Kitabı oku: «Filosofía Fundamental, Tomo III», sayfa 11
CAPÍTULO V.
SOLUCIÓN DE UNA DIFICULTAD
[36.] ¿Qué significa pues la idea de ser puramente posible? Si sostengo que el objeto de la idea de ser es la realidad, parece que estas dos ideas: ser, y puramente posible, son contradictorias; la realidad no es puramente posible, porque si es puramente posible, no existe: y en no existiendo ya no es realidad. Examinemos esta dificultad, investigando el orígen de la idea de la posibilidad pura.
[37.] Como estamos rodeados de seres contingentes, y aun nosotros mismos lo somos, presenciamos incesantemente la destruccion de unos y la produccion de otros, es decir el tránsito del ser al no ser, y del no ser al ser. Un sentimiento íntimo nos atestigua que este tránsito del no ser al ser, lo hemos experimentado nosotros mismos: todos nuestros recuerdos se limitan á un término muy breve, antes del cual existia ya el mundo. Así pues, la razon, la experiencia y el sentido íntimo nos manifiestan que hay objetos que son y despues desaparecen, y otros que antes no eran y despues aparecen. A las cosas que experimentan este cambio, las vemos propiedades y relaciones, que dan lugar á cierta combinacion de nuestras ideas; combinacion que subsiste, ya existan, ya dejen de existir, los objetos á que se refieren. De este modo concebimos la idea general de cosas, que aunque no sean, pueden ser; pero este sujeto, cosas, no expresa el ser, sino en general objetos finitos, determinados.
[38.] Hé aquí pues soltada la dificultad. El ser puramente posible, tal como lo concebimos de la manera explicada, no envuelve contradiccion alguna. No significa «una realidad que no es realidad» sino un objeto, ó una cosa, finita, determinada, cuya idea tenemos, aunque no exista, pero cuya existencia no envuelve contradiccion, ó repugnancia con ninguna de las condiciones contenidas en su idea. El decir pues, ser puramente posible, si se le explica de este modo, no es mas que la generalizacion de estas y otras proposiciones semejantes. Una mesa que no es, es posible. ¿Qué queremos decir con esto? que en la idea de la mesa, no hay nada que repugne á que exista; pues bien, ser puramente posible, no significa mas tampoco, sino que tenemos muchas ideas de cosas finitas, á que no repugna la existencia. La expresion se refiere á cosas determinadas, concebidas por nosotros, pero prescindiendo en aquel caso de que sea esta ó aquella la esencia de que hablamos, y comprendiendo todas las que no ofrecen repugnancia.
[39.] Se me objetará, que entonces un ser infinito no existente, es una cosa contradictoria; y no tengo dificultad en admitirlo. Si un ser infinito no existe, es absurdo; y si al comparar estas dos ideas, infinidad y no existencia, nosotros no vemos con toda claridad la repugnancia, es porque no comprendemos bien qué es la infinidad. Solo por esta causa ha sufrido y sufre dificultades, la demostracion de la existencia de Dios fundada simplemente en su idea. Pero es cierto que si el ser infinito no existiese, seria imposible. Imposible es lo que no puede existir: y no podria existir, si ya no existiese. Esta existencia no le podria venir de otro, pues lo infinito no puede ser producido; ni de sí mismo, pues que no existiria. Nosotros, es verdad, imaginamos lo infinito en su esencia, prescindiendo de su existencia; pero repito que esta precision solo nos es posible, porque no comprendemos bien la infinidad; que si la comprendiéramos, veríamos la repugnancia de los términos, infinidad y no existencia, con tanta claridad como las del triángulo y círculo.
CAPÍTULO VI.
