Kitabı oku: «Suministro, Distribución y Evacuación Interior de Agua Sanitaria», sayfa 7
2.5.4 Protección contra la corrosión
Para evitar la corrosión se tendrán en cuenta los siguientes aspectos considerados en el Código Técnico de la Edificación en el Documento Básico HS 4 «Suministro de agua»:
Las tuberías metálicas se protegerán contra la agresión de todo tipo de morteros, del contacto con el agua en su superficie exterior y de la agresión del terreno mediante la interposición de un elemento separador de material adecuado e instalado de forma continua en todo el perímetro de los tubos y en toda su longitud, no dejando juntas de unión de dicho elemento que interrumpan la protección e instalándolo igualmente en todas las piezas especiales de la red, tales como codos, curvas. También se protegerán con los revestimientos adecuados, cuando los tubos discurren enterrados o empotrados, según el material de los mismos, serán:
a. Para tubos de acero con revestimiento de polietileno, bituminoso, de resina epoxídica o con alquitrán de poliuretano.
b. Para tubos de cobre con revestimiento de plástico.
c. Para tubos de fundición con revestimiento de película continua de polietileno, de resina epoxídica, con betún, con láminas de poliuretano o con cincado con recubrimiento de cobertura.
Los tubos de acero galvanizado empotrados para transporte de agua fría se recubrirán con una lechada de cemento, y los que se utilicen para transporte de agua caliente deben recubrirse preferentemente con una coquilla o envoltura aislante de un material que no absorba humedad y que permita las dilataciones y contracciones provocadas por las variaciones de temperatura.
Toda conducción exterior y al aire libre, se protegerá igualmente. Así los tubos de acero lo serán con recubrimientos de cinc y los que discurran por cubiertas de hormigón se dispondrá de manera adicional a la envuelta del tubo de una lámina de retención de 1 m de ancho entre estos y el hormigón. Cuando los tubos discurran por canales de suelo, ha de garantizarse que estos son impermeables o bien que disponen de adecuada ventilación y drenaje. En las redes metálicas enterradas, se instalará una junta dieléctrica después de la entrada al edificio y antes de la salida.
Se evitará el acoplamiento de tuberías y elementos de metales con diferentes valores de potencial electroquímico excepto cuando, según el sentido de circulación del agua, se instale primero el de menor valor. En particular, las tuberías de cobre no se colocarán antes de las conducciones de acero galvanizado, según el sentido de circulación del agua, para evitar la aparición de fenómenos de corrosión por la formación de pares galvánicos y arrastre de iones Cu+ hacia las conducciones de acero galvanizado, que aceleren el proceso de perforación.
Igualmente, no se instalarán aparatos de producción de ACS en cobre colocados antes de canalizaciones en acero, aunque excepcionalmente, por requisitos insalvables de la instalación, se admitirá el uso de manguitos antielectrolíticos, de material plástico, en la unión del cobre y el acero galvanizado, pudiéndose efectuar, sin embargo el acoplamiento de cobre después de acero galvanizado, montando una válvula de retención entre ambas tuberías, así como acoplar al acero galvanizado elementos de acero inoxidable.
En las vainas pasamuros, se interpondrá un material plástico para evitar contactos inconvenientes entre distintos materiales.
Se evitará siempre, como reiteraremos en el capítulo 5 (apartado 7.1.2) sobre la instalación de suministro y distribución de agua sanitaria, la incompatibilidad de las tuberías de acero galvanizado y cobre controlando la agresividad del agua, fijándose las condiciones límites para el agua a transportar por lo tubos de acero galvanizado y cobre los indicados en el Código Técnico Español en el Documento HS4 «Suministro de agua», apartado 6.3 Incompatlbilades (tabla 6.1 y 6.2).
