Kitabı oku: «Diario de un adolescente precoz colombiano», sayfa 3

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Entonces Ximena era solo una pantalla para hacerles creer que me interesaban las chicas y aunque ella me gustaba no le daba tanto interés, pero sí a su primo Wilmar, que era un chico guapo, alto, moreno y me ponía muy cachondo.

Ese día en la piscina municipal, Diego y yo nos estábamos masturbando en una zona que nadie frecuentaba y Wilmar y otros amigos nos pillaron, pero en vez de irse, empezaron a masturbarse allí mismo con nosotros.

Estaba claro que a todos nos gustaba vernos las pollas, pero siempre la mía llamaba la atención por ser de mayor tamaño que las de ellos. Pude notar cómo todos me miraban y se ponían más arrechos* al ver cómo me masturbaba, porque siempre lo hacía con tanta fuerza, que mis huevos golpeaban sobre mi mano.

Hubo un momento que Katherine, la novia de mi amigo Diego nos encontró y en vez de irse, se escondió y pudo ver aquel morbo que hubo entre los ocho chicos que allí estábamos. Lo sé porque luego en la piscina se acercó y me dijo al oído que mi polla era la más preciosa de todas.

Un día, Diego y yo estábamos en su casa masturbándonos y chupándonos las pollas y en cierto momento sentimos un grito “les pillé” y nos pusimos muy nerviosos, era su hermano mayor el que nos había visto, que tampoco era muy guapo, pero tenía mucho morbo.

Él en lugar de irse de allí, se sentó al lado de su hermano y también sacó la suya, esta si era de grandes dimensiones, pues nada más sacarla vimos que era grande, con un capullo enorme, preciosa y sobre todo gorda, allí pude notar que me encantaba y él lo notó, me pidió que se la chupara y ni corto ni perezoso les hice la mamada a los dos hermanos, hasta que los dos me llenaron la cara con su leche. Después hubo un silencio de vergüenza, su hermano se levantó de la cama y nos dijo: “¡Maricones!”, nos reímos con cierta vergüenza, pero con mucha complicidad.

Nuestra amistad cayó en rutina y como a todos los jóvenes, nos gustaba jugar también, así que gracias a mí, cada grupo de chicos de cada cuadra, nos hicimos todos amigos y jugábamos juntos en la calle a diferentes juegos (Beisbol, Yeimy, Escondite, etc.) y así reinó un poco la tranquilidad entre todos.

Un día cualquiera después de jugar, las chicas y los chicos nos juntamos por separado, algunos tenían que recogerse más temprano, así que quedamos los más vagos y nos fuimos hacia el Jarillons, donde había muchos árboles y allí nos encontramos al hermano de Diego, nos sentamos todos a su lado y empezamos hablar de las chicas, de sexo y hubo un momento en el que uno por uno, empezamos a decir que se nos había puesto la polla dura. Todos nos subimos a un árbol y nos empezamos a masturbar hasta el punto de corrernos y luego soltamos las carcajadas, pero a mí me había encantado ver las pollas de mis amigos, aunque ya con algunos había tenido alguna complicidad.

Al finalizar el curso, mi madre se enteró de que tenía que recuperar muchas materias y me castigó, así que no pude seguir con tanta libertad para estar en la calle, pero un día, Sebastián un amigo de mi cuadra, entró para saber cómo me estaba yendo con las clases, aunque sus intenciones eran otras, al rato me tocó la polla haciendo que se me pusiera dura. Sebastián tenía un año más que yo, pero sin ninguna experiencia, me abrazó y frente a frente empezamos a sentir nuestros cuerpos, rozando nuestras pollas duras, pero yo poco a poco fui bajando hasta que se la mamé, él se corrió en mi boca y aunque no tenía una gran polla, me gustaba mucho porque era un moreno guapo y siempre imaginé como sería su polla Y a pesar de irse corriendo de mi casa, supe perfectamente que había venido para eso.

