Kitabı oku: «Vida campesina en el Magdalena Grande», sayfa 9
Bonanza, agricultura y minería
En términos de producción económica, la población del corregimiento de Tomarrazón mantiene una profunda vocación agrícola, aun frente a las dificultades que esta actividad representa en un Gobierno más preocupado por dinamizar y garantizar la permanencia de la minería en su territorio que por la seguridad alimentaria de la población del departamento. En el desarrollo de la entrevista al señor Walter Toro podemos resaltar tres momentos que dan cuenta de las dinámicas económicas de la población en este territorio. Por un lado, se relatan momentos de la bonanza marimbera, ajena a su voluntad e introducida en su territorio sin consultarles previamente; por otro lado, se percibe la ineludible nostalgia por los tiempos de antaño y la abundante producción agrícola, los cuales se ponen en contraste con la situación actual del campesinado en este corregimiento; finalmente, se relata el panorama actual del campesinado de Tomarrazón en relación con la producción minera del departamento de La Guajira.
La bonanza
Durante los años setenta y ochenta, como está contado por la historia oficial del país, surgieron como bonanza en toda Colombia los cultivos de marihuana y coca. El negocio del narcotráfico buscaba zonas donde las propiedades para el cultivo fueran adecuadas y donde las condiciones de acceso y visibilidad no fueran tan fáciles, características que se podían encontrar en regiones cercanas al mar. Por esta razón, la Sierra Nevada de Santa Marta fue uno de los lugares favoritos para el cultivo y la producción por quienes estaban involucrados en este negocio. Teniendo en cuenta, además, que la zona de Tomarrazón —es decir, el piedemonte de la Sierra del lado del departamento de La Guajira— era la zona que mejor cumplía con los criterios de preferencia para este negocio:
Bueno, esta zona por aquí antes más que todo era de café, cacao, aguacate, la malanga, la yuca; después llegó, cuando el mandato de López Michelsen (que vino con la vagancia que trajo la semilla de la yerba maldita) la marihuana. Aquí Tomarrazón fue un punto muy crítico cuando eso: ponían a las personas de por allá abajo a trabajar, a cultivar la yerba maldita porque así le digo yo, sembraban esa cantidad de marihuana, buscaban más que todo a la gente de por allá de Bolívar, Córdoba, para trabajar; si se ponían pesaos los mataban. Entonces aquí se conformó una cadena de unas bandas que hacían retén y todo el que venía bajando de cargar marihuana tenía que dar tanto y si no te mataban y te quitaban la marihuana. López Michelsen fue el que llegó aquí a La Guajira y dio el aval para que el pueblo guajiro sembrara la marihuana. Eso fue público, él fue el que dio la ordenanza de la marihuana. Él dijo que la cultivaran, que a él no le interesaba si los gringos se morían a punta de marihuana o no, pero que se la llevaran. Mejor dicho, que él no lo hizo como un doble sentido, él lo hizo como un propósito para que el pueblo surgiera o saliera adelante porque los gringos venían a comprarla (W. Toro, comunicación personal, diciembre del 2016).
La agricultura
En la narración del señor Toro viven esos tiempos de abundancia gracias a la agricultura; sin embargo, deja ver también el malestar generado por el estado actual del campesinado en el departamento de La Guajira y el abandono al que se ven sometidos por parte de todas las instituciones, estatales o no estatales:
han sido pueblos que, por su ubicación en las estribaciones de la cordillera, buscaron lo más fresco y, en principio, vivían es del campo; lastimosamente que hasta ahora no ha habido un pleno desarrollo en esa actividad, siendo que fue una de las primeras actividades en que se basó la alimentación de toda la población. Sin embargo, usted está viendo que casi no hay apoyo: el Estado tiene muchos pueblos de Colombia, este es uno más, en el abandono, aquí es poco el apoyo que ha habido, [a] uno aquí como campesino le toca duro. La parte pecuaria es la que más ayuda a las personas. Yo vine aquí en primera instancia con la idea de que la parte pecuaria tiene mucho impacto negativo en el ecosistema. Yo tenía la idea de sembrar y hacer parcelas; sin embargo, tuve que desistir de eso porque sembrando, primo, sembrando me estaba consumiendo. Yo practiqué el cultivo se puede decir hasta hace tres años atrás. Entonces empecé, no quería, pero me tocó llegar a echar animales, empasté y, en el primer año, yo me hice tres millones sin echar un machetazo. Yo dije: ¿Qué estoy haciendo yo? ¿Me voy a consumir ahí a pulso sin apoyo? Y tengo tres millones en efectivo. Entonces cambié la actividad por fuerza, por subsistencia, y así me imagino que es la misma historia de muchos campesinos también, eso es una realidad (E. Deluque, comunicación personal, diciembre del 2016).
