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Kitabı oku: «Colección de Documentos Inéditos Relativos al Descubrimiento, Conquista y Organización de las Antiguas Posesiones Españolas», sayfa 2

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Por consecuencia de las anteriores peticiones se insertan los memoriales de Melchor de Legazpi (doc. 46, pág. 330), que comenzando en 1566 y no encontrando solución hasta tres años después, no se han podido interrumpir aún á trueque de reservar para el siguiente tomo otros papeles de anterior fecha á la que registra el último memorial. Melchor de Legazpi, pide en el primero.

1. Se concedan á su padre dos islas que elija del grupo de las de las de Ladrones con título de Adelantado y dos mil ducados de salario, conforme á la merced que le tenía hecha para aquél, sus herederos y sucesores, entendiéndose la dicha merced con jurisdicción civil y criminal, y asimismo título de Gobernador y Capitán general de las expresadas islas. – 2. Item, alguna ayuda de costa en atención á los gastos hechos y servicios prestados. – 3 y 4. Item, facultad exclusiva para elegir la gente para la conquista, así en Nueva España como en las islas del Poniente ó en cualquier otro lugar donde se hallare; libre provisión de los cargos y oficios sin excluir los Capitanes y Oficiales de la Real Hacienda; armar los navíos que le pareciese en cualquier puerto y lugar de las Indias, y que para todo esto pueda conferir poder á la persona por él elegida. – 5. Otrosí, facultad para conferir repartimientos á los conquistadores y pobladores de aquellas islas. – 6 y 7. Item, los alguacilazgos mayores de todas ellas en perpetuidad para su padre y herederos, y las tenencias de todas las fortalezas. – 8 y 9. Item, un dozavo de todas las rentas, minas de oro y plata, piedras y frutos y dos pesquerías escogidas por su padre, una de perlas y otra de pescado. – 10. Item, que no paguen almojarifazgo de las cosas que llevasen durante los diez años primeros. – 11. Merced á los conquistadores para que de todo el oro, plata, piedras y perlas que se descubriesen, no paguen más del diezmo durante dichos diez años. – 12. Item, merced á su padre para que al ausentarse pueda dejar un lugarteniente con el mismo poder que él tiene en las islas Filipinas y en las de los Ladrones. – 13. Item, que su padre pueda poner dos navíos en la navegación de dichas islas, con facultad de enviarlos juntos ó separados á cualquier parte de las Indias. – 14. Item, merced de las penas de cámara para la fundación de iglesias y monasterios en aquellas islas. – 15. Item, á Felipe de Salcedo la merced que le tenía suplicada. – 16. Item, que se manden á las dichas islas religiosos, pudiendo ir de cada orden una docena, y siendo preferidos los que voluntariamente se presten. – 17. Item, que ningún extranjero pueda pasar á las dichas islas «especialmente siendo portugués ó teniendo raça de ello» por las razones que expresa. – 18. Item, que de ninguna parte de las Indias, ni fuera de ellas, se permita salir navíos para aquellas partes sin expreso consentimiento y comisión de la Real Audiencia ó Virrey, en cuya jurisdicción cayere, y Real asentimiento. – 19. Item, que en las dichas islas no traten ni contraten los moros. – 20. Item, cometer á su padre la conquista de las islas de los Ladrones. – 21. Otrosí, en caso de muerte de su padre antes de efectuar la conquista, que pueda cumplirla y llevarla adelante, si estuviese comenzada ó la comience de nuevo, el heredero y sucesor de su casa y hacienda ó la persona á quien éste nombrase.

Recuerda en otro memorial los presentados (pág. 338) dos años antes sin haber obtenido contestación, y pide, como recompensa de los servicios de su padre, que se le asignen «quatro mill ducados de renta en la ciudad de Mexico librados en la Real caxa ó en un Repartimiento perpetuo: que se le confirmase el cargo de gobernador y capitan general (de las islas del Poniente) con el competente salario y con título de adelantado de una ysla; alcayde de todas las fortalezas, alguacil mayor de todo lo que el descubriere» y demás mercedes contenidas en la petición preinserta de su padre, conforme había prometido el virrey D. Luis de Velasco, que para él suplicaría á S. M.

Pide, en el que pudiéramos llamar tercero (pág. 343), el destino de Contador en la ciudad de Méjico, vacante por muerte de Hernando de Villanueva, en remuneración de los servicios y gastos de su padre.