Pude pasar a 4º de primaria y llegaron las ansiadas vacaciones con ellas pude seguir trabajando en Sameco y así poder ganar dinero.

Habían pasado varios meses y Sameco seguía igual, pero yo había cambiado un poco, tenía ganas de hacer dinero y hacer cualquier morbo que se me cruzara, me sentía grande y con la libertad de hacerlo.

Un día llevando hojaldras del puesto de Don Hernando adonde su esposa, pasé por la estación de gasolina y pude conocer a un chico que trabajaba allí, desde que le vi me pareció un chico guapo, su uniforme le hacía más sexy, con el tiempo me gané su confianza, hasta que se dio cuenta de que me gustaba, aproveché y le pedí que me dejase pasar al baño. Claramente mis intenciones eran otras, un chico joven a esas horas de la madrugada y con ganas de sexo, estaba a disposición de la noche.

Me llevó hacia donde estaba el baño, primero orino él, que poco a poco fue bajando el cierre de su mono, hasta dejar la polla destapada, pude ver su cuerpo macizo con algo de vello en el pecho y abdomen, la polla gorda rasurada, ver salir su orina fue muy excitante, tanto que pudo notar mi interés en ver como orinaba. Al terminar se puso de frente y me dijo que si se la quería tocar y le respondí: “Tocar y chupar, porque tu verga es preciosa”, él soltó una carcajada, me cogió y me sentó en el inodoro para que se la chupase.

Pude sentir poco a poco como se le ponía dura en mi boca, hasta el punto de que no me cabía en la boca de lo gorda que era, incluso así yo seguía, porque ese hombre me gustaba demasiado, su masculinidad era maravillosa, le besé el pecho, él me tocaba el culo y pude sentir como me metía unos dedos y se corrió mientras yo me masturbaba, fue tanto placer sentir su leche caliente, que él la tomó con la mano y me la puso en la boca, me dijo que me la tragase y yo tenía tantas ganas de complacerle, que así lo hice.

Al salir de aquel baño pude ver que Don Hernando venía a lo lejos, al llegar a la estación de gasolina me regañó por mi demora, pero él me defendió diciéndole: “Que le dejase, que el chico había estado en el baño”, con lo cual Don Hernando se quedó callado.

Nuestra complicidad era tanta que cada vez que aquel chico le tocaba trabajar de madrugada, yo pasaba para darle una buena mamada, hasta que un día me pidió que me la dejase meter, yo estaba ansioso de poder sentir esa polla, pero era tan gorda que me iba a doler muchísimo, así que él se empleó en chuparme el culo y meterme sus dedos hasta correrse, luego me metió su leche con los dedos y así lo hacíamos cada vez más, hasta que aquel chico dejó de trabajar en aquella estación de gasolina.

Siempre me gustó la idea de ir a trabajar a Sameco, allí sentía una sensación de libertad que no tenía en mi barrio, me gustaba la vida de la noche y aunque supiese que era peligroso para un chico de mi edad, estaba dispuesto a correrlas, solo con el objetivo de vivir todas las experiencias que la noche me presentara.

Como era imaginable, trabajar y seguir con mis amigos del barrio era poco factible, ya que, para mí era primordial conseguir dinero, para así poder ayudar a mi madre con la comida y guardar algo de dinero para mis fines de semana.

Un día unos amigos me habían invitado a una fiesta en el barrio, yo había invitado a Ximena para que viniese conmigo, pero ella no podía venir porque su madre no le dejaba, así que me fui solo con Diego y su novia Katherine. Al llegar a allí y saludar a nuestros amigos pude ver a Ximena bailar con el anfitrión de la fiesta, al igual que yo, él también estaba enamorado de ella y mientras bailaban pude ver, que él le agarraba del culo y la besaba.

