Kitabı oku: «El hijo de Dios»
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Título: El Hijo de Dios
Explorando la naturaleza del pacto entre Dios y el hombre
Autor: Ty Gibson
Copyright © 2020 Editorial Safeliz, S. L.
Publicado por: Editorial Safeliz, S. L.
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Desarrollo del proyecto: Editorial Safeliz
CEO: Mario Martinelli
CFO: Sergio Mato Rhiner
Coordinación de producción: Esther Amigó
Traducción: Roberto Badenas
Edición: José David Pallas
Diseño: Brandon Schroeder, Javier Zanuy
Fotografía de la contraportada: Shawn Brace
ISBN: 978-84-7208-860-3
Para Sue
Todo lo bello en lo que creo está marcado por ti.
Y para Jason, mi único hijo
Ser tu padre es siempre divertido y, a veces, peligroso.
Avales
Este es un nuevo acercamiento al tema de la filiación de Cristo. Contiene muchas ideas originales, pero perfectamente fieles a las Escrituras. El título es preciso, pero no lo dice todo. La filiación de Cristo es el punto central en torno al cual está organizado El Hijo de Dios, y el que le sirve de fundamento. Las implicaciones de la filiación de Cristo conllevan un tratamiento integral, apropiado para un libro de texto de un curso de universitario o de seminario. Sin embargo, a pesar de la profundidad y la amplitud del tema, el libro está escrito en un estilo fácil, relajado, y eminentemente legible.
Jerry Moon, profesor emérito de Historia de la Iglesia,
Universidad de Andrews
¡Vaya! Es como esas ilusiones ópticas que son imposibles de ver hasta que las ves, y luego es imposible no verlas. El tema parece tan sencillamente obvio que es sorprendente que no haya sido expuesto antes.
Paul Geelan, vicepresidente administrativo,
North New South Wales Conference, Australia
El Hijo de Dios es un libro brillante, simplemente brillante. Ty Gibson ofrece un tratado perspicaz e iluminador sobre la filiación de Cristo, desplegando cuidadosamente las enseñanzas de las Escrituras con una atención especial a la historia del pacto en la Biblia. Al hacerlo, Gibson presenta un cuadro apasionante y conmovedor del Hijo de Dios y de su importancia, que corrige muchos malentendidos y saca a la superficie muchas gemas que a menudo se pasan por alto.
John Peckham, profesor de Teología y Filosofía Cristiana,
Universidad de Andrews
¡Asombroso! En el típico “estilo Gibson”, El Hijo de Dios presenta un grandioso y espléndido retrato de Dios.
Este libro es brillante.
Brendan Pratt, secretario de la Asociación Ministerial,
Australian Union Conference, Australia
Este libro es absolutamente fenomenal.
Es una obra de teología de primera clase.
Mi alma se emociona.
Pastor Nathan Renner
¡Fantástico! Esto tiene MUCHO sentido. No solo aporta claridad a esta cuestión teológica, ¡hace que el Evangelio sea mucho más bello!
Pastor Manny Arteaga
El Hijo de Dios es un libro muy, muy bueno
y debe ser publicado en todo el mundo.
Woodrow Whidden, profesor de teología emérito,
Universidad de Andrews
¡Impresionante! ¡Innovador! ¡Precioso!
Cada habitante del planeta Tierra debe leerlo.
Pastor James Rafferty
¡Maravilloso! Francamente, este es uno de los libros más formidables que he leído en mi vida. Todo el que cree en Jesús necesita leer este libro. Es tan bueno, que no quiero añadir aquí ninguna palabra para no rebajar el valor de lo que está sucediendo actualmente en mi corazón. Solo puedo decir aquí: ¡Magnífico! Cada capítulo es un tesoro. Todo el relato de la Escritura cobra nueva vida. El debate sobre la Trinidad se sitúa en un terreno completamente nuevo. De hecho, creo que este libro cambia el debate por completo. Los debates entre trinitarios y antitrinitarios siempre tienen lugar en el campo de batalla de la metafísica, y por consiguiente no terminan en ninguna parte. Este libro cambia la ubicación del campo de batalla y en consecuencia cambia la batalla. No es nada menos que brillante. Este libro es un ejercicio de virtuosismo teológico y una delicia.
