Kitabı oku: «Obsesionada », sayfa 3
"El jefe nos ha enviado aquí por una razón. ¿Por qué iba a querer interrogar a la que llamas 'niña loca' si no creyera que pudiera ayudarnos? Kyle quiere encontrar a Scarlet Paine. Esa chica", señaló a María, "es lo más cerca que vamos a estar de encontrarla y tal vez poner fin a todo esto. Si ella sabe algo, entonces estoy muy segura de que el jefe va a querer saberlo.”
El Oficial Waywood negó con la cabeza.
“Está bien", dijo, regresándole el walkie-talkie. "Es tu carrera la que está en juego, no la mía. Que el jefe piense que estás loca.”
La Oficial Marlow le arrancó el dispositivo e hizo clic en el botón.
"¿Jefe? Es Marlow. Estoy en el instituto con la testigo.”
El walkie-talkie crujió.
La Oficial Marlow hizo una pausa, sopesando sus palabras. "Ella dice que va a ver una guerra de vampiros. Dirigida por Kyle. Y la única persona que puede detenerla es Scarlet Paine.”
Sintiéndose como una tonta, alzó la vista hacia las cejas levantadas de su compañero. A continuación, el walkie-talkie sonó de nuevo y se escuchó la voz del jefe de la policía.
“Voy para allá.”
CAPÍTULO SEIS
Scarlet tosió y se limpió el polvo de sus ojos. Su mente era un remolino mientras trataba de encontrarle sentido a lo que estaba sucediendo a su alrededor. En un momento los inmortalistas estaban avanzando hacia ella y Sage, al siguiente se escuchó una tremenda explosión que sacudió el castillo. Luego, el techo se había derrumbado, con todo y ladrillos, maderas y baldosas pesadas.
Scarlet miró a su alrededor y vio que estaba en un cucurucho de escombros. Estaba tan oscuro que apenas se podía ver. Una gruesa capa de polvo obstruía sus pulmones, y se le hacía difícil respirar.
“¿Sage?" Scarlet gritó en la oscuridad.
Algo se agitó a su lado.
“¿Scarlet?" se escuchó la voz de Sage. "¿Eres tu?"
El corazón de Scarlet saltó al darse cuenta de que su amado seguía vivo. Se arrastró sobre las rocas y el polvo hasta el cuerpo encorvada de Sage. No bien llegó a su lado, apretó sus labios contra los de él.
"Te tengo", ella susurró.
"Scarlet, es demasiado tarde", él respondió.
Pero Scarlet no estaba escuchando. Puso sus brazos alrededor de su torso desnudo y lo jaló para que se sentara. Él se dejó caer, estaba débil, apenas podía mantener su cuerpo erecto.
"¿Qué pasó?", él dijo, inspeccionando los daños, su voz sonaba un poco más que un graznido.
"No tengo idea", respondió Scarlet.
Miró a su alrededor, y esta vez notó la maraña de inmortalistas tirada por el suelo, o atrapada debajo de las vigas del techo y los bloques de ladrillo y piedra. Las llamas se elevaban en varias áreas, como si fueran extraños arbustos color naranja.
Octal yacía inmóvil sobre el piso. Su bastón estaba a su lado, roto por la mitad, y la cruz en la punta que había estado clavándole a Sage estaba en llamas. Scarlet no podía decir si Octal estaba o no muerto, pero ciertamente parecía que no iba a hacer ningún daño por el momento.
Entonces, Scarlet reconoció entre los escombros el fuselaje de metal retorcido de un avión militar. Ella jadeó.
"Fue un avión", dijo. "Un avión militar se estrelló contra el castillo."
Sage negó con la cabeza, la confusión cruzaba su frente.
"No hay ninguna razón para que un avión esté aquí", él respondió. "El castillo se encuentra en el medio de la nada."
"A menos de que lo estuvieran buscando," Scarlet terminó la oración por él, mientras caía en la cuenta. "A menos que me estuvieran buscando."
En ese momento, un montículo de ladrillos se movió y Sage hizo una mueca cuando se estrelló contra su pierna.
