Kitabı oku: «Un mejor pacto», sayfa 3
El federalismo de Coxe es aún más importante, ya que él fue el artífice principal de la Segunda Confesión de Fe de Londres, adoptada oficialmente por las iglesias Bautistas de Inglaterra en 1689.34 A la luz del tratado de Coxe en la Teología del Pacto, la formulación distintiva del capítulo 7 de la Segunda Confesión de Fe de Londres es particularmente significativa. Debido a la pertinencia del tratado de Coxe en la interpretación de la confesión Bautista de fe, su federalismo prácticamente puede considerarse como el estándar de los Bautistas Calvinistas.
Thomas Grantham (? -1692) fue el teólogo más sobresaliente de los Bautistas Generales. Él entró en diálogo con Samuel Petto, y expuso una crítica muy coherente del federalismo Presbiteriano. Sólo tuvimos acceso a los tratados escritos por Graham cerca del final de su vida: Truth and Peace or the Last and most Friendly Debate Concerning Infant Baptism [La Verdad y la Paz, o el Reciente y más Amigable Debate Sobre el Bautismo de Infantes] (1689). A pesar de que fue Arminiano, su federalismo está, en muchos aspectos, de acuerdo con el de los Bautistas Calvinistas; de hecho, él apoya su argumento con el mismo tratado de Coxe.35
Benjamin Keach (1640-1704) es sin lugar a dudas, el principal teólogo bautista de la segunda mitad del siglo XVII. Fue un autor muy prolífico, pero no trajo ninguna novedad a la doctrina del Pacto. Ninguno de los tratados de Keach que aborda directamente el tema, se centra en la controversia que rodea el bautismo: The Everlasting Covenant [El Pacto Eterno] (1693); The Display of Glorious Grace: Or, The Covenant of Peace Opened, In Fourteen Sermons [La Exhibición de la Gracia Gloriosa: o, El Pacto de Paz Explicado en Catorce Sermones](1689). Las distinciones fundamentales Bautistas están, no obstante, presentes en ellos.
2.3. John Owen, el Bautista
Un lector atento notará que nuestra lista de 15 teólogos que contribuyeron al debate sobre la teología del pacto en el siglo XVII, está incompleta36. Falta el nombre de uno de los teólogos ingleses más influyentes de todos los tiempos: John Owen (1616-1683). Owen merece una mención especial ya que su federalismo es similar al de los Bautistas, aunque él siguió siendo un Paidobautista toda su vida.37 Es, por tanto, necesario justificar el hecho de que vamos a utilizar un teólogo Paidobautista para defender una teología Bautista.
En primer lugar, notemos que la posición de Owen sobre el Antiguo Pacto era intermedia. Esta es la conclusión de Sinclair Ferguson.38 Richard Barcellos explica lo que quiere decir Ferguson:
[...] La comprensión de Ferguson de la posición intermedia de Owen tiene que ver con la naturaleza y función del Antiguo Pacto y su relación con el Pacto Adánico de Obras, el Pacto de Gracia, y el Nuevo Pacto. A diferencia de otros, Owen no creía que el Antiguo Pacto era un pacto de obras en sí o simplemente una administración del Pacto de Gracia.39
Durante la era de Owen, hubo una tendencia antinómica (representada especialmente por los socinianos) que consideraban el Antiguo Pacto como el Pacto de Obras. Opuestamente a esta tendencia, estaba la de los Presbiterianos que consideraban al Antiguo Pacto como un pacto de gracia. Owen pensaba que el Antiguo Pacto no era ni un Pacto de Obras ni un Pacto de Gracia; esta es la razón por la cual Ferguson dice que la posición de Owen era intermedia. Ante esto podemos decir que esta posición mediadora también fue respaldada por los Bautistas, algo que veremos más adelante. Owen rechazó el modelo de un Pacto de Gracia bajo dos administraciones. Mientras que otros Paidobautistas veían el Antiguo Pacto como un Pacto diferente en circunstancia40, pero idéntico en sustancia al Nuevo Pacto; Owen consideraba que el Antiguo Pacto era diferente al Nuevo Pacto, tanto en circunstancia como en sustancia.
