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Tercer puesto

Cuento: Polychrommytho

Autor: Antonio Escorcia Valencia (estudiante de Antropología)

El cielo irradiaba su gris vestido. Restos de barcos verdes, blancos y negros dormían en la orilla de la playa. Una ola saludó, estirando sus dedos a la arena. Huellas desaparecían al contacto con el agua. Burbujas reflejaron piernas canelas por el sol, pero torneadas por el oficio. El cedro esculpió tronco y senos marrones, y los mangles pintaron de ojos cafés la cabeza morena. Era Terra, sosteniendo su atarraya. El Oasis ofrenda salinas como tributo al mar, armonizando al Caribe. Descendiente de Gaia, la madre tierra que volvió a perecer, alistaba su faena. Subió a su canoa rosada “Delfín Lacustre”, y canaleteó, sola, sin más compañía que garzas y gaviotas, coloreadas lavanda y mostaza, por el océano incoloro que anula el rosicler del ocaso, maldición de humanos que antaño degeneraron el mundo. Lanzó la red, pescando toda clase de seres marinos sin color. De pronto, entre unas rocas cercanas, observa a un hombre moribundo, pecho plateado, piel avellana, con cinturón de plumas amarillas, anaranjadas y rojas, el cabello caído en churcos sobre la frente: era Vendaval, hijo de Eolo, condenado a morir. Resuelta a darle vida, dejó todo y lo abrazó fuertemente. Se fundieron creando un líquido, translúcido por iridiscencias de todos los minerales, deslizándose entre las piedras, besando el piélago. Los seres marinos que antes no tenían color se llenaron con infinidad de estos, y la mar, de haber sido maldita, revive como explosión de alba, teñida con el eterno destello del universo: azul.

Gustavo Hermógenes Arrieta López

Director, Taller Literario Unimagdalena

1. Papá.

2. Mar.

3. Hoja de coca.

4. Concha de caracol de mar.

5. Padre sol.

6. Arcoíris.

POESÍA

Ilustración – Adailton Aguirre

Adailton Manuel Aguirre Alarcón
Así empezó el mundo

Absorto en la impaciencia forjada por el tiempo

En el designio del dios falso

El deseo de vivir se tradujo en una contienda trivial

—Una fachada mezquina—

Solo

En la incertidumbre

Queriendo ser algo o nada

Siendo en verdad un ente amorfo

Extraviado en la audacia de máximas maquiavélicas

Que me vinculan a dioses olvidados.

Baco7

La sangre se concentró en mi rostro

Los ojos escondidos en gozo

Y tú atrincherada en las paredes del motel

El corazón se entrecortaba

Como las horas suspendidas de un reloj

Al compás

Tus caderas exorcizaron demonios

Que te guardaban en vilo hacía meses

Los cristales rotos

Testigos de una noche engalanada

Con la indiferencia de la concubina

Del corcel predilecto

Por la negrura airosa de Dionisos.

Ezis8

Desde la cúspide fría

Solo las culpas te acompañan

Sin tregua ni reversa

Vives entre verdugos expuesta ante las cadenas de un mundo

Que centímetro a centímetro lacera tu carne en decadencia

Mientras te das cuenta de lo errada que estás

Al padecer siempre cuando deberías superar

No conoces más que a tu propia indulgencia

Desde la cúspide

El flagelo es tu mayor consuelo

Te fundes con ellos frente al firmamento

En un instante mítico como si el tiempo no te afectara

Como si fuera tu decisión y no un decreto infundado

De esos que nos dejan frágiles e impotentes

Sin redención.

Bragi9 II

Mis pecados son agonías de otros tiempos

Se camuflan en los versos paganos

De hombres que no conocieron jamás la clemencia

Son la desnudez de palabras cobardes

El espejismo de la culpa de una supuesta osadía

Reclaman verdades que subyacen en tu pecho

Clavadas en la garganta e impresas en el alma

Ser el registro de historias ajenas

La pluma de versos que no deseas

Es la muestra de la miseria escandinava

De la pena que te da estar furtivo

En líneas

Entre figuras poéticas que nadie entiende.

