Kitabı oku: «Il palio di siena», sayfa 4

Yazı tipi:

La vida en el barco no era fácil, pronto descubrió que entre la tripulación había muchas peleas, una noche notó que varios tripulantes estaban borrachos, el capitán ya se había retirado a su camarote, los hombres se transformaron, apareció la otra cara de la luna, el barco entero parecía que iba a estallar, Miguele no sabía qué hacer cuando el muchachito se acercó a él y le dijo al pasar a su lado: “Escóndete”. Estaba asustado y se ocultó entre unos cordeles y velas rotas que estaban tiradas en un rincón de la proa, desde allí vio que una botella con licor corría de mano en manos, unos hombres ebrios fueron a molestar a la familia que ocupaba el camarote, pero no pudieron abrir la puerta. Donde los hombres que ocupaban el camarote bodega no fueron, de pronto vio con ojos aterrorizados que traían al muchacho delgado casi desnudo, y en un rincón de la cubierta se armó un corrillo, entonces el muchacho gritaba hasta que solo se oían las voces de los hombres ebrios y risas, algunos contaban y golpeaban sus manos, Miguele comprendió. Presa de terror, aprovechando que los hombres estaban entretenidos se fue escapando disimuladamente hasta su camarote para esconderse, tiritaba de miedo y pensó que ahí estaría seguro y cometió sin saberlo un gran error, nada más al entrar en el camarote sintió que unas manos enormes de gigante lo tomaron en vilo y lo arrastraron hasta el jergón, intentó zafarse de ese cuerpo enorme, pero no pudo y cayó por un negro túnel del que despertó a la mañana siguiente, cuando todo el barco estaba en silencio y la noche pasada parecía que no había existido, aunque su cuerpo y su alma estaban rotos, llenos de rabia, dolor y angustia, estaba en un pozo del que no sabía cómo salir. En el fondo del barco se sentía con más fuerza que nunca el ruido del mar, golpeando contra la débil estructura de la nave, y los ronquidos de los hombres, el que roncaba más fuerte era el gigante que desnudo dormía tirado en su jergón.

Se levantó como pudo y fue a la cocina, le dolía todo el cuerpo, grande fue su sorpresa cuando encontró en la cocina al cocinero refunfuñando, diciendo que eran unos flojos que no cumplían las obligaciones y él tenía que hacerlo todo. Lo mandó a preparar las bandejas, Miguele pensó que estaba loco, anoche se había detenido el mundo, había ocurrido una hecatombe que cambió su vida y ese hombre no se daba cuenta de nada.

El anciano Miguele Crestuzzo despertó sudando, nervioso, su corazón latía fuertemente, hacía muchos años que había borrado esas escenas que no quería volver a recordar ni que alguien pudiese enterarse de aquel capítulo tan terrible de su vida, cuando era un muchacho inocente que se llamaba Miguele, pensó en su nieto, en su hermoso nieto lleno de ilusiones tal como él las tenía a esa edad, y sintió miedo de que le pasara algo, gigantes había en todas partes del mundo, ojalá las cosas hubiesen cambiado, tal vez las circunstancias eran muy diversas, pero aun así tenía miedo. El muchacho estaba fuera de sí ante la posibilidad de correr en el palio vistiendo los colores de la familia más poderosa de la comarca, también llevando los colores de esa linda joven, Alessandra, que lo tenía cada día más nervioso e ilusionado, por lo demás, estaba seguro que con un caballo como el del señor conde el triunfo sería suyo.

Miguele cayó en un profundo sopor. En la cocina se quedó callado y empezó a preparar las bandejas, a actuar como si nada hubiese ocurrido, aunque lo hacía de manera autómata, desconcertado, muerto en vida, sin saber qué actitud tomar. De pronto vio al muchacho que había sido violado por la turba de animales borrachos, pensaba que el muchacho había muerto o estaría tan maltrecho que se encontraría en algún rincón del barco como un animal herido lamiéndose las heridas, sin embargo, estaba ahí a pocos pasos suyos ayudando al cocinero. El muchacho lo miró y le hizo el gesto de quedarse callado. Esa complicidad le sorprendió, pero a la vez, como un rayo pasó por su mente la idea de que el muchacho débil y hermoso había pasado muchas veces por la misma situación, ahora comprendía la cercanía con el gigante y la dominación que este ejercía sobre el muchacho, comprendió y sintió como un golpe tremendo en su cabeza, desde esa noche el gigante lo tendría a él. ¿Cómo escapar? Estaba en un barco, no habría escapatoria posible hasta que fondearan en el próximo puerto. Imposible buscar ayuda en un mundo en que todos eran cómplices, todos hacían como si nada hubiese pasado. Al parecer en el barco existían códigos de comportamiento que no había logrado comprender.

