Kitabı oku: «El arte de fotografiar la naturaleza», sayfa 7

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ESPACIO

Es el área proporcionada por las formas y líneas que hay dentro del encuadre. Normalmente se habla de espacio positivo y negativo dependiendo de la percepción que tengamos respecto a él, sujeto o fondo, como veremos en herramientas de la percepción.

Volviendo al símil musical podemos asociar los puntos, líneas y formas a los diferentes sonidos de una canción mientras que el espacio sería el silencio. La cantidad de sonidos y silencios marcará la canción. Pero el espacio no es solo lo que rodea un elemento; dicho espacio en sí mismo tiene presencia en la imagen y conviene tratarlo como un elemento más a la hora de componer.

En la mentalidad occidental se tiende a obviar este uso del espacio, mientras que en la cultura visual oriental su uso está más naturalizado y se le da gran importancia.

TONO Y COLOR

La luz es la materia prima en la fotografía. Cuando esta incide en los objetos que se quieren retratar, la luminosidad y el color les aportan su aspecto visual.

Se denomina tono a cada una de las gradaciones de intensidad de luz desde el negro al blanco. Gracias a esta variación podemos apreciar los diferentes objetos y dotarles de volumen. En la fotografía el tono permite dar sensación de tridimensionalidad a la imagen.

La percepción tonal hace que los objetos más claros tiendan a expandir su tamaño (irradiación), mientras que los oscuros tienden a reducir su área. Los valores tonales altos (claros) tienen un mayor impacto visual pudiendo ser un punto de interés en la fotografía.

El otro gran efecto que aporta la luz, al aparecer en la toma, es el color. Es un valor altamente subjetivo a la vez que de gran impacto emotivo. Como hemos visto en el capítulo 2 asociamos el color a diferentes sensaciones y es necesario ser consciente de ello a la hora de emplear el color en la composición.

El color tiene tres propiedades: matiz, saturación y luminosidad.

•El matiz es lo que coloquialmente llamamos color y viene determinado por las longitudes de onda. Para su denominación se parte de tres colores primarios (rojo, verde y azul en el caso del color-luz). Su combinación genera los colores secundarios; juntándolos se consiguen los terciarios y así hasta completar todo el espectro visible.

•La saturación denota la pureza de cada matiz con respecto a la escala de grises. Cuanto mayor sea la saturación, el color será más vivo y expresivo. A medida que aumente la proporción de gris en el matiz este irá perdiendo su intensidad hasta verse como un gris acromático.

•La luminosidad determina el grado de claridad u obscuridad de cada matiz y viene dada por la intensidad de luz. Así, se genera una gradación tonal dentro de cada color partiendo del negro puro hasta el blanco puro.


Javier Alonso Torre

Canon 5D Mark IV, Canon 24-70 mm, f/2.8 @ 28 mm, ISO 100, f/16, 30 s. Trípode, filtro ND 6 pasos, filtro degradado inverso 1 paso, filtro degradado suave 2 pasos.

Más allá de su componente psicológico el color tiene una serie de consecuencias visuales. Cuanto mayor sea la luminosidad, saturación y longitud de onda, el color resultará más excitante. Un rojo puro y luminoso será más llamativo que un azul grisáceo y apagado. De la misma manera ante un objeto de idéntico tamaño cuanto más alta sea la longitud de onda que refleja, la percepción de tamaño del objeto será mayor. Así un círculo amarillo se verá mayor, tendrá un movimiento expansivo y parecerá acercarse al espectador, mientras que un círculo azul se verá más pequeño y lejano.

EL CONTRASTE

Hemos visto cómo cada elemento dentro del encuadre, según su forma, luminosidad o color, se percibe de manera diferente. Pero además, cada una de sus características se ve influenciada por lo que tiene alrededor. Cuanto mayor sea la diferencia entre un elemento y aquello que le rodea su presencia visual se acentuará.

