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CAPÍTULO CUATRO
Caitlin se sentó en el cuarto austero del monasterio franciscano y se asomó por la ventana mirando la noche. Finalmente, había dejado de llorar. Habían pasado varias horas desde que se había despedido del sacerdote, cuando supo la noticia de su hijo perdido. No había podido contener las lágrimas, ni dejar de pensar en la vida que habría llevado. Todo era demasiado doloroso.
Pero después de muchas horas, lloró todo lo que pudo y ahora lo que le quedaba eran las lágrimas secas en sus mejillas. Miró por la ventana tratando de distraerse y respiró hondo.
La campiña de Umbría se extendía ante ella, y desde este punto de vista, desde lo alto de la colina, pudo apreciar las colinas de Asís. Había una luna llena y la luz suficiente para que pudiera notar que la campiña era verdaderamente hermosa. Vio a las pequeñas casas rurales que salpicaban el paisaje, el humo saliendo de las chimeneas, y pudo sentir que se trataba de una época más tranquila en la historia.
Caitlin se volvió y contempló su pequeña habitación iluminada sólo por la luz de la luna y una pequeña vela encendida en un aplique de pared. Estaba hecha enteramente de piedra, y había sólo una sencilla cama en una esquina. Se maravilló ante lo que parecía ser siempre su destino: terminar en un claustro. Este lugar no podía ser más diferente a Pollepel pero, al mismo tiempo, la pequeña sala medieval le recordó la habitación que había tenido allí. Había sido diseñada para la introspección.
Caitlin examinó el suelo de piedra lisa y vio, junto a la ventana, dos huellas leves, a pocos centímetros de distancia, con la forma de una rodilla. Se preguntó cuántas monjas habían orado allí y se habían arrodillado frente a la ventana. Esta habitación probablemente había sido usada por cientos de años.
Caitlin se acercó a la cama pequeña y se acostó. En realidad, sólo era una losa de piedra con un poco de paja. Trató de ponerse cómoda, rodando sobre su costado y luego sintió algo. Estiró su mano y lo extrajo, con alegría se dio cuenta lo que era: su diario.
Lo sostuvo en lo alto, contenta de tenerlo a su lado. Su viejo amigo de confianza, parecía ser el único que había sobrevivido el viaje de regreso. Sostener esa cosa real y tangible la hizo darse cuenta de que no era un sueño. Ella estaba realmente allí. Todo era real.
Una pluma moderna se deslizó de sus páginas y aterrizó sobre su regazo. La levantó y la examinó mientras pensaba.
Sí, decidió. Eso era exactamente lo que tenía que hacer. Escribir. Para procesar todo. Las cosas habían sucedido tan rápido que apenas había tenido tiempo de recuperar el aliento. Necesitaba reflexionar, pensar, recordar. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué había sucedido? ¿A dónde iba?
No estaba segura de saber las respuestas. Pero, al escribirlas, esperaba poder recordar.
Caitlin volvió las páginas quebradizas hasta que encontró con una página vacía. Se incorporó y se apoyó contra la pared, curvó sus rodillas contra el pecho y empezó a escribir.
*
¿Cómo fue que terminé aquí? ¿En Asís? ¿En Italia? ¿En 1790? Por un lado, no parece que fue hace mucho tiempo que estaba en el siglo 21, en Nueva York, viviendo la vida normal de una adolescente. Por otro lado, parece que siempre .... ¿Cómo empezó todo?
Recuerdo, en primer lugar, la sensación de hambre. No entendía lo que era. Jonás. Carnegie Hall. Mi primera alimentación. Convertirme inexplicablemente en un vampiro. Me llamaron mestizo. Sentía que quería morir. Todo lo que quería era ser como todos los demás.
Luego, llegó Caleb. Salvándome de la cofradía malvada, rescatándome. Su cofradía en los claustros. Pero ellos me echaron porque estaban prohibidas las relaciones entre los humanos y los vampiros. Estaba por mi cuenta nuevamente -es decir, hasta que Caleb me rescató de nuevo.