El anciano Miguele despertó ante la voz de una criada que venía a traerle el desayuno, miró la bandeja y sus ojos se llenaron de lágrimas, como esa mañana en ese fatídico barco donde le llevaron sus pasos juveniles e inexpertos, cuando la criada, salió el viejo, lloró y liberó su espíritu, pensó que así como él había encontrado la salida también su nieto la alcanzaría, más aún, ya que su nieto no estaba en un barco prisionero de salvajes y desprotegido, su nieto tenía a su familia, estaba en su ciudad, y vivía con personas de alta alcurnia.

La senectud llamaba al sueño, fue así que volvió a recordar aquel aciago día cuando al llegar la noche no podía más de cansado, era una fatiga enorme, un cansancio como jamás había sentido, sentía un agotamiento en el alma, le acabaron los trabajos del día, pero más que esos trabajos, le agotó la sensación de normalidad que todos le daban a ese nuevo día como si la borrachera, los desmanes, los gritos, los golpes y las violaciones, nada de eso hubiese sucedido.

Al llegar la noche, tal como le pasaba al muchachito delgado, ahora era Miguele quien no se atrevía a acostarse, pero al final debió ir, esa noche una gran tormenta hacía tambalear a la pequeña embarcación, se acostó y el sueño lo venció y pudo dormir en paz, el gigante no hizo nada fuera de lo común.

A la mañana siguiente amaneció muerto el viejo cojo que compartía la habitación con ellos, el capitán hizo una bella alocución recordando algunas aventuras que había pasado con el difunto. Esa noche en el barco hubo relativo silencio, los hombres conversaron en cubierta hasta bien entrada la noche y se fueron a acostar tarde, algunos de ellos estaban mareados, pero el gigante estaba sobrio, cuando Miguele iba hacia el camarote fue interceptado por el gigante quien lo golpeó contra la pared y lo aplastó con su cuerpo diciéndole: “Desde mañana no te escapas”. Esa noche Miguele no pudo conciliar el sueño sentía una constante opresión en el pecho y le dolía todo el cuerpo como si lo hubiesen apaleado, un dolor potente en el estómago lo mantuvo en una duerme-vela hasta la madrugada cuando lo despertó el chino para que fuese a trabajar, lo hizo como un autómata, preparó las bandejas y las llevó a los pasajeros en el orden establecido, el capitán le dijo que avisara a los pasajeros del camarote y de la bodeguita que estuviesen listos, pues una lancha los vendría a buscar. Así lo hizo, al parecer los pasajeros ya estaban enterados de la maniobra por cuanto señalaron estar listos, el matrimonio parecía muy nervioso, el hombre al igual que siempre caminaba dificultosamente con su abrigo largo.

La respiración del anciano Miguele estaba agitada, al parecer el sueño que tenía, o la recordación de su pasado en el barco le alteraba notablemente, ahora recordaba que después de avisarle a los pasajeros fue a la cocina, haciéndose el idiota le preguntó al cocinero ¿Por qué y cómo bajarían los pasajeros cuando todavía no arribarían a ningún puerto? No es así, le advirtió el cocinero, el arribo a Estambul será mañana en la noche, pero los pasajeros que traemos por diversos motivos quieren pasar desapercibidos, lo más probable es que estén huyendo o no tengan papeles, los recogerá una lancha al amanecer y los dejará en una playa, donde los recogerán y los llevarán a la ciudad sin pasar por la policía.