"Tenemos que salir de aquí", respondió Scarlet.
No sólo estaba preocupada del peligro del edificio dañado -sino también por los inmortalistas. Tenían que escapar antes de que recobrarán el conocimiento.
Se volvió hacia Sage.
"¿Puedes correr?"
Él la miró con los ojos cansados. "Scarlet. Es demasiado tarde. Estoy muriendo."
Ella apretó los dientes. "No es demasiado tarde."
Él agarró las manos de Scarlet entre las suyas y se quedó mirándola fijamente a los ojos. "Escúchame. Te quiero. Pero tienes que dejarme morir. Se acabó."
Scarlet apartó su cara él y se enjugó la lágrima que caía de su ojo. Cuando se volvió, extendió la mano y puso el brazo de Sage por encima de su hombro, poniéndolo de pie. Él gritó de dolor y se hundió en ella. Cuando ella comenzó a guiarlo a través de los escombros y de las columnas de humo, dijo:
"Esto no ha terminado hasta que yo diga."
*
El castillo estaba en completo desorden. Aunque el avión que se había estrellado era pequeño, el daño al antiguo edificio había sido colosal.
Scarlet serpenteó por los pasillos mientras las paredes se derrumbaban a su alrededor. Sostenía firmemente a Sage a su lado y, gimiendo de dolor, él se dejó caer contra ella. Estaba tan débil y frágil a Scarlet se le partía el corazón. Todo lo que quería era llevarlo a un lugar seguro.
En ese momento, oyó gritos que venían de atrás.
“¡Se están escapando!!”
Con desazón, Scarlet se dio cuenta que estaban recobrando el conocimiento, que a pesar de que su castillo estaba destruido y muchos de sus hermanos yacían heridos y estaban muriendo a su alrededor, los estaba conduciendo su deseo de venganza.
"Sage", dijo Scarlet, "vienen por nosotros. Tenemos que ir más rápido.”
Sage tragó saliva e hizo una mueca.
"Voy lo más rápido que puedo."
Scarlet trató de apresurar el paso, pero la debilidad de Sage hacía lenta la marcha. Tenía que dejar de correr. Tenía que encontrar un lugar seguro para esconderlo para que por lo menos pudieran decirse adiós.
Miró por encima de su hombro y vio a varios inmortalistas acercarse. Allí, en la parte de atrás, medio oculto por las sombras, vio a Octal. Entonces, no estaba muerto.
A medida que el grupo se acercaba más, Scarlet vio que la mitad de la cara de Octal había sufrido quemaduras graves. Debía estar teniendo un dolor significativo y, sin embargo, todavía quería dañarla y también a Sage. Le entristecía pensar que el amor entre ella y Sage indignara tanto a los inmortalistas.
De pronto, un estruendo tremendo hizo saltar a Scarlet, y una repentina ola de agua helada la empapó. Miró por encima de su hombro izquierdo y vio que todo un lado del castillo se había derrumbado en el mar, lo que creó una poderosa ola que se estrelló en ellos.
Oyó gritos y se volvió hacia atrás para ver a las inmortalistas caer en el mar. Caían tan rápidamente que ni siquiera tenían tiempo para moverse a un lugar seguro y, tan pronto como llegaban a las olas, el mar furioso se los tragaba.
Cuando las baldosas comenzaron a ceder bajo sus pies, Scarlet empujó su espalda contra la pared del pasillo y empujó a Sage con su brazo. El agua negro se movía varios pies por debajo de ellos. De repente, Scarlet sintió como si estuviera haciendo un precario equilibrio sobre el borde de una montaña.
La única persona de pie en el otro lado de un amplio abismo era Octal. Scarlet sabía que le llevaría no más de unos pocos segundos atravesar volando el espacio entre ellos. Pero, en cambio, se decidió a mirar.
Él piensa que no hay esperanza. Él piensa que vamos a morir.
"Rápido", dijo a Sage. "Antes de que caigamos en el mar."
