Kitabı oku: «Si Ella Se Ocultara», sayfa 3

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CAPÍTULO CINCO

Esta vez, cuando entraron a la Estación Policial de Deton, el enorme escritorio al frente de la estancia estaba ocupado por una mujer que se veía como si hubiera sido sembrada allí y nunca se hubiera ido. Mínimo tenía sesenta años y cuando miró a Kate, DeMarco, y Jeremy Branch, les brindó una sonrisa muy bien ensayada. Cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, sin embargo, la sonrisa se desvaneció y se condujo con aire profesional.

—¿Son ustedes las agentes? —preguntó.

—Sí, señora —dijo DeMarco—. ¿Dónde podemos poner al Sr. Branch?

—En la sala de interrogación por ahora. Llamaré al sheriff y le informaré que están aquí. Síganme.

La mujer las condujo a través de la estancia, por el mismo corredor por donde las había llevado Barnes más temprano. Abrió la puerta de la.segunda habitación a la derecha. Se veía casi igual a aquella donde habían conocido al Oficial Foster ese mismo día. Había un viejo y desvencijado escritorio con una silla colocada a cada lado.

—Siéntate —dijo DeMarco, dándole a Jeremy un ligero empujón en dirección a la mesa.

Jeremy hizo lo que le pidieron, sin resistirse. Una vez que se hubo sentado, puso sus manos esposadas delante de él, y las contempló.

—¿Cómo era la relación entre tú y Mercy Fuller? —preguntó Kate.

—Apenas la conocía.

—Vi una foto en tu cuarto que dice otra cosa.

—¿Qué dirían si les digo que ella era… Bueno, así de amistosa con la mayoría de los chicos?

—Diría que es una acusación bastante atrevida en contra de alguien. Especialmente en un pueblo como este, y acerca de una chica que acaba de perder a sus padres.

Jeremy suspiró y se encogió de hombros. Su desenfado estaba exasperando a Kate, pero esta se esforzó en seguir actuando de manera profesional.

—Se los dije… No sé nada de esa familia.

—Estás mintiendo —dijo Kate—. Y esta es la situación. Puedes continuar mintiendo, pero este es un pueblo pequeño, chico, y puedo descubrir tu mentira con bastante facilidad. Y si descubro que me estás mintiendo, entonces comenzaremos a indagar en lo de las drogas. Quizás encontremos a algunas de las personas que tu no tan brillante hermano ha anotado en ese cuaderno negro que está debajo de su cama. Quizás les digamos que nos contaste dónde hallar el cuaderno.

Los ojos de Jeremy se abrieron más ante este pensamientos y comenzó a revolverse en su asiento. Kate también se preguntó si había una carta que jugar con respecto al hermano mayor. Se preguntó cuál de los dos se quebraría primero bajo la presión.

Pero aparentemente, no tendría que irse por esa ruta. Prácticamente pudo anticipar el momento en el que Jeremy Branch decidió que su propia conservación era lo más importante.

—Bien, la conozco. Pero no estábamos saliendo en citas ni nada de eso. Solo nos juntábamos de vez e cuando.

—¿Entonces era una relación de tipo sexual?

—Sí. Y eso era todo lo que era.

—¿No te importaba que tuviera quince?

—En cierto modo. Suponía que rompería con ella en cuanto yo cumpliera los dieciocho. Así no me metería en problemas, ¿entiende?

—¿Cuándo fue la última vez que la viste? —preguntó DeMarco.

—Hace como una semana.

—¿Vino ella a tu casa?

—Sí. Teníamos una especie de consigna. Cuando ella quería venir, me mandaba un texto y yo la recogía en Waterlick Road. Ella le decía a su familia que iba a casa de una amiga y yo la recogía e íbamos a mi casa.

—¿Desde hace cuánto está pasando esto? —preguntó Kate.

—Cuatro o cinco meses. Pero miren, se que suena sucio o algo así, pero en realidad no la.conozco bien. Solo era sexo. Eso era todo. Era su primera... y ella tenía cierta curiosidad, ¿entienden? No era una loca por el sexo ni nada de eso, pero nos vimos muchas veces.

