Kitabı oku: «La ausencia», sayfa 2
ODA
Lo que se tiene sin tener,
lazos ficticios.
Me dejo engullir por la oscuridad,
me quema la luminosidad.
Camino entre las espinas indelebles más íntimas,
refrescándome con cada atisbo de honestidad,
retorciéndome en la contingencia de lo posible
y lo no probable,
intervalos encadenados de desmesurada cordura,
efímera y disipada esperanza
que nunca espera.
LA CONSTELACIÓN
Todo aquello que vimos,
toda esa luz,
¿dónde fue?
Aún se sienten los destellos
con el desvanecimiento de la existencia,
destellos que parecen ser
con su eterna presencia
nuestro horizonte fragmentado,
todo lo que se precipita en nuestras mentes
como albores cristalinos
efervescencia de un sueño lúcido remoto.
EL TIEMPO
La relatividad de los instantes,
la eternidad de las miradas
que flotan ciegas y audaces,
la atemporalidad de nuestro tiempo.
Lo antagónico condensado
disimula taciturno esperando una reacción.
ULISES
Como recuerdos de otra vida,
palpitantes delirios.
Olvidé que eras parte del cielo,
que anochecías como la luna
y que eras destellos.
Olvidé todo, a tu lado.
ITINERANTE
Soy yo la que se va,
la que no encuentra su hogar,
eterna temporalidad.
La que vive sin refugio
al son del delirio más efímero.
DESPEDIDA
Quédate veinte años más.
Quédate conmigo el resto de tus seis vidas.
Vuelve a elegirme.
Sé que nadie se quedará tanto tiempo a mi lado.
LA MUJER GLACIAR
La mujer glaciar,
en vez de calor,
tuvo dos hijas.
No tuvo tiempo de abrazos.
Olvidó lo imprescindible.
LEY DE VIDA
Adentrarse en tus mareas,
conocer tus remolinos interiores,
añorar la superficie ajena al daño.
Tus profundidades son desconocidas,
lugares donde pocos caminan.
TRANSEÚNTES
Caen los días
aparentemente despiertos.
Acontece el ocaso de las personas
que mueren estando vivas.
Su cadencia se para.
Cesan su constante
en tus latidos.
MISERIA EMOCIONAL
El vacío resplandece
como una llama que no cesa,
como una necesidad incalmable
que obliga con su existencia.
Jugando con la circunstancia,
he ampliado mi sangre,
he adoptado padres y hermanos,
he adormecido a los instintos,
que son deseos incontinentes.
EMPARENTADA CON EL MIEDO
Soñé que te perdía
entre la hiedra, angosta,
de mi mente.
Convive el miedo a perderte,
que late tan fuerte
que no me oigo.
No sé si he olvidado respirar.
Si te tengo al lado,
qué difícil separar latidos.
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