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1. Datos biográficos y escritos de Jerónimo Muñoz
Jerónimo Muñoz nació en Valencia. Inició sus estudios en la universidad de esta ciudad y se graduó en ella de bachiller en artes el 6 de junio de 1537.1 La etapa de su primera formación cabe situarla, por tanto, en la década 1530-1540. En esta época, la Universidad de Valencia, fundada en 1499, comenzaba ya a destacar como uno de los principales centros docentes de todos los reinos hispánicos y el más importante de la Corona de Aragón. Era una típica universidad municipal, mantenida económicamente y regentada directamente por la oligarquía burguesa local. El cuadro de las enseñanzas seguía el esquema normal de las universidades: estudios de gramática y latinidad, de carácter básico; facultad de artes, y las tres mayores de teología, cánones y leyes, y medicina. Contaba, desde 1503, con una cátedra de matemáticas que, en la segunda mitad del siglo y durante algún tiempo, se desdobló en dos. El Estudio General valenciano desarrolló de manera preferente la enseñanza de la medicina y de los estudios humanísticos, quedando muy en segundo término la docencia teológica y jurídica, en contraposición a lo que sucedía en los grandes centros castellanos de la época. En la época de las Germanías, Juan Andrés Strany, discípulo de Nebrija, trató de impulsar los estudios humanísticos, y aunque a partir de 1522 fue apartado de sus puestos, sus discípulos continuaron su labor. En 1524 se introdujo una cátedra de griego, con lo que la universidad valenciana se convirtió en la tercera, después de Salamanca y Alcalá, que impartía enseñanzas de esta materia. Desde 1525 existía una cátedra «Lorenzo Valla», lo que indica la introducción del latín humanístico, y en 1532 se introdujo una cátedra de hebreo. Por los mismos años (1525) fue nombrado rector de la Universidad Juan de Celaya, el «doctor parisiensis» formado en la Universidad de París y destacado miembro del grupo de nominalistas y «calculatores» de esa universidad de principios de siglo. En conjunto, en el Estudio valenciano convivieron estos años –no sin conflictos– las diversas corrientes doctrinales e ideológicas de la época: la tradición luliana, el neonominalismo de signo parisiense, las diversas manifestaciones del humanismo, la inquietud renovadora del erasmismo y ciertos brotes reformistas.2
En medicina, desde los primeros años de funcionamiento del Estudio existían dos cátedras, una dedicada a la exposición de los fundamentos doctrinales y otra a la enseñanza de la anatomía y medicamentos simples o hierbas. Además, se incorporó la enseñanza de la cirugía, que se venía impartiendo en la ciudad desde 1462. Con esto, la Universidad de Valencia dispuso de las primeras cátedras hispánicas, tanto de cirugía como de anatomía y simples.3
Entre los profesores de la Universidad de Valencia en los años treinta, cuando Muñoz estudió en ella, cabe destacar a Miguel Jerónimo Ledesma, catedrático de griego e introductor en Valencia del humanismo médico;4 Pedro Antonio Beuter, titular de la cátedra de Biblia y autor, entre otras obras, de la Primera part de la Història de València; Francisco Stela, profesor de hebreo entre 1532 y 1536, año en que se retira la cátedra hasta su recuperación en 1544, y Juan Angel Gonsalves, catedrático de poesía y oratoria e importante figura del humanismo valenciano vinculado al círculo de Mencía de Mendoza. La cátedra de matemáticas y astronomía estaba a cargo de Miguel Cerves, entre 1531 y 1545, del que no sabemos nada ni tampoco del contenido de sus enseñanzas.5
Concluidos sus primeros estudios y con el grado de bachiller en artes, Muñoz viajó por Europa para completar su formación.6 Los viajes constituyen un aspecto esencial del proceso de constitución de las modernas ciencias. A partir del Renacimiento, cuando se inició el proceso de cambios habitualmente conocidos como Revolución Científica, surgieron muchos lugares de transmisión del saber y de sociabilidad intelectual, además de fundarse nuevas universidades que se sumaron a las ya existentes. Los estudiosos europeos con recursos económicos se movían cruzando las fronteras de las naciones, los regímenes políticos, las religiones y las lenguas, unidos por el latín y una herencia cultural común. Recorrían largos itinerarios en su ambición por desarrollar y ampliar sus conocimientos y, en su caso, para colaborar con los sabios de gran reputación, privadamente, en las residencias de estos o en otros lugares como academias, cortes de los príncipes o estancias de los nobles o aristócratas, universidades, museos u otros lugares de sociabilidad o de enseñanza de los saberes científico-técnicos o humanísticos.