—Creo que dijiste que ella era amigable con la mayoría de los chicos —dijo DeMarco.

Su única respuesta a esta aparente mentira en su intento de salvarse fue encogerse de hombros.

—¿Qué hay de sus padres? —preguntó Kate— ¿Qué nos puedes decir acerca de ellos?

—Nada. Sé quién era su papá, ¿entienden? Quiero decir es un pueblo pequeño. De alguna manera conoces a todo el mundo. Además, ella siempre solía bromear con que si su papá averiguaba que estábamos echando un... teniendo sexo —dijo, aparentemente por no parecerle apropiado usar otra terminología delante de dos mujeres agentes—, él me mataría.

—¿Y tú le creías?

—No lo sé. Pero supongo que sí. A un chico nunca le gusta pensar que el padre de la chica con la que está durmiendo se enterará. Yo no sabía qué pensar de sus padres. Quiero decir que ella los odiaba. Como que los despreciaba, ¿entienden?

—¿Era así?

—Basado en la manera cómo hablaba de ellos, sí, eso creo. Si puedo...

Se detuvo allí y pareció pensar en algo por un minuto. Miró entonces a Kate y DeMarco como si estuviera determinando hasta dónde podía llegar.

—¿Qué pasa? —preguntó Kate.

—Miren. Sí, es una vergüenza que hayamos dormido juntos unas veinte veces y yo no la conozca bien. Pero siempre pensé que era algo extraño que hablara así de sus padres.

—¿Como qué?

Antes de que pudiera responder, tocaron la puerta. El Sheriff Barnes la abrió y asomó su cabeza. Hubo un rápido intercambio de miradas entre Barnes y Jeremy, lo que hizo pensar a Kate que probablemente esta no era la primera vez que Jeremy pasaba tiempo en esta habitación.

—¿Jeremy Branch? —preguntó— ¿Qué diablos.está haciendo aquí?

—¿Quieres decirle o lo hacemos nosotras? —preguntó DeMarco. Le dio a Jeremy unos segundos y como no rompió a hablar, se lo contó rápidamente a Barnes— Dormía con Mercy Fuller… hasta la semana pasada. Nos estaba diciendo lo extraño que le parecía que Mercy hablara de manera negativa de sus padres. Que los odiaba.

—¿Durmiendo con ella? —preguntó Barnes— Diablos, hijo… ¿qué edad tienes?

—Diecisiete. No cumplo dieciocho hasta el otro mes.

—Continúa —dijo Kate, trayéndolo de nuevo al punto—, cuéntanos qué tipo de cosas decía Mercy acerca de sus padres.

—Solo cómo ellos no la dejaban hacer nada. Cómo no confiaban en ella. Creo que tenía mala entraña con su madre porque al menos dos o tres veces dijo algo como ‘quiero matar a esa perra’. Odiaba a su mamá.

—¿Alguna vez habló de la relación entre sus padres? —preguntó Kate.

—No. Raramente hablaba de ellos. Se desahogaba por un rato, se volvía un poco loca, y entonces ahí era cuando solíamos tener sexo. Yo… No lo sé. Nunca pensé que en realidad lo haría.

—¿Hacer qué? —preguntó Barnes.

Jeremy los miró como si no hubiesen entendido. —¿En serio? Miren... como dije. Ella parece como inocente, aparte de ser una especie de ninfa, pero si buscan al asesino de sus padres... búsquenla a ella. Les garantizo que Mercy asesinó a sus padres y luego se largó del pueblo.

CAPÍTULO SEIS

Hasta el momento, nadie había tomado asiento al otro lado del escritorio. Kate, DeMarco, y Barnes estaban todavía de pie. Pero cuando Jeremy hizo tan grave declaración, el Sheriff Barnes caminó lentamente hasta la silla y se sentó al frente del muchacho. Había una mezcla de furia y tristeza en sus ojos al apuntar con un dedo acusador a la cara de Jeremy

—He sido sheriff en este pueblo por dieciséis años. Conocí a Wendy y Alvin Fuller bastante bien. Y hasta donde sé, Mercy Fuller era una joven correcta. Ciertamente no una basura problemática como tú. Así que si te vas a sentar aquí y lanzar tal acusación, te sugiero que tengas una buena historia para respaldarla.

