Kitabı oku: «Nada Sobra, Carlos Ingham», sayfa 5

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Para cerrar el círculo, Sebastián organizó reuniones mensuales con las empresas que les entregaban alimentos, para informarles de todo lo que estaban haciendo. De esa forma, las marcas veían como este grupo de gente que dirigía la Red era capaz de llevar adelante el proyecto y de cuidar cada eslabón de la cadena de la misma forma como la cuidan ellos, esto es, con eficiencia y profesionalismo.

La Red de Alimentos te facilita el trabajo para ayudar. Con mucho foco, con mucha dedicación, con mucha disciplina. Tú ves algo que funciona, que es transparente, algo que hoy es muy importante. La Red, justamente, muestra eso. El mismo Calú tenía la preocupación de ir, de explicar cómo funcionaba, y eso te da tranquilidad, te muestra que es un trabajo serio. –Valeria Flen, exgerenta general de Soprole.

No tener “embarradas”, según Sebastián, fue posible gracias al sólido equipo de profesionales con que contaba la Red de Alimentos durante su gestión, quienes eran personas “camiseteadas” y muy, pero muy, valiosas.

Porque al final ¿qué es lo más importante para las empresas de alimentos? La marca. Y mandarse una embarrada con cualquier marca… ¡Uf! Si no estás todos los días cuidando la cadena, entonces se puede ir todo a la porra. Y eso puede pasar. –Sebastián Labbé.

Y el Óscar es para…

El 15 de noviembre de 2012, la Red de Alimentos fue galardonada con el Premio Avonni32, en la categoría de Emprendimiento Social, por sus esfuerzos por innovar en Chile en el ámbito empresarial. Pero, además, fue un reconocimiento por haber sido los impulsores de la Circular Nº54, que cambió absolutamente el panorama de las donaciones de alimentos en Chile.

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El 23 de abril de 2013, la fundación Red de Alimentos recibió también el sello Más por Chile, el cual fue entregado por el entonces ministro de Desarrollo Social, Joaquín Lavín.

Además de a la Red de Alimentos, el premio fue concedido en esa oportunidad a otras veintidós empresas, entre las cuales destacan varias que hacen un trabajo muy ligado al de la Red, entre las que destacan: Armstrong & Asociados, Cial Alimentos33, Linzor Capital Partners, Pepsico, Nestlé, Soprole y Walmart.

Este sello es un certificado que tiene una duración de un año y avala el aporte social de las instituciones premiadas. Pero es algo más que eso; es una prueba de cómo el mundo público valora lo que hace el mundo privado en términos de sus acciones con impacto social.

Desde el punto de vista corporativo, la Red es una empresa por donde se la mire, solo que su objetivo no es el lucro. Pero no por eso no va a funcionar bien. –Sebastián Labbé.

Efectivamente, el objetivo de actuar como una empresa eficiente fluye por el ADN de la Red de Alimentos desde su directorio hasta el personal del centro de distribución. Como lo destaca Hernán Rodríguez Wilson, exgerente general de CMPC, actual presidente de Colbún y director de la Red de Alimentos:

La Red hizo un proyecto, no inventó la rueda, trajo el modelo y logró convencer a la autoridad de que se podía hacer con alimentos, luego trabajó para hacerlo con otros productos. Hizo un trabajo de hormiga con las empresas, para que vieran que la mejor manera de canalizar su ayuda era vía la Red. Esta es la definición de una empresa por libro. –Hernán Rodríguez W.

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Años más tarde, en septiembre de 2017, la Red de Alimentos ganó el Premio Nacional de Medioambiente, en la categoría Aire, por su aporte a la reducción de emisiones de CO2 que hubieran producido los alimentos en los vertederos, de no haber sido rescatados34.

La ceremonia de premiación contó con la presencia del Príncipe Alberto II de Mónaco y la excandidata presidencial de Francia y ministra de ecología, desarrollo sostenible y energía, Ségolène Royal.