Ese día sentí tanto odio, yo siempre la había respetado e incluso la trataba muy cariñosamente, como si de una flor se tratase, era una chica dulce que no era de calle. Pero ese día me di cuenta de que solo era fachada, era igual o peor que otra cualquiera, así que salí de la fiesta y fui a buscar a la prima de mi amigo Diego, que siempre estuvo enamorada de mí. Ella pudo ver en mí tanta rabia, que me pidió un beso y que ella misma le pegaría a Ximena para que me respetara. Pero yo antes le dije, que cuando terminara de pegarle le dijera: “Esto va de parte de Sam, por ser una perra”, porque estaba deseando que sintiera mi rabia.

Esa noche tuve que ir al farallón y dejar que la prima de Diego me besase y hasta tuve que dejar que me hiciera una mamada, ya que estaba en sus manos, sentí asco porque no me gustaba nada, pero la complací para que hiciese lo que yo no podía hacer, así que nada más acabar, la llevé cerca de la fiesta y me quedé en la oscuridad, viendo como le pegaba a Ximena y como habíamos acordado, le dio mi mensaje.

Ese día no hubo más fiesta, nada más irse Ximena golpeada para su casa, yo llegué porque tenía que pegarle a mi supuesto amigo, que sabía cómo todos, que Ximena me gustaba y como fue él, el que planeó la fiesta, seguro que también había planeado lo de Ximena. Así que ese día hubo muchos golpes en la fiesta, yo castigado y de paso la pela* que me dio mi madre, pues Ximena llego a mi casa con sus primos y su tía para informar a mi madre de lo que yo había hecho, pero mi mensaje fue: “Yo encantado de recibir esta pela*, así dejas de gustarme “perra”. Y tranquila, que tú serás más arrastrada que cualquier otra chica” y desde entonces nunca más volví a hablarle.

Un día mi madre llegó con buenas noticias, pues se había reencontrado con su mejor amiga de la infancia, esta le dijo que su hija Leidy era la amante desde hacía varios años, de un primo de mi madre, que era unos de los capos del norte del valle, mi madre se alegró de ver a su amiga y gracias a ella, mi madre pudo contactar con Leidy.

Cuando mamá la localizó, nos invitó a su apartamento, allí pasamos todo el día, sin duda fue un día especial, ella se encargó de que estuviésemos bien atendidos. Leidy le propuso trabajar en su casa y mi madre sin dudar aceptó, así que dejé el trabajo en Sameco y empezó a irnos bien en casa.

Mi madre trabajaba y ganaba un buen salario, mientras mi hermana y yo nos dedicábamos a estudiar y a ayudar en casa para que todo marchase bien. Yo en especial le pedía a mi madre que me llevara los fines de semana a trabajar con ella, pues me encantaba estar en ese apartamento y escapar de mi realidad.

Un día mi madre nos llamó al teléfono de Mariela, que era nuestra vecina y nos dijo que alistáramos* ropa y tomáramos un taxi hacia Sameco, porque Leidy nos había invitado a su chalet del Lago Calima y pasaba por Sameco a buscarnos.

Mi hermana y yo, no sabíamos bien qué era el lago Calima, así que alistamos* ropa sencilla y nos fuimos vestidos como si fuésemos a ir a un río, al llegar, mi madre y Leidy nos regañaron porque parecíamos gamines*, a Leidy le dio vergüenza que esos cuatro niños pobres se subiesen a su gran camioneta Ford, ya que por donde ella pasaba, todos la admiraban, por su porte elegante y por su belleza, también por sus joyas, que le hacían más sorprendente y sobre todo su ternura que hacía que la amaras.

En ese mismo momento Leidy dio media vuelta y nos llevó al Centro Comercial Chipichape, allí mismo se gastó 5.000.000 pesos en ropa nueva para todos y botó* a la basura toda la que habíamos llevado, fuimos el centro de atención aquella tarde, pues íbamos con muchos escoltas, cada uno llevaba nuestras bolsas y al terminar nos fuimos hacia el Lago Calima.

Ese viaje para mí y mi familia fue muy especial. Al llegar allí, mi hermana y yo nos dimos cuenta de que no era ningún río al que íbamos, era un lago precioso rodeado de montañas, más bien era un lugar de ensueño. Era una casa gigante, y cuando digo gigante, es que era gigante, tenía piscina, sauna, una cancha de fútbol y otra de tenis, discoteca y también caballerizas, era como si estuviéramos en una película.

