Kitabı oku: «Aires de revolución: nuevos desafíos tecnológicos a las instituciones económicas, financieras y organizacionales de nuestros tiempos», sayfa 3

Yazı tipi:

Son muchos los interrogantes que se generan, además porque la tecnología también puede ser un instrumento de gobiernos autoritarios. Es común citar el libro 1984 de Georges Orwell, escrito en 1949, como uno de los que mejor ha retratado los métodos autoritarios que pueden derivarse de las nuevas tecnologías. Su mensaje lo remoza en 1975 Michel Foucault con su conocido Vigilar y castigar, en el cual se establece cómo la autoridad ya no se ejerce sobre el cuerpo sino sobre la mente. Con independencia de la tristeza que produce nuestro país porque la vigilancia de los seres humanos sigue ejerciéndose en muchísimas ocasiones sobre el cuerpo, llegando incluso a su aniquilamiento –pensemos en las lideresas y los líderes sociales asesinadas y asesinados, o en la misma suerte que han corrido tantos miembros del Partido Comunes–, sin que hayamos ingresado de manera palmaria en un estado en el cual se privilegia la vigilancia sobre la mente, lo claro es que esta última faceta es, en términos generales, la predilecta –que no necesariamente exclusiva– de la 4RI. Como bien enuncian los profesores belgas Delforge y Gérard:

[L]a incertidumbre en cuanto a la existencia o no de la vigilancia de nuestros actos y comportamientos se puede comprender haciendo referencia a la novela 1984 de George Orwell y a la vigilancia establecida por el gobierno autoritario Big Brother. En el universo descrito por la obra, el gobierno asienta su poder utilizando todos los medios posibles para erradicar la vida privada de sus ciudadanos. El instrumento principal es la pantalla de televisión, cuya instalación es obligatoria en cada habitación. Dicha pantalla es de las normales de televisión y se usa de la misma manera que esta. Sin embargo, tiene la particularidad de funcionar con el principio del espejo sin azogue. De tal suerte, permite a Big Brother observar las personas que se encuentran frente a la pantalla sin que puedan saber si son o no observadas en un momento preciso12.

La similitud con lo señalado por Foucault es más que evidente. Ahora bien, ¿será esta la situación que viviremos en un futuro inmediato, si es que no la estamos viviendo ya? O, por el contrario, ¿los sueños dorados que nos llegan de Silicon Valley y de Shenzhen permitirán que el ser humano se convierta en el Homo Deus planteado por Harari?

Los interrogantes referidos deben buscar ideas que permitan responderlos o al menos debatirlos y estudiarlos. Sin duda, ya se ha dicho, estamos frente a una situación realmente compleja que puede llevar a lugares inexplorados, y lo peor, inconvenientes para la humanidad.

En efecto, como bien lo enunció de manera contundente a inicios de 2016 Klaus Schwab, fundador y presidente del Foro Económico Mundial:

[E]stamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos entre nosotros. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será independiente de todo lo que el género humano haya alcanzado antes. Todavía no sabemos exactamente cómo va a desarrollarse, pero una cosa es clara: la respuesta a la misma debe ser integral, completa y ha de abarcar todos los actores dentro del sistema de gobierno mundial, de los sectores público, privado, el sector educativo y obviamente a la sociedad civil13.

Como gran defensor y pensador de esta 4RI, en el texto en cita el autor se pregunta “si la integración inexorable de la tecnología en nuestras vidas podría disminuir algunas de nuestras capacidades por excelencia, como la compasión y la cooperación”, agregando allí mismo:

[U]no de los mayores desafíos particulares que plantean las nuevas tecnologías de la información es la privacidad. Instintivamente entendemos por qué es tan esencial, sin embargo, el seguimiento y el intercambio de información acerca de nosotros es una parte crucial de nuestra conectividad. Los debates sobre cuestiones fundamentales tales como el impacto en nuestras vidas interiores y la pérdida de control sobre nuestros datos se harán más intensas en los próximos años. Del mismo modo, las revoluciones que se producirán en la biotecnología y la Inteligencia Artificial redefinirán lo que significa el ser humano modificando considerablemente los umbrales actuales de la duración de la vida, la salud, la cognición y las capacidades. Simplemente nos obligará a redefinir nuestros límites morales y éticos.

