Kitabı oku: «Los animales nos enseñan…», sayfa 3

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Una buena memoria

Tu Biblia dice: “La memoria del justo es bendecida”. Proverbios 10:7 (RVR1995).

¿Tienes buena memoria? No sé tú, pero a mí en algunas ocasiones se me olvidan las cosas y tardo un poquito en recordarlas. Pero hay un animalito que puede recordar las cosas sin fallar: el chimpancé.

Se han hecho estudios en los cuales se colocan números de manera desordenada en una pantalla, del 1 al 19, y el chimpancé es capaz de recordarlos en el orden en que estaban.

¿Te acuerdas de las indicaciones que mami o papi te dan? ¿O haces como que se te olvidan? Recuerda que tener una memoria brillante es parte del buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Participa en juegos que te ayuden a mantenerla sana; por ejemplo, armar rompecabezas, descifrar adivinanzas, ¡aprender versículos con promesas!

Jesús nos ha dejado varias promesas. Aprende alguna de estas:

“Yo me acuesto tranquilo y me duermo en seguida, pues tú, Señor, me ha­ces vivir confiado”. (Salmo 4:8)

“No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios”. (Isaías 41:10)

“Confía en el Señor y haz lo bueno, vive en la tierra y mantente fiel”. (Salmo 37:3)

“Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia”. (Salmo 46:1)

Recordar las promesas de Jesús nos hace ser felices y nos ayuda a se­guir adelante. ¡Apréndelas y repásalas!

Oremos: “Querido Jesús, gracias por dejarnos promesas en la Biblia. Ayúdame a recordarlas, especialmente la de que pronto regresarás. Amén”.


Una familia cooperadora

Tu Biblia dice: “Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros”. Filipenses 2:4.

Los elefantes son animales que llaman la atención por te­ner una trompa larga y colmillos de marfil. Los encontramos en un zoológico y los vemos levantar un tronco de madera con su trompa o llevar alimento a su boca. Lo poco que sabemos de ellos es que las hembras son excelentes madres. Al nacer, el elefante bebé no tiene buena visión, así que camina entre las patas de su mamá para ser protegido y alimentado.

La manada es importante para el elefantito. Está integrada por herma­nas, tías y abuelas que cooperan para movilizarlo y defenderlo de cualquier depredador. Las hembras que no han parido se convierten en las niñeras de los elefantitos. ¡Es hermoso ver cómo todas en la manada ayudan para que la mamá elefanta y el elefantito estén bien!

Cuando llega un nuevo bebé a casa, toda la familia se reúne para visitar­lo. En algunas familias, las abuelitas y las tías ayudan con los quehaceres de la casa, mientras la mamá da de comer al nuevo integrante de la familia, lo duer­me o ella misma descansa un poco.

La Biblia menciona que debemos ayudar a los demás, sentir amor por ellos y buscar el bien de todos y no solo el nuestro, así como Jesús hi­zo cuando estuvo en la Tierra. Cuando en tu familia haya una necesidad, re­cuerda qué hacen las elefantas: cooperan.

Oremos: “Gracias, Jesús, por mi familia. Ayúdame a cooperar en casa y en donde esté. Amén”.


Un pulpo inteligente

Tu Biblia dice: “La mayor sabiduría consiste en honrar al Señor; los que lo honran, tienen buen juicio”. Salmo 111:10.

Paul era un pulpo que vivía en un zoológico de Ale­mania. Se dio a conocer por adivinar quién ganaría los primeros seis encuentros de fútbol en la Copa Mundial del 2010 y en las finales; no porque fuera sabio, sino porque los pulpos son considerados los invertebrados más inteligentes. Han demostrado tener capacidades para evadir obstáculos y resolver proble­mas; por ejemplo, destapar botellas para sacar un crustáceo o desenroscar las tapas de los recipientes donde hay comida para ellos. Asimismo, pueden memorizar patrones por medio de la observación.

A diferencia del pulpo, Jesús nos dio la capacidad de pensar, y eso nos distingue de los animales. Puedes decir que eres muy listo porque vas a la escuela y sacas buenas notas. Tal vez tocas algún instrumento o hablas con facilidad algún idioma, y piensas que eres muy inteligente por todo lo que sabes, pero en realidad no es así. Puedes saber muchas cosas, pero si no tienes a Jesús en tu corazón y no le dedicas el primer lugar en tu vida, de nada sirve lo demás. Recuerda lo siguiente: los libros te dan inteligencia, pero Jesús te da sabiduría, porque él es la Fuente de todo conoci­miento y poder. Cuanto más sabiduría tengas, más humilde debes ser y más debes tener un espíritu de servicio a los demás.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a crecer en ti y a ser sabio. Deseo dedicar un tiempo cada día a conocerte y a hablar contigo. Amén”.


