Kitabı oku: «Sello de Sangre»
SELLO DE SANGRE
ÁNGELES GUARDIANES III
Nathan Burkhard
Primera edición en ebook: Junio, 2021
Título Original: Sello de Sangre – Ángeles Guardianes III
© Nathan Burkhard
© Editorial Romantic Ediciones
Diseño de portada: Olalla Pons - Oindiedesign
ISBN: 9788418616402
Prohibida la reproducción total o parcial, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, en cualquier medio o procedimiento, bajo las sanciones establecidas por las leyes.
Cuando solo existen riesgos.
Cuando el ganar esta en tu vocabulario.
Pero giras y giras y no ves muchas opciones.
Simplemente caes por tanto girar, viendo un mundo casi diferente.
Cuando la maldad del mundo rodea tu espacio, encierra tu alma y trata de obstaculizar tu camino.
El destino conspira para seguir su rumbo y no hay hombre, no hay fuerza extrema que te aleje de tu misión.
La misión a la cual fuiste asignado desde tu concepción.
Donde un sacrificio de amor vale más que la oscuridad de nuestro mundo.
“Vive O Muere. Decide y caminarás, en tus manos tienes la verdad”
Nathan Burkhard
Cuando eres pequeño no sabes cómo caminar, hablar, pero tienes una mano que sostiene tu cuerpo y te levanta en cada caída y a lo largo del tiempo vas aprendiendo a valerte por ti mismo.
Sin embargo, yo estuve acostumbrado a tener la atención de todos aquellos a mi alrededor, pensando que el mundo giraba a mi entorno, sintiéndome inigualable, perfecto o intocable en otras palabras, de la misma manera le pasaba a ella, hasta que nuevas generaciones llegaron a su vida desplazándole como un trapo viejo alrededor del camino, esas atenciones y abrazos fueron fingidos de una u otra manera, haciéndole dudar de lo era, haciéndole dudar de lo que sentía.
Vivir de mentiras que te abruman, calumnias que te destruyen lentamente, haciendo un pequeño agujero sin que te des cuenta, pero cuando giras te encuentras con un vacío en el suelo, contemplando cuan profundo es para poder saltar sin peligro.
He vivido tantas cosas, que aprendí una dura lección, la vida siempre te devuelve lo que hayas hecho a lo largo de ella, si hiciste cosas buenas hay veces que suelen pasarte muchas cosas malas, pero no te desanimes algún día lograras obtener tu recompensa, aunque la gente que hace cosas malas tienden a no pagar por un largo tiempo, pero pude aprender que ellos pagan cuando nosotros obtenemos nuestra recompensa, creo que de esa manera balanceamos el bien y el mal y no arriesgamos el balance de nuestras vidas, de nuestra existencia y de nuestro mundo.
Siempre pensé que la vida es como una ruleta rusa en constante movimiento que va entre juegos y tretas, obligándote a aprender su truco día a día, mostrándote las cosas más crueles como una pantalla automática y entre ellas su equipo más destacado en hacer daño, las personas.
Las personas, algunas como sanguijuelas que absorben tu vida, absorben tu sangre hasta dejarte varado en medio de la nada, otras que juegan con tus sentimientos, ni hablemos de las que solo tienen un motivo destruir y hacer daño, mientras que un grupo muy pequeño nos puede brindar la mano.
Sin lugar a duda, pongamos en tela de juicio a todo nuestro alrededor, los amigos, si es que se pueden llamar a algunos amigos, con sonrisas falsas bajo la manga, palmadas en la espalda y la puñalada
¿Acaso hemos regresado a la guerra fría?
Aunque fría tiene el alma, de eso que no te quepa la menor duda.
Con palabras al oído, tan dulces como la miel quien no dudaría en confiar en ellos, sobre todo tu familia ¿Es capaz de traicionarte?
Sí, es capaz de traicionarte, hasta qué punto su ambición les lleva a destruir a su familia, a sus hermanos o a sus propios padres.