Los cambios seguirán siendo profundos. Razón de más para que estemos alerta. Muy alerta. Una tecnología a ultranza como se pretende por los grandes emprendedores de estos inventos no deja de ser problemática y riesgosa. De hecho, incluso quienes han liderado el giro de la humanidad hacia estos nuevos senderos se muestran inquietos, como se observa en el discurso de Mark Zuckerberg en la ceremonia de graduación de la Universidad de Harvard el 25 de mayo de 2017 al expresar que “estamos viviendo un tiempo de inestabilidad. Cuando nuestros padres se graduaron, su sentido de pertenencia venía de su trabajo, su iglesia y su comunidad. Las personas ya no quieren pertenecer a las viejas comunidades. Muchas personas se sienten aisladas y deprimidas y están tratando de llenar el vacío”. Zuckerberg se dirige, recordémoslo, sobre todo a estudiantes de países industrializados. ¿Qué ocurrirá con países no industrializados como el nuestro? Se puede suponer que la situación será aún más dramática, y no solo en el ámbito de la depresión sicológica.

No quiero con la frase anterior alinearme entre los “tecnopesimistas”, pero tampoco me gustaría hacerlo entre los “tecnooptimistas”. Como muchas situaciones de la vida, no hay claroscuros. No hay blanco y negro. Los colores suelen jugar entre ellos. Se trata entonces de buscar ponderaciones, equilibrios, análisis de contexto, para tratar de acertar lo mejor posible en los juicios a realizar. La polémica está abierta y seguirá abierta. Los instrumentos que otorga esta publicación para comprender lo que está en juego en nuestro país y en el mundo son otra ventaja –otra más– de la misma.

Para cerrar este escrito y tener elementos adicionales que nos ayuden a una mayor reflexión, traigo a colación referencias de dos importantes personalidades académicas y creativas del siglo XX y XXI en el tema que nos ocupa, Norbert Wiener y Stephen Hawking. El primero (1894-1964) ha sido reconocido como el padre de la cibernética; el segundo (1942-2018) fue uno de los científicos más influyentes de finales del siglo XX e inicios del XXI.

Norbert Wiener, en una postura visionaria, sentó el principio fundante de su criatura: todos los entes son comunicacionales y de lo que se trata es de interrelacionarlos. Afirmó:

[N]o somos más que remolinos en un río de agua que fluye constantemente. No somos cosas que permanecen, sino patrones que se perpetúan. Un patrón es un mensaje y puede transmitirse como un mensaje. ¿De qué otra manera empleamos nuestra radio sino para transmitir patrones de sonido, y nuestro televisor sino para transmitir patrones de luz? Es tanto asombroso como instructivo considerar lo que sucedería si transmitiéramos el patrón completo del cuerpo humano, del cerebro humano con sus recuerdos y conexiones cruzadas, de modo que un instrumento receptor hipotético pudiera reencarnar estos mensajes en la forma apropiada14.

A su turno, Hawking señaló:

Usada como una herramienta, la inteligencia artificial podría aumentar nuestra inteligencia actual y abrir avances en cada área de la ciencia y la sociedad. Sin embargo, también conllevará peligros. Mientras que las formas primitivas de inteligencia artificial desarrolladas hasta ahora han demostrado ser muy útiles, temo las consecuencias de crear algo que pueda igualar o superar a los humanos. La preocupación estriba en que la inteligencia artificial se perfeccionaría y se rediseñaría a sí misma a un ritmo cada vez mayor. Los humanos, que estamos limitados por la lenta evolución biológica, no podríamos competir con ella y seríamos superados. Y en el futuro, la inteligencia artificial podría desarrollar una voluntad propia, en conflicto con la nuestra. Muchos creen que los humanos podremos controlar el ritmo de la tecnología durante un tiempo suficientemente largo, y que el potencial de inteligencia artificial para resolver muchos de los problemas del mundo se realizará. Aunque soy un reconocido optimista con respecto a la especie humana, yo no estoy tan seguro de ello15.