En sus obras manuscritas Muñoz menciona, como maestros propios, a Oronce Finé y a Gemma Frisius,7 lo que implica que Muñoz debió de residir algún tiempo en París, donde enseñaba Oronce Finé, y en Lovaina, siguiendo las enseñanzas de Gemma Frisius.
Oronce Finé fue profesor de matemáticas del Colegio Real (Collège Royal) de París, fundado por Francisco I. Bajo la influencia de los humanistas, especialmente por Guillaume Budé, Fancisco I estableció la institución de los Lecteurs Royaux para enseñar materias ajenas a los escolásticos (o apenas tratados por ellos), particularmente griego y hebreo, en un principio, seguidas por las disciplinas matemáticas, que no gozaban del mismo estatus que las lenguas. Más tarde se añadieron latín, retórica, filosofía y medicina. El Colegio Real se convirtió en un centro de atracción para los humanistas de todos los países. Andres Laguna, un destacado médico español, al parecer aprendió griego con un profesor de esta institución.8 Las obligaciones de Finé eran impartir cursos para una audiencia tan amplia como fuera posible y elaborar y publicar manuales de la materia. En cuanto a su audiencia, se ha señalado cierto grado de ambigüedad: enseñaba y escribía para expertos, pero también para un público amplio que asistía a los cursos del Colegio Real: aristócratas, navegantes, topógrafos y comerciantes. Las lecciones eran de asistencia libre y abierta al público parisino en general. La labor de Finé fue esencial para difundir y elevar el estatus de las matemáticas en Francia. Finé formó a toda una generación de matemáticos franceses, incluido Petrus Ramus, Jacques Peletier y Pierre Forcadel. Finé fabricaba y vendía instrumentos, diseñaba mapas, preparaba las ilustraciones de sus muchos libros y trabajó como editor y corrector en las imprentas y editoriales parisinas. Sus obras publicadas abarcan todo el espectro de las matemáticas renacentistas. Las bibliografías publicadas por los biógrafos de Finé listan unos 70 libros (incluyendo los editados por él mismo) sobre temas como geometría práctica, aritmética, gnomónica, óptica, música, astronomía y cosmografía. Entre los textos que editó de otros matemáticos figura la Arithmética theórica y práctica (1519) del español Juan Martínez Siliceo, que estudió teología en París, las Theoricae de Peurbach (1525) y los seis primeros libros de Elementos de Euclides (1536).9
Las obras y actividades de Finé en matemáticas, según se entendían estas disciplinas en su época, es decir, incluyendo lo que se ha llamado la tradición de matemáticas prácticas, tuvieron una gran influencia en Jerónimo Muñoz, así como las enseñanzas y obras de su otro profesor, al que él mismo cita como «institutor noster», Reiner Gemma Frisius.10
Aunque no conocemos la secuencia exacta podemos suponer que, tras su estancia en París, hacia finales de la década de 1530 o principios de la de 1540, Muñoz se trasladó a Lovaina a estudiar con Gemma Frisius. Médico y matemático, Gemma ejerció la medicina (fue médico de Carlos V) y enseñó esta materia en la Universidad de Lovaina. Pero, al parecer, Gemma estaba más interesado en las matemáticas, especialmente en las matemáticas prácticas, que en la medicina, y aunque nunca enseñó estas materias en la universidad desde 1543 y al menos hasta 1547, impartía lecciones privadas de geometría y astronomía en su domicilio, frecuentadas por autores como el flamenco Georg Mercator, el español Juan de Rojas, el inglés John Dee y el propio Jerónimo Muñoz.
