Kitabı oku: «Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común», sayfa 2
Nuestro compromiso consiste en abrir espacios democráticos a fin de posibilitar la discusión científica social y política, lo cual nos permita crecer en la difícil tarea del ejercicio de la política. En síntesis, coincidimos en los propósitos esenciales de la investigación dirigida a la construcción de pensamiento y la construcción de una paz estable y duradera que se escriba con la palabra de la dignidad. Estas razones nos permiten concluir que serán necesarias otras posturas divergentes, en las cuales encontremos convergencias como parte de una senda hacia la paz integral y frente a los traumas colectivos e individuales de un espinoso conflicto armado.
Finalmente, el presente trabajo investigativo constituye un insumo documental importante para la valoración del conocimiento y la memoria del conflicto, en la medida en que es un referente de los retos y obstáculos de hoy e implican la construcción de la paz integral desde la acción política de nuestro partido político: una historia que se construirá día a día.
Bienvenidos los libros, los viejos y los nuevos, los que narran e interpretan las historias de las luchas de los pueblos por su emancipación. Bienaventurados los escritores que, en algunas ocasiones a riesgo de su propia vida, su seguridad y su tranquilidad, aportan a la construcción de un relato sobre el poder, la política, la economía, la sociedad y sus contradicciones. En este mundo, en particular en un país como Colombia, la universidad no ha dejado de ser una barricada de resistencia, un referente intelectual, ético y moral para la sociedad: la conciencia crítica de la nación.
En estos valores se inscribe el libro de Carlos Medina Gallego sobre un aspecto del proceso de paz en Colombia, con el fin de contribuir al entendimiento del conflicto armado y el Acuerdo especial de paz que fue suscrito entre el Gobierno nacional y la organización guerrillera Farc-EP. La Universidad Nacional de Colombia, la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, el Grupo de Investigaciones en Seguridad y Defensa, y el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz-CPSPP-UN, con la coordinación de Alejo Vargas Velázquez, fueron imprescindibles en la tarea de contribuir a la construcción de confianzas en los tiempos difíciles de la negociación y seguirán siendo fundamentales para narrar y reconstruir un relato de reconciliación nacional que se hace cada vez más importante.
Así, Medina Gallego, en su condición de docente-investigador de la universidad hace entrega a la comunidad universitaria –y a la sociedad en general– de una detallada e importante investigación sobre la organización guerrillera de las Fuerza Armadas Revolucionarias de ColombiaEjército del Pueblo desde sus orígenes hasta el actual proceso de organización política, ahora partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, como un largo camino de la lucha armada a la lucha política democrática.
A fin de hacerlo posible, la investigación acude al trabajo interdisciplinario y toma así en consideración la historia, la sociología, la política, la antropología, de manera que con las herramientas de estas ciencias aborda los antecedentes de las iniciales Farc como organización armada en autodefensa campesina y sus vínculos con las expresiones políticas a través del trabajo de masas en estructuras organizadas durante más de cincuenta años. Centra su atención en las relaciones de las Farc con el Partido Comunista Colombiano, la Unión Patriótica, el Partido Comunista Colombiano Clandestino y el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, hasta la constitución del Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, reconocido por la institucionalidad en cumplimiento del segundo punto del Acuerdo especial de paz, en la perspectiva de una apertura democrática para construir la paz como una experiencia histórica en la vida política nacional.
La investigación, en un esfuerzo metodológico y teórico, se adentra en la definición y el desarrollo de los diferentes temas que hacen parte del espectro político del partido Farc. Tiene el mérito de relacionarlos de manera íntima, como, por ejemplo, lo hace con la seguridad, el posconflicto armado, la plataforma ideológica del partido político (en el que se destaca su organización interna mediante un análisis crítico-constructivo), y se plantean las diferentes dificultades, experiencias y retos que ha tenido que sortear la nueva organización para avanzar en su consolidación como partido político en el interior del ordenamiento institucional.
En este recorrido metodológico y conceptual se acude a diferentes hipótesis de trabajo en el imprescindible marco de la libertad de pensamiento, con las cuales algunos coincidimos desde la experiencia; otras reflejan un resultado teórico apoyado con abundante bibliografía y fuentes documentales que, en definitiva, constituye nuevas visiones que se tienen desde el ejercicio político interno de la organización.