En el cuarto presenta la información de los servicios de éste, y en el quinto solicita se abra una información sobre los antecedentes del General y sus servicios en las islas Filipinas. Esta última, abierta en Madrid á 6 de Noviembre de 1568, hállase en forma de interrogatorio, contenida en quince preguntas (pág. 345), resultando de ellas que Legazpi era de los antiguos pobladores de Méjico, caballero, hijodalgo notorio hacendado en aquella ciudad y tenido por rico; que vendió la mayor parte de su hacienda para emplearla en la Armada, y que no había recibido hasta entonces ninguna merced ni salario, ni ayuda de costa, ni nada, en fin, que le compensara del gasto hecho, hasta el punto de no haberle quedado con qué sustentar á sus hijos, ni medios para poder casar, conforme á su condición, á una hija doncella llamada D.a Elvira, de edad de veintitrés años.

Termina este tomo con el desdichado viaje del galeón San Jerónimo, de que ya se ha hecho mérito, siendo de advertir que su colocación, posterior á los citados Memoriales, reconoce por causa el haberse iniciado aquéllos con anterioridad á la fecha en que fué escrita la relación de Juan Martínez, soldado en aquella nave. En este escrito se hace justicia á las elevadas prendas de Legazpi, no solamente por lo que dice de este ilustre y afamado conquistador, sino por el éxito que coronó sus incesantes trabajos, de las cuales fué uno de importancia «el conserbar la gente tanto tiempo y mas españoles por ser gente mas libre y bulliciosa de todas las naciones» (pág. 474).

F. J. de S.
ADVERTENCIA

Las copias de los documentos remitidos de Sevilla hállanse compulsadas por el ilustrado Oficial del Archivo de Indias D. Francisco J. Delgado. Se ha procurado guardar la ortografía, y solamente se marca con una rayita ó guión la separación de los períodos cuando hay ambigüedad ó confusión en el sentido.

NÚMERO 37

(Año de 1565). – «Relacion mui singular y circunstanciada hecha por don Alfonso de Arellano Capitan del Patax San Lucas del Armada del General Miguel Lopez de Legazpi, que salió del Puerto de Navidad para el descubrimiento delas Islas del Poniente en 19 de Noviembre de 1564, siendo Piloto de él Lope Martin vecino de Ayamonte: de la Navegacion que hizo desde la noche del dia 1.º de Diciembre siguiente que se separó con una tormenta mui furiosa del Sudueste que les sobrevino, hasta 9 de Agosto de 1565, que arribó al dicho Puerto de Navidad, sin haberse juntado con el Armada, despues de pasar infinitos trabajos en su busca, asi en la Isla de Mindanao y otras muchas que reconocieron en aquel grande Archipielago de las Filipinas, como en la penosa y dilatada Navegacion que hicieron de ida y vuelta.» (C. i. de N. t. 17. d. n. 17.)

En el nombre de Dios: Relacion verdadera hecha por Don Alonso de Arellano, Capitan del Patax San Lucas, que salió del Puerto de Navidad en demanda de las Islas del Poniente, siendo Piloto de él Lope Martin vecino de Ayamonte.

