Kitabı oku: «¿Extraños amigos?», sayfa 3

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En proceso de construcción

Pues mira, me alegro de ese «cambio de escenario», como tú has dicho porque al hilo de lo que mencionas de la existencia del ser humano, la ciencia también tiene su versión. Según hemos visto, las teorías evolutivas sostienen que el hombre, al igual que el resto de las especies, proviene de la transformación de otras especies anteriores. La aparición del hombre como tal se considera en el momento en que es capaz de caminar sobre dos piernas y tiene un cerebro desarrollado. El desarrollo del cerebro constituye el momento más transcendental de toda la evolución. Eso ocurrió hace cien mil años.

En el proceso evolutivo del hombre se distinguen dos fases bien diferenciadas: la hominización y la humanización.

En la fase de hominización, el hombre comenzó a andar sobre dos piernas, desarrolló el cerebro y adquirió el aspecto que tenemos hoy en día, más o menos. Fue un proceso puramente biológico.

Concluida la hominización comenzó una transformación que no se había producido nunca antes en un ser vivo: la humanización. El hombre, como ser inteligente, comenzó a utilizar las herramientas, la comunicación y el trabajo colaborativo. Ya no necesitaba adaptarse al entorno, podía adaptar el entorno a sus necesidades y defenderse de sus peligros. El pensamiento y el desarrollo de una cultura le permitieron transmitir esos avances de generación en generación. El mejor dominio del entorno supuso también una mayor descendencia. Las crías nacen más débiles e indefensas que las de otras especies, pero el proceso de educación posterior las vuelve fuertes y fomenta su desarrollo.

El hombre se ha convertido en la especie más avanzada de todo el planeta.

A partir de este momento la cultura se diversifica. Nace el pensamiento artístico, religioso, científico y social. El ser humano toma conciencia de su entorno y quiere saber las reglas que lo gobiernan. Llegará un momento en que sea capaz de dirigir su propia evolución.

Estoy de acuerdo con lo que dices: estamos «en proceso de construcción».

Dios no es «ovni-presente»

Después de todo lo que hemos dialogado en este capítulo, creo que son muchos los temas que quedan abiertos y que podemos seguir profundizando, Ana. A mí en todo este proceso creador lo que me queda con más fuerza es el «mimo» y el «cuidado» de Dios en este complejísimo proyecto de la vida.

Hace unas semanas, mi querido amigo Patxi, más conocido por sus populares dibujos como Fano, ofreció una charla sobre cómo evangelizar con imágenes en Málaga[18]. Me pareció muy sugerente cómo hablaba de Dios. Dios está más allá de cualquier telescopio, más allá de lo inimaginable. Pero también está más acá de cualquier microscopio. Dios está en todos los sitios es «omnipresente». Es infinito e inabarcable. No lo podemos imaginar. Es enorme.

Con mucha gracia, Patxi decía que a veces los cristianos más que de Dios omnipotente parece que sentíamos que Dios es «ovni-presente». Creemos que vendrá una luz que nos iluminará. «Dios no es un fenómeno “para-normal”, sino fenomenal para gente normal», afirmaba Patxi. Y es verdad. Dios es invisible, inabarcable, pero está en las pequeñas cosas, en los «pucheros», que diría santa Teresa, o en el chiringuito de la playa.

Un asunto con «guasa» y «san Google»

Competencia entre chiringuitos

Estaba yo el otro día trabajando en casa cuando, de repente, me quedé sin Internet. El navegador comunicaba que le era imposible cargar la página solicitada. La lucecita que indica que el ordenador tiene activada la comunicación por wifi estaba encendida, pero el panel de redes mostraba que no había ninguna red inalámbrica a la que conectarse. El problema estaba fuera de mi equipo. Efectivamente, en el router encontré una sospechosa luz parpadeante. Solo tuve que resetearlo y pude continuar mi trabajo con total normalidad.

Este incidente me hizo pensar en la forma de comunicarnos que tenemos actualmente. Si hace un siglo el teléfono parecía cosa de magia, esto de las redes inalámbricas es como de otro mundo. ¿Te das cuenta, Fernando, de lo mucho que dependemos de este tipo de redes y lo poco que sabemos sobre su funcionamiento los que no tenemos ninguna relación con las telecomunicaciones?

