Kitabı oku: «Tres para Estar Listos», sayfa 5

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Existe un asunto adicional que debe tratarse, está en el terreno de las finanzas y podría estar cargado emocionalmente: ¿vivirán en la casa de uno de los dos? La respuesta no es necesariamente negativa; pero un pastor sabio explorará esta decisión con ellos.

Muchas de estas personas son experimentadas; pero tienen manchas en el transcurso de su vida, en los casos de personas divorciadas o en los que no se ha pasado por esta experiencia. El interés del pastor-consejero no está en los detalles de los acuerdos a los que llegó la pareja, sino en sus actitudes con respecto al establecimiento de unidad en esta área.

Integración familiar

Ya sea que la pareja esté compuesta por un viudo y una viuda, o personas divorciadas, la integración familiar demanda planificación. Usualmente, la pareja está de acuerdo con que el hombre sea la cabeza del hogar. Él es, en última instancia, el responsable por la aplicación de estándares bíblicos, así como por la disciplina de los niños, incluso si son hijos de la mujer que vienen de su matrimonio anterior. Es este último hecho el que requiere especial atención cuando se trata de estándares y educación. El pastor debe adaptar el programa para atender estos requerimientos. Este es un excelente caso para lograr un acercamiento presentando un episodio o dos acerca del ejercicio de un rol que podría causar respuestas emocionales que la pareja necesita aprender a manejar de una forma espiritual y madura.

Lo importante de cultivar una relación con los hijos de la pareja debe ser señalado. Si los niños están involucrados, estas personas se están casando con la familia completa y no solo con el otro. Se requiere trabajo, amor y tiempo para facilitar una relación familiar plena. En los casos en los que se involucren a niños de siete años o más —más joven si el niño ya ha tenido cierta dificultad en relacionarse con la pareja de su padre—, es sabio permitir que ellos asistan, por lo menos, a una sesión. El consejero puede explorar cualquier cosa que estime necesario o puede, simplemente, observar la respuesta del niño hacia los padres durante la sesión y determinar las acciones futuras de acuerdo con sus observaciones.

Las normas de adopción cambian de estado a estado. Me parece que la adopción legal tiene un impacto favorable en el proceso de integración familiar y debe ser impulsada en la mayoría de las instancias.

Pueden existir problemas especiales —los niños a un lado y las niñas al otro— que requieran acercamientos creativos por parte del consejero. Él y los padres necesitan pensar juntos acerca de los conflictos potenciales y trabajar para prevenirlos a través de la integración planificada.

Expectativas

Todos los individuos que ya estuvieron casados llevan consigo ciertas expectativas, usualmente, más definidas que aquellas del primer matrimonio. Esta dificultad potencial puede ser intensificada por la viuda o el viudo que tuvieron un buen matrimonio previo. En lugar de esperar que la nueva pareja sea como papá y mamá, las expectativas se regirán de acuerdo al compañero o compañera anterior.

Tal vez dos sugerencia podrían compartirse con la pareja después de discutir esta tendencia:

1. Recuerda que tu nueva pareja es un individuo. Permítele ser la persona que es.

2. Debes estar de acuerdo con permitir a la otra persona que exprese libremente frustración cuando uno de ustedes se sienta presionado. La presión será, sin lugar a dudas y por momentos, no intencional; pero a veces, no. En cualquiera de los casos, el compromiso previo de discutir este asunto proveerá un marco para la solución del problema.

El pastor-consejero y la iglesia

El pastor puede involucrar efectivamente a su congregación con la consejería prematrimonial. Puede tener una lista de parejas, de preferencia sin niños y que hayan sido aconsejadas y estén convencidas de haber logrado un buen ajuste matrimonial. Cuando una pareja llega a la consejería, puede ser asignada a uno de estos matrimonios. El equipo de parejas podría tener un estudio bíblico semanal con ellos, desarrollar una relación social e, informalmente, discutir cualquier aspecto del ajuste matrimonial que los aconsejados deseen. Esta relación puede continuar durante el primer año del matrimonio sobre la base de una reunión mensual. El pastor puede adaptar esta idea y desarrollarla hasta donde sea práctica para cada situación.35

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EL CONCEPTO CRISTIANO DE UN YUGO IGUAL

Mi experiencia como pastor joven, pastor y consejero ha logrado en mí una fuerte convicción de que el matrimonio con otro creyente no necesariamente significa estar en yugo igual. Hace poco, por ejemplo, Mike vino a mi oficina buscando ayuda para su matrimonio. Él y su esposa Nancy son creyentes. Mike quería involucrarse regularmente, mantener comunión en una iglesia local y reordenar su familia. Nancy, sin embargo, deseaba mantener un estilo de vida más mundano. Mike estaba frustrado.

