Kitabı oku: «Derecho a la comunicación en América Latina», sayfa 5
Condiciones estructurales de la captura mediática
La investigación desarrollada en torno a captura mediática destaca que ciertas características estructurales, tanto de los sistemas de medios como de distribución de la riqueza, facilitan o dificultan este fenómeno. Besley & Prat (2006) plantean que el pluralismo mediático provee protección efectiva contra la captura de los medios. Por el contrario, se presume que en sistemas poco plurales serán menos los actores mediáticos que deben ser presionados o capturados para modelar la cobertura de determinados temas, lo que facilitaría esta práctica. Asimismo, estos autores exponen que otro agente protector contra la captura mediática son las estructuras de propiedad desconcentradas e independientes del poder político.
Estas dos características identificadas en la literatura (falta de pluralismo y concentración en la propiedad de los medios), están presentes en el sistema de medios de comunicación chilenos. La concentración de propiedad y sus consecuencias para la calidad y diversidad en el debate público han sido problematizadas por décadas y explicadas como consecuencia de acciones e inacciones de la esfera política respecto de la configuración de las distintas industrias de medios de comunicación (Sunkel & Geoffroy, 2002). Las estructuras de propiedad de los principales medios de comunicación están ancladas en el mercado, por lo que son relativamente independientes del poder político. No obstante, son altamente concentradas. En el caso de Chile, esta concentración no es de tipo conglomeral como en otros países de la región, sino vertical: pocos actores dominan las distintas industrias (prensa escrita, televisión, radio, telefonía etc.) de forma preponderante. De esta forma, en los estudios comparativos a nivel Latinoamericano, Chile destaca por ser un país que presenta niveles de concentración mediática superiores al promedio de la región (Becerra & Mastrini, 2017).
Uno de los elementos centrales de la discusión sobre captura mediática es que no se limita el fenómeno de captura a las élites políticas gubernamentales, sino que se extiende hacia otras élites, particularmente corporativas. Una posibilidad de captura mediática por elites económicas se produce a través de la propiedad de los medios. Respecto a esto, Cárdenas & Robles-Rivera (2018) demuestran que cuando los medios de comunicación están insertos a través de su propiedad en redes corporativas altamente conectadas entre sí, se favorece la captura mediática por parte de estos actores, logrando obstaculizar la circulación de contenidos desfavorables a sus intereses, por ejemplo, en discusiones sobre política tributaria. El caso chileno no está lejos de este escenario, ya que entre los principales operadores de medios de comunicación destaca la presencia de grupos económicos con intereses transversales en la economía nacional. Este es el caso, por ejemplo, de los grupos Edwards y Saieh, que controlan la prensa escrita en todo el territorio nacional, o de los grupos Bethia y Luksic, controladores de dos importantes canales de televisión abierta; estos actores tienen presencia en el retail, la banca, la minería, entre otros sectores.
Sin embargo, la propiedad no es el único mecanismo de captura por parte de las corporaciones. Corneo (2006) afirma que una multiplicidad de actores tiene incentivos y capacidad económica para capturar a organizaciones mediáticas, y además constata que la concentración de la riqueza favorece este tipo de dinámicas, al haber un número reducido de actores corporativos de gran poder económico. En una línea similar, a través del desarrollo de un modelo económico, Petrova (2008) analiza y demuestra que a mayores niveles de inequidad económica disminuye la independencia mediática, aspecto especialmente marcado en sociedades democráticas donde existen mayores incentivos para que los dueños de la riqueza intenten moldear el debate público por esta vía. Este es un punto importante y que será retomado posteriormente: la existencia de medios capturados es más probable en sociedades desiguales y con tendencia a la concentración de la riqueza en pocas manos, característica propia del caso chileno donde el 1% más rico de la población captura el 33% de los ingresos que genera la economía nacional (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2017). Así, asumiendo las limitaciones de una reseña breve como la presentada en esta sección, es plausible afirmar que, en sus aspectos fundamentales, el caso chileno presenta condiciones que facilitan el desarrollo de mecanismos de captura mediática en el nivel estructural.
