Kitabı oku: «Viajes y viajeros, entre ficción y realidad», sayfa 5

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[1] Dinzelbacher (2003: 180-182). Un enfoque mucho más teórico tienen las contribuciones de Hanawalt y Kobialka (2000). Ertzdorff y Giesemann (2003) se refieren a una gran cantidad de casos aislados, tratan las dimensiones míticas del relato de viajes y consideran los tópicos de la percepción de lo ajeno, aunque apenas se refieren a los factores que determinaron en los viajeros medievales la consciencia del espacio y la cultura. Véase sobre esto mi recensión (2005) en Mitteilungen des Instituts für Österreichische Geschichtsforschung 113, 1-2, pp. 176-177.

[2] Sobre esto, cf. Molly C. Robinson (1998).

[3] Sobre la historia de los juglares, véase Dobozy (2005). Parece, sin embargo, como podemos inferir de sus estudios, que hay algunas referencias a España en la poesía trovadoresca.

[4] Sobre esto, véase mi estudio (2003b). Un ejemplo concreto se encuentra, entre otros, en el cantar de gesta Walberan, citado aquí de Tuczay (1999: v. 86).

[5] A título de ejemplo, véase sobre este tema Mai und Beaflor (2006: 3878 y ss.).

[6] Sobre esto, véase Moraw (1992).

[7] Una síntesis sobre esto se encuentra en Müller (1990).

[8] Cf. Classen (2000b: 54-58).

[9] Sorprendentemente se encuentran muchos datos en esta base de datos en Internet: Middle High German Conceptual Database, Universität Salzburg, búsquedas de, por ejemplo, «Hispanje», «Ispanje», «Ispân», «Ispanie», etc. En línea <http://mhdbdb.sbg.ac.at:8000/help/ dictionary.html#search_window> (último acceso: 30/1/2007).

[10] Sobre esto, véase Stegbauer, Vögel y Waltenberger (2004). Sobre el concepto de German Studies desde la Medievalística, véase Classen (2000a).

[11] Sobre esto, véanse los artículos en Herbers (1988). Aquí se trata principalmente la experiencia religiosa y del viaje, no el encuentro con el mundo ibérico desde la perspectiva de los viajeros alemanes. A título de ejemplo citamos aquí el artículo de Klaus Herbers, «Der erste deutsche Pilgerführer: Hermann Künig von Vach», pp. 29-49.

[12] Hirschfelder (1994: 13-14). Sobre esto, cf. Vincke (1959), Mitja (1962/1963) y Ammann (1970).

[13] Schwietering (1902: 10); lógicamente, sus pruebas documentales parecen ser poco numerosas. Y su trabajo está, en cualquier caso, marcado por su objetivo de polemizar contra Arturo Farinelli.

[14] Aunque referido a la motivación de los viajeros al Extremo Oriente, Münkler (2000: 232-240) sintetiza bien los argumentos filosófico-históricos y teológicos desde la Antigüedad.

[15] Classen (2003b). Cf. también Classen (1994/1995).

[16] Halm (2001, n.º 111: 279-281). No sorprende que Hoffmeister (1976) no tuviera conocimiento de este viajero. En historias de la literatura más antiguas sólo se menciona a Harff de pasada, véase, por ejemplo, Rupprich (1970: 162). Este tratamiento superficial le ha sido otorgado también en la crítica más reciente, véase, por ejemplo, Cramer (1990: 135).

[17] Una bibliografía completa de los estudios significativos se encuentra en Halm (2001: 276-279). Desde entonces no han aparecido estudios relevantes y, en todo caso, la percepción del mundo en la Península Ibérica no ha sido considerada hasta ahora.

[18] A Harff se le nombra tres veces en Friedman, Mossler y Figg (2000: 24, 25, 331), pero no se ha incluido una entrada específica para él. Véase Pilgrimage (1946). Últimamente ha aparecido una traducción al alemán actual; véase Rom (2007) y una exposición: <http://user.phil-fak. uni-duesseldorf.de/~brall/offiziellebeilage.pdf>.

