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Una década de tejidos interculturales: la Universidad del Rosario en territorio arhuaco

Ángela Santamaría*


Izquierda: Alcira Izquierdo. Derecha: proceso de mujeres arhuacas en Gunarwun, noviembre del 2020.

Foto: Morgana D’amico, profesora de la eidi.

Nuestra relación con el pueblo arhuaco nos ha permitido comprender que es grande el reto de la regionalización de la educación en Colombia, pues implica la descentralización de la Universidad y la necesidad de pensar estrategias decoloniales para su transformación, en medio de un largo conflicto armado que ha profundizado el despojo de los pueblos indígenas y afectado sus sistemas de conocimiento y procesos de educación propia. En este relato nos centramos en algunos de los procesos formativos en la Sierra Nevada de Santa Marta con el pueblo arhuaco; procesos que se han inspirado en la propuesta de «deconstrucción y reconstrucción» de Marie Battiste (2002), académica Miq’maw; Linda Tuhiwai Smith (1999), intelectual maorí y su propuesta de «descolonizar las metodologías» (Ngāti Awa y Ngāti Porou, Māori); y, sobre todo, en las metodologías propias de las mujeres arhuacas, y de su lideresa Alcira Izquierdo.

Este grupo de mujeres indígenas afirman que la primera forma de descolonizar las metodologías y la producción de conocimiento es poner en el centro las filosofías, fuentes y metodologías del conocimiento indígena de las mujeres, sus familias y sus comunidades. Así, en este capítulo queremos destacar algunos resultados de nuestro proceso de colaboración con el pueblo arhuaco y, en particular, narrar el proceso de mujeres arhuacas de la Confederación Indígena Tayrona, encabezado por Alcira Izquierdo. Hemos querido responder como educadores a la responsabilidad de hacer nuestra una historia que nos ha sido negada: la historia arhuaca. En este reto pedagógico, la regionalización nos ha ayudado a reflexionar sobre las prácticas educativas e investigativas, para comprender nuestro compromiso con los discursos dominantes en la educación superior, y buscar formas de prevenir y transformar las propias maneras de enseñar e investigar, saliendo del Claustro y habitando las regiones y comunidades de la Sierra Nevada, en compañía de nuestros aliados estratégicos.

En la primera parte del capítulo presentaremos la apuesta metodológica y la historia del proceso. En la segunda, reflexionamos en torno a las principales características históricas que configuran el proceso. Finalmente, mostramos cómo este proceso regional ha nutrido nuestras prácticas de enseñanza y de investigación.

Nuestra apuesta metodológica desde la EIDI

La alianza estratégica entre la Escuela Intercultural de Diplomacia Indígena (EIDI), la Coordinación de Mujer de la Confederación Indígena Tayrona y los gobiernos locales arhuacos de Simonorwa, Gunarwun, Jimaín, Jerwa y Umuriwan han hecho posible el desarrollo de más de 35 diplomados, con la participación de unas mil personas arhuacas. Durante los últimos cuatro años, hemos acompañado, desde el curso Construcción de Paz, Etnicidad y Género, cuatro misiones académicas en las comunidades de Umuriwan, Gunarwun y Simonorwa, donde participaron unos setenta estudiantes nacionales e internacionales (originarios de Francia, Alemania, Suecia y España). Todos estos diplomados han constituido un espacio de coformación a través de un diálogo de saberes en el que cada uno de los participantes aporta conocimientos desde su cultura y procesos de vida.


Asamblea del proceso de mujeres arhuacas, Umuriwan.

Foto: Dunen Muelas.

Esta materia forma parte del énfasis de Conflictos y Paz, y de la trayectoria humanista del Centro de Estudios sobre Conflictos y Paz de la Universidad del Rosario. En el marco de esta experiencia educativa, los diplomados interculturales realizados con el pueblo arhuaco han contado con la participación de estudiantes rosaristas indígenas, no indígenas y afrocolombianos, estudiantes internacionales y estudiantes indígenas de las comunidades arhuacas. En este proceso de investigación-acción participativa nos han acompañado nuestras directivas, profesores y estudiantes. Igualmente, hemos contado con profesores internacionales indígenas (del pueblo Kanak de Nueva Caledonia) y no indígenas (como la Universidad de Columbia y el Centre Nationale de Recherche en Francia, EHESS de París), y líderes indígenas de otros países (como representantes de la Cancillería de Bolivia, la Red de Sanadoras de Guatemala y la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador).