2.6 Dureza del agua
La dureza es una característica química del agua que está determinada por el contenido de carbonates, bicarbonatos, cloruros, sulfatos y ocasionalmente nitratos de calcio y magnesio. La dureza es indeseable en algunos procesos, tales como el lavado doméstico e industrial, provocando que se consuma más jabón, al producirse sales insolubles.
Tabla 2.2 Unidades de dureza y conversión entre ellas
En calderas y sistemas enfriados por agua, se producen incrustaciones en las tuberías y una pérdida en la eficiencia de la transferencia de calor. Si la cal se acumula, se pueden obstruir las tuberías que transportan el agua de consumo doméstico y los calentadores pueden perder vida útil.
Altos niveles de dureza son indeseables por las razones antes expuestas y deben ser reducidos antes de que el agua tenga uso apropiado para las industrias de bebidas, lavanderías, acabados metálicos, teñidos y textiles.
La dureza es caracterizada comúnmente por el contenido de calcio y magnesio y expresada como carbonato de calcio equivalente.
Existen dos tipos de dureza:
• Dureza temporal: está determinada por el contenido de carbonates y bicarbonatos de calcio y magnesio. Puede ser eliminada por ebullición del agua y posterior eliminación de precipitados formados por filtración, también se le conoce como dureza de carbonates.
• Dureza permanente: constituida por todas las sales de calcio y magnesio excepto carbonates y bicarbonatos. No puede ser eliminada por ebullición del agua y también se le conoce como dureza de no carbonates.
Figura 2.9 Niveles de dureza del agua en la geografía española
En España el Centro de Estudios Hidrográficos del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), proporciona una clasificación de la dureza del agua —se mide en miligramos por litro (mg/l) de carbonato cálcico o en grados franceses que equivalen a 10 mg/l— con límites aproximados, «no estrictos». Esto puede ayudar a conocer hasta qué punto afecta a las instalaciones esta característica.
• Aguas blandas: Concentración de menos de 50 mg/l de carbonato cálcico o 5 grados franceses (5°F).
• Aguas ligeramente duras: Concentración de entre 50-100 mg/l de carbonato cálcico, entre 5 y 10 grados franceses (°F).
• Aguas moderadamente duras: Concentración entre 100 y 200 mg/l de carbonato cálcico, entre 10 y 20 grados franceses (°F).
• Aguas muy duras: Concentración de más de 200 mg/l de carbonato cálcico, más de 20 grados franceses (°F).
2.7 Índices de estabilidad del agua
Además de determinar la dureza, el oxígeno disuelto etc. en el agua, es conveniente utilizar algunos de los varios índices que nos dan con suficiente aproximación la tendencia a depositar carbonato de calcio o a disolverlo, evaluando el estado de equilibrio del agua en relación con su carácter incrustante o corrosivo. Estos índices, han sido desarrollados como fórmulas empíricas para obtener una «tendencia» predictiva sobre el comportamiento de un agua dulce en contacto con metales cuya velocidad de corrosión depende de la difusión del oxígeno disuelto en la superficie metálica, tales como el hierro, cobre y latón, por lo que no tienen aplicación para el agua en contacto con metales pasivos que se corroen menos cuanto más elevada es la concentración de oxígeno en la superficie del metal, tales como el aluminio y los aceros inoxidables.
A continuación, exponemos los dos más utilizados: el de Langelier y el de Ryznar, sobre todo el primero.
2.7.1 Índice de saturación de Langelier (IS)
IS = pH – pHs
donde el pH es el del agua analizada y el pHs es el pH de saturación en calcita o en carbonato de calcio, siendo su valor:
pHs = (9,3+A+B)-(C + D) (2.7.1)
Donde a su vez:
A = (Log10[TDS]-1)/10.
B = −13, 12 · Log10 (T°C + 273) + 34,55.
C = Log10 [Ca++como CaC03] - 0,4.