La búsqueda de mi padre, de la mítica espada que podría preservar a la raza humana de una guerra de vampiros, nos empujó a Caleb y a mí por todos lados, de un lugar histórico a otro. Encontramos la espada y nos la arrebataron. Como siempre, Kyle estaba allí para arruinar las cosas.
Pero no antes de que tuviera tiempo para darme cuenta en lo que me estaba convirtiendo. Y no antes de que Caleb y yo pudiéramos encontrarnos el uno al otro. Después que robaron la espada, después de que me apuñalaron, mientras estaba muriendo, él me convirtió y me salvó una vez más.
Pero no resultó como yo había pensado. Vi a Caleb con su ex esposa, Sera, e imaginé lo peor. Me equivoqué, pero ya era demasiado tarde. Huyó lejos de mí, al peligro. En la isla de Pollepel me recuperé y entrené, y me hice de amigos -vampiros- muy cercanos, más de lo que había tenido. Especialmente Polly. Y Blake -tan misterioso, tan hermoso. Casi me robó el corazón. Pero reaccioné justo a tiempo. Me enteré de que estaba embarazada, y me di cuenta que tenía que encontrar y salvar a Caleb de la guerra de vampiros.
Fui a salvar a Caleb, pero ya era demasiado tarde. Mi propio hermano Sam nos engañó. Él me traicionó, me hizo pensar que era otra persona. Fue por él que me pareció que Caleb no era Caleb, y lo maté, mi amor. Con la espada. Con mis propias manos. Todavía no puedo perdonármelo.
Pero llevé a Caleb de regreso a Pollepel. Traté de revivirlo, traerlo de regreso, si es que había alguna manera posible. Le dije a Aiden que haría cualquier cosa, sacrificaría todo. Le pregunté si podía enviarnos de regreso en el tiempo.
Aiden me había advertido de que podría no funcionar. Y que si lo hiciera, podríamos no estar juntos. Pero yo insistí. Tuve que hacerlo.
Y ahora, aquí estoy. Sola. En un lugar y en un tiempo extraños. Mi hijo ha desaparecido. Y puede ser que incluso Caleb se haya ido, también.
¿Cometí un error en regresar?
Sé que tengo que encontrar a mi padre, para poder encontrar el escudo. Pero sin Caleb a mi lado, no sé si tendré la fuerza para seguir adelante.
Me siento tan confundida. No sé qué hacer ahora.
Por favor, Dios, ayúdame ....
*
Cuando el sol se elevó como una enorme bola en el horizonte, Caitlin corría por las calles de Nueva York. Era el apocalipsis. Los autos dados vuelta, los cuerpos yacían alrededor y había devastación por todas partes. Corrió y corrió por avenidas sin fin.
Mientras corría, el mundo parecía girar sobre su eje; mientras giraba, los edificios parecían desaparecer. El paisaje se transformó, y las avenidas se convirtieron en caminos de tierra, el hormigón se convirtió en colinas. Sintió que egresaba en el tiempo, de una edad moderna a otro siglo. Creía que si corría más rápido, podría encontrar a su padre, su verdadero padre, en algún lugar en el horizonte.
Corrió a través de pequeños pueblos del campo, y luego también se desvaneció.
Pronto sólo quedó un campo de flores blancas. Mientras corría a través de las flores, estaba encantada de ver que él estaba allí, en el horizonte, esperando. Su padre.
Como siempre, su silueta se recortaba contra el sol, pero esta vez sintió que estaba más cerca de lo normal. Esta vez, pudo ver su cara, su expresión. Estaba sonriendo, esperándola con los brazos extendidos para abrazarla.
Ella lo alcanzó. Lo abrazó, y él la abrazó con fuerza, su torso musculoso la sujetaba.
"Caitlin", dijo, con una voz que exudaba amor. "¿Sabes qué tan cerca estás? ¿Sabes cuánto te amo?"
