Kitabı oku: «SOMOS VOZS»
SILVIA ADRIANA LAMANNA
Y PATRICIA CLAUDIA FERNÁNDEZ
“SOMOS VOZS”
Introducción a una lectura feminista de los procesos comunitarios
Editorial Autores de Argentina
Lamanna, Silvia Adriana
Somos Vozs : Introducción a una lectura feminista de los procesos comunitarios / Silvia Adriana Lamanna ; Patricia Claudia Fernández. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-87-1364-9
1. Narrativa. I. Fernández, Patricia Claudia II. Título
CDD 863
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: info@autoresdeargentina.com
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
INTRODUCCIÓN
La palabra crea mundos y transforma realidades. Cuando hablamos, influimos sobre todo a nuestro alrededor, especialmente sobre las demás personas. Somos VOZS intenta reflejar que la verdadera transformación es con la VOZ y con VOS.
Si algo le debemos al patriarcado, es intentar silenciarnos tan burdamente que nos hizo gritar.
DEDICATORI A
A todas las mujeres en proceso de recuperar la voz, que sostienen al mundo y a quienes el patriarcado, en sus diferentes instituciones, mantiene silenciadas.
Ni el Estado ni la Iglesia podrían hacer la mitad de lo que hacen, si no fuera por las mujeres.
PRÓLOGO
Permítanme tomar la palabra para poner mi voz como prólogo a la lectura de este libro, que tiene como autoras a Silvia, mi amiga de toda la vida, con la que tejimos sueños imposibles que se hicieron realidades posibles; y a su amiga Patricia, trabajadora social comprometida con la equidad en el acceso a los derechos humanos. Les cuento esto porque este libro habla de redes de mujeres, de igualdades de géneros, de manos extendidas para que nadie quede solo o sola a lo largo de caminos y rutas.
Doy comienzo a este libro con esta historia, como una más de las que van a encontrar en estas páginas.
Cuando ciertas verdades de la propia vida se nos ponen adelante como un espejo, es una muy buena oportunidad para mirarlas de frente, si no se quiere cerrar los ojos. Los abrí y vi cosas que no me gustaron. Miré el espejo que tenía enfrente de mí y contemplé una mujer invisible. Comencé a percibirla, a calcular su tamaño y sus límites. Empecé a escuchar sus gemidos y quejas, sus cantos y risas. Ella habló, surgió y creció. Por eso, al promediar la vida, giré la cabeza, el torso y mis pasos. Entonces, cambié de rumbo y ahora camino en otras direcciones.
Tuve que ir muy lejos, hasta mis ancestras, para establecer la causa de la invisibilidad, las causalidades de tantos silencios, lágrimas y palabras. A partir de tales asociaciones, desaté nudos y tejí una historia que todavía está naciendo.
Recobré un espacio vital desde donde nacen las búsquedas. Me animé a nuevas vinculaciones a partir de una identidad recién desempolvada. Más aún, debajo de las gruesas capas que atravesé encontré fuego. Se trata de un calor joven. Soy mujer, me estoy haciendo mujer, desgarrando límites que temían a tanta vida como la vida puso en mí. Cuando la persona del espejo se hizo visible, aparecieron también los otros y las otras de esta historia, al lado, visibles también ellos y ellas, pero sin invadir ni sofocar. Había más verdades en el espejo. Hoy creo que, mejor que romperlo, fue la decisión de hacer otras rupturas, y seguir mirando.
Para vos, que vas a leer esto (y para las tantas mujeres sabias que, especialmente en los barrios del Gran Buenos Aires fueron y son las compañeras, hermanas, madres, amigas y maestras de quienes pensaron este libro), son estas líneas iniciales, inaugurando melodías que curan, verdades que aclaran, diversidades que divierten, porque no hay nada más aburrido que una sola voz monocorde.
¡A buscar la tuya propia, con la inspiración de los textos y las preguntas que siguen!
Diana Viñoles, Ushuaia, 27 de junio de 2020.
CARTA DE PRESENTACIÓN
Desde nuestros saberes locales, decidimos ponernos a escribir. Al principio, la hoja estaba en blanco y las palabras, sueltas.
Y se desliza
sobre la hoja blanca,
escribe enigmas.
Era la primera vez que lo hacíamos. Acostumbradas a escribir informes de la “realidad”, una de nosotras como trabajadora social, y la otra como psicóloga. Este era un desafío mayor. Por eso es que decidimos echar mano de todo: poesía, canción, imágenes... sabiendo que toda narración no es más que una metáfora.
Queremos hacer algunas aclaraciones previas:
1.El lenguaje inclusivo lo usamos en forma alternada como expresión de una época donde conviven todos los estilos: e, x, @, etc. Y también lo usamos como un lenguaje incisivo que nos ayuda a cuestionarnos las relaciones de poder.
2.El hilo conductor es recuperar la voz con vos.