Hay cosas que uno simplemente no puede llegar a entender, esta vida es difícil y sobre todo será más difícil si estás rodeado de gente que obstaculiza tu camino y tus metas, será un reto a seguir pero estaré gustoso de participar, con la misión en el alma, la marca en la espalda, no hay hombre no hay fuerza que pueda alejarme de la misión que tuve desde mi concepción.
Hay veces que imagino que camino en medio de un largo camino pero angosto espacio, un suelo blanco que a su alrededor solo encuentro al mar con tiburones esperando a que caiga para poder devorarme, poder sacarme de mi orbita, de mi centro y de mí mismo, pero voy pisando firme, con la mirada en alto, con las alas extendidas, con mis manos limpias, mi mente en blanco y mi corazón herido con las ganas de curar cada puñalada del destino ensañado conmigo.
Afrontando cada mal paso, cada mala decisión, no dejes que los demás te desplacen de tus sueños con mentiras, de tus anhelos con falsas fantasías o que te hieran con tantas cosas que inventan, recuerda estamos en un mundo que inventa nuevas cosas, inventan más cosas e instrumentos para el mal que curas para la enfermedad.
Siempre la verdad te libera de la prisión más grande, tu mente y conciencia, pero un consejo que te doy si quieres encaminarte en este mundo, en este espacio de vida, donde el reloj tiene los cambios justos, las horas exactas para poder seguir, el amor, la honestidad, el seguir con es eterno afán de ayudar te convertirán en personas de bien, con grandes corazones e ideales para hacer de la vida algo con sabor y no algo sin sentido, agrio y asqueroso como algunas personas de las cuales se toparan en tu camino. Vive con intensidad, sin miedo a errores, sin miedo a problemas, estos vienen y se van, jamás perduran, pero los que perduran son las personas malas que rodean, nos rodean, pero también habrá personas buenas que se quedarán contigo hasta el final.
Disculpa si divague, mi historia no termina allí, sigo atando cabos para poder descubrir, armándome de valor y enfrentar las cosas como deben ser, tratando de no convertirme en un ser oscuro por la crueldad del mundo, y convertirme lentamente en ese ser que mis padres despreciaron por años, pero estaré gustoso de tener la espada en alto, encontrar un camino sin pisar mal, encontrar una luz en la oscuridad, una señal en cielo para poder encontrar mi destino, un destello para poder luchar con el enemigo y un corazón para terminar con lo malo, lo frustrante que es vivir en un mundo sin sueños.
Un motivo para poder emprender un viaje largo, luchar y no echarme hacia atrás, una motivación para dar mi vida por todos ustedes y no cambiar de parecer, aprender a amar y dejar el odio atrás, olvidar y caminar.
Intenten reiniciar sus vidas, siéntanse libres y respiren aire limpio y puro, denme un motivo para no destruir lo que hay en mi camino, lo que hay en su mundo, ya que en mis cortos años lo único que he visto es crueldad, desde que nací fui en busca de personas buenas que me hagan cambiar la decisión que tome, pero encontré a muy pocas que están dispuestas a darte la mano cuando caigas, a brindarte aquel abrazo cuando más lo necesites y entregarte un corazón nuevo cuando tengas el tuyo roto y marchito de tanto llorar.
Espero ver un futuro sin gente morir por nuevas armas, a gente destruirse por dinero y poder, mujeres que lloran por sus hijos al verlos morir por algún ser perverso que no midió sus fuerzas creyéndose un superhéroe, gente dañando gente, gente dañando a animales, gente dañándose a sí misma, hambruna, pandemias, caos y destrucción, para que contarte todo esto si lo ves día a día en los noticieros, en tu vida cotidiana, es repúgnate ver como malgastan sus vidas distorsionando su verdadero sentido, es repugnante como gastan la última oportunidad que les daremos para cambiar, su última oportunidad para vivir.
“El bien y el mal son el mismo mal que nos hunde de una u otra manera”
Max Pschillizer.