La ola del mar frío golpeó su cara mientras lo conducía por la cornisa. Con cada paso, el suelo se desprendió y caía en el mar. El corazón de Scarlet se aceleró por la angustia. Rezó para que pudieran salir del castillo y estar en un lugar seguro.
"Vamos," le dijo a Sage. "Sólo unos pasos más."
Pero tan pronto como las palabras salieron de sus labios, las baldosas bajo los pies de Sage cedieron. Él sólo tuvo tiempo para mirarla a los ojos antes de que el suelo cediera totalmente, y se desplomó hacia la oscuridad.
“¡Sage!" Scarlet gritó, con su mano extendida, tratando de alcanzarlo.
Pero él se había ido.
Scarlet levantó la mirada hacia el otro lado del abismo y vio una sonrisa dibujarse en el rostro horriblemente desfigurado de Octal.
Sin vacilar un segundo, Scarlet saltó de la cornisa como un nadador desde un trampolín, y se precipitó hacia abajo, hacia la figura de Sage cayendo. Segundos antes de que cayera al mar, ella lo alzó en sus brazos.
"Te tengo," ella susurró, sosteniéndolo contra su pecho.
Sage era pesado. Scarlet sólo podía flotar. Estaban apenas a una pulgadas por encima del agua traicionero. No podía volar porque eso le revelaría a Octal de que habían sobrevivido y enseguida lanzaría un ataque contra ellos.
Fue entonces cuando a su derecha vio unas cuevas. Estaban esculpidas de forma natural, erosionadas, durante siglos, en la roca sólida por el mar. El castillo debe haber sido construido en su parte superior.
Scarlet no perdió tiempo. Voló a la cueva, con Sage en sus brazos, y lo sentó sobre el suelo. Él se dejó caer hacia atrás y gimió.
"Estamos bien," le dijo Scarlet. "Lo logramos."
Pero ella estaba empapada y temblaba. Le castañeteaban los dientes mientras hablaba. Cuando tomó la mano de Sage, se dio cuenta de que él estaba temblando también.
“No lo logramos", él dijo finalmente. "Te lo he estado diciendo todo el tiempo, me voy a morir. Esta noche."
Scarlet negó con la cabeza, haciendo volar sus lágrimas de sus mejillas.
"No", dijo.
Pero entonces se dio cuenta de que era inútil. Sage se estaba muriendo. Era realmente cierto.
Ella lo tomó en sus brazos y dejó que sus lágrimas cayeran libremente. Rodaron por sus mejillas y por el cuello. Ya no se molestó en secarlas.
Scarlet estaba a punto de pronunciar sus despedidas cuando notó un extraño brillo proceder de debajo de su camiseta, justo donde estaba su corazón. Ella sacudió la cabeza, pensando en un principio de que estaba alucinando. Sin embargo, el resplandor se hizo más fuerte.
Miró hacia abajo y se dio cuenta de su collar estaba radiante con una luz blanca que se derramaba a través de las bisagras. Metió la mano en su playera y lo sacó. Nunca había podido abrir el collar pero algo le dijo que esta vez sería diferente. Cuando deslizó una uña en el pestillo, se dio cuenta de que sus lágrimas habían estado goteando sobre él. Tal vez habían desbloqueado, de alguna manera, el colgante.
Las dos mitades plegadas se abrieron y la luz blanca inundó la cueva, iluminando a Scarlet y a Sage. En el medio de la luz resplandeciente había una imagen. Scarlet la examinó. Era un castillo en el medio del mar, pero no era el castillo Boldt. Éste era más alto y más angosto, más como una torre elaborada que un castillo real.
Scarlet sacudió el hombro de Sage.
"Mira", le dijo.
Sage logró abrir sus ojos cansados por la mitad.
Scarlet lo oyó tomar una inhalación brusca.
“¿Sabes donde está?", ella le preguntó.
Sage asintió. “Lo sé"
Luego, dejó caer su cabeza hacia atrás en su regazo, estaba exhausto.
Algo dentro de Scarlet le dijo que donde quiera que este lugar estuviera, era algo importante. Y si Sage lo conocía, entonces debía ser significativo para los inmortalistas. ¿Por qué su collar le mostraba un lugar así? ¿Y por qué sólo se abrió cuando sus lágrimas cayeron sobre él? Sin duda, era una pista.