D = Log10 [alcalinidad como CaC03].
y en la que:
TDS | = sólidos totales disueltos (mg/l). |
T | = temperatura del agua en °C. |
C | = calcio como dureza (concentración de CaCO3 mg/l). |
A | = alcalinidad (concentración de CaCO3 mg/l). |
Si IS = 0, agua en equilibrio químico con el CaCO3.
Si IS < 0, agua con tendencia a ser corrosiva (infrasaturada de CaCO3).
Si IS > 0, agua con tendencia incrustante (sobresaturada de CaCO3).
Hay que tener en cuenta que con un aumento del TDS el agua se hace más corrosiva porque en las sales disueltas en el agua los iones negativos y positivos están divididos, entonces cuanta más sal existe en el agua, más conductiva es debido a la presencia de electrones libres. En el proceso de corrosión está presente el intercambio de electrones.
Cuando la temperatura del agua aumenta, la solubilidad Ca(OH)2, Mg(OH)2 y CaCO3 decrece. Por consiguiente estas sustancias precipitarán formando depósitos incrustantes.
La posibilidad de interpretación errónea es mayor en las aguas cercanas a la saturación, con elevadas concentraciones de sulfato en las que el IS puede ser sobreestimado en 0,3 a 0,5 unidades, incluso a pH neutro, por ello para que el índice de Langelier tenga cierto carácter significativo debe situarse por lo menos en + 0,5 o – 0,5 (según algunos autores en + 0,75 o – 0,75) y así poder predecir el comportamiento incrustante o agresivo del agua en cuestión.
Según el R.D. 140/2003 por el que se establecen los criterios sanitarios de calidad de las aguas de consumo humano, el agua en ningún momento podrá ser ni agresiva ni incrustante.
2.7.2 Índice de estabilidad de Ryznar (IR)
IR de 4,0 - 5,5: fuertemente incrustante.
IR > de 5,5 y < 6,2: ligeramente incrustante.
IR > de 6,2 y < 6,8: en equilibrio.
IR > de 6,8 y < 8,5: significantemente agresiva.
IR > de 8,5 y < 9,0: fuertemente agresiva.
IR > 9,0: muy fuertemente agresiva.
2.7.3 Índice de Lucey
Este PPR (Pitting Propensity Rating) o índice del agua se calcula a base de un ábaco empírico creado por V. F. Lucey después de examinar las composiciones de las aguas en las cuales el comportamiento del cobre frente a la corrosión era conocido. Se tiene en cuenta, entre otros, los parámetros siguientes: las concentraciones en iones sulfates (SO4-), cloruros (Cl-), nitratos (NO3-), sodio (Na+), así como el oxígeno disuelto y su pH.
2.8 Incrustaciones
El agua potable posee en disolución una gran cantidad de sales minerales. En su mayoría, estas son sales carbonatadas de calcio. De acuerdo a la zona de donde procede el agua, estos contenidos de sales varían considerablemente.
En ciertos puntos de la instalación donde la velocidad es menor, o en tuberías de agua caliente, las sales precipitan formando incrustaciones en las paredes internas de las tuberías, disminuyendo u obturando su sección, y dificultando el funcionamiento de los mecanismos.
A fin de impedir que se vean afectados tuberías y aparatos, se instalan equipos descalcificadores en determinados lugares de la instalación.
En zonas con aguas muy duras (con gran contenido de cal), se efectúan periódicamente lavados interiores con ácido para desincrustar las acumulaciones de cal.
2.8.1 Mecanismo de la incrustación
Los depósitos incrustantes están constituidos esencialmente por sales de calcio y magnesio, y su formación está relacionada con numerosos parámetros.
Entre estas sales, el carbonato de calcio es el principal elemento perturbador en las instalaciones de agua destinadas al consumo humano, agua caliente a baja y alta temperatura, aguas de refrigeración, producción de vapor hasta 1 5 o 20 bars, aguas de proceso, etc.