Recientemente, un profesor del seminario me dijo que algunos de los varones en la escuela estaban allí porque sus esposas querían esto. Otros, como en un caso que conozco, han sido presionados por sus esposas a trabajar secularmente dejando de lado su vocación para el trabajo cristiano, tomando así decisiones cruciales que cambiarán el curso de sus vidas bajo la presión de sus parejas.

Otras personas encuentran que su matrimonio con otros creyentes terminan en divorcio después de pocos años; y si no es divorcio, una gran infelicidad cuando la personalidad de su esposo parece cambiar completamente al pasar el altar.

Algo está muy mal, estas personas se han casado basados en la realidad de que los dos profesan ser cristianos. Aun así, este yugo igual no parece ser suficiente para mantener a una pareja de acuerdo y caminando juntos.

Con estas trágicas verdades en mente, me gustaría sugerir que el pastor-consejero en su consejería prematrimonial discierna si existe realmente un yugo igual. Mi concepto de un yugo igual puede representarse en cuatro círculos concéntricos (ver figura 2).


En primer lugar, un yugo igual debe comenzar con las dos partes profesando la misma fe en Cristo. Sus estilos de vida deben respaldar su fe. Si la pareja viene de trasfondos doctrinales o denominacionales diferentes, sería sabio explorar cómo han manejado estas diferencias. En segundo lugar, el señorío de Cristo debería ser una realidad en sus vidas. Si alguno de los dos no está comprometido con el gobierno de Cristo, inevitablemente habrá enfrentamiento. Si ninguno lo está, también habrá problemas.

En tercer lugar, debe existir un verdadero compromiso con el orden bíblico de las prioridades en el matrimonio. Estas son Dios, esposo, hijos, iglesia, trabajo, sociedad. El orden no debería ser tan estricto. Existen períodos en mi ministerio, en los que he tenido que dejar a mi familia por algún tiempo. Sin embargo, busco la manera de dirigir mi hogar desde donde esté. Llamo y escribo a mi esposa regularmente y, cuando regreso, planifico un tiempo especial con ellos para compensarlos por mi ausencia.

En cuarto lugar, debe existir un compromiso para solucionar los problemas bíblicamente. Esto significa tener una disposición a someterse a la Palabra de Dios en cualquier asunto. Significa que hablaré con mi pareja. Compartiré mis luchas y sentimientos sin usarlos para manipular al otro. Significa también que escucharé —oiré y consideraré— a mi pareja. Significa que juntos tomaremos los principios bíblicos que atañen a nuestros problemas y nos someteremos voluntariamente a ellos.

El consejero prematrimonial haría bien en mantener estos círculos en mente y preguntarse si la pareja está bajo yugo igual. Recordemos que Amós pregunta: «¿Andarán dos juntos si no están de acuerdo?» (Am 3:3).

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LA CEREMONIA MATRIMONIAL: MUY DESORIENTADOS

por W. Wilson Benton

Me complace que mi buen amigo y colega, el Dr. Benton, me haya permitido incluir el siguiente capítulo. Mientras serví como parte de su equipo en la iglesia presbiteriana de Kirk of the Hills, en San Luis, él fue un referente regular para la preparación de nuestro programa prematrimonial. Su presentación de este material fue dinámica e instructiva. Creo que esta realzará este libro y la comprensión del lector acerca de la ceremonia matrimonial.