Esa noche, Leidy abrió la discoteca y empezó a beber, mi hermana y yo estábamos felices, ese día bailamos toda la noche y Leidy bailaba con nosotros, estaba feliz de vernos alegres. Hasta que todos nos fuimos a dormir, yo no quise dormir y como cada uno teníamos nuestra propia habitación preferí estar fuera y disfrutar de cada sitio.

Mi primera eyaculación

Mientras todos dormían, pude ver a Leidy salir de su habitación y fue a la discoteca donde estaba uno de sus escoltas, Martín, y yo sin que se enteraran, empecé a espiarles, ya que estaba seguro de que algo iba a pasar esa noche.

Vi como Leidy se abalanzó a su escolta, cogiéndole la polla y besándole, para luego quitarse la ropa. Él estaba muy nervioso. Pude ver como poco a poco la polla se le ponía dura, cada vez que Leidy se la chupaba y noté que ella era una experta.

Viendo como follaban los dos, observé que su escolta se la estaba follando por el culo y escuché como Leidy le decía: “Reviéntame el culo”, mientras se sentaba en su polla.

Entre tanto yo me estaba masturbando, pero luego pude sentir una respiración detrás de mí. Me asusté muchísimo, era otro de sus escoltas que seguro que al igual que yo, siguió a su compañero. Él me tapó la boca y me dijo que no hiciera ruido. Se agachó y pudo ver lo que yo también estaba viendo en ese momento, luego me cogió de la mano y me llevó hacia las caballerizas.

Estaba asustado, pero también cachondo, la sensación de no saber qué quería ese escolta y hacia dónde me llevaba, me hacía pensar que seguro quería hacerme algo malo.

Al llegar a allí, vi una mesa con un polvo blanco, licor y cigarrillos, él me preguntó que si quería algo y le pedí un cigarrillo y aunque nunca había fumado, quería probar. Él me pasó uno y me dio del licor que estaba bebiendo, me dijo que dejara de temblar, que la íbamos a pasar bien, que él solo quería ser mi amigo.

Sacó de un bolso una especie de computador y le puso un CD, pude ver que era porno, después de fumarnos el cigarrillo, él me preguntó que, si me gustaba más una polla, o un coño y le dije que una polla, él me miró con una sonrisa y me dijo: “Quieres comerte la mía” y con mi cabeza asentí. Al momento se quitó la camisa y pude ver su cuerpo bien marcado, se la sacó ya dura y me dijo que me la comiera.

Era una polla preciosa estaba muy babosa y eso me encantó. Sentir su lubricante en mi boca me daba la sensación de que yo le gustaba, así que me quitó el pantalón y empezó a chupármela, también los huevos y el culo, estábamos muy calientes y yo sin saber que iba a pasar. Él me tiró al suelo en posición perrito y me puso ese polvo blanco y de nuevo me chupó el culo hasta que llegó un momento que yo no sentía nada, pude ver como poco a poco se atrevió a meterme la polla.

No sentí nada, solo sentí a aquel chico encima de mí, su olor a hombre y su sudor cayendo sobre mi espalda, sobre todo, sentía como la sacaba y la metía sin apenas dolor, esto me encantaba porque mi polla estaba más dura que de costumbre y cuando sentí que toda la leche la descargaba dentro de mi culo, la sensación fue maravillosa, ese día yo eyaculé por primera vez y me quedé fascinado, él estaba tan caliente, que al ver mi leche, se la chupó toda, me besó con ella y me dio a probar mi propia leche.

Sin duda ese día siempre estará en mi mente, fue la primera vez que me habían follado deseándolo y sobre todo la primera vez que eyaculé, ya podía decir que era un hombre, teniendo casi doce años.