Partimos del Puerto de la Navidad Lunes á media noche, que se contaron 19 de Noviembre año de 1564 años, con buen viento, y mandaron governar al Sudueste, y fuimos por este rumbo hasta 25 del dicho: mandaron governar luego al Hueste, y á la quarta del Sudueste: tomose este dia el altura en catorce grados y medio: anduvimos quatro dias por ellos hasta que se nos dió la instruccion de la derrota que haviamos de llebar, que era al Hueste, y á la quarta del Sudueste, y ansi anduvimos con la dicha Armada hasta primero de Diciembre mandandonos siempre ir adelante; y desde allí que se nos dió la instruccion, nos comenzó á cargar el tiempo por el Nordeste que hacia tomar las Velas de Gavia á las Naos, y primero dia de Diciembre en la noche, fué tanto el viento que nos hizo ir al Sudueste, por que nos ivamos anegando, y no podiamos poner el costado á la mar, por ser como era el Navio muy pequeño y raso, y de alto mareaje, y la mar mucha, yendo corriendo por fuerza de la derrota por la dicha fuerza del tiempo, se puso un farol en la popa del Navio, para que las Naos entendiesen el travajo en que ivamos, y tuvimos puesto el farol toda la noche, y nunca respondieron en toda ella, y luego el dia adelante no vimos el Armada, y entendimos que se havia pasado adelante, y dimos el Papaygo mayor por que con él se ponia el Navio mejor á la mar, y ansi corrimos todo el dia sin ver el Armada, y aunque la quisieramos ver no podiamos por la gran serrazon y escuridad que hizo, que en aquellos veinte dias no vimos sol, y ansi corrimos en demanda de las Islas de los Reyes, como por la instruccion nos era mandado, y fuimos por el altura de los nueve grados en que ella está, y no la vimos por el altura de los nueve grados en que ella está, y no la vimos aunque ubo señal de aves de la tierra; y pareciendole al Piloto que era pasado abante mandó gobernar al U-este quarta al Norueste para ir en demanda de los Matalotes y Arrecifes como me era mandado, y hallandose tanto abante como los Matalotes, vispera de los Reyes á media noche que fué á cinco de Henero descubrimos una Isla que quando la vimos estabamos en tierra que reventava la mar sobre nosotros: mandó el Piloto amurar las Velas, y quiso Nuestra Señora, que el que iba en el timon botó á babor, por que ibamos en popavia, y la brisa mucha, y atravesóse el Navio por estribor, que solo en esto estuvo nuestra salvacion, por que si atravesara por la otra banda eramos perdidos, y ansi amurando nuestras velas, y alando las bolinas salimos con el costado con las piedras, y todos llamando por nuestra Señora de Consolacion y de Guadalupe, y así ella nos sacó, por que por barlovento de la proa reventava un baxo que era imposible podello doblar. Viendo el Piloto que no podia escapar mandó aquartelar el trinquete para zabordar7 en un lugar donde le parecia que no reventava tanto la mar, y queriendo ir á proa le dió un mar que le hizo ir á fuera del Navio, y con una mano quedó asido de un cavo del Navio, y quando cayó vió unas piedras tan cerca, que pensó que ya el Navio estava al traves; y ansi Nuestra Señora de Guadalupe y de Consolacion lo libró de aquel peligro, y nos sacó el Navio del en que estaba: era la tierra tan baxa, que con estar tan cerca della apenas se parecia, y ansi fuimos aquella noche la vuelta de la mar hasta que fué de dia, y luego dia de los Reyes por la mañana nos allegamos á ella para surgir y parar en ella los diez dias que nos eran mandados, y vimos que eran treinta y seis Isletas puestas en triangulo, y las demás arrumvadas de Norueste Sueste, y por la otra vanda del Nordeste Sudueste cercalas todas un arrecife, y á pique del arrecife no hay fondo, ni se pudo hallar, y llegamos tan cerca dellas, que casi podia un hombre saltar encima del arrecife: rodeamoslas todas en redondo, y no pudimos hallar por donde entrar acia el Norte, y lo mismo desde quarenta leguas antes de llegar á ellas; y la causa de correr las dichas aguas al Norte, es, por estar de la banda del Sur tierra de la Nueva Guinea; y como en la carta se figura Norte Sur de estas Isletas, corren las aguas mucho por de luengo dellas, que con llevar viento fresco no podiamos romper la corriente. Son todas anegadizas, y llenas de arboleda, y de palmas, y Bahias (sic) con la mar, es tierra despoblada. Tomó el sol este dia el Piloto en diez grados y un quarto, en la qual dicha altura están las dichas Islas: tendrán de box veinte leguas, y todas las cercas del arrecife.

