Kitabı oku: «Yellow Peril: Aquella Horrible Cara Amarilla», sayfa 2
LA MASACRE DE LOS ANGELES
Inicia la tragedia
El triste episodio fue realmente un reflejo de aquellos tiempos y lanzó una sombría sobre la ciudad en progreso. Sucedió en “ Calle de los Negros”, el barrio más barrio de Chinatown donde, mezclados con lavanderías, emporios y pequeñas actividades comerciales, vivían en contacto permanente los inmigrantes menos apreciados por la población Americana es decir Mexicanos y Chinos. Los anales de la época lo describen como “una zona dura, una larga avenida de tierra de 40 pies de ancho lleno de prostíbulos, salas de juegos, emporios y habitaciones residenciales de barro y paja”. La población era mayormente masculina, debido a las Leyes Americanas que limitaban la inmigración de mujeres Chinas, sin embargo la mafia China consiguió hacerlas entrar y casi siempre con la ayuda de las Autoridades locales. De esta manera, entre familias y prostitutas, la población China había crecido 200 veces más en solo diez años y prosperaba maravillosamente, generando un clima pesado de malhumor entre la población blanca, afligida por la recesión post bélica y consciente de no poder seguir el ritmo con los precios bajos y los agotadores horarios de trabajo de los comerciantes Chinos, que además cubrían toda la zona en el vicio.
La tragedia se acercaba y puntualmente el 24 de octubre de 1871 estalló.
He aquí la famosa Calle de los Negros en 1880, pocos años después la famosa masacre. Hasta el 1882 la zona se mantuvo más o menos inalterada, sucesivamente los edificios que veis a los lados fueron demolidos.
Las fuentes oficiales probaron como causa del linchamiento la causa habitual, es decir, el asesinato de un oficial de la zona, un tal Robert Thompson , durante un fuego cruzado con la mafia China, cosa que por lo que parece desató la ira de la gente (!) hasta el punto de torturar, mutilar y por último colgar veinte pobres y desgraciados Chinos elegidos al azar.
Ya así las justificaciones no aguantan; si después añadimos que después de un proceso ridículo fueron declarados culpables de la masacre solo 8 personas, que fueron inicialmente acusadas de “homicidio involuntario” y al final absueltas de todos los cargos, aun cuando testigos oculares habrían indicado ellos y otros treinta sujetos como responsables del hecho…pues, algo va mal.
Comencemos en decir que la masacre no fue un evento imprevisto, sino que algunos eventos anteriores contribuyeron en provocar las tensiones y el odio entre Americanos y Chinos: he extraído varias informaciones del libro TheChinatownWar que os aconsejo leer.
Aquí una imagen rara de Chinatown en 1870. Llena de emporios, salas de Té y tiendas Chinatown se disponía a convertirse en una pequeña S. Francisco.
Unos días antes el jefe de uno de los varios clanes de la Mafia China, Yo Hing , había organizado, con fines de lucro, el secuestro de una de las pocas mujeres casadas de Chinatown, una tal Yut Ho , que parecía ser muy bella.
Todo esto fue posible porque claramente Yo Hing tenía estrechos y adinerados contactos con las Administraciones locales, en primer lugar, los Sheriffs y los Guardianes de la Orden que no solo hacían la vista gorda sobre los crímenes, sino que también recibían un gran porcentaje.
Claramente el bando rival, con el jefe Sam Yuen, que era un mercante de telas, no digirió el insulto que amenazaba el poder de la zona, y otros cómplices funcionarios Americanos, logró desembarcar en San Francisco una banda de guerreros Tong armados hasta los dientes procedentes de China.
La noche del 23 de octubre, la pandilla de los sicarios guiados por Ah Choy, que era el hermano de la mujer secuestrada, origino un conflicto contra Yuen, que resultó ileso mientras que Choy quedo mortalmente herido y lo dejo morir en uno de los callejones de Chinatown. Una vez comprendido quien fuese el instigador y con el apoyo de la policía local Yo Hing denunció a Yuen como instigador del intento de homicidio y lo mando a la cárcel, donde además fue establecida una caución de 2000 dólares, una cantidad anormal para aquella época y sobre todo para un Chino. La intención era que el rival se pudriera en la cárcel el tiempo necesario para enriquecer Jueces y Abogados, sentenciarlo a muerte y apoderarse de su territorio, pero Yuen se comió la hoja y afirmo que estaría dispuesto a pagar la enorme cantidad. Acompañado a su casa por la Policía se descubrió que el dinero estaba escondido en el tronco de un árbol, pero había mucho, ¡mucho más de lo que se pensaba! Una enorme riqueza producto de los tráficos clandestinos que atrajo no solo a los Tutores de la Orden.