La melodía de gratitud

Tu Biblia dice: “A la orilla de los ríos anidan las aves del cielo; ¡allí cantan, entre las ramas de los árboles!” Salmo 104:12.

Era sábado y aún no amanecía. La mamá se levantó tempranito para preparar el desayuno y tener todo listo para ir a la iglesia. Cuando caminó hacia la cocina, vio que su hijo Jazzi estaba en la sala sentadito, ob­servando hacia la ventana.

–¿Qué haces aquí sentado, Jazzi? ¿Te sientes mal? –preguntó la mamá.

–¡No, mamita! –respondió Jazzi–. Estoy escuchando cantar a los pajaritos. ¡Cantan muy bonito!

–¡Sí, Jazzi, están alabando a Jesús! –explicó la mamá.

–¿Saben los pajaritos que hoy es sábado? –preguntó el niño.

–No lo sé –respondió la mamá–. Lo que sí sé es que los pajaritos can­tan porque agradecen el cuidado que Jesús tiene por ellos, porque ca­da día los alimenta y les provee de un nido donde descansar.

–Entonces me apuro, ¡quiero estar listo para ir a la casa de Jesús y cantar como esos pajaritos! –expresó Jazzi–. Quiero agra­decerle con mi voz lo feliz que soy porque me da tantos regalos, como la comidita, la camita, la ropa, la escuelita donde voy y to­da mi familia.

Recuerda lo que nos enseña la Biblia: Jesús es muy bueno. “Si él cuida a las aves, cuidará también de ti”.

Oremos: “Muchas gracias, querido Jesús, por preocuparte por mí. Por darme tantas cosas lindas para vivir feliz. ¡Gracias! Amén”.


Brilla en primavera

Tu Biblia dice: “[…] Procuren ustedes que su luz brille delante de la gente”. Mateo 5:16.

Un día, en las noticias, vi que en una bahía de Japón habría un espectáculo por la noche de las luces. Pero este no sería como los que estamos acostumbrados a ver, con fuegos artificiales, sino que sería natural, con un protagonista llamado “calamar luciérnaga”.

El calamar luciérnaga puede generar luz gracias a unas células espe­ciales que tiene distribuidas en todo el cuerpo y en sus tentáculos. Usa estas lu­ces brillantes para comunicarse con los demás, para atraer a su presa o para ahuyentar a un enemigo.

Como vive la mayor parte del tiempo en el fondo del océano, cada prima­vera sube a la superficie a desovar, lo que hace que el agua tome un color azul fluorescente brillante. ¡Es un espectáculo único para muchas personas que llegan a presenciarlo!

Así como el calamar luciérnaga puede producir luz con su cuerpo, Jesús nos ha dicho que nosotros debemos brillar ante otros; no solo en prima­vera, sino en todo momento, porque él es la Luz del mundo. Tú, como su representante, brilla ante otras personas; de esta manera manifestarás el amor que tienes por Jesús y otros lo conocerán.

Oremos: “Querido Jesús, deseo brillar siempre por ti, para que otros te conozcan y te acepten como su Salvador. Amén”.


Arañitas malcriadas

Tu Biblia dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios”. Éxodo 20:12.

Te confieso que las arañas me causan mucho miedo, por­que su aspecto no es tan tierno; pero hoy te hablaré de un tipo de araña que me sorprende. Esta arañita teje con esmero su telaraña para colocar allí sus huevitos. Come todo tipo de alimen­to para estar fuerte y así poder alimentar a sus crías cuando nazcan.

Cuando los huevitos eclosionan, las arañitas salen con mucha hambre y son alimentadas por su mamá. Ella muele el alimento en su boca y luego se lo da a sus crías. Lo más triste de estas arañi­tas es que, conforme van creciendo, van comiendo más y más, hasta llegar a comerse a su mamá, ya que ella no come por alimentar a sus hijos.