Y luego visto que no se podia tomar fondo para poder hacer lo que nos era mandado por la Instruccion, corrimos por nuestra derrota, por parecernos que aquellas Islas no eran vistas ni descubiertas: pasamos adelante, y el otro dia siguiente, que fue Domingo, que se contaron 7 del dicho mes, se descubrieron otras Islas conforme á las del dia pasado, y con tanto arrecife como las otras, y llegamos á éllas y dimos fondo en una sobre una punta de un arrecife que salia de la propia Isla, y estando surtos para querer botar el batel cayó el Rezon del arrecife abaxo, de manera, que no se pudo tomar fondo, y andando metiendo nuestro cable y Rezon dentro, vimos una Vela que venia atravesando de otra Isla á la en que nosotros estabamos, y dimos nuestras Velas para tomar la tierra, y ver que Navio era, y llegado á él vimos que era un canalucho muy pequeño; traia una vela latina que corria á tiento con élla, que dudo haber Navio en la mar que lo alcance: pasonos por barlovento, y metiose en tierra encima de un arrecife, y ansi nos llegamos nosotros á el arrecife, y dimos fondo en dos brazas encima del arrecife: hecimosles señas, que se llegasen abordo, y vinieronse, y llegandose muy cerca del Navio vimos que venian dentro dos hombres y un muchacho, y ansi llamandoles muchas veces se llegaron abordo, y decian por señas que se echasen una partesana que yo llebava al bordo del Navio á la mar; y que entrarian, y ansi yo la mandé echar á la mar, y éllos se asieron de un cabo y se llegaron abordo: dimosles de lo que llevabamos, que eran cascabeles, y cuentas, y un cuchillo, y al muchacho una camisa, y ellos nos dieron cocos y pescado, y el agua que tenian dentro: preguntamosles, que de acia donde eran, pareciendonos que eran las Islas despobladas, por ser tan pequeñas: respondieronnos, que eran de acia el Poniente, y por señas nos dixeron, que tenian sus casas en aquella Isla. Luego mandamos botar el Batel fuera, é fuymos el Piloto é yo, con hasta ocho hombres, y todos con sus armas: éllos iban en su canalucho, y con ellos un hombre de los nuestros en su canalucho: estaba la Isla tan cerca del arrecife, y rebentava tanto la mar en ella, que nos huvieramos de anegar con el Batel, y al fin llegamos á tierra por encima de los arracifes siguiendo el canalucho por donde entrava, y ansi fuimos hasta donde tenian sus casas, que era á la orilla de la mar, á donde tenian sus mugeres y dos niños. No havia en estas Islas otros Indios sino eran estos dos que eran Pescadores, venidos de fuera á pescar á aquellas Islas: tenian muchos cocales á la redonda de la casas, las quales son hechas de palma: es gente pobre que no alcanzan otra cosa que comer sino lo que pescan, y algunos cocos: andan desnudos en carnes, y las mugeres con un petate de palma delante: dixeronnos, que nos sentasemos debaxo de unos cocos, y el uno dellos se apartó con las Indias y los muchachos, y los fue á esconder al monte: dieronnos de los cocos que allí havia. Pareciendole al Piloto que el viento cargava mucho, y el Navio no estaba surto en buen lugar, acordamos de bolvernos á bordo, y ansi lo hicimos, viendo que alli no havia mas gente, y llegamos de noche, todos mojados con arto travajo por el mucho viento que havia, y ansi estuvimos alli aquella noche surtos con proposito de dexar las señas que por la Instruccion me era mandado, y tomar agua y leña: y quando bino el dia fue tanto el viento que cargó y la mar, que no podiamos estar sobre el amarra, y ansi fuimos á recorrer el cable, y hallamosle cortado por muchas partes; y viendo que no havia otro cable tan bueno como aquel, por ser nuevo, y ser la primera vez que se havia echado á la mar, viendo esto, pareciole al Piloto que no era justo perder el amarra con el Rezon, el qual era la salvacion del Navio, y que estabamos en parte y lugar que corriamos mucho riesgo, el qual nos podria suceder queriendo poner las señas que nos eran mandadas, y ansi levamos nuestra ancla para hacernos á la Vela y hallamos el Rezon con las uñas derechas: pareciole al Piloto que estas Islas no han sido vistas por ningunas de las Armadas pasadas: hay de estas Isletas á las de atras como 30 leguas: están en el altura de 9 grados: pusoseles por nombre Islas de dos Vecinos, por que no havia mas gente.

