Kitabı oku: «Vida campesina en el Magdalena Grande», sayfa 10
Elementos culturales de la vida campesina en Tomarrazón
Finalizando su relato, el señor Walter Toro nos comenta cómo, a pesar de todas las dificultades y los trastornos generados por el conflicto armado —el cual dejó secuelas en el tejido comunitario—, la gente siempre busca las formas de restablecer ese tejido, lo que se logra principalmente a través de los espacios culturales de integración, resaltando la educación como principal herramienta de desarrollo económico, social y cultural del corregimiento de Tomarrazón:
Aquí la gente de todas maneras trata de pasarla bien. Hay ciertos eventos culturales: el 15 de diciembre fueron las fiestas patronales ahí en el pueblo, el 15 de mayo hay otra y la gente siempre trata de sacarle lo mejor a la vida pues, de todas maneras, hay muchas cosas positivas también. Tenemos ese sabor costeño de todo ese cruce de razas, también las fiestas patronales esas que te dije, aquí habían unos muchachos también que tenían ciertos grupos vallenatos, ahora hasta el mismo colegio ha perdido eso porque eso era para que lo siguiera él. Yo pienso que el colegio, no me canso de nombrarlo, es un pilar fundamental en el trascender siempre de la cultura y transmitirla, lo que es tecnología y cultura, todo, depende [de] una buena institución. Tenemos una muy buena planta física, pero yo pienso que ellos tienen que redireccionar muchas cosas, hay muchas cosas que hay que recuperar (E. Deluque, comunicación personal, diciembre del 2016).
Tensiones en la frontera: campesinos de Carraipía
El corregimiento de Carraipía está ubicado al suroriente del municipio de Maicao, en el departamento de La Guajira. Esta población colinda con el vecino país de Venezuela. Se encuentra en las faldas de los Montes de Oca, que son las últimas montañas del sistema de la Serranía del Perijá en Colombia. Por el lado noroccidental lo cruza la carretera que conecta al municipio de Maicao con el de Albania y, desde el otro lado de la vía, el inicio de las sabanas aluviales y semidesérticas del departamento.
El municipio de Maicao ha sido históricamente un centro de intercambio comercial con el vecino país de Venezuela, cuyo abasto de alimentos se hacía gracias a los corregimientos que quedaban en la zona de Montes de Oca, donde la calidad de las tierras, las condiciones ambientales, los distintos pisos térmicos, la abundancia de agua y su beneficiosa ubicación geográfica hacían de estos una de las promisorias despensas agrícolas del Caribe colombiano. Sin embargo, al referirse a Montes de Oca, al revisitar la historia del campesino y la agricultura de esta subregión y, por supuesto, al reconstruir los relatos sobre intercambio comercial en la frontera, es ineludible que la mayoría de personas de Maicao y sus alrededores recuerdan la importancia de la tradición campesina que ha tenido el corregimiento de Carraipía.
A Carraipía se llega por el municipio de Maicao: en su vía de salida hacia el Sur de La Guajira se toma un carro de una cooperativa de transportadores que va cada 15 minutos a este corregimiento, pues es uno de los lugares ideales para tomar a un precio más económico el transporte ilegal hacia Venezuela (vía por trochas hechas por contrabandistas, desde Carraipía hasta Majayura donde queda la frontera binacional). El trayecto Maicao-Carraipía tiene una duración de unos 30 minutos. Cabe anotar que esta carretera es sumamente peligrosa: los índices de atracos son bastante altos y la presencia de grupos armados es preponderante. Así mismo, asumir cualquier tipo de acción investigativa en la zona genera algunas desconfianzas y constantes preguntas.
