Kitabı oku: «Feng Shui para los negocios»
© Plutón Ediciones X, s. l., 2020
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I.S.B.N: 978-84-18211-05-8
La abundancia está en su lugar,
Dragón de Oro,
solo tienes que colocarte
en ella.
Wang Ray
Prólogo a la presente edición:
El orden de los factores sí
altera al producto
“El Feng Shui sigue sorprendiéndonos en sus diferentes planos y aplicaciones, como si fuera una fuente inagotable de recursos que se pueden utilizar en la vida diaria. Esta vez, Roger Marcos pone el punto de aplicación sobre la piedra angular de los negocios, es decir, sobre nuestro deseo de mejorar y de prosperar en la vida, y lo hace explicándonos cómo y cuándo abrir un negocio, hacia dónde orientarlo, cómo decorarlo, dónde debe estar la entrada, qué elementos debe tener para atraer la clientela, cómo evitar los conflictos con empleados, familiares y competidores, en qué zona no es más propicio y qué actitud debemos adoptar para sacarle el mayor rendimiento con el mínimo esfuerzo. De esta forma, el Feng Shui nos enseña a relacionarnos con la riqueza desde un punto de vista nuevo, fresco y sorprendente.”
Así empezaba la primera versión de este novedoso texto, sin embargo, desde la primera edición de Feng Shui para los negocios, en el mundo en general, y en el mundo de los negocios en particular, las cosas han cambiado mucho: China ha tenido un crecimiento espectacular, los negocios en línea han cambiado las costumbres de consumo y de diversión, el dinero es cada vez más virtual y menos físico, los estados han aumentado el control y los impuestos sobre la producción, la importancia de cuidar el medio ambiente ha dado una nueva cultura comercial, y los emprendedores tienen otras metas y otros conceptos sobre lo que es la verdadera abundancia y la verdadera riqueza, como si recordaran de pronto que los principios básicos del Yin (alma) y el Yang (materia) son la base fundamental de la armonía.
Yin y Yang, el principio de la armonía.
Roger Marcos aborda estos cambios sin perder la base de la tradición milenaria del Feng Shui, porque a pesar de los cambios estructurales el sistema de orden universal sigue siendo el mismo, para que usted saque lo mejor de sus empresas y de sus negocios.
Para las matemáticas el orden de los factores no altera el producto, pero para el Feng Shui el orden de los factores de un negocio sí altera el producto, tanto y de tal manera que el orden que sigan puede representar el triunfo o el fracaso, e incluso la mediocridad, convirtiendo las actividades productivas en una nueva forma de esclavitud propia y ajena, apartando de la verdadera vida a sus participantes.
Las sociedades avanzadas y modernas ya no son únicas, y muchos grandes negocios ya no requieren de una gran infraestructura ni una gran inversión para lograr el éxito. Muchos de los países emergentes compiten hoy en día con las grandes empresas tradicionales de los países del primerísimo primer mundo, aumentando el número de personas ricas y disminuyendo la mancha de la pobreza extrema incluso en el tercer y cuarto mundo.
Cada día hay más gente que tiene recursos para viajar, adquirir bienes, mejorar su entorno y elevar su nivel económico y social a pesar de que siguen existiendo grandes brechas entre los más ricos y los más pobres del planeta, donde las clases medias y medio acomodadas se han expandido dramáticamente.
Familias que nunca habían hecho vacaciones hoy las hacen, dentro de sus posibilidades y sus medios, pero las hacen. Muchas de las clases sociales que antes no estudiaban ahora pueden hacerlo y lo hacen, vulgarizando la enseñanza, sin duda alguna, pero a la vez mejorando los ingresos, la estabilidad laboral y preparando un mejor futuro social para sus hijos.
Por otra parte, se están rescatando valores tradicionales, cuidando el medio ambiente, refinando las actividades y el ocio, teniendo empatía con los animales y con los migrantes, incorporando a las mujeres al tejido productivo, económicamente activo y con presencia social; aspectos que hasta hace pocos años solo se tenían en cuenta en las sociedades más avanzadas del planeta, y que hoy en día van encontrando eco y empatía en casi todo el mundo.
Roger Marcos, doctor en sociología y análisis de las organizaciones, no podía pasar por alto todos estos aspectos en la realización de la presente edición de Feng Shui para los negocios, dando pautas que pueden afinar, mejorar y potenciar, positivamente y de verdad, su negocio siguiendo las tradicionales leyes del Feng Shui, sea cual sea la actividad productiva y económica a la que se dedique, o sea cual sea el negocio que desee emprender para alcanzar la abundancia y el bienestar en completa armonía.