Imagen 11. Cultivos de maíz en Tomarrazón
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
Así mismo, el señor Walter Toro nos cuenta sobre las principales problemáticas que hacen que los campesinos dejen de cultivar y prefieran dedicarse a otras actividades desligándose, en muchos casos, de su relación con la tierra. De esta forma, nos aproxima a la realidad del campesinado, identificando dificultades y obstáculos que se le presentan al campesino en cada una de las fases de producción.
La tierra:
Primero que todo y como en muchas otras comunidades campesinas de la región y el país, el acceso a la tierra se convierte en la principal dificultad para el desarrollo de una economía agrícola estable. El no poder demostrar los derechos de propiedad sobre un predio limita el acceso a créditos, programas o apoyos del Gobierno hacia la población campesina y, así mismo, el no sentirse dueños de la tierra que trabajan genera desmotivación en las poblaciones que se ven obligadas a sembrar con la incertidumbre de no saber si lograrán cosechar antes de que les toque entregar la tierra, si la producción final de la cosecha será lo suficiente para pagar el arriendo del predio o, peor aún, si el dueño del predio lo venderá para otra actividad y les tocará salir a buscar tierra en otra parte. En estas condiciones de inseguridad social y económica vive el campesinado de Tomarrazón y nos atrevemos a decir que todo el campesinado sin tierra:
Bueno, de los cultivos por acá ahora mismo, que está cultivando la gente con su sudor sin la ayuda de nadie sino de su fuerza propia, hay unos que están cultivando el tomate, el ají, pero pedacitos, y la mayor parte no son propietarios, sino que piden a los que tienen la tierra que les den un pedacito o una hectárea para trabajar; entonces le[s] dicen: “ah, bueno, trabaja aquí”, pero la mayor parte no son propietarios de tierra, sino que trabajan en tierra ajena (entrevista a campesino de Tomarrazón. Archivo Oraloteca).
Siembra y mantenimiento
El señor Deluque recuerda cómo anteriormente la tierra se sembraba por cantidades y no había problemas de propiedad ni nada por el estilo; sin embargo, hoy en día, aun teniendo la tierra, es imposible asistirla toda porque no existen los recursos ni el apoyo. En estos momentos el campesinado de Tomarrazón está asistiendo los cultivos de manera artesanal ante la falta de capacitación y apoyo para la tecnificación de la producción agrícola en el corregimiento:
Anteriormente, el que menos sembraba, el más pobre hace en 10 años hacia [a]trás, como mi difunto padre, mi difunto padre sembraba hasta 15 hectáreas de maíz, 5 hectáreas de yuca, y hoy nadie alcanza [a] hacer eso porque los recursos no dan, porque unas hectáreas de monte hoy en día están cobrando 500 mil pesos para hacerla[s]. Los cultivos se están manejando como de los años anteriores: artesanales. Se manejan artesanales porque no hay ninguna clase de maquinaria para el campesino. Sea la tierra mecanizable o no mecanizable, el campesino todavía hace el trabajo artesanal. Hoy en día lo que siembran es media hectárea, una hectárea porque el sustento no les da para sembrar más. Como no tenemos técnica de riego, de mejoramiento de suelo, no tenemos nada, aquí dependemos como de una especie de suerte. Entonces, cuando uno va a vender todo el mundo tiene el mismo producto y aquí dependemos del pequeño mercado como el de Riohacha y el de Maicao y, además, vienen otros productos de partes tecnificadas como Venezuela, Valledupar, y queda el producto de nosotros por el suelo, esa es la gran problemática (E. Deluque, comunicación personal, diciembre del 2016).
Transporte y comercialización
El conocido mal estado de las vías de acceso hacia las zonas rurales en todo el país incrementa los costos de producción y comercialización debido al alto costo de los fletes para subir los insumos de producción y para extraer la carga hacia los mercados locales. Hoy en día la población campesina está produciendo a pérdida debido a que el gasto realizado en una parcela de tierra no se refleja en el valor del producto cuando es puesto en los mercados. Sumado a esto, hoy en día se privilegian los productos traídos desde el extranjero a raíz de los tratados de libre comercio, lo que deja sin garantías de comercialización al pequeño campesino.