Un ordenador funciona a base de ceros y unos. Aunque nosotros, en nuestra pantalla, veamos imágenes, vídeos y programas con ventanas de colores y diseños muy atractivos, en el interior del equipo existe un programa que lo transforma todo en código binario, un código en el que todo se escribe a base de una sucesión de ceros y unos. Este lenguaje binario es el único que entiende el sistema operativo y el único con el que puede trabajar el procesador. Si queremos que un ordenador se comunique con otro necesitamos conectarlos con un cable y transformar estos ceros y unos en una corriente eléctrica.

Una corriente eléctrica es una circulación de electrones a lo largo de un cable. La materia está compuesta por átomos, y estos, a su vez, por partículas más elementales, de las cuales los protones tienen carga eléctrica positiva y los electrones carga eléctrica negativa. En condiciones normales cada átomo tiene el mismo número de protones que de electrones, con lo que su carga es nula. Para que exista corriente eléctrica tiene que existir una acumulación de electrones en un extremo de un cable y un defecto en el otro. De esta manera se genera lo que se llama un voltaje y los electrones tenderán a recorrer el cable para llegar a la zona de carga positiva y compensarla.

Lo que hace el ordenador es generar un voltaje para el cero y otro distinto para el uno. Así crea una corriente eléctrica variable que puede ser decodificada por el receptor. Pero esto solo ocurre en caso de comunicaciones por cable. Para las comunicaciones inalámbricas esta corriente eléctrica es necesario transformarla en una onda electromagnética variable que transmita el código.

Cuando «saltan chispas»

El electromagnetismo es una rama de la física que se basa en la relación que tienen los campos eléctricos y magnéticos. Son como un matrimonio, entre ellos «saltan chispas» continuamente pero les cuesta estar el uno sin el otro, a menos que estén dormidos. Vamos a empezar por ver qué es un campo.

Estoy segura de que recuerdas todavía al señor del chiringuito del capítulo anterior. Vamos a hacer zoom en la playa y vamos a observarle con más detalle. Sus pollos producían un olor penetrante que se extendía por todo el pueblo. Podríamos decir que los pollos generaban un campo oloroso. Un campo es una perturbación de una región del espacio en torno al elemento que lo genera. Por sí solo no produce ningún efecto, pero sí perturba a los elementos sensibles a sus fuerzas. En el caso de nuestro campo oloroso solo afectará a los seres con nariz. Toda persona que entre en el pueblo sentirá el olor a pollo, sin embargo, las plantas permanecerán inmunes a él.

Una carga eléctrica produce un campo eléctrico que solo afecta a las partículas con carga eléctrica. Un imán produce un campo magnético que solo afecta a las sustancias magnetizadas. El matrimonio duerme. Si se despiertan y entran en contacto «saltan chispas» y se producen las ondas electromagnéticas.

Imaginemos que a nuestro dueño del chiringuito le sale competencia en la misma playa. Como ya me has dicho que te gustan los pescaítos vamos a suponer que otra persona decide instalar un segundo chiringuito junto al de los pollos, pero de pescaíto frito. Este establecimiento generará en el pueblo un olor a pescado que se mezclará con el del pollo. Estaremos ante otro campo oloroso, pero esta vez de pescado.

Como los dos chiringuitos compiten por la misma gente, ninguno de los dos puede despistarse. En el momento en que el nuevo cocinero vea salir el primer pollo estará obligado a ponerse a freír pescado de inmediato si quiere mantener a los clientes. Y al de los pollos le pasa lo mismo. Cualquier indicio de que su vecino esté friendo pescado le pone automáticamente a asar pollos. Un chiringuito de pescado en medio de un campo con olor a pollo genera un campo con olor a pescado.

De la misma manera funcionan los campos eléctricos y magnéticos. Una carga eléctrica genera un campo eléctrico, pero si se mueve, genera además un campo magnético, y juntos los dos campos forman una onda electromagnética. Una onda electromagnética no es más que un campo eléctrico que viaja junto a un campo magnético. Es el olor a pollo que se expande junto al olor a pescado.