Esa noche después de la gran follada, nos quedamos fumando hasta que él me dijo que eso no se lo tenía que decir a nadie, ni mucho menos lo que había visto en la discoteca y le dije que yo no estaba loco y que sabía guardar perfectamente los secretos. Él me preguntó que, si había hecho esto antes y le respondí que prácticamente sí, pero fue a las malas, que me había dolido muchísimo, que había sangrado después y entonces iba a considerar esta vez la primera. Deseaba esta ocasión, además él era un hombre muy guapo y me gustaba muchísimo, entonces con descaro, se volvió a sacar la polla y me puso a chupársela de nuevo, pero esta vez solo se la chupé, porque ya no quería me follara por si me hacía daño.

En ese momento no podía creer que él la tuviese dura de nuevo, así que volví a chupársela hasta que se corrió en mi boca, me dijo que me la tragara y lo hice encantado. Al terminar pudimos ver salir a Leidy y al escolta de la discoteca y nos echamos a reír. Esta aventura se había convertido en nuestro secreto.

Esa noche termino y él me llevó de nuevo a la casa, al día siguiente todos hicimos como si no hubiese pasado nada, todos estábamos felices y sonrientes. Del escolta he de decir que, en los días siguientes estuvo serio. Y yo iba de nuevo todas las noches por las caballerizas, por si pasaba de nuevo lo que tanto me gustó.

He de decir, que mi culo, al día siguiente de habérselo follado, con esas ganas como él lo hizo, estaba muy herido, aunque no había sentido nada en la noche, por el día estaba muy dolorido, incluso así yo quería seguir alimentando mi morbo, porque me gustaba mucho aquel escolta, que por cierto le llamaban “Ojitos”, porque tenía unos ojos preciosos color miel.

A la noche siguiente, después de nuestro primer morbo o follada, yo le busqué cuando todos se habían ido a dormir, pero me encontré en la caballeriza con él y el otro escolta (Martín) con el que Leidy había follado en la discoteca y nada más verme los dos se pusieron a reír. Los dos sabían que yo iba a volver y al comprobar que así fue, se vio su complicidad.

Les saludé y le dije a Ojitos que me diera un cigarrillo, me lo dio y también fuego, pero su amigo me miró a la cara y me dijo: “Así que te gusta comer verga”, yo le respondí: “¿Y a ti, culo igual que a Ojitos?”. Entonces los dos rieron.

Ojitos se sirvió un trago y su amigo me dijo que, si me había gustado también su verga y le respondí que sí, pero que no la había visto bien, él me dijo: “¿Quieres verla?” y le respondí que sí. Al sacarla la pude ver totalmente dura. Era una demostración de que aquella escena le daba mucho morbo y me pidió que se la tocase, así lo hice, para mamársela después, pero Ojitos también se sacó la suya y quería follarme y le dije que no, porque me había dejado destruido el culo, así que solamente nos conformamos con chuparles yo sus pollas y ellos correrse en mi boca.

Esa noche fue más tranquila y después de corrernos los tres, me fui a dormir. Me había quedado satisfecho al haberme comido esas dos pollas y sobre todo de haber sido cómplice de esos dos hombres, que aparte de guapos eran muy masculinos.

A los pocos días Leidy pidió que me llevasen a dar una vuelta a caballo y Martín se ofreció para llevarme. Mi madre tenía que quedarse con Leidy y a mi hermana Vanessa le daban miedo los caballos, así que prefirió quedarse en la piscina con mis hermanas gemelas.

Martín amarró mi caballo al suyo y salimos del chalet. No sé cuánto tiempo transcurrió, pero sé que llegamos a una zona boscosa y solitaria. He de decir que sentí miedo, todo me parecía planificado y presentía que Leidy había organizado deshacerse de mí, por el secreto que conocía.

Cuando llegamos, él paró, se bajó de su caballo y me cogió con sus manos para bajarme del mío, me preguntó que qué me estaba pareciendo el paseo y le dije que vacano*, él me respondió que me iba a gustar más, así que nos pusimos a reír con cierta complicidad, pues ambos sabíamos que algo más iba a acontecer en la excursión.