Captura mediática y ejercicio periodístico
Debido a que existe poca teorización o trabajos empíricos que los conecten de manera explícita, el vínculo entre captura mediática y prácticas periodísticas debe hacerse con cautela. Como se discutió anteriormente, los mecanismos de captura mediática se ven posibilitados por procesos de orden estructural resultantes de características políticas y económicas, traducidas en iniciativas de acción directa e indirecta sobre los medios de comunicación y quienes trabajan en ellos. De hecho, la premisa subyacente a los trabajos que enfatizan el rol de variables estructurales sobre los niveles de captura mediática es que, como sea que estos mecanismos se activen, existen efectos concretos y observables en el contenido de aquellos medios que reciben aquellas presiones (Besley & Prat, 2006; Corneo, 2006; Petrova, 2008).
En el contexto chileno, el periodismo ha sido caracterizado como un campo profesional precario, que ha encontrado dificultades históricas para afirmar su autonomía profesional (Cabalin-Quijada & Lagos-Lira, 2009; Faure et al., 2011; Gronemeyer, 2002; Orchard, 2018) y que percibe influencias económicas y políticas en su trabajo de un modo más agudo que otras cohortes de profesionales del periodismo en el mundo (Hanitzsch & Mellado, 2011). De esta forma, el desarrollo del campo profesional periodístico al interior de medios capturados se asocia a un riesgo de instrumentalización y limitación de la autonomía profesional de los periodistas (Hallin & Papathanassopoulos, 2002; Nielsen, 2017). Como discuten Guerrero & Márquez-Ramírez (2014b), esta tendencia a la instrumentalización es sin duda, multifactorial, y responde en parte a fenómenos exógenos a los medios tales como la polarización política, el clientelismo, las crisis económicas o la debilidad del Estado de derecho; no obstante, se expresa al interior de los medios en la forma de prácticas periodísticas que sirven a las élites y no a la ciudadanía.
Por una parte, en el nivel organizacional se observan prácticas que responden a la necesidad de atraer y retener avisaje. La investigación disponible discute con datos empíricos de qué manera la dependencia de estos recursos se puede traducir en tensiones entre las áreas comerciales y editoriales de los medios, expresándose en cobertura favorable hacia avisadores importantes del ámbito gubernamental (Di Tella & Franceschelli, 2011; Young, 2006) y corporativo (Lagos et al., 2012). En última instancia, este tipo de hallazgos sugiere vías por medio de las cuales los mecanismos de captura redundarían en afectaciones a la libertad de prensa, lo que opera en detrimento al derecho a la información de los ciudadanos que interactúan con estos medios.
En el nivel individual, también existen formas sutiles (y por ello resilientes) de captura mediática, como la “captura cognitiva” que plantea Stiglitz (2017) y que se relaciona con la afinidad que suele desarrollarse entre los periodistas y los frentes noticiosos que cubren. Por ejemplo, en la medida en que los profesionales que reportean sobre economía se relacionan cotidianamente con actores del sistema económico, comienzan a adoptar, o al menos a replicar, sus puntos de vista, creencias o sistemas valóricos. Existen investigaciones en el contexto anglosajón (Usher, 2017) y latinoamericano (Pedroso & Undurraga, 2018) que respaldan empíricamente esta idea. En otros frentes como la política, la autonomía periodística también aparece restringida por la pertenencia a una comunidad pequeña de actores que interactúan de manera cotidiana e intensiva, y cuyas relaciones deben cuidarse y proyectarse en el tiempo (Orchard, 2017).
Al ser consultados acerca de los principales problemas de la profesión en Chile, los periodistas describen en su discurso características consistentes con un sistema de medios capturado, lo que se constituye como el principal obstáculo para el desarrollo del periodismo nacional y que plantea una serie de interrogantes acerca de su rol social. El análisis inductivo que se presenta a continuación ofrece indicaciones claras de cómo estas condiciones son percibidas como problemáticas y presentes en el medio. Adicionalmente, y de manera central para el argumento aquí planteado, los datos levantados ofrecen indicaciones respecto del modo en que las características de un sistema de medios capturado se expresan en restricciones a la práctica periodística y en un deterioro percibido de sus estándares profesionales.
Diagnóstico de debilidades: el periodismo capturado
Ante la pregunta ¿Cuál cree usted que es el principal problema al que se enfrenta el periodismo actualmente en Chile?, emergen varias narrativas complementarias respecto a las principales falencias de la práctica periodística. La primera y la más prevalente, es la idea de que los medios establecen una relación problemática con el poder político y económico, la cual tiene consecuencias para la calidad de los contenidos que se difunden a través de los mismos. En segundo lugar, se identifican áreas deficitarias a nivel de estándares y prácticas periodísticas, las que resultan difíciles de modificar en tanto son prácticas reforzadas por cambios tecnológicos y modelos comerciales que sustentan el ejercicio periodístico. En conjunto, estas deficiencias se traducen en un debilitamiento de la relación entre periodismo y sociedad. A continuación, se describen brevemente estas narrativas.