De aqui seguimos nuestra derrota Lunes que se contaron 8 de Henero, y el mismo dia vimos una Isla pequeña la qual estaba poblada de Indios en cantidad: llegamos por surgir en ella, y como nos vieron cerca de tierra vinieronse todos á la playa hombres y mugeres, y llegamos tan cerca para dar fondo, que les echamos un cabo, y éllos se echaron á nado y lo asieron, y que nosotros no hallabamos fondo, por que á pique de la Isla no lo havia, y ansi alaron de cabo para llegarnos á tierra, por que ansi se lo mandamos por señas, y éllos pareciendoles que no era bien alarnos en tierra, tornaron á alargarnos el cabo, y ansi nos estuvimos sin vela pensando lo que hariamos, y entre tanto vinieron abordo muchos Indios que venian á nado y entraron dentro, y truxeron muchos cocos en un canalucho: dimosles algunas cosas: espantabanse de nuestro Navio, y de nosotros, y de nuestras armas: es gente de buena disposicion, altos de cuerpo, barbudos, que les llega la barba á la cinta: crian el cabello largo como mugeres, y muy peynados é atados arriba con un ñudo: es gente codiciosa, y grandes traydores, y gente del diablo, por que no puede ser menos segun la parte que éllos viven, que es una Isla apartada de tierra firme mas de mil leguas; y la Isla en que viven terná como dos tiros de vallesta, y vaxa con la mar; y sin fondo ninguno, toda llena de palmas, y de cocos, y debaxo de sus casas y á las puertas los canaluchos varados, que no parece sino gente alzada, segun la manera que están, es gente que se puede fiar muy poco della: no hay fortaleza mas fuerte en el mundo que la Isleta, por no haber donde se pueda surgir por ninguna via, y aun dudo poder llegar una galera: quien la viere de fuera parecerle há, que es una cosa que anda por encima del agua, por ser tan chica y tan baxa que no parecen más de las palmas, y creo que si estuviera en mucha altura, que con tormenta pasára la mar por encima de ella: son caribes, y entiendo comen carne humana: es gente de guerra, segun lo que nos paresció, porque siempre están apercibidos, y deben de tener guerra contra otras islas: embijanse todos: tienen por armas unas baras con puntas de hueso de pescado, y macanas: son grandes hombres de tirar con una honda una piedra, y con la mano muy cierto: son muy grandes nadadores y Marineros: pusosele por nombre Isla de Nadadores, por que se vinieron á nado á bordo, y estabamos mas de una legua apartados de la Isla: son tan codiciosos, que no los podiamos echar de bordo con codicia que les diesemos de lo que veian dentro: es la mejor gente para un remo en Galera que puede ser, segun los cuerpos grandes que tienen y bien hechos: está esta Isleta en ocho grados y medio.

De aquí partimos este dia siguiente por nuestra derrota, que era al U-este, para ir en demanda de las Islas Filipinas, y pareciendole al Piloto haber pasado por las Islas que por la instruccion nos mandaron que aguardasemos, y si era alguna de aquestas no era cosa parar en ninguna dellas, por causa de no haber surgidero, y ser ruin gente, é ir mal apercividos y tanto que ni aun escaüpil, ni una rodela, ni aun municion para los arcabuzes de los soldados no me dieron, que todo lo guardaron para darmelo en la mar; demas de esto, poca gente que por todos eramos veinte personas con hombres y muchachos, y de esos algunos enfermos, y otros que de un Indio pequeño se les hacia un gigante, y de una mata una floresta, y de una casa, mill, y no me espanto, por que, lo uno la poca esperiencia que tenian en estos negocios, y lo otro por la gran determinacion que estos Indios tienen, por que ni tienen miedo ni vergüenza. Viniendo corriendo por este rumbo ocho dias, sin ver Islas ningunas hasta Lunes en la noche que se contaron 15 del dicho mes, vimos como á hora y media de la noche, reventar un arracife por la proa, y tan cerca de nos que si no acudieramos tan de presto baramos en el, y con ir la gente toda despierta y con muy gran vela no le vimos hasta estar sobre el, y no havia media hora que havia estado el Piloto en la Gavia, por que le parecia ir cerca de alguna Isla por las muchas abes que andavan. El que por aqui viniere ha menester muy gran aviso. Amuramos por la vanda de vabor, por que vimos que reventaba menos la mar, y el Piloto iva siempre en la Gavia mandando lo que se havia de hacer, y la gente aca baxo con valdes inchendo las pipas de agua salada para que lastrase el Navio por quo no podia con la Vela, y aquella noche nos vimos sozobrados por doblar las baxas, y ansi las doblamos con toda la vela encima, y con todo el tiempo que havia, y ansi nos libró nuestra Señora de la Consolacion y de Guadalupe, las quales traiamos siempre por nuestras abogadas; y en amaneciendo fuimos de la otra vuelta por ver si podiamos ver el arracife, ó Isla, y no lo pudimos: está este arracife arrumbado de Norte Sur, y en lo que vimos tiene mas de tres leguas: está en ocho grados: pusole el Piloto por nombre: Mira como Vas: porque ansi les conviene á los que por alli pasaren. Antes de llegar á este arracife vimos ir un canalucho al remo que iva la vuelta del U-este, y parecionos que iva en demanda de las Islas de los Nadadores; vimosle ya á puesta del sol y que quedava por popa.

