Kitabı oku: «Los tres reinos», sayfa 2

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6
¿Princesa, General, Doncella?

Cuando la joven abrió los ojos, miró a su alrededor y se encontró nuevamente en un cuarto desconocido «¿otra vez… dónde estoy?» pensó. El cuarto era una habitación de colores muy suaves que le producía tranquilidad, se sentía muy agotada, pero no podía recordar por qué era. Se sentó y observó la cama, las sábanas eran de seda blanca y la colcha era un tejido de hilo muy delicado, estaba vestida con un camisón en tonos celestes que le llegaba a las pantorrillas. Se encontraba sola y desconcertada, no podía preguntar a nadie cómo había llegado allí, se levantó y se dirigió a un ventanal que dejaba a la vista un jardín maravillo de tulipanes rojos, blancos, anaranjados y azules; al ver este hermoso paisaje las lágrimas rodaron por sus mejillas, no entendía muy bien lo que ocurría, pero ese paisaje le producía una paz que no había sentido en toda su vida.

Volvió al interior de la habitación y se miró en un espejo de pie que estaba en una de las esquinas, se notaba diferente, no se veía como la Sara de hace unos días, sino que algo había cambiado, pero no podía explicarlo. Se detuvo un momento para ver su rostro y grande fue su sorpresa cuando notó que sus ojos habían cambiado de color, en ese momento imágenes invadieron su mente: un hombre, un tulipán blanco, fuego, mucho fuego; al recordar esto la desesperación se hizo presa de su ser, estaba de rodillas llorando cuando dos brazos la rodearon por la espalda: «cálmate», era una voz femenina, conocida por Sara, se volteó y vio a Janny que le sonreía.

–Debes tranquilizarte, pronto sabrás lo que sucede.

Sara sólo atinó abrazar a su querida amiga, por fin veía un rostro conocido y de confianza. Así permaneció un rato, sin hablar, sólo abrazando y cobijándose en su regazo.

Cuando se tranquilizó, observó a su amiga, se veía más hermosa que hace unos días y llevaba un vestido largo que le cubría las piernas y su cabello llegaba a la cintura en una elegante trenza.

–¿Por qué estás aquí? O mejor dicho ¿Cómo llegaste a este lugar? Y lo más importante ¿Cómo llegué yo aquí? —preguntó con impaciencia.

–Todas tus preguntas tendrán respuestas una vez que te vistas y desayunemos —diciendo esto se sentó en un sillón que estaba en la sala y tres mujeres mayores entraron para vestir a Sara, ésta se sintió muy incómoda pero Janny le dijo que debía permitirles servirle, puesto que ese era su trabajo. Una vez lista, bajaron a un gran comedor donde las esperaban más sirvientes y un delicioso desayuno.

Sara se iba a sentar cuando Janny le dice que espere, que el Rey está por entrar. La puerta principal se abrió al instante e ingresó un hombre delgado de unos cincuenta años de rostro jovial y dulce con unos bellos ojos verdes, su cabello era castaño y dejaba entrever algunas canas que daban a conocer su edad, traía una barba abundante y elegante, también una espada que en su empuñadura tenía la figura de un tigre. Venía solo, abstraído en sus pensamientos, pero cuando volvió la vista hacía la mesa y observó a Janny acompañada de una muchacha que se parecía mucho a su hija perdida, comenzó a acelerar los pasos, entre más se acercaba más parecida la encontraba y cuando estuvo frente a ella, no pudo aguantar la emoción de recuperar a su hija que por tantos años había estado ausente.

Al ver sus bellos ojos bicolores se saltó todo protocolo y abrazó a su hija y lloró junto a ella, luego el Rey se acercó a Janny y agradeció el haberla traído junto a él, a lo cual ella le manifestó que no lo hubiera podido hacer sin la ayuda del General. Esto le pareció muy extraño a la muchacha, quien estaba cansada de las intrigas y los secretos.

