Kitabı oku: «Camino al Armagedón»

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Camino al Armagedón
Marvin Moore


Gral. José de San Martín 4555,

B1604CDG Florida Oeste,

Buenos Aires, Rep. Argentina

Camino al Armagedón

Marvin Moore

Título del original: The Long Road to Armageddon, Pacific Press Publishing Association, Nampa, ID, EE.UU., 2007.

Dirección: Jael Jerez

Traducción: Joel Iparraguirre

Diseño del interior: Carlos Schefer

Diseño de tapa: Andrea Olmedo

Ilustración: Shutterstock (Banco de imágenes)

Libro de edición argentina

IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina

Primera edición, e-Book

MMXIX

Es propiedad. © Pacific Press 2007. © Asociación Casa Editora Sudamericana 2019.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-701-962-9

Moore, Marvin

Camino al Armagedón / Marvin Moore. – 1ª ed. – Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2019.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

Traducción de: Joel Iparraguirre.

ISBN 978-987-701-962-9

1. Profecias biblícas. I. Iparraguirre, Joel, trad. II. Título.

CDD 220.15

Publicado el 08 de julio de 2019 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: ventasweb@aces.com.ar

Web site: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Prefacio
De qué trata este libro

Cuando empecé a escribir este libro, tenía en mente titularlo Armagedón. Sin embargo, pronto me di cuenta de que ese título sería bastante confuso. El verdadero tema de este libro es el conflicto entre el bien y el mal, conocido por los adventistas como “la Gran Controversia” o “el Gran Conflicto”. En este libro, he usado ideas sobre este conflicto tanto de la Biblia como del Espíritu de Profecía. Elena de White escribió toda una serie sobre este tema, que se titula “El Gran Conflicto” y está compuesta por cinco libros que cuentan la historia del conflicto entre el bien y del mal, desde la rebelión de Lucifer en el cielo hasta su destrucción en el lago de fuego y la recreación de nuestro planeta como el hogar eterno de los redimidos.

En este libro, obviamente no puedo cubrir el tema de la gran controversia tan detalladamente como Elena de White escribió los cinco libros de la serie “El Gran Conflicto”, ya que cada uno de ellos es dos o tres veces más largo que el mío. Por lo tanto, he centrado la mayor parte de mi atención en tres puntos críticos en el conflicto entre el bien y el mal, con algunos capítulos que se intercalan entre cada uno de estos puntos críticos. Estos son: 1) la caída de Lucifer del cielo y su posterior enredo con la raza humana en su rebelión contra Cristo, 2) la victoria de Cristo sobre Satanás durante su vida terrenal y 3) la crisis final, que alcanzará su clímax con la batalla del Armagedón. Además, he dividido la discusión sobre la batalla del Armagedón en dos partes: la primera trata de la batalla antes de la segunda venida de Cristo, que pondrá fin a la historia del pecado en la Tierra; y la segunda examina la batalla del Armagedón al final del Milenio, que pondrá fin al conflicto universal entre el bien y el mal.

Estoy convencido de que el mundo en el que vivimos está entrando en las etapas iniciales de esa crisis final y, por lo tanto, necesitamos prepararnos espiritualmente para lo que nos espera. Mi anhelo es que lo que he escrito aquí te ayude a entender tu papel y el papel de tu iglesia en el mundo de hoy.

¡Espero que seas tan bendecido al leer este libro como yo lo he sido al escribirlo!

Capítulo 1
Cómo es el Reino de la Luz

Hagan un viaje imaginario conmigo y volvamos en el tiempo, hacia antes de Cristo y la cruz; hacia antes de Adán y Eva; hacia antes de la rebelión de Lucifer en el cielo; y hacia, incluso, antes de que la Trinidad hubiera creado a los ángeles. Solo eran ellos tres. Y ellos estaban solos. Se tenían el uno a los otros, sin duda, y solo podemos imaginar vagamente cómo era el amor que fluía entre ellos. Debió de haber sido profundo.

Sin embargo, ¡no fue suficiente! Ellos querían más seres a quienes pudieran amar y que pudieran amarlos a ellos.

