Kitabı oku: «Los muertos pasean desnudos», sayfa 2
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Tierra
abrazada tierra
en actitud de condolerse
de mi precariedad
tierra
señora y dueña
amantísima amante
la abracé
digo
a punto de no ser.
LA RÍA EN U
1
Habitamos el viaje
no el lugar
la textura anodina de los tiempos
el mensaje sin habla
la rareza de ser sin el reflejo
habitamos el aire
el impulso tardío
la respuesta feraz
adelantada
a la pregunta
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Y vi la Ría
la Ría en U
la placenta del alma
umbilical el signo
del hallazgo
me sumergí sin ver en la espesura
sin ver pero sabiendo
en el instinto ardiente del reclamo
que era el lugar
el tiempo
la eléctrica señal
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Aguas sacramentales en la sima
lenguas y formas
alborotadas apariencias
de recibirme como
nada
ni
nadie
me habló o predijo su destino
lenguas de aves frenéticas
de carnívoras plantas
de envolvente oleaje en que la historia
de lo que fui o soñé no tuvo par
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La Ría en U
Usumacinta
Urdimbre
Umbría
Ucumari
Ubicua
Ubérrimo
Ulcerante
Uistití
Undida
Unisonancia
La Ría
en
U
5
Mi corazón es una masacre
escuché entre las sombras
del plumillo y el cedro
entre plantas epifitas
junto a las mariposas de la tarde
y los escarabajos
La Ría en U
sólo se oía el canto de los pájaros
el balbuceo de las embarcaciones
la acompasada arteria de la corriente
zumbando más abajo de las aguas visibles
más abajo
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Más abajo otras aguas
debajo de las aguas
otras
aguas
otro latido decisivo
deslumbrante festejo de lo vivo posible
llave secreta de la eternidad.
más abajo otras aguas
formaciones volcánicas
escuché
que quedaron temblando
entre millones de años
y ahora
algo
las hace sucumbir en el delirio
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Bebí esas aguas en su hilillo salobre
cenizas
vibrantes humedades
marejada entre labios impensables
sacudiendo mi pobre lengua hambrienta
mi lengua sá/é/dica
elevando las voces de la noche
hacia un punto en que todo era posible
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A toda luz
todo fue cierto
y toda Luz fue
Cierta
así te vi
así te di tu nombre de relámpago
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Como el lobo marino de dos pieles
así la Ría en U
me ofrecía dos lenguas sucesivas
tres lenguas en impulso
que cambiaban el mundo de mi historia
envolviéndome como
succionándome como
como un gran maremoto cuyo eje
se repite y envuelve su propia ola
la envuelve cada vez
en oleaje
esa es la ola/tiempo
la ola del nacer y del morir
me adentro en el tumulto de su fuerza
y viene y viene y viene
y yo me ahogo en ella
y yo la bebo
y viene una vez más
otro y otro oleaje
que me nace y me pare
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La Ría en U
revoloteo
entretanto
mi lengua se ha hecho caracol
casi inconsciente
tragada en la vorágine
por el ciclón dulcísimo
remolino dijera
dijera santo seña
dijera
por la fuerza centrífuga
del agua milagrosa
ella me traga y yo
al mismo tiempo
la trago
más suave que un suspiro
de humedad y calor
y la guardo
y la guardo
y la hago ya memoria
huracán de memoria
y la guardo dijera
en el cuenco arenoso
de la memoria
que hizo la memoria.