Antes de que pudiera responder, ella vio algo de pie en el otro lado del campo, era Caleb. Le tendía una mano.
Dio varios pasos hacia él, luego se detuvo y miró a su padre.
Él, también, le tendió la mano.
"Encuéntrame en Florencia", dijo su padre.
Se volvió hacia Caleb.
"Encuéntrame en Venecia", dijo Caleb.
Miró hacia no y otro, desgarrada sobre qué camino tomar.
*
Caitlin se despertó con una sacudida y se sentó en la cama.
Desorientada, miró alrededor de su pequeña habitación.
Finalmente, se dio cuenta de que había sido un sueño.
El sol estaba saliendo, ella se acercó a la ventana y miró. Bajo la luz de la mañana, Asís se veía muy tranquilo y hermoso. Todo el mundo estaba todavía en sus casa y de vez en cuando el humo salía de las chimeneas. La niebla de la mañana se cernía sobre los campos como una nube, la luz refractándose.
Al oír un crujido, Caitlin giró y se preparó cuando su puerta se empezó a abrir. Apretó sus puños, preparándose para recibir un visitante no deseado.
Pero cuando la puerta se abrió más, ella bajó la mirada y sus ojos se abrieron de alegría.
Era Rose, estaba empujando la puerta con la nariz.
"Rose!" Gritó.
Rose abrió la puerta del todo, corrió y saltó a los brazos de Caitlin. Le lamió la cara por todas partes mientras Caitlin lloraba de alegría.
Caitlin se hizo hacia atrás y la miró. Había engordado y se veía más grande.
"¿Cómo me encontraste?" Preguntó Caitlin.
Rose pasó la lengua por su espalda, gimiendo.
Caitlin se sentó en el borde de la cama, acariciándola y pensó mucho, tratando de aclarar su mente. Si Rose había regresado, tal vez Caleb también había podido. Eso le dio ánimos.
Racionalmente, sabía que tenía que ir a Florencia. Para continuar la búsqueda. Sabía que la clave para encontrar a su padre, el escudo, estaba allí.
Pero su corazón la jalaba a Venecia.
Si hubiera una remota posibilidad de que Caleb estuviera allí, tenía que averiguarlo. Sólo tenía que hacerlo.
Y tomó la decisión. Cogió a Rose fuertemente en sus brazos, tomó una pequeña carrera y saltó por la ventana.
Sabía que se había recuperado y que sus alas brotarían.
Efectivamente, lo hicieron.
Pronto, Caitlin estaba volando por el aire de la mañana, sobre las colinas de Umbria hacia el norte, rumbo a Venecia.
CAPÍTULO CINCO
Kyle caminó por las calles angostas del antiguo barrio de Roma. A su alrededor la gente cerraba los comercios, era el fin de la jornada. El anochecer siempre había sido su momento favorito del día, el momento cuando empezaba a sentirse más fuerte. Sentía su sangre latir más rápidamente y se sentía cada vez más fuerte con cada paso que daba. Estaba tan feliz de estar de vuelta en las atestadas calles de Roma, especialmente en este siglo. Estos patéticos humanos todavía estaban a cientos de años de distancia de cualquier tipo de tecnología y sistemas de vigilancia. Podía destrozar este lugar fácilmente con un corazón relajado sin tener que preocuparse de ser detectado.
Kyle dobló por la Via Del Seminario que en unos minutos se abrió para transformarse en una plaza grande y antigua, la Piazza Della Rotonda.
Y allí estaba. Kyle se quedó allí, cerró los ojos y respiró profundamente. Se sentía tan bien estar de vuelta. Justo del otro lado había un lugar que durante siglos había llamado hogar, una de las sedes de vampiros más importante del mundo: el Panteón.
El Panteón estaba allí, Kyle estaba feliz de verlo, como siempre, era un antiguo edificio de piedra maciza, la parte trasera se adentraba con una forma circular, y su frente estaba flanqueado por enormes e imponentes columnas de piedra. Durante el día, todavía seguía abierto a los turistas, incluso en este siglo. Fue sede de las turbas indecorosas de los seres humanos.