La conversión de corriente eléctrica en onda electromagnética tiene lugar en una antena que es la encargada de dirigir las ondas en la dirección correcta. El voltaje variable generado por el ordenador da lugar a una corriente eléctrica variable, que se transformará en la antena en una onda electromagnética variable.

Para que la comunicación se produzca, tiene que existir un equipo que emita y otro que reciba e invierta el proceso: convierta las ondas en corriente eléctrica y la corriente en código binario. Normalmente los ordenadores son emisores y receptores por lo que llevan incorporados los dos equipos.

En el caso concreto de una red wifi, la información se transmite por cable a modo de corriente eléctrica hasta el router. Allí se transforma en ondas electromagnéticas que llegan al ordenador. Este vuelve a convertirlas en corriente eléctrica y luego a código binario. A la inversa, el ordenador convierte el código binario en corriente eléctrica y la antena interna del equipo en ondas electromagnéticas que le llegan al router, donde se convierten en corriente eléctrica, que viajará por un cable hasta su destino.

Después de leer esto ya podemos deducir que lo que me pasó el otro día es que el router, que debía transformar la corriente eléctrica que le llegaba por el cable de Internet en ondas electromagnéticas, no lo hizo. El receptor wifi de mi ordenador se quedó sin ondas que transformar[19].

¿Se puede vivir sin wifi o sin «guasa»?

A mí, sin embargo, valorando lo que son las nuevas tecnologías, me sigue maravillando la manera que tiene Dios de comunicarse en el Antiguo Testamento: cómo le habla a Moisés a través de la zarza ardiente que no se consumía, cómo va creando con su dicción en el primer capítulo del Génesis o la que se lio con la torre de Babel. Dios no necesita de router ni de wifi, pero cuando habla, su palabra no debe caer en saco roto. Si los seres humanos pensamos que somos el centro del mundo y más grandes que el mismo Dios, Él nos da una buena enseñanza de realismo, que fue lo que pasó con la torre de Babel:

Bajó Dios a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los hijos de los hombres, y se dijo: «He aquí un pueblo uno, pues tienen todos una lengua sola. Se ha propuesto esto, y nada les impedirá llevarlo a cabo. Bajemos, pues, y confundamos su lengua, de modo que no se entiendan unos a otros».

No podemos plantearnos estar por encima del Creador, que es lo que simboliza la torre altísima de Babel. Y, a partir de ahí, comienzan los idiomas y los inventos para comunicarse, hasta llegar a nuestros días con el dichoso wifi o Google translator.

Hay que ver lo nerviosos que nos ponemos cuando no funciona el receptor wifi. Es como si los dueños del chiringuito se enfadaran y la clientela quedara desierta. Ciertamente, hoy día la red wifi se ha convertido en algo de primera necesidad en las sociedades occidentales. En algunos pueblos y ciudades hay plazas y parques con wifi. En los hoteles lo ofrecen como un atractivo más, junto a la piscina o a las recreaciones infantiles. ¿Y qué ha pasado con nuestras casas? Normalmente el «olor» wifi sale de la cocina e invade todo el hogar: móviles, televisión, tabletas, ordenadores…

He de confesarte, Ana, que mi sobrino Mario, con once años, me da cien vueltas en esto de las tecnologías. Cuando estamos en verano unos días juntos, suelo lanzarle, cuando lo veo absorbido en su tablet: «Yo tenía un sobrinito…». Y él, que es muy listo, me sonríe y me dice que ya está terminando. Pero no solo los niños, también nosotros los mayores caemos en la trampa de la red. Y esto sí que hemos de cuidarlo. Reuniones en las que con el portátil seguimos «conectados» a otras cosas diferentes al tema que se está tratando, por ejemplo, buscando una información en «san Google» o en la Wikipedia. O sobremesas en las que el WhatsApp (popularmente conocido ya como «guasa») no deja de gorjear su «silbidito». O radiar la vida a través de Twitter…