La Biblia dice que debemos honrar a nuestro padre y a nuestra ma­dre, para que nuestros días se alarguen en la tierra. Como hijos, en oca­siones maltratamos a nuestra mamá cuando le contestamos mal o ha­cemos un berrinche. No nos damos cuenta de que, de esta manera, le causamos dolor y se siente triste.

Cuando quieras hacerle algo indebido a mami o a papi, acuérdate de las arañitas malcriadas y, en vez de hacerlo, dales un beso, un abrazo y diles lo mucho que los amas. De esta manera, estarás obedeciendo a Jesús.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a portarme bien. No deseo ofender a mami ni a papi. Deseo obedecerte y honrarte a ti. Amén”.


La jirafa viajera

Tu Biblia dice: “Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva”. Apocalipsis 21:1.

¿Recuerdas algún viaje que hayas realizado con algún amigo en el cual te divertiste mucho? Piensa un momentito y dime lo que más te gustó.

¡Viajar es algo fascinante! Así conoces muchos luga­res hermosos, personas con costumbres y formas de hablar diferentes, y hasta comidas distintas. Es muy común encontrarse con personas que viajan, al igual que nosotros. Pero ¿te imaginas a un animal viajando? Zarafa fue una jirafa que, por primera vez en la historia, viajó desde África hasta la ciudad de la luz: París. Era un regalo del gobernante de Egipto al rey de Francia. Durante el trayecto pasaron por hermosos paisajes —como la cos­ta y las montañas llenas de nieve—, hasta llegar a su destino.

Tú y yo haremos un fabuloso viaje a la Canaán celestial. ¡Estoy segura de que te divertirás! Entraremos a esa ciudad donde las calles son de oro, las puertas de perlas y hay un río tan transparente que parece de cristal. Podre­mos comer frutos como el higo, las uvas, la granada y hasta el maná.

Allá podremos viajar a donde nadie más ha ido y donde habitan personas santas. ¿Te gustaría hacer ese viaje especial? Te invito a que te pre­pares todos los días y te tomes de la mano de Jesús.

Oremos: “Gracias, Jesús, por ese maravilloso viaje que nos has prometido. Estoy ansioso por hacerlo. ¡Ven pronto! Amén”.


¿Tienes vista de águila?

Tu Biblia dice: “Desde el cielo mira el Señor a los hombres”. Salmo 14:2.

Pídele a mami que te ayude a realizar la siguiente actividad: asómate por la ventana y trata de ver una hormiga. Si vives en un edificio, también puedes intentarlo. ¿Viste alguna? ¿De qué color era? ¡Es muy difícil! ¿Verdad?

Nuestra vista no es como la de las águilas. Ellas tienen este sentido muy desarrollado. Pueden estar en el último piso de un edificio de 10 metros de alto y ver a una hormiga. Saben si es de color rojo o negro, pues las águilas tienen la capacidad de distinguir los colores. Como usan demasiado su capacidad intelectual para ver imágenes, sus sentidos del olfato y del gusto están menos desarrollados.

¿Tienes una vista de águila? ¿Puedes ver el cielo y lo que Jesús te está pre­parando? Espero que sí. Jesús se interesa por ti. Está pendiente de todo lo que haces. Aunque está en el cielo, tú lo puedes sentir dentro de tu cora­zón y en tu mente, hablándote cada día. Él tiene una mirada más aguda que la del águila, y nada se escapa de su vista. ¡Qué hermoso es saber que nos conoce y nos ve!

Espero que tú también tengas una mirada de águila, para que cada día descubras en la Biblia el hermoso plan que él tiene para tu vida.

Oremos: “Gracias, Jesús, porque sé que, aunque estás en el cielo, estás interesado en mí. Amén”.


¡Qué olor!

Tu Biblia dice: “[…] Somos como el olor del incienso que Cristo ofrece a Dios”. 2 Corintios 2:15.

Cuando mis hijos eran pequeños disfrutaban de ver una película lla­mada La chinche apestosa. Este insecto iba a un campamento, pero es­taba muy preocupado porque emanaba un olor desagradable. Cada vez que algún acampante se acercaba para hablar con ella o para invitarla a jugar, ella se ponía muy nerviosa y su desagradable olor salía, lo que hacía que los demás huyeran.

Un día se dio cuenta de que cada vez que se sentía temerosa apestaba, así que decidió subir a lo alto de un árbol para desafiar su temor. Al ir subien­do, el miedo la paralizó y comenzó a despedir un desagradable olor. Los demás insectos del campamento la rescataron y lograron bajarla del árbol.