Sembrando espiritualmente la eidi en Seikwuinkuita

Hace más de una década visitamos por primera vez la Sierra Nevada de Santa Marta, en compañía de nuestra vicerrectora Nohora Pabón; el doctor Mauricio Plazas, director del Instituto de Acción Social Rafael Arenas; la doctora Mónica Mendoza, coordinadora del Instituto; los profesores Bastien Bosa, Gloria Amparo Rodríguez y Ángela Santamaría; y nuestros egresados arhuacos Dunen Muelas, Kasokako Mestre y Norey Quigua. Por parte del pueblo arhuaco, nos acompañaron el mayor Álvaro Izquierdo, de la región de Nabusímake, quien hizo posible el desarrollo de cuatro diplomados interculturales con distintos grupos del gobierno arhuaco. Así fue como sembramos, en compañía del Cabildo Gobernador Arhuaco Rogelio Mejía, nuestra alianza estratégica en el caduco (sitio sagrado) de la Kankurwa Mayor de Seikwuinkuita. Dicha alianza permanece viva tras casi quince años de actividades conjuntas, gracias al apoyo invaluable del mayor Geremías Torres, Dunen Muelas y Norey Quigua. El mayor Geremías fue reconocido como profesor asociado de la Universidad del Rosario por nuestro exrector José Manuel Restrepo.

En el marco de este primer encuentro, las autoridades políticas de la Sierra solicitaron la constitución de los diplomados como un espacio formativo para los jóvenes del pueblo arhuaco. Uno de los encuentros que quiero resaltar aquí es el Diplomado sobre Investigación Intercultural, que contó con la participación de ochenta docentes del Comité de Educación de la Confederación Indígena Tayrona. Así también, los cuatro diplomados con los jóvenes y mayores de la región de Nabusímake y del Pantano.


Grupo fundador de la eidi, Bogotá, 2017. Profesores eidi, estudiantes arhuacos y estudiantes internacionales (Sciences Politiques París y Universidad del País Vasco).

Foto: Ángela Santamaría.

Así, hemos coconstruido espacios mixtos de investigación-acción participativa, desde un enfoque étnico y de género, a través de estos diplomados1 concebidos como estrategia de regionalización. Los espacios han combinado conferencias y talleres prácticos en historia oral, historia de las mujeres arhuacas y reconstrucción de la historia desde los conocimientos tradicionales de este pueblo. A lo largo de sesiones itinerantes realizadas cuatro veces al año, nuestro equipo ha promovido didácticas y metodologías como la historia arhuaca, la música, los cantos, el tejido, la cocina tradicional, la danza, las prácticas de autocuidado y cuidado de los otros, así como la reflexión sobre los mitos, los silencios, las risas, las lágrimas y los rumores de nuestros participantes y aliados. Cada uno de los gestos del tejido de mochilas, durante reuniones, comidas preparadas en las cocinas y en exposiciones y explicaciones, son parte de este grupo de conocimientos tradicionales arhuacos que queremos resaltar en este capítulo. Como lo mostraremos, estos conocimientos tradicionales han sido protegidos por un profundo silencio y celo; en medio de violencias coloniales y misionales, y de roles de género tradicionales, se han preservado sus conocimientos en el ámbito privado y comunitario.

Los diplomados en la Sierra Nevada de Santa Marta

En cada encuentro de la escuela itinerante con el pueblo arhuaco, hemos contado con la participación de aproximadamente 120 arhuacos por fase formativa, con una representación cada vez más importante de niñas, mujeres y abuelas (Ati Mamas).