Jeremy asintió, bastante asustado ahora. —La tengo.

Barnes cruzó sus brazos, se recostó en la silla, y miró con desdén a Jeremy. Cuando este comenzó a hablar, sus ojos no se despegaron de Barnes. Si Kate tuviera que hacer una conjetura, diría que a él le preocupaba que Barnes se lanzara de un momento a otro sobre él para estrangularlo.

—Habíamos estado retozando por tres o cuatro semanas la primera vez que mencionó lo de escapar de su casa. Me preguntó si me quería ir con ella. Dijo que quería ir a algún lugar de Carolina del Norte o algo así. Me burlé de ella porque no le veía la gracia a lo de mudarse al estado de al lado, ¿saben? Además, no me gustaba ella siendo así. Mi hermano bromeaba conmigo sobre que una chica se obsesiona con el primer chico con el que duerme. Supongo que así fue. En todo caso, no había forma de que yo me fugara con ella. Pero la manera cómo hablaba de eso, podías afirmar que de hecho lo pensó.

—¿Crees que quería escapar solo por lo mucho que detestaba a sus padres? —preguntó Kate.

—Eso supongo. Quiero decir es la única razón en la que podría pensar que haría que ella quisiera dejar su casa. Quiero decir… mis padres son unos imbéciles, también. Pero yo no me escapé ni nada de eso.

—No —dijo Barnes—. Solo te mudaste tres kilómetros más allá al tráiler de tu hermano. Quizás Mercy no tenía una opción como esa.

—Aún así —dijo Kate, asegurándose de que Barnes no se saliera el tema—, ¿estás seguro de que ella hablaba en serio cuando hablaba de escapar? ¿No simplemente llenar tu cabeza de fantasías para que permanecieras con ella?

—No. Pero vivía diciendo que su madre se volvería loca tratando de encontrarla, no porque en verdad quisiera encontrarla sino porque sentiría que Mercy le había ganado una al escapar.

—¿Sabes si había algún abuso en su casa? —preguntó DeMarco.

—No lo creo. No recientemente, en todo caso. Ella me contó una vez acerca de cómo su madre la arrastró y le pegó en la cara cuando tenía once o doce.

—¿Y juras que ella en realidad llegó a decir que iba a asesinarlos? —preguntó Kate.

—Unas pocas veces, lo hizo. Decía 'no puedo esperar a matarlos'. Y entonces hablaba de cómo lo haría con un cuchillo o una pistola. Realmente le gustaba hablar de eso. Pero yo le decía que se callara. Cuando Mercy y yo nos juntábamos, era solo por el sexo. Y yo no quería escuchar lo que pensaba acerca de asesinar a sus padres antes de que lo hiciéramos, ¿entienden?

Kate sopesó todo una vez Jeremy dejó de hablar y miró a los tres. Había mentido al decir que Mercy era promiscua. Kate se preguntó si todo lo demás era también una mentira.

Se inclinó hacia el Sheriff Barnes que estaba todavía sentado y susurró en su oído: —¿Podemos hablar afuera por un momento?

Él asintió y se levantó, casi teniendo que despegar sus ojos de Jeremy. No se limitó salir caminando de la habitación, sino que con sus gestos hizo evidente su furia. Antes de intercambiar palabras con Kate o DeMarco que le siguieron, fue derecho a su oficina. Sostuvo la puerta abierta para que ellas pasaran y luego la cerró.

Entonces, dijo: —Mierda.

—¿Piensa que está diciendo la verdad? —preguntó Kate.

—Creo que hay suficientes detalles verdaderos en su historia para hacerla creíble. Esa pequeña historia acerca de Wendy Fuller golpeando a Mercy… realmente sucedió. Mercy llamó a la policía. No estaba triste cuando lo hizo. Fue hace como cinco años, pero lo recuerdo bien. Buscaba una retaliación. Quería asegurarse que su madre se viera metida en un problema. Pero al final, solo se requirió que nos sentáramos con la familia y todo terminó bien. Wendy tenía un problema con la bebida en ese entonces. Hasta donde sé, ha estado sobria en los últimos dos años. En cuanto a este asunto de que Mercy odia con ganas a sus padres… simplemente no lo sé con certeza.