Otra de las razones que nos permite creer que los Bautistas compartieron el federalismo de John Owen, está en sus propios escritos. Por ejemplo, Edward Hutchinson, después de haber presentado su comprensión del Pacto Abrahámico, y su conexión con el Pacto de Gracia, utiliza los textos de Owen ampliamente para demostrar que él dice lo mismo acerca de los pactos como el doctor de gran prestigio. Él entonces declara a sus interlocutores Paidobautistas:
Y si nuestros opositores piensan que el Dr. O. es perjudicado (ya que así aseveran) por nuestro tratamiento ventajoso de sus palabras, estando él a favor del Paidobautismo; nosotros respondemos, que son libres de reconciliar las palabras [de Owen] con su práctica (si es que pueden), y para ello, deben hacerse de un repertorio considerable (del cual rara vez carecen) de ingeniosidad y precisión, para este asunto difícil. Cuando el Dr. trata el asunto de la naturaleza del Pacto y las promesas hechas a Abraham (probablemente olvidando el Bautismo Infantil) explica y expone, con tanta espiritualidad y ortodoxia que no deja lugar para el Bautismo Infantil, sino que lo excluye más allá de toda posibilidad de reconciliación.41
Como resultado, los Bautistas creían que la teología de Owen estaba en perfecta armonía con la de ellos, y consideraban como inconsistente el hecho de que el Príncipe de los Puritanos sostuviera el paidobautismo.42 Incluso consideraron que Owen, sin darse cuenta, estaba destruyendo el federalismo Presbiteriano con sus escritos, y pusieron el onus probandi sobre los Paidobautistas, dejando en manos de ellos el explicar la relación entre la teología de Owen con su práctica del bautismo. Por ejemplo Owen escribió:
Y en esto yace el gran error de los Judíos de la antigüedad, seguidos por su posteridad hasta el día de hoy. Ellos pensaban que no requerían interés43 en el pacto de Abraham, sino que les bastaba con ser su simiente según la carne, constantemente apelando al privilegio último [ser su simiente carnal] como el fundamento y razón para el primero [tener interés en el pacto]. Es cierto; ellos eran hijos de Abraham según la carne, pero en ese respecto no podían tener otro privilegio diferente al que Abraham mismo tenía en cuanto a la carne; y este [privilegio] fue, como hemos demostrado, que él sería apartado como un canal especial mediante cuyos lomos Dios traería la Simiente prometida al mundo. De la misma manera, como su posteridad ellos serían apartados para ser un puebl0 peculiar, de entre quienes Él [la Simiente prometida] vendría.
La naturaleza misma de esta separación y privilegio, declara que éstos debían de cesar cuando dicho propósito fuera cumplido y el Mesías revelado; porque ¿para qué deberían continuar, si su propósito fue completamente efectuado? Pero ellos extenderían este privilegio y lo mezclarían con el otro, sosteniendo que debido a que eran los hijos de Abraham según la carne, toda la bendición y el pacto de Abraham les pertenecían a ellos. Pero como nuestro Salvador demostró, en este último sentido, ellos no eran los hijos de Abraham porque no hacían las obras de Abraham; como el apóstol lo demuestra claramente (Rom. iv. ix. x. xi., Gal. iii. iv) los que de ellos no tenían la fe de Abraham no tenían ningún interés en su bendición y pacto. Viendo pues, que su otro privilegio había llegado a su fin (con todas las ordenanzas carnales que le acompañaban) debido la venida real del Mesías a la cual estaban subordinados, si ellos no alcanzaron un interés en la bendición espiritual por la fe en la simiente prometida, es evidente que no podrían en ningún caso ser considerados como partícipes reales del pacto de Dios.44
En efecto, parecería que, al escribir estas líneas y al pensar en la doctrina del Pacto, Owen no estaba en lo absoluto pensando en el Paidobautismo.
Otra señal de la armonía entre el Federalismo de Owen y el de los Bautistas, viene de la epístola introductoria del libro de Nehemiah Coxe sobre los pactos. Coxe explica a sus lectores, por qué dejó su exposición de los pactos bíblicos con el Pacto Abrahámico sin entrar en el Pacto Sinaítico. Él escribe:
En consecuencia, he procurado dar una explicación adicional de esto en un discurso del pacto hecho con Israel en el desierto, siendo el estado de la iglesia bajo la ley. Pero cuando hube terminado esto y me proveí de algunos materiales para lo siguiente, encontré mi labor felizmente impedida por el esclarecimiento y aseveración de la publicación del tercer volumen del Dr. Owen sobre Hebreos; en el cual, esto es analizado profundamente y las objeciones que parecen contrarias están totalmente respondidas, especialmente en la exposición del octavo capítulo. Refiero ahora a mi lector a esta obra, para la satisfacción al respecto, la cual encontrará en proporción a lo que podría esperarse de tan grande y estudiosa persona.45
No sabemos si Owen apoyó el Federalismo de Coxe. Sin embargo, evidentemente, Coxe, un Bautista, respaldó el Federalismo de Owen. Como veremos, el comentario de Owen en el capítulo 8 del libro de Hebreos, no deja ninguna duda en cuanto a la consistencia de su federalismo con el de los credobautistas.