3.El final resulta abierto porque sigue siendo una invitación. Vengan, hay un árbol que no ha sido plantado todavía: la utopía.
4.Al final de cada relato, incluimos preguntas facilitadoras para procesos personales y/o comunitarios.
5.El libro puede ser leído de corrido o en el orden que se prefiera.
Dejamos nuestro correo para ampliar la comunicación entre todes y que ¡tu voz nos llegue!
• somosvozs@gmail.com
EL PRECIO DE TU SILENCIO
El cucú de madera la había acompañado siempre. Fue en el cumpleaños número seis cuando su maestra de primer grado se lo había regalado, envuelto en papeles de colores y cerrado con un moño blanco. De madera, con la forma de una casita y del tamaño hoy de su mano adulta, tenía un reloj y el dibujo de una niña campesina, con las manos sujetas por detrás, saludando con una inclinación y una sonrisa a quien se asomara.
–¡Qué amor la maestra! –le decían todos cuando una y otra vez contaba la procedencia de aquel regalo.
Por años estuvo en su cuarto: fue alcancía, fue adorno, fue recuerdo y testigo del paso del tiempo. A lo largo de los años, había permanecido ahí, fiel recuerdo de su niñez y de los juguetes de su infancia.
Como fruto de un hechizo sin romper, había resistido mudanzas, cambios de vida, pilas de años y desprendimientos. Cincuenta otoños y primaveras. Cincuenta navidades. Cincuenta cumpleaños.
Claro que no siempre estaba colgado en la pared. A veces, guardado en una caja de recuerdos. Otras sobre alguna repisa en la pared.
Sin embargo, algo extraño pasó aquella mañana. Ella se levantó temprano como siempre. Se preparó un mate y salió al jardín. Era su momento mágico del día, cuando podía escuchar los sonidos de las hojas acariciadas por el viento, cuando podía observar el juego de luces que se producía al asomarse el sol por entre su parra.
Y en ese instante de silencio, de paz y de lucidez, lo entendió todo.
Por eso, fue a buscar su cucú. Lo sostuvo en sus manos, lo miró de frente. Largo rato. Algo le decía que esta sería la última vez que lo haría.
(Antes de seguir con esta historia, aprovecho para hacer un comentario al lector: no sé si usted sabe, pero en la geografía interior de las personas hay de todo: cráteres, montañas, mares, zonas áridas y llanuras. También hay depresiones y volcanes. Ahora sí podrá comprender lo que sigue...)
Y como si fuera un volcán en erupción, de su interior brotaron emociones como lava, algunas conocidas y otras sin nombre para ella.
Un miedo profundo, la humillación. “Algo habré hecho”. La vergüenza.
Todo eso estaba allí, dentro de esa casita de madera que en su fachada ocultaba una amenaza a su inocencia y ternura.
Buscó alcohol y fósforos. Y en un rinconcito de su jardín, justo debajo de la parra que la cubría con su sombra como un manto de vida, roció aquel cucú con todo lo que llevaba adentro y lo prendió fuego.
Y recién cuando lo vio arder, la magia la invadió y fue entonces que recuperó la voz y pudo contar lo que le había pasado y lo que el regalo, el histórico e inusitado regalo, había tapado por 18.250 soles y lunas:
El gesto violento de aquella maestra que le había tapado la boca con una cinta en aquella hora de clase cuando aburrida mi niña... no paraba de hablar.
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» Disparadores para el trabajo personal y/o grupal
Recuperando la VOZ
1.¿Te identificás con alguna escena del cuento?
2.Juguemos con los símbolos. Contanos qué te representa cada uno.
- El regalo (El cucú).
- La cinta en la boca.
- El volcán (la previa).
- El fuego.
ENTRE BARBIJOS, AISLAMIENTO Y CORONA
Ya no puedo contener mi furiosa belleza.
Ya no puedo callar a la sabia que habla adentro. 1
Ya no puedo prohibir el deseo desatado,
yo no puedo impedir que vuele, vuele mi pájaro.
Escribir estos apuntes sobre feminismo y procesos comunitarios, desde nuestra propia experiencia, nos sorprendió en un momento inédito: la pandemia.
Llegó de golpe para algunos, otros “la veían venir”. La consigna “quedate en casa”, como lugar seguro, se vivió de muy distintas maneras. Era un abanico entre la invitación de volver a habitar la propia casa (el yo, el nosotros, lo cotidiano, lo importante y verdaderamente necesario) y el pánico de quedar atrapadas en ese terrorismo doméstico que es la violencia de género. La excusa podía ser perfecta, para un lado y para el otro.
“Quedate en casa” ha sido, para el colectivo de las mujeres, una oportunidad para algunas y una trampa más del patriarcado para otras. Y si al contexto de aislamiento le agregamos el uso obligatorio de “tapabocas”, el mensaje se reforzaba... para un lado y para el otro.