Pastor Marcos Torres
En el debate sobre la Trinidad, necesitamos este libro sobre El Hijo de Dios. En lugar de compilar textos probatorios, este libro traza el significado de la noción de Hijo a través de los libros de la Biblia, iluminando los ricos significados que se hallan en textos que a menudo se ignoran. La lectura te llevará más allá de los debates ruidosos y profundizará tu aprecio por el Evangelio. Recomiendo encarecidamente este libro como un excelente trabajo de teología bíblica.
Pastor Kessia Reyne
¡Por fin! Tenemos un libro sobre la naturaleza de Dios, que apela a la inteligencia ¡Y AL CORAZÓN! La lectura de este trabajo me ha instruido teológicamente, a la vez que me ha inspirado personalmente. Si quieres una defensa más profunda que además está basada en la belleza del carácter de Dios, ¡Lee ESTE LIBRO AHORA!
Pastor Myron Edmonds
En su libro, El Hijo de Dios, Ty Gibson adopta un nuevo enfoque, bíblicamente sólido, del que se desprende una comprensión profunda de la divinidad, tal como la revelan los relatos de la Escritura; específicamente el papel de Jesús como el segundo Adán de la humanidad e Hijo de Dios. El resultado es una de las más bellas y coherentes presentaciones del carácter, ministerio y amor de la divinidad que he leído en mucho tiempo. Por favor, ¡lee este libro! Abrirá tu corazón a una apreciación más profunda de nuestro Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
Pastor Jonathan Walter
Este libro es un buen ejemplo de cuán profundamente la reflexión bíblica y teológica puede ayudar a responder preguntas importantes respecto a la persona y la identidad de Jesucristo. Escrito en un estilo vivo y accesible, Gibson deja clara la cuestión de la plena, compartida y eterna divinidad de Cristo, al examinar la evidencia bíblica sobre el significado y la teología de la filiación de Cristo. El Hijo de Dios llega en un momento de creciente interés por la doctrina de Cristo. Su libro es una contribución importante y debe recibir la mayor difusión posible.
Darius Jankiewicz, presidente del Departamento de Teología y Filosofía Cristiana, Universidad de Andrews
Cuando empecé a leer El Hijo de Dios no pude dejarlo. ¡VAYA! Este libro es impresionante. Ty ha descubierto una verdad innegable con respecto a la naturaleza eterna de Cristo y su relación con el Padre, como el Hijo del pacto. Si te has preguntado alguna vez cómo Jesús pudo existir sin haber sido creado y a la vez ser llamado el Hijo de Dios, encontrarás la respuesta de la Escritura, clara como el cristal, en este libro sorprendente libro. Sin duda, la difusión de esta verdad tendrá un profundo impacto en la cristiandad.
Shelley J. Quinn, autora, conferenciante y directora de Desarrollo de Programas 3ABN
Simplemente no puedo contener mi entusiasmo por el mensaje de este libro. El nuevo enfoque de Ty a la antigua cuestión de la divinidad de Jesucristo, simultánea a su filiación, es refrescante, bíblico, y, para mí, totalmente convincente. Oro para que este libro reciba la amplia atención y el apoyo que merece. El Hijo de Dios es, sobre todo, una gozosa exploración y celebración de Jesucristo, el Salvador del mundo. ¡Gracias, Ty!
Pastor David Asscherick
«Hijas de Eva, después de todo lo que habéis pasado, quiero que sepáis que habéis estado en mis pensamientos en cada frase a lo largo del camino».
Prefacio
LOS NIÑOS SABEN MUCHAS COSAS
Este libro fue escrito por pura casualidad.
No es broma.
Parece que se ha escrito solo. Sí, yo he estado plenamente implicado en el proceso, que ha sido doloroso por momentos. Pero mi próximo libro iba a tratar sobre otro asunto. A mitad del proceso, me desvié, primero fascinado y luego abrumado por una inesperada visión de la belleza de Dios, y no tuve más remedio que seguir esa luz dondequiera que me llevase. Había tanta gente haciendo la misma pregunta básica —gente en Alemania, Australia, España, California, y hasta en el mercado del pueblo en Collegedale, Tennessee— que empecé a escribir notas y a responder a correos electrónicos, hasta que, cuando me di cuenta, este libro ya había salido de mi ordenador.
Así que aquí está.