La red nos ofrece muchas ventajas, pero hemos de estar prevenidos de sus encantos peligrosos. La comunicación familiar, laboral o con los amigos, sin ningún tipo de mediaciones tecnológicas, es fundamental. Hablar de tú a tú. Dedicarnos tiempo en lo cotidiano, en lo normal, sin otros instrumentos. Es necesario y sano. Yo me he quedado pasmado cuando un adolescente ha hecho una pregunta importante y personal a su padre, que estaba en el piso de arriba, por WhatsApp. Y el padre, en lugar de bajar y dialogar con el hijo, le ha respondido otro breve WhatsApp. Así mejor estar desconectados. En este sentido es bueno que respondamos a las preguntas que lanzaba el papa Benedicto XVI: «¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida cotidiana ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo “diferente” al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas?»[20].

Desde luego, los curas tampoco nos libramos. Recientemente, en una reunión en un salón de actos hasta la bandera, nuestro obispo, al final de la misma, se disponía a dar la bendición. Yo le daba un codazo a un amigo sacerdote que estaba a mi lado escribiendo un WhatsApp que, sin duda, sería muy importante, pero no en el momento oportuno. Aunque siempre es discutible, creo que usar el móvil solo con la red wifi evita el peligro de estar continuamente enviando mensajes, por ejemplo, en determinados lugares y ámbitos. Al igual que con la comida, hemos de tener cuidado de no caer en el «sobrepeso» que las nuevas tecnologías de la comunicación pueden proporcionarnos. Si por cada WhatsApp ganáramos un gramo, ¿cuánto engordaríamos en una semana?

Me parece interesante la terminología que utiliza Juan Rubio sobre el tipo de vida que llevan los jóvenes –y quizás los no tan jóvenes– en relación con la red. Señala que dividen su existencia en «vida on line» y «vida off line». Estar on line proporciona novedad, aventura, rapidez, información continua. Mientras, el vivir off line proporciona una mayor estabilidad y permanencia[21].

Creo que quizás he comenzado siendo un poco pesimista. Las nuevas posibilidades de la comunicación son como las caras de una medalla, con anverso y reverso: pueden unir personas y grupos, pero también pueden distanciarlas; pueden ser instrumento de desarrollo y de búsqueda de dignidad de las personas o, por el contrario, cauce de explotación y sometimiento. Internet tiene un conjunto de características que son impresionantes. ¿Nos las describes, Ana?

Chismorreos de patio de vecinos

¿Qué te describa Internet? ¿Qué te voy a contar yo de sus características? Lo más llamativo es que somos más de dos mil cuatrocientos millones de usuarios habituales, de una población total de siete mil millones de habitantes. ¡Más del treinta y cuatro por ciento del total de las personas![22]. Yo creo que sus características son de sobra conocidas y yo no podría aportar nada nuevo. Pero lo que sí te voy a contar, que a lo mejor no sabes, son pequeñas curiosidades.

Por ejemplo: ¿Conoces el origen de la arroba, @, el símbolo por excelencia de Internet? La arroba es una unidad de masa, como el kilo, la onza o el quintal. Se usaba para la medición de mercancías en los viajes trasatlánticos, y su símbolo se colocaba junto a los precios para indicar el precio unitario. Por este motivo se ganó una tecla en los teclados de las primeras máquinas de escribir, tecla que perduraba aún en los primeros ordenadores, aunque con bastante poco uso. En 1971 Ray

Tomlinson, el creador del correo electrónico, la utilizó en las direcciones de correo para separar el nombre de usuario del nombre del ordenador central que estaban usando en ese momento, lo que ahora sería el servidor. Según cuenta él mismo, eligió la @ porque nunca formaría parte de ningún nombre de persona, ni tampoco de la empresa: es un carácter especial que separaría muy bien un nombre de otro[23].

Otra cosa que creo que poca gente sabe es la existencia de un Internet profundo o invisible. Cuando realizamos una búsqueda en Google nos creemos que el buscador se recorre la red en busca de todas las páginas que cuentan con nuestras palabras solicitadas, pero no es así. Existe una gran cantidad de información a la que las arañas de los buscadores no tienen acceso. Se estima que el número de páginas inaccesibles es alrededor de quinientas veces el número de páginas a las que sí se puede acceder. Uno de los motivos es voluntario: muchos creadores protegen su información con contraseñas para que no pueda ser encontrada. El otro motivo es el formato de los documentos o la manera de organizar la información, que no es compatible con la manera de trabajar de los buscadores[24].

