Kitabı oku: «Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018)», sayfa 10

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La correspondencia entre Camilo y Fabio, motivada por esta preocupación, no fue muy abundante. Tres cartas se conocen de Camilo al jefe del ELN y una de este a Camilo, fechada el 7 de agosto de 1965, en la que le recuerda lo definido con él en el sentido de que el trabajo legal no puede desviarse del punto de vista de que es la lucha armada la vía revolucionaria (Carta de Fabio a Camilo, citada por Arenas, 1971, p. 83). Camilo recoge con gran disciplina las orientaciones que a través de la correspondencia van llegando desde la dirección del ELN, informa sobre sus actividades y las dificultades que va teniendo en sus relaciones con otras fuerzas. Días después de recibir la carta de Fabio, en la que además se prevé una situación difícil para el grupo y se deja traslucir la intención que tiene el ELN de contar con la presencia de Camilo en corto plazo, Camilo le escribe una misiva a Fabio en la que afirma estar totalmente de acuerdo con el contenido de su carta, le da un informe del estado de la situación política, de la forma como se desarrolla la cotidianidad del Frente Unido, de las limitaciones y dificultades que existen y de un plan inmediato. La carta permite detectar el entusiasmo y la devoción con que está desarrollando su compromiso; para esa fecha, según se deriva de lo expresado en el documento, ya Hermías Ruiz se encuentra en la guerrilla y solo quedan por partir, según lo previsto, Julio César Cortés y él.

Al finalizar la segunda semana de agosto y en medio de las dificultades de seguridad que existen en la ciudad, la dirección del ELN considera conveniente emprender una ofensiva contra el Ejército que les permita ganar un espacio de respeto militar en la zona de operaciones de San Vicente. Se trata básicamente de poner en práctica y ganar experiencia en el manejo de las tácticas militares de la concepción de guerra de guerrillas en el hostigamiento a las fuerzas regulares, a través del ataque sorpresa y el repliegue inmediato; el objetivo: doblegar la moral de los soldados de las fuerzas militares y ganar confianza en el desarrollo de la guerra.

El 15 de agosto se produce la emboscada Cruz de Mayo y el 17 el ELN vuela por primera vez, cerca de Barrancabermeja, dos oleoductos de propiedad de la Texas Petroleum Company y Cities Service. La reacción del Ejército es inmediata, a través de la Quinta Brigada, con sede en Bucaramanga, las fuerzas militares asumen la responsabilidad de combatir el grupo guerrillero en la región. La unidad militar fue comandada por el entonces coronel Álvaro Valencia Tovar, quien contaba con una importante experiencia en lucha contrainsurgente y acciones cívico-militares. Los operativos forzaron a los integrantes del ELN a trasladar su campamento, a alertar las vías de aprovisionamiento y a modificar sus relaciones con las áreas de influencia en el campo y la ciudad, disminuyendo la ofensiva militar e intensificando el trabajo político.

Camilo mientras tanto veía transcurrir los días en medio de la angustia que le producía la detención de los dirigentes urbanos y la imposibilidad de comunicarse con Fabio, de quien en el momento dependía la decisión de emprender el viaje hacia el monte o continuar con el trabajo legal. Durante estas semanas visitó los Llanos Orientales y se dedicó al trabajo barrial en Bogotá. Asumió la discusión frontal en el interior del semanario sobre el problema electoral y el abstencionismo, pero esta vez dirigida contra los comunistas y los demócratas cristianos.

El cuarto ejemplar del semanario apareció el 15 de septiembre y estuvo dirigido contra la posición electoral de esos grupos, de los que Camilo cuestionaba el que se llamaran revolucionarios y progresistas, y que utilizaran las listas de los partidos tradicionales para poder tener participación en los órganos legislativos; en un titular de última página se afirmaba: “El Frente Unido, no es comunista ni demócrata cristiano”. Prácticamente hasta ahí llegaron las relaciones con la democracia cristiana, quedando seriamente averiadas las relaciones con el Partido Comunista.