[19] Habría de retirarse la apreciación de Malcolm Letts (traducción) «in Spain he has many hints about customs restrictions» (Pilgrimage, 1946: xxxi).

[20] Halm (2001, n.º 137: 335). Cf. Hasenclever (1907).

[21] Cf. Classen (2000a: 67-69).

[22] Ya he tratado en profundidad la figura de Münzer, véanse Classen (2003b: 20-23) y Classen (2003c).

[23] Fabri (1999); véase también Classen (2005).

[24] Sobre esto, véase Classen (2004).

[25] Sobre esto, cf. Honour (1982).

UN VIAJERO ALEMÁN EN VALENCIA HACIA 1800: CHRISTIAN AUGUST FISCHER[*]

Berta Raposo Eckhard Weber

Universitat de València

El escritor y viajero Christian August Fischer, en su época autor popular de numerosos relatos de viaje, de literatura erótica de entretenimiento y de fábulas políticas, parecía hasta hace poco haber caído en el olvido. Si se consultan los diccionarios biográficos y literarios alemanes, o no se encuentra ninguna información sobre su vida y obra, o se le presenta a nivel de los conocimientos del siglo XIX, con informaciones biográficas y bibliográficas erróneas. Sólo muy recientemente ha empezado la Germanística a interesarse por él y a presentarlo al público moderno. La presentación más amplia hasta ahora es la monografía aparecida en el año 2001 «Die Einsamkeit, die Natur und meine Feder, dies ist mein einziger Genuß». Christian August Fischer (1771-1829) – Schriftsteller und Universitätsprofessor, de Josef Huerkamp y Georg Meyer-Thurow, que centra su interés en la obra de Fischer, pero sobre todo en su trayectoria biográfica, que es trazada con ayuda de numerosas cartas escritas por el propio escritor, así como de documentos biográficos propios que aparecen en sus obras.

A raíz de la presentación de su Cuadro de Valencia en este Congreso, y con el trabajo realizado por nuestro grupo de investigación de la Universitat de València, se está dando ya a conocer más ampliamente en España[1] a este polígrafo que consiguió presentar a amplios sectores del público lector alemán la España que en el siglo XVIII todavía era una gran desconocida, rodeada de exóticas leyendas.

De las diferentes etapas de su vida (años de infancia y juventud en Leipzig, la época de los viajes por el sur de Europa y su vida como escritor en Dresden, su difícil época como profesor de la Universidad de Würzburg y las últimas estaciones de su vida hasta su temprana muerte a la edad de cincuenta y ocho años) nos interesan especialmente los años 1797 y 1798, cuando viajó por gran parte de España. No cabe duda de que Fischer explotó al máximo su estancia en este país, y el resultado de ello son no menos de diez textos de distinto tipo y dimensiones.[2] En primer lugar, hay que mencionar sus grandes crónicas de todo el viaje, estructuradas a dos niveles distintos de ficcionalidad: Reise von Amsterdam über Madrid und Cadiz nach Genua in den Jahren 1797 und 1798 (Viaje de Ámsterdam por Madrid y Cádiz a Génova en los años 1797 y 1798), un relato de viaje al uso que alcanzó rápida y amplia difusión en Europa (dos ediciones en 1799 y 1801, críticas muy elogiosas, traducciones al francés, inglés y sueco); y Reiseabentheuer (Aventuras de viaje, con dos ediciones en 1801 y 1802), una crónica novelada del mismo viaje que, sin embargo, presenta en parte una trayectoria diferente a la del Viaje (en lugar de ir del País Vasco hacia el sur en dirección Madrid, da un rodeo por Santander, Asturias, Galicia y Zamora; rodeo evidentemente novelesco, pues lo más probable es que Fischer no visitara nunca esos lugares). Además, publicó una guía de conversación comercial hispano-alemana; una antología sobre temas políticos y mercantiles españoles; monografías sobre Madrid, Valencia y las Baleares; misceláneas sobre temas españoles de actualidad; traducciones, y adaptaciones de literatura española: Quevedo, Mateo Alemán y un volumen de «novelas (es decir, narraciones breves) españolas» (Spanische Novellen), cuyas fuentes no han podido ser identificadas hasta ahora. Por si esto fuera poco, tradujo y anotó los relatos de viaje de los franceses Jean-François Bourgoing y Alexandre Laborde, dos de los más difundidos y apreciados de la época, así como una obra de Pedro Estala sobre las colonias españolas de América. Fischer es el único viajero que además de relatos de viaje generales escribe monografías sobre una ciudad o zona en especial. Así, tenemos el Gemälde von Madrid o Cuadro de Madrid (traducido al inglés y sueco) de 1802, el Cuadro de Valencia de 1803 y un Cuadro de Valencia de 1809 que, pese a su título, trata de las Baleares.