Figura 2.10 Incrustaciones en tuberías de plástico y metálicas
Figura 2.11 Incrustaciones sobre un aireador de grifería doméstica
El carbonato de calcio está en equilibrio en solución con el ion calcio y el ion carbonato según la siguiente reacción.
El sentido hacia la derecha corresponde a la disolución de cristales de carbonato de calcio y el sentido hacia la izquierda corresponde a la aparición de cristales.
La solubilidad del carbonato de calcio está pues relacionada con la concentración de calcio y de carbonates así como de las concentraciones de los diferentes compuestos del dióxido de carbono.
El equilibrio que relaciona el calcio a los compuestos del dióxido de carbono es llamado equilibrio calco-carbónico. El anhídrido carbónico tiene una gran importancia en los fenómenos de incrustación. Al disolverse en agua da lugar a la formación de ácido carbónico. El ácido carbónico reacciona entonces con la calcita para formar bicarbonato cálcico:
Esta reacción como hemos visto es reversible, con lo que se puede escribir:
Cuando se elimina el CO2 de forma parcial, por ejemplo mediante un aumento de la temperatura, precipita el carbonato cálcico dando lugar a incrustaciones. Se comprende ahora que en los aparatos para el calentamiento del agua (termos eléctricos, calentadores instantáneos a gas, etc.) donde la temperatura es más elevada, se produzca la obturación de los serpentines o de las tuberías. El efecto de obstrucción de la tubería lleva aparejada una disminución del caudal, características aislantes y daños o destrucción de componentes del equipo.
Ahora ya podemos establecer las «grandes tendencias».
En un agua que inicialmente no produzca incrustaciones, precipitará si:
A una temperatura dada:
• La concentración de calcio aumenta: caso de los circuitos donde se producen concentraciones de las sales minerales por evaporación como ocurre en el agua de las torres de enfriamiento o las calderas vapor.
• La concentración de carbonatas aumenta si se produce, por ejemplo, un aumento del pH.
• Cuando la concentración de dióxido de carbono disminuye por la desgasificación debida a un aumento de la temperatura o a una modificación de la presión parcial de este gas por pulverización-aireación, como es el caso por ejemplo de la torres de enfriamiento o en los cabezales de las duchas de los baños domésticos.
Para unas concentraciones dadas:
• Por modificación de la temperatura que actúa sobre el valor obtenido del producto de solubilidad Ks.
• Por disociación de los iones bicarbonatos en carbonatas. En efecto cuando se produce una elevación de la temperatura los bicarbonatos se descomponen para formar iones carbonatas según la reacción siguiente ya estudiada:
2·HCO3− → CO3+CO2 + H2O
Esta reacción es tanto más completa cuanto más se acerca a los 100°C, suministrando los iones carbonatos necesarios para la precipitación de la sal.
• Por una elevación del pH producido por un aumento de la concentración de carbonatos: este es el caso de las inyecciones de productos básicos en un agua cálcica: lejía, silicatos…
Sin embargo estos parámetros son necesarios pero no necesariamente suficientes. La precipitación de la sal mineral puede tener lugar de dos maneras:
• Precipitación homogénea: de los finos cristales que se forman en el conjunto del volumen de agua. Esta precipitación conduce a la producción de lodos que pueden ser eliminadas fácilmente. Sin embargo, excepto en calderas de vapor o incluso en torre de enfriamiento, este caso suele ser bastante raro.
• Precipitación heterogénea: los cristales se forman sobre las superficies de los equipos. Este precipitado que se fija a las paredes es lo que llamamos incrustación o sarro.