El color del dinero

Hacia finales de la primera década del siglo XXI, IM Trust35 comenzó a plantearse la idea de hacer asesorías pro bono a organizaciones sociales sin fines de lucro, en temas que tuvieran afinidad con las capacidades del equipo. Y en esta línea de colaboración con la comunidad crearon la Fundación IM Trust36.

La idea es ofrecer horas profesionales para cuantificar y asignarle valor a lo que hacen las fundaciones, a fin de dotarlas de un argumento robusto –y expuesto por un tercero–, para convencer a sus donantes de que lo que ellos hacen tiene valor y genera beneficios.

Aunque nos encontrábamos con que cada vez que nos acercábamos a alguien, ellos estaban a la espera de que les dijéramos cuánto le íbamos a donar en dinero. –Guillermo Tagle.

Guillermo Tagle, a la sazón gerente general de IM Trust, conocía a Calú desde fines de los noventa, porque ambos trabajaban en el mercado financiero. Y quizás por eso la Red de Alimentos fue la tercera institución a la que se acercó la Fundación IM Trust, con la idea de ayudarlos a valorar el aporte que hacen a los beneficiarios de sus fundaciones socias.

Así fue como los profesionales de IM Trust analizaron los datos disponibles y construyeron un modelo ad hoc para medir los beneficios directos e indirectos de lo que hace la Red de Alimentos. Este trabajo pro bono se convirtió en un proceso que duró todo un año. Finalmente, expusieron los resultados ante un comité de gerentes y directores que validó la metodología y las conclusiones.

El estudio reveló –en términos gruesos– que cada peso que recibe la Red en alimentos se multiplica en entre 4 y 8 pesos de ingresos para las fundaciones. Y estos beneficios pueden ser aún mayores si se considera el total de personas beneficiadas.

Asimismo, no hay que olvidar que existen beneficios no pecuniarios que son difíciles de medir, como, por ejemplo, la dignidad y la mejor nutrición. Por una parte, está el hecho de recibir productos de la misma calidad que los que se encuentran en cualquier supermercado y, por otro, que al no tener que destinar dinero a la compra de estos artículos las fundaciones pueden mejorar las condiciones de infraestructura y de servicios para sus beneficiarios.

Yo siempre digo que las hermanas son excelentes ecónomas. Tienen el concepto del ahorro; no por apretadas, sino porque el ahorro permite hacer otros proyectos. Y ahí entra la Red de Alimentos como una fuente importante de ahorro, porque la alimentación de más de 160 adultos mayores tiene un fuerte impacto. Muchos tienen necesidades especiales en su alimentación, además. Por ejemplo, si no fuera por la Red solo podríamos dar yogurts a los que tienen problemas dentales, ya que es un producto caro, pero gracias a la Red todos los pueden recibir y así tener una mejor alimentación. –María Irene Castillo, gerenta de integración, Fundación Villa de Ancianos Padre Hurtado.

Por otra parte, los productos que entrega la Red de Alimentos a las fundaciones son de excelente calidad y de marcas prestigiosas, dado el tipo de donantes que tiene la Red. Se puede decir, por lo tanto, que el aporte que reciben las fundaciones es –al mismo tiempo– más y mejor.

Desde otro punto de vista, el costo operacional de la Red de Alimentos equivale al 10% del valor de los alimentos entregados. Es decir, si el costo es 100, el beneficio es 1.000.

Tú me pasas un peso y yo lo multiplico por diez. Si tú le entregas aportes a una organización cualquiera, una parte siempre se queda en la organización misma. (…) ¿Qué otra organización apalanca de este modo el beneficio? –Cristián Steffens.

Producto de este estudio y de que Guillermo Tagle era presidente de Icare en 201437, Calú fue invitado a exponer en el Enade38 de ese año, para mostrar cómo se podía influir en las políticas públicas, que sí era posible mover la frontera legal y que los beneficios sociales que esto puede generar al país son enormes.

Es muy notable que haya logrado transformar legalmente estos procesos para evitar que productos útiles fueran destruidos. –Guillermo Tagle.