Gemma Frisius representa para los Países Bajos lo que Finé para Francia en el campo de la cultura y promoción de las matemáticas, gracias a sus enseñanzas, libros y diseño y explicación del uso de diversos instrumentos.11
Tras su estancia en Lovaina Muñoz viajó a Italia, donde durante algún tiempo enseñó hebreo en la Universidad de Ancona. Según el testimonio de Esteban de Salazar, los judíos que acudían a oírle afirmaban que era judío y que había sido educado por judíos, a causa de su dominio del hebreo («non Valentinum, sed Hebreum potius esse obstinate contenderunt»).12 Por otra parte, Muñoz, en una de sus obras, a propósito de sus trabajos para la determinación de las coordenadas geográficas de diversos lugares de Italia, señala los errores de Ptolomeo comprobados por él mismo mediante los ángulos de posiciones, «marchando de Rimini a Ancona, de allí a Roma, de donde emprendí el regreso pasando por Tuder (hoy Todi)», y añade:
otras muchas cosas observé en el camino a Roma desde Zaragoza con el legado cardenal Poggio, de gratísimo recuerdo, de las que aprendí con claridad que no se ha de dar crédito a las descripciones de las regiones realizadas por los geógrafos, si no han calculado ellos mismos las longitudes y latitudes al menos por ángulos de posición.
Es decir, Muñoz realizó trabajos cartográficos en el séquito del cardenal Poggio y se valió de las técnicas que había aprendido con Finé y Gemma Frisius (también menciona trabajos cartográficos en Francia).
Ignoramos en qué fecha regresó a Valencia, si bien debió de ser antes de 1556, ya que este año observó desde Elche el gran cometa aparecido entonces y seguido por varios notables astrónomos europeos, como Paulus Fabricius, Joachim Heller, Cardano y Cornelius Gemma.13 En Valencia impartió clases privadas de matemáticas, y en 1563 fue nombrado catedrático de Hebreo.14 Dos años después, el 2 de junio de 1565, unió a esta cátedra la de matemáticas,15 con salario de 75 libras (1.500 sueldos), y el 6 de junio del mismo año los jurados de la ciudad, atendiendo a la «cualidad de la persona del mencionado maestro Muñoz, por ser éste muy señalado y eminente en todas las ciencias, particularmente en matemáticas y en hebreo»,16 y a la «necesidad de que en la Universidad se lea el curso de Matemáticas», se le aumentó el salario en 25 libras de «ajuda de costa».17 Con este salario Muñoz se situaba entre los profesores mejor retribuidos.18
La cátedra de matemáticas desempeñada por Muñoz se regía por las Constituciones de 1561, si bien estas se refieren solo a la astronomía y astrología, para lo que se establecen, como materias, la esfera, las teóricas de los planetas, las tablas y el uso del astrolabio.19 No obstante, sabemos que en la década de 1540-1550 los estudios de matemáticas incluían: aritmética, geometría, perspectiva, música, astrología y cosmografía (astronomía y sus aplicaciones, y geografía), y este esquema es el que seguiría Muñoz en su cátedra, que además se ajusta muy bien a las Constituciones de 1611.20 Del contenido de sus enseñanzas nos ocuparemos más adelante, al referirnos a su obra, ya que se han conservado copias manuscritas de gran parte de los textos que Muñoz elaboró para impartir sus lecciones en la Universidad de Valencia.