El contraste siempre existe. Cualquier elemento, ya sea sujeto o fondo, existe visualmente al destacarse de lo que le rodea. Dos líneas juntas, del mismo tono y color se percibirán como una sola. Dos cuadrados iguales pegados se verán como un rectángulo. Sin contraste solamente veríamos un espacio uniforme. Podemos distinguir varios tipos de contraste:

•Contrate tonal, marcado por la intensidad lumínica. Cuanto mayor sea la diferencia de luminosidad que tengan dos elementos adyacentes, mayor será su presencia dentro de la toma y se percibirán con mayor claridad. Así, un elemento negro resaltará más sobre un fondo blanco que sobre uno gris.

•Contraste cromático, determinado por la diferencia de matiz dentro del circulo cromático. Los colores armónicos apenas aportan contraste y este va en aumento hasta culminar con los colores complementarios. En el contraste cromático también influyen las otras dos propiedades del color, luminosidad y saturación.

•Contraste de tamaño. Un elemento visual, por si mismo, no tiene un tamaño definido. Puede ser pequeño o grande respecto al encuadre, pero su tamaño también estará condicionado por la presencia de otros elementos. Dos elementos similares colocados de manera equidistante entre ellos y respecto al encuadre se percibirán de manera similar, mientras que, si uno es mayor que el otro, este pesará más visualmente.

•Contraste de forma y dirección. Hemos visto que las líneas y formas tienen una direccionalidad. Cuando en una imagen presentan formas o líneas que marcan una dirección similar el contraste será pequeño. Por el contrario, si juntamos líneas verticales con horizontales o verticales el contraste será mayor. Esto mismo ocurrirá si enfrentamos formas circulares y rectangulares, o triangulares.

Dialogo visual
EL MOTIVO PRINCIPAL (CENTRO DE ATENCIÓN)

Para componer una imagen con criterio es fundamental determinar qué es aquello que deseamos mostrar. Uno de los mayores errores al empezar a fotografiar es no tener claro cuál es nuestro motivo principal. Podemos estar ante un bello paisaje, pero si no tomamos la decisión activa de decidir qué queremos incluir en nuestro encuadre y qué queremos dejar fuera del mismo, estamos condenados a obtener imágenes de lectura confusa y sin un recorrido visual claro.

En ocasiones esto puede ser muy evidente. Un animal, un árbol o una cascada singular pueden ser el motivo de nuestra captura. Pero en otras puede ser que el protagonista sea un comportamiento o un momento de luz. Si sabemos identificar ese “hecho” que hizo que nos detuviéramos en cierto lugar y que nos “obligó” a tomar la foto será más sencillo tomar el resto de las decisiones compositivas para conseguir la imagen buscada.

NÚMERO DE ELEMENTOS. JERARQUÍA VISUAL

Una imagen no tiene por qué tener un solo motivo principal. Dos elementos, o incluso tres o más pueden ser los protagonistas de la imagen. Creo que una buena manera de visualizar esto es comparar el planteamiento compositivo como una obra de teatro. Hay representaciones que son un monólogo. Un solo personaje centra toda la atención y no hay nada más. O puede ser que la obra tenga un protagonista y que resto solo sean personajes secundarios. Otra posibilidad sería la interacción entre dos personajes principales. Imagina la típica historia de amor con dos grandes personajes centrando todo el interés. La inclusión de personajes adicionales nos conduce a una función más coral. En ella todos interactúan e intervienen en la obra con un protagonismo similar.


Javier Alonso Torre

En esta imagen se busca tener un gran protagonista. Para ello se ha situado el árbol de forma singular centrado y llenando el encuadre. El resto de los elementos quedan en un segundo plano de interés.

Canon 5D Mark II, Canon 17-40 mm, f/4.0 @ 22 mm, ISO 400, f/11, 8 s. Trípode, filtro polarizador.