Uno de los agentes presentes en aquella mañana del 24 de octubre de 1874 fue un tal Jesus (!) Bilderrain, un policía de oscura fama conocido por ser avaro, ladrón y profundamente racista. Había además muchas denuncias contra él por varios delitos de robo, sobre todo por los de combate. Era también uno que apostaba de manera compulsiva y, junto a su hermano Ygnacio, había controlado y organizado por muchos años los famosos bloques de las elecciones contra la Comunidad Latina de Los Ángeles en nombre del partido Democrático, impidiendo votar a la minoría étnica.
Un sujeto semejante fue cabeza de excelencia y venerado como un héroe tanto por parte de los Jueces como de la Prensa cuando se abrió la investigación sobre la masacre y sus palabras valieron oro.
Al contrario de lo que se cree en China el opio no se utilizaba con los mismos fines de vicios y patológicos que en Occidente, sino que su uso era para un fin terapéuticos y religioso. Solo más tarde con la caída del imperio Qing y con las guerras Anglo-Chinas de 1830/40 que el opio fue deliberadamente distribuido por Inglaterra misma con generosidad a la población china, con el objetivo de aumentar su monopolio y transformar gran parte de las plantaciones agrícolas necesarias en plantaciones de opio destinadas a la exportación por todo el mundo. China intento frenar la difusión, pero resulto ser inútil. Debido a las migraciones en América la mala costumbre y los tráficos relacionados con ella desembarcaron en América administrados, mediante acuerdo, tanto por la Mafia China como por el mismo Gobierno de los Estados Unidos. En la foto una clasica sala de opio China en 1890.
Bilderraine afirmo que la noche del 24 de octubre se encontraba en Negro Alley con otros hombres porque fue atraído por algunos disparos.
Entro en un callejón fue herido y parece que haber pedido ayuda al agente Thompson, que murió por los disparos recibidos del mismo Yuen. El homicidio a sangre fría parece haber incitado a la gente que en poco tiempo había organizado y asaltado la zona, llegando finalmente a la masacre. Si bien fue atroz, todo el episodio fue pues liquidado como una locura general causada por un clima de descontento contra los Chinos, que por lo visto arruinaban y hundían en el vicio la ciudad obteniendo cifras increíbles. Incluso fue retomado el cuento que los Chinos estaban juntando dichas cantidades de dinero en nombre de un Mandarin que aspiraba en ser gobernador de California: una farsa que databa a la fiebre del oro que termino como verdadera por algunos libros de la época y que desgraciadamente fue usada para publicar las Leyes Raciales según las cuales
“Ningún Chino podía declarar contra un blanco en un juicio”
A pesar de que la masacre tuvo lugar a los ojos del mundo, gracias a los informes despiadados escritos en tiempo real por H. M. Mitchell, reportero del Star, el juicio concluyó rápidamente absolviendo básicamente a la ciudad “ victima de los horrendos comercios de los Chinos y del clima de violencia de su Mafia”. No cabe duda que los poderes políticos influyentes hayan determinado el almacenamiento del juicio, aquellos que sucesivamente recurrieron al recuerdo de la masacre para imponer el tristemente famoso “ Chinese Exclution Acts” de 1882.
La verdad de los hechos, como siempre, es mucho más triste e incluso simple que la masacre que escarbó a fondo dentro del alma mezquina y racista de los falsos moralistas de aquella época, la codicia y el robo.