En 1569 los jurados le aumentaron de nuevo el salario en 25 libras, señalando «el grande beneficio y honor que resultaba a la Universidad de sus letras y lecciones, por acudir muchos sujetos de diferentes partes, movidos de su fama, a darlas» y que «de tres pueblos le llamaban ofreciéndole mejor partido».21 El salario, con todo, resultaba bastante modesto y muy inferior a los correspondientes de las universidades castellanas. Ello puede explicar que finalmente Muñoz aceptase la oferta de la Universidad de Salamanca de que «sobre los florines de ella (la cátedra) se le diesen cuatrocientos ducados de salario en cada un año y más treinta ducados para ayuda de mudar de casa», por lo que se trasladó a dicha universidad en 1578.22
La cátedra de matemáticas y astronomía de Salamanca, llamada también cátedra de astrología, había estado ocupada hasta 1576 por Hernando de Aguilera, responsable junto a su hermano Juan de que se incluyera en los estatutos de 1561 la obra de Copérnico, como posible texto que seguir si los estudiantes así lo votaban y como alternativa a Ptolomeo o alguno de sus comentaristas: Geber, Regiomontano… Este hecho, muy raro en la Europa de la época, ha suscitado el interrogante de si se llegó a enseñar de manera efectiva la teoría heliocéntrica. Por los libros de visitas a cátedra, estudiados por Fernández Álvarez, sabemos que Aguilera explicaba los Elementos de Euclides (libros I al VI), la esfera, partes del Almagesto, teóricas planetarias y las Tablas de Alfonso X, el astrolabio y su uso, cosmografía según Pedro Apiano y Gemma Frisius, y astrología según Alcabitius. El nombre de Copérnico no aparece en los informes de las visitas.23 No obstante, a mi juicio, no se puede descartar la posibilidad de que en alguna ocasión Hernando de Aguilera siguiera el De revolutionibus de Copérnico o, cuando menos, comentara aspectos de la obra al exponer los temas de la «esfera» o las teorías planetarias. Además, la información proporcionada por los libros de visitas no es completa; en los cursos académicos 1562/63 y 1563/64, por ejemplo, no hay ninguna referencia a la cátedra de Astrología.
La cátedra de Salamanca quedó vacante en 1576, probablemente por la muerte de su titular, Hernando de Aguilera. El claustro salmantino estaba muy interesado en conseguir a una persona muy competente para el puesto, entre otras razones porque la falta de catedrático se había dejado sentir vivamente, al pedir el papa la opinión de esta universidad acerca de la reforma del calendario.24 Las negociaciones con Muñoz comenzaron en 1576.25 En 1578 el catedrático de la Facultad de Medicina y destacado anatomista Cosme Medina, discípulo de Luis Collado en Valencia y seguidor de Vesalio, hizo una semblanza de la brillante personalidad y conocimientos científicos de Muñoz e informó de que este aceptaría trasladarse a Salamanca si se le concedían sus peticiones económicas. El claustro finalmente aceptó estas peticiones, con lo que Muñoz obtuvo un salario al nivel de las cátedras mejor pagadas, como las de Cánones o Leyes.26
Las enseñanzas de Muñoz en Salamanca, según los libros de visitas, fueron: aritmética, geometría y perspectiva según Euclides; la esfera y proposiciones de Ptolomeo relativas al cálculo de la altura del norte; astrolabio, geografía, náutica y teoría de los planetas; las Tablas de Alfonso X, la teoría de Mercurio y pasiones de los planetas y eclipses de Sol y Luna según Peurbach.27 Probablemente debió de usar los mismos textos que en Valencia, dado que las materias eran prácticamente idénticas en una y otra universidad. Los Estatutos posteriores de 1594 recogen todas estas materias, lo que muestra, como en el caso de Valencia, el carácter retrospectivo que solían tener las sucesivas reformas de la reglamentación del curriculum. Así, dichos estatutos, para la cátedra de matemáticas y astrología, establecían, en matemáticas, los seis primeros libros de Euclides y su perspectiva; aritmética, «con