Scarlet cerró el collar y el resplandor blanco desapareció, llevándose consigo la imagen del castillo torcido en el medio de un mar embravecido. De alguna manera, supo, dentro de ella, que si llevaba a Sage a ese castillo, él iba a vivir. Pero se le estaba acabando el tiempo.
Reclinó al inconsciente Sage sobre su espalda. Era pesado, pero esta vez Scarlet estaba más determinada que nunca, y estaba más segura de que había alguna esperanza. Ella se elevó al cielo.
Ella lo salvaría. No importaba lo que se necesitara hacer.
CAPÍTULO SIETE
Caitlin se esforzó por recuperar el aliento mientras caía por el cielo nocturno. No bien Caleb había golpeado el botón de expulsión, el avión ya no estuvo a su alrededor. Estaba en el aire negro de la noche, cayendo hacia el mar embravecido.
Miró a la derecha, buscando a Caleb. Él no estaba allí. Con angustia, miró a su alrededor y, finalmente, vio a Caleb por encima de ella, con su paracaídas desplegado. Estaba señalando su cuerda del paracaídas. Ella no podía oírlo por el sonido del aire rugiente.
Entonces se dio cuenta: él estaba tratando de decirle que tirara de su cordón. Ella lo hizo y de un vez la caída en picada se detuvo mientras su cuerpo hacía un chasquido. Pronto todo estuvo en calma. Ella se movía, flotando, el paracaídas blanco se extendió abierto por encima de ella como alas de ángel.
Caitlin respiró profundamente varias veces para calmar su corazón acelerado. Volvió a mirar a Caleb y lo vio levantar sus dos pulgares. Caleb, que tenía mucha más experiencia con este tipo de cosas, logró maniobrar su caída y estaban casi al mismo nivel.
“¡Va a ser frío!", le gritó a ella.
Caitlin miró hacia abajo. El agua estaba muy cerca, y antes de que tuviera la oportunidad de pensar de las olas congeladas que la golpearían, una enorme explosión hizo temblar todo el mundo.
Presa del pánico, Caitlin miró a su derecha para ver que el avión se había estrellado contra algo. Se dio cuenta, con una sensación de hundimiento,que era el edificio que había visto en el horizonte, el que sus sentidos le habían dicho que era donde se encontraba Scarlet.
"¡No!" gritó.
Llamas y pedazos de fuselaje en llamas cayeron en el mar mientras una enorme columna de humo se elevaba en el aire negro.
Entonces Caitlin cayó en el mar.
Caitlin se quedó sin aliento cuando golpeó contra el agua helada. Estaba tan frío que se sentía como si sus huesos se hubieran convertido en hielo.
Pero la punzada aguda causada por el mar glacial palidecía en comparación con la angustia en su corazón. Un momento después, el edificio donde, Caitlin estaba segura, estaba su hija, estaba en llamas. Observó, como si fuera un sueño, cuando el techo se derrumbó. Un momento después, toda la pared que daba al mar se derrumbó, abriendo un profundo agujero en el exterior.
“¡Caitlin!" escuchó la voz de Caleb que venía de una cierta distancia.
Caitlin sacudió la cabeza y regresó a la realidad. Caleb estaba nadando hacia ella, ya se había desprendido su paracaídas que flotaba lejos, empujado por la fuerte corriente.
“¡Quítate el paracaídas!" Caleb le ordenó al segundo que estuvo a su lado.
Caitlin se quitó eso pesado, sintiéndose más ligera al instante. Sin embargo, su cuerpo todavía estaba cansado, y su ropa empapada la jalaba hacia su abajo.
"Tenemos que llegar a tierra," dijo Caleb.
Él puso su brazo alrededor de su esposa. Podía sentir que estaba temblando violentamente. Estaba tratando de ser fuerte para ella, pero en realidad estaba igualmente en peligro.
"¿Crees que puedes nadar así de lejos?" él agregó, señalando el desmoronamiento del castillo de Boldt.