Sabiendo lo que queremos mostrar y el protagonismo que queremos que tenga cada uno de ellos dentro de la imagen, podemos jerarquizar la importancia de cada elemento de la fotografía utilizando diferentes herramientas a nuestro alcance. Conseguiremos dirigir la mirada del espectador, decidir dónde queremos que se centre su atención y en definitiva obtener una imagen que muestre lo que tenemos delante exactamente de la manera que nosotros hemos determinado.


Javier Alonso Torre

La disposición de los elementos y la focal usada hacen que tanto las rocas del primer plano como las del fondo tengan el mismo protagonismo dentro de la fotografía.

Canon 5D Mark IV, Canon 16-35 mm, f/4.0 @ 35 mm, ISO 100, f/16, 20 s. Trípode, filtro ND 6 pasos, filtro degradado suave 2 pasos.


Javier Alonso Torre

En esta fotografía se han incluido, por un lado, elementos visuales de gran peso visual en el centro de la imagen que aportan armonía a la toma. Y, por otro lado, se han introducido diagonales y elementos cercanos a los laterales del encuadre que aportan dinamismo y tensión.

Canon 5D Mark IV, Canon 16-35 mm f/4.0 @ 16 mm, ISO 100, f/18, 0,6 s. Trípode, filtro degradado suave 3 pasos (inclinado).

ARMONÍA Y CONTRASTE

Estos aspectos de relación entre los elementos afectan a la percepción general de la toma. Todo lo que sea similar aportará sensación de armonía y según aumente la diferencia el contraste será mayor. Una de las primeras decisiones a la hora de componer una imagen debe dirigirse a establecer la relación entre armonía y contraste. Estas dos fuerzas de expresión se oponen y entrelazan marcando la visión primaria de la imagen y su impacto visual.

La armonía está estrechamente relacionada con la estética y la belleza, proporcionando una visión placentera de los elementos. Tiende a mostrar de forma equilibrada todos los elementos visuales sin que ninguno destaque de manera inapropiada. El contraste, por el contrario, permite excitar y atraer la atención del receptor, dramatizar y dar un aspecto más dinámico a la imagen.


ARMONÍA CONTRASTE
Unidad Fragmentación
Redondez Angulosidad
Simetría Asimetría
Equilibrio Inestabilidad
Contención Exageración
Predictibilidad Espontaneidad
Sencillez Complejidad
Superficialidad Profundidad
Horizontalidad Verticalidad
Inmovilidad Dinamismo
Nivelación Inclinación

Cada una de estas fuerzas de expresión tienen una serie de atributos que podemos usar en nuestra imagen haciendo que su percepción general sea más o menos armónica.

RECETAS, PROPORCIONES, ESTRUCTURAS Y EJES

Los elementos que componen una imagen tienen asociados una serie de respuestas perceptivas, pero también es importante su distribución espacial dentro del encuadre o como se relacionan entre sí. Esta relación, como hemos visto, creará imágenes más o menos armónicas según la proporción de cada elemento dentro del encuadre.

Las líneas verticales y horizontales pueden funcionar como ejes visuales. Estos estructuran la imagen y marcan la respuesta primaria del espectador ante la obra, ya que le determinan aquello que tiene más presencia. Fragmentan visualmente la toma en dos claros espacios. Cuanto más cerca del centro esté el eje, la imagen será más simétrica y armónica, dando una importancia similar a ambas partes del espacio. Según se sitúe más cerca de los extremos del encuadre crecerá la percepción de contraste, incrementando la presencia visual del espacio mayor.

A lo largo de la historia los artistas han buscado entender la idea de belleza. Saber cómo funciona la percepción humana para trasmitir esa estética a sus creaciones. La más usada es la proporción áurea. Esta proporción, considerada de alto valor estético, se encuentra reflejada en la propia naturaleza y hasta se le ha atribuido cierto misticismo.


Proporción áurea.