Hawking y Wiener nos hablan de las promesas y los peligros de los avances tecnológicos, en particular, de la inteligencia artificial. En esencia, Wiener plantea que los seres humanos somos patrones de conducta –¿a semejanza de la asimilación de seres humanos y algoritmos por parte de Harari?– capaces de ser transmitidos de un lugar a otro por medio de mensajes de datos. Dejando de lado la dosis de ciencia ficción que Wiener le imprimía a sus escritos, se podría decir que su especulación es hoy cierta con las redes de alta velocidad, la ubicuidad de las plataformas digitales y los avances en materia de inteligencia artificial. Es justamente esa capacidad técnica que permite identificar, recolectar, transmitir y analizar nuestros comportamientos e ideas por medio de mensaje de datos –patrones– lo que hace posible la inteligencia artificial.

Es en este sentido que debemos complementar las ideas visionarias de Wiener con la cautela de Hawking, para quien, como se acaba de anotar, la inteligencia artificial puede ser el mayor invento de la humanidad o el peor de sus desastres. Dos mentes privilegiadas que nos anuncian las disyuntivas que plantea la 4RI; dos precursores de nuestra nueva era que razonan con los mejores elementos de juicio de los cuales se pueda disponer.

¿Anulación del ser humano por las tecnologías disruptivas o perfectibilidad del mismo? ¿Fortalecimiento del autoritarismo o incremento de la democracia? Son preguntas de dos extremos que circulan en la temática que se ha escogido para esta nueva entrega de la colección “Así habla el Externado”. Al lector el desafío de profundizar en ellas.

Bogotá, abril de 2021

LILIANA LÓPEZ-JIMÉNEZ*
Introducción **

RESUMEN

Como capítulo introductorio al Tomo 4 de la colección “Así Habla el Externado: Disrupción tecnológica, transformación digital y sociedad”, este escrito ofrece una invitación a reflexionar sobre el proceso mediante el cual las nuevas tecnologías digitales asociadas a la Cuarta Revolución Industrial (4RI) retan a las principales instituciones sociales de nuestros tiempos. El capitalismo, las monedas nacionales, el trabajo –desde las ocupaciones informales hasta las profesiones liberales–, las organizaciones: todas estas instituciones, que en la vida diaria tratamos como continuas y estables, están en un proceso de transformación, para muchos disruptivo, relacionado con la adopción de tecnologías 4RI. Los once capítulos en este volumen estudian este fenómeno en diversos contextos y desde múltiples perspectivas, y nos permiten llegar así a una mejor comprensión del rol protagónico que cumplen a diario, deliberadamente o no, actores sociales tales como administradores públicos, directivos y otros empleados del sector financiero, o emprendedores tecnológicos, para construir las instituciones que han de surgir de la revolución en curso.

PALABRAS CLAVE

Instituciones socioeconómicas, Cuarta Revolución Industrial (4RI), cambio institucional.

FOREWORD TO VOLUME 4: REVOLUTION IN THE AIR: NEW TECHNOLOGICAL CHALLENGES TO THE ECONOMIC, FINANCIAL AND ORGANIZATIONAL INSTITUTIONS OF OUR TIMES

ABSTRACT

To introduce the fourth tome of this collection, the present volume extends an invitation to reflect upon the process whereby the new technologies associated with the fourth industrial revolution (4IR) challenge the major socioeconomic institutions of our times. Capitalism, national currencies, labor –from informal occupations to the liberal professions–, organizations: all these institutions that we take for granted and treat as stable on an everyday basis, are in a process of transformation, a disruptive one for many observers, related to the adoption of 4IR technologies. The eleven chapters in this volume study this phenomenon in diverse settings and from multiple perspectives, thus allowing us to better understand the key role played, purposefully or otherwise, by such social actors as public administrators, finance industry executives and other employees, or technology entrepreneurs, to build the institutions which will unfold from the current revolution.