En general, lo que reafirma el trabajo de Medina Gallego es la diversidad de posturas ideológicas y políticas sobre el pasado, el presente y el futuro de una organización que se construye de forma permanente. Dada la naturaleza cualitativa de esta investigación, se constituye en un importante acervo documental que será de mayor utilidad para la discusión dialéctica como método del conocimiento sobre el proceso de transformación de las Farc-EP en partido Farc, y el largo trasegar de la lucha política armada hasta la lucha como partido político en un escenario en el que el poder de la organización se erige sobre la justeza de sus ideas y la contundencia de sus palabras.
Quizá una de las temáticas más importantes se refiere al desarrollo y el futuro de la estructura política partidaria, en la cual se recogen dificultades y obstáculos en el contexto del difícil tránsito enfrentado por la organización en armas. Demanda así la apertura de pensamiento ante los nuevos retos, así como de la realidad de resistencia frente a los ejercicios de dominación política por parte de los partidos hegemónicos, de las dinámicas de exclusión y de autoritarismo que constituyen los referentes históricos que fueran enfrentados desde la lucha armada y ahora se expresan como estrategia política desde la palabra y la construcción democrática a fin de lograr, a mediano y largo plazo, la trasformación social, política, económica, cultural, étnica y ambiental que requiere la paz integral como manifestación de la justicia social en Colombia.
El presente trabajo de investigación cualificada contiene distintas conclusiones y orientaciones que son bienvenidas para el escrutinio de la formación política del partido político Fuerza Alternativa y Revolucionaria del Común, en cuanto son elementos estructurales y un nexo entre la academia y la realidad política que propicia un diálogo democrático de saberes que nutre la comprensión de la realidad del país y permite concluir la necesidad inaplazable de nuestra lucha actual en el ejercicio de la política, a fin de lograr la construcción a mediano y largo plazo de una ciudadanía más participativa y deliberativa que ejerza la defensa de la dignidad humana, los derechos fundamentales, humanos y colectivos, y así lograr la justicia social como construcción de la paz estable y duradera pactada entre las Farc-EP y el Estado colombiano.
Sirvan estas ideas al propósito de que la memoria colectiva, la memoria, la justicia social, la verdad, la reparación, la no repetición y la reconciliación sean conceptos necesarios de desarrollo y socialización en las aulas y fuera de ellas, así como para acrecentar nuestra pedagogía de paz sin odios a través de la memoria individual y colectiva, todo lo cual abra los caminos de la esperanza, pese a las espinas del autoritarismo, el odio y la exclusión que hoy de nuevo se ciernen sobre Colombia.
De esta forma, expreso el reconocimiento a la loable labor académica de la Universidad Nacional de Colombia, primer centro de educación superior del país, en una tarea que no debe terminar: la construcción de una vida democrática en Colombia. Una apuesta por la verdad.
7 de agosto de 2019
Año del bicentenario
Presentación
El proceso de paz adelantado entre el Gobierno nacional, en cabeza del presidente Juan Manuel Santos, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (Farc-EP), se fijó como uno de los propósitos esenciales del Acuerdo para la terminación del conflicto armado y la construcción de una paz estable y duradera. Esto supuso el paso de la organización armada a una organización política, articulada a la institucionalidad democrática del país, en el marco del orden constitucional, del sistema político, del régimen de partidos y del sistema electoral, en un proceso que se concibió como de ampliación y profundización de la democracia.
La conversión de la organización armada en un partido político no es una empresa fácil, a pesar de los conocimientos acumulados y adquiridos por las Farc-EP a lo largo de su historia en el desarrollo de la vida partidaria, de la que nacen, se desprenden y se originan nuevas experiencias, unas veces compartidas con otras organizaciones y otras producto de sus propias lógicas y necesidades. Las Farc-EP, como organización política con estructura partidaria, presenta en el desarrollo de su historia cuatro momentos organizativos que la revisten de características particulares y complejas, los cuales son la base esencial sobre la que se soporta su experiencia en la perspectiva de la configuración de una nueva fuerza política en el desarrollo de la fase de implementación del acuerdo:
• Primer momento. Surge esta guerrilla en el interior del Partido Comunista Colombiano (PCC) en las tradiciones de autodefensas de la década de los treinta del siglo XX. Adquiere un particular desarrollo en la década de los sesenta, cuando se origina la organización guerrillera después del ataque a Marquetalia. La organización es la expresión del principio asumido por el Partido Comunista en torno a la combinación de todas las formas de lucha, que compromete no solo la lucha social y política amplia, sino también la resistencia armada a todas las formas de opresión en la lucha clandestina. Es la historia de las Farc-EP como parte constitutiva del Partido Comunista de Colombia, de sus estructuras de dirección y de sus particulares formas de organización celular. En este periodo se nutre de los cuadros del partido articulados al movimiento social, sindical, campesino, juvenil y popular, y se encuentra subordinada a las directrices políticas del partido, así como a su concepción estratégica de la lucha política. Un punto de inflexión y de rupturas comienza a producirse en la década de los ochenta, lo que origina luego, en el marco del proceso de paz con Betancur, un vigoro proceso de transformación política cuyo principal producto es la Unión Patriótica (UP).