7. Dios del vino y de la danza para los romanos.

8. Divinidad griega que personificaba la angustia.

9. Dios de la poesía en la mitología nórdica.


Ilustración - Antonio Escorcia

Antonio Escorcia Valencia
Félix, vendedor de raspao

El camino vasto se acorta cuando lo andas

El amanecer es tierno

Por contenerse en la esencia líquida de kola, limón y tamarindo

Que lleva tu carrito glacial.

Las abejas se agitan al saborear con sus zumbidos

La leche condensada

Privilegio de quienes empuñan el brillo de una moneda de quinientos

Con otra de cien

En tus oídos

Guardaste los chismes del barrio

Que compartirás a otros vendedores

Transportas los vasos cónicos que contendrán

La nieve que tumbe el caluroso día

Después de haberse raspado con seis giros de manivela

El inverno que no llegó a Santa Marta

Entre dos colegios en los que pelás y pelaos

Te caen como gajos de mamones

Nancy, la vendedora de jugos te saluda, admirada.

Carlos, quien vende perros calientes, se inspira de tus esfuerzos.

Mi hermano fue alegre por las veces que le fiaste ese elixir del trópico

Mi papá te estrechó la mano en gratitud por refrescarles el alma a mis abuelos

Mientras yo, el siempre niño delante de tus ojos

Sostengo el corazón gélido más cálido que me dejaron

Para nunca olvidarte.

Agua

El agua dejó a la ciudad.

La tragedia ahoga porque la motobomba se cebó

Pero el líquido se va

Alrededor del barrio reluce el sudor desde la madrugada.

Las arterias de las calles

Ya no son los dibujos festivos

Que todo un barrio adornaba para navidades

Sino la palidez rígida del PVC

Que se sumerge entre la rutina.

Los niños que salieron para el colegio

Se bañaron con paños húmedos

Que previsoras guardaban sus madres

Mientras los jóvenes

Como Sísifos del trópico

Suben y bajan las pimpinas de los cerros

Para alimentar con dos pesos los bolsillos

Que vaciarán enseguida

En el almuerzo de la casa

Y en uno que otro guarapo para el calor.

Me miro con mi padre

Desistimos de querer arrebatarle al tubo principal

El arjé que Tales tanto adoraba.

En cada una de sus pupilas

Vienen aproximándose las lágrimas

Únicas gotas con las que me bañaré

En este lunes

Que inaugura el fluir de otra semana con sequía.

Como lenguaje moribundo, duermo en la oscuridad

No obstante, algo me libera del sueño:

Los libros del estante que susurran como vida que se apaga

En una fila, algunos me arrastran hacia su aquelarre:

Fausto enojado por los ires y venires que impone Mefistófeles

Miller, con los pies sobre su escritorio, imagina que subo el tranvía ovárico

Baudelaire, levantando su copa de vino

Me invita a la embriaguez descarnada;

En otra, más apacible para conmoverme

Borges, con ojos en el laberinto del más allá, organiza este librero de Alejandría

Mientras me revela las metáforas de las Mil y una Noches

Nelly Sachs que observa los epitafios en el aire

Espera algún día escuchar la canción no entonada de la paz

Y, para sostenerme sobre el infinito,

Marguerite Yourcenar evoca los Fuegos que abren el santuario de la Historia

Cuando ese círculo se abre

Me es imposible detener el fluir de sus astros

O las sombras con que abrasan a mi ser.

Como hago en las noches en las que aparece el insomnio

Me sentaré a conjurar a mis monstruos interiores

Con la literatura que se cristaliza en mis palmas

Hasta que el Tiempo vuelva a incrustarse sobre el mundo.

Con Fito, armando cambuche

De lejos viene.

Cerca, están sus cuatro hijos, esposa

Y unos cuantos enseres

Sucia trae la cara

Como la primera vez que llegó.