Caitlin apretó los dientes castañeteando.
"¿Y si el avión la golpeó?" ella logró decir.
Caleb negó con la cabeza. "No lo pienses."
"No puedo evitarlo. Es nuestra hija. Y si-"
Pero Caleb no la dejó terminar. Él apretó su mano sobre el corazón de Caitlin.
"Si ella está muerta, lo sabrías," dijo. “¿No es así? Si puedes percibir a nuestra hija, la seguiste a este lugar, entonces lo sabes en tu corazón. Estoy en lo cierto, ¿verdad? "
Caitlin se mordió el labio.
"Sí", dijo, por fin. "Tienes razón. Lo sabría si ella estuviera muerta. Lo sentiría.”
Pero, aun mientras decía las palabras y, a pesar de que ella lo creía, no podía evitar sentir la misma sensación de miedo. Incluso si Scarlet estuviera viva, sin duda todavía estaba en peligro.
Caitlin sintió que sus brazos comenzaban a fatigarse de pedalear en el agua durante tanto tiempo.
"¿Qué vamos a hacer?", le gritó a Caleb. "La única tierra está en esa dirección."
Ella señaló el castillo de Boldt, el agujero abierto en su pared. Caleb siguió su dedo extendido.
"Lo sé," él dijo con inquietud.
Caitlin asintió. Mechones de pelo mojado se pegaban a su cara. Se los quitó y empezó a nadar hacia el castillo.
En ese momento, un ruido llamó la atención de Caitlin. Sonaba como un chirrido distante, de naturaleza mecánica. Era algo familiar. Se escuchaba cada vez más fuerte.
Caitlin miró por encima del hombro a Caleb.
"Un helicóptero", dijo.
Caleb hizo una pausa a mitad de una brazada y se quedó mirando hacia el cielo mientras el ruido se hacía más y más fuerte.
“¿La policía?", dijo. "No puede ser que todavía nos estén persiguiendo, ¿o sí? A menos de que estuvieran monitoreando el avión.”
Repentinamente, Caleb golpeó palmas de las manos abiertas contra el agua, haciendo un gran chapoteo. Pero el ruido fue casi completamente ahogado por las aspas del helicóptero que zumbaban mientras se acercaba rápidamente.
Su rostro se dejó caer en la resignación.
"Prepárate", dijo. "Esto se va a poner mucho más peligroso."
*
Les tomó varios minutos nadar hasta el castillo de Boldt. El lado más cercano a Caitlin y Caleb había quedado totalmente destruido, era donde se había estrellado el avión. Piedras y escombros habían caído en el mar, creando una especie de pendiente que ahora ellos estaban subiendo. Era algo precario pero finalmente lograron entrar al castillo Boldt.
Había un fuerte olor a combustible del avión en el aire, que se mezclaba con el olor del polvo, el humo, y la sal del mar. Caitlin escuchó un clamor a lo lejos, de gente gritando, discutiendo y gritando de dolor. Supo de inmediato que el edificio había estado en una pieza antes del impacto del avión, y que, gracias a ella, mucha gente había resultado herida. Ella se estremeció, su cuerpo congelado estaba atormentado por la culpa.
Caitlin estaba completamente desaliñada, su cabello era un desastre, después de saltar desde el avión y ser empujada por las olas, era un conjunto de rastas empapadas. Su ropa estaba rota en varios lugares. Caleb se veía igual de desaliñado.
"¿Y bien?", él dijo. “¿Puedes sentirla?”
Caitlin se llevó un dedo a los labios para que se callara. Trataba de sentir a su hija, de dejar que sus instintos le dijeran dónde estaba, pero ella estaba luchando por agarrarse a algo tangible. El helicóptero rugiente que estaba dando vueltas por encima de ellos, el calor proveniente del fuego, los gritos procedentes de los heridos, todo se agolpaba en su mente y entorpecía sus habilidades.
"No puedo sentirla," Caitlin susurró, sintiéndose derrotada.