KEYWORDS

Socioeconomic institutions, fourth industrial revolution (4IR), institutional change.

Este tomo presenta una invitación a reflexionar sobre cómo las nuevas tecnologías digitales, particularmente aquellas asociadas a la Cuarta Revolución Industrial (4RI), tales como la inteligencia artificial (IA), las plataformas multilaterales en la nube y las cadenas de bloques (blockchains), retan a las instituciones sociales que típicamente entendemos como dadas y estables. Recordemos que, de acuerdo con Scott (2001, p. 48), las instituciones son estructuras sociales “compuestas por elementos culturales-cognitivos, normativos y regulatorios que, en conjunto con actividades y recursos relacionados, proveen estabilidad y significado a la acción social”. Las instituciones entonces no son cuestionadas a diario, y es precisamente su permanencia en el tiempo un factor esencial que aporta continuidad y estabilidad a los procesos sociales.

Las nuevas tecnologías digitales están involucradas, si bien de una manera no determinista (MacKenzie & Wajcman, 1999), en procesos de transformación social que desestabilizan las instituciones que conforman nuestra sociedad. Esto, sumado a la lógica impenetrable que para muchos tienen estas tecnologías, genera preocupación tanto en el mundo académico como fuera de él. ¿Nos conducirán estas tecnologías al futuro distópico relatado de tantas formas en la ciencia ficción, con seres humanos sometidos a las máquinas, o bien, subordinados a aquellas pocas personas con control sobre las máquinas y sus algoritmos?

En el mundo académico, estas inquietudes suelen presentarse de una manera algo más sutil: ¿sustituirá la creciente automatización el trabajo humano?, ¿se constituirán estas nuevas tecnologías en herramientas de propagación o de mitigación de los prejuicios sociales basados en raza, género, etc.?

En este tomo, esta discusión se recrea en el contexto de la economía, el trabajo, las finanzas y la gestión de organizaciones. Los diversos autores que contribuyen al tomo investigan sobre varios de los desafíos que estas tecnologías suponen al orden socioeconómico, tanto en el nivel macro como en el organizacional.

Los temas tratados en los once capítulos que componen este tomo tienen una alta interrelación entre sí, lo cual hace que cualquier agrupación pueda resultar controversial. Aquí, atendiendo a una lógica híbrida tanto disciplinar como de niveles de análisis, los capítulos se han organizado en tres partes, de acuerdo con la envergadura de la institución social que se ve enfrentada a un proceso de transformación apalancado por tecnología, y con las áreas del conocimiento más afines a la discusión de cada uno de los temas. Una primera parte, compuesta por dos trabajos, trata sobre retos que las nuevas tecnologías presentan a las instituciones económicas de nivel más macro, y por lo tanto aparentemente más permanentes: respectivamente, al sistema capitalista y a las monedas nacionales.

Los siguientes cuatro escritos, agrupados en la segunda parte del tomo, se enfocan puntualmente en la intrincada relación entre las nuevas tecnologías y el trabajo como institución socioeconómica, y en su conjunto representan miradas críticas, analíticas y propositivas, sobre cómo diversos trabajos, desde los más informales hasta las profesiones liberales, se ven afectados y deben responder a los avances de la tecnología.

Por último, los cinco trabajos que conforman la tercera parte hacen referencia a retos relacionados con la adopción de las nuevas tecnologías digitales en diversos contextos organizacionales, como son, respectivamente, la administración pública para hacer más ágil y transparente su gestión de trámites, los fabricantes de software que buscan posicionar sus servicios en la nube en el mercado pyme, y más ampliamente, el sector financiero frente a retos tan diversos como la incursión de las fintech, el uso de la IA en la estimación de riesgo, y la seguridad de la información digital.

PRIMERA PARTE: LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, EL CAPITALISMO Y LAS MONEDAS NACIONALES

Tal vez el desafío de mayor envergadura sea el planteado por John Alirio Sanabria y Luis Antonio Orozco en su capítulo “Del capitalismo liberal a la economía colaborativa, nuevos modelos de negocio y retos para el marco institucional”, en el cual se cuestionan de qué manera la economía colaborativa actual, ejemplificada en empresas como Uber, Airbnb o Rappi, para nombrar algunos de los casos más emblemáticos, reta el sistema capitalista.

