Kitabı oku: «Elección y predestinación, ¿qué significan?»

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Elección y

Predestinación,

¿Qué Significan?

Richard D. Phillips

Publicado por:

Publicaciones Faro de GraciaP.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org

ISBN: 978-1-629461-49-6

Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por el autor y la editorial, P&R Publishing, P.O. Box 817; Phillipsburg, NJ, 08865-0817, para traducir y publicar este libro al español.

© Manuscrito original en el inglés por Richard D. Phillips, 2006.

© Traducción al español por Publicaciones Faro de Gracia, Copyright 2011. Todos los Derechos Reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio – electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro – excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Contenido

¿Qué Significa la Elección?

La Doctrina de la Elección

La Enseñanza de la Biblia, No del Hombre

Humildad, No Orgullo

Santidad, No Licencia

Seguridad, No Presunción

Sólo a Dios la Gloria

¿Qué Significa La Predestinación?

La Doctrina de la Predestinación

Predestinación y Responsabilidad Humana

¿Es Justa?

Adopción como Hijos

Un Amor Tan Asombroso

Otros Tratados de la Misma Serie: Cuestiones Basicas de la Fe Cristiana

Elección y

Predestinación,

¿Qué Significan?

Richard D. Phillips

¿Qué Significa la Elección?

“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4)

Cuando yo era pastor en la ciudad de Filadelfia, había allí algunas grandes obras de construcción. A veces pasando por aquellos lugares, me daba cuenta de cuánto trabajo se hacía bajo tierra antes que este pudiera ser visto a nivel del suelo. Se había de hacer mucho trabajo y tener mucho cuidado con los fundamentos, especialmente para edificios muy altos. Si se quiere un edificio que no ceda, particularmente uno muy alto, entonces se debe cavar profundamente y plantar un fundamento muy firme.

El apóstol Pablo muestra una preocupación similar cuando construye el edificio de la salvación cristiana según el plan de Dios. Cuando enseña acerca de la salvación, Pablo trata de hacernos ver una obra de los siglos que es infinitamente alta, que se eleva hasta los precintos de la eternidad y que está velada en gloria celestial a la manera de las más altas cimas que están cubiertas con neblina y luz. Así que él comienza cavando hondo, poniendo el fundamento más firme posible para lo que se ha de elevar hasta el cielo. Pablo enseña que Dios nos está guiando a la eternidad futura, así que es en la eternidad pasada que Dios puso la base de nuestra seguridad.

De todos los capítulos en la Biblia que presentan la doctrina de la salvación, tal vez ninguno sea más completo que el primer capítulo de Efesios, donde Pablo cuenta en detalle todas las bendiciones espirituales que son nuestras en Jesucristo. Comienza poniendo un fundamento eterno en el versículo 4: “[Dios] nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”.

La Doctrina de la Elección

Efesios 1:4 establece una de las afirmaciones más claras de lo que se conoce como la doctrina de la elección. Esta doctrina toma su nombre de la palabra griega eklektos, cuya forma verbal se traduce aquí como “él elige”. Cuando elegimos a un candidato, le escogemos a él o a ella para un oficio público. De igual manera, Dios elige un pueblo para sí mismo que sea salvo para la gloria a través de la sangre de Jesucristo.

Este versículo y su doctrina enseñan que todas las bendiciones que gozamos como cristianos están basadas en la elección soberana de Dios que tuvo lugar en la eternidad pasada, mucho antes que hubiéramos nacido, e incluso antes de la Creación misma. He aquí el fundamento sobre el cual descansa la salvación de cada creyente: la elección de nosotros libremente y por gracia por parte de Dios mismo. Este es el fundamento más fuerte y firme posible –el propósito eterno de Dios mismo– y es sobre este fundamento que Pablo habría basado nuestra esperanza de salvación. Juan Calvino, quien es conocido por haber enseñado esta doctrina, escribe:

“Habiéndonos Dios escogido antes que el mundo tuviera su curso, debemos atribuir la causa de nuestra salvación a su bondad libre; debemos confesar que no nos tomó para que seamos Sus hijos, por causa de ningún mérito por nuestra parte; porque no tenemos nada para recomendarnos a nosotros mismos para recibir Su favor. Por consiguiente, debemos poner la causa y fuente de nuestra salvación en Él sólo, y basarnos nosotros mismos en esto”.1

¿Cuándo tuvo lugar nuestra elección? Pablo dice que fuimos elegidos por Dios “antes de la fundación del mundo”. ¿Cómo fuimos elegidos? Pablo responde que fuimos elegidos “en Él”, es decir, en Cristo. Tal vez la mejor manera de entender esta verdad es meditar en el pacto eterno del que se habla en la Biblia. Juntamente con Dios el Padre y Dios el Espíritu Santo, Dios el Hijo existía en la eternidad pasada, mucho antes que asumiera nuestra carne y estuviera acostado en el pesebre de Belén. La Biblia da amplio testimonio de que hubo un pacto, o acuerdo, en la eternidad entre Dios Padre y Dios Hijo, establecido en el consejo anterior a la Creación. Hebreos 13:20 habla del “pacto eterno”. Jesús menciona en su oración en la noche de su arresto: “Padre… te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Juan 17:4). De igual manera, Pedro habla de Cristo como el “cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo” (1 Pedro 1:19-20). Apocalipsis 13:8 llama a Cristo el “Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”.

Estas descripciones nos muestran que aun en la eternidad Dios estaba tratando con el problema del pecado y de los pecadores. Su gracia para salvación se extiende atrás hasta las profundidades infinitas antes del tiempo. La elección es en la sangre de Cristo, puesto que Dios conoció de antemano y ordenó no sólo que nosotros existiéramos sino que necesitaríamos redención de nuestro pecado; al escogernos como pueblo para sí, Él también ordenó los medios necesarios, a saber, el derramamiento de la sangre inocente de Cristo.

Los teólogos hablan de este consejo eterno como el pacto de redención. Dios Padre puso una obligación a Dios Hijo a favor de su pueblo elegido de antemano. El Hijo aceptó voluntariamente esta obligación, a saber, que tomaría su causa y moriría por ellos en la cruz. En pago de ello, el Padre le prometió la salvación de todos los elegidos, aquellos que fueron escogidos en la eternidad para vida eterna como su pueblo, su desposada.2

La doctrina de la elección cita este conjunto de propósitos de Dios en Cristo como la causa de nuestra salvación individual. “¿Por qué uno es cristiano?”, preguntamos. Se podría contestar: “Porque creyó al evangelio”. Esta es una verdad esencial. Pero continuamos preguntando: “¿Por qué él creyó mientras que otros no lo hicieron? ¿Es porque algos cristianos sean más espirituales, que sean en alguna manera mejores, que haya algo en ellos que los capacita para creer, mientras que otros oyen el mismo mensaje y no lo hacen?” La Biblia responde: “¡No! No es por nada en ellos, sino por causa de algo en Dios, a saber, Su elección eterna y soberana de aquellos individuos para que sean Suyos a través de la fe en Jesucristo.”

Estas son buenas noticias para todos los que creen, porque aquí se halla el fundamento de su salvación: no algo que estuviera en usted, pues tan débil y cambiante, tan contradictorio en sus afectos, tan inconstante en su fe, sino en la elección soberana e inmutable de Dios mismo desde la eternidad pasada. Él “nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo”.

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