Las declaraciones que inician la ceremonia matrimonial son un recordatorio para nosotros de la teología del matrimonio.36Instituida por Dios, regulada por sus mandamientos, bendecida por nuestro Señor Jesucristo, para realizarse en honor entre todos los hombres. Al pensar en estas frases, se nos recuerda la naturaleza y el carácter del matrimonio tal como Dios lo ha establecido. Él es quien lo inventó. Fue su idea, no la nuestra. Quizás nos guste pensar que el amor que lleva al matrimonio es de origen humano; pero en realidad es de origen divino. Es Dios quien dijo: «No es bueno que el hombre este solo; haré ayuda idónea para él». Él es el Dios de la sexualidad. El cargo levantado por los no creyentes contra los creyentes es que la visión respecto al sexo y a la sexualidad de estos últimos es victoriana y puritana, cuando verdaderamente nada está más alejado de la realidad. El Dios de los cristianos es el Dios que nos creó hombre y mujer, haciendo posible la sexualidad y el matrimonio. Él es quien debe ser honrado y alabado por este don de amor a la raza humana.

El matrimonio debe ser regulado por sus mandamientos. Dado que Dios es el autor, el inventor y quien lo ha instituido, es Él quien conoce mejor cómo debería funcionar. Vemos a mucha gente que toma el don de la sexualidad y lo usa de acuerdo a sus propios deseos y lujuria, en lugar de recibir el don del dador y usarlo de acuerdo a su instrucción. La Biblia, en un sentido, es el manual del usuario. Es el libro de instrucciones del fabricante, porque junto con el regalo Dios, nos ha dado las instrucciones para usarlo. Es importante que estudiemos, en primer lugar, no la psicología humana ni los deseos humanos, tampoco los instintos biológicos, sino la Palabra de Dios para comprender cómo debemos conducirnos en la gloriosa relación del matrimonio, instituida por Él y regulada por sus mandamientos. Es una expresión de nuestro amor obedecer sus preceptos. O para ponerlo de otra forma, el obedecer los mandamientos de Dios es la mejor manera de mostrar amor. Por ejemplo, cuando la Biblia dice a los cristianos en general: «Hablen la verdad los unos a los otros», seguramente, también se aplica al esposo y a la esposa cristianos. O cuando la Biblia dice: «Sean misericordiosos, perdonándose unos a otros», esto ciertamente se aplica a los esposos cristianos. Todas las instrucciones relacionales —mandamientos— de la Escritura tienen una aplicación específica en el matrimonio, en el que dos personas se esfuerzan para expresarse su amor mutuo.

El matrimonio es una institución social. Es una expresión de la gracia de Dios hacia la raza humana. Como ministro soy libre de casar tanto a cristianos como a no cristianos; sin embargo, la Biblia me previene de no casar a un cristiano con uno no cristiano. Puedo casar a dos no cristianos, porque la expresión de la gracia de Dios no se limita a su pueblo, es dada a toda la raza humana para realizarse en honor entre todos los hombres. En nuestra vida, en nuestras relaciones, en nuestros negocios, nunca deberíamos hacer algo que pudiera dañar la relación matrimonial de cualquier persona, no solo la nuestra, sino la de cualquier persona en el mundo.

El matrimonio ha sido bendecido por nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que el primer milagro realizado por Jesús fue precisamente en una boda. Él estaba allí para bendecir a esas dos personas. Desde Génesis hasta Apocalipsis, el Señor hace evidente su bendición sobre el matrimonio. En Génesis se nos dice que el hombre no debe vivir solo: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea». En el libro de Apocalipsis, esta relación aún se mantiene. Tenemos el festín de bodas del Cordero descrito para nosotros. Jesús está representado en el novio, y la Iglesia, en la novia. La relación que Dios mismo escogió para ilustrar la comunión de Cristo con su Iglesia es la relación matrimonial. De las miles de relaciones que Él pudo haber escogido, la que seleccionó fue la de marido y esposa. «Esposos, amen a sus esposas como Cristo amó a la iglesia». «Esposas, sométanse a sus esposos así como la iglesia está sometida a Cristo» (Ef 5:21-25). No solo que Dios ha bendecido esta relación en cuanto a las cosas físicas, sino también de las espirituales. En realidad, se nos dice en la ceremonia que el matrimonio es para el bienestar y para la felicidad de toda la humanidad, es un pedazo de cielo en la tierra, y toda relación matrimonial debería ser para beneficio, bendición, bienestar, crecimiento, desarrollo y progreso de dos personas casadas.