Piero estaba feliz, por primera vez había montado el caballo del señor conde, fue una mañana en que el conde llegó más temprano que de costumbre y le pidió ensillar su caballo y que ensillara uno para él, pues saldrían a galopar juntos. En un rato Piero tenía todo listo y salieron a la campiña, el día estaba maravilloso, había despejado y se asomaban los rayos del sol, señalando que sería el rey de la jornada y su calor inundaría todo, cuando llegaron a una arboleda que circunvalaba un estero, el conde detuvo su corcel y se bajaron a descansar un poco, ambos iban sudando y el señor conde le pidió agua, el muchacho sacó una botella aplanada que llevaba en su bisaccia y la pasó al conde quien bebió con ansiedad, luego la devolvió a Piero diciéndole que bebiese, ese era un acto nuevo, jamás el conde se había preocupado por su sed, Piero se sintió halagado. Se sentaron bajo un sauce y el conde le preguntó por su familia —¿quiénes eran?, ¿cómo había llegado a saber tanto de caballos y aspectos similares?—, Piero, que de por si era un muchacho discreto ahora hablaba y hablaba como si de pronto se hubiese abierto una llave en una cuba llena de maravilloso vino, le contó de su familia, de su abuelo, de lo que le gustaba y lo que no le gustaba, el señor conde lo miraba extasiado en la juventud belleza e ingenuidad del muchacho, era obvio que él ya lo había hecho investigar y sabía todo eso y mucho más, ni el mismo muchacho sabía que sus antepasados eran judíos. El conde parecía un aguilucho, era muy blanco, rubio, de ojos muy azules y claros, pero la forma de ellos, así como las cejas tan arqueadas, le hacían parecer un aguilucho, su mirada era terriblemente fría y fuerte, de manera tal que muchos evitaban mirarlo a los ojos. Al parecer esa era una característica familiar, pues su mujer, la señora condesa, quien también era prima lejana, se caracterizaba por su hermosura y frialdad en la mirada, aspecto que no se correspondía con su temperamento apasionado. Aunque sí con la frialdad para tomar las decisiones más crueles que se pudieran imaginar. La hija era diferente, Alessandra Flavia Regina Borghessi era muy dulce.

Entre el sopor del mediodía Miguele recordó que años más tarde, cuando ya estaba radicado en Siena, casado y con familia, había realizado un viaje a Venecia a comprar telas. Venecia concentraba el comercio de telas con el Oriente y aglutinaba las fábricas de tejidos desde la antigüedad. Era excelsa en la producción de algodón, seda y lana que llegaba desde el Oriente y los venecianos exportaban a Alemania y otros países europeos. Para el trabajo de la lana y el teñido de telas desarrollaron ciudades cercanas como Padua, Vincenza y Verona a fin de no contaminar el agua de su ciudad ni tampoco con los olores de los teñidos de las telas. En el siglo XIV la elaboración de tejidos llegó a su esplendor cuando las telas no solo se usaban para las vestimentas y cortinajes sino también para entelar las paredes de los palacios. La combinación de telas con hilos de plata y oro de Venecia se usaban en las vestiduras reales y eclesiásticas de toda Europa, el prestigio de recubrimientos de muros, sedas, terciopelos y brocados hicieron de Venecia el lugar más importante para adquirir las telas. Es por esto que Miguele viajaba continuamente a dicha ciudad para adquirir las más bellas telas para su próspero negocio.

Siempre que iba a Venecia aprovechaba de visitar la isla Gueto Novo que databa de mil quinientos dieciséis cuando las autoridades de Venecia decretaron que los judíos debían vivir en esa isla, por aquel entonces no sobrepasaban las setecientas personas, la isla en cuestión era muy inhóspita, era pequeña y reconocida por su atmósfera poco saludable, no obstante los judíos la transformaron en una isla floreciente, la comunidad fue creciendo y desarrollándose con la característica de ser políglota, pues albergaba judíos venidos de España Italia, Alemania y del Norte de África, construyeron hermosas sinagogas y barrios con construcciones de altura, llamando la atención de judíos y gentiles.

***

Una noche, caminando por Venecia, gozando del buen café que se bebía en la ciudad, producto de sus relaciones comerciales con el mundo árabe, ya había degustado café en la “Bottega da caffé” en la Plaza de San Marcos y en el café “Alla Venezia Trionfante, pero buscaba otros lugares que vendían café y licores del Oriente, cuando vio venir a un grupo de mujeres de la vida y dos hombres muy arreglados a la usanza parisina, uno de ellos lo quedó mirando fijamente, Miguele sintió la mirada y la esquivó, pero el corazón le dio un vuelco, le pareció reconocer en ese hombre al muchachito con el cual habían compartido la terrible experiencia del barco del terror, como había bautizado al barco en cuestión. Siguió de largo y entró a un pequeño bar y pidió un Spritz, trago que se estaba colocando muy de moda, cuando de pronto un niño con aire de vagabundo, le entregó un papel. Se sirvió parte del trago, fue al baño y lo leyó. “Te espero en una hora más en ‘Alla venezia Trionfante’, iré solo”. Miguele sintió terror, hacía tantos años de eso, casi veinte años, recordó que el gigante lo había atracado varias veces ese último día en el barco y en la tarde sin importarle que el chino estuviese en el camarote ni el muchachito que se llamaba Angelo también estuviese, lo había sometido salvajemente, y luego cuando estaba callado de tanto dolor llanto y gritos, el gigante había sometido a Angelo, mofándose, señalando que ahora tenía dos putas para su uso personal, en el puerto las vendería a buen precio. Cuando al amanecer vino el lanchón de mercaderías para llevar a los pasajeros, sin haberse puesto de acuerdo, ambos muchachos se colaron de polizones, escondiéndose bajo unas lonas que tapaban mercaderías, seguramente de contrabando de otras naves que también estaban cerca de Estambul. Fue así que escaparon del gigante o por lo menos eso creían ellos, pero también fue así que ocultos bajo esas lonas vieron la tragedia de esa familia.