CAPÍTULO 1:
METAMORFOSIS PARADÓJICA.
Quizás la hora era la inadecuada, verla siempre a la sombra de su hermano mayor era lo peor, maldecía el momento en que ella fuese parte de su mundo, de su raza y de esa cultura sin un objetivo o meta clara. Aquellos ojos azules, lo habían cautivado de manera poderosa, pero aun así, ella jamás le pertenecería, por más que ambos se amaran, por más que ellos deseasen estar juntos.
Pero él no lo pensó dos veces aquella noche, era la única manera en la que nadie se la arrebataría, era la única manera de ganarle a su hermano.
Linus. Heredero al trono, futuro rey y guardián del poder de Dios.
Escabulléndose por el palacio, tomó sus vestimentas y salió del palacio, montó a su caballo y fue rumbo a la casa de la bella dama que le había robado el corazón como todo sentido común y cordura, cuando logró ver la pequeña casa, escondió el caballo en uno de los tantos caminos, desplazándose por las calles como una sombra tenebrosa, logró adentrarse a la pequeña y cómoda casa que el Rey había dispuesto para ella.
Recorrió los pasillos hasta encontrar la habitación de esa muchacha, abrió la puerta y encontró a una Triored muy joven, era tan solo una adolescente, bella y ya una mujercita lista para desposarse, lista para ser reina y madre, aunque ella jamás supo que el príncipe solo la había visto a causa de su hermano menor. Nunca supo que Linus se fijó en ella con la intención de arrebatarle lo único que le quedaba a él, su cariño y amor.
Sonrió al verla, recostada, dulce y tranquila, la observó por horas al pie de la cama, hasta que supo que era el momento, no faltaba mucho para que la noche terminara y diera paso a los primeros rayos del sol, se acercó a ella, tomando delicadamente sus manos las llevó encima de su cabeza, despertándola con un beso en los labios —“Hola” —murmuró.
Ella quiso gritar, pero al ver de quien se trataba, pudo respirar tranquila —¿Qué haces aquí? —le preguntó somnolienta y asustada de que la guardia lo viera allí, ya que tenía prohibido recibir visitas sin escolta o carabina. Y estaba prohibido recibir la visita del príncipe Leudaroj.
—Solo quería verte —dijo acongojado —Necesitaba verte.
—No nos hagas esto, por favor. Debes irte, te mataran si te ven aquí —exclamó ella angustiada.
—¡Quiero morir! —exclamó él sin miedo —No puedo aguantar el hecho que tú seas para él y no mía. Él es el primogénito, tiene el reino, tiene el poder. Por qué ha de tener a la chica también y justo tú... Él sabe que te amo y por eso lo hace.
—Son las leyes de nuestro mundo. Las leyes de tu padre, no puedo hacer nada al ser la elegida y prefería del Rey.
—¡Entonces vámonos! Vámonos de aquí, bajemos a la tierra y vivamos como humanos.
Tiored abrió los ojos como platos, viendo miedo y terror en aquella mirada, con las fosas nasales extendiéndose —No podremos sobrevivir ¡Nos perseguirán!
—¡Te amo! ¡Te amo y no quiero dejarte! No con él, todo menos él —se inclinó sobre ella y antes de que pudiera besarla, una luz roja se expandió separándolo de manera brusca de la joven, Leudaroj fue lanzado hacia la pared de la pequeña habitación, no había tenido oportunidad de poder responder al ataque, cayó y cerró los ojos lentamente al ver una borrosa figura masculina acercarse a la joven, tomarla entre sus brazos y sacándola del lugar —¡Triored! —murmuró cerrando los ojos.
En medio de la sala, los grilletes de titanio que lo ataban al suelo no lo dejaban moverse en medio de aquel círculo que había visto por años, aquella marca que reconoció desde el primer momento en que abrió los ojos, el círculo del juicio. Estaba en medio del círculo de Triessag hecho cielo, el joven príncipe trató de erguirse pero el dolor acudió a él, entonces sonrió con cinismo, era típico de su hermano, del recto, el poderoso, el elegido, no era tan bueno como muchos creían.