las raíces cuadradas y cúbicas declarando la letra del séptimo, octavo y nono de Euclides»; agrimensura, y, en la sustitución, los «esféricos» de Teodosio, todo ello el primer año. El segundo año correspondería a la astronomía: el primer libro del Almagesto; la trigonometría plana y esférica según Clavius «u otro moderno»; el segundo libro del Almagesto (astronomía esférica); las tablas del «primer móvil» según Regiomontano o Reinhold; la teoría del Sol según Peurbach; el libro tercero del Almagesto (longitud del año y teoría del Sol); las Tablas de Alfonso el Sabio, y el resto de libros del Almagesto, es decir, primero una presentación de los modelos según Peurbach, luego una exposición del tema según el Almagesto y las Tablas correspondientes de Alfonso. A continuación, se establece que en el «segundo cuadrienio léase a Nicolás Copérnico y las tablas Pruténicas en la forma dada», y «en el tercer cuadrienio a Ptolomeo, y así consecutivamente». Para el «segundo año», la Geografía de Ptolomeo, la Cosmografía de Pedro Apiano, cartografía, astrolabio, planisferio de Rojas, el radio astronómico y el arte de navegar. En la sustitución, el arte militar. Finalmente, el «cuarto año», «la esfera y la astrología judiciaria por el Cuadripartito de Ptolomeo, y por el Alcabisio (Alcabitius) corregidos». En la sustitución, teóricas de planetas.28
El esquema sería, pues: el primer año, matemáticas y sus aplicaciones; el segundo, astronomía; el tercero, cosmografía, náutica e instrumentos, y el cuarto, astrología. La referencia al segundo «cuadrienio» es harto confusa; sugiere una alternancia entre Copérnico y Ptolomeo en la enseñanza de la astronomía, cada período completo de cuatro años. Otra interpretación, más dudosa, aunque no carente de lógica, sería que, tras exponer la astronomía ptolemaica, el catedrático debería explicar la copernicana, con las tablas de Reinhold derivadas de los modelos copernicanos. En cualquier caso, ahora no se somete el tema «al voto de los oyentes».
En 1582 Muñoz intentó volver a Valencia, gestionando a través de su discípulo Bartolomé Antist el reingreso a sus antiguas cátedras de hebreo y matemáticas. Los jurados acordaron concederle un sueldo de 100 libras por cada cátedra más 50 como ayuda para los gastos de traslado.29 No debió de satisfacerle la propuesta, pues permaneció en Salamanca, donde enseñó también hebreo hasta su muerte, en 1591.30
Muñoz, junto a la enseñanza del hebreo y las disciplinas matemáticas, también llevó a cabo actividades relacionadas con la técnica como asesor o experto, realizando trabajos de agrimensura, hidráulica y cartografía. La primera noticia que tenemos de estas actividades se refiere a la planificación de las conducciones de agua desde el río Júcar a la ciudad de Valencia, un proyecto ya planteado en el siglo XIV. El proyecto fue promovido ahora por el propio monarca, que comisionó a Pere Clavero y a Antonio de Angora, visitadores y jueces del Real Patrimonio. Estos encargaron la nivelación a Jerónimo Muñoz, que realizó sus trabajos entre el 10 y el 19 de enero de 1566.31 Años después, en 1575, encontramos a Muñoz participando como técnico en un litigio de aguas de la fuente de San Vicente, en el término de Liria, en el que se enfrentaron la villa de Liria y el señor de Benisanó. Muñoz actuó como experto nivelador del señor de Benisanó y sus conclusiones no fueron muy del agrado de los vecinos de Liria, por lo que estas se cuestionaron.32 En 1576 participó también como técnico en una visura de la acequia de Moncada. El virrey de Valencia, Vespasiano Gonzaga, el 28 de mayo de 1576 comisionó a Jerónimo Sempere para que fuese a la acequia de Moncada y resolviera el suplicatorio de los síndicos del Puig y Puzol, «per a que la aygua de dita séquia sia ben gobernada y administrada, y desagraviats los del dit Puig y Puçol». Para resolver el tema tendrían que considerar el parecer, entre otros, del «mestre Hieroni Munyós, mestre en arts e de sciències matemàtiques, mestre Miquel Porcar, mestre Gapar Gregori, tots vehins de la present ciutat de València».33 En 1576 Muñoz intervino de nuevo en un pleito de aguas de la acequia de Alèdua.34