Wang Ray
Introducción
El Feng Shui y la Armonía
El Feng (viento) Shui (agua), o 风水 en chino mandarín, es una ciencia tradicional china que se basa en la armonía y que se ha convertido en arte, y escribo “ciencia” porque en la China Milenaria así fue considerada, debido a su capacidad de previsión y repetición, por lo menos hasta el siglo IV antes de nuestra era, cuando pasó a ser más un arte de los magos y santones que una ciencia de los sabios, que observaba en estas dos palabras, viento y agua, el principio vital de la existencia y su desarrollo en este mundo.
Con la entrada del budismo estos principios se fueron desvaneciendo de la academia, y con la llegada del confucianismo prácticamente desaparecieron de las aulas formales, más interesadas en aprender las reglas sociales y políticas de Confucio que la observación de los astros y su relación con nuestro mundo y con nuestra vida.
El Feng Shui es todo un sistema astronómico que se basa en la observación del movimiento estelar y sus correspondencias y analogías con lo que sucede en la Tierra, con las plantas, con la salud, con las relaciones sociales, con los deportes (artes marciales), con el comercio, con la política, con la cultura: es decir, con todo, huyendo del caos y acercándose a la armonía.
Eso de la “armonía” puede sonar a algo vacuo y cursi, o a una utopía imposible de conseguir, un camelo para ingenuos y bien pensantes que se niegan a ver la crueldad y crudeza de la realidad.
En un mundo lleno de guerras, asesinatos, violaciones, abusos, despojos, abusos, explotación de los más débiles por parte de los más fuertes y desprecio por la naturaleza, aspectos tristes de la humanidad desde el inicio de los tiempos más o menos civilizados, el pensar que el Espíritu (Feng) y el Alma (Shui) tengan capacidad de superar nuestro lado oscuro suena poco realista.
Sin embargo, y a pesar de nuestra presencia destructora en este planeta, el Universo entero es armonía pura y está ahí, a la vista de todos, funcionando cada segundo y todos los días desde hace miles de millones de años.
Una sola diferencia, caos o error en el Universo sería suficiente para que nosotros, los vanidosos y egocéntricos seres humanos, simplemente no existiéramos.
Que nuestro planeta sea capaz de crear, soportar y mantener el fenómeno milagroso de la vida es pura armonía, la cual, si se viera realmente afectada, acabaría con nosotros en un instante.
Por tanto, algo de armonía hay en todos y cada uno de nosotros, y desde esa armonía, comparada con la armonía celestial, el Feng Shui construye todo un sistema metodológico para que dicha armonía sea mayor y más estable en todos y cada uno de los planos de la vida.
Cuando escribí la primera versión de este libro, en el mercado occidental no había mucha información sobre la ciencia del Feng Shui a pesar del interés de los franceses por los temas orientales, mientras que en gran parte de Oriente se practicaba casi en secreto, si bien es cierto que los coreanos siempre la han mantenido viva hasta en su bandera.
Bandera coreana con los cuatro baguas fundamentales del Feng Shui.
En Corea se desarrollaron varias escuelas de Feng Shui, que prestaban atención desde la disposición y decoración de casas y negocios hasta a la salud, el matrimonio y las artes marciales, como sucede con el Tae Kuan Do que enarbola la misma bandera que el país donde nació.
El Feng Shui, nacido en el Sur de China y preservado en Corea, que alguna vez fue China y está en el Norte rodeada por el Mar Amarillo, empezó a conocerse en Occidente al final de los años ochenta del siglo XX, y en los años noventa (cuando aparece la primera versión de este libro) empezó a difundirse por todo el mundo, primero como arte decorativo y luego como función de todas y cada una de las cosas que nos rodean, y el consumo, el comercio y los negocios no podían ser la excepción.
Wang Ray, nacido en Hangzhou, fue mi alumno de español en Barcelona, España, y a la vez fungió como mi maestro de Feng Shui, facilitándome varias claves de esta ciencia milenaria de la que él, como funcionario de aduanas chino, no podía hablar abiertamente en su propio país, aunque lo practicaba todos los días.