A pesar de que este proceso formativo tiene más de quince años, solo hasta hace unos cuatro pudimos consolidar nuestra alianza con la saku Alcira Izquierdo; lideresa arhuaca de aproximadamente cincuenta años, enfermera y madre de dos hijos, y hace unos cinco años nombrada como la primera coordinadora mujer del pueblo arhuaco en la Asamblea General en Nabusímake. Ha estado a la cabeza de la organización de más de cuatro asambleas masivas de mujeres arhuacas, con el apoyo, en cada una de ellas, de más de quinientas mujeres de toda la Sierra Nevada de Santa Marta. Algunas de las participantes de este proceso acompañaron las sesiones de nuestros diplomados «mixtos», desarrollados, desde el 2015, en Gunaruwan, Jerwa, Umuriwan y Jimaín. Para ello, contamos con el acompañamiento y la orientación de autoridades tradicionales, como los comisarios y cabildos de Jewra, Jimaín, Simonorwa, Umuriwan y Gunarwun, los mamos Eugenio Torres, Domingo, Hipólito y Julio, y el mayor Isaías Torres. Los jóvenes y las mujeres participantes siempre acudieron muy entusiasmados, como oidores durante las plenarias y las charlas históricas nocturnas.


Mayor Geremías Torres y Andrés Mariño Arévalo, director de Regionalización, en la comunidad de Simonorúa, diciembre del 2020.

Foto: Ángela Santamaría.

Las reuniones se desarrollaron en las distintas «oficinas» de los asentamientos que nos recibían. Nos agrupábamos unas doscientas personas entre las 7:30 de la mañana y las 11:00 de la noche. Los jóvenes fueron protagonistas en espacios más pequeños de trabajo en grupo. Los encuentros con ellos fueron desarrollados durante dos días, y estuvieron compuestos por cerca de treinta personas que abordaron distintos temas de investigación: el rol de las mujeres arhuacas, la justicia propia y la justicia transicional, la historia arhuaca, los conocimientos tradicionales y los conflictos en la Sierra Nevada de Santa Marta.

Posteriormente, jóvenes como William Torres, Yuirai Torres, Aquilino Ramos y Oswaldo Ramos presentaron sus avances ante la Asamblea General de los Diplomados. La mayor parte del trabajo formativo se hizo con traducción permanente, y los participantes hablaron prioritariamente en lengua Iku (arhuaca). Se hicieron trabajos tradicionales antes de los diplomados y después de estos, bajo la dirección de los mamos de cada una de las regiones que nos acogieron. Como lo veremos en el apartado siguiente, uno de los temas centrales de los diplomados fue la historia de los orfelinatos capuchinos y el impacto en la educación y resistencia del pueblo arhuaco. Este eje de trabajo es fundamental en el marco actual de educación y construcción de paz tras el Acuerdo con las FARC, pues el legado colonial en la educación superior es innegable y, por ende, debe ser visibilizado y reparado.


Tayrona, pueblito Chaimara.

Foto: Juan Ramírez.

Subvirtiendo la educación misional y construyendo una educación intercultural

Los orfelinatos en la Sierra Nevada de Santa Marta

Como lo ha mostrado Bastien Bosa (2017, 2020), a lo largo del siglo XX la educación en el pueblo arhuaco estuvo marcada por la historia del rapto de niños y niñas indígenas y por la separación de familias arhuacas; acciones en cabeza de los misioneros capuchinos y en nombre de una política estatal para la «civilización y evangelización» de los pueblos indígenas. El historiador afirma que la educación misional para la reducción y la asimilación de los pueblos indígenas, en cabeza de la Iglesia y por delegación estatal, actuó como una pieza central del proyecto de nación, que dio como resultado la desestructuración de las familias y las comunidades indígenas. El orfelinato de San Sebastián de Rábago funcionó en Nabusímake de 1917 a 1982, cuando el pueblo arhuaco expulsó a la Misión Capuchina mediante una toma pacífica de sus instalaciones, las cuales fueron construidas en 1917 con recursos económicos y logísticos del gobierno colombiano, bajo la denominación de «establecimiento de educación en San Sebastián de Rábago» y el nombre «Las Tres Ave Marías».

El autor abordó esta perspectiva histórica en el marco de plenarias y en el desarrollo de actividades del Grupo de Historia Antigua durante los diplomados. Nos parece importante profundizar aquí en algunas de las estrategias utilizadas en los procesos formativos para contribuir a la reconciliación entre pueblos indígenas y universidades en Colombia.

Despojo de mantas, cuentas y fajas en la misión

Los materiales recolectados y presentados por Bastien Bosa durante los Diplomados de Umuriwan, en el 2017, revelaron múltiples violencias contra las mujeres y los hombres arhuacos.