Caleb se frotó la barbilla. Caitlin se dio cuenta de que estaba al borde de la desesperación. Deseaba poder hacer algo para ayudarlo, pero su mente estaba demasiado frenético centrada en Scarlet.
"¿Está en alguna parte del castillo?" preguntó Caleb.
A pesar de sus intentos por ocultarlo, Caitlin podía percibir la exasperación en su voz. Ella lo había llevado a este lugar, lo había obligado a saltar de un avión, y ahora ni siquiera podía decirle si había estado en lo cierto o no.
Ella cerró los ojos y trató de calmar su mente.
"Creo que está," dijo finalmente. "Creo que está aquí, en alguna parte."
“Entonces, busquemos", replicó Caleb.
Se dio vuelta para irse, pero Caitlin lo agarró del brazo.
"Tengo miedo", dijo.
“¿De lo que podríamos encontrar?"
Ella sacudió su cabeza.
"No", dijo, "de ver el daño que he causado."
Caleb se acercó y le apretó la mano.
Avanzaron por el castillo. Caminaron con cuidado porque el piso bajo sus pies se veía inestable. Cuando Caleb de repente se detuvo, bloqueando el paso de Caitlin con un brazo extendido, ella supuso que había algún tipo de obstáculo delante. Pero cuando estiró la cabeza para mirar por encima del hombro de Caleb, su boca se abrió de asombro. Un poco más adelante había cientos y cientos de hombres y mujeres. Algunos de ellos estaban volando, otros flotando, y todos estaban enfrentando a un hombre que era más alto que cualquier humano que Caitlin hubiera visto jamás. Él tenía al menos el doble del tamaño de un hombre normal. La mitad de su rostro estaba quemado al rojo vivo.
"¿Qué es él?" Caitlin susurró a su marido.
Caleb se limitó a sacudir la cabeza.
Caitlin se estremeció. Como nunca antes era apremiante encontrar a su hija. Estas personas extrañas la estaban desconcertando, especialmente el hombre gigante con su rostro desfigurado.
“Por aquí," le dijo Caleb en voz baja.
Lo más silenciosamente posible, se arrastraron lejos, pegados a las sombras donde la multitud no pudiera verlos. Entonces, Caitlin puso su mano sobre el brazo de Caleb para detenerlo. Miró hacia atrás.
"¿Qué es? ¿Qué pasa? "
"Scarlet", dijo Caitlin. "No puedo sentirla más."
"¿Quieres decir que no está aquí?" Caleb la desafió.
Caitlin retrocedió al escuchar la furia en su voz.
"Creo que se ha ido a otro lugar," dijo en voz baja, sintiéndose derrotada y desesperada. "Podía sentirla antes, en el lugar por donde entramos, pero cuanto avanzamos en el castillo, se vuelve más débil. Creo que ella se fue antes de que llegáramos aquí. Se fue cuando llegamos.”
Con exasperación, Caleb se pasó las manos por el cabello.
"No puedo creerlo", murmuró en voz baja.
En ese momento, desde el helicóptero una luz fuerte iluminó el castillo. Estaba bajando a través del techo colapsado.
“¡Está tratando de aterrizar!", exclamó Caleb con incredulidad.
La multitud en la gran sala empezó a dispersarse, la gente corría y volaba por todo el lugar.
"Tenemos que irnos", Caitlin le dijo a su marido.
"Lo sé", respondió. "¿Pero cómo?"
“Por aquí," dijo Caitlin, tirando de su brazo.
Lo condujo por la gran sala. Gracias al helicóptero que estaba descendiendo, ninguna de las personas extrañas en la sala pareció darse cuenta de que las dos figuras que corrían por la habitación eran desconocidos. Las aspas del helicóptero estaban creando un mini tornado en la habitación, levantando columnas de humo que aumentaban el caos.
Caitlin y Caleb salieron de la sala hacia un corredor sombrío. El humo era espeso allí y la luz tenue. Caitlin y Caleb corrieron por el pasillo hasta una puerta. Caleb la empujó con el hombro y la puerta se abrió revelando el mundo exterior.