CÓMO SE ENTIENDE QUE LA IDEA DEL ENTE SEA LA FORMA DEL ENTENDIMIENTO
[40.] Cuando se afirma que el objeto del entendimiento es el ente, hay la duda de si se quiere significar que la idea de ente sea la forma general de todas las concepciones; ó si tan solo se quiere decir que todo lo que el entendimiento concibe es ente; ó en otros términos, si la calidad de objeto, se la atribuye al ente, en cuanto ente, por manera que solo bajo esta forma sean concebibles los objetos; ó bien si solo se significa que la calidad de ente conviene á todo lo que el entendimiento concibe. En el primer caso, se tomaria la proposicion reduplicativamente; y equivaldria á esta: «El entendimiento nada concibe, sino en cuanto es ente;» en el segundo, se tomaria formalmente, y equivaldria á esta otra: «todo lo que el entendimiento concibe es ente.»
[41.] Yo creo que no puede decirse que el objeto del entendimiento sea solo el ente en cuanto ente; de manera que la idea del ente sea la única forma que el entendimiento conciba; pero sí que esta forma es una condicion esencial á toda percepcion.
[42.] Que la idea de ente, no es la única forma concebida por el entendimiento, se ve claro si se considera que esta idea en sí, no incluye ninguna determinacion, ninguna variedad, no expresa mas que el ser, en toda su abstraccion; luego si el entendimiento no percibiese en los objetos otra cosa que esta idea, no conoceria las diferencias de ellos; su percepcion no pasaria de lo que les es comun á todos: el ser.
[43.] Si se dice que estas diferencias percibidas son maneras de ser, modificaciones de lo representado en la idea general, ya se conviene en que el ser en sí, no es la única forma percibida; pues que la modificacion, la manera de ser, ya añade algo á la idea del ser. El triángulo rectángulo es una manera de triángulo; su idea es una modificacion de la idea general; y nadie dirá que la idea de rectángulo no añade algo á la del triángulo, y que sean una misma cosa. Lo propio se verifica con respecto á la idea del ente y sus modificaciones.
[44.] Ya hemos visto (Lib. IV, cap. XXI) que las ideas indeterminadas no nos conducen por sí solas á conocimientos positivos: y por cierto que ninguna merece mejor este nombre, que la de ente. Si nuestro entendimiento se limitase á ella, la percepcion no seria mas que un concepto vago, incapaz de toda combinacion.
[45.] La misma negacion, que como veremos mas abajo, es conocida por nosotros, no podria serlo, si admitiésemos que el entendimiento nada concibe sino en cuanto es ente; en cuyo caso, nos faltaria la condicion indispensable de todo conocimiento: el principio de contradiccion.
[46.] Bastan estas razones para dejar fuera de duda lo que me proponia manifestar: pero como este punto tiene íntimas relaciones con lo mas trascendental de la lógica y de la metafísica, quiero explicarle mas por extenso en el capítulo siguiente.
CAPÍTULO VII.
TODA CIENCIA SE FUNDA EN EL POSTULADO DE LA EXISTENCIA
[47.] He dicho que la idea de ente no es la única forma percibida, pero que es una forma necesaria á toda percepcion. Mas no quiero significar con esto, que no podamos percibir sino lo existente en acto; sino que la existencia entra cuando menos, como una condicion de todo lo percibido. Me explicaré. Cuando percibimos simplemente un objeto, sin afirmar nada de él, se nos presenta siempre como una realidad. Nuestra idea nos expresa algo; y fuera de la realidad no hay nada. Aun la percepcion de las relaciones esenciales de las cosas, envuelve la condicion si existen. Así, cuando digo que en un mismo círculo ó en círculos iguales, arcos iguales están subtendidos por cuerdas iguales, supongo implícitamente la condicion, «si existe un círculo.»
[48.] Como esta manera de explicar el conocimiento de las relaciones esenciales de las cosas, puede parecer extraña, voy á presentarla bajo el punto de vista mas claro que me sea posible. Cuando afirmo ó niego una relacion esencial de dos cosas, ¿la afirmo ó niego de mis ideas ó de las cosas? Claro es que de las cosas y nó de mis ideas. Si digo «la elipse es una curva» no digo esto de mi idea, sino del objeto de mi idea. Bien sabemos que nuestras ideas no son elipses; que dentro de nuestra cabeza no las hay; y que cuando pensamos por ejemplo, en la órbita de la tierra, la órbita de la tierra nó está en nosotros. ¿De qué hablamos pues? Nó de la idea, sino de su objeto; nó de lo que está en nosotros, sino de lo que está fuera de nosotros.