–¡Estoy tan dichoso de poder volver a abrazarte, hija mía! Ha pasado tanto tiempo que me ha parecido una eternidad —dijo el Rey con lágrimas en los ojos, abrazando nuevamente a la muchacha.

–Te he buscado por mucho tiempo y doy gracias a Dios de poder abrazarte nuevamente. Sabemos que tienes muchas preguntas y te doy mi palabra que todas tendrán respuesta. Primero desayunemos y luego daremos un paseo por tu jardín, que he ordenado mantenerlo intacto durante todo este tiempo, allí hablaremos con sinceridad.

Sara desayunó apenas, estaba muy nerviosa frente a este hombre que se suponía era su padre. El estómago le dolía y lo sentía apretado, le daba miedo saber las respuestas de todas las dudas que tenía, quizá era porque al conocerlas se apartaría de su vida hasta donde la conocía. Comió algunas frutas y nada más, tenía magulladuras del enfrentamiento que había tenido hace unos días, en realidad habían pasado tres días desde la batalla, Sara durmió durante todo ese tiempo.

Cuando terminaron de desayunar se levantaron de la mesa y se dirigieron hacia el jardín. Cuando Sara estuvo en el interior de su jardín de tulipanes, imágenes inundaron su cabeza: una niña corriendo por entre las flores hacia los brazos de una bella mujer, también la risa de una niña muy parecida a Janny y la de una joven acompañada de un muchacho muy atractivo. La joven se tomó la cabeza intentando ordenar sus pensamientos, el Rey la tomó de las manos calmando esos recuerdos.

–¿Cuál es tu recuerdo cuando digo el nombre Lerni? —preguntó el Rey.

Sara se detuvo y miró hacia el cielo, cerró sus ojos y su mente se repletó de imágenes igual que una película, aparecía Lerni abrazándola, riendo junto a ella, rescatándola de las sombras, besándola en la sala de clases, en su transformación en el ser tan espantoso, finalmente lo ve arrodillado a punto de quemarse.

–Él me trajo hasta aquí y me habló sobre el amor que sentíamos, era muy dulce y yo le creí, pero luego su rostro dejó de ser dulce y me exigía algo que para mí es imposible… —suspiró con tristeza— me pidió que lo ayudara a destruirte en venganza por haberme alejado de él. Me relató que ustedes permitieron que me quemaran, ¿es acaso verdad? Por alguna razón yo no le creí, entonces amenazó con destruir a mis seres queridos y fue entonces cuando yo… —no pudo seguir hablando, la respiración se hizo más rápida en cada palabra y las lágrimas comenzaron a brotar de sus bellos ojos. Su padre la abrazó para calmar su angustia— ya estás a salvo, hija querida, no debes preocuparte más por ese hombre —entonces el Rey comenzó un relato muy diferente al que escuchó de Lerni.

–La razón por la que no creíste su historia es porque no es así y en tu interior sabías que él mentía. Efectivamente tuviste una relación con él. Tú eras muy joven, una niña y comenzaste a mostrar algunos dones que no comprendíamos, por miedo a que fueras atacada por algún enemigo acudimos a Lerni, quien era un sacerdote (se le llamaba así a los hechiceros de las cortes), inmediatamente él vio el poder inconmensurable que fluía en ti y nos pidió autorización para educarte en el arte de la hechicería, tu madre y yo teníamos nuestras reservas, sobretodo porque sabíamos que Lerni era muy ambicioso, pero queríamos ayudarte y él era el mejor, así que accedimos. Lerni es un ser muy poderoso y vio el poder en ti desde el momento en que naciste, pero nunca nos dijo nada. Él se ve joven pero tiene muchos años, ha sido el consejero de nuestro Reino por muchas generaciones, y es el poder lo que lo mantiene joven. Por años trabajaste junto a él y nos dimos cuenta que sus miradas se cruzaban con más continuidad, se reían y conversaban durante horas. Él te prometió amor eterno y tú le ibas a entregar tu corazón y demostrarle carnalmente que lo amabas. Pero esa noche… —en ese instante el Rey bajó la mirada e hizo una pausa, tomó un tulipán con sus dedos sin cortarlo y se acercó a olerlo, al cabo de unos segundos, respiró profundamente y prosiguió— esa triste noche en que te fugaste de tu cuarto, tenías quince años, ibas a su encuentro y el General te detuvo, él te trajo ante nuestra presencia y te encerramos en tu cuarto bajo la vigilancia de guardias reales.