La ciudad le abruma.

El cerro lo alivia de cualquier ciudadano

Que lo mire mal

Que le escupa el vaso donde recibe monedas

Que le cierre la ventana del carro.

Los materiales que pudo vender en la chivera

Les sirvieron para comprarle a su familia

La bienestarina contrabandeada.

Sabe que sufrí parecido

Que perdí los perros de la finca

La yuca que vendía en la vereda

Los nietos que llevaba al colegio

Caminando tres horas por trocha.

Me pide que le ayude a soportar la joroba del pasado.

A pesar de perderlo todo

De no saber si comerán mañana

O si vivirá lo suficiente para recobrar el verdor en sus manos

Me brinda su plato de peltre

Y me dice con ternura

Que traiga más aluminio, cartones o pedazos de techo roto

Para ampliar el cambuche

No sería bueno que duerma solo

Con tanta muerte caminando.

Palabras

En el preciso instante en el que muere la hoja

En la exacta fijeza donde descansa la luz

Las palabras revolotean sin mirar atrás

Sin tomarse en serio a quienes la hablan

Se transluce en ellas lo que nos es prohibido

Lo que valdría de grande para el corazón

Y su brillo

Se adhiere a nuestros ojos

Pero se desvanece en el mundo

Cuando estiramos las manos para arrastrarlas hacia el papel

Las palabras:

Todas ellas nos nombran

Para extinguirnos en el suspiro

Que arrojan con nostalgia.


Ilustración - Camilo Múnera

Camilo Múnera Benítez
Extra Terrestre

Me declaro incapaz

Incapaz de descifrar lo que quieres de mí

Lo que espero de ti

Porque un día eres de Mercurio

—Segura, ardiente—

Otros de Neptuno

Helada y distante

Como la roca inerte

En otros eres Júpiter

Poderosa y atractiva

Llena de tormentas e incertidumbres.

Yo, por otro lado

Soy el Sol

Siempre en el centro mientras me orbitas indecisa.

Hay días que vienes de Venus

Brillando sin miedos.

En otros te he visto llegar de Marte

Sonrojada a pesar de tus tormentas

Alcanzable y conquistable.

También sé cómo luchas entre bajar de Urano o de Plutón

Pasando de ser enorme a chiquita en segundos.

Y te decides por ser Saturno

Sumergida entre nubes densas de inseguridades

Mientras tus anillos me mantienen lejos.

Pero cuando eres de la Tierra

Llegas a ser perfecta

Llena de vida y curiosidades

Mi calor te alcanza a la distancia justa para acariciarte.


Ilustración - Carmen Lorena Romero

Carmen Lorena Romero Segrera
Al fondo del pasillo

El particular sabor a café

Deja mis noches llenas preguntas

—Ideas que se zambullen alrededor

mientras con un lápiz pesco su esencia—

Al fondo del pasillo susurros y risas

Sus almas vibrantes recorren el edificio

Toman vida cuando los demás ya han huido a casa.

Desde que no estás

A cierta hora mi respiración se dificulta

Los latidos aumentan y me llevan a pensarte

El calor me recorre

Hace días que no estás

La humedad me invade cuando te recuerdo

Te siento apoderándote de cada centímetro de piel

Mi boca se agua y te siento en mí.

Con tu cuerpo ausente me hago el amor

El aire cómplice desde que no estás.

Bloque 2

A Talium por coserme las alas.

Entre el ruido del viento que hace volar cabellos

Se escuchan susurros de historias y versos que estremecen

El olor a café se apodera del ambiente

Las risas, las anécdotas...

Almas oscilando en la misma frecuencia

Dejan salir profundos anhelos

Sus extrañas preocupaciones

Enormes miedos y oscuros pensamientos

Quedando al descubierto en la soledad de la noche.