La ruptura definitiva con la democracia cristiana y el desvertebramiento de la política de unidad propuesta por Camilo a los demás sectores sociales y políticos organizados, se produce en el Primer Encuentro Nacional Obrero, Estudiantil y Campesino, programado para los días 17 al 19 de septiembre en la ciudad de Medellín, al que había sido invitado por la Confederación Latinoamericana de Sindicatos Cristianos (CLASC). Aun cuando se trataba de un encuentro democrático con pretensiones de unidad, la dinámica del encuentro fue generando contradicciones insalvables, Camilo llegó acompañado por Jaime Arenas, Julio César Cortés, Álvaro Marroquín y Jaime Niño como delegados del Frente Unido. El primero de ellos hizo una intervención en la que fue deslindando campos con los demás sectores en torno a la definición de principios básicos de unidad, que se convertían por sí mismos en la negación de ese objetivo: la condena al imperialismo norteamericano y a su política de agresión con los pueblos en lucha por su liberación, el respaldo a la Revolución cubana, la definición de una posición abstencionista y el impulso a la lucha armada como vía fundamental para llegar al poder, generaron entre los asistentes las más airadas reacciones. Camilo apoyó la intervención de Jaime Arenas, explicó su posición, reafirmó sus puntos de vista y respaldó un proyecto de declaración política que no alimentara el anticomunismo de la democracia cristiana, ni la actitud electoral del Partido Comunista.

La reacción fue inmediata, Heliodoro Agudelo, representante y dirigente de la Asociación Sindical de Antioquia (ASA) de influencia demócrata cristiana, intervino para que en la declaración política se consignara una condena a los “imperialismos chino y soviético” y se eliminaran los párrafos de adhesión a la Revolución cubana; los demócrata-cristianos y los representantes del Partido Comunista intervinieron para condenar la posición abstencionista y la afirmación consignada en el proyecto de declaración de que la lucha armada era la vía principal para llegar al poder en Colombia (Arenas, 1971). El resultado del encuentro fue desastroso para el proceso de unidad propuesto: el PCC se retiró del Frente Unido y comenzó a circular una orientación a los militantes para que se sustrajeran de las actividades programadas por Camilo y el Frente Unido. La democracia cristiana y en particular el Comité Ejecutivo del Partido Socialdemócrata Cristiano, de la regional del departamento de Santander, sacó un pronunciamiento en el que señalaba que el semanario del Frente Unido estaba dirigido por marxistas-leninistas a través de Julio César Cortés y Jaime Arenas.

Con el título de “¿Qué sucedió en el Encuentro Obrero, Estudiantil y Campesino?” el 30 de septiembre de 1965, Camilo hace un balance del encuentro en el que afirma que este comprendía el desarrollo de dos temas generales, uno sobre política gremial y el otro sobre política general. Asegura que el encuentro aprobó por unanimidad las ponencias presentadas sobre problemas obreros, estudiantiles y campesinos, pero que se generó un acalorado debate en dos puntos que se hicieron álgidos dada la posición asumida por los sectores asistentes: el primero, la exigencia de la CLASC de que la denuncia del imperialismo se extendiera al soviético y chino o se suspendiera, y el segundo, generado por el bloque formado por la CLASC y Fedetav (Federación de Trabajadores del Valle), en torno a la ponencia presentada apoyando la abstención beligerante78.

La situación generada por la ruptura del Frente Unido hizo más evidente para Camilo, la necesidad de superar la etapa de proselitismo amplio, para entrar en una fase de organización urgente, de núcleos y comandos, constituidos principalmente por “no alineados”. Esta nueva necesidad estaba atravesada en lo fundamental por dos grandes dificultades: la carencia de dirigentes políticos con carisma y capacidad de organización y las precarias condiciones de seguridad en que quedó con la captura de los jefes de la red urbana de Bogotá, a quienes les decomisaron documentos, en los que no solo se daba plena prueba de la relación de Camilo con el ELN, sino, además, de su intención de unirse a la guerrilla en corto tiempo.

El mes de octubre comenzó con un incidente con la Policía Militar, que le costó a Camilo varias contusiones producidas por los golpes de bolillo. Se había organizado para el día 1.° una manifestación que fue disuelta sin mayores contratiempos por la Fuerza Pública y que puso de presente la disposición del Gobierno para detener el avance del Frente Unido, aún mediante el empleo de la fuerza en choque directo con los manifestantes, ya lo había hecho hacía unas semanas en Girardot, lo había repetido en Medellín y ahora lo implementaba en Bogotá. Camilo comenzó a sentir el peso de la inseguridad producida por los acontecimientos que ocurrían a su alrededor y a tener serios motivos para temer por su vida. La seguridad militar que le proporcionaba el ELN era insuficiente y seguramente ineficaz frente a un bien planeado atentado.