• Segundo momento. En el marco del proceso de paz de La Uribe, durante el gobierno del presidente Belisario Betancur, las Farc-EP impulsan con el PCC y otras fuerzas políticas, en medio de un escenario de apertura y reformas políticas, la creaciónde la Unión Patriótica. Esta tendrá un importante desempeño electoral antes de verse abocada a una estrategia de exterminio, resultado de la política de implementación de la doctrina de la seguridad nacional y el surgimiento y desarrollo del paramilitarismo institucional.
• Tercer momento. La difícil situación que se generó a raíz del genocidio de la UP, lo cual obliga a la separación entre el PCC y las Farc-EP a finales de la década de los ochenta y comienzos de la de los noventa, convierte a la organización en una estructura independiente del partido que centraliza el mando político-militar. Diez años crece la organización en el fortalecimiento de sus estructuras militares y el proyecto de convertirse en un ejército del pueblo, mientras desarrolla, de manera simultánea, las actividades políticas y militares. A finales de la década de los noventa y comienzos de la primera década del siglo XXI, las Farc-EP desarrollan, a fin de coordinar su vida política interna y su relacionamiento con la comunidad política nacional e internacional, el Partido Comunista Colombiano Clandestino (PCCC) (concebido como una estructura cerrada muy pegada a las formas de la organización del ejército) y el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia (MB) (enfocado en el relacionamiento con los sectores sociales y las masas).
• Cuarto momento. A raíz de los acuerdos que resultaron de las conversaciones de La Habana con la administración del presidente Juan Manuel Santos, surge un nuevo partido que inicia su vida política en el orden institucional con el nombre de “Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común” (Farc), cuyas características esenciales se encuentran, en la actualidad, en un lento proceso de construcción. Esto a partir de distintos matices y en medio de dos grandes formas de pensar la organización: una atada a los fundamentos de marxismo-leninismo, a las formas tradicionales de los partidos leninistas y el centralismo democrático; y otra que se abre de manera amplia a las más variadas formas del pensamiento democrático de fundamento crítico y social, así como a la configuración de una estructura partidista de nueva naturaleza capaz de insertarse de forma natural en el complejo sistema político y de partidos de la nación colombiana.
Este trabajo de investigación, en lo esencial, busca presentar los antecedentes históricos de las tradiciones partidarias de las Farc-EP, el desarrollo de sus procesos políticos internos y los retos que se le presentan a la organización en su inserción política a la vida institucional de la nación a partir de la implementación de los acuerdos firmados con el Gobierno nacional. No es un trabajo de investigación fácil, dada la particular movilidad de los acontecimientos en un periodo de transición cargado de las vicisitudes propias de la vida política nacional y de la complejidad de las relaciones internas de la organización. Esta se construye ahora en nuevos ordenamientos políticos resultantes de la contrastación de unas formas arraigadas de construcción de relaciones de poder propias de la guerra, cuyas características son de naturaleza vertical, hacia los escenarios de su propia y compleja democratización que se fundamenta, esencialmente, en relaciones horizontales que se configuran a través de tensiones y matices político-ideológicos que se disputan posicionamientos de autoridad en la conducción de la organización partidaria en el nuevo escenario político.
En cuanto a la metodología, el trabajo se mueve entre las elaboraciones bibliográficas que se encuentran con relación a la organización (resultado, en lo esencial, de trabajos anteriores del autor), documentos oficiales de la organización elaborados para distintos eventos (los cuales son la base esencial de la construcción del nuevo partido y dinamizan las discusiones internas), y un trabajo de campo que permitió acercamientos a distintas visiones de la construcción del partido y a sus tensiones mediante entrevistas desestructuradas, así como en largas y ricas conversaciones grabadas con miembros del partido Farc-EP involucrados en diversos grados de responsabilidad, autoridad y militancia de base.
