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MODERNIDAD, DESARROLLO Y MODERNIZACIÓN COMO PROYECTOS DE GUBERNAMENTALIDAD

El siglo XX representa para Latinoamérica y para Colombia el in- greso como fuerza del capitalismo en su forma industrial. En este sentido —para lograr que todos los procesos, formas, mecanismos y saberes se adecúen a las nuevas formas de gobierno—, se requie- ren estrategias de materialización de los principales postulados y prácticas que lo harían posible. La elección de las formas de control intencional asumida por los gobiernos nacionales tomó el nombre de modernización de las estructuras estatales. Este proceso de mo- dernización incluyó estrategias económicas, educativas, sociales, de producción de imaginarios sociales30 relacionados con el rechazo a la intervención norteamericana y al imperialismo; de esta manera se constituyeron nuevas subjetividades que se afianzaron en torno a la modernidad. De aquí que en esta parte del trabajo se realicen las relaciones y distinciones entre modernidad y modernización, y la descripción general de las teorías del desarrollo como formas de saber que sustentan las formas de gobierno y su incidencia en la uni- versidad colombiana de la segunda mitad del siglo XX.

DE LA MODERNIDAD A LA MODERNIZACIÓN

Ran, ciencia y sujeto. El proyecto de modernidad se concibe como el sueño de las sociedades por orientarse, definirse e ingresar en la lógi- ca del conocimiento, la razón, el Estado, la ciencia y el hombre sujeto

30 En varios momentos del trabajo se utiliza la categoría imaginario para referir una espe- cie de “mundo imaginario” que fue construido por las transformaciones del capitalismo de mediados del siglo XX en Colombia, que a su vez produjo una particular manera de constituir los sujetos en relación con la modernización y la universidad. La “performati- vidad” de la vida por la ciencia, la necesidad creada de desarrollo, los ideales de ciencia, tecnología e innovación, la intervención y la transformación de la naturaleza, las luchas políticas, la violencia y los procesos revolucionarios que producen en los sujetos, espe- cialmente los vinculados a la universidad, identificaciones que se convirtieron en un campo propicio para lograr ciertos interés y ciertas maneras de pensar, actuar y sentir la universidad en Colombia. En este sentido se resaltan fundamentalmente los trabajos de Santiago Castro-Gómez, Tejidos Oníricos, y Cornelius Castoriadis, La institución ima- ginaria de la sociedad, para reafirmar que esto que llamamos imaginarios no representan sólo una imagen falsa de la realidad o una deformación psicológica de ésta sino que produce formas de percepción, de acción y creación de la realidad.

de todas las cosas y las concepciones. Esta forma de pensar intenta generar un orden mundial único e indivisible. El privilegio de la razón científico-técnica o instrumental consiste en extender su señorío a los dominios más profundos de la naturaleza y desde este conocimiento poder controlar su acción a través de ordenamientos, clasificaciones y leyes. En este sentido el control se convierte en la preocupación central para evitar desviaciones, posiciones y posibilidades distintas. A la razón se le confiere la misión de ordenar y construir los nuevos principios que han de reemplazar las prácticas sustentadas en la au- toridad eclesial y religiosa y concentrar los diferentes esfuerzos en las realizaciones del hombre: la política, la ciencia y el arte. Todo es cuestionado a la luz de la razón, nada escapa a estas concepciones, creencias, certezas, manifestaciones de fe. Aunque la razón técnica instrumental produce una particular representación del mundo, ella propende por su desencantamiento, es decir, por la posibilidad de que ningún aspecto se escape del control, del cálculo y de la sistematicidad de la razón, es decir, volver conmensurable lo inconmensurable. Todos los aspectos de la vida de los hombres se alteraron,

[…] se rompieron gradualmente los nexos tradicionales con la tierra: desaparecieron los pequeños agricultores converti- dos ahora en proletarios urbanos, pero también desapareció gradualmente la clase terrateniente que sustentaba el orden político del antiguo régimen. En lugar de ambos apareció una masa de productores independientes y de trabajadores liberados de las antiguas formas de dominación: en una pala- bra irrumpió lo que más tarde sería llamado “capitalismo”31.