La dirigencia del ELN lo entendió así y da la orden en la primera semana de octubre de 1965 para que Camilo se incorpore a la lucha armada en las montañas de Santander. Antes de su partida Camilo intensifica su trabajo, escribe y hace publicar en la edición de Frente Unido del 7 de octubre, “El mensaje a los campesinos”, en el que se lanza en una ofensiva directa contra los gremios de productores agrícolas, el estado financiero representado en el Banco de la República, la oligarquía liberal-conservadora, la actitud norteamericana de agresión militar manifiesta en el desembarco de los marines en Santo Domingo, las Fuerzas Militares y el Plan Laso, para terminar llamando a la población campesina a unirse, a organizarse y prepararse para la lucha final (Torres, 1986).

Es particularmente significativo en el documento, la referencia que Camilo hace a los casos de Marquetalia79, El Pato80, Guayabero81 y Río Chiquito82 pues ellos representan en el momento la confrontación militar, en el camino de un nuevo conflicto social que supera el enfrentamiento entre liberales y conservadores, para inscribirse en una concepción de modernización de las estructuras agrarias a través de la vía del ejercicio de la violencia institucional. Los casos de Marquetalia, El Pato, Guayabero y Río Chiquito, eran de profundo conocimiento de Camilo Torres, no solo por la relación directa e indirecta que mantenía con esas zonas, la información que le traía la prensa, sino además, porque estaba enterado, así lo deja entrever el mensaje a los campesinos, del estudio realizado por una comisión de intelectuales franceses, sobre los cercos y las tomas llevadas a cabo por los militares en esas regiones.

También eran de conocimiento de Camilo las campañas de acción cívico-militar que, desde finales de 1962, venía desarrollando el Ejército dentro del marco de las estrategias del Plan Laso y cuyo énfasis principal se hacía en las operaciones psicológicas, de ahí su expresión: “El ejército empieza con la acción cívico-militar y acaba con los bombardeos, empieza sacando muelas y acaba metiendo bala. Los campesinos ya saben que los militares llevan en una mano el pan y otra atrás con el puñal” (Torres Restrepo, 1965).

La reflexión de Camilo sobre el movimiento campesino está claramente atravesada por el conocimiento de estos casos. Camilo no ve otra salida en ese momento para los campesinos, que prepararse para articularse desde sus posibilidades al desarrollo de la lucha armada.

El 9 de octubre, Camilo emprende lo que ha de ser su última gira como activista legal del ELN y dirigente del Frente Unido. Visita Honda, La Dorada y Puerto Boyacá, lugar en el que rinde homenaje de respeto y admiración al guerrillero del MOEC, Federico Arango Fonnegra, muerto en condiciones lamentables en 1963. Luego se traslada al Cauca, en donde permanece tres días, habla allí con dirigentes estudiantiles en la universidad y con dirigentes populares de la región. A su regreso a Bogotá se reúne en la noche del 17 de octubre con los delegados al Consejo Nacional de la FUN; en su intervención plantea la necesidad de comprometerse con la lucha revolucionaria hasta las últimas consecuencias y el de prepararse para asumir y desarrollar la lucha armada.

Camilo: vida y muerte en las guerrillas del ELN

Camilo inicia sus preparativos para incorporarse a las filas del ELN, conforme lo había decidido la dirección de la Organización, a partir del 18 de octubre. En una breve nota antes de partir se despide de Isabel (Darling) su madre y compañera de angustia en los trabajos del Frente Unido83.