Anexo al capítulo 2. Características corrosivas o incrustantes
Hierro | Es un material usado con frecuencia en sistemas de distribución de agua, y su corrosión es problemática. Si bien es raro que se produzcan fallos estructurales como consecuencia de la corrosión del hierro, una corrosión excesiva de tuberías de hierro puede ocasionar problemas de calidad del agua (por ejemplo, su coloración de rojo). La corrosión del hierro es un proceso complejo que consiste en la oxidación del metal, normalmente por oxígeno disuelto, hasta formar un precipitado de hierro (III). Este proceso produce la formación de tubérculos sobre la superficie de la tubería. Los principales factores de calidad del agua que determinan si el precipitado forma una costra protectora son el pH y la alcalinidad |
Cobre | La corrosión de tuberías y depósitos de agua caliente de cobre puede azular el agua, teñir de azul o verde los accesorios del baño y, en ocasiones ocasionar problemas organolépticos. Las tuberías de cobre pueden sufrir corrosión general, corrosión por erosión y corrosión por picadura. La corrosión general suele producirse con aguas blandas y ácidas: las aguas con pH menor que 6,5 y dureza menor que 60 mg de carbonato cálcico por litro tienen una alta capacidad de corrosión del cobre. La corrosión por picadura del cobre suele asociarse a aguas subterráneas duras con una concentración de dióxido de carbono mayor que 5 mg/l y un contenido alto de oxígeno disuelto. Una gran parte de los problemas de corrosión general y por picadura se producen en tuberías nuevas en las que no se ha formado aún una capa de óxido protectora. |
Latón | El principal problema de corrosión de los latones es la descincificación, que es la disolución selectiva del cinc del latón dúplex (latón con 35-45% de cinc), dejando una masa porosa de cobre de resistencia mecánica baja. Puede controlarse manteniendo una proporción de cinc a cobre baja (1:3 o menor) y un pH menor que 8,3. También puede producirse disolución general del latón, con liberación de metales, incluido el plomo. Puede producirse corrosión por erosión en sistemas con velocidad de flujo del agua alta y aguas que forman capas de producto de corrosión poco protectoras y que contienen cantidades grandes de aire ocluido o disuelto. |
Cinc | La solubilidad del cinc en agua es función del pH y de la concentración de carbono inorgánico total, la solubilidad del carbonato básico de Cinc disminuye al aumentar el pH y la concentración de carbonatos. En aguas de alcalinidad baja, un aumento del pH a 8,5 debería bastar para controlar la disolución del cinc. La corrosión del acero galvanizado aumenta cuando se asocia a tuberías de cobre. |
Capítulo 3
Tratamientos domésticos y terciarios del agua
Por tratamientos domésticos del agua se entienden las modificaciones técnicas efectuadas por los profesionales e incluso por los usuarios en los circuitos interiores del agua destinada al uso y consumo humano, es decir en las instalaciones, fundamentalmente abiertas, de los inmuebles y cambiar de manera significativa su calidad o modificar algunas de sus cualidades, para favorecer o eliminar ciertos aspectos o añadir algún carácter.
Las principales razones para decidir tratar el agua domiciliaria son las siguientes.
a. La incertidumbre, la mayoría de las veces infundada, sobre la calidad bacteriológica del agua (por ejemplo, las afecciones intestinales son frecuentemente relacionadas con una calidad sospechosa del agua de distribución).
b. La introducción en la red de partículas sólidas y consecuente turbidez del agua, con formación de sedimentos que pueden provocar daños en la valvulería y en las griferías. Se depositan a lo largo de las tuberías creando obstrucciones y dando lugar a corrosión localizada.
c. Las disfunciones de la instalación causadas, entre otros motivos, por los contenidos en el agua de carbonato cálcico y magnésico, su pH, conductividad y otros parámetros físico-químicos.
d. La insatisfacción relativa a los aspectos organolépticos, tales como el gusto, olor, color y turbidez que pueden provocar rechazo o la debida a contaminantes indeseables, siendo ocasionados unos por los tratamientos de desinfección con cloro en la planta potabilizadora y otros por la contaminación difusa provocada por:
– Nitratos: uso excesivo de fertilizantes nitrogenados en la agricultura, así como los procedentes de explotaciones ganaderas sin una adecuada gestión de los purines.