Levantó la mirada y vio que no estaba solo, estaba en el salón del juicio, aquel salón en donde Hades y Milausky fueron enjuiciados, y quien más podría llevarlo hasta allí, nada más y menos que su adorado y gentil hermano mayor, el muy cínico estaba de pie delante de él mientras que su padre Adrex, el rey y soberano del mundo de los ángeles no decía absolutamente nada, nada por protegerlo del castigo que le sería impuesto.
—Veo que despertaste —la voz plana y sin sentimientos era típica de Adrex.
—Gracias por el pequeño descanso forzado padre —las palabras escaparon de su boca, sin medir las consecuencias, sintiendo el golpe de manera inmediata.
No retrocedió ante la dura mirada que cruzó el rostro de su padre, quien volvió a levantar la mano con la palma aun ardiendo, dispuesto a darle otro golpe y luego otro, pero Leudaroj, le sujetó la muñeca con una mano, mientras la marca rojiza se extendía sobre sus dos mejillas en un contraste con la palidez de su rostro masculino.
Sus cabellos negros como el ébano, sus ojos verdes jade, la mandíbula apretada, puños apretados a sus costados, había cometido una falta grave a su corta edad —¿Cómo pudiste atreverte? —dijo tensamente Adrex, mientras sus manos avejentadas aun temblaban por la ira contenida.
—¿¡Atreverme!? ¿Atreverme? Ella era mía, yo le amo. Yo le amo y tú sabías eso, pero aun así decidiste que era para Linus —le recriminó a su padre —Que su vida perteneciera a Linus.
—Esas son las reglas —espetó —La protegida del Rey, la elegida por el pueblo debe desposarse con el primogénito, pudiste escoger a otra mujer, pero eres obcecado y terco.
—¡Son tus reglas! Tú lo decidiste, tú elegiste a mi hermano mayor sobre mí. Él tiene el trono, la herencia y el poder, porque ha de tenerla a ella también. Pero ahora tienes las consecuencias, un hijo que no solo ha perdido tu respeto, sino que te odia hasta lo más profundo de sus entrañas —sonrió con cinismo, para luego sentir nuevamente otra bofetada pero aún más fuerte que las dos primeras.
Sacó la lengua tomando los hilos de sangre que sobresalían de la comisura de sus labios, solo para escupirlos a los pies de su padre —Tú hiciste tu elección esta noche. Solo apresuré más las cosas, desde un inicio fui el hijo repudiado —quiso hacer frente, mostrarse duro, pero el dolor era evidente en su voz.
—Eres solo el hijo maligno que me dio el señor —recriminó amargamente el Rey.
—No hables de Dios, como si él no supiera bien como son las cosas en este mundo, acaso crees que no sé cómo es la tierra, acaso no saben todos aquí que pisas la tierra una vez al año por que estás enamorado de una mujer humana.
—¡CALLA! —le advirtió rojo de ira, mientras que sus ojos negros se iluminaron.
—¡NO! Esa es la verdad —apretó los dientes sin borrar la sonrisa de su rostro —Por qué ocultarla. Cuando no eres tan perfecto como los demás creen.
Un joven Linus quiso acercarse solo para romperle los dientes a ese ángel condenado, pero Miaka lo detuvo —No te metas, debes dejar que tu hermano escarmiente.
—Pero como puedes estar así de tranquilo, cuando mi propio hermano ha roto sus propias reglas, es un delito que no puede permitirse en nuestra casa, eso es típico de los demonios y sus pecados, pero nosotros no podemos ser corrompidos con ese tipo de acciones —espetó el joven, asqueado de lo que escuchaba de ese ser que no era de su especie.
—Sabes bien que ella es mía. Y tú no podrás evitarlo —soltó una risa bisoña y ronca, pero aun así disfrutaba del momento —Yo nací para gobernar —sus ojos verdes brillaron con malicia mientras el brillo de su mirada y su poder resplandeció —Pero aun así decidí apartarme, mientras la tuviera a ella, nada importaba.