Pasados que fuimos de este arracife corrimos por nuestra derrota, y Miercoles por la mañana descubrimos una Isla alta, y diferente de las que hasta aqui haviamos visto, por que las demas son baxas por la mar. Quando vimos esta Isla fue por la vanda de babor, y amuramos para ir en demanda della pensando que era Mindanao, por que ybamos en su altura, y el Piloto se hacia con ella: yendo cerca se hicieron muchas Islas que serán como catorce ó quince: Islas las altas y todas cercadas de arracifes, por encima del qual no puede ir un Batel: hay encima dél unos cayos baxos con la mar, ansi como va el arracife cercando las Islas altas, ansi van los cayos: están todas dentro de este arracife las Islas altas á una legua, y á dos leguas unas de otras: terná cada una dos leguas de tierra, y á tres, y muy buenos Puertos, y ensenadas para el que pensare entrar dentro nunca salir dellas, lo uno por el arracife, y lo otro por la gran cantidad de gente que en éllas hay: viniendo por longo el arracife de fuera, que es el que cerca todas estas Islas vimos una canal por medio del arracife, y entramos dentro con arto travajo por la mucha corriente que havía y muchos baxos, por una banda y por otra, y ansi entramos dentro, y hallamos mucha bonanza: hay de este arracife á las Islas altas como quatro leguas: yendo deste arracife vino á nosotros un canalucho grande con una vela latina, que dentro de media ora que le vimos nos alcanzó con ir con todas velas nosotros: llegados que fueron tomaron su vela, y nosotros atravesamos nuestro Navio, y dimosles un cabo, y asieronse de él, y entraron quatro dentro por el cabo, y quedaron otros siete ó ocho dentro en su canalucho, dieronnos pescado de lo que traian, y de una comida como masa que ellos traian que hedia mucho, y que no havia hombre que pudiese llegar á ello: deciannos por señas, que fuésemos á su Isla, la qual ellos llamaban Huruasa, y ansi nos fuimos llegando á la Isla, y ellos cada uno por si dandonos priesa, por que nos llevaban como cosa suya, y por que no viniesen los de otras Islas á quitarles el lance, y ansi nos decian por señas, que no llegasemos á las demas Islas, por que era gente ruin, y que nos fuesemos á su Isla donde ellos eran vecinos; y luego subió el Piloto á la Gavia por ver el Puerto que ellos señalavan, porque estabamos ya muy cerca, y llamó á uno de los Indios para que dixese donde estaba el Puerto, y el subió tan presto como un Marinero, y señaló donde estaba la boca de la barra, y el Puerto, y pueblo, y caserias; y mientras estaban mirando el Puerto por donde haviamos de entrar, comenzaron á venir gran cantidad de canaluchos á nosotros, y no pareciendole bien al Piloto entrar en aquel Puerto por ser cerrado, y el viento alli ser travesía, que es la brisa que venta de ordinario, mandó atravesar el Navio, y echar el Batel fuera, y tornar la vela mayor é hizarla arriba para que estuviese presta, y desta suerte anduvimos trincando con el trinquete y la mesana; y los Indios que estavan dentro como veian venir muchos de los canaluchos dabannos priesa y voces, que nos entrasemos en su Isla, por que aquellos que venian los venian á matar y comellos: fueron tantos los canaluchos que vinieron á bordo, y los que salian de todas las Islas, que pasavan de mil, segun la cantidad que llegó, y estos eran los que salian de las Islas grandes, sin los otros que salian de las Islas pequeñas, que cierto era mucho numero: todos los Indios venian embijados, cargados los canaluchos de gente y armas; eran las armas varas con puntas de pescado por hierro, y otras tostadas, y macanas, y sus hondas y piedras: venian dando voces y grita que parecia que se hundia la tierra, por quien havia llegado primero, pareciendoles que ya nos tenian de su mano; y pareciendome mal esto y que no havia por donde salir, acometimos á provar á salir por encima del arrecife, por entender que los Indios venian endemoniados, y con mal proposito: acordamos de dar la vela mayor, y romper por ellos: los Indios que dentro venian largaron por veces el escota de trinquete por que el Navio no anduviese, y davan prisa á los canaluchos que llegasen á bordo, y ellos como venian á remo y nosotros con toda la vela, no nos podian alcanzar; y llegó un Indio al del timon para tomarsele, y el del timon le quiso dar, yo no se lo consenti por