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Estándar VIII: Educación interprofesional promovida por la simulación

Las complejas necesidades de la asistencia médica en la sociedad actual requieren que los profesionales de la salud trabajen como un equipo colaborativo. La seguridad y la calidad en el cuidado de la salud dependen de la habilidad del equipo de salud para cooperar, comunicar y compartir destrezas y conocimientos de manera apropiada. La educación interprofesional promovida por la simulación es un enfoque colaborativo para el desarrollo y dominio de las competencias de práctica interprofesional. Las experiencias basadas en la simulación son reconocidas como una manera efectiva para promover el trabajo en equipo en salud (21).

La educación interprofesional (EIP) promovida por la simulación está diseñada para que los individuos “aprendan sobre, desde y entre sí para facilitar la colaboración efectiva y mejorar los resultados de salud” (15), a fin de crear oportunidades para un aprendizaje con un propósito determinado. Crear estas oportunidades de aprendizaje puede ser difícil dada la gran cantidad de variables naturales presentes en la educación por simulación (por ejemplo, simulación, simulador, programa de simulación, currículo, horarios, participantes y educadores), que pueden tener un impacto en el aprendizaje (21).

Una manera para lograr el máximo aprendizaje interprofesional que pueda sobrellevar estas variables es que los educadores usen teorías publicadas (educativas, organizacionales o gerenciales), conceptos, marcos, estándares y competencias que guíen el desarrollo, la implementación y la evaluación de la EIP promovida por la simulación. Las estrategias que surgen de la educación basada en simulación y en la EIP deben integrarse en todos los aspectos de la experiencia. Asimismo, las estrategias que surgen de la investigación de los factores humanos y del desempeño en equipo son esenciales para una comunicación y colaboración efectivas en la simulación de la EIP (21).

Para lo anterior debe considerarse un plan de evaluación al diseñar una actividad de EIP promovida por la simulación a fin de medir los resultados de la metodología, la experiencia y el aprendizaje, lo que contribuye al cuerpo de la ciencia específica en esta. La simulación y la EIP están vinculadas a la seguridad del paciente, aunque existe poca evidencia que valide este vínculo, y la mayoría de las herramientas disponibles carecen actualmente de desarrollos psicométricos. De esta manera, se hace necesaria la investigación que utilice medidas válidas y confiables para determinar la efectividad del vínculo simulación-EIP e incluir cambios en actitudes, práctica clínica y resultados de los pacientes. Se anima a investigadores y educadores a difundir resultados de las experiencias de este vínculo (8,19).

Estándar IX: Operaciones (publicado en 2017)

Las operaciones de simulación comprenden la infraestructura, las personas y los procesos necesarios para la implementación de un programa de educación basada en la simulación (EBS) efectivo y eficiente. Las interacciones de estas piezas deben formar un sistema que se integre con entidades de educación y salud más grandes para lograr las metas de EBS. Esta educación ya no es un complemento al entrenamiento de cuidado en salud o a los programas de desarrollo profesional, sino que constituye un programa integral e integrado que requiere perspicacia comercial y personal técnico capacitado que sirvan como miembros de un equipo que provee de liderazgo y apoyo en la prestación de la EBS (8,19).

Estándar X: Diseño

El diseño de simulación estandarizada proporciona un marco para desarrollar experiencias efectivas basadas en la simulación. Este diseño incorpora las mejores prácticas que surgen del aprendizaje adulto, la educación, el diseño instruccional, los estándares clínicos del cuidado, la evaluación y la pedagogía de simulación. El diseño de simulación con un propósito definido promueve la estructura esencial, el proceso y los resultados que deben ser consistentes con las metas programáticas o la misión institucional (8,19).

A manera de cierre, la simulación clínica ha demostrado ser una herramienta efectiva que mejora los procesos de aprendizaje y el desarrollo de competencias a partir de la motivación al estudiante, para un compromiso real con el saber, el profesionalismo y la ética; esto, a su vez, genera el reto de saber utilizar los conocimientos adquiridos y enfrentar situaciones imprevistas al aplicar los principios del razonamiento profesional.