151 El economista George Stigler, autor de “The theory of economic regulation” (1971) es uno de los primeros proponentes del término.
Variables estructurales: relación con el poder y captura de contenidos
Un 44%162 de los periodistas encuestados instalan como su principal preocupación la relación de los medios de comunicación con el poder político y económico. Según el sondeo, parte importante de este vínculo problemático se explica por la concentración en la propiedad de los medios de comunicación, así como por los intereses representados por los dueños de los principales medios. En otras palabras, los periodistas establecen un nexo entre la propiedad de los medios y limitaciones de tipo editorial, lo que remite a ideas clave de la literatura sobre medios capturados. Esta relación se establece en el discurso periodístico, pues al mencionar la propiedad de los medios, frecuentemente se presenta en conjunto con menciones a la falta de pluralismo y la baja diversidad editorial de los principales medios del país, la que se expresaría en cierta homogeneidad de las líneas editoriales.
De esta forma, los periodistas vinculan la propiedad de los medios con la calidad de la información que se pone a disposición del público, como señala la siguiente cita, referida a la dificultad de que lo “propiamente periodístico” se imponga respecto de otras consideraciones:
“[El principal problema del periodismo es] “Los dueños de los medios, que dirigen los contenidos hacia sus intereses. Y los avisadores, que también eligen dónde vender sus productos y, eventualmente, pueden provocar censura. Falta pluralismo real y condiciones dignas de trabajo en todos los medios, no sólo en las grandes empresas periodísticas. El problema es que existan “empresas” periodísticas, que funcionen en torno al ranking, las ventas, el rating y no por intereses propiamente periodísticos” (Periodista, mujer, prensa escrita).
162 Los porcentajes mencionados se refieren a la incidencia de las temáticas discutidas en la muestra total de encuestados. Los encuestados tenían la posibilidad de referir a más de un tema, por ello los porcentajes mencionados no suman 100% sino que son indicativos de la prevalencia de los argumentos en la muestra.
Es interesante la referencia a aquello que es propio de la práctica periodística –que se repite en las respuestas entregadas- en cuanto se refiere a las lógicas profesionales que orientan el trabajo cotidiano: la toma de decisiones sobre qué temas son de interés público, cómo abordarlos y jerarquizarlos. La literatura sobre rutinas periodísticas reconoce que estas lógicas profesionales o editoriales son usualmente negociadas en contextos institucionales frente a lógicas externas, en este caso la defensa de intereses económicos. Además, la prevalencia de referencias espontáneas al tema de la propiedad de los medios de comunicación (28% de la muestra) revela que la economía política de la industria de medios de comunicación chilenos es percibida por los periodistas como un modelador de los contenidos que se difunden en éstos. La asociación que hace la periodista citada entre estructuras de propiedad y falta de pluralismo se repite en las respuestas de los encuestados, como se ilustra en las siguientes citas:
“[El principal problema del periodismo es] la concentración de actuales medios en manos de dueños privados que coartan temas de la contingencia” (Periodista, hombre, televisión abierta).
“[El principal problema del periodismo es] la concentración de medios, que genera falta de pluralidad ideológica. Producto de esto, la ciudadanía se informa sólo de ciertos hechos desde una mirada específica (generalmente ligada a la derecha)”. (Periodista, hombre, medio digital).
El análisis de los datos recogidos, da sustento a la idea de que las consecuencias de la concentración de propiedad en actores corporativos con intereses transversales en la economía del país, se expresa principalmente en limitaciones al tipo y tenor de los contenidos que se difunden en estos medios. Estas limitaciones se expresarían en dos dimensiones complementarias: la primera, referida a los intereses –políticos o comerciales- de los dueños de los medios de comunicación, intereses que son protegidos por acción u omisión informativa; y la segunda, relacionada con la capacidad de presión de los avisadores que invierten en estos medios, propia de modelos de negocios sustentados sobre las ventas de publicidad que constituyen casi la totalidad de los casos en el mercado mediático chileno.