Si tú y yo queremos amar a alguien, vamos en busca de ese alguien y lo buscamos hasta encontrarlo (o esperamos hacerlo). Pero las Personas de la Trinidad solo se tenían a ellos mismos. No había ningún otro “alguien” allá afuera a quien pudieran amar. Así que, los crearon: ¡un gran número de ellos! Si las matemáticas bíblicas están cerca de ser correctas, la Trinidad pudo haber creado hasta 150 trillones de ángeles. ¡Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo debieron de haber estado verdaderamente solos!

Por supuesto, no podían simplemente crear a todos esos ángeles y luego ponerlos por allí para que se llevaran lo mejor que pudieran. Toda sociedad de seres inteligentes necesita un gobierno para organizar sus interacciones. A finales del siglo XVIII, James Madison, uno de los fundadores de la república estadounidense, dijo que “si los hombres fueran ángeles, ningún gobierno sería necesario”.1 En realidad, eso no es correcto. Toda sociedad necesita un gobierno con leyes y la autoridad para hacerlos cumplir, y eso es tan cierto para la sociedad perfecta del cielo como lo es para cualquiera de nuestras sociedades imperfectas en la Tierra. Estoy eligiendo llamar al gobierno del cielo como el Reino de la Luz.

Así que, he aquí una pregunta que me gustaría que consideraran conmigo: ¿cuál era la naturaleza de este Reino de la Luz que la Trinidad estableció? Es importante entender que no te estoy preguntando cómo es el cielo, aunque lo que discuto en este capítulo ciertamente ayudará a responder a esa pregunta también. El tema de este capítulo, no obstante, es la naturaleza del gobierno que Dios estableció cuando creó a los ángeles.

La sociedad que formó el Reino de la Luz tenía leyes y la autoridad para hacerlas cumplir, pero además tenía otras dos virtudes que no encontramos en las sociedades terrenales. Esas dos virtudes eran el amor y la libertad. Así que, aquí están las cuatro virtudes principales del Reino de la Luz que discutiremos en este capítulo: amor, ley, autoridad y libertad.

El amor

Ahora imagina 150 trillones de personas en el planeta Tierra. ¡Prácticamente no habría lugar para estar de pie! Pero supongamos que nuestro mundo fuera tan grande como el sol y pudiera acoger cómodamente a 150 trillones de personas. ¿Cómo sería esa sociedad? Con 7.500 millones de personas en el mundo de hoy, tenemos suficientes dificultades para llevarnos bien. ¡La idea de que 150 trillones de nosotros estemos amontonados en un planeta es más que aterradora! ¿Cómo se las arreglaron todos esos ángeles para llevarse bien, en paz y armonía?

La respuesta es la Ley del amor de Dios. Jesús dijo que el Mandamiento más grande es “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”, y que el segundo mandamiento más grande es “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:37, 39). Estas leyes se aplican tanto en el cielo como aquí, en la Tierra, porque “Dios es amor” (1 Juan 4:8), y él ama a todo ser inteligente que creó.

Desgraciadamente, en nuestro planeta, todos estamos infectados con el egoísmo, y la mayoría de la gente actúa bajo ese principio la mayor parte del tiempo. Es francamente difícil imaginar una sociedad entera que actúe bajo la ley del amor todo el tiempo sin excepciones. Algunos de nosotros tratamos de actuar de acuerdo con esa ley, pero tenemos problemas para hacerlo. Hay muchos tipos de celos, odios y problemas de ira. ¡Incluso la iglesia está infectada con estos defectos!

Consideremos por un momento esa ley del amor. ¿Significa que los ángeles siempre están de acuerdo en todo? ¡Absolutamente, no! Aunque ninguno de nosotros ha estado antes en el cielo, el simple hecho de que la gente más amorosa de este planeta a menudo tenga fuertes desacuerdos me dice que ocurre lo mismo con los ángeles en el cielo. El amor no significa que todo el mundo tiene que estar de acuerdo. De hecho, ¡qué sociedad tan aburrida sería! Amor significa que estamos en desacuerdo respetuosamente. El apóstol Pablo tenía esto en mente cuando escribió a los cristianos en Éfeso: “Yo pues [...] os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efe. 4:1-3).