La Autoridades Americanas, en primer lugar, la Policía siempr e tuvo relaciones privadas con la Mafia China. Se ejercía un control exclusivo no solo sobre el opio y las especias sino sobre todo en el comercio (oficial o clandestino) de mano de obra y de productos Chinos que eran importados en América de bajo coste, influyendo negativamente los precios nacionales, que estaban colapsando. Además, los grandes empresarios, como las ferrovías que recibían grandes subvenciones estatales, utilizaban a menudo los trabajadores Chinos prefiriéndolos a los Americanos y Europeos ya que costaban menos y trabajaban el doble. Durante el periodo de los primeros Sindicatos los Chinos fueron utilizados como “esquiroles” por los mismos empresarios para bloquear las reivindicaciones de la clase obrera. Todo esto reforzó la opinión pública, que comenzó a ver los Chinos como peligrosos e intencionados a la competición desleal. En la foto, la parte de atrás de un clasico negocio de especias en Chinatown, 1880.
El escándalo seguido por la tragedia puso en evidencia cuan pobre y cruel fuese el corazón de los protagonistas, gracias a las varias investigaciones y testimonios de los sobrevivientes, sobre todo el mismo Huang que mostró pruebas documentales de la conclusión entre él mismo, la Mafia, la policía local y “favores” mantenidos entre ellos. Poco después toda la documentación y los actos judiciales fueron almacenados y toda la masacre se escondió debajo de la alfombra. Muchos años después habrían aparecido gracias a la extenuante búsqueda de los Históricos y a las…. Situaciones favorables, que hoy ven a China como la gran Potencia económica del futuro.
Más allá de cualquier consideración posible, el interés de este libro es el de informar y ayudar a conocer los grandes eventos del pasado, relacionados al old America y su primera relación con la comunidad China. Por lo tanto, solo voy a contar lo que realmente sucedió aquella noche del 24 de octubre de 1882 en Chinatown.
Bilderrain fue a Negro Valley para robar el oro de Yuen junto a otros compañeros, un “favor” pedido por el mismo Hing para ajustar las cuentas con el canalla de Yuen. La alianza y la protección de Hing, no fue lo suficiente para salvar a Bilderrain de la ráfaga de disparos de los matones de Yuen que estaban de guardia en el callejón. Hay que decir que Bilderrain no era un sheriff oficial sino uno de esos tantos vigilantes autorizados por la misma Policía, para “mantener el orden” en el barrio: por esto cerraban un ojo sobre los acuerdos privados que había entre los vigilantes y la Mafia China, y ambos ojos cuando se trataba de favorecer tráficos clandestinos o asesinatos privados. Por otro lado, la Policía recibía una buena cantidad de los ingresos y controlaba todos los eventos en programa, gracias a una amplia red de informadores. Aquella noche también fue habitualmente informada sobre las intenciones de los vigilantes; su único deber era observar, dejar que hagan y despejar el campo de posibles obstáculos. El mismo Comisario Frances Baker, jefe de la policía de Los Ángeles, tenía tráficos personales con la Mafia, específicamente era especialista en recuperar las esclavas Chinas que en ocasiones lograban escapa, intentando embarcándose clandestinamente hacia Europa. Las recompensas por el acto heroico de recuperar las pobres mujeres, legalmente acusadas de robo, era muy alta: la codicia ataba fuertemente a la Policía con una u otra banda, generalmente con la que pagaba más.
De acuerdo a las siguientes declaraciones de Yuen, que sobrevivió a la masacre, aquella noche Bilderrain estaba incluso con Hing y por eso se abrió fuego contra él. Mirando hacia atrás hay que creerle. Las dos facciones mafiosas se encontraban en la hora de la verdad: el único deber de la Policía era ser neutral.
Aquí una extraña imagen de la masacre de Chinatown. Las victimas del linchamiento fueron 19, pero toda la zona fue saqueada, quemada y muchos resultaron heridos.
Con tal fin, fueron puestos como vigilantes dos viejos conocidos de Los Ángeles, dos policías heroicos que se destacaron en acciones difíciles durante las revueltas Mexicanas, como la captura y la muerte del bandido Tiburzio Vasquez . Estos dos se llamaban Emil Harris y George Garde ; su orden era quedarse en la zona sin involucrarse, cualquier cosa que pasase. Delante de la gente enfurecido no solo no movieron un dedo, sino que, al contrario, amenazaban a aquellos que intentaban hacer cualquier cosa per impedir los linchamientos, según testimonios reputados. Sin embargo, nunca se presentaron ante el juez de instrucción como imputados y más tarde fueron promovidos a los grados más altos de la Policía.
Thompson fue abatido muy pronto, y esto es cierto.