Este grupo de fotografías muestran el empleo de técnicas violentas de transformación vestimentaria y homogeneización de los cuerpos de las niñas arhuacas al entrar al orfelinato. A través del uso de uniformes y del corte obligatorio de las largas cabelleras, el personal de la misión buscó estandarizar su apariencia, rompiendo una posible identificación con la imagen de padres y familiares, a los cuales se describió como «sucios e incivilizados» (Diario de campo, Umuriwan, 2017). Es importante recordar que entre los arhuacos el cabello largo representa la fuerza espiritual de las personas. Bosa (2017, 2020) lo narró en sus escritos al referirse al caso de Dingula, una mujer portadora de este apellido y que en Donachuí, en la zona oriental, murió «de espanto» cuando una comisión de la misión llegó en búsqueda de su esposo Manuel José Dingula, acusado de haber escondido a sus hijos para que no fueran internados. En sus palabras, como forma de castigo, los miembros de la comisión «le afeitaron la cabeza, lo cual es la peor injuria que pueda hacerse a uno de estos indios» (Archivo de Bosa, Wavrin, 1933).


Escaleras, pueblito Chaimara.

Foto: Juan Ramírez.


Procesos de despojo de vestidos tradicionales y homogeneización de los cuerpos de las mujeres arhuacas.

Fuente: archivo de la Revista Capuchina, sección de niñas, Orfanato de San Sebastián de Rábago.


«Niñas tejiendo en telar, mantas con lana de ovejo, en el corredor del Orfelinato bajo la supervisión de las monjas capuchinas».

Fuente: dibujo inspirado en foto intervenida y los trabajos de Berónica Mindiola, mujer y psicóloga arhuaca.

El corte del cabello fue descrito en varios de los talleres en territorio como uno de los primeros actos de disciplinamiento al llegar a la misión. A través de este primer despojo del cabello, y del vestido tradicional, se daba inicio al internamiento y la ruptura con los referentes familiares y comunitarios de los recién llegados. Así lo recordó el mamo Hipólito, en Simonorwa, cuando afirmó: «El pelo de nuestras cabezas es la fuerza del arhuaco. Es lo que nos identifica como arhuacos. Es como si se les cortarán todas las hojas y los frutos a los árboles floridos» (Simonorwa, septiembre de 2019). Igualmente, durante los diplomados surgieron varios recuerdos sobre la prohibición del porte de las mantas tradicionales arhuacas, tanto para mujeres como para hombres, al llegar al orfelinato. Algunas mujeres recordaron con dolor el despojo de mantas, fajas (cinturones)2 y cuentas (collares)3, símbolos de los cerros nevados y la «Madre Tierra», que aportan a la construcción de la niña como la prolongación de las mujeres de su familia, conectándola con sus ancestras. De esta manera, los misioneros buscaron la ruptura del lazo cultural, identitario, familiar y de pertenencia étnica.

En palabras de Isaías Torres, las mujeres fueron quienes recibieron el mayor impacto durante el internamiento en la misión. Sin embargo, en línea con la psicóloga arhuaca Berónica Mindiola, es importante señalar que las experiencias de las mujeres arhuacas en la misión fueron diferenciadas. Así lo muestra la autora cuando, tras entrevistar a varias abuelas de la región de Nabusímake, estas concluyen que, si bien se usaba como castigo el «arrodillarnos», el castigo real se usaba en el sentido de «corregir y educar».

Eventos interculturales de construcción de paz

El trabajo regional sobre la historia arhuaca desentrañó historias dolorosas y responsabilidades de las instituciones educativas, y mostró la necesidad de profundizar en acciones formativas reparadoras. Por ello, de común acuerdo con el pueblo arhuaco y un grupo de directivas de nuestra Universidad, decidimos desarrollar el evento «100 años de Diplomacia Indígena», celebrado en Bogotá en octubre del 2016. Así, con el apoyo de nuestra vicerrectora Stéphanie Lavaux y los decanos Carlos Patarroyo (Escuela de Ciencias Humanas) y Mónica Pachón (Ciencia Política y Relaciones Internacionales), recibimos a la delegación arhuaca de cien personas en un evento de construcción de paz. Con la participación de Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz, se buscó desandar los pasos de la educación asimilacionista. El evento académico reunió paneles diversos sobre historia, política electoral, conocimientos tradicionales, procesos de mujeres, educación y salud propia. El evento contó con la participación de investigadores como Yessid Campos, el documentalista Pablo Mora y el ex misionero capuchino Javier Rodríguez.