– Herbicidas triazinas: utilizados en las prácticas agrícolas.
– Salobridad: debida a la contaminación de los cursos fluviales o a la sobreexplotación de los acuíferos costeros facilitando que las aguas salinas invadan la zona de aguas dulces por desplazamiento de la interfase entre los dos tipos de aguas.
– Geosminas: metabolitos producidos por ciertos hongos y cianobacterias inofensivos que confieren al agua olor y sabor característico a tierra mojada o humedad.
– Triahalometanos (subproductos químicos nocivos que se producen durante el proceso de la desinfección del agua, no habiendo procedimiento eficaz para eliminarlos) o los llamados contaminantes «emergentes» de los que se desconoce su impacto sobre la salud o sus límites tolerables y que incluyen os productos farmacéuticos e inorgánicos y otras substancias derivadas de los alimentos.
En definitiva, la desconfianza en los sistemas de distribución pública de agua y la ncertidumbre sobre sus estándares de calidad, junto a apreciaciones sensoriales y a preocupaciones concernientes a problemas de salud, determinan que el consumidor se sienta cada vez más inseguro, amenazado en una de sus necesidades esenciales. Aprovechando este clima de ansiedad y la tecnificación progresiva de los hogares, las empresas que se dedican al tratamiento del agua, apoyándose a menudo en la publicidad, preconizan la necesidad de que todos dispongamos de unos u otros aparatos de tratamiento, contribuyendo al incremento de la demanda de los sistemas domésticos, sobre todo de los destinados a evitar los problemas más llamativos provocados por la dureza, la corrosión o a mejorar las cualidades organolépticas; correspondiendo a las empresas distribuidoras tranquilizar a sus usuarios insistiendo en que el agua de la red pública responde a todas las normas de potabilidad, y que en muchos casos, estos aparatos no son absolutamente necesarios. Por otra parte, escoger el más conveniente es difícil y complejo, haciéndose el proceso todavía más arduo cuando se cuenta con información errónea o incompleta acerca de la calidad del agua, las opciones de tratamiento, sus costos y requerimientos de mantenimiento. Para que estos aparatos trabajen de acuerdo con objetivo y sin efectos secundarios desventajosos, su aplicación ha de estar ajustada a la calidad del agua y a los materiales. El tratamiento ha de ceñirse en lo posible al objetivo propio de la aplicación (por ejemplo, solo a la instalación de agua caliente), aunque para decidir si es necesario o no tratar el agua del grifo, lo primero se requiere es saber cuál es la calidad de la fuente de agua para lo que debe obtenerse tanta información como sea posible a través de la compañía suministradora.
Centrándonos en uno de los problemas más frecuentes como es el de las incrustaciones, sabemos que la destrucción de los depósitos de sales es extremadamente difícil y en muchos casos imposible, recordando que la solución consiste en hacer intervenir técnicas capaces de impedir su formación, inhibir su crecimiento y en lo posible eliminar la incrustación ya formada. Los métodos utilizados son:
a. Inyección de reactivos autorizados en el interior de las conducciones como silicatos (protege de los diversos tipos de corrosión), ortofosfatos de cinc (para aguas de muy débil dureza y agresivas), silico-polifosfatos (desaconsejados para aguas muy duras, tienen el doble papel de inhibir el crecimiento de las incrustaciones y evitar la corrosión), etc. Sin embargo los métodos más prácticos son los aparatos que existen en el mercado para este fin y que se pueden dividir en tres grandes grupos:
b. Los ablandadores o aparatos de permutación basados en zeolitas, de ciertos silico-aluminatos sódicos sintéticos (zeolita artificial, permutita o resinas catiónicas y aniónicas) que modifican la composición química del agua reduciendo su dureza TH a valores aceptables del orden de los 1 5°F (la dureza cálcica THCa debe ser superior a los 8°F) suprimiendo, por consiguiente, el origen mismo de la incrustación. El efecto de la descalcificación por medio de resinas de intercambio iónico supone aumentar en 46 mg/l el sodio del agua por cada 10°F de dureza eliminada, lo que debe ser tenido en cuenta por las personas hipertensas.