Un evento frecuente y ya libre de sorpresas en Chinatown, donde solo en la semana anterior a la masacre habían sido registrados 44 víctimas en los callejones, las cuales 4 policías. Al final, Robert Thompson no era un santo como se decía, sino que la mayoría lo conocían como un traficante, estafador y extorsionista, así como propietario del vil local Blu Wings cuya obligación era el sexo y las drogas. Entonces, ¿ QUÉ fue lo que desencadenó aquella noche la ira de 500 personas, una tal locura que permitió a la gente torturar, matar y mutilar a sangre fría 19 pobres Chinos capturados al azar, pero también saquear, desmantelar y quemar gran parte de negro Alley ante los ojos de la Policía y de la ciudad de Los Ángeles? Lo sorprendente de aquella noche no es solo el eco de un homicidio al orden del día, pero también la extrema velocidad con la cual la multitud se organizó y, como un solo hombre, irrumpió en el barrio dividiéndose en tramos, cada uno de ellos con una tarea específica. De inmediato salió a la luz del mundo que la masacre fue un evento planeado la cual fueron involucrados por su propia confesión varios peces gordos de la ciudad, así como grandes políticos. He aquí algunos nombres: empezamos por H. M. Mitchell, periodista del Star, Sheriff del Condado que después se unió a la riquísima familia Glassel. En poco tiempo se habría convertido en líder del Partido Democrático, se dice que fue gracias a su artículo relacionado con la masacre, que justificaba con fuerza la ciudad “ victima de los Chinos y de la incapacidad de la Ley”
Y qué del rico comerciante JH Weldon que, terminada la masacre, se fue a beber un bar de la zona con la camisa toda manchada de sangre gritando con alegría ¡ Soy feliz! ¡Esta noche he matado a tres Chinos! Harris Newmark , uno de los empresarios más reputados y ricos de Los Ángeles, confesó sinceramente de haber visto a Thompson en el suelo y de haberse ido a su casa a festejar. QUE COSA , no se sabe. Aun así el empresario no pareció ser ajeno a los hechos, sobre todo cuando se descubrió durante el juicio que tenía estrechas relaciones con los policías Celis y Kerren , a su vez sospechosos de haber disparado a Thompson o de haberlo metido en el callejón donde estaban escondidos los mafiosos. ¿Y qué pensar del Policía Francis Baker ? En el juicio que en todo ese alboroto de gritos, torturas e incendios “ después de haber rodeado el edificio Coronel, donde los mafiosos se habían refugiado, aquella noche se había ido a dormir ” dejando así la ciudad a merced de la locura.
La verdad sobre los hechos, los actos procesales y toda la documentación sobre el juicio de pega que mostró el lado oscuro de toda una ciudad salió a la luz gracias al minucioso trabajo John Johnson Jr. que, 140 años después de la masacre, logró tener acceso a la célebre biblioteca de Hungtington .
Los datos muestran claramente que Política, Instituciones e Intereses Personales estaban en la raíz no solo de la masacre sino también de la crisis económica y del clima de desesperación general que habían hundido California, y sobre todo la ciudad de Los Ángeles, al caos total. Apoyado sobre un sustrato de Racismo Constitucional que había privado a los Chinos de cualquier derecho humano y de una dimensión jurídica fue fácil indicarlos como enemigos de la comunidad, y por lo tanto de la opinión pública.
LA VERDAD SOBRE LA MASACRE
Antecedentes
Todo comenzó en 1869, cuando fue terminado el transcontinental en Utah , el Pacific Transcontinental , éxito de un gran plan de reconstrucción por el Gobierno de los Estados Unidos, para incrementar la economía después del desastre de la Guerra de Secesión.
Los transcontinentales, es decir la unión de las Costas del Pacifico con las del Atlántico, significaban comercio, expansión y riqueza en un periodo donde las grandes ferrovías comenzaban a propagarse en Europa con timidez. La empresa Americana fue enorme y de gran respeto en línea con su tradición, y fue el modelo para el Sistema Capitalista que a partir de ahí se difundió. Para un negocio como ese claramente fue necesario invertir muchísimo dinero y el Gobierno tuvo una enorme deuda pública, contando con el hecho que habría recuperado los gastos con la venta del oro gracias al sistema New York Gold Exchange, que tenía el deber no solo de favorecer el campo abierto sino también controlar el valor del oro y mantenerlo estable.