La permanencia de Camilo en las montañas de Santander antes de perder su vida fue relativamente corta, apenas escasos cuatro meses. Durante ese tiempo, Camilo descubrió un universo distinto y buscó por todos los medios acomodarse a él. Su nuevo nombre de militancia fue “Argemiro”; mientras Camilo se preparaba en la guerrilla y se formaba como combatiente, el Frente Unido se desintegraba. La ausencia de su presencia física fue retirando a los simpatizantes y amigos del FU, y ya antes que ellos las fuerzas políticas y gremiales habían iniciado su desbandada. Jaime Arenas y Julio César Cortés, que habían quedado al frente del semanario y del movimiento, se sentían impotentes para sostener vivo un proyecto, cuya fuerza la constituía la presencia física y el carisma de Camilo. A pesar de haber dejado una carta a los colaboradores más cercanos y estos haberse comprometido a mantener vivo el movimiento, dos meses después de la partida de Camilo, se desplomaba completamente el FU en medio de dificultades económicas y políticas, agravadas con la detención de Jaime Arenas, el 9 de noviembre de 1965. Cuatro números más del semanario, después de que Camilo emprende su marcha, se pusieron en circulación, el último el 9 de diciembre. Camilo estuvo al corriente de todo el proceso gracias a la información que su secretaria y amiga, Guitemie Olivieri le hacía llegar al seno de la guerrilla y acepta, sin resignación en la victoria final, el derrumbe y la desaparición del Frente Unido.

Camilo estuvo tres meses dedicado a prepararse militarmente. Con grandes dificultades, pero dotado de una inmensa voluntad, fue articulándose poco a poco a la vida guerrillera, estableció con los otros guerrilleros relaciones fraternas, cargadas de ese humanismo cristiano que lo caracterizó siempre, y que a fuerza de la vivencia iba convirtiendo en humanismo revolucionario, su mejor aporte al proceso de cambio de la sociedad84. Asumió algunas responsabilidades que tenía que ver con la capacitación de sus compañeros, sobre todo de aquellos que estaban inmersos en un oscuro estado de analfabetismo cultural y político. Recogió las historias de lucha que le contaban ellos y las acumuló como conocimientos adquiridos de experiencias ajenas.

Camilo fue interiorizando la “cultura elena”, los rituales de la guerrilla y en particular los que tenían que ver con las armas y el combate. Se había hecho práctica común y ritual de bautizo, la premisa: “El guerrillero se gana su arma cuando tumba en combate un soldado y se apodera de ella” y “la ilusión de Camilo era recuperar un fusil en combate, bueno, esa era la gran ilusión de los guerrilleros de entonces, era una especie de grado de combatiente” (entrevista a Nicolás Rodríguez, 1993). En cumplimiento de este tipo de premisa, de ritual “religioso”, es que Camilo Torres pierde la vida en Patio Cemento (Santander).

El 7 de enero de 1966, en el primer aniversario de la toma de Simacota, el ELN, distribuyó la proclama a los colombianos, enviada desde las montañas, junto con una fotografía de Camilo en compañía de Fabio Vásquez y Víctor Medina Morón. La prensa nacional se pronunció en titulares de primera página sobre el hecho; el reconocimiento público de la presencia de Camilo en las filas del ELN, y su declaración de comprometerse hasta la muerte, consternó a aquellos que habían estado cerca de su proyecto del Frente Unido. El Partido Comunista publicó en forma fragmentada el documento, retirando de él las partes que tenían que ver con la posición del ELN y Camilo en torno al agotamiento de las vías legales y el abstencionismo beligerante (Arenas a este, 1971, pp. 96-98).

Para acompañar la circulación de la proclama, la dirección del ELN determinó hacer una ofensiva militar durante los meses de enero y febrero. Para esto, se dividió el único frente que existía en ese momento, el “José Antonio Galán”, en dos comisiones: una al mando de José Ayala, que exploraría la región de Los Aljibes con el doble fin de hacer un reconocimiento de la zona, mirar las posibilidades de establecer allí un nuevo frente y buscar contacto con la tropa; la otra, bajo la conducción de Fabio Vásquez se quedó a la espera de poder realizar un asalto a uno de los destacamentos militares que estaban patrullando la región85. En febrero, el ELN decide hacer una emboscada en la zona en que tenía su asentamiento, que estaba siendo patrullada permanentemente por el Ejército en razón de las declaraciones que se venían haciendo sobre la presencia de la guerrilla en el lugar. El combate se produce en un lugar llamado Patio Cemento, en el municipio de San Vicente de Chucurí, el 15 de febrero de 1966; en el pierde la vida Camilo Torres Restrepo86.

Han sido distintos los balances que se han hecho sobre la muerte de Camilo Torres en combate. Básicamente, ellos giran en torno a dos posiciones: la que afirma que la dirección del ELN, a cuya cabeza se encontraba Fabio Vásquez Castaño, tiene la responsabilidad directa del hecho de subvalorar la importancia que Camilo tenía para el proceso de transformación revolucionaria de Colombia, y permitirle sin la suficiente preparación militar entrar en combate; y la segunda es la que considera que la muerte de Camilo obedece a la lógica de sus propias decisiones y su irrenunciable deseo de comprometerse a fondo con el proceso en el que estaba participando.

Con la muerte de Camilo se produce la construcción de un símbolo que le dará estabilidad al proyecto, permanencia y proyección sobre la edificación de sus propias leyendas, rituales y mártires. Las declaraciones de Fabio Vásquez a la revista Sucesos inician desde muy temprano el trabajo de recuperación de la imagen de Camilo como militante guerrillero, sacerdote, líder popular y patrimonio de las luchas revolucionarias, propiedad del ELN87.

Es notable en todas las versiones y valoraciones de la vida y muerte del sacerdote revolucionario la insuficiencia en la lectura histórica de la experiencia política amplia y abierta de Camilo, la cual constituye la mayor parte de su existencia como sacerdote, sociólogo y líder popular. El fundamentalismo con que se contempla la lucha armada opaca otros espacios de reflexión de la riqueza sociológica y política del pensamiento camilista; su concepción sobre la unidad popular, el papel de cada sector social en los procesos de transformación, se fueron hundiendo en las consignas que aun proviniendo de su pensamiento no lo sintetizaban de este 88.

La muerte de Camilo impactó profundamente al clero latinoamericano, y se proyectó a Europa en el núcleo de sacerdotes que encontraban en el Evangelio justificación a su compromiso y práctica social con los sectores obreros y marginados89. Camilo se convirtió en alguna medida en el artífice histórico de las nuevas tendencias teológicas que habrían de concretarse en el Concilio Vaticano II, las reuniones del Celam de Medellín y el surgimiento de la teología de la liberación.

El movimiento latinoamericano de Comunidades Eclesiales de Base estaría inspirado por el ejemplo de compromiso cristiano de Camilo y de otros sacerdotes, monjas y laicos que comenzaron a modificar su práctica religiosa tradicional, a través de un compromiso político y social con los sectores marginados. En los años que siguieron a la muerte de Camilo, algunos sacerdotes, entre ellos varios que pertenecían al movimiento de Golconda se vincularon al ELN como militantes. Son ejemplo de este proceso Aurentino Rueda, Manuel Pérez, Antonio Jiménez Comín, entre otros que fueron incorporándose poco a poco al trabajo del ELN.

Políticamente, la muerte de Camilo también impacta lo que había quedado del Frente Unido, después de la vinculación del exsacerdote a la guerrilla. De los restos del proyecto surgen los Comandos Camilistas cuya actividad se centra en lo fundamental en los espacios universitarios y barriales; a través de ellos se promueve la protesta estudiantil y ciudadana y se canalizan recursos humanos para las filas del ELN.

Camilo, como experiencia histórica, le legó al movimiento latinoamericano y mundial el carácter humano de la lucha revolucionaria y un profundo debate entre marxismo y cristianismo.

El crecimiento del ELN en los primeros meses de actividad, particularmente luego de la toma de Simacota y Papayal, fue generando la necesidad de producir desde el cuerpo inicial, constituido ya como frente guerrillero relativamente “sólido”, el desdoblamiento de un nuevo frente que operaría simultáneamente con el “José Antonio Galán”, en otra región del departamento de Santander. En agosto de 1965, antes de la vinculación de Camilo a la guerrilla, la dirección del ELN determinó la creación de ese nuevo frente en la zona noroeste aledaña al ferrocarril de Wilches. Fueron comisionados para llevar a cabo esta tarea Ricardo Lara Parada, Heriberto Espitia, Luis Rovira y Mario Hernández, todos integrantes de la “Brigada Proliberación”, creada en Cuba. Ricardo Lara fue designado como primer responsable, mientras Heriberto Espitia, de origen campesino y antiguo militante del Partido Comunista, el segundo al mando.