El General, había investigado a Lerni, puesto que sospechaba de él, lo había visto presionarte mucho para entregarle tus poderes y fusionar sus cuerpos, me di cuenta de los sentimiento del General hacia ti por la insistencia en vigilar a Lerni, además lo encontré en muchas ocasiones observándote a la distancia, él te amaba en silencio desde hacía mucho tiempo, pero para ti, era sólo el soldado a cargo de proteger Sperantia. Lerni te tenía completamente embrujada. Al darse cuenta que estaba bajo una estrecha vigilancia, prefirió escapar hacia las montañas y su figura desapareció absolutamente, o al menos eso creíamos.

Hija mía, estabas muy enfadada con nosotros y con el General, nos culpabas de la huida de tu amor, en reiteradas ocasiones te escapaste y el General te trajo de vuelta. Tuvimos que mantenerte encerrada durante unos días hasta que te tranquilizaras y recapacitaras. Janny, que era tu doncella, era también una hechicera destinada a cuidarte, ella anuló tus poderes por un tiempo para que pudieras purificar tu cuerpo y alma de los embrujos de Lerni, después de un tiempo, comenzaste a apartar de tu mente la imagen de Lerni y entablaste una fuerte amistad con el General, quien te vigilaba día y noche para que nada te sucediera.

–¿Entonces no estaba enamorada de Lerni? —el Rey titubeó un instante antes de dar una respuesta.

–Yo creo que en el inicio lo amaste con sinceridad, y estoy seguro que él también, sólo que su ambición y ansias de poder corrompieron sus sentimientos hasta el punto de destruirlo, y como tú te diste cuenta y comenzaste a entablar amistad con el General, a Lerni no le quedó más remedio que retenerte mediante embrujos. El General lo enfrentó en una ocasión en que lo encontró merodeando en el jardín y el muy cobarde huyó, no sin antes advertirle que le quedaba muy poco tiempo de estar a tu lado.

El Rey se sentó en una de los asientos que rodeaban el jardín, fijó la vista al cielo y cerró los ojos con suma tristeza, su voz se quebró al momento de continuar el relato. La joven no decía nada, estaba enmudecida ante las palabras de su padre, por más que escuchaba menos entendía lo que ocurría.

–Una noche… una noche apareció en tu habitación, gritaste muy fuerte y el General, Janny, tu madre y yo, corrimos a auxiliarte, pero él nos lanzó contra las paredes, en ese instante tu madre lo enfrentó, pero el poder de Lerni era muy superior y la dejó malherida. Ante esto, tú te le enfrentaste con gran valentía, aún sin tener tus poderes, Janny te los devolvió en ese instante y lo atacaste. Entonces se produjo una terrible batalla en el cuarto, los guardias intentaban entrar pero la puerta estaba sellada. De pronto Lerni te arrojó hacia unas sillas y quedaste muy lastimada, el General y Janny corrieron a socorrerte… —el Rey bajaba la mirada y tomaba aliento para continuar— mientras ella te ayudaba a levantarte, el General distraía al hechicero, pero… no sé cómo lo hizo, te apartó y te tomó del cuello, le rogamos que no te hiciera daño, nos arrodillamos a sus pies pero él sonreía diciendo que esa era la forma en que quería vernos, que si nos movíamos un paso te mataría, el General estaba vuelto loco, lo amenazaba para que te soltara pero Lerni disfrutaba de la escena, de tener el control, al final terminó diciendo: «Si yo no puedo tener sus poderes, haré que jamás los pueda usar, destruiré su vida y sus recuerdos, jamás la volverán a ver» y en ese instante te hizo desaparecer, nosotros quedamos estupefactos y no reaccionábamos ante lo que acababa de ocurrir, cuando el General reaccionó, enloqueció de ira y se arrojó contra él, Lerni sólo reía burlándose de todos nosotros, el General lo golpeó sin detenerse gritándole que nos dijera dónde estabas, pero él desapareció. Quedamos devastados. Tu madre se culpaba por no haber podido ayudarte y Janny intentó ayudarla pero fue en vano, su vida se diluyó junto a la esperanza de encontrarte.