Figura 3
Menciones espontáneas a pregunta sobre principales problemas del periodismo
Fuente: Encuesta Estado del Periodismo Nacional (UAH, 2017)
Los periodistas perciben a los medios en los que se desenvuelven como insertos en una red de relaciones políticas y económicas que se desarrollan en un plano distinto al propiamente periodístico pero que, sin embargo, lo limitan seriamente y se manifiestan en un bajo nivel de pluralismo informativo:
“[El principal problema del periodismo es la existencia de] estrechos vínculos de dueños y directores de principales medios con grupos de poder político-económico que transan contenidos para no tocar determinados intereses; los cada vez más extensos “puntos ciegos” para los periodistas (…)” (Periodista, hombre, radio).
Esta falta de pluralidad se ve reforzada por el tamaño reducido de la industria de medios. Los periodistas señalan que existen pocos medios de comunicación y los principales medios actúan bajo lógicas similares, lo que se traduce en una oferta de contenidos limitada y homogénea. A esto se suman las limitaciones del modelo de negocios sobre el cual operan los medios de comunicación, el que actuaría reforzando las mismas dinámicas. Así como las estructuras de propiedad de los medios se observan como una amenaza hacia lo “propiamente periodístico”, también lo son los mecanismos de financiamiento que sustentan a los medios, como lo señala de forma escueta un editor que trabaja en prensa escrita:
“[El principal problema del periodismo es] el deterioro progresivo y constante de la inversión publicitaria y [con ello] la pérdida del valor del contenido estrictamente periodístico”
Este punto, que se retomará en la discusión, es relevado por los periodistas desde múltiples perspectivas y apuntan al corazón de la crisis de la industria de medios tradicionales y sus consecuencias para el valor social y económico del trabajo periodístico; en última instancia, este valor es el que se pone en tela de juicio en contextos de alta competitividad por obtención de recursos publicitarios repartidos entre una mayor cantidad de plataformas.
Variables internas: deterioro de prácticas y lógicas institucionales
Otra narrativa prevalente en el diagnóstico sobre problemas en el ejercicio periodístico es la del deterioro de estándares profesionales, entendidos como referencias a expectativas sobre las características que tiene o debería tener la labor periodística en sus expresiones y prácticas cotidianas. Este proceso es discutido en conjunto con el impacto que tienen los cambios tecnológicos y los modelos comerciales sobre la labor periodística. Vale decir que los periodistas declaran que algunos de los procesos que impactan a los medios en tanto campo institucional se expresan en un detrimento en las prácticas periodísticas. Acorde a esto, 43% de las respuestas de los encuestados se refiere al deterioro de estándares profesionales como uno de los mayores problemas del periodismo en Chile, haciendo énfasis en la calidad de prácticas de reporteo y producción de contenidos. Se trata de una mirada hacia adentro que reviste interés para este análisis en tanto ayuda a delinear aquello que se considera propio e impropio de una buena práctica periodística.
Las limitaciones más frecuentemente identificadas apuntan a la superficialidad observada en las prácticas de reporteo, falta de relevancia de los temas que se trabajan y publican, poca profundidad y escasez o ausencia de mecanismos de verificación de información. En ocasiones, estos problemas se explican en el relato de los periodistas por limitaciones formativas (con referencias a periodistas, particularmente jóvenes, con formación inadecuada o insuficiente). No obstante, las falencias en el reporteo se discuten como un problema transversal. Menciones a la “falta de rigurosidad”, “poca imaginación” o “publicación de temas que no son noticia” se repiten en respuestas como las siguientes:
“[El principal problema del periodismo es] La falta de rigor y de imaginación para encontrar temas de verdad importantes”. (Editor, hombre, prensa escrita)
“El principal problema, es la poca selección de noticias y [falta] de criterio. Ahora cualquier información banal se puede transformar en noticia y eso nos genera desinformación”. (Periodista, mujer, prensa escrita)
Las transformaciones tecnológicas, y en particular las redes sociales, son mencionadas en un 17% de la muestra como el principal problema del periodismo, siendo descritas como agentes nocivos para la calidad del trabajo periodístico. Los periodistas describen a las redes sociales como un agente disruptivo, toda vez que suponen acceso a volúmenes de información no verificada, y, por ende, riesgosa. De esta forma, la integración de redes sociales al trabajo periodístico parece modificar e imponer nuevas rutinas, entre otras cosas debido a la velocidad e intensidad que se imprime a la competencia entre medios de comunicación, la que va aparejada de una rápida devaluación de lo noticioso. Esta alteración de las temporalidades incrementaría las posibilidades de publicar información errónea o irrelevante. Una periodista que trabaja en un medio digital lo explica así:
“Las nuevas tecnologías generan que surjan nuevos actores como redes sociales que están siendo los preferidos por la audiencia para informarse. Si bien puede haber contenido serio y bueno en redes sociales, muchas veces circulan noticias falsas o poco rigurosas y no hay nadie que pueda regularlas. Eso genera contenidos cada vez peores. Además, la inmediatez que se necesita para atraer público y ser los primeros genera contenidos hechos a la rápida, sin contexto, etc.”