El nuevo frente comienza a estructurarse en medio de una gran precariedad de armamento, recursos económicos y calidad política y militar de sus integrantes. Pese a esto, Lara logra sortear los problemas y coloca en disposición de combate el naciente grupo. El 3 de febrero de 1966, realizan la primera acción, en la población de San Rafael, emboscando un destacamento de la policía; dieron muerte a un agente y recogieron armamento.

En condiciones similares a la anterior, a mediados de diciembre de 1965, una comisión dirigida por José Ayala, se había desprendido del frente madre, para hacer reconocimiento del terreno y mirar la posibilidad de desarrollarse, con el propósito de crear un nuevo frente. El 22 de enero de 1966, José Ayala prepara y lleva a cabo una emboscada en el sitio denominado Los Aljibes, en la que se produce la muerte de dos soldados.

Con la muerte de Camilo en Patio Cemento, el grupo comandado por Ricardo Lara se constituye en el Frente “Camilo Torres Restrepo”; la comisión dirigida por José Ayala se conoce por entonces como “Guerrilla Libertad”. Estos dos grupos se unen en los meses de abril y mayo con el fin de intercambiar experiencias y buscar la ocasión de realizar una acción militar conjunta. Distintas circunstancias impidieron que este propósito se llevara a cabo y obligaron a los dos grupos a separarse de nuevo.

En el mes de mayo de 1966, Fabio es trasladado a Bucaramanga, para que reciba allí asistencia médica a un mal intestinal que lo viene aquejando desde hace tres meses y lo tiene al borde de la postración total. Durante su permanencia en la ciudad, Víctor Medina Morón asume la conducción del frente “José Antonio Galán”, quien le imprime a la Organización una dinámica de desarrollo político y crecimiento cuantitativo, intensificando la labor de politización del campesinado y desarrollando la exploración de nuevas zonas de asentamiento. Al regreso de Fabio, en el mes de octubre, el frente ha aumentado su número de integrantes prácticamente en un ochenta por ciento.

El 27 de julio de 1966, el frente “Camilo Torres Restrepo” planea y lleva acabo una emboscada en el corregimiento de Marta, en el municipio de Girón. La guerrilla procedió a dar muerte al inspector de policía del municipio y a emboscar la patrulla militar que se proponía hacer el levantamiento del cadáver, allí mueren en el enfrentamiento un oficial y cuatro soldados, y pierde la vida el guerrillero Florentino Calderón. La guerrilla recoge el armamento, la munición y da a conocer oficialmente la creación del frente “Camilo Torres Restrepo”.

Un mes después, el 27 de agosto de 1966, este frente recibía su primer revés: en el municipio de Lebrija en el sitio denominado “Cerro de la Paz”, el frente en construcción cae en una emboscada preparada por el ejército. Allí pierden la vida los guerrilleros Luis Laguado, Pastor Abreo, Luis Enrique Sandoval y José Santos Jaime Pereira.

En septiembre de 1966, Ricardo Lara viaja a Bucaramanga a entrevistarse con Fabio, con el fin de intercambiar opiniones, planificar y coordinar algunos trabajos a realizarse posteriormente. Durante su permanencia en la ciudad, Heriberto Espitia intentó asumir la jefatura del frente en forma definitiva, lo que lleva a la dirección a trasladarlo al frente “José Antonio Galán”, para que Lara asuma nuevamente el mando del “Camilo Torres”. Existe durante este tiempo una tendencia de los segundos responsables a desplazar la comandancia, cuando esta se encuentra ausente; esto daría origen, con el tiempo, a conflictos de tipo personal que se agudizarían en una crisis interna aún por sortearse.