Pero por la noche, después que cerraban las puertas al público, los verdaderos dueños, los ocupantes reales de este edificio, llegaban: el Gran Consejo de los vampiros.
Vampiros de cofradías grandes y pequeñas, de todos los rincones del mundo, acudían todas las noches allí para asistir a todas las sesiones. El consejo resolvía todo tipo de los asuntos, otorgaba permisos o los quitaba. No pasaba nada en el mundo de los vampiros sin que ellos se enteraran y, en la mayoría de los casos, sin su aprobación.
Todo encajaba a la perfección. Originalmente, este edificio había sido construido como un templo a los dioses paganos. Siempre había sido un lugar de culto y de reunión de las fuerzas oscuras de vampiros. Para cualquiera que tuviera ojos era obvio: había odas a los dioses paganos, frescos, pinturas, estatuas por todas partes. Cualquier turista humano que se tomara el tiempo para leer la misión de este lugar podría darse cuenta de su verdadero propósito.
Y si eso no fuera suficiente, también todos los grandes vampiros estaban enterrados allí. Era un mausoleo viviente, el lugar perfecto para que Kyle y su clase llamaran hogar.
Mientras Kyle subía los escalones, se sentía como si regresara a casa. Caminó hacia las enormes puertas dobles de hierro, golpeó la aldaba de metal en cuatro ocasiones-la señal de los vampiros-y esperó.
Momentos después, las pesadas puertas se abrieron unos centímetros, y Kyle vio una cara que desconocía. La puerta se abrió más, lo suficiente para dejar entrar a Kyle, y luego se estrelló rápidamente detrás de él.
El enorme guardia, incluso más grande que Kyle, miró hacia abajo.
"¿Te están esperando?", le preguntó con cautela.
"No."
Haciendo caso omiso de la guardia, Kyle dio varios pasos hacia la sala, cuando, de repente sintió un apretón frío y helado en su brazo y se detuvo. Ardía de rabia, Kyle echaba humo.
El guardia vampiro lo miró con rabia similar.
"Nadie entra sin cita previa", espetó. "Vas a tener que irte y regresar en otro momento."
"Yo entro a todo lugar que quiera," Kyle hervía de nuevo. "Y si no sacas tu mano de mi muñeca, vas a sufrir mucho."
El guardia le devolvió la mirada, estaban en un punto muerto.
"Veo que algunas cosas nunca cambian," dijo una voz. "Está bien, puedes soltarlo."
No bien lo soltaron, Kyle se volvió y vio un rostro familiar: era Lore, uno de los asesores principales del Consejo. Se quedó allí mirando a Kyle, sonriendo, moviendo lentamente la cabeza.
"Kyle", dijo, "Nunca pensé verte de nuevo."
Todavía molesto con el guardia, Kyle se alisó la chaqueta y asintió lentamente. "Tengo negocios con el Consejo", dijo. "No puedo esperar."
"Lo siento, viejo amigo," Lore continuó, "hoy tenemos la agenda llena. Algunos han estado esperando durante meses. Hay cuestiones que resolver de los vampiros en todos los rincones del mundo, así parece. Pero si vuelves la semana que viene, podría ser posible que tengas un espacio."
Kyle dio un paso hacia adelante. "Tú no entiendes", dijo tensamente, "Yo no vengo de este tiempo. Vengo del futuro. Doscientos años en el futuro. De un mundo muy diferente. El juicio final ha llegado. Estamos al borde de la victoria, la victoria total. Y si no los veo de inmediato, habrá graves consecuencias para todos nosotros."
Cuando Lore le devolvió la mirada, se dio cuenta de la gravedad del asunto, y su sonrisa desapareció. Finalmente, después de unos momentos de tensión, se aclaró la garganta. "Sígueme."