En 2014 (año en que se dio a conocer el estudio), la labor de la Red de Alimentos alcanzaba a 54.670 beneficiarios. Pero en 2020 esa cifra llegó a 258.771 personas. Ahora bien, según el Ministerio de Desarrollo Social, en 2018 (últimos datos disponibles) en Chile la pobreza alcanzaba al 8,7%39. Y, de acuerdo con el INE, ese año éramos casi 19 millones de personas40. Esto significa que, de los 1,68 millones de personas en situación de pobreza en Chile, la Red de Alimentos hace un trabajo que llega al 14,4%.

Es que la Red de Alimentos es como MasterCard: no tiene precio. Porque el impacto que tiene en la gente es invaluable. Imagínate que vas a tu pega todos los días y, en la puerta, siempre hay gente esperando con una sonrisa de lado a lado porque tú les vas a entregar alimentos. Es algo extraordinario. –Sebastián Labbé.

La red social

En un esfuerzo por encontrar una nueva manera de comunicar la importancia de la labor que realiza la Red para que no se desperdicien los alimentos que otras personas necesitan, surgió la idea de cambiar el concepto desde “existe gente que pasa hambre en nuestro país” a hacer una campaña con la idea de que “nada sobra”. Es decir, todo se puede aprovechar, lo que unos botan le puede servir a otro.

Con esto en mente, Jorge Armstrong propuso usar las redes sociales en una campaña comunicacional para llegar a la mayor cantidad de personas posible. Para ello, se creó el hashtag #nadasobra como una forma de sensibilizar a los gerentes sobre el valor que los consumidores le dan a su marca por donar productos o servicios a las personas necesitadas. La campaña se hizo a través de Twitter y se ancló en el concepto de donar los caracteres que sobraban en cada mensaje. ¿En qué consistía? Como en Twitter se podían usar hasta 140 caracteres, la campaña solicitaba que las letras que las personas no usaran, se las donaran a la Red y pusieran el #nadasobra.

Con ese juego –muy simple pero muy inteligente– la Red de Alimentos logró hacerse presente en la cabeza de las personas, en especial, de la gente joven. La cosa era así: si uno tuiteaba algo con el #nadasobra, literalmente, las letras que no se usaban iban a parar a un sitio web con un contador y ahí se generaba una sopa de letras.

El éxito fue rotundo. En un solo día el hashtag se convirtió en trending topic. Y con él se creó también un concepto adicional: hacer una sopa de letras con esos caracteres “sobrantes”; de ahí nació la “sopa para miles” en contraposición a la “sopa para uno”. Esa información se puso en una caja y, con ella, el equipo directivo de la Red partió a visitar empresas de distinto tipo, no solo de alimentos. El discurso era sencillo:

–Cinco millones de personas retuitearon este hashtag y quieren que tu marca se sume. ¿Se suman?

Con esta campaña, Armstrong & Asociados ganó un Premio Effie41 de plata en el año 2014, en la categoría Marketing Social.

La otra red social

Cuando Valeria Peña llegó a la Red se dio cuenta de que sus conocidos no sabían qué era la Red de Alimentos, ni siquiera la habían oído mencionar. Quienes sí sabían de ella eran los empresarios y los ejecutivos de las empresas de alimentos y otros rubros, a quienes la Red había contactado. Al igual que con la posterior campaña de #nadasobra por Twitter, había que hacerles ver a las empresas que donar genera valor para su marca, es decir, tomar el modelo de la Teletón. No era necesario inventar nada nuevo, pero para lograrlo, la Red debía ser reconocida por mucha más gente, por el “ciudadano de a pie”. Entonces Valeria pensó en dos de los más grandes eventos sociales que tienen lugar en Santiago: Lollapalooza y la Maratón.