Además, es indispensable que el profesor establezca los objetivos de aprendizaje de las actividades que va a desarrollar en la simulación de manera que sean específicos, medibles, alcanzables, verificables y realistas. De esta manera, el estudiante podrá, mediante su esfuerzo y motivación, desempeñarse en coherencia con lo esperado de un proceso de aprendizaje concreto y significativo. Podrá también ser capaz de anticiparse a los problemas que puedan surgir, y así contar con opciones a la mano que le permitan proporcionar el más alto nivel de atención y seguridad a sus pacientes.

La realimentación inmediata en una experiencia de simulación enriquece en gran medida la habilidad de los estudiantes para tomar decisiones, actuar y reflexionar sobre las consecuencias de su acción teniendo en cuenta que no existe el riesgo de perjudicar a un paciente real. Asimismo, la autonomía, la dedicación, el respeto, la caridad y el trato humano se afianzan en el sentido ético de un profesional a través de la simulación.

Referencias

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CAPÍTULO 2
Práctica simulada en ciencias de la salud-fisioterapia

doi: 10.5294/ 978-958-12-0563-9.2020.2

Resumen

La práctica simulada es una herramienta de aprendizaje útil en la formación de profesionales en salud, en especial en Fisioterapia, dado que los fines de aprendizaje permean escenarios y acciones educativas que permiten a los estudiantes estar en un contexto cercano al real, por medio de situaciones de salud de futuros pacientes y/o usuarios, quienes requieren de procesos de interacción para reestablecer el movimiento corporal humano para rehabilitar, habilitar e incluir a la persona en su entorno habitual. A su vez, la simulación permite, también, una relación dialéctica entre el docente y el estudiante para construir el aprendizaje. Este es el contenido del presente capítulo, entendiendo la relación docente-estudiante por medio de la reflexión del hacer profesional.

Palabras clave

Práctica, salud, simulación, educación basada en competencias, fisioterapia, pensamiento crítico.

Práctica simulada en ciencias de la salud-fisioterapia

El proceso educativo se caracteriza por la relación dialéctica entre los objetivos, el contenido, los métodos, los medios y la evaluación. Estos elementos establecen una relación lógica, donde el objetivo ocupa el papel rector, pues expresa la transformación planificada que se desea lograr en el educando en función de la imagen del profesional o especialista, y, por tanto, determina la base concreta que debe ser objeto de asimilación (1).

Así, la simulación permite situar al estudiante en un contexto cercano a lo real, al establecer un ambiente con las características requeridas para el abordajeafrontamiento de las situaciones a las cuales se enfrentará durante la práctica clínica real (2). El uso de esta estrategia constituye una forma pedagógica para que los estudiantes desarrollen competencias como la comunicación oral y escrita, la toma de decisiones, el afrontamiento de situaciones desde el aspecto psicológico del usuario/paciente, entre otros, con lo cual, el educando perfila su toma de decisiones. Este escenario simulado al que se hace referencia, según las circunstancias para las cuales se diseña, debe contar con el acompañamiento de un profesional en el área que observa cada acción que realiza el estudiante en beneficio del proceso de aprendizaje (3).

De esta manera, la simulación favorece las habilidades prácticas e interpersonales sólidas antes de ingresar al ambiente clínico para que, una vez allí, puedan maximizar las oportunidades de aprendizaje adicionales. La simulación no pretende reemplazar la necesidad de aprender en el entorno clínico, pero a través de una mejor preparación se puede optimizar la experiencia clínica y la atención al paciente. Para desarrollar la simulación se deben tener en cuenta los siguientes puntos clave: 1) debe ofrecer un entorno seguro en el que los estudiantes puedan desarrollar y mejorar habilidades a través de la práctica; 2) los principios educativos deben sustentar los programas en los que los simuladores y la simulación son utilizados; 3) la integración del entrenamiento basado en simulación con la práctica clínica debe darse en todos los niveles para tener éxito (4).