[49.] Tampoco significamos que nosotros lo vemos así: significamos que es así: cuando digo que la circunferencia es mas larga que el diámetro, no significa que así lo veo, sino que es así. Tanto disto de hablar de mi idea, que afirmaré ser verdad lo mismo, aunque yo no lo viese, aunque yo no existiese. Solo hablamos de la idea, cuando dudamos de su correspondencia con el objeto: entonces no hablamos de la realidad, sino de la apariencia; y en tales casos el lenguaje tiene de por sí una admirable exactitud: no decimos: es, sino me parece.
[50.] Nuestras afirmaciones y negaciones se refieren pues, á los objetos. Ahora discurro así: lo que no existe, es un puro nada; es así que de la nada, nada se puede afirmar ni negar, pues no tiene propiedad, ni relacion de ninguna clase, es una pura negacion de todo; luego nada se puede afirmar ni negar, nada combinar, nada comparar, nada percibir, sino bajo la condicion de la existencia.
Digo bajo la condicion; porque conocemos las propiedades, las relaciones, de muchas cosas que no existen, pero en todo lo que de ellas concebimos, entra siempre la condicion: si existiesen.
[51.] De aquí resulta que nuestra ciencia estriba siempre en un postulado; y empleo á propósito esta palabra matemática, para hacer ver que esta condicion que exijo á toda ciencia, no la desdeñan las que por antonomasia se denominan exactas. La mayor parte de sus demostraciones empiezan por un postulado. «Tírese una línea etc. etc.» «Si se supone un ángulo recto en B etc. etc.» «Tómese una cantidad A mayor que B etc. etc.» Hé aquí pues como el matemático mismo, con todo el rigor de sus demostraciones, supone siempre la condicion de la existencia.
[52.] Esta existencia es necesario suponerla: de otro modo no se puede explicar nada. Lo que no han visto algunos metafísicos, lo alcanza el sentido comun. Hagamos la prueba; veamos cómo hablaria un matemático que jamás hubiese pensado en metafísica. Supondré que el interlocutor me haya de demostrar que en un triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual á la suma de los cuadrados de los catetos; y que para ejercitar su inteligencia, ó mejor, para que sin advertirlo nos explique lo que pasa en su mente, con respecto á la percepcion de su objeto, le hacemos varias preguntas, en apariencia necias, pero que en realidad solo serán escudriñadoras. Para mayor claridad lo pondré en forma de diálogo; y suponiendo que no hay encerado y que la demostracion se da de memoria.
Demostracion. Bájese una perpendicular desde el ángulo recto á la hipotenusa.
¿Dónde?
Es claro: en el triángulo de que hablamos.
Pero señor, si no hay tal triángulo.....
Pues entonces ¿de qué se trata?
Ya se ve; se trata de un triángulo rectángulo; y el caso es que no hay ninguno.
No lo hay, pero lo puede haber. Si tuviésemos el encerado ó papel, y regla, lo haríamos desde luego.
Es decir que V. habla del triángulo que haríamos…
Sí señor.
Ya lo entiendo, pero entonces lo tendríamos, mas ahora no lo tendremos.
Enhorabuena; pero si lo tuviésemos, ¿no podríamos bajar la perpendicular?
Sí señor.
Pues no quiero decir otra cosa.
Pero V. ya decia que se bajase.........
Claro es que si no hay triángulo, no se puede bajar; pero entonces no hay ni vértice del ángulo recto, ni hipotenusa, ni nada; pero cuando digo que se baje la perpendicular, siempre supongo el triángulo. Y como es evidente que este triángulo se puede construir, no expreso la suposicion; se la sobrentiende.
Ya comprendo esto; pero entonces bajaremos la perpendicular en aquel triángulo solo, y V. me habla como si se la bajase en todos.