Pedagogías colaborativas con mujeres arhuacas

La Ley de Origen y el proceso de mujeres

Según la psicóloga arhuaca Berónica Mindiola (s. f.), en el pueblo arhuaco la educación propia se ha fundamentado históricamente como un proceso integral que inicia en la familia, pero se complementa a través de la educación en cabeza de otros miembros de la comunidad, como autoridades, mamos, madres, hermanas y abuelas (Ati Mamas). Una de sus principales características es su naturaleza vivencial y territorial. En sus exposiciones, muchas de las participantes de los diplomados insistieron en que el cuerpo de la mujer arhuaca constituye una representación a escala humana del territorio de la Sierra Nevada de Santa Marta. Esta conceptualización ha sido trabajada por la intelectual y lideresa política Ati Quigua, al afirmar que la Madre Tierra es el principio, fundamento y sustento de la vida, la identidad y la esencia del ser Iku (gente).


Directivas del pueblo arhuaco y de la Universidad del Rosario, acompañadas de funcionarios del Alto Gobierno.

Foto: Bastien Bosa.


A la izquierda, el mamo Eugenio Suárez en el Jockey Club, y las autoridades indígenas arhuacas.

Foto: Bastien Bosa.

La mujer arhuaca es la representación simbólica de la Madre Tierra, por ser portadora de vida y ser considerada madre de la humanidad (Quigua, 2017). Por lo tanto, múltiples responsabilidades morales y espirituales, asociadas a la armonía espiritual, el mantenimiento del equilibrio y el balance del pueblo arhuaco y del universo, recaen sobre ella. Así, en el proceso contemporáneo de mujeres arhuacas, se han estado desarrollando consultas y trabajos espirituales multitudinarios para sembrar espiritualmente su proceso político-espiritual y reflexionar sobre el rol de la mujer arhuaca en los ámbitos del gobierno propio y de la autoridad espiritual.


Estudiantes indígenas en el Hércules hacia el evento de Bogotá.

Foto: Hugo Ramírez.


Entrega de aseguranzas a Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz.

Foto: Bastien Bosa.


Cien miembros del pueblo arhuaco participantes de nuestros diplomados participaron en el evento «100 años de Diplomacia Indígena», en el Jockey Club de la Universidad del Rosario. Niños y niñas, mujeres y hombres, acompañados de sus autoridades políticas y espirituales, viajaron hasta Bogotá para la interculturalización de nuestra institución.

Foto: Bastien Bosa.

De esta manera, se han efectuado más de cuatro asambleas comunitarias de mujeres en distintas regiones de la Sierra, alrededor de cuatro pagamentos4 de mujeres (Quigua, 2017). Cada una de ellas ha contado con aproximadamente quinientos participantes, bajo la dirección de uno de los mamos mayores de la Sierra Nevada: Kingumu de la Kankurwa, mayor de Seykwinkuta, en Nabusímake. Además de ser el orientador del proceso, ha sido el intérprete espiritual en el proceso de consulta con la Madre Tierra (Ati Seynekun) desde los Kadukwu (sitio sagrado de comunicación con la naturaleza) y en sitios sagrados femeninos como Ati Serecha (Quigua, 2017). Gracias a un proceso formativo propio y a las asambleas, las mujeres han subvertido interpretaciones estáticas de la Ley de Origen (Sein Zare). Desde la certificación de la Unidad de Educación Continua, hemos apoyado el diálogo de saberes en los diplomados y algunas de las representaciones de su madre espiritual: Ati Nawowa.

Benerexa tiene seis hermanos y ella es la mayor. Duaviko es «el más nuevo». Ella estuvo metida en el tema político, acompañando el proceso. Como mujer uno se siente representada con ella. Así como lo dice, así lo mantiene. Es una defensora de muchos temas. Maneja mucho lo de afuera y lo de adentro. Enfermera, lideresa de Guati Gina. Ha participado en muchos encuentros de artesanía, tejido y encuentros de mujeres. Ha sido dos veces gerente de Dusakawi, ha trabajado en los modelos de atención y ha sido gerente de Vintukua. (Mujer joven de Gunarwun, primer diplomado en la zona oriental, 2014)