Esta nueva presencia produjo además grandes transformaciones en las relaciones y las prácticas cotidianas de las personas, concentra- ción en grandes centros urbanos, organización de los tiempos y los espacios, sistemas de control a través de la participación; el reino de la política, preocupación de los antiguos, se convierte en una cien- cia capaz de generar teoría y acciones sobre las nuevas condiciones emergentes. Los desarrollos veloces de la ciencia y de la tecnología son aplicados a la resolución de problemas relacionados con la pro ducción

31 Sergio Pérez Cortés, Itinerarios de la razón en la modernidad. México: Siglo XXI editores

- Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, 2012, 8-9.

y el comercio, que produce un cambio de relación con la naturaleza de su estudio y la intervención sobre la misma.

En el orden de los saberes la concepción nueva de sujeto hace que el hombre sea ubicado, ya no sólo como conocedor sino como objeto por conocer y que sus relaciones sean un enigma del cual comienza a ocuparse un grupo nuevo de saberes denominados, genéricamente, ciencias humanas

[…] pues el hombre no existía (como tampoco la vida, el lenguaje y el trabajo); y las ciencias humanas no aparecieron hasta que, bajo el efecto de algún racionalismo presionante, de algún problema científico no resuelto, de algún interés práctico, se decidió hacer pasar al hombre (a querer o no y con un éxito mayor o menor) al lado de los objetos científicos —en cuyo número no se ha probado aún de manera absoluta que pueda incluírsele—; aparecieron el día en que el hombre se constituyó en la cultura occidental a la vez como aquello que hay que pensar y aquello que hay que saber. No hay duda alguna, ciertamente, de que el surgimiento histórico de cada una de las ciencias humanas aconteció con ocasión de un problema, de una exigencia, de un obstáculo teórico o práctico; ciertamente han sido necesarias las normas que la sociedad industrial impuso a los individuos […]32

Las ciencias humanas, producto eminentemente moderno, se preocupan de caracterizar al hombre en las nuevas condiciones en las cuales él está inmerso: economía política y los problemas de la producción, procesos de modernización y constitución del capitalismo, la sociología; poderes y formas de representación de la población y la ciencia política33. De igual manera, y con mucha fuerza, el estudio del hombre, de su comportamiento, su psique, su mente hace que la psicología comience a tomar espacios que antes estaban reservados a la religión y al poder pastoral, es decir, en el conocimiento exacto del hombre ya no como sujeto social, sino en su interior, en sus aspectos más profundos y enigmáticos. La Pedagogía, como saber de la educación, se sistema-

32 Michel Foucault, Las palabras y las cosas. México: Siglo XXI editores, 2001, 334-335.

33 Sergio Pérez Cortés, op. cit., 9.

tiza y se utiliza en el conocimiento y control de la infancia, categoría que aparece en la modernidad. Así como el concepto infancia es fruto de la modernidad, van apareciendo otros conceptos que atravesarán sus preocupaciones: libertad, trabajo, tolerancia religiosa, igualdad racial, género, laicización de la vida, constitución de nuevas instituciones, moralidad individual, la educación de grandes masas poblacionales, una razón y unos ideales compartidos. Al ser la razón la fuerza de la modernidad, la filosofía se convierte en el motor dinamizador de toda esta nueva manera de ver el mundo y esta tiene en una actitud crítica, su máxima expresión.

La filosofía logra en la modernidad la circulación de preguntas y formas prácticas de hacer la crítica y de ubicarla como la actitud por excelencia. Es la filosofía, a partir de Kant y otros filósofos, la que hace la pregunta por el sentido de la época que se está viviendo, es decir, la preocupación de “qué es la ilustración” heredera directa de la modernidad en conceptos, características y prácticas. La crítica como categoría y concepto filosófico es una de las características fundamentales de la modernidad. La crítica desde las consideraciones kantianas, que recoge en su interior las discusiones y el espíritu de ésta, se convierte en una manera de pensar, producir conocimiento, hablar, señalar las cosas, una particular manera de relación con lo social y con la cultura: una actitud de la civilización moderna. Esta actitud existe en relación directa con discursos o prácticas, es decir, se convierte en un instrumento o herramienta, medio de unos conceptos que quieren ser movilizados o determinados desde la actitud. De ahí que la crítica siempre está acompañada por el enunciado que moviliza: crítica de la razón, de la pedagogía, de la sociedad, del Estado. La crítica se convierte en una función subordinada que exige una utilidad, que compensa y que generalmente está asociada con la exclusión o la rectificación de errores, posturas o formas de comprender el mundo.