Época de instantes

“Usted no sabe cómo yo valoro su sencillo coraje de quererme”

Mario Benedetti

a Ángelo Gallo por su incondicional amor

De cuidar cada paso y de apoyar cada objetivo

Aunque un día soy un bosque y al otro soy desierto

Que me observe cuando lluevo y en silencio me acompañe

Porque en esta época de instantes me ha regalado un para siempre.

Reminiscencias

A quien en mi mente siempre fue niño, C. T.

Volviendo a la tierna infancia avisto a una greñuda que corría descalza persiguiendo a su hermano.

Atravesando el parque de la virgen se abrió la puerta de la casa de al frente, su hermano voló escaleras arriba y el ímpetu de la niña cesó al encontrase con unos ojos verdes cómplices de una sonrisa tímida... el clic fue inminente.

El brillo de la inocencia en esa sencilla escena, que solo se percibe en almas de quienes apenas comienzan a vivir, nunca desapareció; ni la distancia, ni el tiempo, ni la muerte lograron apagarlo; aunque hoy, después de 19 años y a falta de un duelo justo, se derrama por sus mejillas.


Ilustración - David Martínez

David Orlando Martínez Martínez
Yo te quiero desnuda

Yo te quiero desnuda

Como un amanecer abierto de par en par

Como la nuca de un ejecutado

Como la muerte en su matrimonio con la fortuna

Como el meditar de la Tierra sobre sí misma

Como una mentira bajo el reflector

Como un firmamento limpio tras la tormenta

Desnuda como arena lamida por las olas

Como un suspiro de amor

Como una revelación encadenada a la espalda del mundo

Como cosas adheridas a la aurora

Lloviznas

Mariposas

Ropa de trabajo

Marionetas

Carcajadas

Pocillos rotos

Naves interestelares en planetas errantes

Te quiero desnuda

Para acapararte el cántico del arcoíris

Y que desde la puerta del huracán lluevan saudades para ti

Yo te quiero desnuda

Aunque no venda porvenires

Aunque olvidé mi bolsa de versos antes de nacer

Cuidado te enamoras de mí

No puedo ofrecer más que un trago de bilis negra

Quizás un astro sin descubrir

Pero si me quieres

Te regalaré un bosque mudo donde sembrar tus recelos

La balada de un piano sordo e inútiles cartografías de ti

Ven aquí

desnuda

Me despeñaré por tus húmidos acantilados

De rocío matinal

Estremeceré tus profundidades

Fosa Mariana

Si prometes arrancarme del Barco Ebrio

Y escupirme a orillas de tu desdén.

Espejo

Desde su ojo de plata

El mundo se precipita

Y mi alma se quiebra

Como una algarabía de golondrinas

El Ilusorio Acusador delata la caída

He notado eso que llaman vida

Relámpago en basílica de vitrales rotos

Una dictadura de la mirada

Soy todas las deformaciones del color

Cada mutación escupida por el sol de media tarde

En el pastor de silencios

Alguien que toca la puerta

De su propia conciencia

Y al abrir la encuentra

Tomada por extraños inquilinos

Espejo

Juez

Verdugo

Testigo mudo del largo tropiezo que nunca llega a derrumbe

¿Y qué si no fuera aliento en hueso al caer?

¿Si en vez de plomo cayera ánfora

o aguzado vuelo de lechuza

hundiéndose como daga en la obsidiana de la noche?

No conocemos el hábito de las cárceles

No conocemos el hábito de las cárceles

No sabemos levantarnos en la penumbra

Sin haber enjugado los sueños al sol

En la calle

Azrael aprieta su marcha legionaria

Mientras los parientes apuran el carnaval

Incontables ocasiones

Vieron el fin del mundo a la cara

Y este nunca sopló sus trompetas

El Caribe conjura el Apocalipsis

No conocemos el hábito de las cárceles

No sabemos clavarnos en blancas paredes

Cuando la sal y el polvo y la luz llaman a nuestros pies

Afuera

Recogen los cuerpos en la oscuridad

Para que nadie los cuente

Ya no bogan las corrientes del Magdalena

Para que niños hagan sus macabras aritméticas

Aunque persisten en la desmemoria

Sin rostro

Sin apellidos

En la estrechez del aislamiento

Ruego no ser el próximo olvidado

¿Quebraría tanta oración el mandato providencial?