Asimismo, en 1587, el licenciado Juan de Tejada, consejero de Castilla, pidió a la Universidad de Salamanca que autorizara a Muñoz a trasladarse a Murcia para ocuparse de un trabajo «de conducción y repartimiento de aguas ordenado por el Rey». Muñoz se ocupó de los trabajos de nivelación y determinó, además con notable precisión, la latitud de Murcia, fijándola en 37º 57’.35 También en 1588 el Ayuntamiento salmantino requirió sus servicios «para ocuparse unos días en dirigir la traída de un golpe de aguas a la ciudad».36
De sus muy relevantes trabajos cartográficos nos ocuparemos más adelante.
Muñoz estuvo casado con Isabel de Valenzuela y tuvo tres hijas, Eudoxia, Jerónima y Estefanía, y un hijo, Francisco. Muñoz hizo testamento ante notario en Valladolid el 2 de octubre de 1591, «estando enfermo en la cama de la enfermedad corporal que Dios nuestro señor fue servido de me dar, y sano de mi juicio y entendimiento natural…». Legó todos sus libros y manuscritos a su hijo Francisco. El 19 de octubre de 1591 la Universidad de Salamanca convocó oposición para cubrir la cátedra vacante por fallecimiento de Muñoz. De ello podemos concluir que falleció este mismo mes de octubre y probablemente en Valladolid.37
1.1. LOS ESCRITOS DE JERÓNIMO MUÑOZ
Muñoz solo llevó a la imprenta cuatro trabajos. El primero de ellos apareció en 1566, en los talleres de los Mey, con el título Institutiones Arithmeticae ad Percipiendam Astrologiam et Mathematicas facultates necessariae. Como el título sugiere y como el propio Muñoz indica, es un texto concebido especialmente para la enseñanza y destinado principalmente a proporcionar los conocimientos de aritmética indispensables para los cálculos astronómicos.
Su segunda obra impresa es Libro del nuevo cometa (1573), que trata sobre la supernova de 1572 y que fue traducida al francés en 1574. A esta siguió, en 1578, un breve folleto de ocho páginas relativo a un eclipse de luna y al cometa de 1577.38
Finalmente, en 1585, dio a la luz en Salamanca Alphabetum hebraicum cum ratione legendi cum punctis, que incluía un tratado sobre los puntos vocales, cuya significación en el hebraísmo posterior a la Políglota de Alcalá ya fue puesto de relieve por Menéndez y Pelayo.
Junto a sus obras impresas, Muñoz dejó una abundante producción manuscrita. Los motivos por los que dejó de publicar sus obras, que no obstante se difundieron, sobre todo a través de sus discípulos, nos los expone el propio Muñoz, al menos en parte, en una carta a un matemático y médico de Viena, Bartholomaeus Reisacherus, a propósito de sus trabajos (y los de Reisacherus) sobre la «nova» de 1572. Si exceptuamos el Alphabetum hebraicum, el estudio sobre la «nova» es la segunda y última obra que Muñoz publicó. Muñoz le envió el libro a Reisacherus, disculpándose por los errores tipográficos originados por la premura con que tuvo que componerse el texto, premura a su vez procedente de lo que califica como una «inoportuna petición» (del rey, como aclara al final de la carta). Tras discutir las observaciones de la «nova» de Reisacherus y Thaddaeus Hagecius, matemático y médico del emperador, Muñoz añade:
Me he reservado muchas cosas, además de las que he divulgado en este librito, indignado porque a cambio de mis realizaciones no sólo no me han dado las gracias, sino que además he sido rociado de injurias por muchos teólogos, filósofos y palaciegos del rey Felipe, por lo que he decidido vivir oculto y, como dice Horacio, ni las alegrías son sólo para los ricos, ni vivió mal quien en vida y en muerte pasó inadvertido. No quiero irritar más a los abejorros, ni gastaré siguiera un cuadrante en divulgar mis obras […] En el futuro invertiré mi dinero mejor de lo que lo hice hasta ahora imprimiendo libros.