La llevaron al campamento y, cuando estaban celebrando el rescate, lle­gó un gran sapo y quiso comerse a todos los acampantes. La chinche temblo­rosa empezó a apestar y gracias a su olor pudo salvar a todos los insectos del campamento.

¿Qué tipo de olor tienes tú? ¿Un olor agradable que atrae a otras perso­nas? ¿O un olor que las hace huir de ti? No estoy hablando de un olor físico, sino del comportamiento que tienes con las personas que están junto a ti, como mami, papi, hermanitos, amigos, maestras, etc. Si los tratas bien, ¡te feli­cito! Tienes un olor agradable y eso le gusta a Jesús; pero si pasas el tiempo tratándolos mal, te invito a que les pidas perdón y le pidas a Jesús que te ayu­de a tratarlos bien.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a ser un niño agradable con todos y que pueda agradarte más a ti. Amén”.


Una armadura de sales minerales

Tu Biblia dice: “[…] Revistámonos de luz, como un soldado se reviste de su armadura”. Romanos 13:12.

¿Te gustaría tener una armadura integrada en tu cuerpo? Se­ría fantástico poder defenderse con algún escudo, una armadura o un casco integrado en nuestro cuerpo. Jesús les dio a algunos animales armas para que se puedan defender. A nosotros nos dio unas armas es­pirituales para defendernos de los ataques del enemigo.

En estos días oirás hablar de armas que utilizan algunos anima­les para sobrevivir, y las compararemos con las armas que Jesús nos dio. Hoy te hablaré de un animal que tiene una armadu­ra natural. La utiliza como arma de defensa para proteger su delicado cuerpo. Vamos a hablar del caparazón de la tortuga.

El caparazón está compuesto por placas duras que están pegadas a su columna vertebral y que confor- man su armadura. Lo increíble del caparazón es que está formado por sales minerales que le protegen la es­palda y el abdomen. Cuando la tortuga se siente en peligro, guarda la cabeza y las patas bajo esta maravillosa armadura hecha a prueba de golpes.

Las armas que Jesús nos dio nos ayudan a defendernos de los golpes y de los peligros de este mundo. Te dirán cómo puedes ser un vencedor en esta batalla espiritual. Te invito a que las descubras cada día. ¡No te las puedes perder!

Oremos: “Querido Jesús, deseo vestirme de la arma­dura que tú nos has dado, para ser victorioso en tu nombre. Amén”.


Una cintura estrecha

Tu Biblia dice: “Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad”. Efesios 6:14 (RVR1995).

–Tienes “cintura de avispa” –le dijo la tía a Alejandra.

–¿Por qué de avispa? –preguntó Ale.

–Porque las avispas tienen una cintura muy pequeña –respon­dió la tía.

–¿Para qué les sirve, tía? –dijo Ale.

–La cintura le da a la avispa una gran flexibilidad en el abdomen, para que pueda doblarse y defenderse cuando se siente amenazada –afirmó la tía–. Es en su cintura donde se unen las partes más im­portantes, que son su tórax y el abdomen. La Biblia dice que debemos llevar con nosotros la verdad como si fuera un cinturón. Te contaré la historia de unos esposos que olvidaron ponérselo. Ananías y Safira pro­metieron darle a Dios el dinero de una propiedad; pero, cuando la ven­dieron, su corazón se volvió codicioso y decidieron darle únicamente una pequeña parte. Al llevar el dinero y entregarlo, cayeron muertos por haber mentido al Espíritu Santo. Como puedes darte cuenta, estos es­posos quisieron engañar a Dios. ¡No amarraron la verdad a su cintura!

Solo podemos llegar a conocer la verdad a través del estudio de la Biblia. Al hacerlo, estaremos fuertes y firmes para defenderla. Nos ayu­da a ser honestos con los demás y con nosotros mismos.

Oremos: “Querido Jesús, deseo estudiar la Biblia todos los días, para darme cuenta de la verdad, porque solo ella me enseñará a seguirte. Amén”.


Se lo quita y se lo pone

Tu Biblia dice: “[…] Protegidos por la rectitud”. Efesios 6:14.

Otra parte de la armadura que se colocaban los soldados hace mu­cho tiempo, para salir a la batalla, era la coraza que les ayudaba a proteger los hombros, los pulmones y el corazón.