Por semanas, el General recorrió montañas y pueblos intentando buscar un rastro que lo llevara hacia ti. Janny por su parte invocaba a los espíritus para obtener alguna respuesta pero era inútil. Un día, después de tres largas semanas de búsqueda infructuosa, Janny tuvo una respuesta, habías sido enviada a otro tiempo, con otra familia y los recuerdos de esta vida habían desaparecido. Pedí a tu doncella que fuera a este lugar y te cuidara, pero el General también quiso ir, yo no se lo permití, puesto que mis defensas quedarían sin líder, pero insistió, no escuchó razones, sólo deseaba estar a tu lado y protegerte, así que no tuve más remedio que acceder, pero bajo la condición que si lo llegaba a necesitar debía volver inmediatamente, en su lugar quedó el segundo al mando, el soldado Hide, después de ese evento, perdí el rastro de ustedes, hasta el día que volviste a mis brazos.

Sara escuchaba atentamente a su padre, e intentaba ordenar sus pensamientos pero todo era confuso, de pronto una serie de imágenes cubrió la cabeza de la muchacha. Luego de unos minutos reaccionó y preguntó:

–¿Acaso Kazuya está aquí? —preguntó con voz temblorosa.

–La Princesa tiene razón, como siempre —se acercaba un joven de uniforme azul que la saludó con una reverencia—, me alegra verla sana y salva, su majestad.

Al escuchar esto, la joven volteó lentamente, su rostro se iluminó, sus manos sudaban y su corazón latía con más fuerza. Recordaba el rostro tierno de su novio y le sobrevenían recuerdos de todas las veces que la auxilió y apoyó en sus momentos más difíciles. Sentía en su corazón alegría por volverlo a ver después de mucho tiempo. Cuando estuvo frente a frente del joven, se encontró con un hombre fuerte y portentoso, muy distinto al hombre tierno y amable que la acompañó por tanto tiempo.

No sabía qué decir ni qué hacer, esta persona frente a ella la cohibía, no sabía cómo hablarle ni qué decirle, hacía mucho tiempo que no veía a Kazuya, su relación había terminado, pero le alegraba verlo nuevamente, la hacía sentirse en casa.

–Kazuya, yo… —y en ese momento el joven la abrazó, con la misma calidez y pasión que siempre lo había hecho— no digas nada, yo entiendo —ella le correspondió el abrazo y sus ojos se llenaban de lágrimas.

POR FIN SE SENTÍA EN CASA.

7
COMIENZA EL ENTRENAMIENTO

Sara aún no creía que Kazuya fuese un General tan importante, nunca lo vio de esa manera, ahora cuando lo observa dirigiendo a sus hombres, su corazón se estremecía, nacía en sus entrañas la necesidad de abrazarlo y pedirle que la perdonara que deseaba volver a intentarlo, pero sentía miedo de decirlo, después de todo, lo había abandonado por otro hombre.

Los recuerdos de la joven comenzaban a volver lentamente, y junto con ello los sentimientos, rencores y conocimiento de sus habilidades.

–Debe comenzar su entrenamiento, Princesa —le dijo suavemente el General. —Debe prepararse para cuando se enfrente nuevamente con Lerni.

A la muchacha no le agradaba lo ceremonioso que la trataba sentía que se producía distancia entre ellos, quería decírselo pero no sabía cómo hablarle, ahora sentía que era una persona totalmente diferente.