Siempre pregunto a la pareja que está frente a mí: «¿Será ella una mejor persona al casarse contigo?» «¿Será él una mejor persona al casarse contigo?». Casi siempre puedo predecir la respuesta. Si le pregunto a él: «¿Será ella una mejor persona al casarse contigo?», él siempre responderá: «Bien, ciertamente yo lo seré». Esta es la respuesta más común; pero no es la respuesta a mi pregunta. Mi pregunta es si ella será una mejor persona al casarse con él. Debemos dejar de lado nuestra falsa humildad y, siendo directos, decir delante de Dios: «Creo que ella será una mejor persona al casarse conmigo». Si no lo crees, entonces, por el amor de Dios ¡no te cases con ella! El matrimonio debe ser para su bienestar, beneficio, crecimiento espiritual y desarrollo, para esto te casas con ella. Lo mismo es cierto para la esposa, ella debería poder decir francamente; pero con humildad delante de Dios: «Él será mejor persona al casarse conmigo». En otras palabras, debemos obtener lo mejor de la otra persona. Debemos compensar nuestras debilidades, el amor cubre multitud de pecados. Debemos cubrir las manchas, nuestras faltas, deficiencias y potenciar nuestras fortalezas, ayudándonos a desarrollar mutuamente nuestros dones. Si no estamos haciendo esto, no estaremos cumpliendo el propósito del matrimonio en nuestra relación. Dios lo ha diseñado para el bienestar y felicidad de la humanidad. Así que, de tanto en tanto, necesitamos preguntarnos algunas cuestiones personales profundas y directas: ¿Es mi esposa mejor por estar casada conmigo? ¿Estoy haciendo todo lo posible para promover su bienestar? Nuevamente, los pasajes de la Escritura que nos llaman a los cristianos son aplicables también a la relación matrimonial. Cuando Pablo dice: «No busquen su propio interés, sino el de los otros», seguro que esto también se aplica al esposo que se preocupa por los intereses de su esposa. También a la esposa que vigila los intereses de su esposo.

Por eso, es también de ayuda recordar que Dios ha seleccionado a tu pareja y lo ha hecho específicamente tomando en cuenta tu propia personalidad, tus dones; pero al mismo tiempo, tus propias deficiencias. Él conoce quién te compensará mejor, quién buscará tu bienestar; por esto, debemos ser sabios y buscar la voluntad de Dios respecto a este asunto. Nuevamente, los pasajes de la Escritura que hablan de manera general acerca de la búsqueda de la voluntad de Dios y su dirección se aplican también a la elección de un compañero para toda la vida.

Instituido por Dios, regulado por sus mandamientos, bendecido por nuestro Señor Jesucristo, realizado en honor entre todos los hombres, establecido para el bienestar y felicidad de la raza humana. Nuestro Salvador ha declarado que un hombre debe dejar a su padre y a su madre, y unirse a su esposa. Esta es la instrucción que viene desde el libro de Génesis y es reiterada por Cristo en su ministerio terrenal. Es interesante que nunca dijera que fuera la esposa la que dejara padre y madre para unirse a su marido, más bien se instruye al marido a dejar padre y madre para unirse a su esposa. Hay una buena razón para esto. El esposo necesita establecer cierto grado de independencia. Necesita poder hacerse cargo de su esposa, proveer para sus necesidades y ser así la cabeza de la familia. Si él no puede dejar padre y madre en este sentido, no estará preparado financiera, emocional, psicológica o vocacionalmente para unirse a su esposa. Se requiere hacer preguntas acerca de la estabilidad financiera de la pareja cuando busquen consejería. ¿Podrán mantener su casa independientemente de sus padres, ya sean estos padres de ella o de él?

Las instrucciones continúan con estas frases: A través de sus apóstoles, él ha instruido a aquellos que entran en esta relación a mantener una estima mutua en amor, a lidiar con los errores y debilidades del otro, a consolarse uno al otro en el pesar, en la enfermedad y en la prueba. Estas contingencias serán siempre parte de la vida. Debemos esperarlas. Sería tonto suponer que el amor fuera expresado sin estas presiones. Las preguntas son: ¿Estamos preparados para amarnos en estas circunstancias? ¿Estamos realmente listos a proveer para el otro y para nuestro hogar, a orar, a animar al otro en las cosas relacionadas con Dios, a vivir juntos como herederos de la gracia?