Nota, sin embargo, que Pablo tuvo que exhortar a estos creyentes a ser humildes, gentiles, pacientes, y a soportarse unos a otros en amor. Y tuvo que hacerlo porque no estaba sucediendo eso en la iglesia de aquel momento en la medida en que debería de haber sucedido, ni está sucediendo hoy. Vivimos en un mundo dominado por el reino de las tinieblas, donde el egoísmo todavía se apodera de todos, incluso de los que están en la iglesia. Pero lo que Pablo tuvo que exhortar a los cristianos en Éfeso también podría aplicarse a los ángeles en el Reino de la Luz antes de la rebelión de Lucifer. De hecho, así como nos resulta difícil imaginar un cielo donde la humildad, la gentileza, la paciencia y la tolerancia sean una parte tan natural de la cultura como el agua que fluye colina abajo, los ángeles habrían encontrado imposible imaginar una cultura donde estas cualidades no existieran. Lo que para nosotros es un consejo inspirado, porque lo necesitamos tanto en nuestra sociedad pecaminosa, a ellos les hubiera parecido absurdo. ¿Instar a las personas a ser humildes, gentiles pacientes y tolerantes? ¿Por qué alguien tendría que decir eso?

El amor era la característica dominante en el Reino de la Luz que la Trinidad creó. Sin embargo, otras tres características también fueron muy importantes. A continuación, examinaremos la Ley.

La ley

Ya se ha mencionado a la ley en relación con la Ley de amor de Dios, pero hay más acerca de la ley que debemos analizar.

La ley es la base del gobierno. El propósito del gobierno es crear una sociedad estable y, para lograrlo, es necesario crear leyes que las personas deban obedecer.

Nosotros, los seres humanos, tenemos dos tipos de leyes. Un tipo de ley nos mantiene organizados y a salvo de daños, como las leyes de tránsito y las normas de construcción. Las calles de sentido único mantienen el tráfico en movimiento sin problemas y las normas de construcción evitan que las estructuras colapsen. El segundo tipo de ley es la ley moral, que protege nuestras vidas y nuestra propiedad de los delincuentes que nos roban y nos hieren o matan. La ley moral es nuestra preocupación aquí. Esta solo puede funcionar cuando los seres creados tienen dos características mentales: un alto nivel de inteligencia y un sentido moral. Entonces, examinemos cada una de estas características con un poco más de detalle.

Inteligencia. Los animales tienen conciencia e inteligencia limitadas, las cuales necesitan para observar el mundo que los rodea y cuidar de sus necesidades básicas a fin de sobrevivir. La inteligencia de los ángeles y de los seres humanos es de un orden mucho más elevado. Dios nos ha dado la habilidad de procesar ideas abstractas, tales como filosofía, matemáticas y música. Podemos investigar, entender conceptos y crear tecnología extremadamente compleja; nada de lo cual los animales pueden hacer. La era científica, que comenzó hace unos quinientos años, ha producido herramientas asombrosas para la comunicación, los viajes y la vida cotidiana. Los teléfonos, las máquinas de fax e Internet han transformado la manera en que nos comunicamos, y estas herramientas están trayendo cambios dramáticos incluso a las zonas en vías de desarrollo del mundo.2 Los automóviles nos han hecho posible viajar a velocidades de 80 a 120 kilómetros por hora o más en autopistas,3 y los aviones han sobrepasado la velocidad del sonido en el aire. El agua corriente, la electricidad y el aire acondicionado han hecho la vida mucho más confortable; y los avances en la tecnología médica al menos han duplicado la esperanza de vida de las personas en los lugares más desarrollados del mundo. Todo eso ha sido posible gracias a nuestra inteligencia.

Sentido moral. Los animales tienen un deseo instintivo de protegerse, por eso los leones y los tigres gruñen cuando se sienten amenazados y no dudan en atacar y herir, o incluso matar, si la amenaza se intensifica. Nosotros, los seres humanos, tenemos el mismo deseo instintivo de autoprotección, pero la parte moral de nuestra naturaleza nos dice intuitivamente que está mal robar, matar y violar. Una parte importante de nuestro sentido moral es la culpa que sentimos cuando la infringimos. Incluso si nos sentimos obligados a herir o matar a otro ser humano para protegernos del daño, probablemente nos sentiremos culpables por hacerlo. Aunque no puedo entrar en la mente de los animales, creo que no se sienten culpables cuando atacan y matan porque no tienen nuestro sentido moral innato.