—¡CALLA! —su padre elevó nuevamente la mano.
—Podrás golpearme nuevamente, una y otra vez pero Triored será mía y ni tú ni nadie podrá detenerme. En ésta o en otra vida, ella será siempre mía.
Linus desobedeciendo a su guardián, se acercó a su hermano deteniéndose frente a él, y antes de que pudiera reaccionar lo tomó del cuello, cortándole la respiración —La ira del gran Linus ¡Sucesor del trono! ¡Sucesor de una mierda! —despotricó.
—¡Cállate! —bramó con seguridad.
—Tú no eres mi Rey —espetó Leudaroj.
—En eso tienes razón. Yo no seré tu rey —Adrex no pudo detener a su hijo, ya que antes de que pudiera hacerlo, Linus formó un campo de protección rodeándoles para que nadie interfiriera en lo trataba de hacer —Pero tampoco serás un príncipe.
Golpeándolo nuevamente, Leudaroj cayó de rodillas, antes de atacarle extendió las alas para poder luchar, pero su hermano se apoderó de ellas arrancándoselas sin compasión, el ángel condenado gritó ante la sensación de ardor, de dolor mientras que éstas eran arrancadas lentamente de su espalda.
Sin que nada pudiera detenerlo, el balance de su mundo se había visto amenazado, la tierra que ese ser nuevo sin alas pisaba comenzó a caer a pedazos mostrando el fuego del infierno —No llegaras a ser nada. Solo un esclavo condenado por querer tener algo que jamás será tuyo —dijo el mayor de los hermanos con fría autoridad.
Pero esa alma condenada no se amilanó, tomó el pie de su verdugo asegurándole algo —Tú te arrodillaras ante mí, te quitaré lo que más ames en la vida. Nos veremos en otra vida ¡Hermano! —y se soltó cayendo a las profundidades de un mundo que nunca le perteneció.
La caída fue dura, la sensación de ardor, de frío, hizo que su cuerpo no solo cambiara, sino que le hizo aún más débil de lo que solía ser, lo habían arrojado de su tierra, de aquella tierra que le pertenecía por derecho, le habían arrebatado lo que él consideraba suyo. Cansado por el agotador viaje, quedó en el suelo por horas, solo para despertar siendo diferente y ver que pertenecía a un mundo oscuro, un mundo al que siempre vio como un mundo destruido por un Dios que nunca supo comprender.
CAPÍTULO 2:
SILENCIO PODEROSO
Cerró con fuerza los ojos ante el vago recuerdo de su condena, la sensación de ardor, de dolor, de cómo su cuerpo caía por un abismo amargo, en cómo fue convertido en ese ser perverso y despreciable, el recuerdo aún permanecía fresco tanto en su mente como en su cuerpo, su vida era una copia barata de la historia de Hades y Uran, pero no comenzó con una simple disputa de poder y obtener terreno, comenzó por el amor de una mujer, esa mujer que fue su perdición, esa mujer a la que amo y no tuvo agallas de matar con su propia mano.
Sin más se llevó los dedos hacia los labios, apretó la mandíbula, pero aun así no pudo evitar recordar y quitar el sabor amargo de su boca —Siempre desee que fueses mía —un extraño sentimiento recorrió su espina dorsal, permaneció inmóvil, irritado consigo mismo por permitirse sentirse de esa manera.