Imagen 17. Calle de Carraipía adornada
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
Poblamiento
Carraipía, cuyo telón de fondo está adornado con las alturas de los Montes de Oca, es un corregimiento de bastante actividad comercial y tránsito constante de personas. Tiene una sola calle pavimentada que, al adentrarse en la zona rural, se convierte en un carreteable utilizado por los contrabandistas y viajeros sin documentos. Los camiones de gasolina salen y entran de la llamada “avenida principal”. Los canastos azules de cervezas venezolanas hacen parte del paisaje de casi todas las casas del lugar, indígenas wayuu también son parte de la población mayoritaria y, sobre todo, una inexistente presencia de la fuerza pública del Estado.
Imagen 18. Dirigentes campesinos de Carraipía
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
En la calle o “avenida principal” vive el señor Juan Álvaro Blanco Solano, un dirigente campesino reconocido en toda la subregión de Montes de Oca y excorregidor de Carraipía. El señor Blanco recuerda algunos elementos de cómo era el pueblo:
Yo nací en Carraipía en los años 53, tengo 63 años. Aquí, según cuentan nuestros antecesores, en el año 48 más o menos comenzó la bonanza aquí en Carraipía, cuando comenzaron a colonizar la tierra, más que todo en la sierra de Carraipía, con el negocio de la madera, el roble, el cedro, la caoba. Yo recuerdo que mi papá, el difunto Víctor Blanco Solano, comenzó a sembrar el maíz a medida que iban aserrando, derrumbando… las mejoras de tierra las civilizaban, sembraban el maíz y arriaban en mula. En aquel entonces los trabajos los hacían a machete y hacha porque eran los medios que existían en ese entonces, los años 50 por ahí.
Aquí hubo un señor apellido Guillén que, en esa época, llegó a sembrar bastante cantidad de caña, y sacaba una miel y la traía para vender, la traían en bestia también, pero más que todo, principalmente, el cultivo era el maíz, la yuca y árboles frutales también, porque la tierra de la serranía de Carraipía sí se presta para muchas cosas. Aquí en el plano habitaba en ese tiempo mi abuelo, que tenía finca allá en la Sierra. Él era dueño de la finca esa y ahí sembraban yuca. En aquel entonces ya tenía auge la ganadería. Él llegó a tener en aquel entonces 400 reses porque él vino aquí en los años veinte (J. Blanco, comunicación personal, diciembre del 2016).
Históricamente, se entiende que Maicao es un pueblo de la comunidad wayuu que se formó gracias al constante intercambio comercial, la cercanía con los puertos de contrabando en el mar de Castilletes y en la Alta Guajira que, entre los años treinta y la década de los cincuenta, tuvo una gran influencia de inmigrantes árabes con intereses comerciales. Sin embargo, Carraipía —relata el señor Blanco Solano—, por su vocación agrícola y por sus buenas vías de acceso a Venezuela a principios del siglo XX, sería la población que generó la bonanza misma de Maicao, siendo incluso el corregimiento más viejo en la práctica de la economía de contrabando:
Hay varias versiones de que Carraipía fue primero que Maicao. Carraipía es más viejo que Maicao. Entonces, entre los años 1912 a 1926, en ese lapso, está la fundación de Carraipía. La primera comisión para controlar el contrabando que mandaron de Bogotá llegó fue acá a Carraipía; entonces, en la plaza se instalaron, pero no demoraron. Cuando comenzaron a llegar los árabes con el comercio entonces ya el movimiento del contrabando estaba allá. Entonces, toda esa gente que mandaron para acá, toda esa gente enseguida la trasladaron para allá porque era donde estaba el movimiento; eso fue en los años entre 1912 al 26 por ahí, está en ese trayecto (J. Blanco, comunicación personal, diciembre del 2016).
Agricultura y contrabando
Carraipía es una comunidad cuya población se desenvuelve entre dos dinámicas económicas: la agricultura y el contrabando. Aunque según los relatos la comunidad siempre ha tenido la vocación agrícola como su principal fuente de subsistencia, la ubicación geográfica, la llegada de los comerciantes y el abandono estatal han hecho de este territorio una de las rutas predilectas para los contrabandistas que, durante décadas, se han dedicado a mover productos desde Colombia hacia Venezuela o viceversa, según las variables políticas y económicas de cada momento.