Desafortunadamente, los avances en la ciencia y la tecnología que mencioné hace un momento no han mejorado nuestra conciencia moral. Por el contrario, nos han permitido producir armas que pueden mutilar y matar a unas cuantas personas con un arma y a un millón de personas con una bomba nuclear o dos. La fotografía e Internet se han combinado para producir una industria de pornografía masiva y global. Y la industria alimentaria está produciendo una generación de personas cuyos problemas médicos están paralizando nuestro sistema de salud. Claramente, los avances de la ciencia y la tecnología no necesariamente conducen a una mejora de la moral.

Nuestras percepciones del bien y del mal también pueden variar ampliamente. Los cristianos creen que es pecaminoso tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, y la violación de ese principio puede causar una intensa culpabilidad. Sin embargo, millones de personas en el mundo de hoy juegan con múltiples parejas sexuales sin pensarlo dos veces. Luego están el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), y Boko Haram en África, que creen que es su deber moral imponer su versión de la religión a todos los demás y que no dudan en mutilar y matar a los que se interponen en su camino. Y pueden ser terriblemente brutales al respecto, como quemar a personas vivas en jaulas cerradas con llave o tirarlas desde las azoteas [de un edificio]. Ambos grupos han secuestrado a mujeres y niñas, y las han violado. Su sentido moral está terriblemente distorsionado. Mientras que los seres humanos nacen con un aspecto moral de su naturaleza mental y emocional, no existe tal cosa como una “zona de Dios” en el cerebro que guíe instintivamente la comprensión de la moralidad de todos. Aprendemos sobre los valores morales a través de la interacción entre nuestra naturaleza intelectual y moral y lo que nos enseñan, especialmente cuando somos niños. Y, por supuesto, la Biblia nos proporciona la fuente más exacta del mundo sobre instrucción moral.

Afortunadamente, no tenemos que adivinar lo que constituye el bien y el mal. Dios nos ha dado su Ley, los Diez Mandamientos, que expresa los principios fundamentales del buen pensamiento y comportamiento moral; el resto de la Biblia elabora sobre esa ley, especialmente la vida y las enseñanzas de Jesús.

Una tercera característica del Reino de la Luz es la autoridad.

La autoridad

¿Cómo te sentiste la última vez que miraste por el espejo retrovisor y viste esas luces rojas y azules intermitentes? Si tú eres como yo, probablemente tu corazón saltó momentáneamente en tu garganta y dijiste: “¡Oh, no!”, entonces echaste un vistazo a tu velocímetro para ver qué tan rápido habías estado conduciendo. Así es como nosotros, que vivimos en el reino de las tinieblas, a menudo reaccionamos ante la autoridad. Nos tensamos alrededor de eso, porque le tenemos miedo. Hay momentos, por supuesto, cuando damos la bienvenida a la autoridad. Si llamas al 911 cuando ves a alguien merodeando por tu casa a medianoche, te sientes aliviado cuando llega la policía. Pero, aun así, el reino de las tinieblas te afligiría, como lo demuestra tu temor a que un ladrón estuviera a punto de entrar en tu casa. Nadie en el Reino de la Luz tendría que preocuparse por los ladrones, y no tienen que temer a la autoridad.

Cada gobierno tiene que dar a algunas personas autoridad sobre otras para hacer cumplir las leyes que sus gobernantes han legislado o proclamado. Sin autoridad, nuestras sociedades terrenales descenderían a la anarquía. La Biblia reconoce la necesidad de la autoridad. Cuando Dios sacó a los hijos de Israel de Egipto, los organizó en una nación con Moisés como jefe ejecutivo. El suegro de Moisés, Jetro, le aconsejó, además, que organizara al pueblo en grupos de miles, cientos, cincuenta y diez, con un líder sobre cada grupo. Estos líderes tenían la autoridad para juzgar y resolver disputas, y también tenían la opción de referir casos más difíciles a una autoridad superior (Éxo. 18:13-26).

Propongo que las relaciones de autoridad también existen en el Reino de la Luz. Dios el Padre es la autoridad suprema, y el segundo al mando es Miguel, a quien conocemos como Cristo.4 Otros ángeles fueron puestos en autoridad bajo Miguel. El ángel con la autoridad más alta bajo Miguel era uno llamado Lucifer, a quien se le dio autoridad sobre otros ángeles inferiores a él.