La Pacific Railroad inaugurada en 1869 fue una empresa colosal, que involucro dos grandes compañías que nacieron a tal fin, la Union Pacific y la Central Pacific, pero también comprometió mucho al Gobierno de los Estados Unidos. La construcción de la ferrovía, que unía dos puntos estratégicos para los comercios Americanos, es decir la costa Atlántica con California y el Pacifico, representó el comienzo de la era moderna no solo para América sino también para el mundo entero, poniendo en marcha el sistema de las ferrovías. Fue una hazaña descomunal, pero el escándalo que implicó los presupuestos “inflados” y las subvenciones Estatales por poco no generó la caída del Sistema Democrático Americano, dada la probada implicación del presidente Ulysses Grant.
Esto atrajo a un grupillo de especuladores, como James Fisk y Jay Gould y otros canallas como ellos, los cuales tramaron alrededor del entonces Presidente Ulyses Grant , para encargar el trabajo principal de compra y venta del metal amarillo a un compañero, el tal General Daniel Butterfield , que entonces se convirtió en tesorero principal de los Estados Unidos. Daniel convenció a Grant que era necesario que el Gobierno comprase oro, el cual tenía que ser puesto de nuevo en circulación para mantener estable la economía. Sin embargo, Grant no lo vendió, sino que lo compro a nombre de Gould y Fisk , y esto causó un fuerte aumento de los precios y una peligrosa inflación.
El Gobierno, dándose cuenta de la estafa, vendió cuatro millones de dólares en oro en 24 horas, causando la caída del valor. Claramente el mecanismo infame es más complicado, pero espero que esta simple narración de los hechos de una idea de lo que generó la tremenda crisis económica, agravado por el siguiente escándalo del Pacific Transcontinental Road la cual se descubrió que había especulado a su vez sobre las subvenciones Estatales exagerando los informes de gastos, estableciendo un verdadero monopolio sobre los territorios de su competencia del que había expulsado el Estado.
La crisis llevó a muchos inversores en bancarrota, bloqueó las industrias y obligó a millones de empresas a cerrar; entre ellos el estado de California, que acababa de terminar la ferrovía dejando millones de desempleados en la calle, fue el más afectado. La mayoría de los trabajadores eran Chinos, contratados en cantidad por las Compañías gracias a las presiones Gobernativas, que como hemos visto había organizado muchos tráficos desde China procurándose trabajadores de precio bajo. Éstos, juntos a los desocupados de la ferrovía de Utah, claramente se fueron a Chinatown, único lugar en América capaz de acogerlos, donde la Mafia proveyó para colocarlos y hacerlos entrar en las compañías. A parte del mercado clandestino y de la importación de los productos Orientales, aun así, había poco trabajo; los únicos a sobrevivir, una vez más, eran los Chinos, que se adaptaban a un trabajo de 15 horas al día por pocas monedas.
Thomas Nast criticó abiertamente el sistema político Americano y sus leyes raciales como mordaz y perspicaz en uno de sus periódicos más prestigiosos de aquella época el Harper’s Weekly. He aquí uno de sus diseños intitulados Go West- Go East- donde expone de impacto las desastrosas leyes de Jim Crow.
Muy pocos en América estaban al tanto de las graves condiciones las cuales los esclavos modernos estaban forzados, raptados de su Patria a menudo por cuenta de los Estados Unidos o inmigrados en América para escapar del hambre. Con las familias retenidas en China y las Leyes Americanas que, con la excusa de frenar la introducción clandestina de mujeres destinadas a la prostitución prohibía la esposas de encontrar sus maridos, esta pobre gente no tenía una vida propia y se encontraban entre tres hogueras: la tierra natal, América y la Mafia, que trabajaban unánimes para aprovecharlos. La prosperidad de las bodegas de Chinatown a menudo eran ficticias y muy poco se beneficiaban; los ingresos de las apuestas, de las casas de opio y de los licores pasaban directamente por las manos de la mafia, que a su vez abonaba una buena cantidad a las Autoridades locales. La mismas América se enriquecía con el comercio de los productos Chinos, que en 1870 llegaron a incluir también la fruta, la verdura, pescado y productos de primera necesidad que venían “comprados” en el extranjero a muy bajo precio, mandando en bancarrota las empresas locales que no lograban competir con los precios. Alrededor de 1880 toda la economía nacional comenzó a depender de la importación-exportación con China la cual, basándose en la filosofía del todo oriental por la cual “si no puedes acabar con tu enemigo desde afuera, hazlo desde adentro” impuso un Comisariado para verificar “las condiciones de sus súbditos” en la Patria extranjera. Prácticamente, gracias a su Mafia, se aseguró el control total de la inmigración China en América para llenarla de Chinos y mantener los Estados en un tipo de sumisión oculta. Para parar el golpe y retomar el control de su País sin perder los beneficios de los tráficos con China he aquí que fueron promulgadas las famosas Leyes Raciales , la cual siguió una oleada de libros, carteles y seminario sobre el “ Peligro Chino ”
El gran incendio de Chicago le costó a América 200 millones de dólares de aquella época. He aquí una imagen extraída del Harper’s Weekly diseñada por John Chapin, que muestra el puente en Randolph Street, completamente destruido por las llamas.