Imagen 12. Vías de acceso en Tomarrazón
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
Una carga de un viaje —y el viaje son 2 bultos de yuca a 15 mil pesos— son 300 mil pesos: 100 que le paguen al del carro y 100 que le pagan al arrancador, ya son 200 mil pesos; al campesino le quedan 100 mil pesos. Por ese motivo no hacen nada y, a causa de eso, el agro se ha acabado aquí en el departamento; eso es más la necesidad. Entonces, cuando llegan a Riohacha a vender el poquito que recogen, los acaparadores, que es el mercado negro, lo quieren comprar a 15 o 20 mil pesos, de ahí no le pasan. Ellos lo están vendiendo a 80 o 100 mil pesos, entonces esa es la idea que vengo peleando yo con los gobiernos departamentales y municipales, peleando un mercado seguro para el agro campesino de Tomarrazón y de toda la región, para que ellos tengan un sustento mayor y una rentabilidad mejor. Parece que el cultivo aquí se ha acabado con la cuestión del mercado negro, el campesino no gana na’. Y, de remate de eso, un carro de Tomarrazón de aquí pa’ allá un bulto de yuca está cobrando al campesino [a] 15 mil pesos y, si ellos lo venden aquí a 10 les está[n] quedando 10 mil pesos, y allá a cada arrancador por bulto les pagan a 5 mil. Entonces, al campesino lo que le está quedando son 5 mil por cada bultico (W. Toro, comunicación personal, diciembre del 2016).
La mina
Sumado a las problemáticas ya expuestas, la llegada de la minería de carbón al departamento de La Guajira ha afectado el ecosistema en general y el corregimiento de Tomarrazón no ha sido la excepción. El polvillo del carbón, el secado de las fuentes de agua, el calentamiento global, son entre otros los factores que profundizan la crisis del campesino. Con evidente impotencia reflejada en sus ojos, nos cuenta el señor Toro que lo más preocupante es que mucha población sigue viendo la Mina como una fuente de progreso y desarrollo para el departamento, sin importar todo el daño que le hace al ecosistema:
Con esa explotación minera hay un sinnúmero de personas también que, a pesar del impacto ambiental y [de] salud que hay, la gente tiende es a buscar el billete. [A] la gente de aquí no le interesa. Hay muchos colegios, por ejemplo, que han perdido el objetivo en el perfil académico que tienen. Este colegio es netamente agropecuario; sin embargo, por la realidad de la vida [de] los estudiantes ellos se levantan es con la idea de irse para el sector industrial, sin importar la enfermedad a raíz de la intoxicación que hay del carbón, pero la gente busca allá… y la prueba está porque yo terminé de estudiar en el 99 y me vine en el 2001 y a mí me ha tocado duro en el campo. En cambio, una persona que trabaja en la mina en dos o tres años ya tiene casa, carro, no se sabe cómo anda de salud, pero la gente se perfila es para allá, esa es una de las problemáticas que hay aquí en el pueblo de Tomarrazón. De igual forma, aquí en el departamento de La Guajira hasta un vendedor de yuca ambulante tiene que pagar impuesto, mientras que [en] la mina no paga impuesto; a lo contrario, la Nación tiene que pagarle a la mina, ellos son los que le pagan. Lo que la mina le quita al Estado, los colombianos lo pagamos, eso yo no le veo ninguna producción (E. Deluque, comunicación personal, diciembre del 2016).
Imagen 13. Campesinos de Tomarrazón
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
Organización campesina en el valle de Tomarrazón
Por razones de seguridad, la estancia en Tomarrazón suele ser corta, pero en lo poco que se puede conversar en la zona el conflicto armado es un elemento que aparece en las conversaciones que se puedan tener con habitantes de esta región. La violencia guerrillera se acentuó mucho en esta zona y, posteriormente, la paramilitar, pues era un corredor que unía con bastante agilidad la Sierra Nevada de Santa Marta con la Serranía del Perijá y, por supuesto, con todos los negocios ilícitos que se pueden manejar en las fronteras no resguardadas. Además, la mina del Cerrejón no se encuentra tan lejos, siendo sus ferrovías objetivo militar permanente durante mucho tiempo por parte de las FARC-EP:
En Tomarrazon ahora mismo la agricultura no se está produciendo porque la mayoría de la población fue desplazada y, como lo estoy explicando, no eran dueños de tierra, entonces quedaron en el aire, no tienen. Todos los de esta región fueron desplazados por las autodefensas, pero todos no han declarado, ellos aparecen como vulnerables, pero, en sí, sí son desplazados porque toda esta zona fue desplazada por la violencia. Esto fue terrible por aquí, más que todo para acá por la vía de Cascajalito, Juan y Medio, para allá fue terrible, para allá una vez hubo un ataque de las FARC con las AUC donde mataron 120 de la AUC el mismo día. Eso fue un desplazamiento que fue para las Casitas, Naime (W. Toro, comunicación personal, diciembre del 2016).