El triángulo se construiria para un ejemplo; y lo que con él hiciésemos, claro es que podríamos hacerlo con todos.
¿Con todos?
Sí señor; ¿pues no concibe V. que en todo triángulo rectángulo se puede bajar una perpendicular del ángulo recto á la hipotenusa?
Aquí dentro se me representa así: pero como esto que hay en mi cabeza, no son triángulos, pues algunos se me representan con lados de millares de varas, y no tengo yo la cabeza tan grande.....
Mas no se trata de lo que tiene V. en su cabeza, sino de los triángulos mismos....
Pero como estos triángulos no los hay, nada puedo decir de ellos.....
Pero, al menos ¿los puede haber?
¿Quién lo duda?
Pues bien, si los hubiese, grandes ó pequeños, en una posicion ú otra, en una parte ú otra, ¿no es verdad que se podria tirar una perpendicular desde el vértice del ángulo recto á la hipotenusa?
Es claro.
Pues yo no quiero decir otra cosa; sino que en todo triángulo rectángulo sea cual fuere, se puede bajar esta perpendicular.
Pero se entiende que V. no habla de los que no son..... ¿no es verdad?
Hablo de todos, de los que son y de los que no son.
Ya se ve que la perpendicular no se la puede tirar en un triángulo que no existe. Lo que no existe no es nada. Pero lo que no existe puede existir; y veo con toda claridad que suponiendo que exista, se verificará lo que digo. Así puedo hablar, y hablo de todos, de los existentes, y de los no existentes, sin excepcion alguna.
El lector juzgará si al molestar al pobre matemático con las importunas dificultades de un taimado haciéndose el rudo, no le hemos hecho responder como responderia cualquiera que no estuviese prevenido con ninguna idea metafísica; y es evidente que estas respuestas las aceptarian como razonables, como satisfactorias, como las únicas que se pueden dar en este caso, todos los matemáticos del mundo.
Pues bien: en estas respuestas y explicaciones está lo que hemos dicho: toda la ciencia fundada en un postulado: todo raciocinio para demostrar aun las propiedades y relaciones mas esenciales de las cosas, parte de la suposicion de su existencia.
CAPÍTULO VIII.
EL FUNDAMENTO DE LA POSIBILIDAD PURA, Y LA CONDICION DE LA EXISTENCIA
[53.] He dicho que el fundamento de la posibilidad pura de las cosas, y de sus propiedades y relaciones, se hallaba en la esencia de Dios, donde está la razon de todo (v. L. IV desde el cap. XXIII hasta el XXVII): y á primera vista pudiera parecer que á la ciencia le basta aquel fundamento, y que no necesita apoyarse en la condicion de la existencia de las cosas.
Porque, si las esencias están representadas en Dios, se halla en la esencia divina el objeto de la ciencia: y por tanto no es concluyente el argumento fundado en que de la nada, no se puede afirmar nada. Suponiendo dicha representacion, la ciencia no se ocupa de un puro nada, sino de una cosa muy real; y por consiguiente, tiene á la vista un objeto muy positivo, aun cuando prescinda de la realidad de la cosa considerada.
Veamos cómo se puede desvanecer esta dificultad.
[54.] Las relaciones necesarias de las cosas, independientemente de su existencia, han de tener una razon suficiente: esta solo puede encontrarse en el ser necesario. Luego, la condicion de la existencia, presupone la representacion de la esencia del ser contingente, en el ser necesario; luego la condicion «si existe» no se puede poner, si no se presupone el fundamento de la posibilidad.
[55.] Esta observacion manifiesta que hay aquí dos cuestiones: 1.a ¿cuál es el fundamento de la posibilidad intrínseca de las cosas? 2.a Supuesta la posibilidad, ¿cuál es la condicion que se envuelve en cuanto se afirme ó niegue del objeto posible? El fundamento de la posibilidad es Dios: la condicion es la existencia de los objetos considerados.