El Gobierno, confiando en el congénito deseo de manipulación del pueblo Americano y de su radicado racismo, definió precisamente los Chinos como “no deseados” privándolos de cualquier personalidad jurídica y concediendo plena inmunidad al individuo, que por lo tanto se sintió autorizado a “ hacerse justicia propia” .
La masacre de Los Ángeles fue una directa consecuencia de este perverso mecanismo: como siempre en tiempos de crisis son los mismos Gobiernos que, para cubrir sus culpas, culpan a alguien y los únicos que al final sacan provecho de las guerras entre los pobres.
El incendio de Chicago del 8 de octubre de 1871 completó el cuadro: se trató de uno de los desastres más trágicos de América, la cual toda la ciudad hecha de madera fue reducida a cenizas dejando en el suelo los cuerpos carbonizados de 300 personas, 110.000 vagabundos en la calle y en la memoria 18.000 edificios de los cuales quedó solo una única pared. La investigación que siguió determinó que se trató de uno de esos eventos nefastos desencadenados por la ira de Dios y después de haber cerrado el caso de la farsa sobre la vaca (Irlandesa) que habría provocado casualmente el incendio haciendo caer al suelo una lámpara, el caso fue cerrado.
En realidad, muchos dicen que NO FUE la mano del destino sino la humana en originar el incendio, y por los habituales motivos sucios de dinero y poder.
Muchas cosas no cuadran en aquel incendio como por ejemplo la intervención de los Bomberos, cuyo cuerpo heroico era considerado como un ejemplo de organización y de vigilancia para los Estados Unidos, dedicado a defender del fuego una ciudad de madera y en pleno desarrollo donde el promedio de incendios era de… ¡2 al día! El Departamento de Bomberos estaba muy equipado: en 1866 tenía once camiones completos, dos sistemas de extintores manuales, trece carros flexibles, un camión elevador con escalera, 120 bomberos, 125 voluntarios y 53 caballos. En 1871 dotaba, único en su campo, Knocke-Pattent Hose Elevator , una torre de agua capaza de generar y dirigir un chorro de agua de alta potencia.
Esto significaba cuan experto y equipado fuese el Cuerpo de Bomberos que la noche del 8 de octubre de 1871 se encontró sofocando las llamas del famoso incendio. Sin embargo, al menos se señalan dos errores imperdonables y groseros del Departamento, suficientes para perder el control de las llamas.
He aquí una foto del cuerpo de los Bomberos de Chicago con una de las varias estaciones equipadas, en 1871, meses antes del gran incendio. El equipamiento era muy moderno y de última generación para esos tiempos. Se pregunta QUÉ pudo haber originado esos errores groseros que fueron fatales para la ciudad.
El primer error se trata de la intervención rápida: se sabe que los Bomberos se activaron SOLO 2 horas después del primer aviso, y solo porque después del primer aviso se agregaron otros más.
El Departamento se justificó argumentando el hecho de que “ pensaban que la nube de humo señalada pertenecía a otro incendio, controlado en la misma zona el día antes” .
Muy extraño y casi grotesco, para Bomberos expertos.
Además, en los anuarios del Departamento, no se hace mención de un incendio similar que, aún más extraño, se originó en un aserradero.