3. Breve Reseña Histórica de la Teología del Pacto
La Teología del Pacto, es un estudio de los diferentes pactos que Dios ha hecho con el hombre desde el principio del Mundo. La conexión entre Dios y la criatura de su hechura, como se revela en las Sagradas Escrituras, siempre se ha definido en condiciones de Pactos que tienen diferentes términos y objetivos. Puesto que la historia bíblica se produce enteramente dentro de esos Pactos, es imprescindible poder comprender su naturaleza y rol, con el fin de interpretar correctamente las Escrituras. En consecuencia, la teología del pacto proporciona un contexto que permite una comprensión de la estructura global del plan de redención, al hacer la distinción entre las partes y el todo, y explicando cómo estas piezas encajan en el conjunto.
Este enfoque de la Escritura es una característica fundamental de la teología reformada.46 Es en el redescubrimiento de la justificación por la imputación, que Zwingli, gracias al paralelismo entre Adán y Cristo de Romanos 5, también re-descubrió el Pacto Adánico.47 Luego vino la polémica con los Anabaptistas, que obligó a Zwingli a formular su doctrina en términos que determinaron el federalismo paidobautista de manera definitiva. La insistencia de los anabaptistas en la exclusividad del Nuevo Testamento, para establecer la doctrina de la Iglesia, llevó a Zwingli a defender la unidad de los dos Testamentos. Para Zwingli como para los teólogos reformados que le siguieron, la sustancia de esta unidad residía en el Pacto de Gracia. Por lo tanto, la lectura reformada de las Escrituras consiste en primer lugar de un primer pacto en Adán, eventualmente denominado el Pacto de Obras. Luego, inmediatamente después de la caída, Dios hizo un segundo pacto llamado el Pacto de Gracia. El Pacto de Gracia fue puesto bajo una primera administración que encontramos en el Antiguo Testamento. Esta administración era elemental y temporal. Luego vino una segunda administración del Pacto de Gracia, que encontramos en el Nuevo Testamento. Esta segunda administración es perfecta y definitiva.
La Iglesia Reformada, por lo tanto, vio el Antiguo Pacto como un Pacto de Gracia. Esta concepción tuvo un impacto significativo y definitivo sobre la eclesiología reformada, porque al considerar que la Iglesia estaba bajo el mismo pacto que los descendientes de Abraham, las Escrituras del Antiguo Testamento se convirtieron en normativas para la definición de la doctrina de la Iglesia y su relación con el Pacto de Gracia. Nos encontramos con este énfasis predominante de la unidad entre los testamentos, en las obras de prácticamente todos los sucesores de Zwingli.
Bullinger, en su tratado De Testamento seu Foedere Dei Unico et Aeterno, aunque consideró que el Antiguo Pacto ratificó en su legislación el principio del Pacto de Obras, respaldó la idea de que era esencialmente una administración del Pacto de Gracia.48 Al igual que otros teólogos Paidobautistas que siguieron, Bullinger hace una distinción entre la sustancia y la circunstancia de un pacto. La sustancia del Antiguo Pacto fue el Pacto de Gracia; su circunstancia fue la administración del Antiguo Testamento.
