Kitabı oku: «Amigo del perro cojo»

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Amigo del perro cojo Tedi López Mills




Amigo del perro cojo

Tedi López Mills



Esta obra se escribió con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del programa Sistema Nacional de Creadores de Arte.

DERECHOS RESERVADOS

© 2014 Tedi López Mills

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Edición digital: 2021

ISBN: 978-607-8764-29-7

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Misceláneo


Diálogo de sordos

(Para Pirjo, mi única amiga finlandesa)

Se queja de las golondrinas

mi amigo del perro cojo,

sus picos en los poros de la piedra,

el rumor de las alas esquivando las vigas,

tanta sombra donde revolotean y chillan

que huele a baño, tanto hollín o tizne

por cada tramo de claustro virreinal,

cuándo termina este país, me pregunta

mi amigo, el perro cojo ya tumbado a sus pies,

la pata delantera con las uñas rayando un listón de sol,

cuándo comienza lo que viene;

quiere irse a Helsinki mi amigo,

lo invito a Toluca a pasar una tarde,

comer chorizo bajo el cielo neutro,

hablar de los tiempos de aquí y de allá,

cómo se repiten o se parecen,

cómo se enquista siempre la luz

aquí o allá en algún polvo pasajero

y la casualidad no cambia aunque varíen los horarios,

uno se topa aquí o allá con alguien en la calle,

exclama lo mismo: ¡ey, tú!, estuviste conmigo, recuerdas...

y uno es igual de modesto, imagina paredes blancas,

rocas en declive o plazas extensas

con follajes que no se mutilan cada vez

que un cable truena contra el aire;

en Toluca uno se despide largamente,

se felicita por la hermosa anchura del río Lerma,

pero la paz en Helsinki es perpetua, me interrumpe

mi amigo del perro cojo, y entonces elijo

otro tema, las aduanas al sur del mapa,

por ejemplo, sin la sangre ni el gentío,

o la leyenda incansable del amor

en Huixquilucan, se ríe mi amigo,

en Helsinki hay tedio, me reta,

las horas son reflexivas

se curvan como espejos cóncavos,

hay diamantes de nieve,

hay concordia y las personas finlandesas

en las fotos que ha visto mi amigo

son idénticas por dentro y por fuera,

eso lo explica todo, cuando pongo la mano

en mi corazón la figura escarlata

me alcanza como un dolor de la especie,

¿eso es finlandés?, le pregunto

a mi amigo del perro cojo,

sé que en Toluca el amor tiene dos partes,

una viva, otra muerta,

y que acaban embonando en las riberas

de alguna avenida, pero aquí la canícula

o el agua dispersa divide

a las buenas conciencias,

se queja de nuevo mi amigo,

en Helsinki ocurre lo contrario, el amor

es un idilio que se trenza con su plagio

y se prolonga hasta que los ritos

pierden elasticidad

y se mezclan suavemente con su origen,

o algo así se lee en los complejos manuales

donde mi amigo busca más palabras

para alterar el rumbo, le digo que Metepec

bien vale una misa, quiere

mi bendición, la purga de alguna tierra suelta,

mi amigo del perro cojo antes

de abrir la brecha de Helsinki

y seguir pensando si la falla

es un paradigma

o una excepción.