Usando la didáctica de la elaboración de muñecas, las participantes del diplomado decidieron representar a Dionisia Alfaro y a algunas de las lideresas actuales del proceso de mujeres arhuacas. Según las narraciones de las niñas, esta lideresa fue criada en la Misión Capuchina, tras lo cual pasó algún tiempo en la Zona Bananera, donde recibió formación política. Años después se convirtió en una de las mujeres que lideró la Liga Indígena de Simonorwa y los reclamos sobre el cerro Inarwa. Según expresa la delegación de mujeres de Nabusímake, una de sus hijas ha realizado investigaciones para reconstruir la memoria colectiva existente alrededor de ella. Durante las discusiones en los grupos, las mujeres participantes insistieron en que Dionisia fue «tanto madre como una gran líder comunitaria». Igualmente, fue una de las pocas mujeres líderes recordadas también por hombres arhuacos, junto a María Eugenia Solís. El grupo de profesores insistió en que en la zona de ampliación (Businchama) existe una escuela nombrada en su honor: «Escuela Dionisia Alfaro». En paralelo, seguimos trabajando desde la estrategia múltiple en el currículo de los diplomados, conservando el grupo de liderazgo de mujeres y observando cómo otros grupos sobre tejido, cocina tradicional y partería comenzaban a fortalecerse.


Cartografías sociales sobre el proceso del tejido tradicional de mochilas arhuaca.

Foto de la imagen: Ángela Santamaría.


Cartografías sociales sobre el proceso del tejido tradicional de mochilas arhuacas.

Foto de la imagen: Ángela Santamaría.


Asamblea de Mujeres Arhuacas, 2016. Ati Nawowa, Grupo de tejido Umuriwan, dirigido por la profesora María del Carmén Izquierdo.

Foto: Dunen Muelas.


Dionisia Alfaro y Benerexa Márquez, representadas por las niñas y profesoras de la Escuela de Jerwa y Simonorwa; biografía sobre Benerexa Márquez elaborada por una de las participantes.

Foto: Ángela Santamaría.

La secuencia didáctica sobre el tejido de muñecas estuvo acompañada de encuentros con lideresas locales. Durante dos días lideramos un grupo de casi diez personas, compuesto por estudiantes arhuacos y estudiantes de la Universidad, el cual se desplazó hasta las fincas de las lideresas. En el marco de conversatorios y ayudando en tareas como desgranar el guandul, conversamos sobre los retos del liderazgo de las mujeres en Jewra, las violencias específicas y las resistencias que han configurado.

Didácticas como la elaboración de «muñecas» y los conversatorios con las lideresas en sus fincas permitieron superar la imposibilidad de materializar la memoria de las lideresas para las niñas y las mujeres (que no hablaban el español ni lograban atender las sesiones sobre archivos históricos). Sin embargo, nos mostró también la necesidad de integrar al proceso formativo lenguajes propios y cotidianos de las mujeres arhuacas, como en el tejido de mochilas. El uso de estas metodologías y didácticas se dio en medio de las negociaciones del Acuerdo de Paz con las FARC y de las discusiones de género sobre una paz con las mujeres arhuacas en el ámbito regional. Igualmente, ante la inminencia de la reincorporación de excombatientes indígenas, los gobiernos zonales arhuacos estaban reflexionando sobre las condiciones para que esta paz fuera posible.


A partir del tejido, las mujeres han escrito y reproducido la historia del pueblo arhuaco.

Foto: Orchid Photo, desde Shutterstock.

El tejido de mochila arhuaca como pedagogía central

Como lo afirma Ana Ilba Torres, mujer arhuaca, miembro de nuestro equipo de trabajo hasta el 2019 y actualmente profesional de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), para el pueblo arhuaco existen diversas formas de tejer. Entre las principales encontramos hilar, entorchar, el tejido en telar, el tejido de gorro y el ensartar hilo (Conversatorio con Ana Ilba Torres, Bogotá, mayo de 2019). Todas estas variaciones del tejido arhuaco tienen un origen milenario y se transmiten empíricamente de generación en generación. Estas prácticas son contenedoras de valores culturales y espirituales que, al conectarse con el pensamiento femenino, reproducen la cultura. A través del tejido, las mujeres plasman el pensamiento arhuaco que les fue dejado por la Saku (Madre Tierra), el cual recrean y transmiten a las generaciones de relevo.