Esta investigación se propuso seguir elementos metodológicos de los estudios realizados por la Fundación Berghof, liderada por Veronique Dudouet, Katrin Planta y Hans J. Giessmann, los cuales posibilitan análisis particulares sobre el paso de organizaciones armadas a organizaciones políticas exitosas. No obstante, con la libertad para tomar en consideración los elementos metodológicos propuestos por la Fundación Berghof a fin de considerar el caso de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común desde un enfoque aplicado, el cual se libera en la especificidad del universo de generalizaciones que suelen considerarse en las formulaciones teórico-metodológicas, de manera que la aproximación sea útil en lo que concierne al caso colombiano y, en particular, al entendimiento del proceso de transición del nuevo partido.
El trabajo, en su conjunto, está atravesado por un enfoque teórico y metodológico que no se explicita a la manera de una tesis doctoral o un trabajo monográfico como un apartado independiente, sino que se adhiere a la construcción de las narrativas de cada uno de los capítulos en los que se ha estructurado el informe final de esta investigación.
El autor tiene absolutamente claras las dificultades y los retos que representa historiar un proceso que está en ciernes y sobre el cual todo está por decantarse y construirse a futuro. No obstante, considera que la investigación se construye a la vez como crónica y memoria de un periodo determinante de la historia política de la nación y de los tránsitos que en ella realizan hoy quienes fueron por décadas protagonistas de la guerra.
Así, metodológicamente se presta especial atención a los elementos de la argumentación que son de obligatoria referencia y se encuentran presentes en las historias y análisis posteriores, puesto que no hay forma de prescindir de ellos, aun cuando cada momento los cargue de nuevas y más profundas significaciones.
La conversión del enemigo en adversario político
No sin dificultades y con poderosos opositores marcha la implementación del Acuerdo para la terminación del conflicto armado y la construcción de una paz estable y duradera.
Los logros alcanzados en los temas de desarrollo agrario integral, participación política, drogas ilícitas y víctimas resultan, a tres años de la firma del acuerdo y la implementación, aún precarios e insuficientes, tal como lo han señalado los informes que se han presentado. La decidida voluntad de paz de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común choca contra distintas circunstancias que los obliga a utilizar todos los medios legales para exigir el cumplimiento por parte de la sociedad y el Estado colombianos del acuerdo firmado. Estos obstáculos seguramente se abordarán con inteligencia en busca de superar todos los aspectos de orden político, jurídico-constitucional, social, administrativo y técnico que sea necesario sortear.
En esta sección se presenta una reflexión sobre la conversión de las Farc-EP de enemigo en el campo de la guerra a adversario en el campo de la democracia, de manera que precede el abordaje del actor político como tal.
El camino de la guerra hacia la democracia
Un lugar para el otro
A pesar de los pocos avances en materia de implementación y cumplimiento del acuerdo a tres años de su firma, un debate en ciernes que debe adelantarse en el seno de la sociedad colombiana corresponde a la construcción de las subjetividades colectivas que le dan –antes, durante y después de los acuerdos– un lugar al otro en una sociedad que debe transformarse en la construcción de lo político y lo público.
Se asume que para una concepción moderna, democrática y pluralista de la sociedad es inaceptable partir de una noción negativa de la percepción política del otro en cuanto enemigo, ligada al dominio e imposición del poder instituido, como si no existiera otra alternativa capaz de construirse en legitimidad y legalidad, desde lo político y lo público, más allá de la enemistad de la guerra en un universo de reconocimiento de la diferencia como fundamento y esencia de las prácticas democráticas.
El enemigo como un otro no
Por el contrario, persistir en la idea de considerar al opositor como enemigo es un obstáculo mayor para cualquier proceso de paz y reconciliación.
El enemigo es un otro que representa la negación del propio modo de existencia de las instituciones y de la sociedad, por tanto, persiste en su destrucción y, en consecuencia, es natural que la sociedad y el poder instituido lo rechace o combata a fin de mantener su forma de vida, la cual depende de la destrucción total de ese otro distinto. En estas condiciones, es el ejercicio del poder de la fuerza a través de la violencia y la guerra la que busca saldar una relación política irreconciliable.