Cuando redacté mi primer estudio de conjunto de los trabajos de Jerónimo Muñoz solo había podido localizar, de sus manuscritos, la copia de un extenso comentario al tratado de astrología de Alcabitius que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid (y en Salamanca, otra copia). Posteriormente, hemos encontrado, en diversas bibliotecas europeas, al menos una parte sustancial de los trabajos manuscritos, autógrafos o copias, de nuestro autor, tales como los Comentarios al Segundo libro de la Historia Natural de Plinio;39 otros relativos a la exposición y comentarios a los seis primeros libros de los Elementos de Euclides según la versión de Teón y el Comentario de Proclo al primer libro; un texto de trigonometría plana y sus aplicaciones prácticas titulado De sinibus rectis et obliquis; un estudio del planisferio de Rojas-Helt-Gemma y sus diversas aplicaciones, titulado De planispherii parallelogrami inventione; comentarios a la Optica de Euclides; un tratado titulado Theoricarum Planetarum constructio copiosa, que se ocupa de la longitud del año y de la teoría del Sol y de la Luna; un texto de Introducción a la Astronomía y la Geografía;40 una traducción del griego anotada por Muñoz del Comentario de Teón de Alejandría al Almagesto de Ptolomeo, y otros escritos o fragmentos breves de astronomía y cosmología, todos ellos redactados en latín. Muñoz cita, en sus diversas obras, otros escritos que no hemos localizado.41 Así, en los Comentarios a Plinio se refiere a un trabajo titulado An Stellae aliquid agant in haec inferiora (‘De si las estrellas causan algo en este mundo inferior’) y en el Libro del nuevo cometa menciona este manuscrito y otro titulado Commentarios sobre el Quadripartito de Ptolomeo.42 Algunos autores mencionan manuscritos de geografía que tampoco hemos localizado.43
Salvo los Comentarios a Plinio y la traducción anotada con adiciones del Comentario de Teón, de los que se conservan ejemplares autógrafos, del resto de manuscritos solo hemos encontrado copias. Un conjunto de copias, el más extenso, actualmente en la Bayerische Staatsbibliothek de Múnich, fue realizado por Francisco Juan Rubio (o Rubeus) «Valentinus» entre 1569 y 1570, según consta en los manuscritos. Otro conjunto, actualmente en la Biblioteca Vaticana, es obra de Francisco Peña. Entre los graduados en la Facultad de Artes de la Universidad de Valencia figura un «Juan Rubio” del año 1577, que también se graduó entonces de bachiller en Medicina; pero, según los libros de grados, este procedía de «Cobarrubias» y, como hemos señalado, en los manuscritos se dice «Valentinus».44 En cuanto a Francisco Peña, estamos mejor informados. Peña nació en Villanueva de los Pinares (Teruel) en 1540; estudió en la Universidad de Valencia, graduándose de bachiller en Artes y en Teología en 1570. Al parecer, también estudió Derecho, y se trasladó a Roma como auditor de la Sacra Rota por la Corona de Aragón, cargo para el que fue admitido en 1568.45 Fue nombrado por el papa Pío V miembro de la comisión de canonistas encargados de la corrección del Decreto de Gracia. Peña permaneció en Roma hasta su muerte, en 1612.46 Aunque ignoramos la identidad de Francisco Juan Rubio, nuestra hipótesis es que era, como Peña, discípulo de Muñoz. Por otra parte, los dos grupos de copias fueron realizados a partir de un modelo original que Muñoz debía de tener preparado, tanto para impartir sus clases como para su publicación. Las copias reproducen, en general, con mucha fidelidad el posible modelo ya que las variantes entre las copias de la misma obra son muy escasas, como se puede advertir en nuestra edición crítica de la Introducción a la Astronomía y la Geografía.