Ningún teólogo tenía más influencia en el pensamiento reformado que Calvino; su federalismo es, por tanto, importante. Por supuesto, la doctrina del Pacto fundamenta todo el pensamiento de Calvino. Sin embargo, los capítulos IX, X y XI del Libro II de la Institución de la Religión Cristiana se refieren específicamente a esta cuestión.49 Podemos encontrar las principales características del federalismo paidobautista en la obra de Calvino. Al igual que sus predecesores y sus sucesores, él vio el Antiguo y el Nuevo Pacto como dos administraciones del Pacto de Gracia: “El pacto hecho con todos los padres, está tan lejos de diferir del nuestro en realidad y sustancia, que es simplemente uno y el mismo: aunque la administración difiere.”50 Él cree que el Pacto de Gracia es un pacto mixto: “En esta Iglesia hay una gran mezcla de hipócritas, que no tienen nada de Cristo, sino el nombre y la apariencia exterior.”51 Asimismo él justifica el bautismo de los niños de los creyentes sobre la base de su pertenencia al Pacto de Gracia.52
Sin embargo, Calvino no rechaza la aparente discontinuidad entre el Antiguo y el Nuevo Pacto. En su comentario sobre Hebreos, él va tan lejos como para escribir: “De otro modo, el profeta podría haber dicho solamente: “Voy a renovar el pacto que a través de su falta ha quedado en nada;” pero ahora declara expresamente que será uno diferente al primero”53 Calvino manifiesta de esta manera que el Nuevo Pacto no es simplemente una renovación del Antiguo Pacto, sino de hecho, un Nuevo Pacto, o en otras palabras, un pacto diferente. A pesar de esto, sus otros escritos sugieren que vio las diferencias entre los dos pactos como siendo de carácter circunstancial y no sustancial.
Además de subrayar la discontinuidad entre los dos pactos en sus escritos, Calvino traza otra distinción que la mayoría de sus sucesores no. Al comentar el tercer capítulo de la segunda epístola de Pablo a los Corintios, Calvino indica que el Pacto de Gracia no era en sí mismo una parte de la sustancia del Antiguo Pacto:
Ambos (Jeremías y Pablo) sin embargo, al contrastar el Antiguo y el Nuevo Pacto consideran en la Ley exclusivamente lo que le es característico. Por ejemplo, la Ley tiene aquí y allá promesas de misericordia; mas como son adventicias a ella, no son tomadas en cuenta cuando se considera sólo la naturaleza de la Ley.54
Queda por verse, si Calvino entendió la palabra Ley en este pasaje de la Escritura, como una referencia al Antiguo Pacto. Si este es el caso, Calvino luego hace una distinción que será fundamental para la teología Bautista: que el Pacto de Gracia no forma parte de la sustancia del Antiguo Pacto, aunque se reveló durante su administración. Desafortunadamente, Calvino no expande más este punto. Eso habría requerido una reconsideración de la naturaleza del Antiguo Pacto. Con frecuencia nos encontramos este tipo de tensión en la teología de Calvino, donde lo que declara parece estar en oposición a lo que decía antes.55 El calvinismo es una armonización de doctrinas que se completan mutuamente. Los sucesores de Zwingli, Bullinger y Calvino reafirmaron con mayor claridad y precisión lo que ellos mismos ya habían establecido.56
Capítulo 1
EL PACTO DE OBRAS
1. Descripción y Función del Pacto de Obras
Antes de preguntarnos lo que es el Pacto de Obras, debemos tener en cuenta si existe tal pacto. Ciertos teólogos reformados, rechazan el concepto del Pacto de Obras ya que se desarrolló a partir de finales del siglo XVI.57 Los defensores del Pacto de Obras, eran conscientes de que la expresión “Pacto De Obras” no se podía encontrar en ningún lugar de la Escritura. Pero aunque no se afirmaba explícitamente en la Biblia, sin embargo el concepto debía contenerse necesariamente en ella. Ellos trataron de probar la existencia de este pacto, basados en el paralelo del Nuevo Testamento entre Adán y Cristo. Por ejemplo, Anthony Burgess demostró que sin un pacto de obras, la atribución del pecado de Adán a su posteridad no tendría sentido.58 Los puritanos consideraron, que la presencia de una promesa y de una amenaza que acompaña al mandamiento en Génesis 2:16-17, era una indicación de que no se trataba de una simple ley, sino de un pacto.59
El Pacto de Obras tenía una manera sencilla de funcionamiento: si Adán hubiera obedecido, él y su posteridad después de él habrían alcanzado la vida eterna, al ser sellados en inmortalidad e incorruptibilidad (1 Corintios 15:53); pero su desobediencia marcó la entrada de la muerte en el mundo. La caída puso a Adán y a toda su posteridad bajo condenación. El Pacto de Obras era condicional y no proporcionaba una manera de expiar el delito en caso de desobediencia. En la teología reformada, el Pacto de Obras es visto como la base para la justicia “punitiva” de Dios, por la cual la obediencia engendra bendición y la desobediencia trae maldición. Es el Pacto de Obras, lo que fundamenta el principio de “haz esto y vivirás” (Levítico 18:5; Gálatas 3:12), así como el principio de “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23; Hebreos 10:28). En virtud del Pacto de Obras, la vida eterna no puede ser dada gratuitamente, sino que debe ser ganada.60 Pero ahora, a causa del pecado, el Pacto de Obras es ineficaz para dar vida; sólo puede traer la muerte (Gálatas3:21; Romanos 8:3).