Wang vivía en el puerto de Shanghái, “una ciudad inviable”, decía, porque estaba tan contaminada que el cielo se veía amarillo, y no por chino sino por sucio, utilizando el Feng Shui solo para acumular riquezas pero olvidándose de la naturaleza, atentando con ello contra la armonía esencial, confundiendo la acumulación enloquecida con la verdadera abundancia, aspecto que tendrían que corregir algún día si no quieren que todo se vinga abajo, como siempre ha sucedido con la imponente China, que ha pasado durante milenios de tener más de lo necesario a no tener absolutamente nada.
De haber atendido las leyes del Feng Shui, decía Wang, China jamás hubiera sufrido millones de muertes por simple y pura hambre, y ahora tiene la oportunidad de rectificar, de la misma manera que el resto del mundo tiene que volver a pensar en la armonía.
Eran los años noventa del siglo XX, el uso de las redes sociales era incipiente, las organizaciones no gubernamentales, como Green Peace, eran más sectas algo alocadas y de difícil acceso que verdaderos impulsores de conciencia social respecto al sostenimiento racional del planeta. Hoy en día parece haber un poco más de conciencia, convirtiendo la preocupación en ocupación, y los utópicos automóviles eléctricos de aquellas épocas ya son una realidad hoy en día, circulando por las calles y las autopistas europeas sin contaminar a la antigua usanza.
Lo más racional sería que los coches no existieran, pero algo es algo.
Los plásticos, uno de los grandes inventos del siglo XX, están llamados a desaparecer en muchas de sus modalidades gracias a grandes campañas mediáticas en su contra, como si la basura plástica hubiera aparecido de pronto convirtiéndose en mares de suciedad sin que nadie ni nada pudiera controlarlo, y la humanidad se hubiera vuelto más sucia y descuidada en los últimos tres años del presente siglo XXI. El plástico dejará de ser negocio en muchas de sus versiones, afectando la economía de sus productores (y en menor medida de sus usuarios), que tendrán que buscar otros negocios para no caer en la bancarrota y subsecuente miseria.
La abundancia y el triunfo en los negocios no están reñidos con la armonía si se realizan en orden, con conciencia y con responsabilidad ambiental.
Una de las máximas de la economía es que “para que exista un millonario hacen falta un millón de pobres”, pero la abundancia puede ser perfectamente global y para todos, sobre todo ahora que contamos con todos los medios tecnológicos para que todos y cada uno de los seres humanos que habitan el planeta vivan en plenitud y sin necesidades. Solo la locura, la necedad y la vanidad evitan que todos y cada uno de nosotros no tengamos que preocuparnos por comer, y tengamos acceso a todos los bienes que nos proporcionan nuestro esfuerzo y la naturaleza.
No hablo de ideologías políticas ni de formas de gobierno, que también contaminan y en muchos casos son completamente innecesarios, hablo de responsabilidad y de conciencia, de armonía y orden, algo que tarde o temprano tendremos que poner en marcha si no queremos desaparecer como especie, y para ello la ciencia milenaria del Feng Shui puede ayudarnos cabalmente.
Antes del cielo y después del cielo
¿Qué es el Feng Shui?
El Feng Shui es el arte de la armonía que observa el orden de las estrellas para aplicarlo sobre la existencia aquí en la Tierra:
“Cada cosa en su lugar”
Cada cosa en su lugar y cada lugar en su cosa, porque cualquier cosa fuera de lugar en el ámbito del universo puede provocar el caos y provocar un efecto de bola de nieve o de caída de naipes que arrase, si no con todo el universo, si con buena parte de este. Si la Luna no estuviera en su lugar, nosotros no estaríamos aquí.
Lao Tse diría que incluso el caos guarda un orden que termina siendo la armonía que conocemos, pues de la nada proviene el todo, y del todo se va a la nada en un ciclo eterno y repetitivo.
No es raro por tanto que los seres humanos, como bacterias vanidosas de este planeta, seamos caóticos y armónicos a la vez, cíclicamente o intermitentemente, congruentes en la incongruencia y presos de nuestras contradicciones y paradojas, con comportamiento errático y ordenado, difíciles de comprender y a la vez muy simples y fáciles de educar, esclavizar y manipular, seres complejos con comportamiento tan repetitivo y predecible como sorpresivo e inesperado.
El orden prevalece a pesar de todo, y tras la tormenta viene la calma, así como las aguas desbordadas vuelven a su cauce; el mundo era, es y será un sistema estable y ordenado con o sin seres humanos. Los grandes saurios dominaron el mundo durante millones de años y al final se extinguieron o se convirtieron en gallinas, y los seres humanos apenas llevamos quinientos mil años hoyando la faz de la Tierra.