El Hijo de Dios
Explorando la naturaleza del pacto entre Dios y el hombre
Es cierto que no es un título muy pegadizo, pero es muy específico acerca del contenido del libro. Espero que el título y el subtítulo, sean suficientemente significativos para ti antes de que termine nuestro viaje. Al seguir el hilo del texto a través de las páginas que tenía delante, antes de que me diera cuenta ya había escrito más de cien mil palabras. “¡Vaya! Ya basta”, me dije. Así que me detuve y me puse a editar lo escrito. Yo no quería aburrir ni enterrar a nadie, así que reduje la cosa a 43.459 palabras (46.405 en español). Esto ya es más manejable. De hecho, a una velocidad de lectura media de 200 palabras por minuto, tú puedes leerte este pequeño volumen en más o menos tres horas y media. Así que no hay problema. Esto equivale a una tarde tranquila de domingo, y estoy seguro de que este tiempo valdrá la pena.
Otra cosa sobre el título: sí, soy muy consciente, de que “filiación” es una palabra muy técnica, generalmente referida a hombres.
Hijas de Eva, después de todo lo que habéis pasado, quiero que sepáis que habéis estado en mis pensamientos en cada frase a lo largo del camino. Por favor, tened en cuenta a lo largo de esta exploración que todo lo que digamos con respecto a los hijos es igualmente aplicable a las hijas. A lo largo del relato bíblico, la filiación aparece como un mecanismo de alianza para seguir el rastro del linaje de Cristo. El punto es, mis queridas hermanas, que nadie está excluido de ninguna de las implicaciones gloriosas del tema bíblico de la filiación, aunque los hombres parecen estar excluidos de las representaciones bíblicas de la iglesia de Dios como mujer y finalmente como novia. Sin embargo, tanto los hombres como las mujeres están representados por la novia, y tanto las mujeres como los hombres están representados por la filiación.
Estoy tan entusiasmado con El Hijo de Dios que no puedo esperar a que me leas. Por favor, envíame un correo electrónico a hello@thesonshipofchrist.com y hazme saber lo que piensas. Estoy orando para que las ideas que estás a punto de descubrir iluminen tu mente y te lleven a un nuevo nivel de comprensión bíblica.
Por último, ya que se espera que cada libro tenga su introducción, aquí está la mía:
Los niños tienden a saber más que los adultos, no en cantidad de conocimientos, sino en significado. A medida que nos hacemos mayores y “más inteligentes” tendemos a olvidar aquellas cosas profundas que nadie ha tenido que decirnos. Así que este libro es un guiño y un guiño a aquel niñito que intuitivamente percibió lo esencial de la realidad cuando hizo aquella brillante pregunta de que: «Si hemos sido creados, eso significa que Dios estaba solo antes de que nosotros existiéramos, así que ¿cómo hubiera podido Dios ser amor en aquel entonces si no hubiese habido nadie a quien amar? Tal vez Dios nunca estuvo solo».
Precisamente, pequeño.
ÍNDICE
Prefacio: Los niños saben cosas
DOS IDENTIDADES
LEYENDO LA ESCRITURA EN SUS PROPIOS TÉRMINOS
UNA PROFECÍA SOBRE PROGENIE
ISRAEL, MI HIJO
DAVID, MI HIJO
SALOMÓN, MI HIJO
IDENTIDAD DEL PACTO
LA GRAN REPRESENTACIÓN
EVANGELIO SEGÚN MATEO — HIJO DE ABRAHAM
EVANGELIO SEGÚN LUCAS — HIJO DE ADÁN
EVANGELIO SEGÚN JUAN — HIJO unigénito
ROMANOS — EL PRIMOGÉNITO DE DIOS
HEBREOS — NUESTRO HERMANO ETERNO
HIJO DEL HOMBRE
EL ÚLTIMO ADÁN
LA PROMESA DEL PACTO ETERNO
LA TRASCENDENCIA DE DIOS
EL GENIO DE TRES
ENTRANDO MÁS PROFUNDAMENTE EN DIOS
EL GRAN COMUNICADOR
UNA HISTORIA DE PACTO
«El Hijo de Dios no puede ser Dios eterno en el mismo sentido que el Padre es Dios, argumentamos, o de lo contrario no sería llamado el Hijo».
Capítulo Uno
DOS IDENTIDADES
¿Qué quiere decir la Biblia cuando llama a Jesús «el Hijo de Dios»?
¡Oh, no! ¿Va a ser esto uno de esos aburridos ejercicios teológicos?
Pues no.