Para contestar la pregunta, Sanabria y Orozco revisan la historia del capitalismo y su evolución desde el laissez-faire del siglo XIX hasta nuestros días, y nos recuerdan que el capitalismo se caracteriza por su adaptabilidad a los cambios del entorno, para responder a las presiones e intereses de diversos actores sociales. En el contexto de la economía colaborativa, los modelos de negocio característicos de estas plataformas digitales en la nube retan el sistema capitalista al posibilitar el ingreso de oferentes no convencionales (por ejemplo, conductores ocasionales, en el caso de Uber), reconceptualizar algunos bienes o servicios como ‘transables’ en un mercado (por ejemplo, cuartos disponibles en una propiedad, en el caso Airbnb) y crear nuevos medios de contacto entre oferta y demanda (las plataformas en sí mismas). Estos cambios envían señales ambiguas: por una parte, se acompañan de un discurso comunitario y emancipatorio, que abre oportunidades de progreso a quienes allí participen, yuxtaponiendo así la economía colaborativa al individualismo y la orientación rentista del capitalismo. Por otra, varias plataformas han sido objeto de amplias críticas por contribuir a la precarización laboral y fomentar prácticas desleales de competencia.

Al considerar entonces que este conjunto de plataformas y la lógica de la economía colaborativa que las soporta trasgreden el statu quo del capitalismo, la pregunta rectora de esta investigación se hace más precisa: ¿la popularización de este tipo de plataformas digitales tenderá globalmente a la instauración de un nuevo modelo económico que sustituya al capitalismo, o será una presión más a la que el capitalismo y sus instituciones sabrán adaptarse? Los autores concluyen que, al cobijar dentro de su diversidad prácticas que mantienen el enfoque convencional de priorización a la generación de valor económico para los accionistas, la economía colaborativa se constituye como un reto al que, a la larga, el sistema capitalista sabrá ajustarse.

Por su parte, el capítulo “Disrupción tecnológica en los mercados: ¿qué son realmente las criptomonedas?”, de Germán Forero-Laverde, nos invita a reflexionar sobre la función socioeconómica de otra institución fundamental del sistema económico contemporáneo: las monedas nacionales. Forero-Laverde analiza detalladamente si las criptomonedas, una de las tecnologías emblemáticas de la Cuarta Revolución Industrial, cumplen a cabalidad las funciones de las monedas nacionales y pueden entonces llegar a sustituirlas, y ofrece una respuesta soportada en literatura previamente publicada y en su propio análisis de una base de datos de precios y volúmenes de transacción de un mercado internacional de criptomonedas negociadas públicamente (www.coinmarketcap.com).

De su estudio, el autor concluye que las criptomonedas no cumplen a cabalidad ninguna de las tres funciones centrales de las monedas nacionales (esto es, reserva de valor, medio de pago para intercambio y unidad de cuenta para un grupo social determinado). Esto por razones que incluyen la alta volatilidad de su precio, la relativa baja aceptación de las criptomonedas para pagos en establecimientos comerciales y la evidencia de un uso casi nulo de criptomonedas para fijación estable de precios.

Es de notar que los dos capítulos reconocen en las nuevas tecnologías amenazas significativas al statu quo, al punto de ameritar investigación detallada, pero ambos concluyen que las instituciones estudiadas se mantienen en pie, a pesar de la disrupción tecnológica. Surge entonces una nueva pregunta, afín a la idea de una relación más imbricada y compleja entre la tecnología y el cambio social, idea de una larga tradición en los estudios organizacionales (Leonardi & Barley, 2010; Markus & Robey, 1988; Orliwoski, 1996): ¿de qué maneras las características de estas tecnologías y las dinámicas de apropiación social de las mismas influyen en la transformación de nuestra comprensión del capitalismo como sistema económico, o de las funciones que debe cumplir la moneda en una economía? La misma pregunta puede plantearse en términos de resultado, y no de proceso: ¿cuáles características entenderemos como constitutivas del capitalismo, o de las monedas, en el futuro, cuando el impacto de estas tecnologías y nuestro uso e interpretación de estas se haya estabilizado? Es claro que los esfuerzos de estos investigadores, al aportar a los debates actuales, también abren nuevos horizontes para contribuir a la futura investigación en estos temas.