Dio media vuelta y se alejó, Kyle lo seguía muy de cerca pisándole los talones.
Kyle pasó por un largo pasillo ancho, y en unos instantes, entró a la enorme sala. Era inmensa, abierta de par en par, con un techo circular muy elevado y pisos brillantes de mármol. La habitación era circular, y estaba bordeada por columnas ornamentadas y estatuas elevadas montadas sobre pedestales.
De pie a los lados de la habitación, había cientos de vampiros, de todas las posibles razas y credos. Kyle sabía que en su mayoría eran mercenarios, tan malvados como él. Todos observaban pacientemente mientras el Gran Consejo, en el lado opuesto de la habitación, se sentaba detrás de su banco y repartía su juicio. Sintió la tensión en la habitación.
Kyle entró, prestando atención a todo. Ir al Consejo era lo correcto. Podría haberlos pasado por alto, podría cazar a Caitlin por su cuenta, pero el Consejo tendría servicios de inteligencia que podrían guiarlo con mayor rapidez. Más importante aún, necesitaba su aprobación oficial. Encontrar Caitlin no era tan sólo una cuestión personal, sino también una cuestión de la mayor importancia para la raza de los vampiros. Si el Consejo lo apoyaba, y estaba seguro de que lo iban a hacer, no sólo tendría su venia pero también sus recursos. Podría matarla más rápido y regresar a su casa pronto, listo para terminar su guerra.
Sin su aprobación, no sería más que otro pícaro vampiro mercenario. Eso no le causaba ningún problema pero no quería pasar el resto de su tiempo cuidándose las espaldas: si actuaba sin su aprobación, podrían enviar vampiros para matarlo. Sabía que podría hacerse cargo, pero no quería perder el tiempo y la energía de esa manera.
Pero si ellos rechazaban su solicitud, estaba totalmente preparado para hacer lo que tenía que hacer para cazarla.
En definitiva, era sólo una formalidad más en un número sin fin de formalidades de los vampiros. Esta etiqueta era el pegamento que los mantenía unidos -pero también le molestaba sobremanera.
Cuando Kyle caminó al interior de la sala, observó al Consejo. Eran tal como los recordaba. Al otro lado de la cámara, los 12 jueces del Gran Consejo se sentaron sobre una tarima elevada. Vestían túnicas negras, duras, todos llevaban capuchas negras que cubrían sus rostros. No obstante, Kyle sabía cómo eran. Los había enfrentado muchas veces a lo largo de los siglos. Una vez, y sólo una vez, se habían quitado sus capuchas y había visto sus rostros grotescos y envejecidos, rostros que habían recorrido el planeta durante millones de años. El solo recuerdo lo hizo estremecer. Eran horribles criaturas de la noche.
Sin embargo, eran el Gran Consejo de su tiempo, y siempre habían vivido aquí, desde que habían construido el Panteón. Realmente era una parte de ellos, este edificio y nadie de su especie, ni siquiera Kyle, se atrevían a cuestionar sus dictámenes. Sus poderes eran demasiado intensos, y los recursos a su alcance demasiado vastos. Tal vez, Kyle podría matar a uno o dos de ellos, pero los ejércitos que convocarían, desde todos los rincones del mundo, finalmente lo cazarían.
Los cientos de vampiros en la habitación habían llegado a presenciar los juicios del Consejo, y esperaban el momento de su audiencia. Siempre se alineaban ordenadamente a los lados, prestando atención en un gran círculo, en la periferia, dejando el centro de la habitación totalmente abierta. Salvo por una sola persona. Siempre era la persona que tenía que estar frente a ellos en el juicio.
En ese momento, se trataba de una pobre alma, de pie, que temblaba de miedo frente a ellos y observaba sus capuchas inescrutables, a la espera de su juicio. Kyle ya había estado en ese lugar. No era algo agradable. Si no les gustaba el asunto que llevabas ante ellos, posiblemente, te mataban en el acto, por puro capricho. Nunca ibas delante de ellos a la ligera -siempre se trataba de una cuestión de vida o muerte.