En realidad, si aceptas seguirme en este corto viaje hasta el final, te aseguro que la recompensa valdrá la pena. Puede que incluso te conmueva profundamente la belleza del carácter de Dios y te asombre la extraordinaria genialidad del texto bíblico. Incluso si encuentras aburrida a primera vista la pregunta anterior, te prometo que el tiempo que vamos a pasar juntos no te aburrirá en lo más mínimo.
En primer lugar, debes saber que esta pregunta ha desafiado a los estudiantes de la Biblia durante casi dos mil años. No es una nuez fácil de romper. Los expertos biblistas siempre han estado intrigados y desconcertados por este tema. Y es fácil ver por qué. Apoyándose en la premisa bastante convincente de que la Biblia llama a Cristo “el hijo de Dios”, diversas voces han surgido a lo largo de la historia de la iglesia, insistiendo en que, para llevar con propiedad un título como ese, él no podría preexistir sin un punto de comienzo, ni podría coexistir eternamente junto a un Dios de quien es “Hijo”. La lógica, insisten, impide que un hijo coexista cronológicamente desde siempre con su padre.
Difícilmente puedes rebatir ese argumento.
Nuestra comprensión normal del término “hijo” incluye la noción de nacimiento, y la Escritura dice que Jesús fue “engendrado” y que nació. De modo que, normalmente, ser “hijo” implica un punto de origen, un comienzo. Si Jesús es llamado “Hijo” de Dios, ¿no se deduce que debe haber sido engendrado por Dios y que, por lo tanto, tiene un punto de partida como persona distinta del Padre?
Es indiscutible que esta perspectiva tiene su lógica.
Así que quiero decir a los partidarios de este punto de vista, que no van encontrar de mi parte ninguna actitud irrespetuosa o despectiva. Yo estoy de parte de los estudiosos que usan su cerebro. Como dijo Galileo, «yo no me siento obligado a creer que el mismo Dios que nos ha dotado de sentido común, razón e inteligencia pretenda que renunciemos a su uso». Felicito a quienes procuran ser lógicos y coherentes.
Pero sobre la base de su honestidad y lógica, les pido que tomen en serio lo que vamos a explorar sobre el tema, porque creo que van encontrar el enfoque de este libro profundamente convincente. De hecho, me atrevo a afirmar que lo que estamos a punto de descubrir acerca de la filiación de Cristo es una verdad tan obvia que, una vez que la veas, no podrás perderla de vista. Soy consciente de que esta es una gran pretensión para este pequeño libro, pero, por favor, permíteme que lo intente lo mejor que pueda acompañándome hasta la última página. Y haz lo que quieras, pero no te saltes nada. Sigue el texto en orden, porque, en nuestro tratamiento del tema, cada pieza de cada cuadro es vital para comprender la siguiente, y esta para la siguiente, y así sucesivamente, hasta el final.
No importa quién seas, ni la posición que hayas tomado acerca de la filiación de Cristo, sin duda has percibido la tensión y complejidad del tema, tratando de encontrar sentido a dos afirmaciones bíblicas aparentemente contradictorias.
Por un lado, la Biblia llama a Jesús «el Hijo unigénito de Dios» (Juan 3: 16) y lo describe ocupando una posición subordinada al Padre (Juan 14: 28; 1 Corintios 15: 27-28).
Por otro lado, la Escritura también dice que Jesús es «en forma de Dios», insistiendo en que él comparte «el ser igual a Dios» (Filipenses 2: 5-6) y que él es quien «hizo» todas las cosas que fueron «hechas», situándolo, por contraste, en la categoría de los seres no creados (Juan 1: 1-3). Cristo es llamado incluso «Padre eterno» (Isaías 9: 6), el eterno «yo SOY» (Éxodo 3: 14; Juan 8: 58), y «el Todopoderoso» (Apocalipsis 1: 8).
La tensión entre las dos identidades salta a la vista.
La solución debe ser coherente con ambas afirmaciones…
y digna de nuestra admiración.
«A la mayoría de los cristianos se les ha enseñado a abordar la Biblia como si fuera un libro de texto sobre doctrinas, suponiendo que funciona como una enciclopedia, usándola para construir una serie de declaraciones teológicas».