–Pero no sé qué hacer, tú sabes que no tengo mucha destreza física —repuso la joven.

–Eso no es cierto, ahora que ha recobrado su memoria, también recobrará todas sus habilidades. Lo importante es que comience a prepararse hasta dominar por completo su fuerza.

–Es cierto —se escuchó una voz femenina, era Janny—. En su interior existe un gran poder que debe controlar. Lerni se está haciendo cada vez más fuerte, así que usted debe perfeccionar sus hechizos y también sus habilidades con la espada. Si en verdad quiere derrotarlo debe esforzarse al máximo.

–Mañana comenzaremos el entrenamiento con la espada, su majestad —dijo Kazuya.

–También de hechicería —agregó Janny.

Sara asintió con entusiasmo, pero estaba muy asustada. No se esperaba esto, no creía tener la fortaleza para enfrentar tan duro desafío, sin embargo estaba dispuesta a hacerlo, no quería decepcionar a Kazuya ni a su mejor amiga.

Terminada esta conversación, la joven Princesa se dispuso a dar un paseo por el Reino. El General se ofreció a escoltarla, ella le manifestó que no era necesario, no quería alejarlo de su entrenamiento, pero él le repuso que no podía dejar que la futura heredera a la corona diera paseos en solitario, menos cuando no conocía el lugar, así que ella no pudo discutir este argumento y salieron juntos a caballo.

Para Sara era muy difícil acostumbrarse a la nueva imagen de su novio, él era muy distinto al Kazuya que conoció. El General Kazuya era muy seguro de sí mismo, serio, fuerte y rígido en sus decisiones; en cambio el hombre que había sido su novio era mucho más tierno y preocupado de su bienestar, era atento a los detalles, también era poco resolutivo nunca mostró una gran determinación, ni siquiera cuando rompieron, entonces, siendo tan diferentes, cómo es que sentía que lo amaba si ni siquiera lo conocía. ¿Será que eran los sentimientos de la Princesa que volvían a aflorar? ¿Entonces quién era ella? Las preguntas fluían al interior de la joven.

Luego de un largo tiempo en silencio, los caballos se detuvieron frente a una laguna solitaria, era conocida para la joven sentía que ya había estado allí, descendieron de los caballos y se sentaron en el prado.

Ella permanecía en silencio, quería decirle muchas cosas a Kazuya pero no sabía cómo empezar a hablar, de pronto él rompió el silencio

–Sé que para ti es difícil hablarme y te pido perdón por la forma en que te trato, pero aquí tengo un papel muy diferente que en nuestro otro tiempo. Ahora tú eres la Princesa y yo te debo respeto y lealtad, no puedo hablarte con confianza delante de los demás, puesto que te debo obediencia, así que por eso te hablo en forma tan ceremoniosa, debo confesar que me es un tanto difícil hacerlo, me gustaría ser más afectivo pero no puedo, mis hombres deben respetarme ante todo así que soy firme en mis decisiones y en el trato. Soy el General del Reino y debo protegerte con mi vida, además no permitiré que nuevamente te aparten de mí. Cuando Lerni te llevó la primera vez, casi me volví loco de desesperación… —la muchacha escuchaba al joven con atención intentando conectar todo con sus recuerdos— me culpé por no haber estado allí para protegerte, si hubiera podido dar mi vida para que tú estuvieras a salvo lo habría hecho, pero no podía, así que me prometí encontrarte y nunca más dejarte, destinaría mi vida a cuidar de la tuya.

Cuando te encontré nuevamente, me sentí a salvo. Estaba en un mundo que no conocía, pero al menos estaba contigo. Nos enamoramos y mi vida tenía sentido otra vez, pero nuevamente te apartaron de mí, así que no desesperé y volví a buscarte, ahora sabía dónde buscar —Kazuya se volteó hacia la muchacha y la rodeó con sus brazos—. Te amo, Princesa, prometo dar mi vida si es necesario para protegerte. Sara le tomó las mejillas y lo besó— eso no es necesario —le dijo—, ahora yo te protegeré —Kazuya sonrió levemente y la volvió a besar.