En este sentido, tejer es una práctica multidimensional. El tejido como conocimiento tradicional implica conocimientos prácticos, materiales, cognitivos, emocionales, culturales y espirituales. En primer lugar, el tejido es un conocimiento técnico: una forma de escritura. En segundo lugar, se trata de un conocimiento sobre la elaboración y el manejo de materialidades como los hilos, el uso y las agujas. Finalmente, se trata de un ejercicio espiritual, aunado a procesos imaginativos y creativos. Se trata de un conocimiento sobre el propio cuerpo, sobre el gesto de tejer, asociado a sus efectos terapeúticos.

En palabras de Ana Ilba Torres, tejer es un proceso de equilibrar las energías de la tejedora. Las figuras y diseños tejidos corresponden a inter-pretaciones de la cotidianidad comunitaria, la relación con la naturaleza y la historia arhuaca desde la perspectiva de las mujeres. A través del tejido en lo íntimo del fogón, o en las reuniones, o durante los desplazamientos por los caminos, las mujeres han escrito y reproducido la historia del pueblo arhuaco desde un archivo alternativo:

Dentro de la cosmovisión arhuaca, el tejido de mochila no es una expresión solo de lo femenino; cuando se teje se encuentra la dualidad, esta se expresa en las agujas. Estas son la representación del hombre: el hilo de la mujer; la aguja como expresión de lo masculino abre el camino. Cuando se pasa sobre el nudo, la aguja, es decir, el hombre, realiza un acto de limpieza para que la mujer pueda pasar. El hilo, la mujer, a su vez, sostiene la aguja. Esta es la conexión que hay entre lo femenino y lo masculino, en el tejido. En la historia arhuaca, todos tejen, los animales como la araña, el armadillo y el pájaro. Así plasman su pensamiento. Tejer es velar, cuidar lo que nos dejaron. A través de los tejidos se plasman muchos símbolos en las mochilas. Cada uno representa algún objeto, lugar o montaña. (Ana Ilba Torres, Bogotá, 2018)

Como lo afirma Ana Ilba, existen distintos diseños plasmados de generación en generación en las mochilas arhuacas. Y puede citar doce de ellos, aunque existen aproximadamente dieciséis tipos de nudos y puntadas distintos: Kuvawu inguna (paso del caballo), Urumu (caracol), Kwimague (relámpago), Kunsamu a´mia (pensamiento de mujer), Kunsamu cheyrwa (pensamiento de hombre), Kutia (costilla), Acu tutu (cascabel), Serankwa (creador del universo), Kunachu (hoja), Chinu zutu (teta de cerdo), Kunbiru (ala de chulo) y Tutu zariwuwu (mochila de lobo). Ana Ilba, además de ser una de las primeras abogadas de su región, es una gran tejedora. Por ello, durante los diplomados promovió y posicionó el uso del tejido como didáctica para trabajar con las mujeres arhuacas. En sus palabras, entra en estado de trance cuando teje.


Camino hacia Bunkwimake, Sierra Nevada de Santa Marta.

Foto: :)gab(: CC BY-SA 2.0.

La conformación del grupo de tejido como eje de investigación propia en Umuriwan

Un grupo de investigación sobre tejido de mochilas, compuesto por cerca de quince mujeres arhuacas bajo la dirección de la profesora María del Carmen Zalabata de Jewra, se constituyó en Umuriwan. María del Carmen asistió al proceso formativo durante unos cuatro diplomados, en distintos territorios como Umuriwan y Gunarwun. Con el apoyo de algunas personas de nuestro equipo, trabajó en el desarrollo de una cartilla sobre el mito de origen del tejido arhuaco, el proceso de preparación y tratamiento de los materiales y el proceso mismo de elaboración de las mochilas.

Tras el trabajo en grupos, durante tres días, María del Carmen presentó en las plenarias un grupo de cartografías sociales y dibujos que nos permitieron ubicar: a) conocimientos especializados sobre el tejido (fases del proceso y mito de origen) y b) experiencias de agencia y resistencia de las mujeres arhuacas a través del tejido en medio de las violencias del régimen paramilitar en la región. Por ello, a continuación presentamos algunas reflexiones sobre la escritura textil como ejercicio narrativo de armonización del dolor, el tejido como disciplina y fortalecimiento de la identidad colectiva y el tejido como envoltorio de la resistencia sagrada de un pueblo.

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