—Todo lo que está diciendo es exactamente lo opuesto que dijo Anne Pettus. Ella dijo que Mercy amaba a sus padres… que se llevaban muy bien.

—Aquí es donde me atasco —dijo Barnes—. Jeremy Branch y su hermano mayor no son más que unos problemáticos. He arrestado a su hermano dos veces por posesión de drogas y una vez por conducta lasciva en la parte trasera de su camioneta en un camino secundario. En cuanto a Jeremy, lo he tenido aquí solo una vez, por hurto. Pero siempre supuse que sería cuestión de tiempo que se volviera un asiduo visitante.

—¿Tendría él alguna necesidad de mentir al decir que Mercy es potencialmente la asesina? —preguntó DeMarco.

—Simplemente no lo sé. Pero… tiene bastante sentido, ¿correcto? La chica se harta de sus padres, los asesina, y luego escapa.

Kate asintió. Recordó su propio escenario imaginado con Mercy aproximándose a sus desprevenidos padres y matando a ambos antes de que el segundo en ser asesinado tuviera certeza de lo que estaba sucediendo.

—¿Cuánto tiempo tiene Jeremy viviendo con su hermano? —preguntó Kate.

—No lo sé. Como un año. Antes de eso, sin embargo, vivía de manera intermitente con él. Randy Branch, un inútil de veinticinco años. Sus padres se divorciaron hace como diez años. Randy se consiguió su propia casa en cuanto pudo, ese miserable doble tráiler en el límite del bosque. Por un tiempo, creo que Jeremy vivía alternativamente con uno de sus padres, pero luego su madre se mudó donde su familia en Alabama. Después de eso, creo que su padre dejó en cierto modo de cuidarlo.

—¿Pero vive por aquí?

—Sí, en Waterlick Road.

—¿Sabe si Jeremy se queda con él?

—No personalmente. Escucho rumores, sin embargo. Y uno de esos rumores es que Randy organiza estas fiestas picantes. Orgías, supongo, no lo sé. Y él no permite que Jeremy se quede. Así que por lo que he escuchado, en los fines de semana que tiene estas fiestas, Jeremy se queda con su viejo. Hizo una pausa, y casi con escepticismo añadió: —¿Están pensando que fue Mercy?

—¿Lo piensa usted?

Él se encogió de hombros. —No quiero creerlo, pero está empezando a verse así. Si soy honesto, es una conclusión que comencé a considerar incluso antes de que ustedes se presentaran.

—Retengamos a Jeremy un rato más —dijo Kate—. Mientras, ¿podría hacer que alguien busque la dirección y la información de contacto del padre de Jeremy?

—Sí, pondré a Foster en eso —dijo, alcanzando su teléfono—. Estará encantado de poder añadir un poco más de información a los archivos del caso.

Kate y DeMarco salieron de la oficina, regresando a la estancia principal de la estación. Hablando en voz baja, preguntó a DeMarco: —¿Crees que Jeremy Branch está diciendo la verdad?

—Simplemente no lo sé. Su historia ciertamente suma y conecta muchos puntos. Pero también sé que con todas las drogas halladas en esa casa, tiene todos los motivos del mundo para cubrir su trasero y desviar la atención lejos de él.

—No puedo dejar de preguntarme si él mismo tiene que ver con las muertes —dijo DeMarco—. Un chico mayor, que quiere tener a una chica más joven bajo control. Si ella verdaderamente odiaba a sus padres y él estaba suficientemente loco, ¿no sería un sospechoso?

Era una línea de pensamiento muy prometedora, una que Kate había considerado. No la había descartado, esperando que una visita a la casa del padre de Jeremy les brindaría más información.

—¿Agentes?

Ambas se giraron para ver a Barnes saliendo de su oficina. Le entregó a Kate una tira de papel y asintió. —Esa es la dirección de Floyd Branch. Una advertencia… él puede portarse algo grosero. Placas y todo lo demás le importan muy poco.

—Es la mitad del día —dijo Kate—. ¿Está seguro de que estará en casa?

—Sí. Trabaja con motores pequeños y cosas como esas en su garaje —Barnes miró su reloj y sonrió—. Son alrededor de las tres treinta, así que apuesto lo que sea que ya ha comenzado a beber. Si fuera ustedes, me dirigiría ahora mismo... antes de que se emborrache. ¿Quieren respaldo? Él es un rústico. No sé de que otra manera explicarlo. Va a ver a dos mujeres que no conoce y no las va a tomar en serio.

—Suena encantador —dijo Kate—. Seguro. Venga con nosotros, Sheriff. Mientras más, mejor.

Honestamente no creía en ese pequeño detalle pero conocía a la clase de hombre que Barnes estaba describiendo. Había visto muchos así en el Sur sobre todo. Había zonas rurales donde los hombres nada sabían del mundo, no solo le faltaban el respeto a las mujeres sino que eran incapaces de verlas como sus iguales… aun cuando cargaran una placa y un arma.

Dejaron juntos la estación, dirigiéndose al auto rentado del Buró que DeMarco había traido desde Washington. Vaya, eso fue apenas esta mañana, pensó.

Le hizo pensar en Allen y en los planes que había tratado de hacer para ambos —una rápida escapada a las montañas para beber vino, dormir y hacer otras cosas en la cama que no eran exactamente dormir .

Y al tiempo que le entristecía perderse aquello, estaba dispuesta a admitir que igualmente estaba excitada en ese momento, con un caso desplegándose delante de ella. Todavía tenía trabajo que hacer para mantener el apropiado balance entre su vida personal y su peculiar horario con el Buró, pero por ahora, sentía que estaba exactamente donde necesitaba estar.

CAPÍTULO SIETE

La propiedad d Floyd Branch era la materialización de todos los estereotipos sureños. Mientras DeMarco ingresaba con el auto a la vía de acceso ligeramente cubierta de gravilla, las letras de una docena de canciones country se presentaron bajo la forma del tráiler de Floyd Branch, el patio, y el resto de sus posesiones.

El césped estaba solo ligeramente mejor que el que habían visto en la morada de Jeremy. Porciones de césped alrededor del tráiler, al menos, habían sido cortadas con la máquina, y había espacios secos aquí y allá. La cortadora misma —vieja y con la cubierta oxidada, estaba aparcada directamente al lado de un cobertizo en la parte trasera de la casa. Dos chatarras de camiones —a uno le faltaba toda la parte de atrás— descansaban sobre b!oques de concreto junto a él. Al lado del cobertizo habia un perrera de aspecto endeble, hecha principalmente de tablones de madera, unos postes de metal, y lo que parecía alambre de gallinero. En cuanto DeMarco estacionó el auto y se bajaron todos, dos pit bulls dentro de la perrera comenzaron a hacer ruidos temibles, algo entre un ladrido y un rugido.

Kate, DeMarco, y Barnes solo se habían alejado unos pasos del auto antes de que un hombre de mediana edad y de aspecto demacrado saliera del cobertizo. Traía una escoba, mirando molesto hacia el cobertizo y regañando a los.perrros. Vio entonces que tenía visitantes. Su ira se aplacó y tiró la escoba en el cobertizo como si le causara embarazo.

—Hola, Sheriff.

—Floyd, hola. ¿Cómo te va?

—Bien, eso supongo. Trabajo en un viejo motor de motocicleta para la familia Wells. La moto es de la prehistoria. Me parece un desperdicio, pero él ya pagó, así que...

Hizo una pausa, absorto en examinar a las dos mujeres que estaban a cada lado de Barnes. Se veía tan agitado como ligeramente excitado. No porque hubiera mujeres en su propiedad, sino porque era algo inesperado —algo nuevo y fuera de lo ordinario.

—Floyd, estas dos damas son del FBI. Les gustaría hacerte unas preguntas.

—¿FBI? ¿Para qué diablos? Yo no he hecho nada.

—Oh, no espero que hayas hecho algo —dijo Barnes—. Pero dime, Floyd: ¿cuándo fue la última vez que hablaste con Jeremy?

—Ah, diablos, ¿qué hizo?

—No lo sabemos aún —dijo Kate—. Quizás nada. Hemos venido a asegurarnos.

—Ha estado involucrado con Mercy Fuller —explicó Barnes—, la hija de Alvin y Wendy. Lo tenemos en la estación para interrogarlo. Pensé que deberías saber eso.

—¿Qué? Maldición, Sheriff —Floyd se encogió de hombros y sacudió la cabeza—. No me sorprende de todos modos. Ese muchacho nunca me dice nada. Probablemente ya son tres semanas desde que lo vi. Se quedó unas noches mientras Randy atendía sus asuntos. Pero estoy casi seguro de que vino un rato hace unas noches cuando yo estaba afuera en el bar. Dejó encendida la luz en su cuarto. Él viene acá a veces a ver películas. Porno, principalmente, eso creo. Un poco raro.

—¿Y nunca mencionó a Mercy Wheeler? —preguntó Kate.

—No. Diablos, casi ni habla. De fútbol, algo. Cómo los Redskins van a cagarla. Preguntó por su mamá pero yo no tenía ganas de tener esa conversación, ¿entienden? —hizo una pausa, como si de repente hubiera tenido un pensamiento— Diablos. ¿Los Fuller? Escuché lo que les pasó. ¿Mataron a Mercy, también?

—No —dijo Barnes—. De hecho, está desaparecida.

—hablamos con Jeremy acerca de su relación con ella —dijo Kate—. Nos contó que a Mercy no le gustaban sus padres y estaba sugiriendo que Mercy tenía algo que ver con sus asesinatos.

—No sé por qué mentiría acerca de eso —dijo Floyd. No parecía ofendido ante la acusación que estaban haciendo. De hecho, parecía más bien indiferente a toda la situación, como si no le importara para nada—. ¿Tuvieron citas?

—Jeremy dice que era solo una relación física —dijo DeMarco—. Pero también dijo que ella le hacía confidencias, contándole que odiaba a sus padres. Cómo quería asesinarlos.

—Perdónenme si hago una pregunta tonta —dijo Floyd—, pero, ¿por qué están aquí? Diablos, Sheriff Barnes… usted probablemente conoce mejor a Jeremy que yo.

—¿Tiene él un cuarto aquí? —preguntó Kate.

—Sí. El último al final del corredor.

—¿Nos permitiría echar un vistazo?

Floyd vaciló, sin saber qué responder. Miró a Barnes, como si buscara apoyo o ayuda de algún tipo.

—¿Tienes algo en ese tráiler que yo no aprobaría, Floyd? —preguntó Barnes.

En lugar de dar una respuesta directa, Floyd preguntó: —Solo el cuarto de Jeremy. ¿Correcto?

—Por ahora —dijo Barnes con algo de escepticismo—. Gracias, Floyd.

Barnes escoltó a Kate y DeMarco hasta el tráiler. Mientras caminaban hacia el desvencijado porche, Kate miró a Floyd Branch. Iba caminando de regreso a su cobertizo, aparentemente sin estar afectado por la conversación.

—No resultó tan malo como usted nos advirtió —dijo Kate.

—Aparentemente hoy empezará a beber más tarde.

Caminaron al interior del tráiler y Kate se sorprendió con lo que vio. Había estado esperando que estuviera en un estado de abandono y desorden. Pero Floyd aparentemente poseía muy poco, incluyendo lo que podría estar en desorden. El lugar estaba razonablemente limpio, aunque tenía la misma clase de tufo que Kate había percibido antes en el tráiler de su hijo: cerveza añeja y algo ligeramente cáustico que era probablemente el humo generado por la hierba al fumarla.

El pasillo era estrecho y conducía a solo tres habitaciones: un dormitorio, un baño, y un dormitorio más pequeño cerca de la parte trasera. Kate y DeMarco entraron al cuarto de Jeremy mientras Barnes se quedaba afuera.

—Estoy aquí para cualquier cosa que necesiten —dijo—. Pero apenas hay espacio para dos allí adentro, mucho menos para tres.

Tenía razón. La habitación era muy pequeña, ocupada en su mayor parte por un colchón individual que estaba en el suelo y un viejo escritorio con pilas de DVDs y CDs sobre él. Un pequeño televisor y un polvoriento reproductor de DVD se hallaba en el suelo al pie del colchón, con los cables y las conexiones serpenteando por el piso. Un teléfono celular se encontraba encima del televisor, conectado a un cargador que a su vez estaba enchufado a un adaptador con múltiples salidas y también daba energía al televisor, el reproductor de DVD y el pequeño ventilador de la ventana.

Kate levantó el teléfono. Era un iPhone, como tres modelos por detrás del más actual. Al presionar el botón de inicio, la pantalla se desplegó al instante. No había necesidad de contraseña. La pantalla de inicio mostraba unas pocas aplicaciones: juegos, ajustes, fotos, y reloj. Supuso que era un aparato inútil como teléfono, pues no tenía servicio, pero que todavía era usado para jugar. Ella tenía amigos que habían complacido a sus hijos mayores en lo de poseer un celular de esta misma forma. Antes de regalarles un teléfono con todos los servicios, le habían permitido a sus chicos tener uno usado sin todos los servicios, capaz de enviar textos a una selección de usuarios y de contener juegos que no requerían Wi-Fi.

Detrás de ella, DeMarco estaba revisando las películas. —Floyd realmente no estaba bromeando con respecto a que su hijo veía pornografía. La mitad de estos son títulos amateur de porno. La otra mitad es de sexo estilo Cinemax.

Kate siguió registrando el teléfono. Abrió las fotos y encontró que estaba repleto. Algunas eran de chicas, todas de fiesta. Algunas estaban con los pechos al aire. Otros se besaban entre sí, con una expresión en sus caras indicando claramente que estaban drogados. Había vídeos de estos eventos, todos más bien breves. Deslizó todo esto a la derecha hasta llegar a uno de menos de cinco minutos de duración. En el recuadro junto al título del vídeo vio el rostro de Mercy Fuller.

Presionó Play y le tomó menos de tres segundos comprender lo que estaba viendo antes de que lo cerrara. En el vídeo, Mercy estaba echada sobre su espalda, siendo tomada su imagen desde arriba. El director aparentemente era Jeremy, filmándola mientras tenía sexo con ella de manera ruda. No era forzado, si los sonidos que provenían de Mercy eran una indicación.

—Jesús —dijo Kate, deslizando para salir de Fotos.

—¿Qué era eso? —preguntó DeMarco.

—La prueba de que Jeremy Branch decía la verdad sobre al menos una cosa: ellos definitivamente estaban teniendo sexo.

Kate vio que aunque el teléfono en su mano no tenía acceso a Contactos —no lo necesitaba, ya que era imposible hacer llamadas desde el mismo—, ella vio que había unos cuantos hilos de texto. Abrió los mensajes y vio que había solo tres conversaciones. Una era con un contacto que había sido etiquetado como MANO y los textos hacían obvio que eran de y para su hermano Randy. Otro era para un sujeto llamado Chuck y el hilo completo era acerca de celebridades con las que les gustaría tener sexo y porqué.

El tercer hilo de mensajes era de un contacto que Jeremy había llamado BOOTY CALL. La pequeña foto encima del nombre era de Mercy Fuller, con la cabeza girada y una expresión de beso en su rostro.

—Puede que haya conseguido el premio gordo —dijo Kate.

DeMarco se acercó y ambas comenzaron a leer el hilo. Era bastante extenso, remontándose a los últimos meses. La gran mayoría consistia en largos mensajes de Mercy con respuestas muy cortas, a menudo de una palabra, de parte de Jeremy. Mientras más leían, más claro se hacía que Jeremy Branch les había estado mintiendo. Puede que hubiera sido honesto acerca de la naturaleza de su relación, pero la imagen que había pintado de Mercy y sus padres era totalmente falsa.

Y eso hizo surgir una pregunta muy importante.

Si estaba mintiendo acerca de eso, ¿qué otra cosa estaba ocultando?

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Litres'teki yayın tarihi:
15 nisan 2020
Hacim:
221 s. 3 illüstrasyon
ISBN:
9781094303895
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