La noche llegó y la luna cubrió con su luz la laguna en que los amantes se profesaban su amor, los sonidos nocturnos acompañaron los cálidos besos de los jóvenes. El cielo, las estrellas, la oscuridad, se transformaron en testigos de este amor. Las luciérnagas iluminaban las siluetas, transformándose en cómplices de Eros.

Los primeros rayos del sol despertaron a los jóvenes amantes, Sara sentía que había recuperado a su verdadero amor, ahora le entendía y estaba preparada para iniciar con su entrenamiento, motivada por sus sentimientos hacia Kazuya y la promesa de protegerlo ante cualquier peligro.

La joven comenzaba a comprender su nueva vida y las responsabilidades que conllevaban su cargo, tanto de gobierno como de protección a su pueblo, sin embargo lo que la impulsaba concretamente era su amor por el General.

Al observarlo día tras día cómo se esforzaba en dirigir y preparar a sus hombres y, en lo solitario de la noche, en demostrarle lo ferviente de su amor, la impulsaba a dar lo mejor de sí para convertirse en la persona que todos esperaban.

Cada mañana la joven se levantaba iluminada con los primeros rayos del sol, comenzaba su día estudiando magia, hechizos, hierbas, conjuros; sin embargo, no aprendía nada. No poseía la habilidad de hacer magia o encantamientos, su poder no radicaba en esto sino que fluía de su interior. Podía controlar el fuego, mover objetos de distintos tamaños y manipulaba el agua. Janny comprendió que no podía educar a la Princesa en el arte de la magia así que se esmeró en ayudarla a controlar sus poderes.

La joven maestra sabía que para que la joven llegara a dominar el poder oculto en su interior debía ser entrenada por los sabios de los tres Reinos. No le dijo nada a la Princesa Kristem, sino que se dirigiría directamente al Rey sobre esta situación, temía por las repercusiones que traería al Reino.

Después de terminado el entrenamiento con su maestra, Sara se dirigió donde el General Kazuya para ser instruida en combate cuerpo a cuerpo.

La joven se sentía muy nerviosa de comenzar esta parte de su entrenamiento, debía mostrar a todo el ejército que era una líder digna de seguir bajo cualquier circunstancia, por lo cual Sara estaba muy presionada.

Al acercarse al campo de entrenamiento, pudo divisar al General dando instrucciones a sus hombres, también observó detenidamente el lugar. Era un campo muy grande, como una cancha de fútbol, estaba rodeada de árboles y en su interior habían muchos obstáculos: para saltar, esquivar, atacar, lugares para esconderse como también para observar a presuntos enemigos. El General los había dividido en dos bandos: uno con cascos rojos y otros de cascos azules. Cada bando tenía un líder que debía guiar a su grupo para arrebatar, al General Tukusama, la Espada de la Luz, arma legendaria entregada al mejor entre los mejores, a quien se destacaba no sólo por su fortaleza física, sino también por su liderazgo y capacidad de estrategia; el poseedor de esta arma tenía la misión de dirigir el ejército de los tres Reinos.

Se dice que la Espada de la Luz fue entregada al Primer Rey de Sperantia por la Diosa de la Luna, Selene, con el fin de preservar la Paz en los Tres Reinos y de proteger y respetar a todos los seres vivos que habitaban las tierras.

Los Tukusama, antepasados del General Kazuya han sido los poseedores de la Espada de la Luz, durante tres generaciones.

Sara observaba cómo el valiente guerrero se enfrentaba a los dos bandos, protegiendo su arma con valentía. Corría con una agilidad, casi sobrenatural, derrotando a sus oponentes de un solo golpe. La joven no podía salir de su asombro y admiración, no creía que aquel hombre tan excepcional fuese el mismo que había sido su novio en tiempos anteriores y que ahora le profesaba amor eterno. Su corazón estaba atiborrado de orgullo y amor.