"Espera aquí" Lore susurró a Kyle mientras se dirigía hacia el gentío. Kyle permaneció en la periferia, observando.
Mientras Kyle observaba, un juez asintió muy ligeramente y dos soldados vampiros aparecieron de ambos lado. Cada uno agarró uno de los brazos de la persona frente al Consejo.
"¡No! ¡No! "Gritó.
Pero no le sirvió de nada. Lo llevaron a la rastra mientras gritaba y luchaba, a sabiendas de que lo conducían a la muerte, y que nada de lo que dijera o hiciera podría salvarlo. Debió pedirles algo que ellos no habían aprobado, Kyle se dio cuenta, mientras los gritos del vampiro resonaban por toda la cámara. Por último, se abrió una puerta, lo llevaron afuera, y la puerta se cerró detrás de él. La sala quedó nuevamente en silencio.
Kyle pudo sentir la tensión en el aire mientras los demás vampiros se miraban entre sí, temiendo el momento de la audiencia.
Kyle vio a Lore acercarse a un asistente, junto al Consejo, y le susurró al oído. A su vez, el asistente se acercó a un juez, se arrodilló y le susurró al oído.
El juez volvió la cabeza muy ligeramente, y el hombre señaló a Kyle. Incluso desde esa gran distancia, Kyle pudo sentir los ojos del juez escondidos en su capucha perforarlo. A su pesar, Kyle sintió un escalofrío. Finalmente, estaba ante la verdadera maldad.
El encargado asintió, y esa fue la señal para Kyle.
Kyle se abrió paso entre la multitud y caminó directamente al centro del cuarto vacío. Estaba parado en el pequeño círculo en el centro de la habitación -el lugar. Sabía que si miraba hacia arriba, directamente encima de su cabeza estaba el agujero en el techo, el óculo, abierto al cielo. Durante el día, entraba un rayo de sol; ahora, al atardecer, la luz se filtraba y era muy débil. La habitación estaba iluminada principalmente por antorchas.
Kyle se arrodilló e hizo una reverencia, esperando que se dirigieran a él tal como lo exigía la etiqueta vampiro apropiada.
"Kyle de la Cofradía Marea Negra", un juez anunció lentamente. "Eres valiente para acercarte a nosotros sin previo aviso. Si tu solicitud no recibe nuestra aprobación, sabes que te arriesgas a la pena de muerte ".
No era una pregunta; se trataba de un comunicado. Kyle conocía las consecuencias. Pero él no temía el resultado.
"Lo sé, mi señor," dijo Kyle simplemente y esperó.
Finalmente, después de un ligero murmullo, se escuchó otro pronunciamiento: "Entonces, habla. ¿Qué es lo que quieres de nosotros? "
"He venido de otro tiempo. De doscientos años en el futuro."
Un fuerte murmullo emergió en toda la habitación. Un asistente golpeó tres veces el suelo con su bastón y gritó: "¡Silencio!"
Finalmente, el cuarto se calmó.
Kyle continuó. "Yo no hago viajes en el tiempo a la ligera, ya que ninguno de nosotros lo hacemos. Había una urgencia. En el futuro, en época en que yo vivo, habrá una guerra, una gloriosa guerra de vampiros. Comenzará en Nueva York y se extenderá desde allí. Es el Apocalipsis de vampiros que hemos soñado. Nuestra especie saldrá finalmente victoriosa. Vamos a acabar con toda la raza humana y la esclavizaremos. También vamos a acabar con las cofradías de vampiros benévolos, y a cualquiera que se interponga en nuestro camino.
"Lo sé, porque yo soy el líder de esta guerra."
En ese momento emergió otro rumor, seguido por el estruendo del bastón.