Y ahora una anécdota. Google se hizo una cuenta en Twitter en febrero de 2009, en los comienzos de esta red social. Y ¿cómo no? el primer tuit enviado lo escribió en código binario: «I’m 01100110 01100101 01100101 01101100 01101001 01101110 01100111 00100000 01101100 01110101 01100011 01101011 01111001 00001010», que significa «I’m feeling lucky» o «voy a tener suerte». Muy metidos en su papel, estos de Google. La cuenta a día de hoy todavía continúa activa, @google, aunque no es posible recuperar el primer tuit después de tanto tiempo. Es una anécdota que circula por la red y nos la tenemos que creer.

Más cosas curiosas. ¿Conoces el terrorismo informático? Pues sí, existe. Es lo que se llama «ataque de negación de servicio» o DoS. Internet no es más, ni menos, que una red de ordenadores conectados entre sí, de la que el nuestro forma parte cuando nos conectamos. De todos ellos, hay algunos que siempre están encendidos y tienen una configuración especial, o configuración de servidor. En estos servidores se copian los archivos que conforman las páginas web. Cuando un usuario quiere acceder a una web en concreto solicita acceso al servidor para descargarla. La capacidad de atención al usuario del servidor es limitada y normalmente superior a la demanda, pero si muchos usuarios quieren ver la misma página a la vez y el servidor recibe más solicitudes de las que puede atender, se bloquea y no atiende a ninguna. El terrorismo informático consiste en distribuir virus entre los usuarios para que traten de descargar la página contra la que atentan. Así, y de manera automática, una gran cantidad de usuarios intentan acceder a la vez a una web, haciendo que se bloquee[25].

Y, por último, y ya que está tan de moda el tema del ecologismo, vamos a mencionar esa vertiente medioambiental de Internet, también llamada «Internet verde». El propósito es reducir el consumo de energía utilizado para navegar en la red. Hemos hablado de dos mil cuatrocientos millones de usuarios. Por poco que se reduzca el consumo por persona, el efecto global será bastante considerable. Se está promoviendo la reprogramación de páginas web para convertirlas en archivos mucho más ligeros que necesiten un menor tiempo de carga en el equipo del usuario. Otra de las propuestas es el uso de servicios en la nube, que distribuye recursos compatibles entre muchos usuarios[26].

¿Qué te parecen? Como ves, Internet da para mucho. Se dice que es el sitio ideal para formarse, informarse y recrearse, pero también tiene esos «chismorreíllos» de patio de vecinos que a todos nos encanta conocer.

Las dominicas, batiendo récords

De la de cosas interesantes que nos hemos enterado, Ana. Hay un refrán que dice que limpios no seremos, pero curiosos… Y, claro, ¿a quién no le llaman la atención los cotilleos? Continuemos por esa vía. Hay una opción para expresar libremente noticias, experiencias, opiniones, relatos, una manera de estar conectados con la red y con las más variadas personas que a través de ella buscan diferentes iniciativas: los blogs. Los weblogs, blogs o bitácoras son publicaciones individuales o grupales de la web en las que, de manera cronológica pero sin periodicidad establecida, el autor o autores publican notas y artículos. Esos textos suelen incluir enlaces y, eventualmente, imágenes y otros contenidos multimedia. Es frecuente que brinden espacios para el comentario, donde los lectores pueden expresar libremente sus opiniones y observaciones acerca de cada una de las notas. En este medio interactivo los contenidos no están sometidos a ningún orden de composición (talante, estilo...). Son de carácter subjetivo, pues responden a la visión personal de sus propios autores.

En España hay un blog que bate récords: el de las dominicas de la Presentación de Barcelona. Un grupo de religiosas, coordinadas por la hermana Gemma Morató, una catalana simpatiquísima, lleva diez años de funcionamiento con su página web mivocacion.com y ha conseguido 200.000 visitas y más de 12.000 correos electrónicos respondidos. Además, estudiantes de universidades españolas se han interesado por esta página vocacional y han centrado sus trabajos en ella. En la web hay un enlace desde 2006 al blog de religiondigital.com que computa ya 600.000 visitas.