El Cuadro de Valencia no es un relato compacto. Está compuesto de breves capítulos sobre los más diversos temas sin que se pueda percibir ninguna sistematización especial, lo que se confirma si damos un breve vistazo al índice: junto a capítulos sobre comercio, industria y mineralogía, se encuentran cuadros de costumbres como bodas, celebraciones de Nochebuena, fiestas acuáticas, ladrones de agua o descripciones turísticas avant la lettre sobre la ciudad de Valencia, con sus monumentos, iglesias y calles, sin poderse descubrir a simple vista ningún orden determinado. Pero este carácter de mosaico, junto con su estilo ligero y ameno, es lo que le confiere su gran atractivo. Se trata de un bien logrado ensamblaje de temas y formas que integra de manera muy armónica todas las fuentes utilizadas, que no son pocas, principalmente las Observaciones sobre la historia natural, geografia, agricultura, poblacion y frutos del reyno de Valencia de Antonio José Cavanilles (1795-1797): datos estadísticos, detalles concretos y todo lo que se requería de una crónica de viajes ilustrada. La obra de Fischer está a medio camino entre el relato de viaje empírico-cuantitativo y el subjetivo-cualitativo. Porque aparte de todos los datos contables y medibles, su aportación propia y su visión extraordinariamente personal predominan sobre todo lo demás. En este sentido, no es totalmente exacta la información dada por Huerkamp y Meyer-Thurow sobre el Cuadro de Valencia en su bibliografía de los escritos de Fischer («sobre la base de A. J. Cavanilles, Observaciones sobre la historia natural geografia, agricultura, poblacion y frutos del reyno de Valencia»[3]). Cavanilles es una fuente fundamental para Fischer, pero no la única, y además, utilizando toda una serie de bases documentales, él logra componer una obra totalmente nueva.

El hecho de que le haya dedicado un libro especialmente a Valencia puede que se deba a que con las Observaciones de Cavanilles disponía de suficiente material de apoyo para hacerlo, pero aparte de ello, indudablemente ésta fue la ciudad de España que más impresionó y más entusiasmó a Fischer. Lo expresa así tanto en el relato general de su viaje a España como en Reiseabentheuer y en el Cuadro de Valencia, llegando a extremos que hoy pueden parecernos inverosímiles. Por ejemplo, cuando hace recuento de extraordinarios casos de longevidad:

... en Valencia (...) se da con tanta frecuencia una vejez dichosa, y (...) una vejez extraordinaria no es ninguna rareza. (...) En todas partes oiréis hablar de viejos de ciento veinte años, incluso de ciento cuarenta, que todavía están alegres y activos (Fischer, 2008: 260).

