Kitabı oku: «Nueva escritura sumaria», sayfa 2

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A Federico Campbell

y Juan Villoro, naturalmente;

a Luis Cortés Bargalló, también.

A mis hermanos todos.

A Ricardo Yáñez de Raúl Bañuelos

Ni lo que dice,

lo deja ser

antes del decir.

No deja de ser

antes del habla.

No deja el hablar

antes de ser.

Y ni lo que calla

lo deja de no decir

el ser.

Ni lo que digo dice

el cristal con que lo dice.

Cada vez el habla

deja de ser

cuando cada vez

es.

Lo que digo del poeta

lo dicen sus poemas

en lo que voy diciendo.

Y dicen gracias.

En su poesía dice ni lo que dice.

Pues allí da su voz

lo poético de la poesía.

Más y menos, escucho

más: porque nos llevan lejos

de sí consigo.

Y menos: porque no hay ninguna

explicación que precise cuando

menos un poco de lo que

ni dicen.

Es más mucho no decir

que decirlo todo.

Es un decir:

¿Cómo es decirlo todo

y no decirlo?

Es más poquito tanto

que se había quedado

en el tintero

de la tinta blanca

que lo que dentro

pinta.

La voz de quien de verdad

canta, va cantando

al canto

donde ni lo

que digo canta.

RAÚL BAÑUELOS

NUEVA ESCRITURA SUMARIA

SI ME EMBORRACHO pienso en ti.

Si me viene el amor a las palabras, a los ojos, al llanto,

a los cigarros alas, al tequila sauza,

¿en quién voy a pensar?

Hay un Ricardo Yáñez que me pega, que todo el día me pega,

y hay un Ricardo Yáñez que te ama. Ése es el bueno.

A VECES ES una araña la palabra amar

una araña en las vigas de la casa

y uno es la mosca la tonta mosca

A veces el amor es una aspirina

vieja olvidada en el botiquín

y uno no el dolor de cabeza sino el aburrimiento

A veces el amor es una botella de tequila

escondida en el fondo del ropero

y uno la mano oscura y el trago rápido.

Baccatum monile

Olvida, si pudieras, aquel collar de perlas

que desnudo

tu cuerpo acarició, y olvida el vino

de la voz que en tu vientre y tu mirada

anduvo haciendo sus deberes,

el murmullo de árboles

inmenso y silencioso

que nos solía rodear cuando el abrazo

donde no convenía, el calor que sudamos

en el cuarto derruido, olvida

del amor

lo que amor dijo, lo que fue

del amor, deja atrás

toda vida que fue vida, regrésate

a tu vida.

SUPE DE TI, de tu sudor, de las rosas dispersas de tus senos,

supe de tus palabras, abrevadas casi recién salidas de tu boca;

supe de la canción que nos decía como a la sombra

de un muy extenso árbol, luminoso tal vez por el lenguaje de los pájaros.

Supe de los silencios de tus ojos, a veces desvaídos y otras veces rezumando dulzor;

supe del tiempo tuyo, en que he aprendido la música del mío, de mi tiempo, de mis contradictorios muchos tiempos

cuyo concierto y orden nunca hubiera sabido

de no ser en tus brazos, de no entender el arpa de mi espalda gracias a la llovizna de tus dedos.

Supe de la encendida veladora a que baja a beber la golondrina que llamamos amor.

Supe saberme nube, barca, estallido de ola;

supe saberte flauta, tierra para macetas, pisada de venado;

supe sabernos álamo en un vaso, su coruscante plata rumorosa

acallar hasta hallar la claridad en la que nos decíamos, qué violín el decirlas,

las prístinas zonceras de todos los amantes, de los recién amados.

Supimos circular la misma sangre en dos cuerpos distintos,

anduvimos la colcha como un lago, la cama como un río,

la ciudad como un cuarto en que no falta nada

salvo el amor que falta, siempre falta, para que nada falte en el amor.

HAY UN HOMBRE que camina

jornadas jornadas largas

por oír pulsar el viento

las arpas de tus ventanas

hay un hombre que se moja

de lluvia hasta las entrañas

por ver cómo tú te asomas

corroída por las aguas

a oír entreverar el viento

sus manos en tus ventanas

hay un hombre que camina

y se llega hasta tu casa

y te descuartiza a besos

sin que puedas hacer nada

y a besos te reconstruye

lejos de toda mirada

hay un hombre que camina

jornadas jornadas largas

hay un hombre que se moja

de lluvia hasta las entrañas

VIAJO, AMOR, EN tus ojos,

en la luz de tus ojos, amor, viajo,

en el paisaje de tus ojos.

Subo las escaleras de tus ojos,

desciendo sus barrancas,

miro pasar parvadas en tus ojos.

Ando, amor, en tus ojos, por tus ojos,

que hace tiempo no ven

que vivo en ellos.

OÍ TU VOZ,

a 600 y tantos kilómetros de distancia oí tu voz,

y todo fue clarísimo

en el día más contaminado de la ciudad de México.

HE VUELTO AL mar

y no estoy en el mar

sino en tus ojos.

He vuelto al mar

y no estoy en el mar

sino en el tiempo de tus ojos.

He vuelto al mar.

Me he vuelto el mar, amor,

pero en tus ojos.

NO SÉ QUIÉN soy, si voy o vengo o llego

o parto o si me quedo aquí tranquilo

deshilando nomás hilo tras hilo

un lenguaje que no es lenguaje, es juego.

No sé quién soy, por más golpes de ciego

que me den o que dé, cómo destilo

lo esencial de mi ser, pierdo el estilo,

el tiempo, el pie, nomás, nomás la riego.

Qué sé yo del amor y de su estrella

en cuyo resplandor, ay, me perdía

cuando perderme aún tan bien sabía.

Qué sé yo del amor que todo sella

si quise ser amor, vana porfía,

y aún no sé quién soy y aún me guía.

TE FUISTE Y de tus ojos sonreidores

un halo me quedó que ando expresando

sin saber ni por qué ni cómo o cuándo

ni menos para qué. De los sudores

aquéllos me olvidé, que los amores

como llegan se van, mas los dulzores

de tu mirada ciertamente vasta

todavía me iluminan. Y devasta

saber que sólo queda esta saudade,

esta ausencia de mí que mi yo invade

cuando pienso en tus ojos y los canto.

Pudiera convertirme en sólo llanto

de no ser que detiéneme el encanto

de tu mirar perdido. Cuán persuade.

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9788412293722
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