Sin embargo, a pesar de las complejas tensiones que se viven en una comunidad como Tomarrazón, el campesino de la zona intenta superar las fricciones resultado del conflicto y mantener una serie de tradiciones y de naturaleza organizativa que fueron silenciadas durante mucho tiempo. Este corregimiento termina siendo un retrato vivo de la añoranza de tiempos mejores que el conflicto, las realidades económicas y la corrupción le negaron al campesino guajiro.
Imagen 14. Paisaje rural en Tomarrazón
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
En los años noventa, aquí en esta Sierra de San Pablo había muchas producciones. Cuando llegó el mandato de Gaviria las producciones aquí se fueron mermando y todo fue decayendo. Los campesinos por aquí nunca han tenido ningún beneficio del Estado. Aquí el campesino siempre se ha sostenido con sus propias fuerzas. Han venido hablando de tantos proyectos… Ahora mismo el alcalde, que es este Fabio Velásquez, comenzó con unas huertas caseras (casas mallas), está por 12.7 millones de pesos cada casa malla y vayan a ver ustedes esas casas mallas para que vean cómo están. Pues hoy en día esos campesinos aparecen en el sistema como que el gobierno municipal ya les dio un subsidio para que salgan adelante y están diciendo que los campesinos son los que no sirven y los que no sirven son ellos porque se quedaron con la plata, porque no le han dado un peso al campesino y los campesinos aparecen como si hubieran recibido la plata, los pusieron a firmar unos documentos, pero vaya y mire para que vea usted que nunca han sembrado una plantación. ¿Qué hicieron? Llegaron a donde los terratenientes, donde el difunto Vicente Borrego, llegaban a las tierras del difunto Alcides Cholo, que son familias que pasan de más de mil hectáreas de tierra en el corregimiento de Matitas y Tigreras… Entonces, ¿qué hicieron con esos campesinos? Les arrendaban la tierra. Entonces llegaban los dueños de ese pedacito de tierra y a los campesinos se los estaban arrendando por millón quinientos. ¿A quién le quedaba la plata? Al contratista y al dueño de la tierra y el campesino jodido. Entonces ese campesino tenía que llegar a la Alcaldía con un contrato de arrendamiento firmado con los dueños de las tierras. Vayan y miren a la Alcaldía quiénes son los dueños de los contratos: Vicente Borrego, Moisés Enrique, la familia Chole y los Rodríguez. Donde ellos tienen inscritos más de 500 campesinos que están disfrutando del beneficio que les dio el municipio. Así mismo están en el municipio de Riohacha y en el municipio de Dibulla, están peor que aquí, porque al menos aquí no le están exigiendo a esa gente que firmaron los documentos que tienen que pagar. En Dibulla el señor alcalde, Bienvenido, tiene asustados a los campesinos a que tienen que pagar no sé cuánto para darles el subsidio (W. Toro, comunicación personal, diciembre del 2016).
El campesino de esta zona, en particular, tiene la característica de estar muy enterado de los programas y de las políticas del sector agropecuario que afectan directamente sus intereses. No es gratuito que ASOCASAGUA, que es hoy en día la asociación de campesinos más grande del departamento de La Guajira y con miras a organizarse en otros departamentos vecinos como Magdalena y Cesar, haya nacido precisamente en la vereda San Pablo, del corregimiento de Tomarrazón, territorio con tradición organizativa en el departamento:
Las organizaciones campesinas que han habido en la zona, ahora mismo está lo que es puro afro, afro y como del año 80 para acá se ha venido implementando la cuestión de desplazado, hay unas organizaciones de desplazados. La organización de la que yo represento, que es ASOCASAGUA, es la Asociación de Campesinos de La Guajira. Aquí contamos con todas las etnias del departamento: con afro, con campesinos, personas desplazadas e indígenas. Esa asociación nace de aquí de esta región, pero le vamos a cambiar la sigla. Ya no va a ser Asociación de Campesinos de San Pablo y San Pedro, ahora va a ser Asociación de Campesinos de La Guajira, y estamos viendo cómo nos vamos a extender al Cesar y el Magdalena, entonces le vamos a poner ASOACOSTA (Asociación de Campesinos de la Costa) porque ya tenemos unos campesinos afiliados aquí dentro de la asociación, pero hacen parte del Magdalena. En el Cesar, por la vía del Copey y Caracolicito, y por acá por la vía de San Alberto, lejos (W. Toro, comunicación personal, febrero del 2017).