Él iba con una pantaloneta, camisilla y zapatillas, pero no llevaba bóxer, así que pude notar como su polla estaba parada y yo también me puse caliente, esa escena me puso a mil.

Se bajó el pantalón y dijo que iba a mear, así que sacó la polla y pude ver como sacaba un gran chorro y debo decir que eso no evitó que yo la cogiese con mis manos para guiarla, Martín entre risas me dijo: “Te van a encantar las vergas y te vas a encontrar con muchos que quieran comerse ese culito, como yo estoy queriéndolo ahora” y me puse a reír, le dije que no sabía si podía, porque Ojitos me había echado aquel polvo y me había hecho daño, me dijo que se lo mostrara. Él empezó a echarme saliva suya y a meterme los dedos, seguro que por lo caliente y mojado que estaba ya no sentía dolor, él me arrodilló y me puso a chupársela, después me quitó la ropa y desnudo me cogió, me cargó y pude sentir como poco a poco me abría el culo con la polla.

Aunque me dolía muchísimo e incluso sangré, él me tenía totalmente dominado, estaba en sus manos sin opción de moverme. Él era el que marcaba la follada, hubo un momento en el que la polla estaba toda adentro y me dijo al oído: “Ahora si vas a sentir lo que es que te follen ese culo” y desde ese momento, me folló con tal fuerza que yo me rendí y dejé que me lo hiciera. Verle follarme con esa brutalidad y sobre todo sentir su polla, era incluso más placentero para mí y al mismo tiempo me comía la boca y seguía diciéndome que le encantaba mi culo y mi boca, hasta que pude notar que se corría dentro de mí.

Sin sacarla de mi culo nos tiramos al suelo y allí mismo me masturbó, aún con la polla dentro y al terminar me siguió besando y me preguntó si le gustaba más la suya o la de Ojitos y mi respuesta fue muy clara: “Las dos”, a lo que muy descaradamente me dijo: ¡Perra…! y nos reímos a carcajadas.

Después nos quedamos un rato hablando, él me contó su vida y yo la mía. Y aunque él era más mayor que yo, no pasaba de los treinta, habíamos concluido que yo era muy maduro y sexual para la edad que tenía e incluso que mi madre no lo sospechara era una gran ventaja, con ello yo demostraba que me gustaba y Ojitos y él estaban encantados en complacerme.

Al rato nos pusimos de pie y seguimos nuestro paseo y yo sin dar crédito a lo que había pasado, pero muy satisfecho. Al llegar, él me bajó del caballo y yo para evadir alguna pregunta, me metí en la piscina para jugar con mi hermana y decirle que el paseo a caballo había sido una pasada.

En los días siguientes Don William, el esposo de Leidy, había llegado al chalet para pasar unos días en compañía de su mujer, así que todos nos pusimos nerviosos y el ambiente fue más pesado.

Ese mismo día, Ojitos se acercó y me dijo que no volviese a salir de noche, pues los escoltas de Don William iban a estar fuera, así que no podía hacer tonterías, porque esos escoltas eran más gonorreas*. Por lo tanto no volvimos a juntarnos por las noches, después llegó el momento de regresar a Cali, así que Leidy se regresó con su esposo y nosotros en la camioneta de Leidy con Ojitos y Martín.

Esa tarde al llegar a nuestro barrio, después de un mes, en esa camioneta, nuestros vecinos nos miraban y éramos la comidilla de todos, pues no era normal que llegáramos en camioneta, con maletas y sobre todo con escolta. Eso me ayudó a ser más popular entre mis amigos. Y a mi madre, el enfado de Don Hernando y Rosalba, por ponernos en supuesto riesgo con una gente peligrosa. Por ello, mi madre dejó de trabajar por un tiempo con Leidy.