El equipo, formado por seis religiosas dominicas, de diferentes edades, en el que cada una aporta desde sus centros de interés: Medio Oriente, imaginación, creatividad, las palabras del Papa, en busca de la verdad, etc. Cuidan de una manera especial el diseño gráfico y usan un lenguaje actual y sugerente, del que se han hecho eco diarios como El País[27]: «¿Conoces bien el mundo y la vida? Pues mejor podrás ayudar a los hombres y mujeres de este mundo. Y no serás la primera: Santa María Magdalena, sin ir más lejos, también fue una cachonda como tú». Además, este weblog tiene la particularidad de mantener un diálogo fluido con aquellos que son asiduos a sus contenidos, como es el caso de Sonia, de 28 años, que expresa que «es de gran ayuda para todas aquellas que como yo buscan un sentido a su vida».

La de cosas que podríamos contar sobre los blogs. Sin ir más lejos, Ana, la amistad entre nosotros surgió de la vecindad de nuestros respectivos blogs: tú con «Las letras de la ciencia» y yo con el blog de «Kamiano»[28] en el portal de la revista 21. Creo sinceramente que san Pablo, el infatigable apóstol, que tanto viajó para visitar las primeras comunidades cristianas, seguro que hoy día navegaría por Internet y tendría su propio blog o, quizás, más de uno. Un blog para interactuar con la comunidad de Corinto o de Tesalónica o con tantas otras. Lo curioso es que, al transmitir la palabra de Dios, esa Palabra se ha metido de lleno y se ha propagado por millones de corazones a lo largo ya de dos milenios.

¿Quién le iba a decir a san Damián de Molokai, encerrado en una isla para servir a los pobres enfermos de lepra abandonados, que sus cartas recorrerían el mundo, se publicarían en periódicos y que hoy en día las podríamos encontrar incluso en Internet? [29]

Como última curiosidad, quiero darte el nombre de uno de los hombres esenciales para las comunicaciones actuales en la Iglesia: el beato Santiago Alberione, conocido como apóstol de la comunicación. Es el fundador de la familia paulina y un gran impulsor del anuncio del Evangelio a través de las más modernas tecnologías. De hecho, los paulinos tienen una significativa presencia en Internet y saben muy bien de algo que hoy está muy de moda: las redes sociales.

«¿Nos vemos en el bar?»

Vaya, pues estaré bien atenta. Santiago Alberione me has dicho que se llama, ¿no? Seguro que cualquier día me lo encuentro por ahí tomando un pincho, o si no es a él a alguno de los paulinos, porque ¿tú sabes que yo comparo las redes sociales con los bares? Sí, yo creo que una red social es una mezcla entre un bar y una base de datos.

Un bar, todos sabemos lo que es y una base de datos es un conjunto de datos ordenados por filas y columnas. Pensemos en una agenda telefónica tradicional. Existe una columna para el nombre, otra para los apellidos, otra para el teléfono, la dirección, profesión… Una columna para cada dato. Cada contacto ocupa una fila y proporciona un valor para cada casilla. El propósito de la agenda es recordar todos los datos y mantener cada uno en su posición. Las bases de datos digitales son lo mismo. Las columnas se llaman campos y las filas registros. La diferencia es que en la agenda telefónica solo suele existir una tabla y en las bases de datos existen bastantes más.

Así que como una red social es una mezcla entre un bar y una agenda, cuando nos abrimos una cuenta en una de estas redes es como si entráramos por primera vez en un bar con una agenda en la mano a estrenar. ¿Qué hacemos? Lo primero es mirar a nuestro alrededor, ver qué hay, quién está en el bar, comprobar si conocemos a alguien. En nuestro bar digital curioseamos para comprobar cómo son los otros usuarios y cómo funciona la red social.

Enseguida observamos que todo el mundo tiene la primera página de la agenda rellena con sus datos personales y su foto. Esta primera página es como el perfil del usuario, el lugar donde nos damos a conocer. Al igual que la primera página forma parte de la agenda, los perfiles de usuario también forman parte de la base de datos.