Capítulo Dos
LEYENDO
LA ESCRITURA EN SUS PROPIOS TÉRMINOS
Tengo la impresión de que nuestro empeño en luchar para dar sentido a la noción de filiación aplicada a Cristo se debe a una lectura selectiva y estrecha de las Escrituras que ignora la historia general del libro. No es que nadie tenga la intención de leer la Biblia selectivamente o con un enfoque estrecho. A la mayoría de los cristianos se les ha enseñado a abordar la Biblia como si fuera un libro de texto sobre doctrinas, suponiendo que funciona como una enciclopedia, usándola para construir una serie de declaraciones teológicas. Así que en realidad no leemos la Biblia integralmente, sino que tendemos a peinar sus páginas en busca de versículos, declaraciones, incluso frases parciales y palabras aisladas, y luego reunimos esa masa inconexa de “versículos” en categorías temáticas a partir de las que componemos “creencias”.
Los propios escritores de la Biblia parecen no saber nada de esta manera tópica de concebir la verdad. Es aparentemente ajena a la antigua forma hebrea de entender la realidad. Ellos, al contrario, ven y transmiten la verdad en forma de poemas y cantos, símbolos e historias, sobre todo relatos, ya que incluso los poemas, los cánticos y los símbolos se utilizan para contar los relatos.
Cuando la Biblia se estudia a partir de “textos-prueba” pero sin tener en cuenta su contexto, es posible servirse de muchos de sus versículos para formular casi cualquier doctrina que alguien pretenda creer. El estudio de la Biblia con este enfoque es un ejercicio bastante subjetivo en el que uno busca versículos para apoyar premisas que se quieren defender con la Biblia, y no es sorprendente que se encuentre apoyo para lo que se está buscando.
Usando el enfoque de textos-prueba con la Escritura, podemos fácilmente, y con la mejor de las intenciones, tomar la palabra “hijo” como ocurre en referencia a Jesús, y luego apelar a la razón, al margen del relato bíblico, para deducir que él debe haber salido de Dios en algún momento, hace mucho, mucho tiempo. El “Hijo de Dios” no puede ser Dios eterno en el mismo sentido en que el “Padre” es Dios, argumentamos, o de lo contrario no sería llamado “el Hijo”.
Entonces, para explicar los otros “versículos” que presentan a Jesús como Dios, nos vemos obligados a aventurar explicaciones filosóficas y abstractas que la Escritura no ofrece. Decimos cosas del estilo de: “Sí, Jesús siempre existió en el Padre antes de que fuera engendrado por el Padre, por lo que no fue creado por el Padre, sino que emergió del Padre”. Y pensamos que hemos dicho algo significativo y profundo, aunque en realidad no tenemos ni idea de lo que hemos dicho, y sabemos que la Biblia, por supuesto, no dice tal cosa. Pero cuando utilizamos el método de textos-prueba, que no tiene en cuenta el contexto, no tenemos más remedio que llenar los vacíos con especulaciones que no son inherentes al texto. En otras palabras: tenemos que inventar cosas.
Por supuesto, no podemos culpar a nadie por tratar de dar sentido a un pasaje difícil. Cuando se trabaja con la metodología de textos-prueba, concentrándonos en unos pocos árboles y dejando de ver todo el bosque, es un gran desafío entender que “Dios” pueda a la vez ser “engendrado” como “Hijo de Dios”. Así que o dejamos de lado los versículos que no encajan, o los interpretamos de modo abusivo. Quienes defienden la posición contraria generalmente responden ensartando su propia lista de versículos y ofreciendo sus propias interpretaciones forzadas. Así que terminamos atrapados en un callejón sin salida, oponiendo mis textos probatorios escogidos contra los tuyos y los tuyos contra los míos.
Pero hay una solución, y veremos muy claramente que es la solución una vez que nos comprometamos con ella y veamos a dónde conduce:
Lee la Biblia.
Sin dejarte nada.
En sus propios términos.
Cuando leemos la Biblia como un relato en desarrollo, como la gran historia que realmente es, con personajes clave presentados en una línea argumental con una intención concreta, el significado de la filiación de Cristo se vuelve evidente de manera inequívoca. En otras
palabras, si realmente queremos entender el sentido en el que Jesús es el Hijo de Dios, necesitamos salir de nuestra selección personal de versículos para entrar en el gran relato histórico que los profetas están contando.
En caso de duda, sal fuera.
Cuando lo hacemos se abre ante nosotros todo un nuevo mundo de comprensión bíblica, y no hay necesidad de interpretaciones forzadas. Sencillamente lo vemos. La historia completa nos muestra la verdad de maneras en las que la microgestión de versículos aislados no lo puede hacer.
Así que vamos a hacer justo eso. Leamos la Biblia en sus propios términos y veamos a dónde nos lleva.
Esto promete ser emocionante.