Partió por implementar que la Red estuviera presente en Lollapalooza. El primer año fueron muy en chiquito, como para poner el primer pie adentro solamente, y su presencia consistió en que Sebastián Labbé, Pedro Álamos, la misma Valeria y sus hijos se pusieron unos petos y llevaron pulseritas, calcomanías y todos esos artículos del merchandising que se usan para construir imagen de marca, e hicieron una colecta en el mayor evento de rock alternativo del país. La idea, más que reunir dinero, era aprovechar que cada joven con quien hablaban era un punto de contacto al cual se le podía contar –muy brevemente– cuál era la labor de la Red de Alimentos. Así, año a año, se fue creando un lazo cada vez más grande con Lollapalooza. Para la segunda versión en que asistió la Red de Alimentos ya tenían sillas y mesas. En la tercera ya contaban con un stand completo junto al de la FAO.

En la misma línea de Lollapalooza hice el vínculo con la gente que organizaba la entrega de fruta en la Maratón de Santiago. La primera vez, igual que en Lollapalooza, solo nos regalaron la fruta que les sobró. El segundo año nos pidieron que lleváramos un pendón, el tercero nos invitaron a estar presentes en la estación Mapocho y dimos entrevistas. Así fuimos creando vínculos. Desarrollar una relación no es algo inmediato, lo vas construyendo. Primero más chico y luego crece la confianza. –Valeria Peña.

Mientras se desarrollaban estos esfuerzos y se creaban las confianzas, Valeria necesitaba nueva información que pudiera captar el interés de los medios, que siempre andan en busca de algo nuevo que comunicar. Y justo en ese momento cayó una oportunidad del cielo: la venida a Chile del violonchelista Yo-Yo Ma.

La fiesta inolvidable

Una tarde primaveral del año 2012, Tim Purcell –quien es socio de Calú en Linzor Capital Partners– ofrecía una comida en su casa, cuyo catering había sido encargado al restorán Blue Jar42, uno de cuyos dueños era –en ese entonces– Cecile Latham-Köenig43, quien se encontraba esa noche a cargo de la cena. En eso sonó el teléfono de Cecile y del otro lado de la línea estaba Ulrich Bader (Uli), director del Teatro del Lago, quien le contó que había hablado con el mánager de Yo-Yo Ma y que tenía fecha para que viniera a Chile. Pero que para que resultara, tenían que sumar un concierto en Santiago.

Cecile conocía a Yo-Yo Ma por haber sido la encargada de programación de conciertos en el Barbican Center44 en Londres. Pero la idea de traerlo a Chile comenzó a gestarse en 2010, cuando ella, Uli Bader y Nicola Schiess vieron a Yo-Yo Ma en Buenos Aires, en el contexto de una serie de conciertos de celebración del Bicentenario del Teatro Colón45.

Aquella noche, Calú y Tim se enteraron de la posibilidad de traer a este genio del violonchelo y no dudaron ni un segundo en hacerse cargo de la fecha de Santiago. El objetivo de ambos era que la ocasión fuera un concierto benéfico para las fundaciones en las que cada uno participa: Red de Alimentos y Enseña Chile46, respectivamente.

Una semana más tarde todo estaba arreglado: Yo-Yo Ma daría un concierto el sábado 11 de abril en Frutillar, una clase magistral el domingo en la Universidad Católica y un concierto en el Club de la Unión el lunes 13, en Santiago.

Para montar este evento se formó un grupo de trabajo pro bono, integrado por Tim Purcell, Tomás Recart (gerente general de Enseña Chile), Cecile Latham-Koenig, Valeria Peña, Jorge Armstrong, Calú y Marcial Cortés-Monroy.

Marcial se encargaría de la producción, es decir, todo lo referente a la puesta a punto del lugar, piano, micrófonos, amplificación, acústica, escenario, luces, sillas, espacios, camerinos, etcétera, mientras Valeria y Tomás se preocuparían de afinar los detalles para el día del evento. Jorge produciría los materiales de difusión: pendones, folletos e invitación, la que incluía un CD con música interpretada por Yo-Yo Ma. Mientras, Cecile se haría cargo de la cena, mesas, manteles, velas, vinos, postres, bajativos, etcétera.

Después de la clase magistral en el Centro de Extensión de la Universidad Católica, hubo un cóctel cena en casa de Nicola y Uli, con muy pocos comensales. Los estelares eran, por supuesto, Yo-Yo Ma, su asistente personal y la pianista que suele acompañar al chelista, Kathryn Stott.