no alborotallos, y al fin nos huvieron de alcanzar dos canaluchos que venian cerca, y barluaron y asieronse del Batel que lo teniamos abordo, y ansi entraron dentro del Navio dos dellos, el uno con una macana y el otro con una bara, todos embijados temblando de pies y manos, y los ojos encarnizados que se les saltavan de la cara mirando á unos y á otros, y los que havian entrado primero no andavan mirando sino que hurtar, y ansi hurtaron algunas cosas de hierro, y echavanse al agua con ello, y como vieron que no nos podian alcanzar con los canaluchos, por haver dado la vela de Gavia, y ellos no traerlas entonces en sus canaluchos, uno dellos arrebató una cuchara de hierro para echarse al agua y quitosela uno de las manos, y dandole con ella lo descalabró, y ansi visto esto él y los demás se echaron al agua, y si no estuvieramos tan cerca de los arrecifes que casi estabamos en sus manos no dexaramos salir ninguno dellos, porque allí ya les haviamos perdido el temor, y ansi fuimos corriendo por entre gran cantidad de baxos y piedras que los hay entre estas Islas, y como hombres que andavan cercados de estos y de muchos canaluchos que nos venian siguiendo de todas estas Islas, y de otras Islas que llevabamos por la proa, y ansi venian gran cantidad dellos, y se nos ponian por delante en la proa del Navio con sus armas determinados de querernos barluar, y visto el Piloto que venia la noche, como hombre solicito, y de cuydado, fué á la Gavia á ver si havia alguna canal por donde pudiesemos salir, que á no havelle eramos perdidos, y ansi fué Nuestra Señora servida que viese entre dos Islas ir un arrecife dende la una á la otra, y por medio del arrecife una canal muy pequeña que apenas cabia el Navio por ella, y en el medio una peña que á no subir á la Gavia un poco antes davamos en ella, y ansi fuimos con el costado raspandola, y la causa de no verla fué ir toda la gente y yo en defensa del Navio, por que nos havian barloado ciertos canaluchos, los quales nos querian llevar el Batel, y ansi yo mandé entrar dos hombres dentro de él, los quales los hicieron bolver á los Indios que estaban dentro á sus canaluchos, y al que iba en la popa del Batel por guarda y defensa dél, llegó un Indio á él, y con una macana á quererle matar dende la proa de un canalucho, y él lo hizo como hombre de bien que se defendió dellos, y ansi nos comenzaron á tirar baras á los del Navio por una banda y otra, las quales se clavaban en la cubierta como si fueran gorguzes, y cierto fué maravilla no matar á ninguno por la poca defensa de armas que traiamos, y visto que nos tratavan mal, se les tiró con un verso, mas por espantallos que no por hacelles daño ninguno, por que si por alli pasase el Armada, ó otro qualquier Navio descubierta esta navegacion, no hallase la tierra alborotada, y con esto nos zafamos dellos, y con mandar dar el Piloto las demas velas, que no por el temor que tomaron del verso, antes dieron una grita como haciendo burla, y entre ellos muy enojados unos con otros y vernos ir zafos de sus manos; y así se bolvieron á sus Islas haciendo grandes humos toda aquella tarde y noche. Puesto que fué el Sol nos vimos entre tantos arracifes, que el Piloto se vió en gran confusion, tanto que no savia que se hacer, lo uno por ser piedra y no saber donde dar fondo, y lo otro por que si nos bolviamos á las Islas era echarnos á perder, y ansi despues de puesto el Sol vió el Piloto rebentar una baxa en medio de estos arracifes, y marcola por el ahuja, por ser de noche, por ver si havia fondo para poder seguir: amuramos en demanda della, y como á dos horas de la noche llegamos á ella, y mando echar la sonda abaxo, y hallaronse treinta brazas y el fondo ruin que era todo piedra viva, y ansi dimos fondo á un cable en nombre de Nuestra Señora de la Consolacion, que siempre la tuvimos por abogada, y terné hasta que muera, y ansi ella nos libró aquella noche de muy gran travajo, el qual yo no sabré decir tan por estenso como ello pasó, que por todas partes á un tiro de arcabuz teniamos el arracife rebentando, que era espanto vello del Navio, por ser la noche de mucho viento y escuridad, y por otras partes oyendo los Indios caribes dar grita en sus Islas con muy grandes fuegos en lugar de señas, por que así es costumbre entre aquellas Islas; y pareciendole al Piloto