¿Cómo sabemos que existen relaciones de autoridad en el Reino de la Luz?

Varios textos en la Biblia lo sugieren. Apocalipsis 12:7 dice: “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles”. Tengo mucho más que decir sobre esta guerra en capítulos posteriores. Por ahora, quiero llamar tu atención sobre el hecho de que Miguel es un líder que tiene ángeles bajo su cargo; y el dragón, Satanás, es un líder que tiene otros ángeles bajo su dominio. ¿Había otros líderes por debajo de ellos en esta guerra? La Biblia no responde a esa pregunta, pero es difícil imaginar que no lo hubiera. Nuestros ejércitos en esta tierra están compuestos por soldados rasos que están bajo la dirección de sargentos; a su vez, estos últimos son liderados por tenientes; los tenientes son dirigidos por capitanes; los capitanes son regidos por mayores; los mayores son liderados por coroneles; y estos últimos están bajo la dirección de generales. Luego hay generales de una, dos, tres, cuatro y cinco estrellas que tienen líneas de autoridad ascendentes. Aunque seguramente deben existir diferencias significativas entre los ejércitos terrenales y los celestiales, cualquier batalla que carezca de una organización cuidadosa y de relaciones de autoridad bien definidas está condenada al fracaso. Parece razonable concluir que esto sería tan cierto para los ejércitos del cielo como para los ejércitos terrenales.

Apocalipsis 12 nos proporciona otra evidencia de autoridad en el cielo. En la Tierra, las guerras ocurren cuando una nación desafía la autoridad de otra nación. A menudo, es un grupo de naciones que desafía la autoridad de otro grupo de naciones, como en la primera y la segunda Guerra Mundial. Apocalipsis dice que la autoridad de Miguel y sus ángeles prevaleció sobre la autoridad del dragón y sus ángeles, de tal manera que “el gran dragón”, Satanás, “fue lanzado a la tierra, y sus ángeles con él” (Apoc. 12:9). En otras palabras, el reino de las tinieblas desafió la autoridad del Reino de la Luz. El Reino de la Luz prevaleció y el reino de las tinieblas perdió.

Un par de textos en el Antiguo Testamento también indican que hay relaciones de autoridad en el cielo. Poco antes de que los israelitas conquistaran Jericó, Josué fue confrontado por un guerrero a quien no reconoció. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora” (Jos. 5:13, 14).

Entonces, de nuevo, vemos que el ejército de Dios en el cielo tiene un comandante con autoridad, y Daniel nos informa que este comandante, a quien Daniel llama un “Príncipe”, tiene un “ejército” bajo su dirección (Dan. 8:11).

En el capítulo 1 del libro Patriarcas y profetas, Elena de White da una explicación detallada de la rebelión de Lucifer y, entre otras cosas, ella deja en claro que antes de su caída él tenía autoridad sobre ciertos ángeles. Ella escribió, por ejemplo, que a Lucifer “la hueste celestial lo amaba y reverenciaba, los ángeles se deleitaban en cumplir sus órdenes”.5 Una página más tarde, ella escribió que Lucifer se aprovechó de “la amorosa y leal confianza depositada en él por los seres celestiales que estaban bajo sus órdenes”.6 Un par de páginas después de eso, ella escribió que “Lucifer, el ‘porta[voz]’, [...] se convirtió en Satanás, el ‘adversario’ de Dios y de los seres santos y el destructor de aquellos que el Señor había encomendado a su dirección y cuidado”.7 Esta última afirmación sugiere que Lucifer no solo tenía autoridad (“gobierno”) sobre algunos de los ángeles del cielo, sino también era su asesor, su consejero y su protector. En su libro La historia de la redención, Elena de White dijo que en preparación para la guerra contra Satanás y sus ángeles, los ángeles de Cristo “se ordenaron en compañías; cada división tenía un ángel comandante al frente”.8

Parece evidente tanto de las Escrituras como de Elena de White que la autoridad es otra característica significativa de la vida en el Reino de la Luz. La importancia de esta característica se hará evidente en el capítulo 3 y más adelante.

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9789877019629
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