Dado que es verdad que el matrimonio es una institución social y una expresión de la gracia común de Dios, y que dos no creyentes pueden casarse, también es cierto que solo aquellos que son cristianos conocerán la plenitud del gozo para lo que esta relación ha sido diseñada. Solo cuando las parejas aprenden a orar uno por el otro y a animarse en las cosas de Dios, solo cuando viven juntos en armonía espiritual podrán establecer el tipo de relación matrimonial que produce el gozo deseado por Él.

Este es el primer párrafo en la declaración introductoria de la doctrina del matrimonio y lo que básicamente dice es: Dios aprueba el matrimonio. Dios es el autor del matrimonio, lo ha instituido, regulado y bendecido. Es Él quien nos da la gracia necesaria para cumplir nuestros votos. Es Él quien nos capacita para pasar por alto las faltas y perdonar. Sin Dios el matrimonio es posible; pero sin Dios el matrimonio no será lo satisfactorio y placentero que debería ser.

Ahora el segundo párrafo de la declaración de apertura se dirige a la congregación. La antigua forma de pregunta era esta: Si hay alguna persona presente que conozca cualquier causa justa por la que estos dos no deban ser legalmente unidos en matrimonio, le pido que lo deje saber ahora o lo calle para siempre. Claro que esta declaración ha sido el objeto de muchas burlas: «Yo sé algo». ¿Qué podría hacer la novia cuando otro muchacho salta y dice: «¿Puedo tomar la palabra?». ¿Qué haría el novio si una linda muchacha en la tercera fila levanta su pañuelo y dice: «¿Podría hablar con la congregación?». Por esta razón, muchos escogen dejar de lado esta declaración en la ceremonia; sin embargo está incluida con un buen propósito. En primera instancia, se reconoce la presencia de la congregación. Se han invitado amigos, parientes y todos los que quisieran participar en la ceremonia. Esta es una forma para que el pastor pueda reconocer su presencia, dirigiéndose a ellos con esta pregunta. Pero más allá de esto, lo segundo que se logra es comprometer a la pareja con su apoyo. Es verdad que el compromiso viene en una forma negativa, y la respuesta es el silencio; pero es una expresión de apoyo de la congregación a la pareja. ¿Conoce alguna persona cualquier razón por la que esta pareja no puede casarse legalmente? Si no, calle para siempre. Esta es una manera de decir: «No los debiliten, no hablen de ellos, no coloquen obstáculos en su camino; hagan lo que puedan para ayudarlos, apoyarlos y animarlos en su relación».

Tercero, es una forma de decir a la congregación: «Queremos su ayuda y la necesitamos. Nos amamos mucho. Creemos que tendremos el mejor matrimonio que jamás haya existido. Al mismo tiempo, sabemos que es una relación que requiere esfuerzo, y los necesitamos; necesitamos sus oraciones, su apoyo, su consejo y mientras establecemos nuestro propio hogar, sabemos que no podemos hacerlo sin el amoroso apoyo y fortaleza de nuestros amigos y vecinos. Por eso están ustedes aquí». Por estas razones, la pregunta es buena.

Al mismo tiempo, creo que puede existir una forma de llegar a este mismo final, y es a través del uso de una lectura que llevará a una respuesta en este punto de la ceremonia.37 Claro, se requiere un boletín para hacer esto, porque se debe imprimir la lectura para todos. El ministro puede leer una declaración, y la congregación responderle. Esto hará que el compromiso de apoyo sea más positivo, porque ha sido más claramente establecido en lugar de ser indicado a través del silencio. Creo que esta es una mejor forma; pero si la pareja escoge no usar una lectura y no se tiene el privilegio de tener esto impreso, creo firmemente que el asunto de la congregación debe ser tratado; (1) para dirigirse a ellos; (2) para comprometer su apoyo y (3) para que la pareja confiese en su ceremonia matrimonial que necesita la ayuda de estas personas.