Ambas cosas son necesarias para que haya ciencia: si faltase el fundamento de la posibilidad intrínseca, no se podria poner la condicion de la existencia; y si admitida la posibilidad, no añadimos la condicion, la ciencia carece de objeto.
[56.] Para entender mas á fondo esta materia conviene observar, que al afirmar ó negar las relaciones de los seres representadas en Dios, no tratamos de lo que estos seres son en Dios, sino de lo que serian en sí mismos, cuando existiesen. En Dios, son el mismo Dios; porque todo lo que hay en Dios, se identifica con Dios; si pues considerásemos las cosas solo en cuanto están en él, no tendríamos por objeto á las cosas, sino á Dios mismo. Es cierto que en Dios hay el fundamento, ó sea la razon suficiente, de las verdades geométricas: pero la geometría no se ocupa de estas en cuanto están en Dios, sino en cuanto realizadas ó posibles de realizar. En Dios no hay líneas, ni dimensiones de ninguna clase; luego no hay el objeto de la geometría propiamente dicha. Las verdades geométricas tienen en él un valor objetivo, ó de representacion, y nó subjetivo; de lo contrario seria necesario decir que Dios es extenso.
[57.] Hé aquí manifestado como lo dicho en el citado lugar, no se opone á lo que se establece aquí: y como el poner en Dios el fundamento de toda posibilidad, no excluye la necesidad científica de la condicion de la existencia.
[58.] Para dejar este punto fuera de toda duda, voy á presentar la cuestion bajo otro aspecto, manifestando que cuando Dios conoce las verdades finitas, ve tambien en ellas esta condicion: «si existen.» Dios conoce la verdad de esta proposicion: «Los triángulos de igual base y altura son iguales en superficie.» Esto es verdad á los ojos de la inteligencia infinita como de la nuestra; si así no fuese, la proposicion no seria verdadera en sí misma: nosotros estaríamos en error. Ahora bien; en Dios, ser simplicísimo, no hay figuras verdaderas, aunque haya la percepcion intelectual de las mismas. Luego el conocimiento de Dios en lo tocante á las cosas finitas, se refiere á la existencia posible de ellas; y por consiguiente envuelve la condicion: «si existen.» El conocimiento de Dios, no se refiere á la representacion puramente ideal, sino á su realidad, actual ó posible: cuando Dios conoce una verdad sobre los seres finitos, no la conoce de la sola representacion de las mismas que en sí propio tiene, sino de lo que ellas serian, si existiesen.
[59.] Todo objeto, puede ser considerado ó en el órden real, ó en el ideal. El ideal, es su representacion en un entendimiento, la cual solo tiene algun valor, en cuanto se refiere á la realidad actual ó posible. Solo de este modo tiene la idea objetividad; pues sin esto seria un hecho puramente subjetivo del cual no se podria afirmar ni negar nada, excepto lo puramente subjetivo. La idea que tenemos del triángulo nos sirve para conocer y combinar, en cuanto tiene un objeto real ó posible; lo que afirmamos ó negamos de ella, lo referimos á su objeto: si este desaparece, la idea se convierte en un hecho puramente subjetivo, al cual no podremos aplicar sin abierta contradiccion, las propiedades de una figura triangular.
CAPÍTULO IX.
IDEA DE LA NEGACION
[60.] Se dice que el entendimiento no concibe la nada; y esto es verdad, en el sentido de que no concebimos la nada como algo, lo que seria contradictorio; pero no se sigue de esto, que de ningun modo concibamos la nada. El no ser es la nada; y no obstante concebimos el no ser. Esta percepcion nos es necesaria; sin ella no percibiríamos la contradiccion, y por tanto nos faltaria el principio fundamental de nuestros conocimientos: «es imposible que una cosa sea y no sea á un mismo tiempo.»