Hay un animalito que usa una coraza para protegerse de sus depredado­res, ya que su abdomen es blando y eso lo hace ser una presa fácil. A este crustá­ceo lo podemos ver cargando a cuestas una concha, que le sirve de refugio y de protección cuando se siente amenazado. ¿Sabes de qué animalito se trata? Estoy hablando del cangrejo ermitaño. Cada vez que se siente en peligro, se mete rápidamente en su concha y trata de defenderse con su primer par de pa­tas, las cuales también usa para comer. Utiliza el segundo y el tercero para caminar; y los pares cuarto y quinto, para esconderse en la concha.

El cangrejo ermitaño puede quitarse la concha cuando ya no cabe en ella. Busca otra de mayor tamaño para estar cómodo. ¡Increíble! Puede quitarse la concha y ponerse una nueva.

Recuerda que Jesús también te dio una coraza que protege tu corazón contra las cosas malas que el enemigo quiere que recibas.

Cuando estudias la Biblia, tu coraza permanece; puedes refugiarte en ella con toda seguridad y además te hace fuerte. ¡Póntela, y serás un vencedor!

Oremos: “Gracias, Jesús, por la coraza que me das. Ayúdame a mantenerme fuerte y seguro en ti. Amén”.


Camina rapidísimo

Tu Biblia dice: “Estén siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz”. Efesios 6:15.

En la escuela había un terrario, en el cual sembraban plantas. Los niños observaban cómo iban creciendo y las cuidaban con esmero. Un día, Paquito vio un animalito que no había visto antes.

Así que fue corriendo con la señorita Anita para avisarle. La maestra fue a ver y todo el grupo la siguió.

–¡Miren, niños! Este animalito es un ciempiés –explicó, mientras lo sacaba del terrario–. Es inofensivo. Le gusta vivir en lugares húmedos donde hay hojitas y otra clase de insectos. Aunque su nombre es “ciempiés”, no tiene esa cantidad de patas; así le llamaron por tener muchas. Cuando se siente en problemas, huye rápidamente. Se dice que puede avanzar 40 cm por segundo.

En ese momento, la maestra colocó al animalito en el sue­lo del terrario y este se escondió con rapidez.

–¿Vieron cómo avanzó? –preguntó la señorita Anita–. ¡Esto es un gran ejemplo de rapidez! Así de rápidos debemos ser nosotros para hablarles a otros niños de Jesús. Debemos dejar de lado nues­tra pena o flojera, y decirles a todas las personas que Jesús las ama y que vendrá muy pronto para llevarnos con él. ¿Quieren ser como el ciempiés, que camina rápido, para llevar a otros el mensaje de Jesús?

–¡Sí! –dijeron los niños.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdanos a estar listos para hablarle a otras personas de la salvación. Amén”.


Un escudo sorprendente

Tu Biblia dice: “[…] Que su fe sea el escudo”. Efesios 6:16.

¡Hoy vamos a jugar! Si tienes un escudo, colócalo en tu brazo; si no, pídele a tu mami que te preste la tapa de una cacerola. Tu mami te aventará una pelotita en alguna parte de tu cuerpo y tú tratarás de que no te pegue, cubriéndote con el escudo. Por cada vez que esquives la pelota, ganarás un punto; pero si la pelotita te pega en alguna parte del cuerpo, los perderás.

¿Te imaginas cómo sería tener un doble escudo para defenderte? ¡Qué magnífico! Hoy te hablaré del armadillo. Se caracteriza por tener una armadura formada por dos grandes escudos que se unen en la parte central de su dorso, en don­de se encuentran nueve bandas. Cuando este mamífero se siente en peligro, se enrolla en forma de bolita para protegerse de la amenaza, y en la superficie quedan sus dos escudos protectores.

Cuando pienso en el armadillo y en sus dos grandes escudos, recuerdo que nosotros, como cristianos, tenemos un escudo muy grande. Es el escudo de la fe. Se activa cuando vamos a la Biblia para recordar los hermosos mensajes que Jesús nos ha dejado en ella y la forma en que nos ama a pesar de cómo somos. El enemigo tratará de decirte lo contrario para que te sientas mal; allí es donde levantarás el escudo que te protegerá.

Oremos: “Gracias, Jesús, por este escudo sorprendente; sé que con él puedo hacerle frente a todo. Amén”.


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