El Universo, así con mayúscula, tiene un orden exquisito, pero no está exento de ciertos puntos caóticos, destrucción, expansión, contracción, choques, explosiones y supuestos agujeros negros que destruyen galaxias enteras, en las que puede haber vida parecida a la nuestra o no, pero que desaparecen cruelmente sin que ningún dios o divinidad pueda impedirlo.
Desde hace varios siglos en la China Milenaria, el Yang, blanco, espíritu creador y supuestamente masculino, representaba el orden con un punto negro de caos en su centro.
El Yin, oscuro, alma destructora y supuestamente femenino, representaba el caos con un punto blanco en su centro.
Entre ambos conforman el círculo de la existencia, tanto del hombre y la mujer como de las estrellas, de las subpartículas y del universo entero: el orden tiene un punto de caos, y el caos tiene un punto de orden desde el principio de los tiempos.
Cuando lo que domina en el universo es el caos, se mantiene un punto de orden creador. Cuando lo que domina en el universo es el orden, se mantiene un punto de caos destructor, mientras lo que se mantiene uniforme eternamente es la transformación: nada se crea ni se destruye, solo se transforma.
Lo que vemos en el cielo es una historia antigua y lejana, y sin embargo presente ante nuestra vista y nuestros sentidos. A esto en el Feng Shui se le conoce como “antes del cielo”, y en la observación de este firmamento cuando volteamos la cabeza hacia el cielo estrellado, vemos un reflejo invertido de lo que fue, es y será, y el Norte se pasa al Sur.
Si tomamos una fotografía del cielo estrellado y la ponemos sobre la mesa para observarlo mejor, el mapa celeste parecerá invertido por un simple cambio de perspectiva, y la Escuela de Feng Shui Antes del Cielo hace sus cálculos de orden y armonía desde este prisma.
Hay otra escuela de Feng Shui denominada “después del cielo” que intenta evitar el sesgo de la perspectiva, y coloca el mapa del cielo sobre la mesa evitando que el Norte y el Sur cambien de posición.
Estas escuelas, según Wang, son las escuelas de Feng Shui más antiguas, y durante siglos lucharon entre sí, incluso en guerras sangrientas y combates de artes marciales, para establecer sus criterios.
Este libro sigue los pasos de la Escuela de Feng Shui Después del Cielo, con la puerta o bagua Khan en el Norte, y con la puerta o bagua (pa’kua) Li en el Sur.
Por supuesto, y sobre todo hoy en día que el Feng Shui se ha occidentalizado, hay muchas más escuelas, que si bien ya no luchan y se matan entre ellas para ver cuál es la más poderosa y cuál es la que tiene la razón, sí confunden al lector o al estudiante al no referir sus bases y sus fundamentos, y ni siquiera el nombre de la Escuela de Feng Shui en la que se sustentan, entre otras cosas, porque la diletancia y el aprender de oídas las cosas, o el querer compararlas con los conocimientos o desconocimientos esotéricos de Occidente, acaban por crear un verdadero galimatías o un punto de caos dentro del orden del verdadero Feng Shui, llevando a sus seguidores a errores básicos donde el Feng Shui no les sirve para nada.
La Escuela Después del Cielo puede parecer compleja por su sencillez, una contradicción más, y por su apuesta al transversalismo dentro de un orden, algo que muchos estudiosos occidentales consideran un sesgo “comunista” porque no premia a un solo individuo y lo coloca sobre los demás, como fantasea el capitalismo, ni establece jerarquías opresoras, sino un orden jerárquico donde todo el mundo puede vivir con salud, felicidad y abundancia, en lugar de que sean solo unos pocos los que vivan como reyes mientras el resto se muere de hambre.
Pensar en el bienestar personal sin afectar ni menoscabar el bien común es el espíritu de la Escuela Después del Cielo, pues es una escuela con consciencia y con conciencia humana, que alienta a enriquecer al individuo sin denostar ni empobrecer a los demás.
El prestigio propio no puede ni debe basarse en el descrédito ajeno.
La riqueza propia no debe basarse en la pobreza de otros.
Tras tres siglos de explotación irracional del planeta, y tras quinientos años de explotación irracional de los animales y de otros seres humanos, parece que por fin nos estamos dando cuenta de que lo que llamamos progreso positivo nos está llevando a nuestra propia destrucción, y que no podemos basar nuestra comodidad y nuestro bienestar occidental en la pobreza, hambre y sufrimiento de los países menos desarrollados, sin que por ello nos llamen extremistas, radicales, comunistas o cualquier otra denominación nacida del prejuicio y del abuso.