No tenía ganas de recordar eso ahora, se había casado, tenía familia y un próspero negocio, era reconocido en su sociedad y no quería que ese pasado tan oscuro se interpusiera en su camino, nadie podía verlo con Ángelo, era evidente que el muchacho había continuado con una vida de abusos sexuales, tal vez el Gigante no era el causante de su ruina, tal vez el muchacho siempre había sentido esa atracción, ahora comprendía cómo el muchacho era abusado y no evidenciaba sufrimiento, tal vez le gustaba que se lo hicieran.

Pensaba no ir al café, pero luego de mucho pensarlo se decidió y fue. El café estaba lleno de clientes a esa hora, principalmente jóvenes que bebían y charlaban animadamente, el café también funcionaba como pequeña posada, ofrecía algunas viandas para acompañar los tragos, tenía un estrado donde habían algunas mesas que quedaban en altura como si fuesen un gran palco, en una de esas mesa, la del rincón, se encontraba Angelo, se saludaron fríamente, Miguele se sentía inhibido tenía mucho temor, aunque Angelo trataba de hablar masculinamente era evidente que sus maneras y su ropa evidenciaban otro tipo de comportamiento. Angelo habló —no te preocupes trataré de ser lo más breve posible, el Gigante maligno está vivo y a pesar de los años nos anda buscando, me lo dijeron unos amigos de Roma, yo vivía allá y vendí lo que tenía y me instalé acá en Venecia donde tengo mis medios, mis amigos y vivo bien, debemos tener cuidado. Trata de no venir mucho a esta ciudad, pues presiento que el Gigante tarde o temprano me encontrará, yo no puedo escapar a mi naturaleza, el Gigante no fue ni el primero ni el único, he seguido con mi vida como he querido, burlando las autoridades y la ley que siempre me persigue, tengo además una tienda de ropa y por ello sé que vienes a comprar telas, no tengas cuidado de mí, nunca te delataré, vivimos juntos una gran experiencia y conservamos un gran secreto. Si alguna vez necesitas de mí ve a “Il Palazzo dei Costume”, ese es mi negocio. Miguele se despidió y salió sin mirar hacia atrás. Ah, mi nombre actual es Vincenzo Delle Pianne—.

***

Miguele Crestuzzo despertó de su siesta, lo llevaron al balcón donde se entretenía mirando a los transeúntes de la calle. Era una vía importante y veía a las personas y también los carruajes. Esperaba que llegase la noche para que regresara su nieto Piero, desde las caballerizas del señor conde y conversaran. Su nieto Piero era su gran ilusión, aunque ahora que Piero pasaba poco en casa, su nieto Bruno le servía de compañía, estaba transformándose en un hermoso muchacho y podía conversar más a gusto.

MIguele gustaba de mirar por el balcón, lamentablemente sus piernas ya no le permitían subir escalas y por ello se cambiaría a una habitación que le estaban habilitando en la planta baja.

3.- La salvación de Silvana.