Los teólogos reformados, consideran que el Pacto de Obras se mantuvo en vigor después de la caída,61 pero que las características dentro de este pacto cambiaron después de la entrada del pecado en el mundo. Antes de la caída, el hombre se benefició de una relación con su Creador en la que, Dios era su Dios en virtud del Pacto de Obras. Si bien se mantiene la obligación de obedecer a Dios a causa de este pacto, el hombre caído perdió los privilegios del pacto, los cuales le garantizaban el favor de Dios, y el hombre se encontró a sí mismo, a partir de aquel entonces, bajo la ira de Dios. Mientras que Dios, siguió siendo Dios para todos los hombres, incluso después de la caída, el pecado originó que Él ya no fuera su Dios en una relación de pacto favorable. John Owen resume la concepción puritana del Pacto de Obras después de la caída, de la siguiente manera: “Y el hombre continuó bajo una obligación de dependencia de Dios y el sometimiento a Su voluntad en todas las cosas. [...] Pero esa relación especial de interés mutuo en virtud del primer pacto cesó entre ellos.”62
Los escritos de los Bautistas, muestran que compartían esta misma concepción del Pacto de Obras como sus contemporáneos Paidobautistas. Es sin embargo notable observar, que la Confesión de 1689 eliminó casi toda mención del Pacto de Obras que se encontraba en las confesiones de Westminster y de Savoy.63 El único lugar donde se hace referencia directamente del Pacto de Obras, en la Confesión de 1689, está en el capítulo 20 párrafo 1.64 No hay duda de que la Confesión de fe Bautista aprueba la doctrina del Pacto de Obras, pero lo que sucede es que la presenta de manera diferente. Es más, algunas formulaciones que se pueden encontrar en estas confesiones hermanas de fe, fueron rechazadas para evitar una redacción ambigua.65 Por lo tanto, son razones terminológicas, no razones teológicas las que explican la forma en que los Bautistas trataron el Pacto de Obras en su confesión de fe.
Si bien el federalismo Presbiteriano y el federalismo Bautista están de acuerdo sobre el origen, la naturaleza y la función del Pacto de Obras notamos sin embargo, una divergencia de puntos de vista sobre la relación entre este pacto y el Antiguo Pacto.
2. La Relación entre el Pacto de Obras y el Antiguo Pacto
El Nuevo Testamento presenta un contraste, o incluso una antítesis, entre la ley y la gracia (Romanos 6:14; Gálatas 2:21; 3:18; 5:4). ¿A qué se refiere la palabra ley en estos pasajes? Puesto que los Paidobautistas vieron el Antiguo Pacto como una administración del Pacto de Gracia en armonía con el Nuevo Pacto; según ellos, la oposición entre la ley y la gracia no significaba una oposición entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, sino más bien una oposición entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia. Por lo tanto, la ley a la que se refiere el apóstol Pablo, cuando él la contrasta con el Evangelio, sería el Pacto de Obras. Esta comprensión de ninguna manera afecta la definición del Pacto de Obras, pero si determina la definición del Antiguo Pacto y su relación con el Nuevo Pacto.