Foucault34 afirma que la actitud crítica encuentra en la modernidad tres sitios de anclaje fundamentales que nos remitirán a características muy importantes de esta actitud, para comprender sus implicaciones y sus conexiones con los procesos educativos y gubernamentales:

34 Michel Foucault, “Qué es la crítica”, en Foucault, Sobre la Ilustración. Madrid: Tecnos, 2003.

no querer ser gobernado era una manera de rechazar el magisterio eclesiástico, es decir, una forma de colocar el gobierno y su formas en el ámbito de la sociedad civil, una manera de laicizar el gobierno; el segundo elemento se refiere a no querer ser gobernado de algunas formas, discurso que remite a criticar ciertas normas, leyes, conceptos, por considerarlos injustos, ilegítimos. En este sitio de la actitud crítica está la propuesta de colocar algunos derechos que se puedan considerar universales y abarcadores los cuales está obligado a cumplir quien ejerza el gobierno sobre los otros, es decir, evitar la tiranía, o dicho en otras palabras, encontrar los límites en las formas y maneras de gobernar; por último se plantea el anclaje de no aceptar como verdadero lo que la autoridad dice que es verdad, no aceptarlo hasta que se encuentren buenas razones para hacerlo. Se puede plantear como la razonabilidad frente a la autoridad y al gobierno, razones que me permitan el acatamiento de la autoridad. Desde esta perspectiva se plantea que la crítica como actitud de la modernidad “es el movimiento por el cual el sujeto se atribuye el derecho de interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder y al poder acerca de sus discursos de verdad”35. Así pues, la crítica que se ubica en la relación saber-poder y en la posibilidad de ser gobernados, irrumpe de otra manera como discurso y práctica y encuentra en la educación un campo de dispersión bastante amplio y generoso.

El Estado como eje del proyecto modernizador. La modernidad36, su organización y su funcionamiento implican “la existencia de una instancia central a partir de la cual son dispensados y coordinados los mecanismos de control sobre el mundo natural y social. Esa instancia central es el Estado garante de la organización racional de la vida humana”37. En el Estado se concreta esta nueva perspectiva, estas nuevas formas de aprehender y pensar el mundo. El Estado reunirá en su andamiaje las nuevas técnicas que permitirán orientar, conducir y controlar la

35 Ibídem, 11.

36 Dussel al respecto afirma: “Proponemos entonces dos paradigmas contradictorios: el de la mera “Modernidad” eurocéntrica, y el de la Modernidad subsumida desde un horizonte mundial, donde el primero cumplió una función ambigua (por una parte, como emancipación; y, por otra, como mítica cultura de la violencia). Enrique Dussel, “Europa, modernidad y eurocentrismo”, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencia sociales. Perspectivas latinoamericanas (Edgardo Lander, ed.). Buenos Aires: clacso, 2005, 51.

37 Santiago Castro-Gómez, “Ciencias, violencia epistémica y el problema de la invención del otro”, en La colonialidad del saber…, op. cit., 147.

población, ya no como un grupo uniforme de personas, sino como una forma de unidad en la diversidad.

En esta perspectiva de análisis se plantea que Occidente, y en especial Europa, presencia cómo se propician nuevas formas prácticas de gobierno, gobierno de los otros, a través del aparato estatal, especial- mente en lo referente a los métodos y a los diversos dominios de su realización: los niños, el Estado, los ejércitos, el cuerpo, las ciudades. A esta realidad Foucault38 la llama gubernamentalización de la sociedad. En este nuevo arte39 se junta el gobierno del cuerpo del Estado, de los bienes, gobernar y sobre todo dejarse dirigir, orientar, guiar hacia unos objetivos determinados por quienes plantean la manera “correcta” de hacerlo, es decir, con una forma particular e individualizante de los individuos.