Desde el balcón Silvana entraba en un mundo de recuerdos, habían pasado años desde que el caballero David la recogió casi de la calle. El posadero le daba muy mala vida, la hacía trabajar como animal, y la obligaba a prostituirse cuando los clientes requerían una mujer, ella tenía miedo por cuanto a la muchacha que estaba antes de ella la habían marcado y tiempo después había aparecido ahogada en el río, todos decían que se había suicidado, pero en el mundo de la posada y los amigos del posadero sabían que la habían asesinado. La pobre mujer tenía un hijo que estaba en el asilo para huérfanos que tenían los monjes de la caridad, el muchacho se llamaba Vittorio y había nacido producto de una aventura amorosa de la muchacha cuando era muy joven y vivía en el campo. Silvana estaba desesperada, cuando alguien comentó en la posada que otro judío se había instalado en la ciudad y se dedicaría a la venta de telas en la antigua casa que ocupaba el peletero. Silvana recordó a il signore David y en cuanto pudo fue a la casa que le habían nombrado, estaba cerrada entonces se dirigió a la casa del peletero que había salvado al signore David. En la casa, Marietta la reconoció inmediatamente, la hizo pasar con gran amabilidad, preguntándole por su salud y su situación, la muchacha le dijo que se encontraba muy mal donde estaba, Marietta le contó que David había salido con su esposo a la casa que estaba arreglando, ella estaba muy preocupada por su esposo que cada día estaba más delgado y enfermo, así que había tenido que asumir la administración de la curtiembre y estaba totalmente sobrepasada de trabajo y responsabilidades, tanto más que se acercaba el Bar-mitzba de su hijo y tenían que preparar ambas casas para alojar a los parientes e invitados. Se encontraban conversando cuando apareció David con su primo quien apenas saludó y se fue a acostar, venía extenuado y se le veía muy enfermo. Marietta fue con su esposo al dormitorio, David se quedó conversando con la mujer, la notó muy desarreglada y con cara apesadumbrada, le agradeció la ayuda que le había brindado cuando llegó a la ciudad y querían asaltarlo a la salida de la posada, le preguntó si había tenido problemas por esa ayuda. Silvana le dijo que no había tenido problemas, pues no habían sospechado de ella, pero que se sentía muy abrumada, empezó a llorar, David se levantó y la abrazó y ella soltó años de dolor y le contó al signore David todo lo que le pasaba, sin omitir detalle. El hombre la consoló y le dijo que debía salir de ahí a la brevedad posible, que no le contara a nadie lo que le había dicho a él, que esa parte de su vida la obviarían dentro de lo posible, que iba a trabajar con él, llegaría su esposa y él tenía mucho que hacer todavía, además que en casa de sus primos había mucho trabajo y algunos contratiempos, le preguntó si quería ir a buscar sus cosas o si le convenía más dejar todo y perderse en esa casa, ya podrían pensar en algo. Silvana estaba mucho más calmada, no se esperaba una proposición semejante, ella era una mujer marcada por la prostitución, una mujer temerosa del posadero, no tenía ningún buen pronóstico en esa vida, no era tonta, siempre se lo decían las monjas, era estudiosa y podría haber tenido mejor suerte, pero estaba marcada por el oficio de su madre, no había tenido escapatoria, sintió en el fondo de su alma que se le ofrecía la gran oportunidad de su vida. No tenía mucho que pensar, ¿Qué tenía en la habitación de la posada? ¿Un jergón? ¿Unos cuantos vestidos de puta? ¿Muy poca ropa vieja y maloliente? Se lo dijo, abrió totalmente su corazón y se lo dijo. II signore David le indicó que esperase allí y salió, al rato volvió, venía con Piera, la empleada, a la que llamaban Pierina, ésta le señaló que la acompañara a la habitación, en el dormitorio había dos camas y compartiría con ella, era la habitación para el servicio doméstico. Antes de que saliera, il signore David le pasó disimuladamente una bolsita con dinero y le dijo que comprase ropa nueva, seria, discreta, y botara todo lo que tenía. Silvana lloraba recordando, desde entonces su vida había cambiado.

Fue con Pierina a conocer la habitación y luego salió hacia un barrio de comerciantes de ropa, adquirió un par de faldas muy amplias, una negra y otra gris, cuatro blusas blancas muy serias como las que usaban las empleadas de casas de familia, un par de botines negros, útiles de aseo, un par de cintas negras para amarrar su ensortijado cabello y volvió a casa, le pidió a Pierina el baño y se aseó, se puso la falda negra y la blusa blanca, amarró su pelo en un moño, luego en la cocina a leña, aprovechando que la cocinera no estaba, metió su antiguo vestido y lo quemó. Pierina le pasó un gran delantal que se usaba para servir en la casa.

Al rato, Marietta la hizo llamar, se juntaron en un pequeño saloncito que estaba al lado del dormitorio principal, Marietta le dio la bienvenida y le dijo que mientras no llegase la familia de su primo trabajaría en su casa, tenían mucho trabajo, y cuando su primo David se instalara pasaría a servir con ellos. Le informó cuanto ganaría, viviría con ellos y tendría casa, comida, materiales para lavar la ropa, se le otorgaría un par de grandes delantales para que no ensuciara su ropa, Pierina le iba a informar sobre lo que tendría que hacer. Silvana le dio las gracias y se retiró con lágrimas en los ojos, lágrimas que a pesar de haber pasado años seguían en sus ojos cada vez que se acordaba. Esa gente había sido muy buena con ella, no era quien para juzgarlas, siempre había sido fiel a la signora Marietta y al signore David.

₺610,37

Türler ve etiketler

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
452 s. 4 illüstrasyon
ISBN:
9789563176001
Yayıncı:
Telif hakkı:
Bookwire
İndirme biçimi:
Metin
Средний рейтинг 0 на основе 0 оценок