Imagen 15. Campesinos de la vereda San Pablo, Tomarrazón
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
Las veredas del corregimiento de Tomarrazón tienen, en relación a muchas comunidades de La Guajira, un avance significativo en lo que concierne a los procesos para la legalización de predios para los campesinos. Esta situación se debe, en buena medida, a la cohesión del movimiento social de la zona y, por supuesto, a su capacidad de agencia, discusión y debate con el Estado. Las negociaciones de esta comunidad y su interlocución para definir estos asuntos de tierra —y también sobre tecnificación— han llevado a que los líderes del área se sienten a debatir directamente con altos funcionarios del Gobierno Nacional:
Yo soy el representante legal de la asociación de campesinos del departamento de La Guajira, ASOCASAGUA. Me conozco pie por punta cómo es la situación de los campesinos en el departamento de La Guajira: [a] la mayoría de los campesinos del departamento de La Guajira los despojaron de sus tierras, la mayoría trabajaba en tierras de dueños de fincas, los dejaban hacer una hectárea o dos hectáreas (W. Toro, comunicación personal, diciembre del 2016).
Los campesinos de Tomarrazón, a través de los procesos que han adelantado, dan una muestra clara de que, en últimas, las exigencias centrales de esta comunidad y, por supuesto, de la agenda de ampliación de ASOCASAGUA, tienen como discusión principal la tecnificación de la tierra, el mejoramiento de la infraestructura, las garantías de comercialización y legalización de predios. Por ejemplo, la desaparición de los intermediarios lograría, según sus denuncias, generar vínculos directos con las grandes cadenas de comercio y las centrales de abasto sin que el producto sea devaluado. Entonces, se puede afirmar que ASOCASAGUA, más allá de un discurso reivindicativo o reformista, exige el avance tecnológico y económico de los campesinos de La Guajira, a la vez que lucha por su reconocimiento como sujeto político de derechos y condiciones de vida digna para ellos y sus familias.
Imagen 16. Reunión Campesina en Tomarrazón
Fuente: Archivo Oraloteca (2017).
Hay una de las cosas que yo les vengo diciendo a los campesinos que están dentro de la organización: ustedes no piensen de que el Gobierno les da para que ustedes salgan adelante; hoy en día el Gobierno colombiano le da al campesino pobre para que sea más pobre, porque es que él llega y te dice: “ya yo te di 100 pesos, ya no tienes derecho a más nada”, ya a ti se te cierran las puertas porque no tienes conocimiento de, en realidad, cuáles son los deberes y los derechos que tú tienes. En todos estos proyectos que estoy haciendo no estoy agarrado con ningún político de acá del departamento ni de otra parte, sino luchando con los mismos campesinos para, más tarde, no tener tropiezos y que no vayan a decir que “tú tienes que hacer esto porque yo te ayudé en esto”, sino que nosotros mismos actuamos en nuestra propia defensa y le aplico al Gobierno las mismas leyes que él tiene. El Gobierno le lava el cerebro al pueblo colombiano diciendo que esto es del Estado. ¡No! Es que el Estado somos nosotros. Un presidente, ¿qué es? Un miserable líder, como lo soy yo, y un líder para hacer cualquier cosa tiene que pedirle la opinión al pueblo. El presidente aquí no lo hace. El presidente aquí dice: “se va o se va”, por sobre la cabeza de quien sea que ahí eso nadie lo quita. Nosotros lo ponemos ahí es para que administre nuestros bienes, porque si en nuestro país hay oro es de nosotros, de todos los colombianos; si en nuestro país hay carbón es de nosotros, todos los colombianos; el gas es de todos los colombianos, no es del Estado, es de nosotros porque el Estado somos nosotros y nosotros somos los que conformamos el Estado (W. Toro, comunicación personal, diciembre del 2016).
Es la unidad del campesino del Valle de Tomarrazón la que ha generado que los procesos para adelantar la parcelación y formalización estén avanzando. Aunque es claro que este trámite generará muchos conflictos, pues la mayoría de tierras de esta zona es propiedad de influyentes personas de la política y economía de la ciudad de Riohacha. Hoy en día la agenda política de esta comunidad hace resistencia a las proyecciones de actividades de mega minería en el piedemonte donde nacen los ríos que surten de agua todo el valle de Tomarrazón.