La gubernamentalidad40 o gobierno de las poblaciones hace referencia a las técnicas que Occidente inventa para gobernar a los otros. La práctica se enfoca al liberalismo y neoliberalismo no sólo como formas de gobernar a los otros, sino como formas de vida, maneras de ser inventadas y apropiadas por poblaciones y por sus gobernantes. En este sentido, se ubica en las formas de ruptura y transformación del poder en cuanto cercano a la vida y al hombre no sólo como cuerpo, sino al hombre entendido como categoría “abstracta”, como especie, hombre viviente, grupo, población. Foucault41 ubica el siglo XIX como la positividad histórica que permite estos desarrollos y prácticas y ofrece una serie de reflexiones que lo llevan a afirmar que el derecho de hacer morir y dejar vivir, característico de las sociedades de soberanía

38 Michel Foucault “Qué es la crítica”, op. cit., 11.

39 Técnicas, procedimientos, mecanismos.

40 Categoría “metodológica” que es introducida por Michel Foucault para abordar el problema del Estado y la población, en cuanto a los mecanismos y formas de poder, saber y ser sujeto que le permiten estudiar las artes de gobierno. Aparece en el curso que Foucault orienta en el College de France del año 1978 denominado “Seguridad, territorio y población”. Foucault aclara con esta categoría que gobernar no es necesariamente mandar, reinar o hacer la ley, es más bien la constitución y la puesta en marcha de una serie de fórmulas, mecanismos, maneras que permiten lograr objetivos colectivos pasando por las formas y las decisiones individuales. Es importante aclarar que esta categoría emerge en el ámbito de las discusiones iniciadas por Foucault sobre biopoder y biopolítica en el curso “Defender la sociedad” y el último capítulo del tomo I de su obra Historia de la sexualidad.

41 Michel Foucault, Defender la sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, 2006, 220.

es complementado por otro mucho más eficaz, sutil y arrasador: el derecho de hacer vivir y dejar morir, es decir, ubicado en la posibilidad de la administración o gestión de la vida, mediado por la razón científico-técnica y la primacía del conocimiento. Aquí irrumpe una categoría que, para las discusiones políticas contemporáneas, va a ser de gran importancia y es la biopolítica42.

La explicación y análisis de estas situaciones llevan a Foucault a realizar un recorrido y a centrar su mirada en las prácticas, los mecanismos y los dispositivos de poder que van desde la centralidad en el cuerpo individual, a la organización de éste en espacios y tiempos específicos, su organización, jerarquización y clasificación y la ubicación frente a formas concretas de vigilancia. De igual manera, estas tecnologías sobre el cuerpo permitían incrementar su fuerza útil y productiva mediante el ejercicio, la instrucción, el adiestramiento, donde los procesos educativos y pedagógicos adquieren gran visibilidad. Otro de los aspectos centrales a tener en cuenta hace referencia a las técnicas de racionalización y economía; el poder debe realizar el tránsito a formas menos costosas, y sobre todo menos llamativas en términos de su ejercicio a través de todo un sistema de “vigilancia, jerarquías, inspecciones, escrituras, informes: toda la tecnología que podemos llamar tecnología disciplinaria del XVIII”43. En este nuevo arte de gobierno surge una nueva categoría que va a atravesar las técnicas y mecanismos de poder utilizado; es la de población, categoría sobre la cual se van a dirigir todos los mecanismos, y que se convierte en un “conjunto de procesos (no de personas), y ‘el arte de gobernar’ debe conocer estos procesos a fondo con el fin de generar técnicas específicas que permitan gobernarlos (‘la recta disposición de las cosas’)”44. La preocupación se sitúa en ciertos aspectos que se considerarán globales, abarcantes y a la vez fragmentarios, y no sobre individuos o cuerpos particulares, destacándose la natalidad, la morbilidad y la longevidad.