La agricultura
Como nos venía contando el señor Blanco, desde la llegada de sus abuelos a estas tierras a inicios del siglo pasado la principal fuente de subsistencia de los pobladores de Carraipía era la agricultura y la cría de animales, siendo el principal punto de comercio la población de Maicao, hacia donde siempre han sacado sus productos o, como sucede recientemente, desde donde han venido a comprar sus productos. Esto demuestra que el sector agropecuario sigue siendo uno de los referentes económicos para la población, aunque actualmente viene siendo desplazado por el comercio; en especial, el comercio ilegal: el contrabando.
En la parte de abajo, lo que es “el plano”, como lo llama uno, que es del pegue de la Sierra hacia acá, siembran el fríjol, lo que es la yuca, el maíz, y otros cultivos de pancoger. [De] la siembra, más que todo, se encargaban eran los hombres. En la Sierra sí se encargaban algunas mujeres; por ejemplo, se dedicaban a criar gallinas. Vea, yo recuerdo que mi mamá alcanzó a tener hasta 200 pavos, 100 cerdos que los criaban con los desechos de la cosecha, se alimentaban de la siembra (porque se sembraba guineo, plátano, el “cuatro filo” ese que le llaman). Acá hubo un tiempo, creo que por los años setenta, donde muchas mujeres vivían en la orilla de la que venía el acueducto; le tenían sus tomas y ellas con el agua del acueducto hacían su siembra de hortalizas y eso lo llevaban para Maicao. Ahí trabajaban mujeres y hombres también, en la siembra de hortalizas que le llaman pancoger, sembraban que el pepino, el ají “pataecabra”, el cilantro de castilla, col, rábano y una escobilla blanca que consumen mucho los turcos de Maicao.
Esos productos se llevan generalmente a Maicao. De pronto ahora, como se ha intensificado un poco más la siembra porque ya la gente siembra en más escala, entonces ya tienen contacto con el mercado y vienen y les compran el producto. De Maicao a veces vienen a cargar aquí: lo que es el maíz, las mulas vienen y pesan, se consiguen clientes mayoristas pues. Pero los que siembran a pequeña escala que sus cinco hectáreas, que sus dos hectáreas, ese maíz por lo general lo venden en Maicao, lo mismo que la yuca también la venden en Maicao.
Algunos vivían era de la pesca, por ejemplo, los indígenas por aquí vivían era de la pesca, de la pesca del río: sacaban el bocachico, el mocholo, el barbú, la bujeta, eso era su modus vivendi. Ellos iban los fines de semana, pescaban, traían la ensarta, diez, veinte, vendían en las tiendas y compraban su café, su azúcar para su mazamorra y de eso dependían más que todo los indígenas (J. Blanco, comunicación personal, diciembre del 2016).
De esta forma, el señor Blanco nos cuenta que la agricultura y la cría de animales fueron las principales actividades económicas de la población desde su nacimiento y así mismo deja ver las redes de intercambio entre las personas que llegaron a colonizar estas tierras y las poblaciones que ya transitaban en ellas cuando llegaron; a saber, los indígenas wayuu.