SEGUNDA PARTE: LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, EL TRABAJO Y LAS PROFESIONES

Es bien sabido que las revoluciones socio-técnicas alteran las relaciones entre lo que los economistas llaman los factores de producción: la tierra, el trabajo y el capital. La revolución tecnológica en curso no es la excepción, y de hecho, desde mucho antes de hablar de las tecnologías 4RI, ya se discutía ampliamente el impacto que la adopción de las entonces nuevas tecnologías de información y comunicación tenía sobre la productividad económica (Brynjolfsson & Hitt, 2003), la naturaleza del trabajo humano (Barley, 1996; Kallinikos, 2007; Zuboff, 1988) y las relaciones laborales (Barley & Kunda, 2006; McKercher & Mosco, 2007; Sennet, 1998).

Los siguientes cuatro capítulos retoman y enriquecen esta discusión desde una perspectiva predominantemente local y con enfoques diversos: los tres primeros, con un análisis cercano en espíritu a la teoría crítica, y el último, con una visión más pragmática y adaptativa.

El primer capítulo, titulado “Impactos del neoliberalismo y de las tecnologías de la información y la comunicación en las relaciones laborales y sociales en Colombia, 1990-2020” y escrito por los profesores Carlos Manrique y María Cristina Pérez, revisa las consecuencias resultantes de la conjugación de la adopción de políticas económicas neoliberales y la masificación del uso empresarial de tecnologías de información sobre las condiciones de los trabajadores en Colombia en los últimos treinta años.

El estudio muestra cómo las condiciones del trabajo se han transformado para hacer los acuerdos laborales más breves, puntuales y flexibles, y menos dependientes de circunstancias espacio-temporales rígidas, características de las décadas precedentes. Dichas características favorecen a algunos trabajadores, que pueden sacar provecho de la flexibilidad en tiempo (ejemplo, jóvenes universitarios) o en lugar (ejemplo, personas con dificultades de movilidad física), pero perjudican a otros, que no pueden esperar estabilidad en sus funciones ni permanencia en la organización donde laboran, y deben adaptarse a un contexto mucho más fluido, competido e incierto, en donde se espera que sepan autodisciplinarse con base en una lógica dominante de mercado, muy en línea con la lectura que Nancy Fraser hace del concepto de gubermentalidad de Michel Foucault aplicado a las sociedades posfordistas (Fraser, 2003). Resulta oportuno conectar aquí con el trabajo de la profesora Katerine Bermúdez, para el tomo 3 de esta misma colección, el cual brinda esperanza al analizar cómo el contrato laboral, como mecanismo normativo esencial de protección de derechos del trabajador, ya ha sabido adaptarse a cambios socio-técnicos drásticos en el pasado y tiene fortalezas conceptuales suficientes para saberse “revitalizar” en este contexto, como ya se ha visto en decisiones judiciales recientes en varios tribunales del mundo (Bermúdez, 2021).

El segundo capítulo, presentado por los profesores Héctor Rojas, Mario Pinzón, Gonzalo Ordóñez y Alejandro Balanzó, titulado “Entre aplausos e incertidumbre. El desplazamiento laboral por causa de las fintech en el sector financiero colombiano”, particulariza la reflexión iniciada en el capítulo anterior, extendiéndola al contexto puntual de las innovaciones tecno-financieras conocidas como fintech. Puntualmente, nos recuerda que, en la historia de los últimos dos siglos, hay evidencia suficiente de situaciones de desplazamiento laboral originadas en la innovación tecnológica en el interior de las empresas, y busca explorar el fenómeno más reciente de desplazamiento laboral en el sector financiero colombiano relacionado con el auge creciente de las fintech.