Supo que el amor que le tenía a Triored podía ser solo más que una vana obsesión que lo lanzó a la inevitable catástrofe, pero no era así, la amó en su momento, pero le fue arrebatada por Linus, sí, Linus era su hermano mayor, el joven prodigio, el sabelotodo, el que tendría mayores beneficios por ser primogénito. Él no deseaba revancha, no deseaba poder ni congratulaciones después de una batalla o menos ganar una guerra, solo quería una familia y su error fue comentarle a su padre que deseaba la mano de aquella dama, le había hablado en varias ocasiones a su padre que amaba a Triored, pero como siempre, el favoritismo de Adrex era conocido, haciendo lo posible para alejarlo de lo único que él deseaba en la vida, condenándolo a no pisar terreno de Ángeles, condenándolo a hacer esclavo de los demonios, pero se equivocaron, logró trepar día a día un lugar en el reino demoniaco con la única oportunidad de poder ver a Triored una última vez, poder tenerla, pero fue tarde, demasiado tarde.
Para cuando lo hizo, aquel amor no era ni la sombra de aquella joven alegre y apasionada, Linus la había destruido, lográndola ver en su antiguo reino, ella estaba en medio de la oscuridad sentada en los jardines con una muy pequeña Alox en brazos, las guerras habían terminado por esos años, los Guardianes Oscuros tenían permitido pisar tierras enemigas con el único objetivo de dar inicio a sus reuniones anuales, donde debían guardar y respetar la tierra y promover la paz y deshacerse de sus verdaderos enemigos, los Axiul`s, y ese era el momento adecuado para él cruzar ese umbral, verla, decirle que aún la amaba y que no importaba nada.
Al tenerla tan cerca quiso acercarse pero entonces vio a su hija, aquel fruto que Linus anhelo no solo por amor sino por posición, por tener un lugar seguro en el trono, por tener asegurado un reino y el poder. Sonrió al verla, negó con la cabeza y retrocedió, entonces supo que Sagira era la mejor opción, la única opción para poder tener un aliado dentro, un rostro y una mujer que le conseguiría todo por odio y amor.
Quizás Natle solo fue parte de un daño colateral, las circunstancias no ayudaron a que el conocido demonio, Piora, lo hiciese una venganza personal, solo deseaba el lugar que su hermano le arrebato por ser el favorito de su padre, aquel padre que lo desprecio y lo dejó caer en lo más bajo por darle a su hermano mayor a la mujer que el más amó.
La venganza que tenía en manos no era solo porque Natle era hija de su hermano, nada tenía que ver con ello ya, todo eso era parte de un pasado y el destino se había encargado de poner a la hija de la mujer que amó en su camino, un camino que seguiría solo para conseguir demostrar a todos que Dios no era tan poderoso, todo era y simplemente una jugarreta del propio destino. Cerró los ojos nuevamente, apartando cada amargo recuerdo, cada sensación de derrota y se dio cuenta que mandarme a lado de Natle solo había causado más problemas de los necesarios, él jamás pensó que el destino haría que ambos hermanos se enfrentaran en una guerra por poder y dominio. Supo entonces que aún seguía siendo débil, el amor que le profesaba a Triored aún muerta le impedía arrancarle el corazón a su hija y esperaba que el último sucesor varón al trono de los guardianes lo hiciera como era debido, despertando odio, celos y sobre todo duda, algo a lo que nosotros los hombres nos carcome aún más que a las mujeres.
Para ello me envió dando justo en el clavo, Joe era aún más celoso de lo que yo pensaba, ni yo lo era tanto, éramos rivales, sin saber que un secreto más nos acompañaba a ambos, un lazo oculto que solo una sola persona guardaba por el bien de todos. Si bien los planes de Piora era que Natle cayera en un colapso emocional, con Joe en el camino solo lograba que ella se aferrara a la vida y que diera su alma misma por su salvación, pero si él la dejaba, ella no lucharía por nada que fuese ella misma, volviéndose egoísta, volviéndose lo que él siempre esperó.
Levantando su copa en un silencioso brindis, la oscuridad no le permitió ver más allá de su soledad, su vida había sido convertida en un laberinto, dio una sonrisa ante tantos recuerdos, sin saber que su victoria estaba más lejos de lo que él mismo creía, no tenía la remota idea de que ambos jóvenes habían unido sus vidas, sus almas y sus corazones, ni yo mismo lo supe hasta que fue demasiado tarde, ya que hubiese hecho todo lo posible para que esa unión no se diera, aunque mi vida se extinguiera en el proceso, pero creo que es algo que nos sorprendió a todos al final.