que ivamos garrando, ó desamarrados, mandó á un Marinero que echase la sonda abaxo, por que con ella se conoceria si ivamos sin amarra, y dixo el Marinero que no garrabamos, que la refriega del viento lo havia fecho, y al tiempo que fué á levantar la sonda para cogella se le asió en unas piedras, y estando ansi llegó el Piloto y otro Marinero á tirar por ella por ver si la podian sacar y nunca pudieron por muchas cosas que hicieron, y ansi la dexó con arto pesar por no haver otra en el Navio, ni plomo de que se pudiese hacer, y estando asida de la manera que he dicho, uno de los que venian en el Navio prometió á Nuestra Señora de Consolacion otra tanta cera como ella pesaba, y acabada de hacer la promesa le echó mano y la subió como si nunca se huviera asido, y ansi antes que fuese de dia acordó el Piloto de echar las vergas arriba, y empezar á levar nuestro Navio, por que si los caribes viniesen nos hallasen apercevidos, asi al Navio, como á la gente, y asi como rompió el dia subió el Piloto á la Gavia por ver si havia por donde salir de entre los arracifes é Islas que havia, que cierto tuvo entendido el Piloto que era imposible poder salir dellos sino con dexar la vida; y por ver si venian canaluchos abordo á tratarnos como el dia pasado, y plugo á Nuestra Señora que no vinieron, por que á venir nos hallavan tan cansados del travajo pasado del dia y noche en portar un ancla para en ayuda del Reson, y la vela de toda la noche y mañana, volverlos á meter dentro y tener el Navio zafo y presto para que si algo se ofreciese nos hallasen apercividos, aunque creo nos trataron mal, ansi por esto, como por no haver en el Navio cosa que de comer fuese: por que ansi nos enviaron del Puerto de la Navidad, por que lo que nos dieron para bastimentos estaba dentro de un mes podrido todo y dañado, no por falta de beneficio, sino que devió de ser costelacion de la tierra; demas desto estabamos tan desproveydos de todo lo necesario, ansi en lo que tocaba á la Xarcia y á las demas cosas pertenecientes al Navio, como de bastimentos y armas, que por momentos teniamos el morir, y demás desto, que si se nos ofrescia tener nescesidad de un cable ó estoperol, ó tachuelas para la bomba, ó haver menester ahujas é hilo para remediar las velas, no lo llebavamos, por que confiados que ivamos con el Armada, y que della se nos daria lo que huviesemos menester, ybamos tan desapercevidos y á Dios misericordia8 y ansi si se ofrecia echar un clavo, se sacava de otra parte, y aun no teniamos barrena. En efecto quando salimos del Puerto las demas de las otras Naos lleban como vendidos por ser el Navio de la suerte que era, y yo por la confianza que tenia en Nuestra Señora, y por servir á S. M. propuse de hechar todo temor y embarcarme en él como me era mandado, así largamos nuestras velas y fuimos por encima de un arracife que havia bien poco mas agua de la que el Navio pedia. Ya que ivamos fuera de estas Islas altas, salieron á nosotros diez ó doze canaluchos, diciendonos por señas que fuesemos á la Isla, y que allá nos darian de comer y de beber, y ansi atravesamos el Navio para que llegasen, y ansi como estuvieron cerca vimos que venian cargados de armas, y aprestándose para pelear, y visto esto dixe, que les tirasen con un berso que estaba cargado con piedras, y el que la tiró hizo tan buen tiro, que dió dentro con las piedras en el canalucho mayor que venia mas cerca, que traia mucha gente, y creo hizo gran daño en ellos, segun lo que paresció, que luego se echavan al agua, y davan gran grita á los otros canaluchos, los quales estaban espantados de ver el daño hecho en el otro; y el que tiró era un Marinero que era el que mejor alli lo entendia, el qual quiso segundar á tirar con otro, y no se lo consenti, y ansi se quedaron y nosotros nos fuimos saliendo por entre todos los baxos y arracifes que havia en las Islas; y estando fuera de todas contentos con las mercedes que Nuestra Señora nos havia fecho, tomó el Sol el Piloto en siete grados y medio.

7.Zabordar, por varar.
8.Así en la copia que sirve de original, con una llamada como signo de duda. El sentido pide se lea á la misericordia de Dios.
Yaş sınırı:
12+
Litres'teki yayın tarihi:
13 ekim 2017
Hacim:
450 s. 1 illüstrasyon
Telif hakkı:
Public Domain
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