Actualmente, la agricultura viene en decadencia por la ya mencionada actividad del comercio ilegal, pero también porque aquellas personas que aún se mantienen en la agricultura y se niegan a hacer parte de las actividades propias del contrabando no tienen garantías para desarrollar sus actividades. Por ejemplo, el señor Blanco reseña dos de las principales problemáticas que afrontan aquellas personas que desean seguir cultivando la tierra. Por un lado, el difícil acceso al agua desde la construcción del acueducto de Maicao dificulta el desarrollo de los cultivos, por lo que en la mayoría de los casos dependen de las lluvias; y, por otro lado, la informalidad en la tenencia de la tierra no les permite acceder a créditos o proyectos productivos que les permitan mejorar las condiciones de producción:
Pasa una cosa: desde los años setenta, cuando construyeron el primer acueducto para Maicao, el río de Carraipía —de la parte donde hicieron la bocatoma para acá— comenzó a secarse y fue una de las causas de que la gente no sembraba. La construcción del acueducto afectó bastante porque, ajá, las aguas se fueron retirando acá del río y esa gente ya no vivía de la pesca. Había sistemas de siembre en la parte del acueducto, que tenían unas tomas y sembraban las hortalizas. Eran cultivos constantes, pero eso ya no se da tampoco porque usted sabe que la población va aumentando, entonces el agua también se va agotando y ya no es lo mismo de antes. Y muchos siembran es en tierra ajena. Algunos tienen en la Sierra, pero no está legalizado. Acá en el plano, que llama uno, no tienen tierra. De las estribaciones de la Sierra hacia acá le llaman “el plano”, o sea las tierras bajas, [a] eso le llaman el plano. La mayoría de esa gente siembra es en tierra por comodato que le dan, que son de grandes propietarios. La berenjena también la comen los árabes. Entonces esos productos los sembraban con sistema de riego, pero las tomas se las hacían del acueducto. Cuando construyeron la otra toma del acueducto, la tubería nueva, toda esa tubería quedó marginada, la anularon, la gente dejó de sembrar y se salieron de los predios de sembrar porque a dónde iban a sembrar sí no tenían con qué regar porque habían suspendido el agua porque el agua ya iba directa para Maicao (J. Blanco, comunicación personal, diciembre de 2016).
Imagen 19. Campo de fútbol y, al fondo, los Montes de Oca
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
El contrabando
Otro punto importante es el tipo de intercambio comercial que se generaba, en el que el campesino era comerciante, contrabandista en algunos casos e, incluso, llegó a enviar productos a Venezuela. Los asuntos de seguridad se han ido tornando complejos, precisamente al moverse la bonanza comercial, donde a falta de tecnificación los campesinos se han convertido en su mayoría en comerciantes que dependen de la burbuja especulativa que es la economía de frontera. Los precios, las condiciones políticas, la situación de las trochas, entre otros elementos, han generado que se proliferen muchos asuntos de orden público en un lugar donde no hay mayor custodia de las Fuerzas Armadas de las dos naciones. Las tensiones entre campesinos e indígenas se tornan, en ocasiones, muy complejas; ejemplo de ello era la situación que vivía el señor Blanco a la hora de nuestra visita:
Imagen 20. Calle principal de Carraipía
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
Ahorita, de grupos así armados al margen de la ley, aquí hay es problema de seguridad es con personal de por aquí mismo con la cuestión de los atracos; por ejemplo, al marido de ella, que es mi yerno, lo atracaron hace como 21 días. Iba a cargar gasolina y salieron unos chinitos y lo levantaron a tiros y lo mataron. Los chinitos son los indios (wayuu) de aquí. Aquí, a 3 kilómetros de aquí, para la vía de Montelada, por donde va el movimiento de la gasolina, pero de grupos al margen de la ley no, eso no hay. Es tranquilo. Aquí hay batallón ahorita, aquí a 300 metros hay batallón. El ejército tiene patrulla acá, tiene patrulla para acá, pero siempre hace falta que la policía entre a los establecimientos públicos así sea una vez a la semana, pero ya ellos viendo que llegan, que no sea el mismo día, por ejemplo, un viernes. Un sábado, un domingo que entren a un billar, a otro billar, que hagan requisa (J. Blanco, comunicación personal, diciembre de 2016).