La mayoría de los teólogos Paidobautistas del siglo XVII entendieron que “no estar bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14), simplemente significaba no estar bajo el Pacto de Obras, sino bajo el Pacto de Gracia. Por ejemplo, Herman Witsius explica que estar “bajo la maldición de la ley” (Gálatas 3:10) no significa estar bajo el Antiguo Pacto, sino estar bajo el Pacto de Obras: “Pero muchas cosas prueban que nada se entiende por la maldición, sino la maldición del Pacto de Obras.”66 Cuando el Nuevo Testamento contrasta claramente el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto (2 Corintios 3), Witsius indica que éste es un contraste de grados en el interior del mismo Pacto de Gracia, y no un contraste entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia:
Yo respondo: el apóstol no hace aquí un contraste entre el Pacto de Gracia (como se administra después de la venida de Cristo) y el mismo Pacto de Gracia (en la forma en la que se administró antes), sino que contrasta el Pacto de Gracia (en toda su eficacia bajo el Nuevo Testamento) con el pacto nacional hecho con los hijos de Israel en el Monte Sinaí; [contrastando] un pacto espiritual a uno típico.67
Witsius no estaba solo en relativizar el contraste entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, para hacer absoluto el contraste entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia. Según Johannes Cocceius68 y Robert Rollock69, la ley bajo la cual nació Cristo y la ley que Él cumplió, fue estrictamente el Pacto de Obras. Thomas Boston, utiliza más bien el dualismo de los dos Adanes que encontramos en 1 Corintios 15: el primero, el propio Adán, y el segundo, Cristo. Boston aplica esta terminología a los pactos: el primer pacto, el Pacto de Obras, y el segundo, el Pacto de Gracia.70 La terminología de Boston, corresponde con la de las confesiones de Westminster y Savoy que llaman al Pacto de Obras “el primer pacto” y al Pacto de Gracia “el segundo pacto.”71 La comprensión de los paidobautistas, no consideró el Antiguo y el Nuevo Pacto como siendo antitéticos, sino aislaron solamente la antítesis entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia. John Ball representa este entendimiento exactamente, cuando escribe: “Algunos hacen con el Antiguo y Nuevo Testamento, como con el Pacto de obras y el de gracia, oponiéndolos en sustancia y género, y no solo en grado: y esto para introducir una distinción no existente.”72
Los Bautistas aceptaron sin ningún problema que la palabra ley, que se utilizaba como una antítesis de la palabra gracia, se referiría al Pacto de Obras. El párrafo 2 del capítulo 7 de la Confesión de 1689 dice lo siguiente: “Además, habiéndose el hombre acarreado la maldición de la ley por su Caída [...]”. Los Bautistas, sin embargo, se rehusaron a negar la continuidad entre el Pacto de Obras y el Antiguo Pacto. Para ellos, la antítesis ley/gracia reflejaba la antítesis Antiguo/Nuevo Pacto. Esta comprensión es obvia en esta cita de Benjamin Keach:
Aunque es evidente, que Dios más adelante repitió esta Ley de Obras al Pueblo de Israel más claramente y formalmente [...] (aunque no se da en dicha administración para vida, como lo fue para Adán); sin embargo (así como es dada) es por San Pablo con frecuencia llamada el Antiguo Pacto y el Pacto de Obras, requiriendo perfecta obediencia de todos los que estaban bajo ella.73
Keach y los otros Bautistas, creían que el Pacto de Obras se ratificó en el Antiguo Pacto, pero por razones diferentes a cuando se le dio inicialmente a Adán. Los términos del Pacto de Obras (Levítico 18:5) fueron repetidos, no para hacer una nueva oferta de vida eterna, sino para recordarle a los Israelitas los términos del Pacto de Obras original. Además, algunos Bautistas Particulares útilmente aclararon, que lo que el Antiguo Pacto en sí mismo ofreció bajo la condición de obras, fue vida y bendición en Canaán. Contrariamente a los Presbiterianos, los Bautistas entendieron la distinción de ley/gracia en el Nuevo Testamento, como un contraste entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, que era usada por Pablo, para demostrar el contraste entre el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia. Para los paidobautistas, la expresión “la maldición de la ley” se refería directamente al Pacto de Obras, mientras que para los Bautistas, se refería al Pacto de Obras pero siendo ratificado en el Antiguo Pacto. Así, con el fin de mantener la unidad y la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Pacto74, los paidobautistas tuvieron que rechazar la unidad y la continuidad entre el Pacto de Obras y el Antiguo Pacto. En cuanto al Pacto de Obras, la diferencia entre los inquilinos de Westminster y los de 1689 se encontró en su postura respecto a la relación entre el Pacto de Obras y el Antiguo Pacto, y (de manera implícita) respecto a la relación entre éste último y el Nuevo Pacto. Vamos a desarrollar aún más este punto cuando abordemos específicamente la naturaleza del Antiguo Pacto.
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