En el presente capítulo se incluyen algunos antecedentes en los cuales se aborda la práctica simulada como herramienta para el proceso de enseñanzaaprendizaje en áreas de las ciencias de la salud, y se precisan sus alcances, abordajes, resultados, entre otros.

Pensamiento crítico y hacer profesional

El pensamiento crítico toma la realidad como un punto de partida para el acto de conocer y cobra sentido en la medida en que posibilita la realización de prácticas transformadoras (5). En este contexto, la práctica simulada se constituye en un espacio de reflexión crítico sobre el hacer-saber fisioterapéutico al reconocer los procesos de determinación social que condicionan la salud de las personas (6).

En este sentido, para que se dé el pensamiento crítico es primordial identificar las estrategias que se deben implementar a fin de asegurar que el estudiante desarrolle competencias que le permitan actuar con autonomía, convicción, decisión y con pensamiento crítico, para enfrentar con éxito en su ejercicio profesional situaciones problema y que a la vez sean constructoras de su propia formación (7); toda acción formativa, independientemente de su enfoque, debe llevar a la construcción, el desarrollo y la gestión del conocimiento, que le permita al profesional ubicarse laboralmente y crecer como persona, de tal manera que la educación sea el instrumento fundamental para el desarrollo progresivo del campo cognitivo hasta el logro de su aplicación en diversos entornos (8).

En nuestro país, todos los actores relevantes –dirigentes políticos, ministros de educación, secretarios de educación, rectores de instituciones educativas, docentes, estudiantes y padres de familia– han incidido en la educación, la cual ha tenido históricamente cambios que son motivados por las diferentes concepciones que sobre esta se tienen. No en todos los entornos se puede trabajar de igual manera, por esta razón, reflexionar sobre la teoría y la práctica en la formación de profesionales de la salud es, sin lugar a dudas, plantearnos nuestra práctica docente con una orientación crítica de lo que hacemos, cómo lo hacemos, por qué lo hacemos y cómo podemos mejorarlo (9). Los procesos de enseñar y aprender en entornos complejos, cambiantes, con alta imprevisibilidad –como lo es el de la salud– necesitan desarrollar tanto en el docente como en el estudiante habilidades y actitudes que promuevan aprendizajes significativos a lo largo de la vida (10), y la simulación en fisioterapia es una oportunidad para explorarlos.

De esta manera, los cambios constantes que viven el ser humano y la sociedad han llevado a las instituciones y agentes educativos a la identificación y búsqueda de nuevas herramientas, estrategias didácticas y escenarios de aprendizaje que puedan aproximar a los estudiantes a contextos cercanos a la actualidad y la realidad (11), como la simulación.

Es relevante comprender que la formación de estudiantes demanda de las universidades pensar, en el marco de sus programas, cómo abordar las realidades y los cambios en las modalidades de enseñar y aprender que en ella convergen; tal vez, estos cambios se miren desde la manera de enseñar, la forma de aprender y la vía para implementar lo asimilado en la práctica académica para su futuro profesional. Por tal motivo, la práctica simulada se debe entender como un nuevo abordaje en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en el que se brinda la constante de realimentación con la cual el educando y el docente construyen el camino y, tal vez, resuelvan a corto o mediano plazo situaciones en las condiciones de salud de un usuario/paciente y, a largo plazo, generen políticas que permitan permear de manera pertinente la forma de enseñar e interactuar en realidades.

En la educación de los profesionales de la salud, la actividad profesional por excelencia es la atención al paciente/usuario, la cual involucra el desarrollo de la competencia genérica de pensamiento crítico (11); este es un asunto en el cual el pensamiento de las personas –en este caso para los educandos– se crea en un círculo positivo entre decidir y juzgar situaciones específicas en un contexto determinado, no solo a nivel profesional, sino personal. Se establece que el pensamiento crítico implica poner en marcha aquellas habilidades propias del razonamiento que le permitan al individuo apreciar un concepto desde diferentes perspectivas a partir de las evidencias y creencias personales. En este sentido, es importante que el quehacer docente integre diseños instruccionales que fomenten en los estudiantes las características de un pensador crítico, es decir, con mente abierta, flexible, prudente y tolerante para considerar diferentes argumentaciones y opiniones (11). De esta forma, se debe retar a los estudiantes a participar de actividades complejas propias de la disciplina, donde puedan desarrollarse en forma integrada las competencias genéricas en cada uno de los momentos de aprendizaje.