Javier Alonso Torre

Canon 5D Mark IV, Canon 16-35 mm, f/4.0 @ 19 mm, ISO 100, f/16, 8 s. Trípode, filtro degradado inverso 2 pasos, degradado suave 2 pasos.

La longitud total, suma de dos segmentos a y b, es al segmento mayor a, lo que el segmento mayor a, lo que este a es al menor b.

Esta proporción ha sido usada asiduamente en las artes visuales, buscando esta distribución de elementos y ejes en busca de la belleza. Al usarla en nuestra obra los elementos están lo suficientemente cerca del centro para trasmitir armonía, pero no demasiado, manteniendo cierto contraste (armonía y contraste). Esta relación de calma y tensión hace que sea muy atractiva visualmente dando un gran valor estético a la imagen.

Siempre en busca del atractivo visual, se han planteado diferentes fórmulas y proporciones para la distribución espacial de los elementos. Léase proporción cordobesa, de los tercios, simetría dinámica, principio de Pareto, punto de anclaje óptimo, y la misma proporción aurea. Todas ellas son recetas que funcionan aportando un equilibrio dinámico a la imagen final, pero con diferentes resultados. Unas plantean una composición más centrada mientras que otros descongestionan el centro de elementos.

Popularmente se les ha llamado a estas recetas “reglas” o leyes compositivas, pero esto es incierto, porque cada una propone diferentes principios y todas funcionan. Debemos considerarlas, más bien, como sugerencias, recetas o guías que nos pueden ayudar a equilibrar la imagen.

El problema viene cuando se hace uso de ellas sin entender que es lo que aporta cada una. Sería como disparar la cámara en modo automático. Posiblemente la imagen saldrá con una exposición correcta pero el fotógrafo no ha decidido ni la velocidad ni la profundidad de campo. Del mismo modo, para componer “en manual” hay que entender cómo se relacionan en el encuadre los elementos, los espacios generados y el peso visual de cada uno de ellos con respecto a los demás.

IMPACTO VISUAL

Como hemos visto, a la hora de componer una imagen entran en juego diversos factores. Usando las proporciones es posible distribuir los elementos y buscar cierta sensación de armonía o contraste. Pero no se trata solo de su disposición espacial, conviene tener en cuenta el peso visual de cada elemento y su interrelación.

Nuestra percepción evalúa cada elemento en una imagen asignándole un “peso visual” y comparándolos entre sí. Como si fuera una balanza trata de buscar cierto equilibrio. Cuanto más armónica y equilibrada sea la imagen trasmitirá más sensación de paz y calma, cargada de valores estéticos. Esto puede producir imágenes predecibles y poco interesantes.

Por ello es importante valorar cuanto de armonía y de contraste aportamos a nuestra composición. Sin perder el equilibrio un punto de tensión aportará mayor dinamismo y atractivo a la imagen.

El conocimiento de las herramientas perceptivas y fotográficas a nuestro alcance permite añadir al motivo fotográfico un impacto visual adicional al atractivo intrínseco del motivo fotográfico.

EL RECORRIDO VISUAL

Sabiendo cual es el motivo o motivos principales de nuestra imagen, el conocimiento de las herramientas perceptivas y fotográficas a nuestro alcance permiten establecer un dialogo visual entre todos los elementos que aporten estética y dinamismo a la imagen para hacerla más atractiva. Además, estas herramientas permiten marcar un recorrido visual determinado, pudiendo establecer el punto por el cual empezar a ver la imagen y guiar la mirada del espectador de una forma específica.

El orden de lectura de los elementos visuales viene determinado por su peso visual. Su disposición espacial, tamaño y color crean elementos más atractivos que otros. Las líneas y formas, y los propios patrones de lectura, generan direcciones que establecen el recorrido visual.


Javier Alonso Torre

El sol, aislado y brillante ejerce de punto de atención en la imagen. Todos los demás elementos quedan dispuestos de tal manera que pivotan hacia él.