c. Sistemas domésticos de osmosis inversa (con capacidades de permeado no superiores a los 50 l/día) siempre y cuando el agua esté pretratada para eliminar la precipitación del CO3Ca y otras sales, antes de entrar en las membranas. Son adecuados para aguas de dureza superior a los 80°F, altos contenidos en cloruros y/o en nitratos, pudiendo facilitar agua con un 85% menos de materias indeseables. La presión en la red debe ser estable y no muy baja.
d. Los tratamientos físicos mediante aparatos anticalcáreos no convencionales que teniendo por objeto evitar los depósitos no modifican la dureza del agua ni de ningún parámetro físico-químico. Pueden estar basados en fenómenos magnéticos, eléctricos o electromagnéticos.
Desde el punto de vista normativo, el CEN (Comité Europeo de Normalización) es el órgano encargado de desarrollar las Normas Europeas y el Comité Técnico que tiene asignados los trabajos de normalización de los productos y equipos de tratamiento de agua en el interior de edificios es el TC-164, siendo el grupo de trabajo WG-13 el que desarrolla y está elaborando las normas sobre filtros mecánicos, sistemas de dosificación, descalcificadores, desnitratadores, sistemas electrolitos, desinfección mediante ultravioletas, separación mediante membranas, filtros de carbón activo, etc.
El Código Técnico de la Construcción Español especifica que en el caso de que se quiera ncorporar un equipo de tratamiento de agua en la instalación interior se pondrá, para evitar la inversión del sentido del flujo, sistemas antiretorno antes del equipo de tratamiento (apartado 2.1.2), que no deberá empeorar el agua suministrada y en ningún caso incumplir con los valores paramétricos establecidos en el Anexo I del Real Decreto 140/2003 (punto 3.2.1.6.1).
Los materiales utilizados en su fabricación deben tener las características adecuadas en cuanto a resistencia mecánica, química y microbiológica para cumplir con los requerimientos inherentes tanto al agua como al proceso de tratamiento (punto 3.2.1.6.2 del Código Técnico), especificando en lo que afecta al funcionamiento (punto 3.2.1.6.3 del citado Código).
1. Deben realizarse las derivaciones adecuadas en la red de forma que la parada momentánea del sistema no suponga discontinuidad en el suministro de agua al edificio.
2. Los sistemas de tratamiento deben estar dotados de dispositivos de medida que permitan comprobar la eficacia prevista en el tratamiento del agua.
3. Deben disponer de un contador que permita medir, a su entrada, el agua utilizada para su mantenimiento.
Los productos químicos utilizados en el proceso deben almacenarse en condiciones de seguridad en función de su naturaleza y su forma de utilización. La entrada al local destinado a su almacenamiento debe estar dotada de un sistema para que el acceso sea restringido a las personas autorizadas para su manipulación. (Punto 3.2.1.6.4 del Código Técnico)
El local en que se instale el equipo debe ser preferentemente de uso exclusivo, aunque si existiera un sistema de sobreelevación podrá compartir el espacio de instalación con este. En cualquier caso su acceso se producirá desde el exterior o desde zonas comunes del edificio, estando restringido al personal autorizado. Las dimensiones del local serán las adecuadas para alojar los dispositivos necesarios, así como para realizar un correcto mantenimiento y conservación de los mismos. Dispondrá de desagüe a la red general de saneamiento del inmueble, así como un grifo o toma de suministro de agua (tal como indica el punto 3.2.1.6.5 del Código).
Para poder situar y valorar los tratamientos más convenientes a cada caso es importante conocer los problemas específicos del agua considerada y conocer la gama completa de aparatos disponible en el mercado y sus aplicaciones: