Kitabı oku: «Adónde nos llevará la generación "millennial"», sayfa 8
En tanto que proviene de la politología, el enfoque de Winograd y Hais (2011) se centra en la política. Citan el entusiasmo de la generación millennial por la presidencia de Obama en 2008 para apoyar su argumento sobre la mentalidad cívica de esta generación. Si bien la candidatura presidencial de Bernie Sanders llegó mucho después de la publicación de su libro, el entusiasmo de la generación millennial por esta hubiera sido utilizado por estos autores, sin duda, para respaldar su hipótesis. En la carrera presidencial de 2016, más del 80 % de la generación millennial apoyó al senador Bernie Sanders en el caucus demócrata de Iowa, y así fue durante la campaña de las primarias demócratas de 2016. La generación millennial, al menos las personas blancas, tanto mujeres como hombres, votaron abrumadoramente por Sanders ante la primera mujer que conseguía una candidatura importante para la presidencia. A la generación millennial le entusiasmó un hombre que se declaraba socialista y que apoyaba la matrícula gratuita para todo el estudiantado, lo cual evidencia el argumento de que las personas adultas emergentes de hoy respaldan la acción gubernamental para resolver problemas sociales. Sin embargo, eligieron al hombre de izquierdas frente a la mujer feminista, lo que puede indicar que sus políticas de género no son tan progresistas o no lo son de una forma tan destacada como lo son otros valores. Utilizando datos de encuestas a pie de urna (Edison Research National Exit Poll) de las elecciones presidenciales de 2016, Kawashima-Ginsberg (2017) muestra que la generación millennial constituyó el grupo de edad con más probabilidades de apoyar a la candidata demócrata Hillary Clinton, pero votaron por ella menos de lo que lo hicieron por Obama en cualquiera de las dos elecciones presidenciales más recientes. Aquí también identificamos una fragmentación entre la generación millennial, ya que dos tercios de todas las personas no blancas votaron por Clinton, pero solo lo hicieron la mitad de las mujeres blancas y un tercio de los hombres blancos. Los hombres blancos sin educación universitaria eran más proclives a votar por Trump; como grupo, en 2016, tenían más probabilidades de votar que nunca antes en el pasado, mientras que otros y otras millennials votaron menos que en el pasado. Una vez más, debemos mostrar cautela al suponer que toda la generación millennial está cortada por el mismo patrón.
Winograd y Hais citan el creciente éxito educativo de las mujeres y las brechas salariales de género en la población estadounidense más joven para predecir que tanto las mujeres como los hombres de esta generación demandarán un mayor equilibrio entre la vida y el trabajo conforme vayan envejeciendo, y sin embargo, señalan la autosuficiencia de la generación millennial, que apuesta por las iniciativas individuales (así como por los programas gubernamentales) como medidas necesarias para resolver los problemas, lo que derivó en el lema «piensa globalmente, actúa localmente». Estos autores sugieren que la millennial es una «generación criada en unas tecnologías que permiten personalizar cada opción y […] no se trata de adoptar programas que ofrezcan una solución única». Desde esta perspectiva, es individualista al creer que su responsabilidad cívica consiste en aportar soluciones creativas y personalizadas a los problemas sociales, así como en trabajar con el Gobierno para lograr cambios. Son la «próxima gran generación».
Según la socióloga Ruth Milkman, la millennial es una nueva generación política, aunque no defiende su excepcionalidad. Se basa en la teoría de la generación de Mannheim (1927) para sugerir que la millennial constituye una nueva generación política con experiencia compartida que la distingue de las anteriores. Las experiencias que esta autora sugiere que dan forma a su actividad política implican ser nativos digitales con más educación que las generaciones anteriores, pero que se enfrentan a la precariedad en el mercado laboral. La generación millennial también se ha criado en un mundo presumiblemente preocupado por la igualdad de género y racial, y aun así se topa con la discriminación. Milkman argumenta que este conjunto de experiencias ha llevado a una generación a asumir la interseccionalidad en sus movimientos sociales. En los años transcurridos desde 2008, la generación millennial ha liderado movimientos sociales relacionados con la inmigración (The Dreamers), el racismo (Black Lives Matter), la desigualdad económica (Occupy Wall Street) y la violencia sexual en los campus. De esta revisión, no podemos deducir que la mayoría de las personas de la generación millennial se involucrarán políticamente, pero sí podemos decir que, al menos, algunas tienen preocupaciones más allá de sí mismas. ¿Son estas las mismas millennials sobre las que Twenge (2014) ha escrito? La autora afirma que las personas encuestadas de la generación «yo» son las «más seguras, asertivas, tituladas y desdichadas [subtítulo del libro]» que las de cualquier generación anterior. Según Twenge, esta es una generación a la que se le dijo que podría ser lo que quisiera ser; sin embargo, creció afrontando el desempleo generalizado y la limitación de oportunidades. Se trata de una generación que se siente con derecho a disfrutar de comodidad material y a encontrar un trabajo que le dé sentido; sin embargo, no puede pagar sus préstamos estudiantiles o encontrar un lugar asequible para vivir. La autora critica el repliegue a la autoestima al que dio forma la filosofía de crianza propia de familias y escuelas, es decir, la de criar a una generación más preocupada por los sentimientos que por los logros. La autora argumenta que las familias y las escuelas se esforzaron mucho por criar a la generación millennial para que pensara lo suficientemente bien de sí misma como para que pudiera realizar grandes hazañas, pero luego creció y «después de una infancia de optimismo y altas expectativas, la realidad les golpeó como una bofetada» (p. XI). Twenge expone que esta es una generación a la que se le ha enseñado a sentirse bien consigo misma, y lo hace, ya sea cuando sus logros justifican esos sentimientos o cuando no. Esta investigadora desprende sus hallazgos de una investigación realizada durante una década que incluye más de treinta estudios basados en encuestas representativas a nivel nacional entre once millones de jóvenes estadounidenses, así como de la información cualitativa recopilada entre sus propios estudiantes de la Universidad Estatal de San Diego. La fortaleza de esta investigación es que se ofrecen comparaciones generacionales de las encuestas realizadas anualmente, en las que pueden compararse millennials con baby boomers de la misma edad. En términos generales, Twenge identifica un cambio cultural hacia el individualismo que ha dado forma a la generación millennial como tal. Admite que esto tiene algunas consecuencias positivas, como su apoyo a la igualdad y la tolerancia, pero también desventajas para la sociedad y para ella misma en caso de que la atención a sus propios sentimientos se convierta en narcisismo. Twenge entiende que la filosofía principal de la crianza de las familias de la generación millennial era la de «sé tú mismo/a». Esto ha derivado en la filosofía del vive y dejar vivir, puesto que todas las personas consideran que deberían ser fieles a sí mismas. Esta retórica es compatible con demandas de igualdad de derechos entre las minorías de género, raza o sexualidad. La generación millennial es mucho más propensa que las anteriores a apoyar diversos tipos de familias, con lo que respalda el derecho de las personas homosexuales a casarse y tener hijas/os y de las mujeres solteras a devenir madres, y acepta la convivencia como un tipo más de relación. Las relaciones interraciales ya no son inusuales o se estigmatizan, y cuando las parejas deciden casarse, se descartan por completo las reglas sobre cómo deben ser las bodas, ya que cada pareja elige su propio estilo para reflejar mejor quiénes son, con bodas de destino4 e invitaciones en línea que son tan aceptables como una boda tradicional en una iglesia con invitaciones impresas en color crema. Toda esta libertad de ser una misma no solo permite a las personas dar forma a sus propias vidas, sino también les exige que acepten las vidas que otras personas eligen.
La libertad para centrarse en una misma también tiene un lado oscuro, o eso argumenta Twenge. Si la responsabilidad moral, y lo correcto, tiene que ver con ser fiel a una misma, ¿son las demás personas importantes? ¿Deriva esta generación en un relativismo moral en el que nadie tiene ninguna responsabilidad respecto a nadie más allá de que todas las personas tengan la responsabilidad principal de ser fieles a sí mismas? Twenge apoya este argumento sobre el narcisismo con información que muestra que la generación millennial (a quienes ella llama Gen Me, ‘generación yo’) es mucho menos propensa a seguir las reglas sociales, dado que no considera que haya una sola manera de hacer las cosas. Afirma que las consecuencias que se derivan de rechazar las reglas sociales son de largo alcance e incluyen todas las esferas, desde los malos modales, hasta hacer trampa en los exámenes o evitar el servicio militar.
Los y las millennials simplemente no se preocupan por las demás personas tanto como lo hacen por sí mismos. Otras evidencias que respaldan esta afirmación sobre el egoísmo provienen de fuentes diversas. Para obtener una prueba directa que apuntalara el argumento que la considera la «próxima gran generación», Twenge utilizó una muestra representativa a escala nacional de estudiantado de secundaria y universidad para comparar su predisposición cívica (deseo de hacer del mundo un lugar mejor) en comparación con la generación de boomers cuando eran jóvenes. Ni un solo ítem (de 30) sobre predisposición cívica fue mayor entre la generación millennial que entre la de baby boomers. La autora cita también investigaciones de Christian Smith basadas en una encuesta y entrevistas en profundidad con las que pudo identificar que solo el 4 % de la generación millennial estaba comprometida cívica o políticamente, ello incluso durante el apogeo de la primera campaña presidencial de Obama, en el verano de 2008. De hecho, la gran mayoría de las personas encuestadas en el estudio de Smith (69 %) afirmaban no tener interés por la política. A partir de 2016, sin embargo, las personas blancas de la generación millennial parecían muy interesadas e involucradas en la candidatura de Bernie Sanders, lo cual debilita el argumento de la generación totalmente orientada a sí misma. O quizá la que mostró su apoyo a Bernie Sanders fue una generación motivada por la gratuidad de la matrícula universitaria y la condonación de préstamos.
¿Qué interesa entonces a la generación millennial? Twenge afirma que están más interesadas en sí mismas. La generación millennial es aficionada a los selfies y ha inventado el sexting, lo que la autora entiende como evidencia de un narcisismo generacional que ha surgido de la mentalidad de autoestima de «todo se trata de mí» con la que se criaron. La autora plantea también que se da una obsesión creciente por la apariencia física; de hecho, la decisión de recurrir a procedimientos médicos invasivos para mejorar el cuerpo se justifica con el propósito de aumentar la autoestima. Twenge argumenta que las personas adultas emergentes de hoy en día confían en sí mismas, pero no en mucho más. Ven un mundo en el que los acontecimientos externos, desde el 11 de septiembre y los ataques terroristas hasta la Gran Recesión, determinan el curso de sus vidas en lugar de hacerlo sus propios esfuerzos. Esta externalización puede considerarse un fenómeno adaptativo, de protección de su autoestima ante un mundo cruel, pero también puede conducir al cinismo y la alienación, e incluso a la depresión. La creencia de que las fuerzas externas determinan el curso de la vida de una no parece que motive a comprometerse plenamente con otra persona o incluso a cumplir las propias metas.
La literatura académica que acabamos de exponer nos proporciona algunos hechos concretos y algunos análisis controvertidos. La generación millennial transita un momento de la historia en el que no es posible definir una trayectoria rápida o fácil hacia la edad adulta; de hecho, separa tanto tiempo la adolescencia de la edad adulta que la psicología la ha definido como una nueva etapa de la trayectoria vital, la adultez emergente. Se supone que los adultos jóvenes deben permanecer un tiempo en este momento de sus vidas, pensando en quién quieren ser, para encontrarse a sí mismos. La academia debate si la generación millennial es narcisista o cívica. Otras investigaciones podrían ayudar a arrojar luz sobre el tema, y he encontrado un tipo de investigación que merece la pena revisar, aunque no sea académica. Las personas que comercializan productos también investigan y han estudiado cómo venderlos a esta nueva generación; con los resultados de esas investigaciones pretenden obtener beneficios. Antes de finalizar este capítulo, echemos un vistazo a lo que las empresas de marketing han aprendido sobre la generación millennial.
En 2010, el Informe Prosumer se centró en la transformación en cuanto al género en la generación millennial y preguntó: «¿Son las mujeres los hombres nuevos?». El siguiente resumen pretende dar una idea de sus hallazgos:
La generación millennial es una generación como ninguna otra. Es más móvil, más multicultural y más adoptadora (y adaptadora) de nuevas tecnologías que cualquier generación anterior. Vive en un mundo sin hojas de ruta ni autoridades tradicionalmente reconocidas, creando su propio contenido, sus canales de comunicación e itinerarios de vida. También difiere de las generaciones anteriores en, al menos, otra cuestión importante: en gran parte de Occidente, han crecido en una era «posfeminista», con mujeres que son ampliamente reconocidas como iguales a los hombres, si bien no siempre tratadas como tales. Las protestas y manifestaciones por los derechos civiles que estos y estas jóvenes han presenciado en sus vidas no reivindicaban cuestiones de mujeres versus hombres, sino los derechos de migrantes o personas con orientaciones sexuales minoritarias. La idea de «liberación de la mujer» constituye un artificio polvoriento, sin relevancia para estos y estas jóvenes a no ser que no sea como fuente de humor o contextualización histórica (p. 1).
Su investigación también sugiere que lo que todas las personas buscan es ser «felices», y casi las tres cuartas partes de la generación millennial que se estudian en este informe afirman que actualmente están contentas. Quizá esto se deba a un cambio en los objetivos, que han variado desde el éxito y el poder, en los que se centraron las generaciones anteriores, a otros más efímeros como el amor y la amistad. Se trata de metas que resulta más probable que se alcancen con esfuerzo personal y con mayor facilidad. Estos objetivos también responden a su temor declarado a «estar solos».
Como parte de un gran estudio internacional, el Informe Prosumer incluía información descriptiva sobre las actitudes de género de 500 millennials estadounidenses. La mayoría de las mujeres no perciben que sus elecciones estén limitadas por el género y no creen que estas tengan implicaciones para las mujeres como grupo. La mayoría de las mujeres y los hombres no están de acuerdo con que los hombres sean los que dirijan e inicien las relaciones sen timentales, y menos del 20 % de las mujeres y del 30 % de los hombres piensan que el hombre debería ganar más que su pareja femenina. Mientras que un poco más de la mitad de los hombres creen que las mujeres deberían ser femeninas y los hombres masculinos, menos de la mitad de las mujeres manifiestan esto. Las mujeres se ven iguales a los hombres y, sin embargo, son mucho más propensas a priorizar el equilibrio entre la vida y el trabajo frente al salario cuando deben considerar las ventajas de centrarse en su carrera. Aunque tanto hombres como mujeres ven el matrimonio como una fusión de iguales, los hombres tienen la expectativa de permanecer en el mercado laboral durante toda su vida, mientras que las mujeres sienten que deben valorar opciones (¿tal vez responsabilidad?) cuando tengan que hacer malabares entre su profesión y la crianza, por ejemplo, a través del trabajo a tiempo parcial o abandonando temporalmente el mercado laboral por la maternidad. Esta investigación de mercado sugiere que, debido a que las mujeres dan cuenta de sus elecciones de vida y los hombres no, serán las mujeres quienes tomen las decisiones que afecten a sus familias. ¿Por qué se da esto? Bien, si las mujeres permanecen en el mercado laboral, esperarán que sus maridos se comprometan con las metas laborales y compartan las tareas domésticas y la crianza de los hijos, pero si las mujeres «eligen» centrarse en la maternidad, esperarán que los hombres asuman la responsabilidad principal del bienestar económico de las familias. De acuerdo con este argumento, hoy en día los hombres padecen «miasma masculino», se debaten entre nuevas definiciones imprecisas de masculinidad. Los hombres heterosexuales se sienten incómodos ante una nueva situación en la que sus vidas dependen de las elecciones que sus futuras esposas tomen para poder compaginar la familia y el trabajo; deben esperar a que su pareja las tome antes de adoptar sus propias decisiones profesionales importantes. Si estos especialistas en marketing están o no en lo cierto se sabrá en los próximos años. También puede ser que los hombres no adviertan la necesidad de condicionar sus elecciones a los deberes parentales, y sean las mujeres las que se sientan dependientes de los maridos para poder elegir. Aun así, ambos sexos afirman que las distinciones de género ya no están «grabadas a fuego» y que, según estos datos, los hombres y las mujeres son más parecidos que diferentes. El informe finaliza con una recomendación a los especialistas en marketing: el nuevo modelo debe ser un «paradigma de parejas» que muestre a la pareja como una marca exitosa que trabaja en conjunto para gestionar la vida cotidiana.
Otro estudio de marketing, el Informe de género Cassandra, ofrece hallaz gos similares sobre la fluidez de género. Elaborado por Intelligence Group, una compañía de investigación dedicada al estudio del consumidor, también sugiere que las generaciones Y y Z (otras etiquetas que incluyen a la mayoría de la generación millennial que tenía de 14 a 24 años en 2013) se esfuerzan en lograr un mundo neutral en cuanto al género, en el que productos y mensajes sean universalmente atractivos. Más de la mitad de las personas encuestadas afirman que preferirían comprar en una tienda unisex que en una exclusiva de su sexo, y menos de la mitad prefiere productos específicos de género.
En su encuesta en línea a 900 personas, casi la mitad de las mujeres están «de acuerdo con que los hombres usen maquillaje» y nueve de cada diez están «de acuerdo con que las mujeres tomen la iniciativa con los hombres». Las tres cuartas partes de las mujeres prefieren ser duras que delicadas. Son los hombres los que se sienten cada vez más ignorados, y una cuarta parte de ellos creen que son representados de manera imprecisa por los anuncios, incluso como padres incompetentes. Los datos provenientes de los estudios de marketing parecen apoyar el argumento de Twenge de que las personas adultas emergentes de hoy se centran en objetivos personales, como el ser feliz, más que en el éxito. Estos datos descriptivos también refieren una gran diversidad de posiciones ante las normas de género, y respaldan el argumento de que al menos parte de esta generación critica la existencia misma de normas que distingan cómo deberían vivir los hombres y las mujeres. Sin embargo, en los datos comerciales no hay mucha evidencia sobre el compromiso cívico de la generación millennial. Evidentemente, para vender productos es más importante comprender la estructura de género que su compromiso político.