En ese estado de percepción y confrontación se desarrollaron sesenta años de conflicto armado y guerra en Colombia. Ahora bien, la guerra procede de la enemistad, ya que esta es una negación absoluta del ser distinto. De esta manera, la guerra se presenta como el medio político extremo de la oposición amigo/enemigo, de modo que lo político adquiere un particular sentido en ese contexto de confrontación. Se posibilita, entonces, un escenario distinto al exterminio mutuo en un proceso de diálogos y acuerdos que trasforman de forma sustancial la naturaleza de la percepción del otro, del ser distinto en cuanto adversario legítimo en un escenario de confrontación democrática.
De ahí que el paso de la condición de enemigo a la condición de adversario sea un salto cualitativo de la confrontación del escenario de la guerra al ejercicio pleno de la lucha democrática.
El adversario como un otro sí
Sin embargo, el reconocimiento de la condición de adversario legítimo reviste la aceptación de la existencia de un ser colectivo que adquiere identidad en el reconocimiento de su condición de diferente, así como en la identificación de sus idearios y propuestas como socialmente legítimas.
En este sentido, en un proceso de solución política no se trata de someter u homogenizar las formas de pensamiento, de manera que se aniquilen así las posibilidades de ser, pensarse, expresarse y actuar desde la riqueza propositiva de la diferencia y en el ejercicio del disenso como fundamento del ser oposición.
Resulta lesivo para la construcción de contextos de convivencia democrática y desarrollo social y económico percibir al potencial adversario político como enemigo público y no como adversario legítimo. El Estado, en cuanto unidad política, tiene la capacidad y el monopolio de la determinación política, y esa capacidad debe colocarla al servicio de la construcción de la paz y de la democracia en el reconocimiento del otro opositor como adversario legítimo.
En los diálogos de La Habana surgieron los enunciados que permiten superar una teoría del Estado total que elimina la diferencia entre este y la sociedad, por la cual se identifica la política con lo meramente Estatal, separada de la sociedad.
La política más allá de la política
Hoy se reconoce con facilidad cómo en el país se ha producido una “despolitización” de la sociedad, un desplazamiento hacia el marketing y el mercado electoral, así como una creciente politización de la sociedad civil en un paso acelerado de la lucha reivindicativa hacia el desarrollo de un modelo de participación política que compromete nuevos escenarios, en los cuales la política es mucho más que el ejercicio del poder político asumido a través de los procesos electorales para el ejercicio de la función pública.
Así se constituye en fundamento de una práctica social que contempla procesos colectivos de toma de decisiones, elaboración de planes y programas de desarrollo, estructuración de presupuestos participativos con pertinencia en la realización de obras que contribuyan a la generación del bienestar estratégico de la sociedad y a fortalecer entidades administrativas, así como al potenciamiento de la capacidad de gestión social de las comunidades, de acciones que no constituyen otra cosa que la ampliación y la profundización de la democracia.
Sin embargo, la aceptación del adversario no es solo el reconocimiento de un otro distinto; es también la aceptación explícita de que el objetivo de la política, su tarea, es la construcción del orden social, el cual se logra a partir de elaborar alternativas posibles tendientes a la transformación de las condiciones de vida actuales.
Es un orden que no significa necesariamente armonía, sino conflicto dinamizado por una cultura y una práctica política que se compromete en la construcción de ese nuevo orden deseado. De ahí que resulte mejor utilizar la categoría de “posacuerdo” a la de “posconflicto”, en la medida en que las sociedades se desarrollan y alcanzan la mejor convivencia y el mayor nivel de bienestar cuando logran tramitar sus contradicciones y conflictos en los escenarios del diálogo y en la institucionalidad democrática.
Hoy, en el desarrollo del proceso de implementación de los acuerdos, es urgente y necesario que el Estado-gobierno impulse una pedagogía de paz por la cual se construya una subjetividad colectiva –la cual le da un lugar al otro distinto en su calidad de adversario legítimo– en los escenarios de la vida política de la nación, y evite así toda práctica que descalifique, construya polarización, desencuentro, odios y guerra.
Superar la cultura del odio y la venganza
La transformación de las prácticas democráticas la precede el cambio de cultura y de actitud de la ciudadanía, así como de la institucionalidad política, frente a la diferencia en el marco de la construcción de un escenario que deja de lado los odios y los encadenamientos de las venganzas, y se mueve en cambio hacia una cultura que se reconoce y se valora en el fortalecimiento del pluralismo, la tolerancia, la deliberación y el debate respetuoso sobre los problemas estructurales de la nación.