Compromisos
1

La mística de las causas no la entiende

mi amigo del perro cojo, aunque

me explica que le interesan las causas,

las busca en los periódicos,

qué marcha, qué reunión, qué protesta

habrá durante la semana

para ir preparando los volantes,

la pancarta ingeniosa, definitiva,

los colores simbólicos de la ropa,

la gorra ofensiva o alusiva,

los zapatos perdurables,

todo lo ordena mi amigo del perro cojo

el día anterior y visualiza de noche,

en la cama boca arriba,

la marcha avanzando por la calle,

las multitudes gritando: viva el pueblo unido

o muera el gobierno y su violencia

o mejores salarios para los trabajadores

o las mujeres exigen justicia,

mi amigo se imagina al frente

con el puño en el aire

más arriba que los otros puños,

su voz más fuerte que las otras voces,

se imagina conmovido, lastimado por la causa,

alrededor las personas

admirando su entrega y mi amigo

sin su perro cojo en la imagen

dentro de la cabeza, se detiene un instante,

mira a las personas directamente a los ojos,

les pregunta ¿están conmigo?,

las personas responden ¡sí!,

mi amigo las conduce con ternura,

me aclara luego, hacia otro lugar

que en su cabeza no está lejos,

algunas vueltas, dos o tres esquinas,

unos cuantos semáforos,

y de repente helo ahí, al alcance de todos,

mi amigo se duerme siempre antes de verlo,

pero conoce el lugar y le gusta,

me dice con lágrimas en los ojos,

mientras tomamos nuestros vasos de jugo

y afuera un pregonero desiste bajo las ramas,

en política la congruencia de las ideas

con los hechos no importa,

me señala mi amigo,

sólo cuenta el mensaje.

2

Hace poco alguien vio a mi amigo

del perro cojo en una marcha por Reforma,

su pancarta decía: Muéstrenos sus caras mutiladas,

la gente iba en silencio,

sólo el ruido de las suelas en el pavimento,

el color de la ceniza no es triste,

apagado quizás, homogéneo,

como una muerte que perdió a su muerto,

pienso abusivamente,

mi amigo quiere representarme,

me pide que firme una carta abierta,

¿qué caras?, le pregunto,

una ráfaga no es igual a un viento rápido,

ni la sangre tiene sucedáneos,

mi amigo cambia la consigna,

en vez de caras mutiladas

pone canasta básica y gastos,

prefiere las manifestaciones largas

donde todos gritan al mismo tiempo

y él sin su perro cojo

se coloca en el centro.


Una vida en el día

This is the house that Jack built...

RIMA INFANTIL

This is the house of Bedlam.

ELIZABETH BISHOP

Éste es el periódico,

ésta es la página en blanco y negro

(me dice mi amigo del perro cojo).

Ésta es la foto de un cubo que es una casa

en un barrio que se llama El Paraíso

donde muchos cubos iguales son casas como esa casa.

Éste es el señor Gómez con sombrero,

el señor que preside la foto en el periódico

de un cubo que es una casa en el barrio blanco y negro

que a la hora de la luz se llama El Paraíso.

Éste es el señor Gómez que miramos y nos mira

con la cabeza grande en un sombrero

hacia el primer plano de la foto en el periódico

donde las líneas en blanco y en negro

parecen rayas de carbón en El Paraíso.

Éstas son las dos camas,

el piso de tierra suelta y cascajo,

la tele al fondo con cruces de cristo encima,

la virgen colgada de un clavo en la pared

de la casa que es un cubo en el barrio llamado El Paraíso.

Estos son los tres niños del señor Gómez,

dos en una cama, otro en el piso con un gato,

tres niños del señor Gómez

que juegan a que no hay pared

con el gato en un cubo

que es su casa metida en El Paraíso.

Éstas son las piedras rotas en blanco y en negro

detrás de la foto en el periódico.

Ésta es la ruta que se repite en las laderas

de las piedras rotas del barrio de cubos breves

donde el señor Gómez con sombrero

camina sin cara buscando agua en El Paraíso.

Ésta es la señora del señor Gómez,

sonríe parada en su cubo junto a unos palos

que son los tablones que serán el piso

de su casa donde los tres niños

tienen tres vidas y el gato siete al mismo tiempo

que el tiempo de la foto en blanco y negro

con las piedras rotas en El Paraíso

que me enseña mi amigo del perro cojo

en la primera página de un periódico.

Ésta es una vida en el día de los señores Gómez

en la foto de su casa que es un cubo

en un periódico con tres niños y un gato

en el barrio llamado El Paraíso.

Éste es mi amigo del perro cojo.

Ésta soy yo.

Éste es el perro de la pata coja de mi amigo

que juega a la humildad conmigo.

Éste es el aire más aire que le pido.

Vamos por las piedras rotas, le digo,

las laderas de polvo en blanco y negro

con los Gómez en el recuerdo,

tres niños y el gato

en un cubo que es una casa

en la foto del periódico,

jugando a que esto es un día

en el barrio llamado El Paraíso

y no otro día de otro día,

que sólo termine por terminar.


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