Durante la reunión, los participantes tuvieron ocasión de comprobar lo afable que es Yo-Yo Ma. La conversación iba y venía sobre distintos tópicos y, entre ellos, ciertamente surgió la música, momento en el que Yo-Yo Ma notó que Calú sabía bastante del tema.

–Sí, bueno –le dijo Calú–, es porque toco el piano y la gaita escocesa.

–Ah, pero genial. Trae la gaita mañana y tocamos algo juntos –le ofreció Yo-Yo Ma.

–¿En serio? –preguntó Calú, escéptico de poder tocar con uno de los músicos más importantes del mundo en los últimos cincuenta años.

–Sí, claro, por qué no –respondió Yo-Yo Ma.

La conversación se prolongó hasta que la secretaria personal de Yo-Yo Ma avisó que se hacía tarde y que debían descansar para estar lúcidos al día siguiente. Luego, a la salida, se acercó a Calú y le dijo al oído:

–Don’t even think about bringing the scottish bagpipe tomorrow.47

Ahí Calú entendió que a veces a Yo-Yo Ma se le olvida quién es y se entusiasma más de la cuenta.

Al día siguiente, en el Club de la Unión, en los balcones había alumnos de música y de Enseña Chile. Yo-Yo Ma tocó –fuera de programa– la “Suite Nº1 para violonchelo” de Bach, entera y de memoria, para luego acometer rigurosamente con el programa junto a Kathryn Stott. El concierto terminó con un encore48 en el que interpretó “El oboe de Gabriel”, de Ennio Morricone.

Para quienes gustan y aprecian la música en su más alta expresión, fue un concierto emocionante e inolvidable.

Posteriormente, se llevó a cabo una cena en el segundo piso del Club de la Unión. Había más de veinte mesas y en cada una de ellas diez personas. Tim Purcell, Calú y sus respectivas señoras estaban en la de Yo-Yo Ma y Kathryn Stott. Calú, de hecho, se sentó entre ambos. En un momento de la conversación, cuando todos querían acaparar la atención de la estrella de la noche, Calú giró la cabeza hacia la pianista y le preguntó:

–¿Cómo podés estar todo el día con un “rockstar” y mantenerte siempre en un papel secundario cuando son un dúo, vos tocás el piano y él, el chelo?

–Es que eso es perfecto para mí. A mí no me interesa para nada ser el foco de atención. Yo hago mis giras con él y luego regreso a mi casa en el campo, en Inglaterra, y vivo feliz ahí –le respondió Kathryn.

Fue la primera gran lección de la noche. Más tarde, Calú giró la cabeza hacia el chelista y le preguntó:

–¿Cómo es andar por la vida con todo el mundo diciéndote una y otra vez que eres un genio? Tiene que ser insoportable después de un rato. Porque si todo el mundo te lo está diciendo, deja de tener sentido. ¿Cómo hacés para mantener los pies en la tierra?

Yo-Yo Ma lo miró con expresión tranquila y le dijo:

–Bueno, es fácil. Cuando estoy en casa, mi señora me hace sacar la basura todas las noches.

Segunda gran lección de la noche. En ese minuto, Calú entendió que Yo-Yo Ma no tiene nada de divo y que, por el contrario, es un hombre humilde, agradecido de la vida y generoso.

Tanto así que –sumando y restando ingresos y gastos– Yo-Yo Ma donó el valor de un concierto para las dos fundaciones. Objetivo más que cumplido.

La mano de Lagos

En junio de 2015, Valeria Peña comenzó a gestionar una nueva reunión con Ricardo Lagos. Gracias a un contacto personal de ella, fue posible hacerle llegar por anticipado al expresidente Lagos una carpeta con todo el material sobre la Red de Alimentos, de modo que, esta vez, él ya estaba al tanto de lo que hacía la fundación y hacia dónde querían avanzar.

La reunión se llevó a cabo el 10 de ese mes, en dependencias de la Fundación Democracia y Desarrollo, en calle Roberto del Río. En la ocasión estuvieron junto al expresidente Valeria Peña y Calú.