El siguiente error es absurdo: sabiendo que se trata de un nuevo incendio, ¡el Departamento envió las bombas… a otra dirección! Se habló de “error de comunicación” entre los agentes, cosa difícil de comprender ¡para gente acostumbrada a intercambiarse rápidamente y con precisión cierto tipo de información! Además, y esto me parece sospechoso, el Departamento había intervenido en cuatro pequeños incendios intencionados, precisamente en esa zona, por lo que la conocía muy bien. ¿COMO pudo no haber pensado que también el quinto incendio del día podría haber tenido lugar ALLI?
De cualquier manera, los errores fueron fatales y, a pesar de los siguientes esfuerzos y la colaboración por parte de las ciudades cercanas, la furia del incendio destruyó todo, y cuando llegó a quemar el acueducto la población entendió que había perdido la batalla contra el fuego. A esta altura, la pregunta es: ¿si realmente el incendio fue intencionado QUIEN y PORQUE habría hecho esto?
He aquí la majestuosidad del primer rascacielos Americano, el Home Insurance Building, finalizado en Chicago en 1888. Obra magna de William LeBaron Jenney que inauguró la de los altísimos edificios, símbolo del poder Americano.
Tenéis que saber que la gran mayoría de los edificios en el corazón de la vieja Chicago estaba en ruinas, de barrio, y ocupada ilegalmente por la denominada escoria, es decir todos esos pobres de etnias diferentes que allí encontraban refugio. En estos edificios, el vicio, la mafia y la prostitución eran comunes y a menudo en manos de los Clanes Irlandeses, que eran muy odiados y temidos.
Frederick Law Olmsted, padre de la arquitectura de New York, fruncía la nariz ante los edificios de Chicago, definiéndola “ retrógrada hecha por inmigrantes, bar y casas de madera, ahogada en sus manías de grandeza que la lleva a construir edificios gigantes de tipo grosero y discutible”.
( the Nation, 1870) Además Chicago estaba muy atrás en la Industrialización, penalizando a Estados Unidos.
Como en la época de Nerón el incendio permitió arrasar con todo lo malo, indeseable y promiscuo que frenaba Chicago en su carrera hacia la modernidad la cual, sin ese evento fortuito, nunca habría podido librarse de manera neutral. Al fin y al cabo, el incendio representó un buen negocio para la ciudad que se benefició de la ayuda del Estado y de los privados que la reconstruyeron desde el principio y que el mismo año albergó la primera escuela de Arquitectura de los Estados Unidos (cuyos miembros destacados pertenecían al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de la Guerra de Secesión) inaugurando al final en 1885 ¡El Home Insurance Building , el primer rascacielos de América!
Horace Bell en 1880.Se trata de una personalidad interesante: os invito leer en la página web.
En cualquier caso, los tres eventos desafortunados crearon un sustrato favorable a la tragedia del 24 de octubre de 1871, la cual participó activamente más de la mitad de la ciudad, ya malhumorada con respecto a los inmigrantes Chinos, presentados a la opinión pública como esquiroles.
Aquella noche, más allá de las declaraciones de los varios protagonistas como Bilderraine que negaron y cambiaron sus versiones una y otra vez, las cosas fueron así.
Bilderraine, armado hasta los dientes y junto a un pelotón de guardianes (atención, no POLICIAS sino simples ciudadanos autorizados a mantener el orden por el sheriff local) se metió en el callejón de Negro Alley dirigiéndose a la casa y negocio de Yuen. Algunas fuentes hablan de la presencia del mismo Hing con ellos, quizás como guía. La clara intención de Bilderraine era aquella de robar el oro escondido en un tronco, del cual todos estuvieron al tanto solo a la mañana. El escuadrón se encontró delante las guardias de Yuen, que como sabemos, era un mafioso; los guerreros Tong comenzaron a disparar en defensa y, según las reglas definidas entre la mafia y la policía, sin salir del callejón. Los enfrentamientos privados, efectivamente, estaban al orden del día y por esto regularmente: el sentido era “ disparaos incluso encima, pero hacedlo en vuestra casa” y en Negro Alley COTIDIANAMENTE así eran las cosas.
Regia además un tipo de hora límite para todos los habitantes de Chinatown, que de todos modos preferían estar encerrados en casa después de las 20:00. Quedaban abiertas solo las bodegas del vicio y también allí se accedía según otros reglamentos aptas a preservar la seguridad de los clientes.
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