Por si acaso

Pintemos los dinteles de rojo holocausto

Aunque nuestras firmas reposen en la lista de espera.

Rendición

Quisiera una piedra por corazón

Con hondos sepulcros en vez de ojos

Para que no pudieras pisotearme

Cada vez que apareces de la nada

Y tornas el mundo pálido y obscuro

Quisiera un conjuro preciso

Que me escatimara de desearte

Como mi espectro enlazado

A una canción de tu triste guitarra

Pero eres tan esquiva y orgullosa

Y yo estoy abatido

De tanto anhelar de tus labios

Una aceptación o una execración

Delante de ti

Soy como una cortina

Raída a través

Y tú el resplandor que hiere profundo

Esta sórdida habitación

Soy un canto de cisne surcando la madrugada

Y tú

La bala del cazador.

Invitación

Mi corazón es un ánfora que cae y que se quiebra…Tu silencio lo recoge y quebrado lo arrincona…Mi idea de ti es un cadáver que el mar trae a la playa…, y mientras tantotú eres la tela irreal en la que mi arte yerra el color…

Fernando Pessoa

Sentémonos ante la pleamar de la circunstancia

Tus ojos sobre mis ojos

Tu nombre sobre mi nombre

Entremos en la alta madrugada

Te mostraré los viejos sonidos

Que cuelgan de tu perfil

Constelado

Frágil

Desnudemos la superstición en el paseo de la lluvia

Donde tigres acechan con espejos y lucernas

Ven conmigo a la muerte de las tinieblas

Y erijamos la música de un verso silente.


Ilustración - Daylin Palacio

Daylin Palacio Palacio
Hasta ser espuma

Divisando los límites del confinamiento

Llegas a mí como niña asustada.

Estás fría,

Hueles a sal.

¿De dónde vienes?

Llévame a cabalgar sobre las olas

Hasta ser espuma y desaparecer en la arena

A vivir en la porción mojada de la playa

Para guardar las huellas

De los amantes que borre el mar.

En los escondrijos del confinamiento

El mundo se me ha reducido a un cubo

Descubriéndolo en sus rincones

Noto las abundantes canas de la abuela

La brisa añeja de un diciembre con sabor a paz

Cuando soñaba en su regazo

Afuera el mundo va deprisa, atemorizado

Yo levito en la sazón de mamá,

Mis hermanos pintan la incierta mañana con risas

Mientras la elocuencia de papá ilumina el ahora

Despojando al presente

De la angustia disuelta en las noticias

Mis sentidos abren sus alas

Y vuelo sobre el amor

De la foto viva de mis padres bailando en la cocina

Además de hija, hermana, nieta

Soy maestra y bailarina de estas esquinas

Que guardan tantas versiones de mí.

Al mundo expandirse

Las conocerán.

A Nily

La dibujo entre las hebras que tejen los sueños

La observo en lo oculto,

Percibo ante su silueta perfecta

Los destellos del universo,

El aporte de cada planeta a su existencia.

He vivido dormida; para calmar este frenesí

Producto de tanta espera.

Cuando al fin llegue:

Viviré insomne

Me acercaré cual cazador.

Acariciaré, su perfecta silueta

Lograré el engranaje preciso de nuestros cuerpos

Y apreciaré las auroras boreales que trae su voz

En cada rasgueo de mis manos sobre sus cuerdas.

Brotan mis raíces

Me extiendo en medio de la tierra húmeda

Hasta que mis raíces abrazan el núcleo de la Tierra

(Soy fuego)

Florezco en la quebrada naciente de un páramo

La neblina me envuelve, me ciega, pero me guía.

Ahora,

Viajo por un río turbulento

Que promete desembocar cauteloso en tus aguas saladas.

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