Eternos amantes, sobrevivientes a una guerra sin fin, obteniendo almas y dejándolas marcadas en el proceso, teníamos ya el inicio a nuestra libertad, lo que nuestros padres y antepasados no pudieron conseguir en años de lucha y guerra.
Con la tonta y absurda idea de que Natle regresaría a sus dominios, esperó sentado en su trono con una copa llena en mano, esperando algún movimiento, pero las horas corrían, carcomiéndole por dentro, esperaba ansioso su llegada, perdiendo el poco autocontrol que le quedaba. Entonces sintió una leve caricia en los hombros haciéndolo estremecer, volvió el rostro solo para ver a su prometida, aquella mujer que poseyó con hambre por el simple hecho de olvidar a la verdadera mujer que deseó a su lado, ella intentó darle algo de diversión, a lo que él se negó.
—¡Ahora no! No estoy de ánimos para tus juegos y mimos —espetó con rudeza, quitando bruscamente la mano de su hombro.
Su amante misteriosa al ver su rostro pétreo, no podía dejar pasar ese momento tan vulnerable de Piora —¡Querido, tranquilízate! Toma todo con paciencia para tu bien y el mío.
—¡Tan solo vete! No me des prerrogativas que ni yo mismo puedo ahora aguantar, necesito respuesta ante cualquier cosa que sucede en esta casi mañana —no deseaba que la hermana de su antiguo amor le diera mimos, besos, simplemente se negaba a tocarla ese día, simplemente quería olvidar que ella existía y tenerla cerca no ayudaba en esos momentos.
—¿Aún la recuerdas verdad? —indagó ella, frunciendo la boca en un gesto despreciativo.
—Por qué no me dejas en paz, Sagira ¿Obtuviste lo que deseabas no? Tuviste también tu venganza —le advirtió el hosco.
—Pero qué gano con ello. Cuando su recuerdo aún me atormenta y tú no puedes olvidar a una mujer que solo te despreciaba.
—¡Cállate Sagira! —le dirigió una mirada centellante, ignorando el gesto de cólera en los labios de ella.
—Sí, duele verdad. Ella siempre me dijo que recordaba a ese muchacho desesperado por competir con su hermano, aquel repugnante muchacho —se acercó a él, enjaulándole en su propio trono con sus manos.
Volvió el rostro, lanzándole una mirada asesina ante aquellas palabras, la empujó con brusquedad haciéndola caer de bruces hacia atrás por sus impertinentes palabras —¡Te advertí que callaras! —con una explosión de movimiento se puso de pie viendo como el color de Sagira se iba de sus mejillas —¡Te dije que callaras!
—A qué le temes —siguió ella con firmeza —Temes que se entere el reino de los demonios que eres un caído, un ángel condenado a ser lo que eres, que eres hermano de Linus —sin poder evitarlo sus labios rojos se curvaron en una sonrisa sardónica —O que Moth, Ferryen y Sarah se enteren que no eres su padre —gritó ella, sin miedo a las represalias.
—Crees que me importa —frunció el ceño mientras que sus labios se formaron en una línea apretada —Tú tampoco te salvarías. Eres un ángel camuflado en las tierras más bajas del mundo —hizo una pausa, acercándose a ella lentamente, mientras que ella tan solo retrocedió, arrastrándose —Eres una más, una escoria más en este mundo, un ser ruin, no te des aires de grandeza que no eres absolutamente nada ¡ABSOLUTAMENTE NADA! —le recalcó.
—No olvides que tuviste una hija con esta escoria —le recordó, mientras que sus ojos brillaban con un ligero tono de satisfacción.