Ese mismo día, El Mercurio había publicado una carta de Benito Baranda titulada “No a la destrucción de alimentos”.

–Luisa me habló esta mañana de esto por una carta que salió en El Mercurio –les dijo Lagos.

–Sí –dijo Calú–. La escribió Benito Baranda.

–¿Y en qué los puedo ayudar entonces? –preguntó el exmandatario.

–Lo que me gustaría es hacer una ley que ponga los incentivos para que no se bote la comida, y agregar otros productos de primera necesidad.

–Mire, mi amigo. Para eso yo le recomiendo que hable con los que tienen más llegada con la Presidenta. Nicolás Eyzaguirre, por ejemplo, Jorge Burgos o, incluso, Rodrigo Valdés…

Calú titubeó.

–Presidente, yo a Nicolás lo conozco de cuando él era ministro suyo y yo trabajaba en JP Morgan, pero hace mucho que no hablo con él. A Burgos no lo conozco. Y a Rodrigo Valdés, que sí lo conozco más, no sé… debe estar bloqueado de pega en el Ministerio.

–Entiendo. ¿Por qué, entonces, no me da tres copias de esta carpeta y yo me comprometo a hacérselas llegar a ellos? A ver si alguno tiene tiempo para leerla. ¿Le parece?

–Gracias, Presidente.

–Esperemos tener mejor suerte en esta ocasión –agregó Lagos, refiriéndose a aquella vez en que conversaron en el avión presidencial (ver Cap. 2).

–Seguro que sí –replicó Calú.

Benito Baranda, quien se había incorporado al Consejo Asesor debido a una gestión de Jorge Armstrong, que conocía a Baranda por América Solidaria, no asistió a esa reunión porque había sido invitado por la presidenta Bachelet a una gira por Europa en donde ella tenía que dar, entre otras cosas, una charla en la FAO49.

Cuando volvió, en la reunión de consejo le contaron de la reunión con Lagos mientras él relataba de su viaje con la Presidenta. Entonces, casi al unísono, Calú y Cristián le pidieron que armara una reunión con ella.

A los pocos días de la reunión con Lagos sonó el teléfono de Valeria. Fue un intercambio breve, de unas pocas frases. Cuando cortó, estaba atónita pero contenta. Era Ricardo Lagos Escobar quien le había dicho que había mandado un e-mail a la Segpres y que Patricia Silva, la ministra subrogante, los iba a llamar para hablar de la legislación propuesta por la Red de Alimentos.

Unos días después, Patricia Silva efectivamente llamó a Calú para coordinar la reunión. Se juntaron con ella dos veces. Y ella le hizo llegar un completo dossier a la Presidenta.

Finalmente, la reunión con Bachelet se llevó a cabo el 18 de agosto de 2015 en el salón azul, ese con el cuadro gigante de Matta50. Esta vez los asistentes fueron Valeria Peña, Margot Kahl –quien fuera gerenta general de la Red de Alimentos por un breve lapso–, Benito Baranda, Cristián Steffens y Calú. Calú estaba sentado en la silla del centro y la Presidenta a su izquierda, justo debajo del cuadro de Matta. Tras los saludos formales y las frases de cortesía, Calú se abalanzó con toda la información que quería entregarle a la mandataria en los pocos minutos de que disponían. Su objetivo estaba claro: transformar la Circular Nº54 en ley.

Ahí la Presidenta supo explicarles a todos los presentes su visión de este asunto.

–Carlos…

–Perdone, Presidenta. Dígame Calú, nadie me dice Carlos –le interrumpió Calú.

–Muy bien, Calú. Sabe, me parece un enorme aporte para el país lo que ustedes proponen. Como ve, aquí tengo varias carpetas que me preparó la Segpres sobre la iniciativa que usted plantea de los bancos de alimentos, las que he revisado con atención.

Calú ya había notado que las tenía todas subrayadas.

–Presidenta, yo solo quiero pedirle un favor –dijo Calú–, uno nada más. Que usted mande un proyecto de ley, con un solo artículo y suma urgencia.