Cuando hubo acabado el enfrentamiento y los solados rendían sus respetos a su líder, el joven se percató que la Princesa lo estaba observando. Dio la orden de descanso a sus hombres y se dirigió donde Sara. La saludó con el respeto propio de estar frente a su majestad.

–Pensé que ya no vendría, Princesa —le dijo en un tono muy formal, guardando distancia entre ellos.

–General, estoy impresionada por el desempeño mostrado en el campo, me doy cuenta de lo importante que es su presencia en el Reino —respondió la joven.

Ambos caminaban a paso tranquilo por el campo que antes había servido de entrenamiento, guardaban cuidado en no exponer su relación a los demás para continuar con la jerarquía.

–Mis hombres están dispuestos a entregar su vida en combate para defender esta tierra, lo mínimo que puedo hacer es guiarlos con honor y valentía. Ellos confían en mí, como yo confío en ellos.

Quisiera tener la fuerza que usted posee y lograr que luchen por mí, como lo hacen por usted —recalcó la joven, bajando la vista y en un tono inseguro.

El General se detuvo, le tomó el mentón y sus miradas se unieron.

–Princesa, su destino es guiar a estos hombres, la fuerza y habilidad que necesita está en su interior, sólo debe encontrarlo. Con persistencia y constancia lo logrará, yo estoy a su disposición y Janny también. Recuerde, es la Princesa Kristem Primera del Reino Sperantia, ésa es su verdadera identidad y mientras no la acepte no va a encontrar su verdadero potencial.

Sara observó sus bellos ojos café y vio la nobleza en su corazón.

–Tiene razón, General. No dejaré de trabajar. Mañana deseo comenzar con mis clases de combate.

Kazuya, rompiendo con el protocolo, la abrazó diciéndole lo orgulloso que eso lo hacía sentir.

Mientras tanto, Janny se dirigía presurosa a hablar con el Rey Felipe, sin embargo, él se encontraba en una reunión con su jefe de la Guardia del Reino, pero la hechicera fue tan insistente en su necesidad de hablar con el Gobernante, que éste accedió a interrumpir la sesión y aceptar la presencia de Janny. Cuando se encontraron solos, el Rey le preguntó que qué era lo tan importante que no podía esperar a terminar su reunión.

–Su Majestad, pido perdón por presentarme de esta forma pero me temo que se nos avecina una gran tormenta. Hoy he comenzado con el entrenamiento de la Princesa para educarla en sus poderes.

Estaba en conocimiento de esto, espero que hayas tenido progresos con mi hija…

–Ese no es el caso —interrumpió la joven en forma exaltada.

–Entonces explícate porque ya estoy empezando a perder la paciencia —dijo el Rey impaciente.

–Cuando intenté enseñar hechizos y fórmulas, la Princesa, no logró realizar ningún conjuro

–¿Y qué significa eso? —interrumpió el Rey.

–Significa que la Princesa no puede crear magia, sino que posee poderes inherentes en su ser. Ella es una fuente natural de poder, por lo cual yo no puedo entrenarla, ya que no poseo los conocimientos suficientes para hacerlo. Recuerde que su maestro era Lerni, ya que él tenía las mismas habilidades.

–Entonces qué debo hacer, ella es la protectora de nuestro Reino, si Lerni aparece nuevamente, cómo lo enfrentaremos —preguntaba el Rey preocupado y ofuscado al mismo tiempo.

–Sólo queda una opción.

–¿Cuál? Dilo de una vez, mujer.

–Se deben reunir los sacerdotes de los Tres Reinos, hay que volver a formar el Triángulo Negro.

Cuando la joven terminó de decir esta última frase, el Rey Felipe se puso pálido, no sabía qué hacer, imágenes por doquier inundaron su mente y un temor indescriptible invadió todo su ser —¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?– se repetía una y otra vez.

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9788416815999
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