puso en marcha un plan de reeducación.

Pero yo sabía que el caballo era sólo una parte del problema. La otra parte era yo misma y estaba por ver si yo sería capaz de gestionar las dificultades de nuestra relación.

“El éxito radica en hacer lo que Ud. considera correcto, no lo que otros consideran grandioso”

John Henry Gray

Me puse un plan. Primero me dediqué a leer todos los libros que pude sobre equitación y comportamiento de caballos. Me empleé a fondo y fui haciendo las cosas mejor. Poco a poco empecé a dirigir a Merlín de una forma más firme. Me convencí de que podía hacerlo y de que él necesitaba que yo lo hiciera (en esto me recordaba bastante a lo que significa educar a un niño). Eliminé todas las opciones que no conducían al objetivo: si teníamos que ir por un camino, iríamos; si teníamos que avanzar, avanzaríamos, etc.

En segundo lugar, me hice con otros libros alternativos sobre caballos: textos sobre doma natural, psicología y lenguaje equino. Ya no estaba buscando qué hacen o qué se supone que deben hacer los caballos, sino por qué hacen lo que hacen. Quería sinceramente entender cómo se sentía Merlín en cada momento. Cambié totalmente el chip.

En tercer lugar, y a medida que iba cogiendo confianza, empecé a experimentar: por ejemplo, opté por desmontar (algo que, teóricamente, no debe hacerse bajo ningún concepto) cuando creía que el caballo merecía comprensión si se negaba a avanzar ante algo que le parecía realmente amenazador, como una roca nueva en el camino o una furgoneta aparcada; me esforcé en romper la rutina: entrábamos y salíamos de la pista por distinta puerta, le daba de comer el último o el primero según el día, hacíamos ejercicios distintos. Quería estimularle y sacarle de su actitud resignada y apática. Procuré que él siempre disfrutara en nuestros paseos haciéndole pequeñas concesiones en cada ocasión.

Por último, me enfoqué en trabajar la comunicación entre nosotros. Empecé a escucharle y sobre todo, a hacerle ver que trataba de entenderle. Al abrirle la cuadra me di cuenta de que le encantaba que le soltara para revolcarse en la arena. Empecé a dejarle hacerlo a veces si me lo pedía. Pronto me empezó a sorprender todo lo que él me decía, sin hablar ni apenas moverse, y que yo era capaz de comprender. Por ejemplo, con un levísimo movimiento de cabeza, me indicaba la dirección del prado. Entonces yo le permitía que corriera libremente y luego le cogía para montarle. Nunca se resistía y venía contento a trabajar.

Empecé a alegrarme enormemente de que me hubiese tocado un caballo “difícil”.

Mientras tanto, Adín hizo un gran trabajo con él: consiguió hacerlo más flexible, que descontrajera la boca y que mejorara sus aires, sus transiciones y su comportamiento. También hizo un buen trabajo conmigo como jinete. Empezamos a notar resultados.

Pero el éxito de la reeducación de mi caballo se produjo principalmente porque seguí mi convicción y mi determinación de querer hacerlo. En ningún momento me di por vencida. Tuve “saboteadores” que, sensatamente, me alentaban a abandonar y a cambiar de caballo. Pero me empeñé en continuar trabajando con él (probablemente debido a mi terca sangre aragonesa) y, sobre todo, porque realmente quería a Merlín y estaba totalmente decidida a conseguirlo.

Merlín hoy es un caballo maravilloso. No sólo es fiable y equilibrado cuando se le monta, sino que le ha cambiado el carácter, es afable y cariñoso, y se ha integrado en la manada. Está siempre dispuesto a trabajar, y su mirada es suave y afectuosa. Está tranquilo esperando su turno para comer y sube y baja de los remolques con toda facilidad. Básicamente creo que nos hemos quitado el miedo el uno del otro. Ahora él confía en mí y yo en él y hemos conseguido un equilibrio bastante estable y satisfactorio para ambos. Es tan bueno y fácil de montar que ya estoy trabajando en nuevos “retos”: mi yegua Arwen (jubilada de las carreras del hipódromo) y las dos potras españolas Eowyn y Galadriel. Pero esa es otra historia.

Este proceso de aprendizaje me ha proporcionado mucho más que un buen caballo y una mayor confianza como jinete. Me ha dado un gran conocimiento sobre mí misma. Mucho más que a montar mejor, he aprendido a pensar de otra manera cuando algo va mal. Ahora siempre busco la fuente del problema en mí y nunca en el caballo. He agudizado mi sensibilidad y he incrementado mi capacidad de comprensión respecto a cómo se siente Merlín y cómo interpreta el mundo y sus amenazas. Antes, cuando miraba un caballo, sólo veía su forma de comportarse. Ahora intento entender qué le pasa. Mi objetivo cuando estoy con él es encontrar su bienestar y de esta manera consigo alcanzar el mío.

Mi caballo me enseña, cada día, algo muy poderoso sobre la confianza:

 Que no hay confianza si hay miedo,

 Que el miedo, a veces, es lo único que nos impide avanzar y alcanzar resultados,

 Que el miedo sólo existe en nosotros y que se puede dominar totalmente con la voluntad, la concentración y la relajación,

 Que sólo desde la confianza en uno mismo se puede conseguir la confianza de otros,

 Que la confianza verdadera sólo se consigue cuando uno se entrega sin condiciones al trabajo y a los demás,

 Que sin confianza absoluta y mutua no se puede construir una relación sólida,

 Que, desde la confianza, podemos ayudarnos mutuamente a encontrar alguna manera para mejorar nuestra relación y nuestra obligación es siempre buscar ese camino hasta conseguirlo,

 Que la confianza no se consigue de un día para otro; es un proceso de aprecio y reconocimiento mutuos y requiere pasos constantes y seguros en la dirección adecuada.

“Yo no enseño a dirigir personas en el trabajo. Sobre todo enseño a dominarse a uno mismo”

Peter F. Drucker

Lo más interesante es que todas estas consideraciones son válidas y aplicables a las relaciones entre personas. Cada relación difícil puede enfrentarse como un caballo difícil y la mayor parte del trabajo está en nosotros mismos.

La construcción y el mantenimiento de la confianza con caballos y personas depende de cuatro elementos fundamentales:

Gráfico 1. Los cuatro elementos que construyen y mantienen la confianza


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