"Pero mi guerra no ha sido completada", gritó Kyle por encima del estruendo. "Aun hay un problema, una persona que puede arruinar todo lo que hemos logrado, que puede arruinar ese futuro glorioso para nuestra raza. Ella viene de un linaje especial y ha regresado en el tiempo, probablemente para escaparse de mí. He vuelto para encontrarla y matarla de una vez por todas. Hasta que lo haga, el futuro seguirá siendo incierto para todos nosotros.
"Hoy vengo ante ustedes para pedir permiso para matarla, aquí, en su ciudad y en su tiempo. También me gustaría su ayuda para encontrarla. "
Kyle bajó su cabeza y esperó. Su corazón latía muy rápido mientras esperaba el veredicto. Por supuesto, necesitaban tener su mejor interés para ayudarlo, y no veía razón para que no fuera así. Pero, de nuevo, estas criaturas que habían vivido por millones de años, más viejas incluso que él, eran completamente impredecibles. Nunca sabía cuál era la agenda de los doce y sus resoluciones siempre parecían tan arbitrarias como el viento.
Esperó en medio del espeso silencio.
Finalmente, se aclararon la garganta.
"Por supuesto sabemos de quien hablas" se escuchó la voz ronca de un juez. "Te refieres a Caitlin. De lo que será la Cofradía Pollepel. Pero, es, en realidad, de una cofradía diferente y mucho más poderosa. Sí, ella llegó ayer a nuestra época. Por supuesto, lo sabemos. Y si quisiéramos matarla nosotros, ¿no crees que lo haríamos?"
Kyle sabía que no debía responder. Necesitaban su pequeño punto de orgullo. Los dejaría terminar su discurso.
"Pero, admiramos tu determinación y tu futura guerra", el juez continuó. "Sí, la admiramos mucho."
Un silencio espeso se produjo nuevamente.
"Te permitiremos seguirla", continuó el juez, "pero si la encuentras, no la matarás. Vas a capturarla con vida y la traerás con nosotros. Preferimos disfrutar matándola nosotros y verla morir lentamente. Ella será la candidata perfecta para los Juegos."
Kyle sintió que hervía de rabia. Los Juegos. Por supuesto. Eso era todo lo que a estos vampiros ancianos y enfermos les importaba. Recordaba ahora. Convirtieron al Coliseo en una arena para su deporte de vampiro contra vampiro, vampiro contra humano, vampiro contra las bestias, y les encantaba verlos desgarrarse en pedazos. Era cruel, y a su manera, Kyle lo admiraba.
Pero eso no era lo que deseaba para Caitlin. Quería verla muerta. Punto. No era que le importara que la torturaran. Pero no quería perder el tiempo, dejar algo librado al azar. Por supuesto, nadie había escapado o sobrevivido a los Juegos. Pero al mismo tiempo, nunca se sabía lo que podría suceder.
"Pero, mis señores," Kyle protestó, "Como usted dijo, Caitlin proviene de un linaje poderoso y es mucho más peligrosa y difícil de alcanzar de lo que imagina. Solicito su permiso para matarla instantáneamente. Hay demasiado en juego."
"Todavía eres joven", dijo otro juez ", y así que vamos a perdonar tu comentario a nuestro dictamen. A cualquier otra persona, la hubiéramos matado en el acto."
Kyle bajó la cabeza. Se dio cuenta de que había ido demasiado lejos. Nadie nuca se había opuesto a los jueces.
"Ella está en Asís. Ahí es donde irás después. Ve rápidamente y no te demores. Ahora que lo has mencionado, no podemos esperar a verla morir ante nuestros ojos."
Kyle se volvió para irse.
"Y Kyle", uno de ellos lo llamó.
Él se dio la vuelta.
El juez principal se retiró la capucha, revelando la cara más grotesca que Kyle jamás había visto en su vida, cubierta de protuberancias y líneas y verrugas. Abrió la boca y sonrió con una sonrisa espantosa, mostrando los dientes amarillos y afilados y sus brillantes ojos negros. Él sonrió aún más: "La próxima vez que te presentes sin previo aviso, tú serás quien muera lentamente."
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