Para lo anterior, se hace necesario contar con un educador crítico, interesado en la reconciliación y la trascendencia de la oposición existente entre el conocimiento técnico y el práctico; “el conocimiento está socialmente construido”, es decir, es una consecuencia de común acuerdo entre los individuos que viven relaciones sociales y vínculos particulares en el tiempo (12).

Como ejemplo, se encuentra el caso de los estudiantes de medicina del Hospital Universitario Virgen del Rocío, en Sevilla (España), que mostraron una clara mejoría en la asimilación de la información, así como en sus habilidades clínicoprácticas conforme se fueron estableciendo escenarios de simulación. Tras la finalización de estos, los propios estudiantes solicitaron más ejercicios de este tipo y consideraron positiva su influencia en el grado de adquisición del conocimiento y su puesta en práctica. Además, valoraron adecuadamente las reuniones de grupo realizadas con la finalidad de corregir errores y aportar ayuda conjunta, las cuales percibieron como fundamentales para establecer un espíritu de trabajo en equipo y fomentar un ambiente de debate continuo (13).

De igual manera, la simulación como metodología educativa ha estado presente en la formación de profesionales de enfermería, sin embargo, es en los últimos años cuando ha irrumpido con mayor fuerza en el ámbito de la enseñanza en salud. Su auge y difusión están relacionados con la preocupación por la calidad y seguridad en la atención de los pacientes, pues aportan al estudiante escenarios que imitan la realidad de entornos clínicos que les permiten adquirir destrezas y confianza en sí mismos, antes de enfrentarse a situaciones reales (14).

Sin embargo, Gaba aclara que la simulación reemplaza o amplifica una experiencia real que está a menudo inmersa en lo natural, y que su práctica simulada evoca o replica, sustancialmente, aspectos de ese mundo real, en una forma interactiva total (14); de este modo, la práctica simulada permite a la dupla estudiantedocente la oportunidad de realimentación frente a la ejecución de sus acciones o la determinación de las mismas, el reflejo de sus habilidades en términos de intervención y comunicación, y lo acertado en la toma de decisiones según los elementos conceptuales y prácticos; además, la simulación permite al estudiante desarrollar un aprendizaje autónomo, significativo, vicario, cooperativo, reflexivo y habilidades de pensamiento crítico.

Asimismo, la simulación tiene un papel cada vez más relevante en la educación médica universitaria y se está convirtiendo en un estándar de práctica en numerosos programas de formación, sobre todo en especialidades quirúrgicas (13). Por esto, se destaca la importancia de que los docentes conozcan, manejen e implementen en su proceso de enseñanza estrategias en escenarios como el que ofrece la práctica simulada, con previo conocimiento de los conceptos aprendidos e introyectados para su implementación en el escenario académico, para que posteriormente los liguen con la práctica como escenario real en la aplicabilidad de los conocimientos y, de esta forma, establezcan planes de estudios que garanticen educar en prácticas cercanas a la realidad, a fin de evitar riesgos para los pacientes y los estudiantes en pro de la calidad de su desempeño en el entorno académico y asistencial (15).

Por tal razón, la simulación es una valiosa estrategia de enseñanza-aprendizaje. Se utiliza como metodología para la formación de habilidades psicomotoras y comunicativas, y también para evaluar las competencias; además, la educación y el entrenamiento basados en simulación han demostrado su efectividad en múltiples áreas, específicamente en mejorar la adquisición de conocimiento médico, la comunicación en el trabajo en equipo, y para disminuir el estrés durante los procedimientos, e incluso en la mejoría de ciertos resultados clínicos (16).