Imagen 21. Mujer trabajando con hacha
Fuente: Archivo Oraloteca (2017)
Las tensiones entre campesinos y los wayuu o “chinos”, como les llaman popularmente en Carraipía a los miembros de esta comunidad, evidencian que los conflictos que se dan entre “arijunas” e indígenas se profundizan en cuanto a la necesidad de administrar u organizar el territorio y las dinámicas del mercado en el contrabando. Existe, en general, una idea del campesino no indígena acerca de los “chinos”, alrededor del hecho de estar, supuestamente, ligados a los atracos o a la negligencia al trabajo. Esta situación, por supuesto, ha sido una constante desde que las poblaciones de campesinos y comerciantes se empiezan a constituir en La Guajira, dado que las relaciones políticas en esta zona se enmarcan, en buena medida, en las reglas y la jurisprudencia relacionada con la autonomía indígena.
Otro tema importante que relata el señor Juan Álvaro Blanco Solano tiene que ver con el hecho de las relaciones comerciales con los campesinos y productores de Venezuela. En este asunto expresa que ha sido Colombia la que principalmente, durante décadas, había exportado productos para el mercado y la dieta alimenticia del vecino país. En este sentido, los intercambios económicos y la influencia de la dinámica indígena han contribuido a una disolución social de la frontera legal para convertirse en un límite integrador en medio de la crisis de estado en la zona:
No, para Venezuela no enviábamos nada. Venezuela más bien trae a vender a Maicao. Traen yuca, traen limón de Venezuela. De acá cerca de la frontera está Majayura, a 20 kilómetros, una vía que va por acá, no la Panamericana, esta es una vía que va a Majayura que utilizan los contrabandistas. Entonces, en ese sector, como por ahí siembran mucha agricultura, siembran el plátano, la yuca, las hortalizas, y muchos de ellos —y ahora con la situación de Venezuela con más razón— vienen a vender a Maicao porque es donde les da la base. Venden y compran en Maicao y llevan el producto ya invertido allá, como la harina. Como sabes que eso está escaso allá, pero siempre ha habido ese intercambio allá, pero ahora la baja del bolívar ellos son los que traen las cosas, antes era a lo contrario. Se vendía más que todo cuando el bolívar estaba alto; o sea, antes del infierno este que está ahora el comercio. Es que era a lo contrario: o sea, de aquí llevaban para allá, llevaban ganado, ganado que traían de los otros departamentos. Yo creo que aquí hubo una vez que Fedegan exportaba ganado, aquí había unos corrales y Fedegan los manejaba. No es que lo traigan en tanta abundancia, es más que todo los que siembran por esta zona porque los que siembran en gran escala, allá los llevan a supermercados allá a Maracaibo, al abasto. A su vez, compiten con los de Majayura, que es el pueblo que está en toda la frontera en la trocha binacional del lado colombiano. Ese corregimiento surgió después de Maicao, es más nuevo. El pueblo surgió fue porque los dueños de finca, más que todo los González, que eran los que más tenían finca y haciendas, entonces toda esa gente que venían de abajo, por ejemplo, del Magdalena, del Cesar, los contrataban para limpiar potreros, para hacer loza fue que se fueron instalando ahí. Entonces la gente que se iba para Venezuela buscando mejores senderos se iban y una parte se fueron quedando ahí en Majayura. Por lo general, hay unos que no tienen tierra, creo que los proyectos, yo no sé si lo habrán aprobado (J. Blanco, comunicación personal, diciembre de 2016).