Tal vez nunca hablamos tanto de cuidarme y cuidarnos como estos meses. La vida nos puso en un escenario único donde no hay matices: hay que parar (el capitalismo casi infarta) para arrancar de nuevo.
Empezamos a pensar cómo cuidar nuestra integridad en este tiempo, cómo hacer para que el tapaboca no tapara nuestra voz y que el aislamiento no nos aparte de los vínculos y la posibilidad de compartir nuestra vida con otres. Este aislamiento y el tapaboca han existido de manera particular y simbólica en muchas mujeres. Lo que hizo la pandemia y la cuarentena fue terminar de visibilizarlo.
Con insistencia, habíamos logrado romper ese primer aislamiento y sacarnos ese tapabocas (los simbólicos). Una de nuestras estrategias fue hacer obligatorias las primeras salidas de mujeres para asegurarnos que podríamos verlas, mientras sus hijos quedaban al cuidado del padre o de otra persona.
La comunidad así se fue activando. Algunas de las iniciativas fueron los grupos de WhatsApp, las videollamadas (así “nos vemos”), escribir y compartir lo que íbamos sintiendo, estar atentas, ayudarnos, cultivar el humor, darnos una mano en las tareas escolares, organizarnos para que a nadie le faltara el pan. Estas acciones, ideas y emociones habitaban ese aislamiento llenándolo de colores, presencias y voces.
Porque nadie se cuida, ni se salva solo. Nos cuidamos entre todes. Y así, solo así, nos podíamos asegurar que, cuando las casas se volvieran a abrir, estuviéramos todos.
El cuidado no debía ser solo en relación con “el virus”, porque si el peligro fuera solo ese, con encerrarnos bastaba. Pero la realidad nos mostraba otros riesgos latentes, cotidianos, que no iban a disminuir con el aislamiento, sino que su explosión aceleraba el paso. Nos referimos a los femicidios, a la falta de trabajo, a la pobreza, por nombrar algunos. Y todas creciendo sobre la misma raíz: la desigualdad.
Así fue que, como parte de los cuidados en nuestra comunidad, fuimos alentando a cuestionarnos, a reflexionar, a tratar de resignificar lo que estábamos viviendo: la caída de todas las seguridades que ya hoy no eran tales. El sentimiento de vulnerabilidad y de finitud de vida nos atraviesa a todes: no hay ricos, no hay pobres, no hay géneros, no hay edades, no hay jerarquías vitalicias que ordenen nuestra vida. Esto genera inseguridad y desconcierto. Como humanidad, vamos a aprendiendo a caminar. Lo que ponemos en cuestionamiento el capitalismo y, por ende, al patriarcado.
Hoy, mientras miramos las noticias, nos sentimos desorientados e indefensos. La escala de valores, aquello que priorizamos en nuestra vida, empieza a cambiar en medio de un gran sufrimiento y miedo, en muchos casos. Pero en otros empezamos a sentir la pequeña esperanza de que algo puede cambiar: ¡el mundo!
La reflexión sobre el aislamiento y el uso de tapabocas nos da la oportunidad de cuestionarnos el significado de ciertas ideas. ¿Qué es la normalidad? ¿Es la misma para todes? ¿Se tiene en cuenta la diversidad de realidades que deben acatar las mismas medidas obligatorias? ¿Qué implica el cuidado de la salud? ¿A dónde nos llevará este gran cambio?
Para muchos, hay una certeza. No volveremos a la normalidad, porque la normalidad era el problema.
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» Disparadores para el trabajo personal y/o grupal
Recuperando la VOZ
1.¿Qué cambios trajo a tu vida la pandemia del coronavirus?
2.¿Cómo era tu vida antes de la cuarentena? ¿Y durante la cuarentena?
3.¿Cómo querés que sea tu vida después de la cuarentena? ¿Qué cambiarías para lograrlo?
4.¿Qué emociones y pensamientos te genera o te generaba el lema “Quedate en casa”? Comentá tu experiencia.
- Miedo
- Confianza
- Seguridad
- Incomodidad
- Encierro
- Peligro
- Oportunidad
5.Reflexionen sobre esta afirmación: “No volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema.”
- ¿Estás de acuerdo con ella? ¿Por qué?
6.Lean el siguiente relato de una de las mujeres de la comunidad, quien compartió su proceso de transformación con estas palabras.
“En estos tiempos difíciles me fui conectando conmigo misma, aceptando la realidad sin escaparme, sino queriendo ser cada día un poco mejor. Empecé a quererme, a dedicarme tiempo, a cambiar actos y actitudes. Eso me hizo madu rar. Antes, quizás malgastaba el tiempo; ahora lo aprovecho al máximo. No me detenía a reflexionar, tampoco sabía que adentro mío había un ser maravilloso, una niña que, por cuestiones de la vida, nunca antes disfruté. Hoy soy feliz, río, lloro, aconsejo, escucho, acepto y me caigo con la mirada siempre en alto. Siempre, siempre vuelvo a empezar.”
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