Además, llaman la atención las críticas al rol asumido por algunos periodistas en este ambiente informativo, especialmente la tendencia a que algunos profesionales se vuelvan opinantes y antepongan su imagen a la de los contenidos que reportan. Un periodista de prensa escrita lo describe como un nuevo “sensacionalismo moral”, mientras que otro profesional afirma que “la tentación de priorizar la pauta en función del clic fácil y el rating ha conducido a la “proliferación de una casta periodística opinóloga y moralizante”. Estas críticas al “excesivo protagonismo” que adquieren algunas figuras o al posicionamiento explícito de los periodistas sobre temas de contingencia, nuevamente se vinculan con un descentramiento o desestabilización en relación con aquello que se considera “propiamente periodístico”. La sobreabundancia informativa y la necesidad de destacar con información llamativa introduce, según estas respuestas, un efecto distorsionador con impactos directos sobre conceptos que históricamente se encuentran al centro de lo que define la labor periodística como imparcial y objetiva, la definición de aquello que es noticia y el rol del periodista como un actor que aporta información socialmente relevante.
En el discurso de los periodistas, esta influencia disruptiva del cambio tecnológico se identifica como un proceso causal en la baja de estándares profesionales, y que es confluyente con los imperativos comerciales que regulan el accionar de los medios. Las “malas prácticas” como reportear en redes sociales, reproducir información de mala calidad, renunciar a lo relevante en pos de lo sensacional, no recurrir a las fuentes directamente, o cometer errores por publicar primero, responden a la necesidad del medio por sobrevivir a la competencia. Los requerimientos de llamar la atención en plataformas digitales o generar contenidos susceptibles de viralizarse en redes sociales serían solo nuevas expresiones de viejos problemas de la práctica periodística, como son la necesidad de negociar estándares profesionales en organizaciones que sustentan sus modelos de negocio en la venta de audiencias a avisadores.
Adicionalmente, un 17% de los encuestados se refiere a la precarización del trabajo periodístico como el principal problema que enfrenta el gremio. Este fenómeno también se asocia a contenidos de mala calidad, aunque el énfasis está puesto en la falta de recursos: profesionales mal pagados, con mayores cargas laborales y demandas crecientes sobre generación de contenidos, difícilmente serán capaces de revertir las tendencias anteriormente discutidas. Menciones a la precariedad del trabajo periodístico fueron identificados por distintos encuestados. Ante esto, una periodista de prensa escrita señala que “los pagos o sueldos no van en la línea con el trabajo que se realiza. [El principal problema del periodismo en Chile es] la precarización de la labor periodística”. Otro profesional empleado en televisión abierta complementa y señala que además de responder a condiciones precarias, el trabajo periodístico “es mal valorado o poco entendido por la población chilena”.
El público piensa que la sociedad ya no necesita el periodismo. Cree que las opiniones que circulan en las redes sociales son tan válidas como el ejercicio de investigación y reporteo que hace el periodista. En este escenario, el público poco informado es presa de las noticias falsas y la posverdad. (Periodista, hombre, prensa escrita).
Finalmente, otro tema detectado en las respuestas de los periodistas es justamente la desconexión y baja credibilidad de la profesión ante la sociedad chilena (11%), siendo evidenciada una preocupación por la discordancia entre aquello que es jerarquizado en el contexto de decisiones editoriales y las demandas ciudadanas. Estas inquietudes permiten delinear aquello que se considera propio e impropio en el ejercicio de la profesión, revelando que quienes la integran se ven involucrados en un proceso permanente de cuestionamiento, redefinición y defensa de los límites de la profesión periodística; este ejercicio se complejiza al estar en un contexto de precarización económica y una aparente devaluación social del gremio, que expone las vulnerabilidades institucionales dentro de las cuales se desenvuelven gran parte de los periodistas chilenos.
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