En ese momento Sarah cubrió su boca amortiguando sus gritos ante ese descubrimiento, intentó recuperar su atención, su juicio, intentó asimilar lo que escuchaba detrás de la puerta, mordió su mano amortiguando sus sollozos, siguiendo de pie, escuchando la conversación de esos dos seres que desconocía en ese momento, mientras que sus lágrimas cayeron silenciosamente sobre sus mejillas.
—No olvides que yo te di una hija, la única hija que pudiste tener, aunque dudo mucho que lo lograras —sin medir sus palabras, Piora se acercó a ella tomándola del cuello y levantándola sin miedo alguno de dañarla.
—Y tú no olvides que aun te mantengo con vida por ella, agradece que pudiste concebir un hijo.
—Si no me sueltas —trató de respirar y sacarse de encima a Piora —Les diré a esas chicas que tú solo eres el malnacido, el malnacido que mató a sus padres solo para obtener poder.
—Di algo y saldrás igual de dañada que yo. Recuerda que tú eres reemplazable, yo no —apretó más su cuello —Siempre le tuviste envidia de su belleza, a su generosidad, ella es única ¡Ella era única! Pero la odiaste más cuando Linus se fijó en ella y no en ti.
—¡Sí! Por eso tuve el privilegio de matarla cuando pude.
Sarah había ido al despacho solo para contarle a su padre que amante intentó matar a Natle en su ausencia, pero se encontró escuchando como una discusión de aliado y cómplice rompía secretos ocultos, mostrando la verdad de la situación. Escondida entre la oscuridad del palacio, no pudo enfrentarse a ese nuevo problema que se presentaba en su vida, quiso regresar a sus aposentos, olvidar lo escuchado, pero solo se obligó a cerrar los ojos y tratar de salir de allí sin ser vista, hasta que de la nada una mano pesada cayó sobre su hombro.
Sarah quiso gritar, pero se mordió la lengua evitando hacer algún sonido que los pusiera en advertencia sobre su presencia, quedándose quieta, sintió una respiración cerca de su oído y luego la voz conocida que le susurró —Es de mala educación escuchar conversaciones ajenas.
Tratando de tomar aire al saber quién era, lo vio de soslayo, era el hijo de Olimpus, aquel muchachito de cabellos largos y con rastas sujetadas en una coleta alta —Para ser una princesa estás muy mal educada —susurró con una sonrisa en sus labios.
Llevándose una mano al pecho trató de explicarle lo que estaba sucediendo a Olid, a su mejor amigo, su aliado —¡Diablos! ¿Qué te pasa? Casi me matas del susto.
—Tu padre seria quien te mate por escuchar conversaciones ajenas —susurró dándole un beso en los labios.
—Lo dudo. Él piensa deshacerse de mí antes de tiempo.
—Deja de decir tonterías ¿Cómo puedes decir eso de tu padre?
—¡Baja la voz! —le ordenó —Como si se detendría por ello. Es por eso que lo digo, él acaba de confirmármelo sin enterarse de ello.
—Creo que estas paranoica y escuchando cosas que no son —y antes de que terminara de decirle algo más, una tercera voz se sumó a esa conversación, llamando la atención de los dos jóvenes.
Olid sin poder evitarlo sujetó a Sarah de la cintura pegándola a su cuerpo y tapándole la boca para que no dijese nada —Shhhh —le señaló con el dedo índice indicándole que guardara silencio, ambos vieron por la ranura de la gran puerta a alguien que jamás, jamás pensaron ver pisar el infierno.
—¡OH DIOS MÍO! —dijeron ambos al unísono al ver de quién se trataba.
Piora la soltó al sentir la presencia de alguien más en ese lugar, volvió el rostro, entonces lo vio a la distancia, sonriendo ante aquella visita inesperada, giró sobre sus talones, sentándose en su trono, inhibiéndose de ir y tocarle para salir de dudas y ver que era real, su rostro oculto entre las sombras —No esperaba ciertamente tu visita. Jamás pensé que tú vendrías, en mi larga vida no pensé verte aquí, en mi territorio —soltó una carcajada —Siempre supe que tú serías quién diera el primer paso y me elegiría.