Los días pasaron y un día mi madre regresó a casa después del trabajo y nos dio la noticia de que teníamos que irnos a vivir a Zarzal, porque Leidy se iba a trasladar a vivir allí con su marido. Desde un principio nos gustó la idea, porque íbamos a empezar de nuevo, lejos y sobre todo con el respaldo de Leidy.

Mi madre tenía que tomar una decisión importante y rápida, ya que en los días siguientes debía hablar con Doña Rosalba sobre el tema de nuestra casa, mi hermana se quedaría con las gemelas en nuestra casa, mientras que mi madre y yo nos íbamos a buscar casa a Zarzal.

Cuando llegamos a Zarzal fuimos a casa de Leidy. Era una casa gigante de tres pisos, Leidy vivía en la parte de arriba y su madre en el primer piso. Sin duda todo nos pareció estupendo, pues ella nos dejó una habitación maravillosa con camas fantásticas y sobre todo con una televisión que era suficiente.

En las siguientes semanas nos adaptamos muy bien, pues por las mañanas nos levantábamos, hacíamos la limpieza y por las tardes mi madre se iba a trabajar como administradora a la peluquería que Leidy tenía en el centro del pueblo.

Mientras, me quedaba solo en la casa, haciendo lo que más me gustaba, veía la televisión y muchas veces me hacía mis buenas pajas e incluso en ocasiones puse a la perra de la casa a que me chupara el capullo, con lo que disfrutaba muchísimo, pues sentir su lengua rozarme el capullo, hacía que me pusiese muy cachondo.

Un día por la tarde subió Laura, la hermana menor de Leidy, era una niña mimada, caprichosa, mentirosa y además de muy sexual.

Nos hicimos muy buenos amigos, ella me sacaba a la calle y me presentaba a todos sus amigos, que al igual que ella eran hijos de papi y mami, o sea, mimados y caprichosos, pero nos hicimos buenos amigos y salíamos a jugar todas las tardes.

Un día Laura no quiso salir y nos quedamos en casa, ella sacó un cigarrillo y se puso a fumar en el último piso, me dijo que fumara con ella, lo hice y luego bajamos al salón a ver TV. Hubo un momento en que Laura me miró fijamente a la cara y se lanzó a darme un beso y yo le correspondí, era una niña preciosa y su forma de ser me gustaba muchísimo, por eso acepté su beso.

Al ver que le respondí al beso, se sentó encima de mí, provocándome una erección, ella sintió ponerse dura mi polla y sin cortarse, con su mano me la sacó y al ver que era grande, se emocionó y empezó a chupármela, me encantaba la idea de poner cachonda a Laura, desde un principio me había confesado que a ella le gustaban las chicas, así que me dio mucho morbo, la tomé, la acosté en el sofá y le bajé los calzones, empecé a chuparle el coño, no lo había hecho desde que jugaba con Kelly al papá y a la mamá.

Me encantó sentir su pequeño coño húmedo en mi boca, se notaba que, con su corta edad ya había hecho algún morbo, me pedía que le chupara donde más le gustaba e incluso hasta le chupé el ojete del culo. Ella despertó en mí, algo de lo que pensaba que no sería capaz, así que le chupé mientras me masturbaba y cuando estuve a punto de eyacular, se lo eché en su pequeño coño y se lo volví a chupar, mientras ella reía de placer, seguro que siempre lo recordaremos.

Así todos los días siguientes, antes de salir a jugar, ella subía para que hiciéramos algo morboso, a Laura le encantaba mi polla, siempre estaba deseosa de chupármela y saborear la leche en el momento que yo eyaculaba, se volvía loca, me pedía que se lo echara en el coño y que se lo chupara y yo lo hacía encantado.

Un día cansado de lo mismo, le quité la ropa y le dije que se sentara en mi polla, nunca lo habíamos intentado antes, pero ese día la quería follar, así que se lo chupé antes para ponerla más caliente y poco a poco se la fui metiendo, hasta que hubo un silencio, sabíamos que habíamos pasado el límite, pero yo no saqué la polla, aunque empezó a sangrar, pero ella entre risas me decía que le gustaba la sensación de tenerla dentro.