–Mire, Calú, sin desconocer su expertise empresarial, necesito que me dé el crédito de saber cómo se puede lograr una modificación como la necesaria en este caso. En mi experiencia, las leyes de un solo artículo son un desastre. Una vez estuve dos años tratando de sacar una. Y como ya habrá oído por ahí, cuando uno manda al Congreso un plátano puede salir un charquicán. Por eso, creo que es más eficiente montar esta iniciativa sobre algo que ya existe como, por ejemplo, la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor).

–¿Y cómo se hace eso? –preguntó Benito.

–Hablando con el ministro de Medio Ambiente –respondió ella.

Esa tarde, Calú salió de la reunión con la sensación de que quizás esta vez sí se iba a lograr la iniciativa con mayor rapidez que en el pasado. La idea de la presidenta Bachelet les abrió otro camino, que para la Red de Alimentos dio inicio a una nueva etapa. Una de mucho trabajo, porque ahora había que contactarse con el Ministerio de Medio Ambiente, tarea que recayó en Valeria, quien tuvo que perseguir al ministro Badenier primero, y al ministro Mena después, para introducir la idea de la Red en la Ley REP.

Casi un año después de la reunión con Bachelet, el 1 de junio de 2016, se promulgó la Ley 20.920 (conocida como Ley REP)51, que constituye el marco para la gestión de residuos y que tiene como objetivo la reducción de desechos por parte de las empresas productoras de bienes52. El artículo 4 de dicha ley trata sobre la prevención y valorización de residuos, y en su letra f) recalca:

• Mecanismos para prevenir la generación de residuos, incluyendo medidas para evitar que productos aptos para el uso o consumo, según lo determine el decreto supremo respectivo, se conviertan en residuos.

• Un reglamento establecerá el procedimiento para la elaboración de los decretos supremos que establezcan los instrumentos anteriores.

Lamentablemente, hasta mayo de 2020 ningún reglamento había sido publicado al respecto53.

De ahí en adelante, el trabajo de “lobby” de la Red de Alimentos estuvo más o menos entrampado… Hasta que dieciocho meses después, la marea comenzó a cambiar.

Punto de quiebre

Durante el primer trimestre de 2015, Sebastián Labbé comenzó a sentir que ya había dado todo lo que podía a la Red de Alimentos. Esos últimos años habían sido intensos. Había aprendido una enormidad. Había conocido a mucha gente y sentía que lo que había aportado había valido el esfuerzo y los costos personales.

En simple, para mí fue una experiencia maravillosa.

–Sebastián Labbé.

Además, Sebastián se sentía orgulloso de lo que había hecho. Especialmente, por haber montado el Banco de Alimentos Biobío Solidario (ver Cap. 5).

¡Olvídate! Hasta el día de hoy converso con Clahudett y con los consejeros de allá. Me llaman para contarme cualquier cosa, nada especial… supongo que es solo por cariño. –Sebastián Labbé.

***

Por su parte, Valeria Peña había estado colaborando con la agencia de Armstrong & Asociados para crear una nueva campaña para la Red. La idea era usar la imagen de un homeless54 y una mujer unidos por un tallarín (la Red) al estilo de la clásica película animada infantil La Dama y el Vagabundo55. Pero la idea se abandonó cuando la misma Valeria vio que Falabella se les había adelantado y la usó para un catálogo con una foto del actor Francisco Melo y una niña, en marzo de 2016. No obstante, el concepto se desempolvó del cajón de los recuerdos y se llevó a cabo en 201856.

Valeria continuó trabajando en la Red de Alimentos hasta julio de 2017, época en que decidió que era el momento de buscar nuevos desafíos con la tranquilidad de una labor más que cumplida.

Cuesta separarse de algo que uno quiere mucho y por lo que se ha esforzado tanto, como fue mi caso, para llevar la Red a la gente y sacarla del ámbito de las empresas, para que fuera la gente la que pusiera presión para que las empresas donaran "porque la gente lo pide". –Valeria Peña.

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