Así que, finalmente, ¿qué podemos saber acerca de la generación millennial? Que llega a la mayoría de edad en una época en la que se necesita mucho tiempo para alcanzar la edad adulta. Que experimentarán la reflexividad de esta nueva etapa de la vida que ahora llamamos la adultez emergente. A partir de este momento, son más liberales que las generaciones anteriores. Una parte de esta generación ha comenzado a criticar las normas de género sobre cómo vestir y la presentación de sí mismos/as, aunque seguramente esta siga siendo una posición minoritaria. Es más diversa en cualquier elemento que analicemos en función de la raza y el origen étnico, así como del género y de las identidades sexuales.
Sin embargo, todavía hay rastros de tradicionalismo de género y las mujeres se sienten más responsables de elegir un trabajo que se pueda compatibilizar con la maternidad. Esta generación fue criada claramente para ser auténtica, para ser fiel a sí misma. Queda por ver si ello incluye la voluntad de crear un mundo mejor para sí mismos utilizando la política tradicional. Quizá la aportación de la literatura científica precedente pueda sintetizarse como la caracterización de la generación millennial en tanto que autocomplaciente, narcisista e individualista. La investigación se contradice en cuanto a si es tan progresista respecto al género como las generaciones anteriores o si los conflictos entre lo laboral y lo familiar que han experimentado en sus propias familias han hecho que algunos/as de ellos/as anhelen un pasado en el que las familias eran más tradicionales. Aun así, hay investigaciones que sostienen que esta generación es más crítica que cualquier otra anterior con las normas de género que restringen sus elecciones. Tras este resumen pasamos a conocer a las adultas emergentes de este estudio.
Los datos cualitativos presentados en las siguientes páginas no son comparables entre generaciones. El estudio se basa completamente en las historias de vida de 116 millennials del área metropolitana de Chicago que tenían entre 18 y 30 años de edad en 2013. La mayoría eran estudiantes universitarios/as o recién graduados/as. Se trata de la primera recopilación de información destinada a investigar profundamente cómo esta generación se relaciona con la estructura de género en su totalidad. Nuestras entrevistas cubrieron el nivel de análisis individual mediante preguntas profundas sobre el sentido del yo. También les interrogamos acerca de las expectativas de género que tienen con respecto a las demás personas, y cómo experimentan lo que se espera de ellas y ellos en la interacción con familiares y amistades.
En sus relatos se incluye si experimentan la estructura de género como opresiva y, de ser así, cómo es esta experiencia. También preguntamos, y respondieron de manera exhaustiva, sobre cuáles eran sus creencias ideológicas y si son necesarias las normas que diferencian las vidas de hombres y mujeres; así como sobre las experiencias de género que han tenido debido a las normas y los reglamentos institucionales. Esta investigación añadirá profundidad y amplitud a lo que sabemos sobre la generación millennial y el género en tanto que estructura social.
* Incluimos en el título del capítulo los tres artículos posibles para denotar el género de las personas (los, las, lxs) que se utilizan en nuestro contexto con la intención de remarcar la pluralidad de expresiones de género que podemos encontrar entre la generación millennial. Utilizaremos este recurso a lo largo del libro cuando nos refiramos a las personas no binarias o a las personas que rechazan cualquier expresión de género en tanto que identidad. Obviamente, esa distinción no consta en el título original en inglés (N. de la T.).
1 En nuestro contexto se habla de la «generación yo», pero más de la «generación millennial» (N. de la T.).
2 La autora se refiere con este «estar sin rumbo» a tener trabajos distintos simultánea o sucesivamente, y no contar con un proyecto definido sobre todo en el ámbito laboral (N. de la T.).
3 Joyce A. Martin et al.: «Births: Final Statistics for 2013», National Vital Statistics Reports 64(1), 2015, en línea: <http://www.cdc.gov/nchs/data/nvsr/nvsr64/nvsr64_01.pdf>.
4 Destination weddings es la denominación con que se conocen las bodas que se realizan en un lugar o localidad distinta de aquella en la que vive o de la que procede la pareja. Normalmente se trata de lugares «exóticos» (N. de la T.).
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