42 Esta categoría está asociada al análisis que Foucault realiza en el último capítulo de Historia de la sexualidad (tomo I) y en la última lección del curso llamado “Defender la sociedad” donde utiliza por primera vez el concepto biopoder asociado a la anatomo política (adiestramiento de los cuerpos) y a la biopolítica (regulación de la población). Aunque algunos filósofos contemporáneos desarrollan el concepto, Foucault asumió en sus análisis finales la categoría gubernamentalidad y abandona la biopolítica.

43 Michel Foucault, Defender…, op. cit., 226.

44 Santiago Castro-Gómez, Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2010, 61.

Y para este tipo de ejercicio se requieren unos determinados saberes específicos y especializados como la economía-política y algunos subsidiarios como la estadística, la medicina social y para nuestro caso específico la pedagogía y todas las conexiones que la misma alcanza por su carácter multidisciplinar. En este sentido Foucault toma como línea de trabajo la gubernamentalidad como ámbito más amplio del poder sobre la vida y le da una ubicación en el sitio del gobierno. Es decir, la sociedades de soberanía entran en crisis y los Estados modernos comienzan a desarrollar una racionalidad política concreta, que Foucault llama la razón de estado y permite la aparición de lo que hoy podríamos denominar las políticas públicas, es decir, formas específicas de regulaciones de los fragmentos, poblaciones que permiten su gobierno; por eso la gubernamentalidad se permite análisis amplios y panorámicos de esta realidad:

Con esta palabra, “gubernamentalidad”, aludo a tres cosas. Entiendo el conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad. Segundo, por “gubernamentalidad” entiendo la tendencia, la línea de fuerza que, en todo Occidente, no dejó de conducir, y desde hace mucho, hacia la preeminencia del tipo de poder que podemos llamar “gobierno” sobre todos los demás: soberanía, disciplina, y que indujo, por una lado, el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno, [y por otro] el desarrollo de toda una serie de saberes. Por último, creo que habría que entender por “gubernamentalidad” como el proceso o, mejor, el resultado del proceso en virtud del cual el Estado de justicia de la Edad Media, convertido en Estado administrativo durante los siglos XV y XVI, se “gubernamentalizó” poco a poco.45

45 Michel Foucault, Seguridad, territorio, población. México: Fondo de Cultura Económica,

2006, 136.

En este contexto se puede manifestar que la gubernamentalidad es producto y eje de la modernidad. A través de sus mecanismos de despliegue se pretende universalizar la modernidad, hacer que poblaciones enteras compartan y lleven a cabo este proyecto, no importando su contexto y sus particularidades.

Los procesos de modernización o modernizadores consisten fundamentalmente en que los Estados constituidos se ubiquen en la lógica de la economía-política como gran discurso abarcador de toda la realidad. Esta forma de modernidad o de racionalización hace que los Estados ingresen casi como forma natural de la mano del capitalismo industrial en procesos de adecuación de sus estructuras y de sus políticas, para lograr por un lado compararse con los Estados en su orden más exitoso y que apuesten toda la estructura tanto social como política en buscar esta meta.

Para el caso de la educación este cambio de foco de poder va a producir un reordenamiento en las escuelas, en las universidades, en la política pública educativa y su atención se dirigirá a la higienización y medicalización de la población, en un primer momento, y luego en su utilización productiva y especializada, atravesada por la consolidación del capitalismo industrial.

Para el caso colombiano se implementa con fuerza a partir de la segunda década del siglo XX, y se profundiza en prácticas y discursos en la segundad mitad del mismo siglo, con la emergencia de los procesos de modernización en un segundo momento, y la implementación de las teorías del desarrollo y el capital humano que consolidan la nueva forma de gubernamentalidad, en este caso, el neoliberalismo, sus perspectivas generales y su apropiación particular en los di- versos ámbitos de la sociedad y de la población.

La problematización sobre las formas y estrategias de gobierno de la población que, a partir de la educación —en este caso de la educación superior y la universidad—, constituyeron acciones y prácticas especialmente sobre trabajadores de los diferentes sectores y que permitieron de cierta manera construir políticas y transformar normatividades. El trabajo analítico sobre biopolítica y gubernamentalidad representa un aporte teórico y metodológico para leer los procesos históricos de la educación, en los cuales hacemos énfasis en la constitución de un tipo particular de sujetos.