Dios aprueba el matrimonio, y todos creemos que aprueba este específico matrimonio, cuando exponemos el primer párrafo de la ceremonia. El segundo párrafo dice que todos estos amigos y parientes también están de acuerdo. El tercer párrafo en la declaración de apertura que se refiere a la doctrina del matrimonio se dirige específicamente a ellos: Los comprometo delante del gran Dios, que sondea todos los corazones para que si alguno de ustedes conoce alguna razón por la que no puedan ser unidos legalmente en matrimonio, la confiesen ahora porque es seguro que si las personas se juntan contra la Palabra de Dios, esta unión no es bendecida por Él. Esta pregunta puede parecer algo tonta y sin sentido, porque aunque ellos están de pie delante del ministro, él les está preguntando si desean casarse. Obviamente no estarían de pie ahí si no lo quisieran; pero existen propósitos detrás de esta pregunta. Se logra en la congregación transmitir la solemnidad con la cual están entrando en esta relación. Se recuerda a la pareja que esta no es una decisión simple por parte de ellos; que en realidad ellos han buscado en la Palabra de Dios, y han discernido su voluntad tan claramente como pudieron y creen que Dios quiere que estén casados. En realidad, esta es la declaración positiva aquí y ahora nuevamente expresada; pero en una forma negativa para ser respondida con el silencio. Es una manera de decir que creemos que es la voluntad de Dios que los novios se casen.

Hay un sentido en el que cada pareja debería poder decir: «Tenemos que estar casados». Es comprensible que esta afirmación en nuestra cultura implique inmoralidad; implique sexo antes del matrimonio que ha dado como resultado un embarazo, por eso tenemos que casarnos. Pero en un sentido más alto y santo, cada pareja debería decir: «Tenemos que casarnos. Creemos que es la voluntad de Dios para nosotros. En realidad creemos que estaríamos pecando contra Dios si no lo hacemos. No es más una decisión para nosotros, es una asunto de obediencia. Dios nos ha llamado a entrar en esta relación y estaríamos yendo en contra de su voluntad si no nos uniéramos en matrimonio. Tenemos que estar casados». En un sentido, este es el significado de esta pregunta. Los comprometo delante del gran Dios, que sondea todos los corazones para que si alguno de ustedes conoce alguna razón por la que no puedan ser unidos legalmente en matrimonio, la confiese ahora. El lado positivo es «sí, deberíamos, tenemos que, debemos estar casados». Así que el tercer párrafo dice que la pareja está a favor del matrimonio y, en particular, de este matrimonio.

Ahora el escenario está delante con estas tres palabras de introducción: (1) Dios estableció y está a favor del matrimonio, y él está a favor de este matrimonio. Dios está listo para dar su bendición a esta relación. (2) Todos los amigos, vecinos y parientes presentan su aprobación para el matrimonio. (3) La pareja está delante del ministro para decir que ellos creen que esto es la voluntad de Dios, que ellos desean estar casados. Entonces viene una oración, la oración para invocar la bendición de Dios sobre la ceremonia. El ministro la dirige; pero no hace el matrimonio. Solo Dios puede hacerlo, Él es el único que puede tomar a dos personas y hacer de ellos una nueva. El ministro es el representante de Dios en esta ocasión, y es un gran privilegio para él poder presidir la ceremonia; pero él, entre todas las personas, reconoce que no puede construir un matrimonio. Es un misterio cuando Dios toma a dos personas y hace de ellos una. La oración de invocación es una oración a Él pidiéndole que venga y haga esto. Es expresar la provisión de Dios en la vida de la pareja, preparándolos durante todas su vida a partir de este punto. Todo lo que les ha sucedido los ha preparado para ser uno esposo del otro. Todo lo que han vivido en términos de familia, entorno, entrenamiento, preparación y escuela, educación, relaciones y todas las cosas, han sido la provisión usada por Dios para prepararlos el uno para el otro.

Existe un sentido de deber que debería acompañar a la pareja al presentarse a Dios diciendo: «Estamos delante de ti como un milagro materializado, pidiéndote que nos tomes y nos juntes». La oración indica que Dios tomará a los dos y los hará uno, y que yo animaré a la pareja a prepararse para este glorioso y misterioso evento que, de alguna manera, trasciende la ceremonia nupcial.

Hay algo que falta en el diseño de Dios cuando las parejas simplemente viven juntas y no se presentan delante de Él para el servicio matrimonial. Algo sucede en esta ceremonia que no se da fuera de ella. No estoy seguro de comprender todo lo que está involucrado en este punto; pero creo que Dios está presente de una manera especial para tomar la vida de dos personas y unirlas de una manera que jamás lo haría si, simplemente, dos personas se unen para vivir juntas, como se hace en nuestra cultura actual.