De este primer periodo, el golpe más duro recibido por la guerrilla lo constituye el aniquilamiento casi total del grupo de José Ayala. En su esfuerzo por aumentar el número de colaboradores para respaldar el nuevo frente guerrillero, la “Guerrilla Libertad”, había desarrollado un intenso trabajo de exploración y de reconocimiento de áreas de posible expansión y colonización armada. En la segunda semana del mes de octubre de 1966, el grupo de Ayala llegó a un sitio denominado Sangilito, en la jurisdicción del municipio de Simacota, en donde acamparon en la casa de un campesino que había sido contactado meses antes. La intención era permanecer allí mientras se obtenían provisiones y elementos indispensables de logística. Ayala designó para recoger los recursos faltantes al campesino que les ofreció la vivienda; este debía ir al pueblo y regresar en el término de 48 horas, pero el campesino se embriagó y delató la presencia de la guerrilla en la región. Detenido, fue obligado por el ejército a darle la información necesaria para ubicar el grupo y conducirlo hasta el lugar eludiendo la vigilancia. La indisciplina del grupo y la irresponsabilidad táctica del responsable colocó en la línea de fuego del ejército el proyecto del nuevo frente acabando una de las opciones, la de la “Guerrilla Libertad”.

En la madrugada del 16 de octubre, el Ejército da de baja once miembros del ELN, quedando únicamente vivos de todo el grupo de José Ayala que logra eludir el cerco en forma inexplicable y el centinela que había sido superado por el destacamento militar. Mueren en Sangilito, Miguel Pimienta Cotes, Homero Enrique Sobrino, Abelino Amaya, Hernán Calderón, Gabriel Ayala Blanco, Viterbo Lamús Barbosa, Jesús Gordillo, Hernán Patiño Camargo, Antonio Rodríguez y Victoria Ardila, hija del campesino delator y de quien se dice que mantenía relaciones afectivas con José Ayala. Pimienta Cotes y Enrique Sobrino habían sido estudiantes de la Universidad Nacional y la Universidad Industrial de Santander respectivamente. Pimienta había ingresado a la guerrilla desde sus orígenes y era el segundo responsable del grupo, los demás eran campesinos de la región reclutados en los primeros meses de marcha. Jesús Gordillo era hermano del primer guerrillero sacrificado en Simacota, Pedro Gordillo. José Ayala se reintegró poco después al frente “José Antonio Galán”, según las declaraciones de Portocarrero, consignadas en los expedientes del consejo de guerra de Bogotá contra el ELN (1969). La dirección de la Organización guerrillera no evaluó el incidente de Sangilito y absolvió de toda responsabilidad a José Ayala.

El “Frente Camilo Torres” regresa a la ofensiva militar el 27 de febrero de 1967, tomándose la población de Vijagual; después de dar de baja cuatro agentes de la Policía y tomar su armamento, Lara dio a conocer a los habitantes de Vijagual, un pueblo predominantemente conservador, los programas y propósitos de ELN. Lara evitó que se cometieran atropellos y abusos con la población civil y ordenó que lo que consumiera la guerrilla fuese cancelado.

Dos semanas después, el 9 de marzo, el “Frente José Antonio Galán”, se convertía en el acontecimiento noticioso del momento, al tomar en el sitio Las Montoyas, jurisdicción de Cimitarra, un tren pagador del ferrocarril del Magdalena. En esa ocasión, la guerrilla detuvo el tren haciendo volar la carrilera, entró en confrontación con los miembros de las Fuerzas Armadas encargadas de protegerlo, dando de baja a un oficial de la Policía, cinco agentes y tres funcionarios públicos.

Durante esta toma, registró la acción de la guerrilla el periodista mexicano Mario Renato Menéndez Rodríguez, quien se desempeñaba en esa época como director de la revista Sucesos. Este periodista había sido contactado por Fabio Vásquez, en el mes de noviembre de 1966, en Ciudad de México, donde le propuso una entrevista en Colombia con los jefes del ELN; Menéndez la consideró conveniente para la revista y acordó con Vásquez Castaño los detalles del viaje para finales de febrero de 1967.

Renato Menéndez y Armando Salgado como fotógrafo permanecieron con la guerrilla del ELN del 27 de febrero al 26 de marzo. Durante ese periodo hicieron las entrevistas a la dirigencia y participaron como “reporteros de guerra”, en la toma del tren pagador (Arenas, 1971).

La intención de utilizar la prensa como medio de divulgación y propaganda del proyecto guerrillero, en ese entonces, le generó al ELN grandes dificultades. La información proporcionada por Menéndez era de tal riqueza, que le creó a la Organización serios inconvenientes de seguridad para sus integrantes, llegando incluso a posibilitar la detención de dirigentes y colaboradores.

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