Con nuestra primera página de la agenda rellena ya podemos darnos una buena vuelta por el bar a ver a quién encontramos. Además con todos nuestros datos a la vista es posible que alguien nos reconozca. Si encontramos a algún conocido podemos pedirle sus datos e incluirle como contacto en la agenda. En nuestra lista de papel rellenaríamos una fila con todos los datos correspondientes a cada columna, datos que curiosamente coinciden con los que nuestro amigo lleva en la primera página de su agenda. La base de datos digital no necesita repetirlo. Basta con que en el perfil de cada uno se agregue un código identificador de cada usuario. Para cada contacto nuevo solo es necesario anotar el identificador. Si queremos acceder a esos datos personales de nuestro nuevo amigo la base de datos se encargará de buscar al propietario del identificador. De esta manera se evita repetir datos y se agiliza el tiempo de acceso. Es lo que se llama bases de datos relacionales. Según vayamos paseando por el bar iremos identificando a nuestros amigos o iremos conociendo a otros nuevos. Nuestra agenda se irá llenando de contactos.

Además del listín telefónico nuestra agenda tiene un montón de hojas en blanco. En nuestro tiempo libre podemos ir colocando allí lo que nos parezca bien. Habrá quien coloque fotos, quien lo utilice para anotar sus pensamientos, contar chistes, recomendar libros o enseñar matemáticas. Toda esta actividad irá rellenando tablas que estarán relacionadas con nuestros datos personales. Cuanta más información coloquemos más despertaremos el interés del resto de la gente del bar.

Pero lo más importante es la conversación. La gente sale a tomar algo, no por lo que beba o coma, sino por conversar. En nuestro bar digital podemos comentar una imagen de un amigo, podemos unirnos a una conversación ya empezada entre varios conocidos, podemos empezar hablando nosotros, con la esperanza de que se nos unan otras personas, podemos crear una conversación pactada en un grupo… Sea como sea en nuestro bar digital las palabras no se las lleva el viento, y como ya habrás adivinado, las conversaciones rellenan otras tablas especialmente dispuestas para ello y relacionadas una vez más con nuestros datos personales.

En definitiva, la base de datos es el esqueleto de la red social, es lo que hace que sea capaz de manejar gran cantidad de información de una manera rápida. Pero no es lo único. Esta base de datos tiene que estar conectada a una página web. Tiene que existir un bar virtual al que acceder y por dónde pasear. Tiene que haber botones para ver a los amigos, escribirles mensajes, mostrar fotos y poder realizar el resto de las actividades. Tiene que ser un lugar de aspecto agradable y de manejo sencillo. Es como si los camareros del bar tuviesen que ser amables y estar siempre dispuestos para lo que se les pide. Además deben ir vestidos de manera que se les identifique sin problemas.

Y luego está el idioma. Cuando en el bar nos acercamos a un amigo y le preguntamos por sus fotos, queremos ver sus fotos y no las de otro que no conocemos, queremos hablar con él y que nos comprenda. En la base de datos digital eso se llama hacer una consulta. Pinchamos en el botón de fotos de un amigo y esperamos que la base de datos nos devuelva sus imágenes y no cualquier cosa. Para eso la página web tiene que comunicarse con la base de datos en un lenguaje que los dos entiendan, tiene que estar programada en un lenguaje de programación compatible con la bases de datos.

Redes sociales hay de muchos tipos y con muchos fines. Al igual que hay bares para comer, para tomar una copa, de gente joven, de intelectuales o sitios anticuados, también hay redes sociales orientadas al ocio, a la búsqueda de empleo, para los amantes de la fotografía o para los interesados en la cartografía. Todas ellas tienen sus peligros, pero también nos ofrecen innumerables ventajas. ¿Veríamos con buenos ojos a alguien que no tiene amigos con los que salir de vez en cuando a tomar algo? Pues en los tiempos que corren no estar en las redes sociales supone perderse muchas cosas. ¡Hasta la Iglesia va de «bares»!

¡Ojo con los «en-redos»!

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