Me di cuenta que aún era virgen, pues el sangrado no paraba, pero los dos seguíamos muy cachondos así que empecé a mover la polla y ella empezó a gritar del dolor y tuvimos que parar por el susto que pasamos.

Al día siguiente ella misma vino y me empezó a poner cachondo, al verme ya con la polla dura, ella misma se sentó en ella y empezó a follársela poco a poco, fue la mejor sensación, sentir mi polla rozar por aquel coño pequeño y con cierta presión, hizo que no pensara, me corrí dentro de ella y sentí la mejor sensación jamás vivida, así que ella al ver mi gesto, se sacó la polla y puso el coño en mi cara, pues quería que se lo chupara con mi leche dentro y me encantaba aquella sensación de ver caer mi leche por su coñito hermoso.

Todos los días, siempre que no estuvieran en casa Leidy o mi madre. Hasta que un día, mi madre se enteró, me regañó y habló conmigo para hacerme entender el problema en el que me estaba metiendo si se enteraba de eso Dora, que era su madre o Leidy o incluso Don William, que era su niña mimada. Después de eso, hablé con Laura y acordamos no seguir haciendo nuestras complicidades. Pasaron casi tres meses y tenía que empezar a estudiar, por eso mi hermana mayor y las gemelas, tendrían que regresar, pero mi madre no pensó en las fechas y mi hermana no pudo llegar a tiempo para entrar a estudiar, sino hasta tres semanas después de comenzar.

Mientras encontrábamos una casa, nosotros seguíamos en casa de Leidy y Martín se encargaba de llevarnos a Laura y a mí al colegio. Laura estudiaba en uno diferente y en el camino se sentaba encima de mí para besarme y mientras Martín conducía, nos veía por el retrovisor de la camioneta.

Cuando Laura se quedaba en su colegio, Martín me decía que me pasara delante con él, su intención era decirme que pusiese mucha atención con Laura que era un niña muy diabólica y que si ella quería, me podría meter en un problema, ese fue su consejo, además que también le había puesto cachondo la escena de los dos en la parte de atrás, así que antes de llegar al colegio yo iba chupándole la polla y al final siempre me regalaba para chupar un bombombum*, para que no quedara con el olor de su leche en mi boca, así día tras día me fui convirtiendo en el juguetico de la niña mimada de la casa y del escolta.

En mi colegio me tenían como el familiar de los narcos, eso me hizo popular en todo el colegio, entonces pude encontrar amigos y chicas que estaban encantadas de ser mis novias y yo estaba encantado de aprovecharme de la popularidad que tenía en mi nuevo colegio.

El primer día de clases, pude ver que también estaba sentado un chico del mismo barrio donde yo vivía, su nombre era Carlos José, un chico guapo. Se podía decir que era el más guapo del salón*, ya que todas las chicas querían estar con él, pero se dio cuenta de que yo era Sam, el primo de Laura, así que hicimos una buena amistad y me fue presentando a todos sus amigos, Edison, Francisco, Luis y Montealegre. Todos nos hicimos buenos amigos, pero a mí siempre me gustó Carlos José, que tenía la cara de bebé y Luis que era el morenazo guapo, así que mientras los tenía cerca me encantaba.

Un día Carlos José me dijo, que si quería ver coños y yo con risa, le dije que sí y me llevó a su sitio secreto. Allí me mostró un lugar donde podíamos ver a las chicas orinar, pero a mí eso no me daba morbo, me daba más morbo verle a él ponerse cachondo viendo a aquellas niñatas.

Cuando mi hermana por fin llego a Zarzal, tuvimos que salir de la casa de Leidy e irnos a otra casa y esta no fue nunca de mi agrado, me había acostumbrado a las comodidades y a llegar en camioneta al colegio. Llegar caminando fue muy traumático para mí, habíamos regresado de nuevo a la pobreza absoluta, pues mi madre no había conseguido la mejor casa, incluso se le estaba cayendo el techo.

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9788468563749
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