El contenido de los manuscritos se ajusta muy bien a las materias que Muñoz debía de enseñar en Valencia y en Salamanca. En ellos, por otra parte, Muñoz se refiere frecuentemente a los auditores, y en el tratado de Introducción a la Astronomia y la Geografía citado, en el prólogo, dice: «como los quince meses anteriores hubiese instruido a los oyentes en los preceptos de la aritmética…». Constituyen, de este modo, una fuente inapreciable para reconstruir el contenido de las enseñanzas de las disciplinas matemáticas en Valencia y en Salamanca. En lo que sigue estudiaremos las obras de Muñoz, en primer lugar, siguiendo aproximadamente la secuencia de sus enseñanzas regulares en Valencia y Salamanca. A continuación, estudiaremos otras obras manuscritas no correspondientes estrictamente a sus enseñanzas regulares, pero probablemente divulgadas por Muñoz en lecciones o conferencias extraordinarias o en lecciones privadas a sus alumnos más destacados, con especial atención a sus Comentarios a Plinio, por su importancia para conocer las ideas cosmológicas de Muñoz. También dedicaremos especial atención a los trabajos de Muñoz sobre la «nova» de 1572 y su difusión a través de su correspondencia y del Libro sobre el nuevo cometa, así como los comentarios que recibió esta obra por parte de otros autores. Finalmente volveremos a la personalidad intelectual de Muñoz en el contexto de la crisis renacentista y a la influencia que sus obras tuvieron.
1 Véase, en nuestra edición del Libro del nuevo cometa de Muñoz (1981: 92-94), la transcripción del documento relativo a la concesión del grado de bachiller a Jerónimo Muñoz, conservado en el Archivo Municipal de Valencia, Libros de Grados, a-4, de 6 de junio de 1537.
2 Sobre la Universidad de Valencia en esta época, véase: García Martínez (1973, 1980a, 1986, 1987), Gallego Salvadores (1975, 1980), López Piñero y Navarro Brotons (1995), Navarro Brotons (1994b, 1998a y 1999b), Navarro Brotons y Roselló Botey (1992), Peset y Mancebo (1993), Peset (coord.) (1999) y la bibliografía citada en estos trabajos. Sobre Celaya, véase también Wallace (1981), la voz «Celaya, Juan de» a cargo de V. Navarro, en López Piñero et al. (1983: vol. I, pp. 203-206), y Febrer Romaguera (2003).
3 Véase López Piñero (1979 y 1988).
4 Véase López Piñero (1979: 308 y ss.), y la voz «Ledesma, Miguel Jerónimo» a cargo de J. M. López Piñero en López Piñero et al. (1983: vol. I, pp. 521-523).
5 Sobre estos autores, véase la literatura citada en la nota 2.
6 Rocamora (1599, fol. 3v) afirma, con evidente exageración, que Muñoz, uno de los «insignes hombres del Mundo», «vio mucha parte de él, y casi todas las Universidades de la Europa».
7 En el tratado de Introducción a la Astronomía y la Geografía (Muñoz, 2004) que editamos en edición crítica y en versión castellana, llama a Gemma Frisius «institutor noster» (fol. 54v) y a Finé «preceptor noster» (fol. 68v). Véase más adelante. En otros lugares de sus manuscritos se encuentran calificativos similares.