La no utilización de las armas y la proscripción de la violencia en las prácticas políticas, el reconocimiento del otro distinto como opositor válido y la no aniquilación del adversario, sino su valoración positiva y su protección decidida, constituyen la base esencial de la nueva cultura democrática por desarrollarse en una sociedad que se fija como propósito la construcción de una paz estable y duradera.
La construcción de un nuevo y sólido sistema democrático se abre en oportunidades y seguridades para la participación de los diferentes actores sociales y políticos en el desarrollo pleno de sus intereses políticos y colectivos, adscritos a un proyecto ético y a una práctica política que concibe la vida humana y el interés colectivo como fundamento y razón de ser de la política como tal.
El nuevo orden democrático debe construirse sobre la superación definitiva de las prácticas de violencia, el aniquilamiento del adversario, la estigmatización, la persecución, el señalamiento, la utilización del miedo y el terror para el sometimiento colectivo, así como la superación y proscripción de todo el repertorio criminal que agobió durante años al país.
Ni el Estado ni los particulares pueden hacer uso de prácticas criminales con el propósito de imponer sus ideas y utilizar a su favor –en detrimento del interés colectivo– los escenarios institucionales que son el fundamento de la democracia y la convivencia pacífica.
Partidos políticos y movimientos sociales
La ampliación y profundización de la democracia debe permitir el surgimiento de nuevas fuerzas, movimientos y partidos políticos, así como el fortalecimiento de las formas organizadas de la sociedad civil que se expresan a través de movimientos sociales y populares, las cuales portan sus propias agendas reivindicativa y de lucha social y política.
Estas expresiones políticas y sociales de la ciudadanía, de las poblaciones y de los territorios deben contar con espacios amplios de participación y un reconocido protagonismo en la construcción de una auténtica democracia en la que incidan en la definición de las decisiones que comprometen el interés público.
La democracia del posconflicto armado debe garantizar no solo la organización y la participación decidida de nuevas fuerzas y movimientos, sino también el reconocimiento y la defensa del pluralismo, de manera que los nuevos partidos políticos y movimientos sociales que hagan oposición, sin importar cuál sea su orientación ideológica, toda vez que estén inscritos en el ordenamiento institucional, sean reconocidos, aceptados y protegidos de tal manera que puedan presentarse como alternativa de poder en el marco del ordenamiento del juego democrático. Estas nuevas fuerzas sociales y políticas deben contar con todos los apoyos institucionales y, de forma equitativa, con los recursos públicos destinados a financiar los partidos y los movimientos políticos, en el propósito de que estos no se conviertan en instrumentos del interés privado y cumplan a cabalidad la función pública que compete a su naturaleza y razón de ser.
Dado que es la oposición la que legitima el orden democrático, debe contar con las mayores garantías en el sistema político y electoral, de modo que se supere todo tipo de riesgos y amenazas. Esto requiere no solo el mejoramiento del sistema de partidos y del sistema electoral, sino, adicionalmente, el desempeño adecuado de la institucionalidad que regula y posibilita las prácticas democráticas institucionales y garantiza la participación apropiada y segura de la sociedad civil en la lucha social y política.
Los ajustes que se deben realizar al modelo de democracia deben también contemplar medidas incluyentes que garanticen la participación de todos los sectores, en especial de las minorías étnicas y socioculturales, así como de las fuerzas políticas minoritarias. Estas deben, a su vez, articularse a las distintas instancias de las posibilidades del desempeño institucional a nivel nacional, regional y local, así sus resultados electorales no sean exitosos en términos de representación en los escenarios de decisión política.
Sin embargo, es importarte señalar que en la democracia del posconflicto armado la participación política no se reduce al sistema de partidos y al sistema electoral, sino que se construye en todos los escenarios en los que se erige institucional y socialmente el bien común y las acciones humanas están regentadas por el interés general.
De ahí que sea necesario extender las prácticas de gobierno a la vida social e involucrar a la población y a la ciudadanía en estas, a través de los más variados y determinantes instrumentos (tales como los planes de desarrollo y presupuestos participativos, las veedurías ciudadanas, el control social a la gestión pública y las posibilidades que aumentan la capacidad de ejecución de las comunidades en obras de su propio interés) requiere de comunidades participativas con poder de decisión y capacidad de gestión y ejecución de políticas, planes, programas, proyectos y obras.