Todos los elogios del clima, de la vegetación y de la fertilidad, o de la belleza y precocidad de las mujeres, que hoy pueden parecernos tópicos, entonces no lo eran, sino que constituyen una antiimagen al servicio de la antropología positiva, que pinta el hombre y el mundo no como es, sino como debería o podría ser.[4] Pero la imagen idílica del ser humano se complementa con una imagen satírica. No se le puede reprochar a Fischer ser acrítico y cerrar los ojos a la realidad. El Cuadro de Valencia denuncia repetidas veces la ineptitud de los gobernantes, el fanatismo religioso, etc. Desde la postura del ilustrado alemán, Fischer está convencido de que un gobierno más sabio podría contribuir a que se tomaran algunas medidas concretas para mejorar el reino.[5]

Valencia consigue incluso el milagro de que el protestante Fischer se muestre comprensivo y desprejuiciado ante el culto a los santos practicado por los valencianos. Se trata de pasajes que destilan una fina y benévola ironía. Por ejemplo, hablando de las representaciones teatrales en la fiesta de San Vicente:

¿Puede, por ejemplo, haber algo más excelso que cuando San Vicente recupera un pastel de arroz perdido o cuando consigue detener con su hisopo un toro enfurecido? Se adivina: los bondadosos habitantes de este país se han buscado un santo patrón a su medida. ¡Viva San Vicente! (Fischer, 2008: 152).

Todos estos detalles, algunos de los cuales quizá parezcan anecdóticos o pintorescos, son importantes porque pueden servir, entre otros indicios, para demostrar la estancia de Fischer en España, hecho que han puesto en duda no sólo alguna voz procedente de la Germanística,[6] sino también ya algunos de sus contemporáneos, que intentaban desacreditarle en la época en la que su estrella en la Universidad de Würzburg empezaba a declinar. Friedrich y Dorothea Schlegel, en cartas dirigidas al teólogo Heinrich Paulus, antiguo protector de Fischer en la Universidad, aluden de manera un tanto insidiosa a ciertas «calumnias» de gentes que sospechan que quizá Fischer pudo no haber estado nunca en España.[7] Pero esto sucedía en un momento en que estaba empeorando su posición como académico advenedizo y novato en el mundo universitario, por lo cual hay que tomar con mucha precaución todos los juicios negativos expresados sobre él por personas que sólo lo conocían de lejos.

Frente a esto, están todos los detalles proporcionados por Fischer y que son probablemente fruto de la propia observación, como ya hemos indicado anteriormente. Además, las coincidencias entre los relatos de Fischer y de Wilhelm von Humboldt en Die Vasken (1801) sobre el puerto vasco de Guetaria. En su Viaje, Fischer relata que se alojó en casa del cirujano del pueblo, y menciona algunos libros de medicina que encontró en su biblioteca. Humboldt, después de remitirse a la descripción de Guetaria en el Viaje de Fischer, menciona que se alojó en casa del mismo cirujano y encontró la biblioteca «todavía en el mismo estado» (Humboldt, 1961: 483 y ss.). Fischer también habla de un «indiano», y explica, «es decir, un hombre que ha hecho su fortuna en América» (Fischer, 1998: 46), que conoció allí y sobre el que da muchos detalles. Humboldt, por su parte, vuelve a referirse expresamente a Fischer en este contexto: «D. Francisco Echabe, el indiano que menciona el Sr. Fischer en su Viaje, ya no vivía cuando visitamos Guetaria» (Humboldt, 1961: 483 y ss.).

Si a esto añadimos la ausencia de publicaciones durante todo el año de 1798 en un autor como Fischer, cuyo ritmo de producción a partir de 1795 es de un promedio de tres libros por año, no es aventurado suponer que su estancia en España transcurrió, quizá no durante tanto tiempo como declara en su Viaje (dieciséis meses), pero sí a lo largo de ese año.

Los tres distintos acercamientos de Fischer a Valencia (en el Viaje, en las Reiseabentheuer y en el Cuadro de Valencia) coinciden en la alabanza del clima, la vegetación, las gentes y el estilo de vida. En las Reiseabentheuer, debido a la brevedad y al carácter semificcional de la obra,[8] se observa un mayor grado de idealización y tipificación. Pero los detalles presentes en el Viaje y en el Cuadro de Valencia están en gran parte tomados no sólo de las fuentes utilizadas, sino también de observaciones propias, e incluso de conversaciones.9 Con ello se neutralizan algunas inexactitudes, por ejemplo, la afirmación (Cuadro de Valencia, p. 8) de que el viento del oeste trae nubes de lluvia en los equinoccios, cuando en realidad es justamente lo contrario.