[61.] Se dirá que el concebir la nada, el no ser, no es concebir, sino no concebir; pero esto es falso; porque no es lo mismo concebir que una cosa no es, y el no concebirla. Lo primero envuelve un juicio negativo, que se puede expresar por una proposicion negativa; y lo segundo es la simple ausencia del acto de percepcion que nada tiene que ver con la cosa: lo primero es objetivo, lo segundo es subjetivo. Al dormir no percibimos las cosas; pero esta no percepcion no equivale á percibir que no sean. De una piedra se puede decir que no percibe á otra piedra; pero nó que perciba el no ser de otra piedra.
[62.] La percepcion del no ser es un acto positivo; y no se puede decir que sea la misma percepcion del ser, lo que fuera contradictorio: se seguiria que siempre que percibiéramos el ser, percibiríamos su negacion, el no ser, y viceversa, lo que es absurdo.
[63.] Cuando percibimos el no ser, es verdad que lo percibimos con relacion al ser; y que no es concebible un entendimiento percibiendo el no ser absoluto, sin ninguna idea de ser; mas esto no prueba que las dos ideas no sean distintas, y contradictorias.
[64.] Si bien se observa, la idea de la negacion, á mas de entrar en los principios fundamentales de nuestro entendimiento, «es imposible que una cosa sea y no sea, á un mismo tiempo,» «cualquiera cosa ó es, ó no es;» es necesaria tambien á casi todas nuestras percepciones. No concebimos los seres distintos, sin concebir que el uno no es el otro; y nos es imposible formar un juicio negativo, sin que en él entre la negacion. De donde resulta que así como hay idea del ser absoluta y relativa; la hay tambien del no ser; así como se puede decir: «El sol es» «los diámetros de un círculo son iguales;» se puede decir tambien: «El Fenix no es» «los diámetros de una elipse no son iguales.»
[65.] A los que sostienen que toda idea es imágen del objeto, se les puede preguntar, ¿de qué será imágen la idea del no ser? Esto confirma lo que hemos indicado mas arriba de que no conviene figurarse todas las ideas como una especie de tipos semejantes á las cosas; y que muchas veces no podemos dar explicacion ninguna de esos fenómenos internos que apellidamos ideas, sin embargo de que con ellos conocemos y explicamos los objetos.
[66.] Se dice tambien que el objeto del entendimiento es el ser; pero esto no puede explicarse en el sentido de que el entendimiento no perciba el no ser; sino que el no ser lo percibimos con órden al ser; y que el no ser por sí solo, no puede dar orígen á ningun conocimiento.
Y aquí es de notar una diferencia importante: con la idea del ser podemos entenderlo todo; cuanto mas hay de ser en la idea, mas entendemos; y si se supone una idea que represente un ser sin ninguna limitacion, ó lo que es lo mismo, sin ninguna negacion, tendremos el conocimiento de un ser infinito. Por el contrario: la percepcion del no ser, no nos enseña nada, sino en cuanto nos manifiesta la limitacion de determinados seres, y sus relaciones; si suponemos que la idea del no ser va extendiéndose, notamos que á medida que se acerca á su límite, esto es al no ser puro, á la nada absoluta, el entendimiento pierde sus objetos, le van faltando los puntos de comparacion y los elementos de combinacion, toda luz se extingue, la inteligencia muere.
[67.] No concebimos la nada universal, absoluta, sino como una condicion momentánea, que fingimos y no admitimos. En ella vemos la imposibilidad de que exista algo, pues si fuera dable señalar un momento en que no hubiese habido nada, no habria ahora nada. No hallamos en esa nada imaginaria ningun punto de partida para la inteligencia; toda combinacion es imposible, absurda: el espíritu se siente perecer de inanicion en el vacío que él se ha fabricado.
[68.] La idea de negacion es completamente estéril si no se combina con la del ser; mas con esta combinacion posee tambien á su modo una especie de fecundidad. Las ideas de distincion, de limitacion, de determinacion envuelven una negacion relativa, no concebimos seres distintos sin concebir que el uno no es el otro; ni seres limitados, sin concebir que carecen, es decir, que no son en algun sentido; ni determinados, sin concebir alguna cosa que los hace tales, y nó tales otros.