Organización campesina en Carraipía
El señor Juan Álvaro Blanco Solano reflexiona, para finalizar, sobre otro momento importante que convulsionó la población de Carraipía. Sucede cuando las luchas campesinas toman fuerza en el país. Como lo señalamos anteriormente, Carraipía fue una de las poblaciones referentes para los procesos de organización campesina en el departamento de La Guajira; sin embargo, nos explica el señor Blanco, no se manifestó al igual que en el resto del país, pues en este territorio no se dieron las grandes movilizaciones y los grandes avances se dieron en términos de fortalecimiento organizativo, tecnificación de producción, capacitación del campesinado y, en menor medida, el acceso a la tierra para algunos pobladores:
O sea que aquí no hubo un movimiento campesino, sino más bien organizativo, asociativo. Sí, cada quien tenía su carnet, hacían sus reuniones para meter proyectos para ver qué salía, pero nunca. Bueno, se vieron ahora después que parcelaron, pero ya con las cuestiones de los desplazados. Por ejemplo acá, donde Ángel Enrique, esas tierras sí las parcelaron, pero cuando hubo un desplazamiento que el Gobierno venezolano creó —que fue el de Hugo Chávez que sacó toda la gente campesina que vivía en la frontera del lado de ellos, de Molino, San José Oriente, hacia acá— toda esa zona la desplazaron para acá y todos los cultivos quedaron abandonados, le quedaron a ellos. Entonces de esa gente hubo un grupo que lo ubicaron como a 10 kilómetros de aquí, le compraron al señor Enrique no sé cuántas hectáreas, creo que fue mil y pico, y las parcelaron por familia de 22 hectáreas, pero hacia atrás, que yo recuerde, aquí nunca se le ha dado tierra a los campesinos, que yo recuerde intentos sí, con proyectos, pero nunca les aprobaron nada así sobre proyecto de tierras. Acá venían, dictaban charlas, por ejemplo, que la junta de acción comunal, que la ANUC, pero así de beneficios, nada. Algo superficial (J. Blanco, comunicación personal, diciembre del 2016).
El asunto de la legalización de la tierra se convierte en una constante inquietud en el campesinado que existe en el departamento, sobre todo en el inicio de la zona más desértica de la península guajira; es decir, en los límites entre la Media y Alta Guajira. En esta zona los tímidos intentos de reforma rural no consiguieron hacer un mediano intento de parcelación y formalización de propietarios. Por el contrario, hoy existen familias de ganaderos y algunos cultivadores que provenían de otras regiones del país que, progresivamente, fueron vendiendo las tierras; otras, se quedaron en la región y acompañaban sus actividades productivas en relación con el circuito comercial y potencial para los negocios que fue la ciudad de Maicao hasta los años noventa.
Imagen 22. Casa del campesino en Carraipía
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
Las únicas tierras que se han legalizado son las que corresponden a los Montes de Oca, que fueron declaradas reserva forestal de carácter departamental, lo que genera conflictos a propósito de la discusión sobre la conservación en una zona que vive prácticamente de la subsistencia y de la informalidad. Los campesinos que habitaban estas tierras tuvieron que dejar de sembrar y formalizar las tierras para venderlas:
Ahora es que están medio cultivando otra vez porque eso lo dejaron abandonado. La mayoría de las fincas esas se volvieron monte porque eso lo dejaron solo. Ahora, desde el año pasado hacia acá, es que la gente está volviendo a subir, los que dejaron su finca, y asistiendo, pero como el Gobierno la declaró zona forestal protegida, entonces ahora tienen que legalizarla para vendérsela, ahora dicen que no hay tiempo de legalizarlo los que no legalizaron porque esa etapa ya pasó, no sé cómo solucionan ellos porque hay muchos de los predios que no tienen documentación alguna del Gobierno y, sin embargo, la declararon zona forestal protegida, pero como ellos tienen que sobrevivir, van y tratan de sembrar y, aunque no la legalizaron para ellos, eso es de ellos (J. Blanco, comunicación personal, diciembre del 2016).