Ahora, si es verdad que esto se da en la ceremonia nupcial, recomiendo a la pareja que la anticipe y la prepare. A veces se considera la boda como un mal necesario por el que tenemos que pasar para llegar a vivir juntos. Pero este no es el caso. La ceremonia es una bendición en sí misma y fuera de ella. Las preparaciones deben hacerse en todo cuanto sea posible, porque aunque la boda es breve, ¡las consecuencias de ella nos acompañarán por el resto de nuestra vida aquí en la tierra! Entonces, estoy seguro de que deberíamos prepararnos para esta ceremonia. Ya que Dios toma a dos y los junta en uno, recomiendo a la pareja que le pongan un nombre a su relación, los animo a pensar en su relación como en un bebé que nacerá ese día, y el ponerle un nombre los ayudará a personificarla. Los primeros días, semanas y meses del bebé son los más cruciales. Requiere más atención esos días que el resto de su vida, y lo mismo ocurre con la relación que acaba de nacer, crecerá y se desarrollará, y no debe ser tratada como si tuviera diez años, si apenas tiene diez días, igual como sucede con un bebé. Pido a la pareja escribir paralelos en sus mentes entre la crianza de un bebé y la de una relación. Para lograr esto, los animo a poner un nombre a la relación, y hablamos de ella como de una persona.

Es obvio que en el matrimonio uno no vive para sí mismo. Lo cierto es que vivimos para el otro. Básicamente, los dos viven por esa nueva persona creada en el matrimonio. Vivimos para esa personalidad corporativa, para la relación mutua y no para el otro. La relación es prioritaria en cuanto a inversión en tiempo, esfuerzo y energía. Qué emocionante es descubrir que Dios los ha juntado a los dos para el milagro del matrimonio, tomando dos vidas para convertirla en una sola.

Volviendo a la boda, después de orar, vendrán las preguntas de intención, que indicarán exactamente eso: sus intenciones. Dicen que se aman el uno al otro. ¿Cómo se aman? ¿En qué forma se comprometen a sí mismos para amarse el uno al otro? Este es el acento de las preguntas. La pregunta es esta: ¿_____________, tomas a ___________ como tu esposa para entregarte a ella en amor y honor, en todo deber y servicio, con fidelidad y ternura para vivir con ella y amarla de acuerdo con el mandato de Dios en los lazos del sagrado matrimonio? Permíteme hacer algunas observaciones acerca de esta pregunta. Dice que estás dándote a ti mismo. ¿La tomarás para ser tu esposa y te dedicarás a ella? En realidad, lo único que tienes es tu propia vida. No puedes ofrecerle tu riqueza, porque podría desaparecer mañana. Tampoco puedes ofrecerle sueños, esperanzas, ambiciones y expectativas; no son sustanciales. Así que básicamente, todo lo que puedes ofrecer es lo que eres; y lo dices: «Estoy listo para dar mi ser cien por ciento. Sin apegos, sin reservas, todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que espero, estoy dispuesto a dártelo». La pregunta es recíproca para la novia con respecto al novio. Ella dice lo mismo: «Solo puedo darme a mí misma, por eso te doy la totalidad de mi ser». Este es un pensamiento atemorizante. Si no estás listo para dar toda tu vida a otra persona, entonces no estás listo para el matrimonio.

El matrimonio no es una mitad mas otra mitad, más bien es un todo mas otro todo. Es una persona dándose al cien por ciento a otra persona, y esta es en esencia el significado de esta pregunta. ¿Te comprometerás con la otra persona? Si no estás cansado de ser la persona que eres, entonces no estás listo para el matrimonio. No puedes quedarte como estás y casarte. Estás dándote. La otra persona tendrá total control sobre ti, puede demandar cosas de ti, tiene el derecho a tener expectativas acerca de ti, y si no estás listo a entrar en este tipo de relación de autonegación, entonces no estás listo para casarte. Así que preguntamos: «¿Es esta tu intención? ¿Es esta la forma en que planean amarse? ¿Comprometerás tu vida a él o a ella?».

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