Es por esto que la simulación clínica y su implementación en programas de pregrado y posgrado ha impactado positivamente en la educación en diferentes aspectos como la estandarización de la enseñanza, la incorporación de temas no considerados formalmente en los currículos, en la familiarización de los estudiantes con métodos de autoevaluación y autoaprendizaje, en la ética en temas de salud y, finalmente, en un aspecto difícil de tolerar en la docencia tradicional como es usar el error como un medio de aprendizaje. Para ello, es esencial la formación de profesores que puedan usar la simulación clínica en lo conceptual y en lo técnico, para lograr los mejores resultados formativos posibles, el desarrollo de investigación que fortalezca ese progreso docente, y la difusión y el intercambio de conocimiento (16).

Dado que la simulación recrea un escenario lo más parecido a la realidad y permite que los alumnos puedan resolver un caso clínico (entre otros), y los profesores puedan analizar y evaluar la actuación, el entrenamiento con la simulación favorece la seguridad de los pacientes y evita el error (17).

En la actualidad, un reto importante para los estudiantes de áreas de ciencias de la salud es la aplicación de conocimientos teóricos durante la atención de pacientes con algún tipo de enfermedades, para lo cual deben desarrollar habilidades en el trabajo directo con pacientes. El aprendizaje a través de simulación e interacción con elementos clínicos en ambientes simulados y monitorizados se ha convertido en una herramienta educativa con índices positivos de efectividad en el campo clínico; se han desarrollado métodos como la simulación en gestión de crisis, la reanimación cardiopulmonar y la ventilación mecánica que demuestran que la aplicación de esta metodología educativa tiene efectos significativos en las habilidades clínicas de estudiantes de pregrado (18).

A partir de lo mencionado, la formación de los fisioterapeutas debe contar con docentes que impacten en lo que se aborda desde el aprendizaje, unido a un efecto en la aplicabilidad de lo enseñado; lo anterior redundará en un estudiante o profesional capaz de mejorar la salud de sus usuarios o pacientes con altos están-dares como persona y profesional (19); así, un elemento clave en la formación han sido los modelos educativos en Fisioterapia dirigidos al aprendizaje experiencial. Históricamente, se ha contado con personas que actúan como pacientes durante el proceso de aprendizaje, a fin de generar escenarios (casi reales) para que el estudiante ejecute una serie de acciones propias del momento en el cual se encuentra y, de esta manera, dar una oportunidad para su desempeño en este escenario, con el objetivo de fortalecer sus habilidades comunicativas, de ejecución, planeación e intervención con sus potenciales usuarios a nivel clínico, comunitario, de gestión, entre otros. Por esta razón, los métodos centrados en el aprendizaje están cobrando creciente relevancia en la cultura docente universitaria, dado que son más eficaces para el desarrollo de habilidades de aprendizaje autorregulado y autónomo del alumno, al tiempo que mejoran su rendimiento académico (20).

En el documento “El proceso de Bolonia y las nuevas competencias” (21) se exige mayor responsabilidad de los estudiantes, trabajo continuo en cada uno de los semestres, y coordinación de tareas en y con todas las asignaturas. El papel del estudiante se modifica y cobra un significado especial: primero, porque él mismo deberá ser el motor que genere su aprendizaje y, segundo, porque no solo aprenderá dentro de las instituciones superiores, sino que cualquier situación y experiencia educativa podrá acercarlo a la sociedad del conocimiento.

Adicional, el texto en mención destaca que la adquisición de competencias y aptitudes a lo largo de la vida no solo será importante para su realización personal, sino que lo será para el futuro de una sociedad basada en el conocimiento. Pero también para los profesores los cambios son importantes, tal vez más que para los alumnos. Ahora el profesor no solo tendrá que transmitir contenidos, sino intentar que los alumnos asimilen esos contenidos con una finalidad de futuro, con un objetivo que les ayude a incorporarse a un mundo laboral que justifique con todas las garantías la utilidad de esos saberes. Este cambio de punto de vista va a suponer también una selección diferente de las materias, en donde serán importantes aquellas que lleven a la consecución de una competencia (21).

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