Imagen 23. Cultivo y maleza en Carraipía
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
Contrario a un ordenamiento de la tierra con una vocación productiva más o menos clara, lo que hoy existe en Carraipía es responsabilidad de una centenaria ausencia del Estado y de una especie de “nación propia” donde el intercambio económico, el contrabando y la frontera son las únicas reglas supremas. El comando del ejército en el corregimiento da la impresión de ser un emplazamiento simbólico que dijera “esto es Colombia”, más allá de proveer una real sensación de seguridad a los habitantes, viajeros o cualquier ciudadano que se refiera a este corregimiento. Precisamente sobre este abandono estatal en los últimos años hay un debate nacional que han suscitado las grandes cadenas de televisión y sus respectivos noticieros: tiene que ver con los casos de desnutrición infantil en La Guajira, sobre los cuales —y apelando a la capacidad de autogestión de las comunidades en el territorio— el señor Blanco nos refiere lo siguiente:
Imagen 24. Parcela en Carraipía
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
No, es que el Gobierno… por ejemplo, ahora es que yo veo con el tema de la desnutrición del Alta Guajira que le están construyendo granja integral, que si eso se lo hacen en aquel tiempo La Guajira fuera otro departamento, porque dependerían de ellos mismos, no [de] esperar que les manden una cajita de comida, sino que ellos mismos producen y ellos mismos venden, eso hace falta. Sin embargo, la soberanía alimentaria podría solucionarse. Aquí hay una institución agrícola, está a cuatro kilómetros y medio de aquí, se llama Institución Rural Educativa, antes se llamaba Vocacional Agrícola, esa institución trabaja la ganadería y la agricultura, pero no ha mejorado así en cuanto a mejoramiento tecnológico pero sí, los campesinos de aquel entonces a los de ahora sí se han mejorado, por lo que les dictan charlas; por ejemplo, yo el otro día estuve en una capacitación de 56 personas que nos la dictó agro no sé qué de la paz y nos capacitó con 50 horas sobre agricultura tecnológica y han venido dando charlas (J. Blanco, comunicación personal, diciembre del 2016).
En general, se puede entrever que aún existe un advenimiento y una necesidad de que aparezcan programas que desarrollen la capacidad técnica y tecnológica de los campesinos de Carraipía, una denuncia muy frecuente en el sector agrario del Caribe. La diminuta tecnificación que hay es asistida y administrada para uso colectivo por medio de la Umata, del Municipio de Maicao, banderas de lucha que viene impulsando la organización de la población para lograr condiciones de vida digna para el campesinado de Carraipía:
Hay cinco maquinarias: aquí hay una, en Majayura creo que hay otra, en Montelada otra, o sea que la[s] están repartiendo entre los corregimientos. Pero la mayoría de la siembra que ahorita creo que está en dos mil hectáreas en el municipio de Maicao, que en toda su historia creo que va a ser la mejor cosecha y la cosecha más grande. Ahora la tecnología ha mejorado, la mayoría de las tierras están sembradas con maquinaria, arado con maquinaria, sembrado con maquinaria, fumigación con maquinaria y cosecha con cultivadora, no del municipio, pero los que tienen siembran y contratan. Hace falta es como organización y hace falta tierra, que tengan sus tierras, no todos porque no se puede a todos, pero sí que a cierto grupo que se le vaya dando a medida del tiempo, porque ellos teniendo sus tierras les ponen como más amor y el Gobierno está más pendiente, entonces eso hace falta. Fíjese, hay gente que no sembró porque no tenía ni para comer y para sembrar menos. Se ha mejorado y creo que se quiere mejorar, el campesino de aquí necesita que tenga su pedazo de tierra, organizarse y generar desarrollo, no tiene que estar mendigando para ver si le dan una hectárea para que siembre y que el Gobierno le apoye con sus incentivos en la primera cosecha porque ya que él tenga su primera cosecha ya depende de él mismo, pero hace falta eso. Un sistema de riego (porque aquí se siembra es con la época de lluvia) con la construcción de pozos, habilitar determinadas tierras y que los grupos de campesinos estén ahí trabajando, sembrando, produciendo. Por ahí este año se conformó una asociación de productores campesinos agropecuarios de Carraipia; eso es una asociación que está legalizada (J. Blanco, comunicación personal, diciembre del 2016).
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