Valencia fue para Fischer la última estación significativa de su viaje, y allí se concentró su experiencia de España. Las múltiples impresiones, observaciones e informaciones ofrecidas sobre esta ciudad y su entorno proporcionaron, a un nivel divulgativo muy propio de la llamada «filosofía popular» típica de la Ilustración tardía alemana, una imagen del país y de sus gentes despojada de mitos e imbuida de espíritu ilustrado y optimista, resumida perfectamente en la siguiente cita de su Viaje:

En el curso de los cambios generales que pronto habrá en España, desaparecerá también aquí la presión de la nobleza y del clero, y Valencia se convertirá en la fuente de la nueva luz para todas las restantes provincias (Fischer, 1998: 186 y 438).

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HUERKAMP, Josef y Georg MEYER-THUROW (2001): «Die Einsamkeit der Natur und meine Feder, dies ist mein einziger Genuß». Christian August Fischer (1771-1829) – Schriftsteller und Universitätsprofessor (Bielefelder Schriften zur Linguistik und Literaturwissenschaft, hrsg. v. Jörg Drews und Dieter Metzing, Bd. 15), Bielefeld, Aisthesis. 9. P. ej., en su Reise/Viaje (Fischer, 1998: 185/434) confirma su opinión sobre la lentitud de las obras del puerto hablando con unos franceses que trabajan allí.

HUMBOLDT, Wilhelm von (1961): «Die Vasken oder Bemerkungen auf einer Reise durch Biscaya und das französische Basquenland im Frühling des Jahrs 1801», en Andreas Flitner y Klaus Giel (eds.): Wilhelm von Humboldt Werke in fünf Bänden II, Stuttgart, Cotta, pp. 418-627.

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[*] Este artículo se enmarca en el Proyecto de Investigación GV05/282 «Viajeros alemanes en Valencia en el siglo XVIII y principios del XIX», financiado por la Conselleria d’Empresa, Universitat i Ciència de la Generalitat Valenciana.

[1] Anteriormente habían aparecido una tesis doctoral inédita de Hiltrud Friederich-Stegmann (La imagen de España en los libros de los viajeros alemanes del siglo XVIII. Con la traducción de las cartas correspondientes al «Viaje por España durante los años 1797 y 1798» de Christian August Fischer, Madrid, UNED, 2003) y dos artículos de Margit Raders (2003): «Christian August Fischer: Reise von Amsterdam über Madrid und Cadiz nach Genua in den Jahren 1797 und 1798. ¿Impresiones de un viajero o ficción literaria?», en Isabel Hernández, Margit Raders y M.ª Luisa Schilling (eds.): Actas de la XI Semana de Estudios Germánicos Das Fremde im Eigenen: Sprache, Literatur und Kultur des deutschen Sprachraums aus interkultureller Perspektive (Lo ajeno en lo propio: la lengua, la literatura y la cultura de los países de lengua alemana desde una perspectiva intercultural), Madrid, Ediciones del Orto, pp. 225-239. Margit Raders (2006): «Impresiones de España recogidas por un alemán entre la Ilustración y el Romanticismo: Christian August Fischer y sus libros de viaje», Revista de Filología Románica, anejo IV, 8, pp. 315-327.

[2] Véase la lista completa de sus publicaciones en Huerkamp y Meyer-Thurow (2001), pp. 438-456.

[3] Cf. Huerkamp y Meyer-Thurow, pp. 159 y 447.

[4] Cf. Münster (2008: 60).

[5] Cf. Andresen (2008: 68).

[6] Cf. Raders (2003).

[7] Cit. por Huerkamp y Meyer-Thurow (2003: 266).

[8] Ni siquiera aquí faltan observaciones muy realistas y personales, por ejemplo cuando dice que seguramente nunca volverá a dormir mejor en su vida que en las noches pasadas al raso en verano en La Mancha, de camino entre Andalucía y Valencia. Cf. Fischer (1801: 90).

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