Del estudio empírico cualitativo se concluye que, mientras los funcionarios bancarios y los sindicatos que los representan ya notan despidos sistemáticos asociados con la tecnificación y automatización de procesos, las directivas del sector aún no admiten que se esté presentando desplazamiento laboral masivo. Ante esta disyuntiva, los autores proponen un manejo negociado, ético y preventivo de los procesos de innovación tecnológica en el sector, que incluya reentrenamiento del personal para desarrollar nuevas competencias, y apoyo al fortalecimiento del marco legal. De la lectura de este capítulo resulta claro que, en aras de la precisión y la eficiencia, las entidades financieras implementan nuevas tecnologías, y que estas implementaciones en ocasiones derivan en procesos de reducción de personal. A gran escala, estas reducciones de personal afectarán no solo el mercado del trabajo como institución social, sino las vidas y perspectivas de inclusión, trabajo digno y progreso de muchos trabajadores (Bauman, 2005).

Enseguida, el estudio titulado “Dilemas entre la disrupción tecnológica y el trabajo de los recicladores de oficio”, de las profesoras Antonia Arévalo y Diana Soler, explora la posibilidad de que los recicladores bogotanos adopten tecnologías de información para cualificar su oficio, persiguiendo no solo su propio beneficio, sino un mejor manejo ambiental de los residuos sólidos. El capítulo parte de reconocer la informalidad, marginalización y precariedad que caracterizan el trabajo de los recicladores, y discute cómo en la práctica estas personas no han logrado insertarse a este sector de actividad en condiciones de empresarios formales, como lo espera la normatividad vigente. Al no tener la capacidad de cumplir los requisitos técnicos, administrativos y financieros que se les solicitan, y no contar con apoyo para cumplirlos en el futuro próximo, las autoras dejan ver que la adopción de tecnologías de información en este sector resulta poco menos que utópica.

Esta parte finaliza con un capítulo que traslada la reflexión sobre tecnología y trabajo al contexto de la contaduría pública, ante la penetración creciente de la inteligencia artificial en el ejercicio de esta profesión. El trabajo titulado “Los retos de los contadores públicos colombianos frente a la inteligencia artificial: competencias vs. realidades”, escrito por los profesores María Elena Escobar y José Ubaldo Díaz, nos permite reflexionar sobre cómo los contadores necesitan actualizar sus conocimientos a la luz de los grandes cambios que la implementación de nuevas tecnologías, y puntualmente aquellas basadas en inteligencia artificial, desencadena en su práctica profesional.

El estudio de estos dos profesores explora cuáles temas son de más interés en la literatura académica y profesional reciente dentro de la disciplina de la contaduría pública, y encuentra que los temas relacionados con el uso de nuevas tecnologías en la profesión, particularmente la inteligencia artificial, la analítica de datos, blockchain y la automatización de procesos basada en robótica, son cada vez más importantes en la discusión internacional. Con estos hallazgos, el estudio esboza un conjunto de temas que deberían hacer parte de una actualización curricular a los programas de estudio en contaduría pública, con el fin de que estos programas respondan a las necesidades de los nuevos profesionales y las organizaciones que los contratan.

En su conjunto, los capítulos que conforman esta segunda parte presentan una comprensión matizada de la relación de las nuevas tecnologías de información con el mundo del trabajo. Todos los capítulos soportan, al menos parcialmente, la tesis ampliamente difundida por los autores Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee (2011), según la cual los trabajos del siglo XXI que se pierden por cuenta de las nuevas tecnologías de información son trabajos que no se podrán recuperar, a menos que se haga un esfuerzo a gran escala por reentrenar a la fuerza laboral profesional para que pueda situarse del lado de quienes usan estas potentes tecnologías, y no del lado de quienes son remplazados por ellas. Varios de estos capítulos, particularmente los de Rojas y colegas y Escobar y Díaz, nos aportan guías valiosas para direccionar este esfuerzo: la negociación entre las partes involucradas, la participación de la academia en la redefinición de competencias y el rediseño de planes curriculares, y el manejo ético del cambio son directrices indispensables que ameritan mayor investigación en el futuro.