“¡Por ahí!", Caitlin exclamó, examinando su entorno.
Caleb miró hacia donde ella señalaba.
Un poco más adelante, bajando unas escaleras de piedra que venían del castillo, había un pequeño estacionamiento con espacio suficiente para cuatro o cinco vehículos. Entre ellos había una motocicleta.
Corrieron hacia la motocicleta. No tenía ningún seguro ni candado.
Fueron varios los intentos antes de que él pudiera encender el motor, el motor rugió y vomitó humo a la vez. Para entonces, la gente que estaba en la iglesia en ruinas había comenzado a salir.
"Rápido", gritó Caitlin, saltando a la parte posterior detrás de Caleb. "Ahí vienen."
Pero antes de que Caleb pudiera acelerar y partir, las sirenas de la policía empezaron a sonar en las inmediaciones.
Él arrancó, tratando de evitar a la gente que disparaban del castillo. Saliendo del castillo Boldt iban tras ellos los policías que habían llegado en helicóptero. A toda velocidad por la oscuridad, por el sinuoso camino, varias patrullas de policía se dirigían hacia ellos, sus luces parpadeaban furiosamente.
"¿Y ahora qué?", exclamó Caitlin.
Caleb la miró. Y aceleró el motor.
"Ahora te aprietas fuerte", dijo.
Caitlin tuvo el tiempo justo para poner sus brazos alrededor de su cintura antes de que la moto se dispara a toda velocidad.
*
La moto se sacudía por la carretera. Caitlin estaba agotada. Apoyó la cabeza sobre la espalda de Caleb, confortada por el palpitar constante de su corazón, y contempló la oscuridad de la noche. Pero sabía que no podía descansar. Scarlet necesitaba su ayuda y no había manera de que pudiera descansar, ni siquiera por un momento, mientras ella estuviera en peligro.
“¿Tienes alguna idea?" gritó Caleb por encima de su hombro, luchando para que Caitlin escuchara por encima del viento y las sirenas de la policía que los seguían. “¿A dónde vamos?"
Caitlin se dio cuenta de que él estaba tratando de mantener la calma y estar sereno, pero estaba tan agotado como ella.
"No puedo sentirla" Caitlin a gritos. "No ahora."
Caleb no dijo nada, pero Caitlin vio que sus manos se tensaron contra el manubrio con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos.
La moto avanzaba velozmente, aumentando gradualmente la distancia entre ellos y las patrullas de la policía.
El camino era un camino rural estrecho. Empezaba a subir una colina. Pronto, el terreno cayó fuertemente a un lado mientras había un acantilado en el otro. Con náuseas, Caitlin se agachó detrás de la espalda de Caleb para protegerse. El viento bailaba con su pelo.
En ese momento, sintió que algo vibraba en su bolsillo. Seguramente no podía ser su teléfono celular. Pero cuando Caitlin puso su mano en su bolsillo descubrió que su teléfono celular de hecho había sobrevivido a la caída en el mar. No había tenido recepción antes, pero ahora había surgido de repente a la vida, parpadeando porque tenía un mensaje de voz.
Caitlin marcó su correo de voz y escuchó la voz apresurada de Aidan en el otro extremo.
"Caitlin", dijo. "¿Dónde estás? Necesitas llamarme ahora mismo.”
El mensaje terminó. Eso era todo. Ella iba a presionar el servicio de rellamada, pero perdió la señal.
“¡Maldita sea!", Exclamó.
"¿Qué pasa?" Caleb dijo por encima de su hombro.
"Necesitamos detenernos," respondió Caitlin, dándose cuenta que la batería de su celular estaba en el uno por ciento.
"No puedo detenerme," replicó Caleb. "La policía está detrás de nosotros. Primero tenemos que alejarnos de este lugar.”
En ese momento, Caitlin vio una cueva cortada a un lado del acantilado.
“¡Allí adentro!", exclamó.
Caleb captó enseguida, girando el manubrio de la motocicleta con precisión de experto y se desvió y deslizó al interior de la cueva, levantando polvo antes de detenerse.