(Panamá/Santiago, 3 / 4 de marzo 2009)
LOS SUICIDAS
Los suicidas conversan plácidamente
se saludan
preguntan por la familia
si algo anda mal expresan
su profunda consternación
y le desean una pronta mejoría
los suicidan van al bar preferido
beben un aguardiente de finas perforaciones
y dejan una propina normal
ni más ni menos
una propina normal
los suicidan van al correo postal
preguntan por una carta extraviada hace tiempo
donde le ofrecían un trabajo
que ahora no le vendría nada mal
los suicidas ocultan unas botellas
bajo la tierra
a vista y paciencia de dos caballos
que pastan en la tarde
miran los suicidas
se obstinan
en la escena perdida
de una tarde nohualhue
y de pronto
se hace la luz
se hace el recuerdo
y el recuerdo fluye victorioso
como un lieder de schubert
o un pincel de durero
los suicidas entran al cine
de la mano de una mujer de nombre pálido
los suicidas se baten a duelo
los suicidas se baten en retirada
los suicidas alzan la copa y brindan
los suicidas alzan el vuelo
los suicidas nadan contra la corriente
los suicidas
nada
los suicidas no se andan con chicas
una chica con la que anduvieron
en los caminos polvosos de la aldea
tiene que ver
pre
ci
sa
men
te
con la historia
de la apabullante memoria
por eso
los suicidas
no (se) andan
con chicas
los suicidas sueñan con un hijo
y le escriben con qué derecho
te he traído a este lado
de la realidad
desde la realidad escriben los suicidas
una carta con encendida calma
en la que queman los últimos cartuchos
se queman las pestañas
se queman el alma en la puerta del horno
los suicidas beben agua en grandes cantidades
según el consejo de la campesina
y se cohíben cuando una señora
que apenas conocen
le reprochan el consumo de sal
el consumo de alcohol
el consumo de amor
prometen enmendarse en el futuro
y entonces la señora que apenas conocen
complacida con esta promesa
les da de nuevo con un palo y duro
también con una soga
ay, césar
yo no sé
los suicidas jamás escribirían
jamás entonarían
jamás llevarían el compás
jamás jamás jamás
de esa canción piaf
el suicida sí se arrepiente
de muchas cosas se arrepiente
del exceso de sal
del exceso de alcohol
del exceso de amor
y de otras
otras cosas
IMAGEN OLMECA
Me gusta esa mujer
con las rodillas juntas
y los brazos cruzados
y los ojos cerrados
y la cabeza gacha
y la mollera cruda
Yo voy a esa mujer
con las rodillas juntas
y los brazos cruzados
y los ojos cerrados
y la cabeza gacha
y la mollera cruda
yo voy a esa mujer
¿Ha pensado en el sueño
de abrirnos las rodillas
de descruzar los brazos
de despertar los ojos
de elevar la cabeza
de ardernos la mollera?
Me gusta esa mujer
Yo voy a esa mujer
tiene un ala y yo tengo
la garra
yo sueño esa mujer
pareciera
que a veces
también ella
me sueña.
ELISABETH SCHWARZKOPF
Alguien canta en mi oído
alguien cuenta en mi oído
que se fue que se ha ido
amada voz le digo
no sé si a quien me cuenta
no sé si a quien me canta
amada voz repito sin soltar una lágrima
esa mujer me amó se lo digo tranquilo
ni me arrugo ni chillo
se lo digo al pasar
no sé si a quien me cuenta
no sé si a quien me canta
se lo digo al pasar
como si no dijera
esa mujer
le digo
me sentó en sus polleras
nos besamos
le digo
con cierta alevosía
Esto ocurría en Bucarest
en la Ópera de Bucarest
para ser más exacto y evitar desmentidos
podríamos incluso precisar una fecha
digamos por ahora que fue por los setenta
una tarde de niebla
una noche de nieve
cuando nos desplomamos uno en sueños de
otra
y cruzamos las piernas en actitud de ruego
en actitud de ciego
en actitud de fin
Porque fue más o menos lo que ocurrió esa
noche
cuando ella y yo escuchamos
yo su temblor de nieve
ella mi arteria torpe
que corría y corría
hasta hallar el torrente que hoy me dijo en el
canto
que se fue nuestra Elisabeth
nuestra cómplice niña
mientras yo susurraba
no sé si a quien me canta
no sé si a quien me cuenta
cómo abrace esa noche su respiro de fuego
y la hice mi respiro
no sé si a quien me canta
no sé si a quien me cuenta
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