Canon 5D Mark II, Canon 17-40 mm, f/4.0 @ 17 mm, ISO 100, f/13, 30 s. Trípode, degradado inverso 2 pasos, degradado suave 2 pasos (inclinado).

Herramientas perceptivas

La mente humana es una “herramienta” realmente capaz y maravillosa pero cuando hablamos de percepción visual no utiliza la lógica de forma fiable. Las ilusiones ópticas son un claro ejemplo de esto. Cada individuo se encuentra sujeto a enfoques internos, presiones externas y muchos otros factores que dependen de sus circunstancias. Como fotógrafos nos puede resultar muy provechoso comprender como reaccionan los seres humanos ante determinados estímulos visuales.

RITMO, MOVIMIENTO Y DIRECCIÓN

La distribución de puntos, líneas, formas y espacios genera una serie de dinámicas visuales que inciden en la visión general de la imagen. Con ello podemos transmitir la sensación de movimiento, marcar una dirección y, con la repetición de elementos, generar ritmo visual.

La fotografía es una captura fija y estática de un momento o motivo, por lo que crear la sensación de movimiento es un factor determinante en la fotografía. Como hemos visto el propio formato del encuadre, las líneas y las formas generan una direccionalidad que nos permite guiar la mirada del espectador y marcar el recorrido visual. Una forma de lograrlo es trabajar con el espacio. Dejando mayor espacio delante del sujeto le aportamos dinamismo y ese parecerá “moverse”. Al colocar espacio frente a un objeto en movimiento acrecentamos esa sensación de movimiento y dirección.


José Miguel Palao

Ley de la mirada

La mirada del sujeto fotografiado genera una gran percepción de movimiento y dirección. Nuestro cerebro siente curiosidad por descubrir que es aquello que está observando el sujeto fotografiado. De esta manera, si dejamos un espacio mayor en esta dirección, aportaremos dinamismo a la fotografía.

Canon 7D, Canon 17-40 mm, f/4 @ 17 mm, ISO 400, f/10, 1/160 s.

El ritmo se puede definir de forma sencilla, como la sucesión regular y dinámica de elementos en una fotografía.

De forma instintiva nos viene a la mente la música al pensar en ritmo y es que generalmente va ligado a la percepción auditiva, pero igualmente es determinante dentro de la percepción visual. La música sin ritmo no es más que ruido, pero cuando lo consigue de forma regular se vuelve agradable al oído. De igual manera, el ritmo en una fotografía genera una sensación agradable al espectador; implica movimiento y dota de dinamismo e interés a nuestras composiciones.


Joaquín F. Caparrós

Un ritmo predecible y monótono y aburrido; en esos casos interrumpir el ritmo, incrementar el dinamismo de la imagen y fijar un punto de interés.

Canon 7D, Tokina AT-X 124 PRO DX 12-24 mm, F4(IF) @ 17 mm, ISO 100, f/11, 0.4 s. Trípode.

Puede tratarse de un ritmo simple; este contiene elementos semejantes, los cuales se encuentran distribuidos de manera uniforme, o de uno complejo, aquel que posee intervalos de diferente duración y elementos de características distintas, pero también contiene repetición.

Como hemos visto el ritmo proporciona a la imagen una gran fuerza dinámica y aunque las dimensiones del encuadre establecen límites, una vez que el ojo del espectador reconoce la repetición, incluso es capaz de generar el movimiento de la mirada hacia un área fuera del mismo.


Juan Tapia

Esta fotografía posee una configuración más compleja a la hora de trabajar el ritmo visual. En ella se muestran dos zonas bien diferenciadas, una basada en la repetición de líneas (ritmo lineal) y la otra en formas (ritmo formal).

Canon 5D Mark II, Canon 100 mm macro, ISO 400, f/9, 1/30 s. Trípode y cable disparador.

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9788412361629
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