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Kitap hakkında
"El corazón tiene sus razones que la razón no comprende": esta célebre frase de Pascal parece indicar una oposición entre lo racional y lo cordial. No. Es una afirmación paradójica, una contradicción aparente. La paradoja es una verdad que solo se advierte en una segunda reflexión. No hay oposición natural o de raíz entre lo racional y lo cordial. Lo demuestra el hecho repetido de que, en muchas personas, existe una armonía, aunque cambiante, entre esas dos fuerzas, porque eso son.
Lo racional parece tener contornos más netos que lo cordial. Con la razón se llega al concepto que posee propiedades generales y válidas en cualquier tiempo. El corazón no mira nunca, por su propia naturaleza, a lo general, sino a lo particular, a lo individual. A causa de esa dispersión se ha estudiado mucho más lo racional que lo cordial. Pero lo cordial, las cosas del corazón, ha estado y está presente en la mayoría de las actuaciones humanas. Lo está también y, profusamente, en muchos textos-raíces de la cultura humana, empezando por la Biblia. Las páginas que dedico al Antiguo Testamento y al Nuevo, así como al principal de los Padres de la Iglesia que trataron del corazón, san Agustín, podrán parecer más que nada un índice, pero se trata de hacerse una idea de la presencia continua del corazón.
Sigo luego el rastro del corazón en el Islam, la literatura y en el pensamiento, con muestras que distan mucho de ser completas, pero sí algunas de las más señaladas.
Termino con dos temas espirituales muy ligados al corazón: la filiación divina y la devoción al Corazón de Jesús.
Intento en estas páginas estudiar más de cerca cosas del corazón. El propósito no es racionalizarlo. Es dar algunas pistas para una pedagogía y unas decisiones que lleven a poseer un buen corazón. Aunque corazón, las cosas del corazón remiten antes que nada al amor, se verá que el corazón es algo múltiple, con muchas funciones. El corazón implica a los sentidos, a la memoria, a la inteligencia, a la voluntad. Dar el corazón es darse.