Tan pronto como se detuvieron, Caleb se volvió hacia su mujer. "¿Puedes sentir a Scarlet?"
"No", respondió Caitlin. "Mi teléfono funciona. Tengo que llamar a Aidan.”
En ese momento, las patrullas de la policía que los estaban siguiendo se rebasaron la pequeña cueva donde Caitlin y Caleb estaban ocultos.
Caitlin tomó su teléfono celular y marcó el número de Aidan, rezando para que la batería le durase lo suficiente. Aidan respondió a la tercera llamada.
"Te has tomado tu tiempo", dijo.
"He estado un poco ocupada," respondió Caitlin, pensando en el viaje en avión y el desplome en el mar. "Entonces, ¿qué era lo que tenías que decirme?"
Caitlin escuchó el sonido de la voz de Aidan en el otro extremo del teléfono mientras arrastraba sus pies y buscaba entre sus libros y papeles. Ella sentía crecer su frustración.
"Por favor, ¿puedes darte prisa?" lo apuró Caitlin. "No me queda mucha batería."
"Ah, sí", dijo al fin.
“¿Qué es?" exigió Caitlin. "¡Dime!"
"Dime el canto de nuevo. Dime el canto que es la cura.”
Caitlin buscó en su bolsillo y sacó las notas que había escrito al estudiar el libro. Pero estaban empapados y la tinta se había corrido. Ella cerró los ojos y trató de visualizar la página tal como la había leído. Las palabras comenzaron a aparecer en su mente.
"Soy el sol el cielo y la arena,
Soy el polen en el viento.
Soy el horizonte, el matorral, el brezo en la colina.
Soy hielo,
Soy nada,
Estoy extinguida. “
Caitlin abrió los ojos y las palabras desaparecieron de su mente. Hubo un largo momento en que Aidan se quedó en silencio.
Caitlin quería gritarle que se diera prisa.
“¡Caitlin!" dijo al fin. "Lo tengo. ¡Lo tengo!"
"Dime," Caitlin respondió a toda prisa, sintiendo que su corazón se aceleraba.
“¡Hemos sido tan tontos! ¡No es para nada un canto.”
Caitlin frunció el ceño.
"¿Qué quieres decir? ¿Cómo puede no ser un canto? No entiendo."
"Quiero decir que el canto no es la cura", respondió Aidan, balbuceando sus palabras en su excitación. “¡El canto es una pista para llegar a la cura!"
Caitlin podía sentir su corazón latir con expectativa.
"¿Cuál es la pista, entonces?", preguntó.
“¡Caitlin! Piénsalo. Es un enigma. Son direcciones. Que te está diciendo de que vayas a una parte.”
Caitlin sentía que se le drenaba la sangre de la cara mientras repasaba las palabras en su mente.
"Soy el mar, el cielo y la arena", repitió en voz baja. Entonces, de repente, se dio cuenta. "No. No estas diciendo- "
"Sí", respondió Aidan. "S. P. H. I. N. X ". ___
"La ciudad vampiro," Caitlin susurró en voz baja.
Por supuesto. Antes de que Scarlet se sumergiera en el peligro, Caitlin había estado tratando de encontrar la cura, de encontrar una manera de convertir a su hija de un vampiro en un ser humano. Ella pensó que las palabras en la página necesitaban ser leídas a Scarlet para poder curarla, que había encontrado la cura. Pero no. Lo que había encontrado eran las instrucciones que la llevarían a la cura. Caitlin había dejado su angustia innata como madre anular al investigador sensato y lógico que necesitaba ser en ese momento, el que necesitaba darse cuenta de que el enigma no era una cura, sino un mapa.
"Gracias, Aidan," ella dijo apresuradamente.
Su teléfono se apagó.
Caitlin miró a la cara expectante de Caleb.
"¿Y bien?", dijo.
"Ya sé a dónde vamos a ir", respondió Caitlin, sintiendo una punzada de esperanza por primera vez en mucho tiempo.
Caleb levantó una ceja y miró a su esposa.
“¿A dónde?", dijo.
Caitlin sonrió.
"Vamos a Egipto.”
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