Las creencias y las ideologías, sean de la tendencia que sean, izquierda, centro, derecha, tiránicas o demócratas, solo sirven y han servido para quienes detentan el poder y creen que así dominan y manipulan a las masas, que se rebelan o se acomodan a lo que sea, a cualquier sistema o a cualquier creencia, por clara o absurda que esta sea, y a su vez intentan medrar dentro de ella.
Tengo la suficiente edad y he viajado lo suficiente como para ver que muchas de nuestras pequeñas “guerras” se repiten, y que cada colectivo vela por sus propios intereses sin importarle la realidad ni los problemas de los otros colectivos; defendiendo tanto absurdos como identidades, fronteras, políticas, religiones, estilos de vida y maneras de “pensar”, queriendo imponer sus ideas, sus intereses y hasta su autoridad moral por encima de los demás, sin detenerse a pensar que con un poco de orden, como propone el Feng Shui, todos y cada uno de nosotros podríamos vivir como verdaderos reyes en este hermoso y fabuloso planeta, enriquecidos no solo en bienes materiales, sino también anímica, mental y espiritualmente, sobre todo ahora que contamos con todas las herramientas y elementos para hacerlo.
Es cierto que nos hemos portado muy mal en los últimos diez o doce mil años, que nos hemos hecho mucho daño unos a otros, y que tanto “buenos” como “malos”, débiles y poderosos, amos y esclavos, creyentes y no creyentes, hemos jugado a engañar al otro y a medrar dentro de nuestras posibilidades, porque hasta en la miseria hemos concertado un orden de apariencias y fingimientos para sacar el mejor partido de nuestras condiciones.
El patrón hace como que paga, y el empleado hace como que trabaja; la religión finge salvar almas, y el creyente finge cumplir con las normas religiosas; las escuelas engañan a los estudiantes, y los estudiantes engañan a las escuelas; los hombres dicen que por ser fuertes y proveedores protegen a las mujeres, y las mujeres se rebelan y fingen debilidad para que los hombres sigan cumpliendo la falsedad de su papel dominante a través de la culpabilidad. Todo un poema de fingimientos y subterfugios que han funcionado durante miles de años, con sus puntas de conflicto, muerte, guerra y violencia cuando se rompen los esquemas habituales y una de las partes no cumple con su aparente papel de poder y riqueza, o de debilidad y dependencia.
El mundo de los negocios es un claro reflejo de la vida cotidiana, donde todo, aunque se diga lo contrario, es personal, tanto que hasta una gran empresa es capaz de quebrar e irse a la ruina antes que atender las demandas de sus esclavos, mal llamados empleados u obreros.
La necedad y la estupidez humanas parecen infinitas, pero no lo son, porque sin duda acabarán una vez que desaparezca la especie.
Somos seres emocionales y la razón rara vez nos asiste, y aunque cosas tan sencillas como el orden que propone el Feng Shui estén al alcance de la mano, nos dejamos llevar por nuestras pasiones e intereses sectarios, sin tomar en cuenta que todos, absolutamente todos, navegamos por el espacio en el mismo y único barco, la Tierra, y no nos importa hundir la nave con tal de mantener privilegios o con tal de que otros no gocen de plenitud, paz, armonía, riquezas y libertad.
Tenemos que aprender a perdonar y a perdonarnos. No hay inocentes en este desconcierto concertado entre todos. La vida puede ser mucho mejor para todos, cada quien en su lugar desarrollando sus propias capacidades y habilidades sin menoscabo de los otros, ya que a pesar de nuestros múltiples defectos contamos con un sinnúmero de virtudes y somos una especie muy joven en este planeta (cualquier tiburón nos lleva millones de años de ventaja), especiales a nuestra manera y con todas las posibilidades que nos ofrece este universo, y donde el humilde y milenario Feng Shui puede servirnos de herramienta para lograrlo. Esto es lo que propone la Escuela de Feng Shui Después del Cielo, y a lo que me sumo y comparto con usted.
Puedo ser un soñador, pero sin sueños la realidad sería inamovible, y la verdad es que todo se transforma, que los cambios se suceden, y que el mundo seguirá girando y viajando por el espacio alrededor de la galaxia con o sin nosotros.
La vida, la existencia misma, es un negocio, y nosotros, todos y cada uno de nosotros, podemos hacer que sea rendible y próspero, ya que el Feng Shui puede darnos las claves del orden que debe seguir para alcanzar y mantener el éxito.